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Reconciliación “Déjense reconciliar con Dios” - Parroquia San ...

4 mar. 2016 - Jesús quiso que la Iglesia continúe su obra de salvación también ...... Escuchen, habitantes de las islas; atiendan, pueblos lejanos: El Señor.
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Arquidiócesis de Santo Domingo Arquidiócesis de Santiago Diócesis de Barahona Diócesis de Baní Diócesis de Puerto Plata Diócesis de San Pedro de Macorís Diócesis de San Francisco de Macorís Diócesis de Mao-Monte Cristi

Valor del Mes:

Reconciliación Lema del Mes:

“Déjense reconciliar con Dios” (2Cor 5,20)

Plan de Pastoral

Marzo 2016

Créditos Colaboradores: Silvia Rodríguez (Arquidiócesis de Santiago) P. Carlos Peña (Diócesis de Puerto Plata), Comisiòn Arquidiocesana de Catequesis, P. Miguel Amarante, P.Valerio Baines Sanz, OAR, y Daniel Lorenzo Vargas Salazar (Santo Domingo). Coordinación: Eugenia López Diagramación y Arte Final: Jesús Pérez Portadas: John Williams Castillo Impresión: Editora Amigo del Hogar Manuel María Valencia No. 4 Santo Domingo, D. N. Tel.: 809.548.7594 Para contacto Vicaría de Pastoral, Teléfono 809-682-0815, 809.221.3126, 849.622.1221, ext. 261 y 262 Correo electrónico: [email protected] Redes Sociales: www.facebook.com/VicariadePastoralSantoDomingo

Plan de Pastoral - Marzo 2016

Obra de Misericordia del Mes:

Perdonar las Ofensas Acción Significativa del Sector:

Buscar a la persona ofendida y pedir perdón. Acercarse al Sacramento de la Reconciliación Caminata Penitencial. Diálogo con candidatos políticos del Sector Acción Significativa Familiar:

Hacer un acto de reconciliación familiar Índice Primera Parte: Jornada de Adoración 24 Horas con el Señor 4 y 5 de Marzo. . . . . . . . . . . 4 Encuentros de Evangelización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 Acción Significativa del Sector: Caminata Penitencial . . . . . . . . . . . . . . . . 36 Siete Dolores de la Virgen. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44 Acción Significativa con los Niños. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 Segunda Parte: Celebraciones Dominicales, Lecturas de la Palabra de cada día y Meditación diaria del Evangelio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92 Triduo Pascual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102

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Déjense reconciliar con Dios

24 horas con el Señor

4 de Marzo al 5 de Marzo del 2016 Les proponemos 13 esquemas para vivir intensamente estas 24 horas con el Señor. Cada persona o cada grupo puede hacer una programación a partir de este Recurso que ponemos en sus manos. Como podrán notar seguimos de cerca la Bula del Papa “Misericordiosos como el Padre” (Misericordiae Vultus) que citaremos como MV y con su número correspondiente. También, aprovechamos algunos textos de Santa Faustina, gran promotora de la misericordia. Es imprescindible que todos los que participemos llevemos nuestra Biblia. PRIMERA HORA: Iniciamos con la Eucaristía o la Celebración de la Palabra. Se usan las lecturas del día. Al final, donde se pueda se expone el Santísimo Sacramento y, si no lo hay, se colocan todos alrededor del Altar. Introducción General de las 24 horas: El Papa Francisco al convocarnos a vivir el Jubileo de la Misericordia nos escribió un documento o bula llamado “El rostro misericordioso como el Padre” (en latín: Misericordiae Vultus). En su número 17 nos dice: “La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios”. En concreto nos propone “la iniciativa de las 24 horas con el Señor” a celebrarse durante el viernes 4 de Marzo y sábado 5 de Marzo, antes del cuarto Domingo de Cuaresma (MV 18) En estas 24 horas con el Señor se nos invita de manera especial a lo siguiente: • A escuchar la Palabra de Dios. Como nos dice el Papa: ¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre!” (MV 17), sea una experiencia donde se pueda “reencontrar el camino para volver al Señor”, “vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida” • Acercarnos al sacramento de la Reconciliación en estas 24 horas y si no es posible hacerlo en este momento nos preparamos para celebrar este sacramento en cuanto nos sea posible. “De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia” (MV 18). Con esta intención, iniciamos en este momento estas 24 horas con el Señor que viviremos durante todo el día y la noche hasta el nuevo día. Pongamos todo nuestro interés y toda nuestra disponibilidad a la obra del Señor que en su misericordia hará con nosotros. Esperamos que Jesús no tenga que decir lo que dijo a los discípulos que se dejaron llevar por el cansancio y el sueño: “¿De modo que no pudieron

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permanecer despiertos ni una hora conmigo?  Estén despiertos y recen para que no caigan en la tentación. El espíritu es animoso, pero la carne es débil.” (Mt 26,41). Sino que al contrario nos diga: “ `Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor “ (Mt. 25,24). Comenzamos escuchando la Palabra de Dios (y celebrando la Eucaristía) para que sea el Señor a través de su Espíritu quien nos conduzca en este día de gracia. SEGUNDA HORA: Con los ojos fijos en Jesús, rostro misericordioso como el Padre Adoración Eucarística 1. Canto: A ti levanto mis ojos / O: Ante el nombre de Jesús… 2. Oración al Señor: Señor Jesús, con los ojos fijos en Ti, rostro de la misericordia del Padre, que en Ti se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen, nos disponemos a recibir y acoger tu misericordia con el deseo de ser testigos de la misericordia en medio de nuestro pueblo. Tú, eres el enviado del Padre, que nacido de la Virgen María, nos diste a conocer de manera definitiva su misericordia con tu palabra, con tus gestos y con toda su persona Hoy queremos contemplar el misterio de la misericordia del Padre que es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Que es condición para nuestra salvación. Haz que este Jubileo Extraordinario de la Misericordia sea tiempo propicio para tu Iglesia, para que sea la primera que testimonie, profese y viva la misericordia como su primera tarea sobre todo en un momento como el nuestro, lleno de grandes esperanzas y fuertes contradicciones. Contemplando tu rostro, haz que introduzcamos a toda la gente en el misterio de la misericordia de Dios. Haz que ese gran río de la misericordia que desde el corazón del Padre, del Espíritu Santo y de Ti, desde su intimidad más profunda brota y corre sin parar. Empápanos de tu misericordia y a través de nosotros que ese río de amor a cada persona, a cada familia y a toda la sociedad. Amén. 3. En silencio cada uno le propone al Señor su propia intención en esta Adoración. Presente al Señor las personas que conocemos que necesitan de su misericordia de manera especial (5 minutos). 4. Canto 5. Escuchemos la Palabra: Exodo 34,5-9. 6. Silencio para releer esta Palabra y contemplar su gran misericordia con nosotros. (10 minutos).

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7. Meditemos con el Papa Francisco: “Paciente y misericordioso” es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso  se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción. Los Salmos, en modo particular, destacan esta grandeza del proceder divino: « Él perdona todas tus culpas, y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de gracia y de misericordia » (103,3-4). De una manera aún más explícita, otro Salmo testimonia los signos concretos de su misericordia: « Él Señor libera a los cautivos, abre los ojos de los ciegos y levanta al caído; el Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda; el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados » (146,7-9). Por último, he aquí otras expresiones del salmista: « El Señor sana los corazones afligidos y les venda sus heridas […] El Señor sostiene a los humildes y humilla a los malvados hasta el polvo » (147,3.6). “Eterna es su misericordia”: es el estribillo que acompaña cada verso del Salmo 136 mientras se narra la historia de la revelación de Dios. En razón de la misericordia, todas las vicisitudes del Antiguo Testamento están cargadas de un profundo valor salvífico. La misericordia hace de la historia de Dios con su pueblo una historia de salvación. Repetir continuamente “Eterna es su misericordia”, como lo hace el Salmo, parece un intento por romper el círculo del espacio y del tiempo para introducirlo todo en el misterio eterno del amor. Es como si se quisiera decir que no solo en la historia, sino por toda la eternidad el hombre estará siempre bajo la mirada misericordiosa del Padre. No es casual que el pueblo de Israel haya querido integrar este Salmo, el grande hallel  (alabanza) como es conocido, en las fiestas litúrgicas más importantes. 8. Silencio de contemplación de la misericordia de Dios (15 minutos) 9. Recemos o cantemos con unción el Salmo 136 (135). A cada frase respondemos: “porque es eterna su misericordia” 10. En silencio hagamos nuestro este Salmo: Cada uno y cada una repasa su propia historia, la de su familia, la de nuestro pueblo y reconoce la misericordia que Dios ha tenido en su vida, en su familia y en nuestro pueblo. Si puede escribirlas es mejor (10 minutos). 11. Alabemos, bendigamos, demos gracias por la misericordia que ha tenido con nosotros. En este momento, el que quiera puede dar gracias al Señor por la misericordia que ha tenido con él o ella, con su familia, con nuestro pueblo. 12. Canto de alabanza 13. “Muéstranos Señor tu misericordia”. En silencio intercedamos ante el Señor por las personas y las situaciones personales, familiares y de nuestro pueblo que necesitan la misericordia de Dios. (5 minutos).

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14. Momento de intercesión. A cada petición respondemos: “Muéstranos Señor tu misericordia”. 15. Canto 16. Oremos con el Papa Francisco: Señor Jesucristo, Tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del Cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena de buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios! Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos. Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén. 17. Canto final TERCERA HORA: “Déjense reconciliar por Dios” (2Cor 5,20) 1. Motivación: Uno de los grandes objetivos de estas 24 horas con el Señor es ofrecer el Sacramento de la Reconciliación a todos los que son movidos por El a reconocer sus pecados y a pedir misericordia a través del ministerio de la Iglesia. Por eso, en esta hora de oración nos centraremos en este Sacramento en el que Dios manifiesta su misericordia de una manera abundante. Escuchemos con atención esta invitación del Apóstol Pablo; “Déjense reconciliar por Dios” (2Cor 5,20) y acerquémonos arrepentidos a darnos este baño espiritual que nos limpia, nos renueva, nos purifica, nos restaura y nos santifica. 2. Canto de la misericordia: Vengo a Ti, mi Señor…

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3. Oración ante el Señor Señor Jesús, el Padre te ha dado todo poder para perdonar nuestros pecados. Así lo hiciste en medio de tu pueblo y lo sigues haciendo a través de la Iglesia y de tus ministros. Tú has dispuesto que tu misericordia llegue a nosotros a través de este hermoso sacramento de la reconciliación y de la Penitencia al decir: «Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados» (Jn 20,21-23). Así nos enseñas que el perdón es un don tuyo que se pide a Ti a través de tu Iglesia y tus ministros. El perdón no es algo que podamos darnos nosotros mismos. El perdón no es fruto de nuestros esfuerzos, sino que es un regalo tuyo, es un don de tu Espíritu Santo, que nos llena de la purificación de misericordia y de gracia que brota incesantemente de tu corazón abierto de par en par. Sólo si nos dejamos reconciliar contigo, con el Padre y con los hermanos podemos estar verdaderamente en la paz. Sólo en Ti hay vida y salvación. Regálanos tu Espíritu para que nos haga descubrir todos nuestros pecados y nos mueva a dejarnos reconciliar contigo y con tu Padre. 4. Escuchemos la Palabra: Juan 20, 19-23. 5. Meditemos con el Papa Francisco: “A través de los sacramentos de iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, el hombre recibe la vida nueva en Cristo. Ahora, todos lo sabemos, llevamos esta vida «en vasijas de barro» (2 Cor 4, 7), estamos aún sometidos a la tentación, al sufrimiento, a la muerte y, a causa del pecado, podemos incluso perder la nueva vida. Por ello,el Señor Jesús quiso que la Iglesia continúe su obra de salvación también hacia los propios miembros, en especial con el sacramento de la Reconciliación y la Unción de los enfermos, que se pueden unir con el nombre de «sacramentos de curación». El sacramento de la Reconciliación es un sacramento de curación. Cuando yo voy a confesarme es para sanarme, curar mi alma, sanar el corazón y algo que hice y no funciona bien. La imagen bíblica que mejor los expresa, en su vínculo profundo, es el episodio del perdón y de la curación del paralítico, donde el Señor Jesús se revela al mismo tiempo médico de las almas y los cuerpos (cf. Mc 2, 1-12; Mt 9, 1-8; Lc 5, 17-26). Ante todo, el hecho de que el perdón de nuestros pecados no es algo que podamos darnos nosotros mismos. Yo no puedo decir: me perdono los pecados. El perdón se pide, se pide a otro, y en la Confesión pedimos el perdón a Jesús. El perdón no es fruto de nuestros esfuerzos, sino que es un regalo, es un don del Espíritu Santo, que nos llena de la purificación de misericordia y de gracia que brota incesantemente del corazón abierto de par en par de Cristo crucificado y resucitado. En segundo lugar, nos recuerda que sólo si nos dejamos reconciliar en el Señor Jesús, con el Padre y con los hermanos podemos estar verdaderamente en la paz. Y esto lo hemos sentido todos en el corazón cuando vamos a confesarnos, con un peso en el alma, un poco de tristeza; y cuando recibimos el perdón de Jesús estamos en paz, con esa paz del alma tan bella que sólo Jesús puede dar, sólo Él.

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A lo largo del tiempo, la celebración de este sacramento pasó de una forma pública —porque al inicio se hacía públicamente— a la forma personal, a la forma reservada de la Confesión. Sin embargo, esto no debe hacer perder la fuente eclesial, que constituye el contexto vital. En efecto, es la comunidad cristiana el lugar donde se hace presente el Espíritu, quien renueva los corazones en el amor de Dios y hace de todos los hermanos una cosa sola, en Cristo Jesús. He aquí, entonces, por qué no basta pedir perdón al Señor en la propia mente y en el propio corazón, sino que es necesario confesar humilde y confiadamente los propios pecados al ministro de la Iglesia. En la celebración de este sacramento, el sacerdote no representa sólo a Dios, sino a toda la comunidad, que se reconoce en la fragilidad de cada uno de sus miembros, que escucha conmovida su arrepentimiento, que se reconcilia con Él, que le alienta y le acompaña en el camino de conversión y de maduración humana y cristiana. Uno puede decir: yo me confieso sólo con Dios. Sí, tú puedes decir a Dios «perdóname», y decir tus pecados, pero nuestros pecados son también contra los hermanos, contra la Iglesia. Por ello es necesario pedir perdón a la Iglesia, a los hermanos, en la persona del sacerdote. «Pero padre, yo me avergüenzo...». Incluso la vergüenza es buena, es salud tener un poco de vergüenza, porque avergonzarse es saludable. Cuando una persona no tiene vergüenza, en mi país decimos que es un «sinvergüenza». Pero incluso la vergüenza hace bien, porque nos hace humildes, y el sacerdote recibe con amor y con ternura esta confesión, y en nombre de Dios perdona. También desde el punto de vista humano, para desahogarse, es bueno hablar con el hermano y decir al sacerdote estas cosas, que tanto pesan a mi corazón. Y uno siente que se desahoga ante Dios, con la Iglesia, con el hermano. No tener miedo de la Confesión. Uno, cuando está en la fila para confesarse, siente todas estas cosas, incluso la vergüenza, pero después, cuando termina la Confesión sale libre, grande, hermoso, perdonado, blanco, feliz. ¡Esto es lo hermoso de la Confesión! Jesús está allí, y Jesús es más bueno que los sacerdotes, Jesús te recibe, te recibe con mucho amor. Sé valiente y ve a la Confesión. Queridos amigos, celebrar el sacramento de la Reconciliación significa ser envueltos en un abrazo caluroso: es el abrazo de la infinita misericordia del Padre. Recordemos la hermosa, hermosa parábola del hijo que se marchó de su casa con el dinero de la herencia; gastó todo el dinero, y luego, cuando ya no tenía nada, decidió volver a casa, no como hijo, sino como siervo. Tenía tanta culpa y tanta vergüenza en su corazón. La sorpresa fue que cuando comenzó a hablar, a pedir perdón, el padre no le dejó hablar, le abrazó, le besó e hizo fiesta. Pero yo les digo: cada vez que nos confesamos, Dios nos abraza, Dios hace fiesta. Sigamos adelante por este camino”. (Catequesis en la Audiencia General del 19 de febrero de 2014). 6. Silencio para meditar sobre este sacramento de la misericordia (15 minutos) 7. Canto: Pequé, Pequé, Dios mío

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8. En silencio hagamos un sincero examen de conciencia: En este momento mirémonos por dentro dejándonos guiar por el Espíritu Santo, nuestro maestro interior (15 minutos). Ayudados por estas preguntas pidamos misericordia. (Algunos pueden ir leyendo despacio estas preguntas). Lector 1: En relación a Dios ¿Solo me dirijo a Dios en caso de necesidad? ¿Participo regularmente en la Misa los domingos y días de fiesta? ¿Comienzo y termino mi jornada con la oración? ¿Tomo en vano el nombre de Dios, de la Virgen, de los santos? ¿Me he avergonzado de manifestarme como católico? ¿Qué hago para crecer espiritualmente, cómo lo hago, cuándo lo hago? ¿Me revelo contra los designios de Dios? ¿Pretendo que Él haga mi voluntad? ¿Pongo en mi primer lugar a personas, cosas, dinero? ¿Creo y practico la brujería, hechicería, magia? ¿Me he desesperado ante situaciones difíciles y no he confiado el poder y el amor del Padre? ¿Leo todos los días la Palabra del Señor? Lector 2: En relación al prójimo ¿Sé perdonar, tengo comprensión, ayudo a mi prójimo? ¿Juzgo sin piedad tanto de pensamiento como con palabras? ¿He calumniado, robado, despreciado a los humildes y a los indefensos? ¿Soy envidioso, colérico, o parcial? ¿Me avergüenzo de mis hermanos, me preocupo de los pobres y de los enfermos? ¿Soy honesto y justo con todos o alimento la cultura del descarte? ¿Incito a otros a hacer el mal? ¿Observo la moral conyugal y familiar enseñada por el Evangelio? ¿Me dejo llevar de mis deseos sexuales de manera desordenada? ¿Me dejo llevar de la codicia, de malos vicios?¿Cómo cumplo mi responsabilidad de la educación de mis hijos? ¿Honro a mis padres? ¿He rechazado la vida recién concebida procurando el aborto? ¿He colaborado a hacerlo? ¿Respeto el medio ambiente, el agua, los árboles, el silencio? ¿Tiro basura en la calle? ¿He caído en la envidia? ¿He dicho mentiras? ¿He caído en la corrupción robando lo que no es mío y favoreciendo negocios ilegales? ¿Soy orgulloso? ¿En qué he sido egoísta? ¿He promovido el chisme, la calumnia, la difamación, las peleas, divisiones? ¿He sido desleal con las personas que han confiado en mí? ¿Me preocupo por el desarrollo integral de mi sector donde vivo? ¿Soy indiferente ante las personas y las cosas malas que existen a mi alrededor? ¿Doy a cada quien lo que le corresponde? Lector 3: En relación a mí mismo ¿Soy un poco mundano y un poco creyente? ¿Como, bebo, fumo o me divierto en exceso? ¿Me preocupo demasiado de mi salud física, de mis bienes? ¿Cómo utilizo mi tiempo? ¿Soy perezoso? ¿Me gusta ser servido? ¿Amo y cultivo la pureza de corazón, de pensamientos, de acciones? ¿Nutro venganzas, alimento rencores? ¿Soy misericordioso, humilde, y constructor de paz? 10. Contemplemos en silencio al Señor y pidamos misericordia. (15 minutos)

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11. Pidamos perdón guiados por el Salmo 51 (50): Cada uno toma el versículo de este salmo que más le llegó, lo lee y hace su propia petición de perdón. Se concluye con el Yo confieso. 12. Oración final: Jesús mi Señor y Redentor, / yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy y me pesa de todo corazón porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén. 13. Canto final: Perdona a tu pueblo Señor. CUARTA HORA: Acoge la misericordia del Señor en tu corazón. 1. Motivación: En estas 24 horas con el Señor lo más importante es dejarse llenar de la misericordia que como un río brota sin parar del corazón de la Santísima Trinidad y que llega a nosotros de una manera especial a través de la Palabra que se contienen en las Escrituras Santas, de la Tradición de la Iglesia, de la creación y a través de los acontecimientos de la vida diaria. Como nos dice el Papa Francisco: “Un Año Santo extraordinario, entonces, para vivir en la vida de cada día la misericordia que desde siempre el Padre dispensa hacia nosotros. En este Jubileo dejémonos sorprender por Dios. Él nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida” (MV 25). Está claro que sólo quien ha recibido misericordia puede dar misericordia. 2. Canto de la misericordia: Hoy perdóname 3. Oración ante el Señor: Recemos el Salmo 57 (56) despacio y con unción 4. Canto de adoración: Alabado seas mi Señor. 5. Escuchemos la Palabra: Ahora dejemos que resuene la Palabra del Señor en nuestro corazón. Leamos las parábolas de la misericordia: Lector 1; Lucas 15, 4-7. Lector 2: Lucas 15, 8-10. Lector 3: Lucas 15, 11-31 6. Releamos en silencio estas parábolas y destaquemos los personajes, las acciones, las palabras. (20 minutos). 7. Meditemos con el Papa Francisco: “En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya

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disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia. Conocemos estas parábolas; tres en particular: la de la oveja perdida y de la moneda extraviada, y la del padre y los dos hijos (cfr Lc 15,1-32). En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón (MV 7). “Un signo importante del Jubileo es también la Confesión. Acercarse al Sacramento con el cual somos reconciliados con Dios equivale a tener experiencia directa de su misericordia. Es encontrar el Padre que perdona: Dios perdona todo. Dios nos comprende también en nuestras limitaciones, nos comprende también en nuestras contradicciones. No solo, Él con su amor nos dice que cuando reconocemos nuestros pecados nos es todavía más cercano y nos anima a mirar hacia adelante. Dice más: que cuando reconocemos nuestros pecados y pedimos perdón, hay fiesta en el cielo. Jesús hace fiesta: esta es su misericordia”. 8. Canto 9. Momento de acción de gracias al Padre por medio de Jesús por su gran misericordia con nosotros. Se hacen oraciones espontáneas. 10. Canto de acción de gracias 11. Compartamos con los hermanos lo que hemos aprendido de la misericordia del Padre. (8 minutos). 12. Canto 13. Silencio para meditar (15 minutos) 14. Canto: 15. Momento de acogida de la misericordia. Nos ponemos de pie y abrimos nuestros brazos hacia el Señor indicando que estamos dispuestos a acoger su misericordia en nuestras vidas. Mira fijamente al Señor presente en la Eucaristía y déjate mirar por El. Disfruta de la mirada del Señor, una mirada sanadora y cariñosa de padre, y sobre todo de madre, que mira el corazón y no las apariencias. Una mirada que se deja conmover por la humildad y la verdad de sus hijos. Una que conoce el tesoro que llevamos dentro y el barro del que estamos hechos. Goza su mirada. Escucha lo que El está diciéndote en lo más íntimo de ti (15 minutos). 16. Oración espontánea al Señor que te ha mirado y te ha llenado de tu misericordia. (7 minutos) 17. Oración final: Oración del Jubileo (ver al final de la Segunda hora)

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QUINTA HORA: Misericordiosos como el Padre (Lucas 6, 36) 1. Motivación: En estas 24 horas con el Señor lo más importante es que quien se ha dejado llenar de la misericordia del Padre se vuelva misericordioso como El. Estamos llamados a dar lo que hemos recibido y así vivir lo que decimos en el Padre Nuestro: “perdónanos como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Como nos dice el Padre Francisco: “La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se debe orientar el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros”. En esta hora de adoración supliquemos al Padre que nos dé un corazón misericordioso como el suyo para brindar misericordia. 2. Himno de la misericordia: cantado o rezado. Misericordiosos como el Padre/  Misericordiosos como el Padre/ 1. Demos gracias al Padre, porque es bueno, / es eterna su misericordia ha creado al mundo con sabiduría, / es eterna su misericordia conduce a su pueblo en la historia, es eterna su misericordia perdona y acoge a sus hijos./ es eterna su misericordia 2. Demos gracias al Hijo, luz del mundo, / es eterna su misericordia que nos ha amado con un corazón de carne, / es eterna su misericordia lo que de Él recibimos, a Él se lo ofrecemos,/ es eterna su misericordia que nuestro corazón se abra a quienes tienen hambre y sed; / es eterna su misericordia 3. Pidamos al Espíritu sus siete Dones sagrados, / es eterna su misericordia Fuente de todo bien, dulce consuelo,/ es eterna su misericordia confortados por Él, ofrezcamos consuelo, / es eterna su misericordia el amor espera y todo lo soporta, / es eterna su misericordia. 4. Pidamos la paz al Dios de toda paz, / es eterna su misericordia la tierra espera el evangelio del Reino, / es eterna su misericordia  gracia y alegría a quien ama y perdona,/ es eterna su misericordia habrá un cielo nuevo y una tierra nueva, / es eterna su misericordia 3. Oración ante el Señor: Recemos con Santa Faustina: “Oh Señor, deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti. Que este supremo atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo. Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla. Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y

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gemidos. Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás critique a mi prójimo sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos. Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y más penosas. Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. (...) Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo (...) Que Tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí” (Diario, 163). 4. Silencio para hacer nuestra esta oración de Santa Faustina aplicándola a mi vida, sobre todo, mirando aquellos aspectos de mi vida en los que me cuesta perdonar (10 minutos) 5. Canto sobre el perdón a los otros 6. Escuchemos la Palabra: Mateo 18, 21-35. 7. Silencio para acoger esta Palabra del Señor. Releamos en silencio estas parábolas y destaquemos los personajes, las acciones, las palabras. (20 minutos). 8. Meditemos con el Papa Francisco: De otra parábola, además, podemos extraer una enseñanza para nuestro estilo de vida cristiano. Provocado por la pregunta de Pedro acerca de cuántas veces fuese necesario perdonar, Jesús responde: « No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete » (Mt 18,22) y pronunció la parábola del “siervo despiadado”. Este, llamado por el patrón a restituir una grande suma, lo suplica de rodillas y el patrón le condona la deuda. Pero inmediatamente encuentra otro siervo como él que le debía unos pocos centésimos, el cual le suplica de rodillas que tenga piedad, pero él se niega y lo hace encarcelar. Entonces el patrón, advertido del hecho, se irrita mucho y volviendo a llamar aquel siervo le dice: « ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti? » (Mt 18,33). Y Jesús concluye: « Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos » (Mt 18,35). La parábola ofrece una profunda enseñanza a cada uno de nosotros. Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus hijos. Así entonces, estamos llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia. El perdón de las ofensas deviene la expresión más evidente del amor misericordioso y para nosotros cristianos es un imperativo del que no podemos prescindir. ¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para

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vivir felices. Acojamos entonces la exhortación del Apóstol: « No permitan que la noche los sorprenda enojados » (Ef 4,26). Y sobre todo escuchemos la palabra de Jesús que ha señalado la misericordia como ideal de vida y como criterio de credibilidad de nuestra fe. « Dichosos los misericordiosos, porque encontrarán misericordia » (Mt 5,7) es la bienaventuranza en la que hay que inspirarse durante este Año Santo (MV 9). 9. Canto 10. En silencio cada uno recuerda a una persona o varias con las que se siente ofendida y a quienes le cuesta hablarles y brindarles su perdón. Y luego, repite hasta que pueda esta oración sin añadirle nada diciendo: “Bendícelo, Señor” o “Bendícela Señor”. Menciona el nombre de esas personas y sigue diciéndole: “Bendícelo, Señor” o “Bendícela Señor”. (10 minutos) 11.Todos nos ponemos de pie. Leamos Lucas 6, 36- 38. Luego, mira fijamente al Señor presente en la Eucaristía. Pongamos nuestras manos en el corazón y oramos de manera espontánea pidiendo al Señor que sepamos no juzgar ni condenar, perdonar y dar diciendo a cada petición: “Señor, danos un corazón misericordioso como el tuyo”. (10 minutos) 12.Canto 13. Oración final: Oración del Jubileo (ver al final de la Segunda hora) SEXTA HORA: Vuelve a nosotros sus ojos misericordiosos y haznos dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús 1. Motivación: En esta hora de nuestras 24 horas con el Señor junto con el Papa Francisco: “El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad el misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor” (MV 24). 2. Oración al Señor: Señor Jesús, contemplamos junto contigo a tu madre amada a quien asociaste a tu obra misericordiosa, cooperando con su corazón traspasado de dolor, en la salvación de la humanidad. Danos la fuerza para ser orantes como Ella, obediente como Ella, oyente de la Palabra como Ella, discípula como Ella, decidida por Ti como Ella, solidaria y compasiva como Ella, seguidores tuyos y misericordiosos hasta la Cruz como Ella.

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3. Recemos el Salmo 26 (25) a dos coros. Unos dicen un versículo y otros el otro versículo. 4. En silencio, releemos el Salmo y nos vamos deteniendo en aquellos versículos que expresen lo que nuestra propia experiencia. (10 minutos) 5. Resaltemos en voz alta el verso que más he rezado. (7 minutos). 6. Canto a la Virgen 7. Escuchemos la Palabra: Lucas 1, 26-55. 8. Meditemos con el Papa Francisco: “Elegida para ser la Madre del Hijo de Dios, María estuvo preparada desde siempre para ser Arca de la Alianza entre Dios y los hombres. Custodió en su corazón la divina misericordia en perfecta sintonía con su Hijo Jesús. Su canto de alabanza, en el umbral de la casa de Isabel, estuvo dedicado a la misericordia que se extiende « de generación en generación » (Lc 1,50). También nosotros estábamos presentes en aquellas palabras proféticas de la Virgen María. Esto nos servirá de consolación y de apoyo mientras atravesaremos la Puerta Santa para experimentar los frutos de la misericordia divina” (MV 24). 9. Silencio contemplando la presencia de María en la obra misericordiosa del Señor. (10 minutos). 10. Recemos los misterios gozosos del Rosario en este orden: • Se dice el Misterio. Se dice una intención unida a la misericordia. Se rezan las avemarías y el Gloria. Luego se hace un canto. • La Anunciación. (Lucas 1, 30-32, 38)  • La Visitación (de María a su prima Santa Isabel). (Lucas 1, 39-43)  • El Nacimiento de Jesús. (Lucas 2, 6-11) • La Presentación. (Lc 2, 22-25, 34-35)  • El Niño Perdido y Hallado en el Templo. (Lc 2, 41-47). 11. Se reza o canta la Salve Reina y Madre: “Dirijamos a ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús” (MV 24). 12. Recemos con Sor Faustina: Oh María, Madre y Señora Mía.  Te ofrezco mi alma y mi cuerpo, mi vida y mi muerte y todo lo que vendrá después de ella.  Pongo todo en tus manos, oh mi Madre.  Cubre mi alma con tu manto virginal y concédeme la gracia de la pureza de corazón, alma y cuerpo. Con tu poder defiéndeme

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de todo enemigo, especialmente de aquellos que esconden su malicia bajo una máscara de virtud.  Oh Espléndida Azucena, Tú eres mi espejo, oh mi Madre. 13. Canto final a María SÉPTIMA HORA: Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí que soy un pecador 1. Motivación: Esta hora la dedicaremos a la oración de Jesús o la oración del corazón o la oración del nombre de Jesús   oración del nombre de Jesús u oración del corazón que es una práctica de nuestros hermanos  cristianos ortodoxos usada, enseñada y discutida a través de la historia del cristianismo oriental. Ella refleja la enseñanza dada por Jesús de Nazaret en la parábola del fariseo y del publicano (Lucas; 18:10-14), así como también la oración “¡Señor, sálvame!” dicha por Pedro mientras se hundía en el Mar de Galilea (Mateo; 14:30). Se trata de repetir el nombre de Jesús tantas veces se pueda. Aquí la utilizaremos en decenas y con momentos de silencio y de escucha de la Palabra. Como sabemos el nombre Jesús quiere decir Yahvé salva. Pronunciar el nombre de Jesús nos salva, nos llena de su poder y amor. El Poder de Dios está presente en el Nombre de Jesús, por lo que la invocación de este Nombre Divino actúa “como una señal real de la Acción de Dios. (Un Monje de la Iglesia de Oriente, La Oración de Jesús, Chevetogne, 1952, p. 87). ‘¡Qué dulce es la Oración de Jesús!’ y, tanto las heridas, como el enojo, pasan y olvido todo... Doy gracias a Dios, porque ahora entiendo el significado de aquellas palabras que escuché en la Epístola: ‘Oren sin cesar’ (1 Tesalonicenses 5,17)” (El Camino de un Peregrino, págs. 17-18) Vivamos esta hermosa experiencia y sigámosla practicando a lo largo de nuestra vida. 2. Canto: Ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla … 3. Oremos al Señor con el Himno de los Colosenses 1, 15-20 4. Escuchemos la Palabra: Lucas 18, 35-43. Lucas 18, 9-14 5. En silencio releemos la Palabra y la aplicamos a nuestras vidas. (10 minutos). 6. Meditemos sobre la oración de Jesús La fórmula de la oración del nombre de Jesús que, entre diversidad de frases, va imponiéndose con el correr de los años es: Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador. Sus elementos se pueden encontrar en la

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Sagrada Escritura. Así, en la oración de los dos ciegos: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!» (Mt 9, 27). En el ruego de la mujer cananea: «¡Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David!» (Mt 15, 23). En el pedido del padre del epiléptico: «Señor, ten piedad de mi hijo...» (Mt 17, 15). En la oración de los diez leprosos: «¡Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros!» (Lc 17, 13). También en la oración del ciego de Jericó, que San Marcos llama Bartimeo, que clama: «¡Hijo de David, Jesús, ten piedad de mí!» (Mc 10, 47-48; Lc 18, 38-39). Un caso aparte, pero con toda probabilidad vinculado al surgimiento de la ‘oración a Jesús’, es la prototípica oración humilde del publicano aspirando a la misericordia divina: «¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, pecador!» (Lc 18,13). En una ocasión, San Juan Crisóstomo, reflexionando en torno al Salmo 4, sostenía: «Resulta sumamente importante saber cómo debemos rezar. ¿Cuál es la forma correcta? La podemos aprender del publicano; y no tengamos vergüenza de tener como maestro a uno que ha dominado el arte tan bien que unas pocas simples palabras fueron suficientes para que obtuviera perfectos resultados... Si rezas como él lo hizo tu oración será más liviana que una pluma. Pues si este modo de orar justificó a un pecador, cuanto más fácilmente elevará a un hombre justo a las alturas». En los pasajes citados y en muchos otros de los Evangelios están los elementos fundamentales de la ‘oración’; la gracia, la devoción y el tiempo harían el resto. 7. Canto 8. Primer momento de la oración con Jesús Se procede así: Se toma un Rosario y se dicen 10 veces esta frase: “Señor Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, pecador”. Uno dice “Señor Jesús, Hijo de Dios”. Todos responden: ten misericordia de mí, pecador. Cuando se dice 10 veces se reza el Gloria. Entonces, todos dicen: “Señor Jesús, Hijo de Dios”. Uno dice: ten misericordia de mí, pecador. Y así se hace hasta rezar las primeras 50 veces. 9. Canto al Señor misericordioso 10. Segundo momento de la oración con Jesús: Se hace igual que en el primer momento. 11. Canto 12. Tercer momento de la oración con Jesús: Se hace igual que en el primer momento. 13. Canto 14. Se concluye con la oración del Jubileo (tal como aparece en la segunda hora) y el Padre Nuestro

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OCTAVA HORA: Por tu Cruz nos has salvado, Señor 1. Motivación: En esta hora de nuestras 24 horas con el Señor junto con María contemplemos la manifestación completa de la misericordia del Padre como nos dice el Evangelio de Juan: “porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito para que todo el que cree en El no perezca, sino que tenga vida eterna”. Por eso, esta hora la dedicamos a contemplar los misterios dolorosos que sufrió Jesús por nuestra salvación. 2. Oración al Señor: Recemos con el Himno de Efesios 1, 3-10 3. Canto a Jesús 4. Escuchemos la Palabra: Juan 19, 31-37 5. Meditemos con Francisco: “Si Dios se detuviera en la justicia dejaría de ser Dios, sería como todos los hombres que invocan respeto por la ley. La justicia por sí misma no basta, y la experiencia enseña que apelando solamente a ella se corre el riesgo de destruirla. Por esto Dios va más allá de la justicia con la misericordia y el perdón. Esto no significa restarle valor a la justicia o hacerla superflua, al contrario. Quien se equivoca deberá expiar la pena. Solo que este no es el fin, sino el inicio de la conversión, porque se experimenta la ternura del perdón. Dios no rechaza la justicia. Él la engloba y la supera en un evento superior donde se experimenta el amor que está a la base de una verdadera justicia. Debemos prestar mucha atención a cuanto escribe Pablo para no caer en el mismo error que el Apóstol reprochaba a sus contemporáneos judíos: « Desconociendo la justicia de Dios y empeñándose en establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios. Porque el fin de la ley es Cristo, para justificación de todo el que cree » (Rm 10,3-4). Esta justicia de Dios es la misericordia concedida a todos como gracia en razón de la muerte y resurrección de Jesucristo. La Cruz de Cristo, entonces, es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre el mundo, porque nos ofrece la certeza del amor y de la vida nueva” (MV 21) 6. En silencio, contemplemos esta entrega total de Jesús por nosotros, por su corazón misericordioso (10 minutos). 7. Canto 8. Recemos los misterios dolorosos del Rosario en este orden: • Se dice el Misterio. Se dice una intención unida a la misericordia. Se rezan las avemarías y el Gloria. Luego se hace un canto.

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En el primer misterio doloroso se contempla la oración en el huerto de los Olivos. (Lc 22, 39-44) En el segundo misterio doloroso se contempla la flagelación del Señor. (Mt 27, 22; Mc 15, 15) En el tercer misterio doloroso se contempla la coronación de espinas. (Mc 15, 16-18) En el cuarto misterio doloroso se contempla a Jesús con la cruz a cuestas. (Jn 19, 16-18) En el quinto misterio doloroso se contempla la muerte de Jesús en la cruz. (Jn 19, 26-27; Lc 23, 44-46)

9. Se reza o canta la Salve Reina y Madre: “Dirijamos a ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús” (MV 24). 10. Recemos con San Juan XXIII esta Letanía a la Sangre de Cristo. Uno lee la primera parte y los demás responden la segunda parte: • Señor, ten piedad de nosotros. • Señor Jesucristo, ten piedad de nosotros. • Señor, ten piedad de nosotros. • Señor Jesucristo, óyenos. • Señor Jesucristo, escúchanos. • Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros. • Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros. • Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros. • Sangre de Cristo, Sangre del Unigénito del Padre Eterno: Sálvanos. • Sangre de Cristo, Sangre del Verbo Encarnado: Sálvanos. • Sangre de Cristo, corriendo a la tierra en la agonía: Sálvanos. • Sangre de Cristo, brotando en la flagelación: Sálvanos. • Sangre de Cristo, emanando en la coronación de espinas: Sálvanos. • Sangre de Cristo, derramada en la Cruz: Sálvanos. • Sangre de Cristo, el precio único de nuestra salvación: Sálvanos. • Sangre de Cristo, sin la cual no hay perdón: Sálvanos. • Sangre de Cristo, en la Eucaristía bebida y baño de las almas: Sálvanos. • Sangre de Cristo, río de Misericordia: Sálvanos. • Sangre de Cristo, vencedora de los demonios: Sálvanos. • Sangre de Cristo, fortaleza de los mártires: Sálvanos. • Sangre de Cristo, fuerza de los confesores: Sálvanos. • Sangre de Cristo, que engendra vírgenes: Sálvanos. • Sangre de Cristo, constancia de los tentados: Sálvanos. • Sangre de Cristo, alivio de los enfermos: Sálvanos. • Sangre de Cristo, consuelo de los que lloran: Sálvanos. • Sangre de Cristo, esperanza de los que hacen penitencia: Sálvanos. • Sangre de Cristo: alivio de los moribundos: Sálvanos. • Sangre de Cristo, paz y dulzura de los corazones: Sálvanos. • Sangre de Cristo, prenda de la Vida Eterna: Sálvanos.

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Sangre de Cristo, que libera a las almas del lago del Purgatorio: Sálvanos. Sangre de Cristo, dignísima de toda gloria y honor: Sálvanos. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Perdónanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Escúchanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Ten Misericordia de nosotros. Señor, Tú nos redimiste en tu Sangre, e hiciste de nosotros un Reino para Dios y Padre tuyo.

11. Canto 12. Se reza la oración del Jubileo como aparece al final de la Segunda Hora. NOVENA HORA Por tu bondadosa Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero.  1. Motivación: Esta Hora la dedicamos a rezar la Coronilla de la Misericordia tal como la enseñara Sor Faustina Kowalka que recibió el mandato del Señor a promoverla para pedir misericordia por cada uno y por el mundo entera. De Santa Faustina dice el Papa: “En particular el pensamiento se dirige a la grande apóstol de la misericordia, santa Faustina Kowalska. Ella que fue llamada a entrar en las profundidades de la divina misericordia, interceda por nosotros y nos obtenga vivir y caminar siempre en el perdón de Dios y en la inquebrantable confianza en su amor. Vivamos esta experiencia de la Coronilla de la misericordia y entremos en esas profundidades de la misericordia. 2. Canto a la misericordia del Señor 3. Iniciemos rezando el Padre Nuestro, Ave María y el Credo. 4. Al comenzar cada decena (cuentas grandes del Padre Nuestro) el que dirige dice: “Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo y Señor Nuestro Jesucristo, en propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.”  5.  En las cuentas pequeñas del Ave María se dice diez veces. Uno: “Por Su Dolorosa Pasión, Todos: Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.”  Como en el Rosario se hacen 5 decenas. 6. Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres veces: “Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, Ten misericordia de nosotros y del mundo entero”.

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7. Canto 8. Escuchemos la Palabra: Efesios 2, 1-10 9. Momento de silencio contemplando la misericordia del Señor que abarca todos los pueblos. Releamos el texto de Efesios 2, 1-10. (10 minutos). 10. Recemos con Sor Faustina la Letanía a la Misericordia Divina • Misericordia Divina, que brota del seno del Padre - en Ti confío • Misericordia Divina, supremo atributo de Dios - en Ti confío • Misericordia Divina, misterio incomprensible - en Ti confío • Misericordia Divina, fuente que brota del misterio de la Santísima Trinidad - en Ti confío • Misericordia Divina, insondable para todo entendimiento humano o angélico - en Ti confío • Misericordia Divina, de donde brotan toda vida y felicidad - en Ti confío • Misericordia Divina, más sublime que los cielos - en Ti confío • Misericordia Divina, fuente de milagros y maravillas - en Ti confío • Misericordia Divina, que abarca todo el universo - en Ti confío • Misericordia Divina, que baja al mundo en la Persona del Verbo Encarnado - en Ti confío • Misericordia Divina, que manó de la herida abierta del Corazón de Jesús - en Ti confío • Misericordia Divina, encerrada en el Corazón de Jesús para nosotros y especialmente para los pecadores - en Ti confío • Misericordia Divina, impenetrable en la institución de la Sagrada Hostia - en Ti confío • Misericordia Divina, en el sacramento del Santo Bautismo - en Ti confío • Misericordia Divina, en nuestra justificación por Jesucristo - en Ti confío • Misericordia Divina, que nos acompaña durante toda la vida - en Ti confío • Misericordia Divina, que nos abraza especialmente a la hora de la muerte - en Ti confío • Misericordia Divina, que nos otorga la vida inmortal - en Ti confío • Misericordia Divina, que nos acompaña en cada momento de nuestra vida - en Ti confío • Misericordia Divina, que nos protege del fuego infernal - en Ti confí • Misericordia Divina, en la conversión de los pecadores empedernidos - en Ti confío • Misericordia Divina, asombro para los ángeles, incomprensible para los Santos - en Ti confío • Misericordia Divina, insondable en todos los misterios de Dios - en Ti confío • Misericordia Divina, que nos rescata de toda miseria - en Ti confío • Misericordia Divina, fuente de nuestra felicidad y deleite - en Ti confío • Misericordia Divina, que de la nada nos llamó a la existencia - en Ti confío • Misericordia Divina, que abarca todas las obras de Sus manos - en Ti confío • Misericordia Divina, corona de todas las obras de Dios - en Ti confío • Misericordia Divina, en la que estamos todos sumergidos - en Ti confío

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Misericordia Divina, dulce consuelo para los corazones angustiados en Ti confío Misericordia Divina, única esperanza de las almas desesperadas - en Ti confío Misericordia Divina, remanso de corazones, paz ante el temor - en Ti confío Misericordia Divina, gozo y éxtasis de las almas santas - en Ti confío Misericordia Divina, que infunde confianza, perdida ya toda esperanza - en Ti confío

11. Oremos al Señor: Oremos: Oh Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia Misma” (Diario, 949). 12. Jaculatoria final: “Oh Sangre y Agua que brotaron del Corazón de Jesús como una fuente de misericordia para nosotros, en Ti confío”. 13. Canto DECIMA HORA: “Pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo” (Hch 10, 38) 1. Motivación: En esta Hora la dedicamos a contemplar a Jesucristo en su caminar por nuestro mundo llenando de luz toda oscuridad y esparciendo su misericordia por todas partes. Lo haremos rezando los misterios luminosos del Rosario deteniendo en cada uno de estas acciones misericordiosas que El hizo para nuestra salvación. 2. Oración al Señor: Recemos o cantemos todos juntos el Salmo 92 (91). 3. Escuchemos la Palabra: Lucas 4, 16-22 4. Meditemos con el Papa Francisco: En el Evangelio de Lucas encontramos otro aspecto importante para vivir con fe el Jubileo. El evangelista narra que Jesús, un sábado, volvió a Nazaret y, como era costumbre, entró en la Sinagoga. Lo llamaron para que leyera la Escritura y la comentara. El paso era el del profeta Isaías donde está escrito: « El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor » (61,12). “Un año de gracia”: es esto lo que el Señor anuncia y lo que deseamos vivir. Este Año Santo lleva consigo la riqueza de la misión de Jesús que resuena en las palabras del Profeta: llevar una palabra y un gesto de consolación a los pobres, anunciar la liberación a cuantos están prisioneros de las nuevas esclavitudes de la

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sociedad moderna, restituir la vista a quien no puede ver más porque se ha replegado sobre sí mismo, y volver a dar dignidad a cuantos han sido privados de ella. La predicación de Jesús se hace de nuevo visible en las respuestas de fe que el testimonio de los cristianos está llamado a ofrecer. Nos acompañen las palabras del Apóstol: « El que practica misericordia, que lo haga con alegría » (Rm12,8). 5. En silencio meditemos esta Palabra el programa de la vida y de la misión entre nosotros que es su Reino, que estamos llamados a extender en nuestro mundo. (10 minutos) 6. Canto sobre el anuncio del Reino. 7. Recemos los misterios dolorosos del Rosario en este orden: Se dice el Misterio. Se dice una intención unida a la misericordia. Se rezan las avemarías y el Gloria. Luego se hace un canto. • En el primer misterio luminoso se contempla el Bautismo de Jesús en el Jordán. (Mc 1, 9-11) • En el segundo misterio luminoso se contempla la auto revelación de Jesús en las Bodas de Caná. (Jn 2, 3-5.11) • En el tercer misterio luminoso se contempla el anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión. (Mc 1,14-15) • En el cuarto misterio luminoso se contempla la Transfiguración. (Lc 9, 29.35). • En el quinto misterio luminoso se contempla la Institución de la Eucaristía. (Mt 26, 26-27) 8. Concluyamos el Santo Rosario dirigiéndole a Nuestra Madre, con amor filial, el rezo de la Salve: Dios te salve, Reina y Madre.. (También se pueden rezar las Letanías). 9. Oración final Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de cuerpo, mente y espíritu, y por la intercesión de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo.  Por Jesucristo nuestro Señor. 10. Canto final UNDECIMA HORA: Misericordiosos como el Padre cultivemos las obras de misericordia corporales 1. Motivación: En esta hora nos dedicaremos a ser fieles al llamado del Papa Francisco: “Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces

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aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos” (MV 15). 2. Canto: Misericordiosos como el Padre 3. Oremos al Señor: Jesús mío, mi Señor: soy tu discípulo. Y te hablo porque día a día, instante a instante, me doy cuenta mejor de cuanto necesitaba conocerte para poder hacerme tu discípulo. Te hablo porque sé, gracias a tu Palabra, que mentiría si te dijera que te he seguido y no lo he manifestado en el amor a tantas Personas a quienes me has dado como hermanos. ¡Que los ame de verdad, y no solo con palabras, como sé muy bien que tú nos has amado! Maestro: Mueve mi corazón y mi lengua para que te llame y seas siempre ¡Mi maestro! Amén. 4. Escuchemos la Palabra: Mateo 25, 31-46 5. Meditemos con el Papa Francisco: No podemos escapar a las palabras del Señor y en base a ellas seremos juzgados: si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si acogimos al extranjero y vestimos al desnudo. Si dedicamos tiempo para acompañar al que estaba enfermo o prisionero (cfr Mt 25,31-45). Igualmente se nos preguntará si ayudamos a superar la duda, que hace caer en el miedo y en ocasiones es fuente de soledad; si fuimos capaces de vencer la ignorancia en la que viven millones de personas, sobre todo los niños privados de la ayuda necesaria para ser rescatados de la pobreza; si fuimos capaces de ser cercanos a quien estaba solo y afligido; si perdonamos a quien nos ofendió y rechazamos cualquier forma de rencor o de violencia que conduce a la violencia; si tuvimos paciencia siguiendo el ejemplo de Dios que es tan paciente con nosotros; finalmente, si encomendamos al Señor en la oración nuestros hermanos y hermanas. En cada uno de estos “más pequeños” está presente Cristo mismo. Su carne se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga ... para que nosotros los reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado. No olvidemos las palabras de san Juan de la Cruz: « En el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor » (Palabras de luz y de amor, 57) (MV 15) 6. En silencio, profundicemos en esta llamada del Señor a practicar las obras de misericordia corporales (10 minutos) 7. Examinemos nuestra vivencia de estas obras de misericordia escuchando la voz de nuestros Obispos en su Carta Pastoral del 21 de Enero del 2016. Leamos: a) Visitar a los enfermos

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Abundan en nuestros hospitales enfermos olvidados por sus familiares, o bien, personas que por la lejanía con el centro hospitalario, no reciben visita alguna. También en nuestros barrios y comunidades pobres, hay muchos enfermos que ni siquiera pueden ir a los hospitales y que sufren doblemente: por un lado, los dolores de sus males físicos y, por otro, la ausencia de alguien que les muestre afecto y les fortalezca en la fe. Es bueno dar dinero para los necesitados, pero qué bueno es también darnos nosotros mismos. Compartamos de nuestro tiempo con ellos y llevémosles una palabra de aliento, un rato de compañía a esos cristos sufrientes. Examinémonos en silencio cómo vivimos esta obra de misericordia (5 minutos) Leamos: b) Dar de comer al hambriento Es un mandato de Jesús compartir con el necesitado, nos lo dice muy claro en el Evangelio: “El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto “ (Lc 3,11). Ante la actitud insolidaria de los apóstoles, que quieren que despache a la multitud hambrienta, después de escuchar sus enseñanzas, Jesús les manda: “Denles de comer ustedes mismos” (Lc 9,13; cf. Jn 6,1-13). Con esto nos enseña también a nosotros a no ser indiferentes ante las necesidades de los demás. Al compartir nuestro pan, no sólo le quitamos el hambre a nuestro hermano necesitado, sino que le mostramos el amor de Dios. Examinémonos en silencio cómo vivimos esta obra de misericordia (5 minutos) Leamos c) Dar de beber al sediento Pensemos en muchos hermanos nuestros que se enferman porque tienen que calmar su sed con agua contaminada. Hay también muchas personas en nuestros barrios que tienen que comprarla para su aseo diario mientras muchos la desperdician. El Papa Francisco advertía que “privar a los pobres del acceso al agua significa negar el derecho a la vida fundamentado en su inalienable dignidad” (LS 30). Examinémonos en silencio cómo vivimos esta obra de misericordia (5 minutos) 8. Oremos al Señor expresándole en voz alta en forma de oración nuestro compromiso de vivir estas obras de misericordia. 9. Sigamos examinando nuestra vivencia de las obras de Misericordia corporales Leamos: d) Acoger al forastero Por la acogida al forastero seremos reconocidos en el momento del juicio final, así como por las demás obras de misericordia (Mt 25,35). Existen muchos inmigrantes que esperan nuestra ayuda para poder vivir dignamente junto a su familia, ayuda que debe hacerse presente en toda forma y en todo

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momento. Como cristianos debemos mostrar el rostro misericordioso de Jesús, poniendo en práctica el amor cristiano por encima de cualquier otra ley. Examinémonos en silencio cómo vivimos esta obra de misericordia (5 minutos) Leamos: e) Vestir al desnudo Es cierto que hoy día hay abundancia de vestidos, pero no todos tenemos las mismas facilidades de obtenerlos. A menudo nos encontramos con hermanos escasos de vestidos. Ayudémosles y seamos solidarios y démosles la posibilidad de tener vestidura limpia y respetable, que les permita reencontrar al Señor en la bondad de los demás. Examinémonos en silencio cómo vivimos esta obra de misericordia (5 minutos) Leamos: f) Visitar a los encarcelados La carta a los Hebreos nos señala en forma de mandato el cumplimiento de esta obra de misericordia: “Acuérdense de los presos, como si ustedes estuvieran presos con ellos” (Hb 13,3). La Iglesia nos llama a llevarles, no sólo cosas materiales, sino el cariño de toda la comunidad y el aliento de Jesús a cada uno de ellos, para que se sientan parte del rebaño del Único Pastor. Y pueda oírse de nuevo el cumplimiento de la profecía: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (Lc 4,18-21; cf. Is 61,1s). Examinémonos en silencio cómo vivimos esta obra de misericordia (5 minutos) Leamos: g) Enterrar a los muertos Sepultar a los muertos no significa que los olvidemos, por el contrario, esta obra de misericordia corporal nos lleva a la obra de misericordia espiritual que nos invita a rezar por los vivos y los muertos. Es un acto de misericordia mantener sus sepulturas en buen estado, pues en ellas se contienen los restos mortales de aquellos que fueron templo del Espíritu Santo, y que resucitará al final de los tiempos. Examinémonos en silencio cómo vivimos esta obra de misericordia (5 minutos) 10. Oremos al Señor expresándole en voz alta en forma de oración nuestro compromiso de vivir estas obras de misericordia. 11. Canto 12. Oración del Jubileo 13. Canto final.

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DUODECIMA HORA: Misericordiosos como el Padre cultivemos las obras de misericordia espirituales 1. Motivación: En esta Hora continuamos nuestra oración y reflexión sobre las obras de misericordia espirituales ayudados por la Carta Pastoral de nuestros Obispos Dominicanos del 21 de Enero del 2016. Resuenan con fuerza estas palabras del Papa Francisco: En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo (MV 15). 2. Canto: Misericordiosos como el Padre 3. Oremos al Señor: Rezamos o cantamos a dos coros el Salmo 134. Luego nos quedamos en silencio y lo releemos. Cada uno y cada una resalta uno de sus versos. 4. Canto 5. Escuchemos la Palabra: Mateo 5, 1- 16. 6. En silencio, leamos y releamos este texto. (10 minutos). 7. Canto 8. En este momento de oración examinémonos sobre nuestra vivencia de las obras espirituales. Leamos: a) Enseñar al que no sabe Es un acto de mucha misericordia y solidaridad enseñar a los demás. Pensemos de todo lo que se priva el que no sabe leer y escribir. Con el plan “Quisqueya Aprende Contigo” fueron muchas las personas

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alfabetizadas. Ojalá se pueda continuar con este proyecto hasta el final. Además, hay que seguir facilitando y ayudando a los ya alfabetizados a que sigan creciendo y desarrollándose en todo tipo de conocimiento y cultura. Examinémonos en silencio cómo vivimos esta obra de misericordia (5 minutos) Leamos: b) Dar buen consejo al que lo necesita Hay muchas personas que cometen graves errores, porque no tienen a alguien de confianza que les ayude a encontrar nuevamente el camino del bien. Para dar un buen consejo es necesario que nosotros mismos hayamos sido aconsejados. Dado que aconsejar es un don del Espíritu, debemos pedírselo a Dios para que con nuestras palabras y nuestras acciones, aconsejemos a los que lo necesitan. Examinémonos en silencio cómo vivimos esta obra de misericordia (5 minutos) Leamos: c) Corregir al que yerra Esta obra de misericordia se inspira en el texto de la corrección fraterna (Cf. Mt 18,15-17). Cuando un hermano nuestro peca o se equivoca, es nuestro deber llamarlo a corrección, pero siempre con caridad. De ese modo, evitamos los comentarios y malos entendidos que tantas veces provocan separación y conflictos en la comunidad. Examinémonos en silencio cómo vivimos esta obra de misericordia (5 minutos) 9. Oremos al Señor expresándole en voz alta en forma de oración nuestro compromiso de vivir estas obras de misericordia. 10. Canto 11. Sigamos examinando nuestra vivencia de las obras de Misericordia espirituales. Leamos: d) Perdonar al que nos ofende El acto más sublime del amor es el perdón. Pero ¡Qué difícil es perdonar! En los Evangelios vemos que Jesús enseñó con palabras a sus discípulos la importancia del perdón. La última lección la dio en la cruz, perdonando a sus propios verdugos. En la oración del Padrenuestro nos dice que para que seamos perdonados tenemos que perdonar primero a los que nos ofenden. No esperemos a que los que nos han ofendido vengan a pedirnos el perdón, hagámoslo siempre como nos lo enseña Jesús. Examinémonos en silencio cómo vivimos esta obra de misericordia (5 minutos)

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Leamos: e) Consolar al triste En el discurso de las Bienaventuranzas Jesús nos dice: “Dichosos los que lloran porque serán consolados” (Mt 5,5). Dios, por medio de su Espíritu Santo, nos consuela. Pero se vale de nosotros para consolar a los demás. Somos consuelo para los tristes, no sólo cuando nos compadecemos, sino también, cuando evitamos ser causa de sus tristezas. Que podamos compartir “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”(GS 1) Examinémonos en silencio cómo vivimos esta obra de misericordia (5 minutos) Leamos: f) Sufrir con paciencia los defectos del prójimo Es fácil ver la paja en el ojo ajeno y difícil ver la viga en el nuestro. La paciencia frente a los defectos de nuestros hermanos nos hace madurar y crecer y puede ser el mejor camino de ayudarles a su superación. Quien reconoce sus defectos y limitaciones puede ser más fácilmente tolerante con los demás. Examinémonos en silencio cómo vivimos esta obra de misericordia (5 minutos) Oremos al Señor expresándole en voz alta en forma de oración nuestro compromiso de vivir estas obras de misericordia. 12. Canto 13. Oración del Jubileo 14. Canto final. DÉCIMA TERCERA HORA: Promovamos la misericordia en nuestras familias, comunidades, parroquias, diócesis y sociedad Motivación: En esta hora oramos al Señor para que nos fortalezca y podamos promover la misericordia como nos pide el Papa Francisco: “La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor, que llega hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora ante los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia” (MV 12).

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Contemplando los misterios gloriosos que nos hablan de la instauración del Reino de Dios oremos por todos aquellos que se dedican al crimen organizado y por todos los que promueven y practican la corrupción pública y privada para que el Señor les conceda su conversión. 2. Canto 3. Oración al Señor: Salmo 43 (42). 4. Escuchemos la Palabra: Efesios 5, 17-32 y 6, 1-8. 6. Meditemos con el Papa Francisco: La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida. Pienso en modo particular a los hombres y mujeres que pertenecen a algún grupo criminal, cualquiera que éste sea. Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador. No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos, tarde o temprano, llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar.   La misma llamada llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de corrupción. Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social. La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos. La corrupción es una obstinación en el pecado, que pretende sustituir a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder. Es una obra de las tinieblas, sostenida por la sospecha y la intriga (MV 19). 7. En silencio releamos la Palabra y dejemos que entre a nuestro corazón (10 minutos) 8. Canto 9. Recemos los misterios gloriosos del Rosario en este orden: Se dice el Misterio. Se dice una intención unida a la misericordia. Se rezan las avemarías y el Gloria. Luego se hace un canto. • En el primer misterio glorioso contemplamos la Resurrección del Señor. (Mc 16, 5-6)

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En el segundo misterio glorioso se contempla la Ascensión del Señor a los cielos. (Mt 28, 18-19; Lc 24, 50-51)  En el tercer misterio glorioso se contempla la venida del Espíritu Santo sobre la Virgen María y los apóstoles. (Hch 2, 1.3-4) En el cuarto misterio glorioso se contempla la asunción de Santa María al cielo. En el quinto misterio glorioso se contempla la coronación de Santa María. (Ap 12, 1)

10. Intercedamos ahora por aquellos que se dedican al crimen, al narcotráfico, a la corrupción. En silencio se ora por ellos por 10 minutos y luego se hacen peticiones públicas. 11. Pidamos perdón por aquellos que no piden perdón a Dios y cierran sus oídos a su llamada de misericordia. Se reza el Yo confieso. 12. Oración final: la del Jubileo 13. Canto final. • • • • • • • • • • •

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Decimocuarta Hora: Se hace como en la Segunda Hora Decimoquinta Hora: Se hace como en la Tercera Hora Decimosexta Hora: Se hace como en la Cuarta Hora Decimoséptima: Se hace como en la Quinta Hora Decimoctava Hora: Se hace como en la Sexta Hora Decimonovena Hora: Se hace como en la Séptima Hora Vigésima Hora: Se hace como en la Octava Hora Vigésima primera Hora: Se hace como en la Novena Hora Vigésima segunda Hora: Se hace como en la Décima Hora Vigésima tercera Hora: Se hace como en la Undécima. Vigésima cuarta Hora: Eucaristía o Celebración de la Palabra

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Primer Encuentro de Evangelización Semana del 7 al 12 de Marzo

La reconciliación

“Déjense reconciliar con Dios” Ambientación En el lugar de la reunión deben estar muy a la vista el lema del mes: “Déjense reconciliar con Dios”; y el valor: Reconciliación, ya que son los puntos de partida de esta reflexión.Podemos poner carteles, cuadros, fotos sacadas de revistas y periódicos con abrazos, saludos, estrechando la mano, algún cuadro del hijo pródigo cuando es abrazado por el Padre. En la acogida a las personas se hacen esos gestos de abrazos y estrechar las manos, y también a la despedida de la reunión repetimos estos gestos. 1. Oración inicial: Alguien de la casa o quien preside el Encuentro da la bienvenida y pide que se den todos un abrazo como señal de reconciliación. Después dirige la oración inicial que se hace de manera voluntaria invocando el Espíritu Santo. 2. Canto: Vengo ante ti mi Señor, reconociendo mi culpa 3. Introduciendo el tema El valor del mes de marzo es LA RECONCILIACIÓN, basados en el lema “DÉJENSE RECONCILIAR CON DIOS”. En este año dedicado a la misericordia el tema de la Reconciliación es necesario vivirlo, no sólo reflexionarlo. Y decimos vivirlo porque nuestra humanidad está rota, desgarrada por enfrentamientos políticos, ideológicos, religiosos y porque el sistema dominante, el único existente en la actualidad, excluye a la gran mayoría del derecho a una vida digna, y por ello se está globalizando la pobreza y la exclusión. También los cristianos estamos divididos y nos hacemos la guerra con enfrentamientos por la posesión de la verdad de Cristo… En este mundo es necesaria de manera muy especial la reconciliación. Reconciliación significa restablecimiento de las relaciones y la amistad entre dos personas o grupos que se había distanciado o enfrentado. Lo normal es que para restablecer la amistad se quiten las causas del enfrentamiento. Comenzamos haciéndonos unas preguntas. ¿Con quién tengo que reconciliarme? ¿Con quién necesita reconciliarse mi familia? ¿Y nuestro país? ¿Cuál es la mayor reconciliación que necesita nuestro mundo?

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4. Escuchemos la Palabra: 2 Corintios, 5,14-21 Momento de silencio. Conversemos sobre el contenido de la reconciliación en este texto: • ¿Cuál es la reconciliación fundamental que nos presenta? • Si “no miramos a nadie (y a nada) con criterios humanos”, sino cristianos, ¿con qué y quién debemos reconciliarnos? • “En Cristo Dios estaba reconciliando al mundo”, ¿se podría entender como reconciliación con la naturaleza? • ¿Por qué es importante la reconciliación en nuestro mundo? • Como cristianos y cristianas ¿Cuál es la tarea que nos toca en el tema de la reconciliación? • ¿Qué podemos hacer para reconciliarnos con Dios? • En este año de elecciones ¿cómo entendemos la reconciliación en nuestro país? ¿Podemos hacer algo en la reconciliación política? 5. Canto: Querido Padre, cansado vuelvo a ti 6. Ayuda a la reflexión Como cristianos afirmamos que “reconciliación” significa el restablecimiento de la relación entre Dios y el ser humano, de las personas entre sí, de las personas con todo lo creado, entre las distintas comunidades y países del mundo. La primera reconciliación es entre Dios y los seres humanos. Este tema lo hemos visto claramente en el texto de Pablo leído antes, y lo vemos muy repetido en este apóstol. Lo es también en todo el Antiguo Testamente, sobre todo en los profetas. Pero la reconciliación es obra de Dios que pone fin a la enemistad entre Dios y los seres humanos: “Si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos”. (Rm 5,10). Por tanto la reconciliación no se debe a la obra de las personas, sino a la gracia misericordiosa de Dios. No es que Dios reaccione a la acción de los seres humanos, sino que son los seres humanos los que deben reaccionar con obras de reconciliación a la acción de Dios. Todo esto lo aplicamos también a la misericordia. Pablo nos invita a dejarnos invadir de la misericordia y la reconciliación de Dios, parece como si nos dijera, por favor “déjense reconciliar con Dios” (lo hemos leído en el texto de 2o Corintios, que es el lema de todo el mes de marzo). En este año de la Misericordia, el Papa nos pide dejarnos reconciliar con Dios, sobre todo practicando el sacramento de la Reconciliación. ... De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior. Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre. (MV 17) Pero debemos dejarnos reconciliar con Dios para convertirnos en instrumentos de Reconciliación, nos lo ha dicho el mismo texto leído

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de segunda de Corintios: “a nosotros nos encomienda el mensaje de la reconciliación”. Así vemos que la reconciliación con Dios va unida a reconciliarnos y preocuparnos por los demás, sobre todo por la justicia; lo tenemos claro en los profetas y más claro aún en Jesús. Podemos leer Isaías: “No sigan trayendo vanas ofrendas…mi alma aborrece sus fiestas y solemnidades… sus manos están llenas de sangre; lávense, purifíquense, aparten de mi vista sus malas acciones, dejen de hacer el mal, hagan el bien, busquen lo justo, den sus derechos al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan a la viuda. Vengan a hacer las cuentas, si sus pecados fueren como la grana cual la nieve blanquearán. Y si fueren como el carmesí, cual la lana quedarán.” (Is 1,11-18). Parecido tema tenemos en Mt 5,24: “Si al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas de que un hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda en el altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda”, con el sentido de reconciliación entre las personas. Jesús llevó a cabo la reconciliación porque curó enfermos, expulsó demonios, se sentó a comer con los pecadores, se dejó tocar por la mujer impura y, sobre todo, porque se puso de parte de los pobres, los hambrientos y los miserables. Nos enseñó que reconciliación significa amar siempre. El encuentro personal y seguimiento de Jesús en la función de misericordia y reconciliación significa comprometerse en romper las barreras que separan a los seres humanos, barreras políticas, económicas, sociales, barreras de raza, género, de orientación sexual, de religión. Significa, ser fermento de unidad, de reconciliación y paz en medio de nuestro mundo para hacer realidad la oración de Jesús: “Padre, que todos sean uno” (Jn 17,11). Reconciliados para reconciliar, esa es nuestra misión. 7. Canto: Quiero ser, oh Señor, instrumento de tu paz 8. Para reflexionar en comunidad Después de haber reflexionado sobre la reconciliación compartamos nuestra propia experiencia de la reconciliación respondiendo cada uno estas preguntas: • ¿Qué he sentido cuando me he reconciliado con alguna persona? • ¿Qué me ha facilitado esa reconciliación? • ¿Qué me cuesta más a la hora de reconciliarme con otra persona? 9. Oración final Todos se ponen en círculo y se reza juntos el Salmo 51 (50). Cada uno resalta un verso del Salmo y hace oración a partir de ese tema. Todos se colocan de rodillas y hacen peticiones de perdón a Dios y piden que El los reconcilie con El y con los demás. Luego rezan el Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Se concluye pidiéndose perdón unos a otros y dándose un abrazo de paz. Canto de despedida y acción de gracias.

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Segundo Encuentro de Evangelización Semana del 14 al 19 de Marzo Evangelizando la política Ambientación: Igual que en el Encuentro anterior se ponen el lema del mes de marzo en un lugar visible. Como vamos a reflexionar sobre la política, se puede poner una bandera dominicana grande o unas cuantas pequeñas. Periódicos del día o de la semana, y algunas revistas. Se puede invitar a políticos del sector o de la zona para que nos acompañen en la reflexión siguiendo el tema de hoy. 1. Cantos: pueden ponerse cantos patrios y cantos sobre la patria. 2. Oración invocando el Espíritu Santo. Se reza el Salmo 85 (84) entre todos. 3. Introduciendo en tema Recordando que la misericordia política es la más abarcante, continuamos con nuestras reflexiones cristianas sobre la política La persona humana siempre es política, sus acciones lo son, porque tienen relación con la vida y el comportamiento de los demás. En un año de elecciones como el presente, la reflexión sobre la política es más necesaria, porque el Señor pone en nuestras manos la posibilidad de elegir a las personas encargadas de gobernar y dirigir el país durante los próximos cuatro años. Hoy nos fijamos en algunos aspectos de los gobernantes, de esas personas que debemos elegir. Se nos dan unas pautas para analizar antes de las elecciones y ver quiénes se puede asemejar más a los valores propuestos por la Iglesia Dominicana. 4. Canto: Cerca está el Señor, cerca está el Señor, cerca de su pueblo… 5. Escuchemos la Palabra : Lucas 22,24-29. Podemos leer un texto muy parecido en Mateo 20,20-28. Jesús hace una crítica de los políticos ¿La podría hacer también hoy? Partiendo de este texto bíblico ¿qué criticaríamos de los políticos de nuestra patria? ¿La política es mala? ¿Nosotros hacemos política? ¿Qué pide Jesús a los políticos? ¿Podemos hacer algo para que en nuestra familia y sector se tome conciencia política? 6. Canto: Si yo no tengo amor 7. Ayuda a la Reflexión Para nuestras reflexiones sobre la política, seguimos basándonos en el libro de la Conferencia del Episcopado Dominicano titulado Principios del

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Buen Gobernar, que apareció hace pocos meses; hoy nos centramos en las páginas de la 87 a la 90. El valor de la vida política La política es un valor porque es la ciencia y el arte del bien común; es el arte de gobernar, de tomar decisiones que son obligatorias para todos en la búsqueda de lo mejor. Esas decisiones tienen que ver con bienes materiales y espirituales, con los servicios y los valores de la libertad, la justicia, la vida, la dignidad y los derechos fundamentales de la persona humana. …Recordemos que los líderes y los grupos políticos suelen moverse y actuar guiados por ideas, opiniones, valores, intereses individuales y grupales, y actitudes o ideologías; que a la vez son las que definen el tipo de sociedad que buscamos y queremos construir. Estos pueden ser criterios que pueden ayudar al ciudadano a identificar a los partidos y a los líderes, para saber así los valores que encarnan para beneficio de la sociedad. El político que ejerce esa vocación o ciencia del bien común que se llama la política, necesita dotes, disposiciones y preparación; ya que ésta se coloca en la confluencia de las distintas ciencias humanas, tales como la historia, la economía, la sociología y la psicología; pero necesita también la referencia moral, porque está relacionada con el quehacer del ser humano, al que tiene que procurar su bienestar y facilitarle la convivencia y la paz dentro de la sociedad. El político con valores éticos y que de verdad quiere servir tiene que tener disponibilidad para escuchar a su pueblo, para comprender bien sus anhelos y así poderlo servir mejor. Es un hombre de una actitud abierta pero firme, para cumplir las leyes que benefician a la mayoría y tener firmeza contra todo tipo de corrupción y engaño. No debe tener apego al poder, para no convertirlo en idolatría en la que prevalezca la vanidad; al contrario debe ser una persona transparente y coherente que lo que exija sea capaz de vivirlo primero, porque por ejemplo no se puede pedir austeridad a un pueblo, mientras él o sus funcionarios dilapiden los dineros del Estado. Es la persona que sabe muy bien que el poder no es un fin en sí mismo, como piensan algunos, sino un medio para buscar el bien de la mayoría. Con razón decía el Beato Juan XXIII que “Una sociedad bien ordenada y fecunda requiere gobernantes, investidos de legítima autoridad, que defiendan las instituciones y consagren, en la medida suficiente, su actividad y sus desvelos al provecho común del país”, y continua afirmando: “La autoridad, sin embargo, no puede considerarse exenta de sometimiento a otra superior. Más aún, la autoridad consiste en la facultad de mandar según la recta razón. Por ello, se sigue evidentemente que su fuerza obligatoria procede del orden moral, que tiene a Dios como primer principio y último fin”. El centro de la política y su fundamento ético es el ser humano: su bien temporal y espiritual, su bienestar material, su desarrollo cultural, personal y comunitario, porque “el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales y políticas es y debe ser la persona humana”; de ahí que sea tan enfático el Concilio Vaticano II al señalar que “el cristiano tiene el deber

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de participar en la construcción de la sociedad temporal y si falta a estas obligaciones falta a sus deberes con el prójimo”. El Beato Papa Juan XXIII, en la misma Encíclica Pacem in Terris, nos dice que hay cuatro pilares para la vida democrática, que están basados en el consenso y sobre los valores fundamentales y el pluralismo, hacia la consecución del bien común, en vista al desarrollo de la sociedad que son: la verdad, la justicia, el amor y la libertad. Por eso la Iglesia hace un llamado ferviente a los fieles cristianos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a insertarse y tomar parte activa en la vida política, para que ésta no pierda su razón de ser, que es el servicio para el desarrollo y el progreso de la Nación. A este propósito el Beato Juan Pablo II, en la Homilía del Jubileo con los políticos, preguntándose cómo los políticos podrían dar cumplimiento al mandamiento del amor al prójimo, decía: “La respuesta es clara: viviendo el compromiso político como un servicio. ¡Perspectiva tan obvia como exigente! Esa no puede, en efecto, reducirse a una reafirmación genérica de principios o a la declaración de buenas intenciones. El servicio político pasa a través de un diligente y cotidiano compromiso, que exige una gran competencia en el desarrollo del propio deber y una moralidad a toda prueba en la gestión desinteresada y transparente del poder. Por otra parte, la coherencia personal del político ha de expresarse también en una  correcta concepción de la vida social y política a la que él está llamado a servir”. En esa exhortación está sintetizado lo que debe ser un político con principios y con valores y por supuesto con vocación a ese ministerio. Debe ser una persona íntegra y formada especialmente en los valores humanos, para poder resistir las tentaciones del poder y evitar el pecado de la soberbia, que es pensar en sí, en la propia carrera o en su propio interés. (El libro citado toma estas páginas del mensaje del 27 de febrero de 2014 de la CED). Y a continuación añadimos una lista, propuesta por nuestros Obispos, sobre qué debe incluir el buen gobernar, qué debe buscar un buen gobernante (y si no lo busca no es un buen gobernante). El buen gobernar incluye: - servir honesta, competente y eficientemente - promover, defender y exigir el bien común - asegurar y vigilar los servicios básicos - preocuparse especialmente de los más débiles y necesitados - promover y defender los derechos humanos - promover y defender las asociaciones intermedias entre los individuos y el Estado - distribuir bienes, beneficios, servicios y cargas con justicia y equidad - proteger los recursos naturales de los ataques del egoísmo irracional - estimular la iniciativa privada, coordinarla y regularla - respetar al Poder Legislativo y al Poder Judicial - mantener en un mundo crecientemente intercomunicado buenas relaciones internacionales

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- respetar, promover y defender la legítima libertad y castigar toda clase de libertinaje - perseguir la corrupción en todas sus modalidades - vigilar la economía nacional, prevenir y castigar el mal manejo bancario y trazar las políticas económicas necesarias y adecuadas - distribuir con sabiduría y justicia los recursos disponibles - contar en todo momento realísticamente con las posibilidades y limitaciones, virtudes y defectos de nuestro pueblo. (En el libro son las páginas 29 y 30 y están tomadas del Mensaje de abril de 2004). 8. Canto: Cristo nos de la libertad, 9. Reflexiones comunitarias Compartamos nuestras reflexiones respondiendo estas preguntas: • ¿A qué autoridad debe someterse la autoridad política? • ¿Qué es más importante trabajar por la patria o por mi partido político? • ¿Conocen a personas para quienes es más importante el partido y para quien es más importante la patria? • ¿Tenemos criterios claros para ejercer nuestro derecho al voto con la conciencia limpia? • ¿Podemos hacer algo para que presenten a candidatos con las condiciones puestas arriba y exigidas por el texto bíblico reflexionado hoy? Algunas conclusiones: Podemos y debemos estar en los partidos políticos, pero para mejorarlos, no para dejarnos arrastrar por ellos y dejarnos llevar por la ley del partido. Por encima está la ley de Dios y los valores presentados por la Iglesia. Debemos elegir a nuestras autoridades; debemos elegir a personas con unos valores y con unos programas que puedan cumplir. No se trata de promesas sino de programas concretos y presentados por escrito. Un buen cristiano, aunque forme parte de un partido político, debe votar a los candidatos y candidatas que considere más honrados, capaces, con programas justos y realizables… Por ello, un cristiano podrá y deberá votar para presidente al candidato de un partido; para diputado al candidato de otro partido distinto; para alcalde al candidato de otro partido… porque elige a las personas que considera mejores y que mejor lo pueden hacer, independientemente del color del partido. El país está por encima del partido; el interés por el país nos va a llevar a tomar decisiones muy pensadas y de colores muy variados. Y en caso de duda, elegir al menos malo. 10. Canto: Tú reinarás, este es el grito…. 11. Oración final Terminamos con unas oraciones de petición por nuestra patria hechas voluntariamente. Después hacemos el Padre nuestro, Ave María y gloria.

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Si queremos terminamos con esta oración sacada de internet y arreglada para nuestra patria: Oración por la Patria Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. / Nos sentimos heridos y agobiados. / Precisamos tu alivio y fortaleza. / Queremos ser nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. / Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie,privilegiando a los pobres / y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. / Concédenos la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda. / Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,cercanos a María, la Virgen de la Altagracia. Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.Amén. Cantos de acción de gracias y despedida CAMINATA PENITENCIAL 2016 “Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas” (Sal 25,6). Iniciamos esta tradicional caminata penitencial pensando en la misericordia, valor que nuestro III Plan de Pastoral nos propone para este 2016: “un pueblo en misión, que valora el compartir, misericordioso como el Padre”, enfatizándolo bajo el lema “misericordiosos como el Padre, compartamos como hermanos”. Con este valor y lema también nos convoca el Papa Francisco a este Año de la Misericordia, en el que trataremos de vivir el Jubileo extraordinario de esa cualidad tan esencial al Padre Celestial, su misericordia por excelencia y de la que Jesús, su amantísimo hijo, es el rostro. Ser cristianos nos mueve particularmente hacia la dirección de la misericordia para con nosotros mismos y para con nuestro prójimo, en quien debemos encontrar y reconocer a Jesús, ejemplo incuestionable de gestos y acciones misericordiosas, hasta llegar al extremo de aceptar su ignominiosa muerte en cruz, cumpliendo la voluntad de su Padre de amarnos incondicionalmente y desde siempre. Repasemos la Bula MISERICORDIAE VULTUS en esta caminata tan especial con ocasión de la Cuaresma 2016, mirando hacia nuestro interior y nuestra disposición a ser misericordiosos como el Padre, perdonando las ofensas.. Cantemos hasta el lugar de la primera parada.

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Primera parada.

Jesucristo, Rostro de la misericordia del Padre.

“Le responde Jesús: -Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes ¿y todavía no me conocen? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre: ¿Cómo pides que te enseñe al Padre?”Jn 14,9. El Padre Celestial ha estado presente en toda la historia de Israel, su pueblo. En nuestra historia personal también, porque no somos la excepción, para tan misericordioso Padre. Nos lo dice en Isaías,“¿puede una madre olvidarse de su criatura, dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pero, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré” (Is 49,15).La paciencia de Dios no tiene fin, pues siempre nos espera y confía que volveremos a Él, a pesar de nuestra infidelidad en diferentes momentos. Jesús, con su actuar, palabras y gestos en los evangelios, nos muestra esta misma misericordia. Sobreabundan los ejemplos de misericordia que manifiestan igual actitud del Padre. Cuando nos asegura que debemos perdonar hasta setenta veces siete (Mt 18,22). Cuando habla de ser compasivos, amar a nuestros enemigos (Lc 6,27-38). El ejemplo del Buen Samaritano; las curaciones, el Hijo Pródigo, la multiplicación de panes y peces, el perdón de los pecados. La misericordia de Jesús no tiene límites, ni fronteras. No la muestra a veces, sino permanentemente. Es propia de su naturaleza. Su esencia misma. “En Él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión” (MisericordiaeVultus, No. 8). “¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos” (MisericordiaeVultus, No. 15).Que seamos nosotros para todos ellos, la misericordia que Jesús vivió y nos transmitió. Cantemos hasta el lugar de la próxima parada. Segunda parada.

Vivamos intensamente el Jubileo pidiendo al Padre el perdón de los pecados.

“Es triste constatar cómo la experiencia del perdón en nuestra cultura se desvanece cada vez más. Incluso la palabra misma en algunos momentos parece evaporarse. Sin el testimonio del perdón, sin embargo, queda solo una vida infecunda y estéril, como si se viviese en un desierto desolado.” (MisericordiaeVultus, No. 10). “¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices”.“El perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza”. (MisericordiaeVultus, No. 9 y 10). “Si no se quiere incurrir en el juicio de Dios, nadie puede convertirse en el juez del propio hermano. Los hombres ciertamente con sus juicios

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se detienen en la superficie, mientras el Padre mira el interior”.¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están motivadas por sentimientos de celos y envidia! Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a exponerlo al descrédito, a comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme. No juzgar y no condenar significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo. Sin embargo, esto no es todavía suficiente para manifestar la misericordia. Jesús pide también perdonar y dar. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios. Ser generosos con todos sabiendo que también Dios dispensa sobre nosotros su benevolencia con magnanimidad.” (MisericordiaeVultus, No. 14). “Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior”. (MisericordiaeVultus, No. 17). “La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente”. “¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón.” (MisericordiaeVultus, No. 19). Cantemos hasta el lugar de la próxima parada. Tercera parada.

Misericordia: ley fundamental en el corazón de cada persona.

Contemplar el misterio de la misericordia es “condición para nuestra salvación” (MisericordiaeVultus, No. 2), porque a nuestro alrededor tenemos una gran cantidad de seres humanos que solo mejorarían su situación si obtienen misericordia de quienes nos llamamos cristianos. De quienes hemos aprendido ese estilo de vida de nuestro líder y maestro, que nos ha permitido conocer la misericordia de su amantísimo Padre. Practicando la misericordia con nuestros hermanos, hacemos menos cuesta arriba su calvario y, al mismo tiempo, estaremos haciendo lo que Jesús nos dijo y practicó, siendo vasos de su misericordia para los demás, sirviendo al hombre en todas sus condiciones, en todas sus debilidades, en todas sus necesidades. Llevando la bondad y la ternura de Dios a creyentes y lejanos (MisericordiaeVultus, No. 4 y 5). Con nuestro testimonio de servicio y misericordia con los demás, estaremos anunciando al mundo nuestro agradecimiento al Padre por todo lo que Él nos ha regalado. Esto es un deber que nos recomienda el evangelista Marcos cuando dice, “vete a tu casa y a los tuyos y cuéntales todo lo que el Señor, por su misericordia, ha hecho contigo” (Mc 5,19). Es además, una exigencia que Jesús nos pregunta ¿no tenías tú que tener compasión de tu

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compañero como yo la tuve de ti? (Mt 18,33), en el pasaje del siervo a quien el patrón le perdona una deuda grande, y él no perdona una más pequeña a su amigo. Ante las necesidades humanas, solo es posible una respuesta: la misericordia. Estamos llamados a ser misericordiosos, como el Padre y Jesús. “Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia”. (MisericordiaeVultus, No. 12). Cantemos mientras llegamos al punto final. Reflexión final “No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo. Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina.” (MisericordiaeVultus, No. 15). “Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas” (Sal 25,6).

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Oración de los Dolores de la Virgen 18 de Marzo 2016

Madre Dolorosa, míranos con esos tus ojos misericordiosos Orientaciones para esta Celebración: Se organiza en forma de procesión por las calles del sector, con 7 paradas ya seleccionadas; en cada parada se coloca el título del dolor correspondiente y una imagen de la Virgen. Es importante que sean mujeres las que dirijan cada dolor. Se puede invitar a la gente que vaya vestida de luto. Es bueno prever bocina para que se oiga bien. 1. Motivación en el lugar de inicio Animador/a: En este Jubileo de la Misericordia nuestro pensamiento y pensamientos se dirigen hoy Viernes Dolores a la Madre de la Misericordia, que acompañó a su hijo en sus sufrimientos por ser fiel a la obra del Padre. Como dice el Papa Francisco: ”Ninguno como María ha conocido la profundidad el misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor”. Hoy recordamos los momentos más difíciles y dolorosos de su vida como mujer, madre, discípula y misionera. Momentos de dolor, de sufrimiento, de resistencia. Se valora especialmente su fortaleza para continuar la vida con esperanza, sin perder la paz, la fe y la esperanza que siempre mantuvo con espíritu firme. Se recuerdan sus momentos de silencio y soledad. Acompañar el dolor de María, mujer, madre discípula y misionera, ante el sufrimiento vivido por la muerte violenta de su hijo, ante la violencia la muerte vivida por tantos hijos e hijas suyos que hoy padecen marginación y las consecuencias de estas muertes ante el proyecto iniciado por Jesús. Cantamos: Dolorosa de pie ante la cruz Se inicia el camino hacia la próxima parada. Primer dolor El anuncio del sufrimiento: “una espada traspasará tu corazón”. Una: María, madre de misericordia, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos. Todos: Para que seamos dignos de contemplar el rostro de la misericordia, tu Hijo Jesús.

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Lectura Lucas 2, 33-35. Mensaje: Simeón habla a María sobre el futuro de Jesús, y le advierte sobre lo que como madre vivirá ante su Hijo. Le dice: “Una espada te atravesará tu corazón”. La experiencia profunda del amor supone el sentir con el otro. María siente el dolor de su Hijo. Se le anuncia que el proyecto de Dios no será fácil. Ese sentir el dolor del Hijo le lleva a participar de su misión misericordiosa que llevará salvación a su pueblo de Israel y a todas las naciones Oración: Presentamos las situaciones de dolor de las personas que amamos. Los que quieran las presentan a María. Presentemos a las madres con el corazón traspasado por diferentes causas. Ante cada situación decimos: Madre Dolorosa, madre de misericordia, ayúdanos a compartir el dolor de Jesús en tantas personas que sufren. Canto: Amar es entregarse Se inicia el camino hacia la próxima parada. Segundo dolor María, mujer migrante, sin casa, sin cobijo Una: María, madre de misericordia, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos. Todos: Para que seamos dignos de contemplar el rostro de la misericordia, tu Hijo Jesús. Lectura Mateo 2. 13-15. Mensaje: María y su familia tuvieron que dejar su casa y su tierra para proteger sus vidas. Presentamos el dolor de tantas familias que tienen que abandonar a quienes aman para buscar trabajos y mejorías en sus vidas en tierra extranjera o abandonan sus campos para irse a la ciudad. Por tantos hermanos y hermanas que se van hacia “el norte”; por tantos hermanos y hermanas del país vecino que vienen hasta aquí buscando mejoría. Por tantas familias en el mundo que son desplazadas de tus tierras por causa de las guerras y por causa de la pobreza. Y después de presentar ese dolor, nos solidarizamos con todos los desplazados de sus tierras, comenzando por quienes tenemos más cerca. Oración: Presentamos a María el dolor de tantas familias separadas porque algunos de los suyos tuvieron que emigrar a otro país. Pidamos por nuestros hermanos haitianos que viven fuera de su tierra y por el dolor de muchos

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a quienes se le niegan los documentos que tenían o no se reconoce que han nacido aquí. Ante cada situación decimos: Madre Dolorosa, madre de misericordia, ayúdanos a ser misericordiosos con los emigrantes. Canto: Ven con nosotros a caminar Se inicia el camino hacia la próxima parada. Tercer dolor María, madre en busca de su hijo con amor inagotable Una: María, madre de misericordia, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos. Todos: Para que seamos dignos de contemplar el rostro de la misericordia, tu Hijo Jesús. Lectura Lucas 2, 41-47. Mensaje: María vive la angustia de pensar que su hijo se había perdido. María entiende y es solidaria con todas esas mamás que ven a sus hijos alejarse del hogar, ir por “otros caminos, volver a casa a cualquier hora, distanciarse de la familia… María es solidaria porque también sintió la despedida de su Hijo que se fue a cumplir su misión. ¿Somos las madres de hoy capaces de confiar en nuestros hijos para dejarlos actuar con libertad para decidir la misión que Dios quiere de ellos? Tristemente hay muchos hijos que no están perdido en el Templo de Dios sino perdidos en los vicios, en las malas prácticas de negocios, en el sexo egoísta, en la haraganería, en la delincuencia. Oración: Presentamos las situaciones de dolor de tantas familias que sufren por los hijos que se han alejado del camino de Dios. Pidamos para que vuelvan al encuentro del Señor. Ante cada situación decimos: Madre Dolorosa, madre de misericordia, ayúdanos a que atraigamos con lazos de amor a los que se han desviado de tu camino. Canto: María, tú que velas junto a mí Se inicia el camino hacia la próxima parada. Cuarto dolor María, un corazón traspasado por el dolor de su Hijo Una: María, madre de misericordia, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos. Todos: Para que seamos dignos de contemplar el rostro de la misericordia, tu Hijo Jesús.

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Lectura: Lucas 23, 27-28 Mensaje: Jesús está siendo maltratado, violentado, humillado, golpeado. María estuvo firme junto a él acompañándole en el dolor, en la humillación. La fuerza de su fe no le permitió desfallecer, le mantuvo en pie. También le mantuvo en pie la fuerza de la comunidad, representada por las mujeres que le acompañaban, el saberse parte de un grupo, de una familia, de un proyecto de vida. Jesús y María no estuvieron solos en el camino de la cruz; esta escena nos recuerda la misericordia de aquellas mujeres; y cuando no se puede hacer otra cosa, aún nos queda mostrar solidaridad con nuestra presencia, el llanto y la oración. Oración: Presentamos las situaciones de dolor de tantas mujeres que sufren violencia, por tantos hombres y mujeres que sufren la falta de oportunidades, de alimentos, de salud, de sustento; por tantas familias que viven en la miseria económica. Al presentar estas situaciones, pedimos fuerzas para solidarizarnos con ellas y buscarles solución. Ante cada situación decimos: Madre Dolorosa, madre de misericordia, haz que seamos portadores de misericordia ante todo el que sufre. Canto: Ven con nosotros a caminar Se inicia el camino hacia la próxima parada. Quinto dolor María ante la cruz Una: María, madre de misericordia, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos. Todos: Para que seamos dignos de contemplar el rostro de la misericordia, tu Hijo Jesús. Lectura: Jn 19, 25-27 Mensaje: María se encuentra ante la cruz, ante la dura realidad de ver la muerte de su hijo. María confía en la misión de su Hijo. Junto a la cruz con otras discípulas, María se mantiene firme en la Fe, porque le desbordaba el amor ante su hijo y ante su pueblo. Como nos dice el Papa Francisco: “Al pie de la cruz, María junto con Juan, el discípulo del amor, es testigo de las palabras de perdón que salen de la boca de Jesús. El perdón supremo ofrecido a quien lo ha crucificado nos muestra hasta dónde puede llegar la misericordia de Dios. María atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin excluir ninguno” (MV 24).

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Oración: Presentamos las situaciones de dolor de tantas madres que están al pie de la cruz de sus hijos enfermos, atribulados por el desempleo, la desigualdad social que hay en nuestro pueblo y por tantos otros males. Ante cada situación decimos: Madre Dolorosa, madre de misericordia, ayúdanos a estar al pie de la cruz de los que sufren. Canto: Dios te salve María estrella de la luz, qué sola quedaste al pie de la Cruz Se inicia el camino hacia la próxima parada. Sexto dolor: María recibe el Cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz Una: María, madre de misericordia, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos. Todos: Para que seamos dignos de contemplar el rostro de la misericordia, tu Hijo Jesús. Lectura Mc. 15, 42-46 Mensaje: María se encuentra ante el misterio de la muerte como paso a la vida. Como discípula sufre la separación de quien ha sido maestro y guía del proyecto de Dios. Como madre sufre el dolor de ver morir al hijo de sus entrañas. La esperanza en la Fe le fortalece para vivir la experiencia del corazón traspasado de dolor. Como María tenemos a tantas madres que reciben el cuerpo de sus hijos asesinados inocentemente por balas perdidas tiradas por los delincuentes y por los mismos agentes del orden en los famosos “intercambios de disparos”. ¡Cuántas madres reciben en sus brazos a hijos asesinados por bandas, por andar en malos coros, por dedicarse a la delincuencia!. ¡Cuántas madres que reciben a sus hijos muertos en accidente de motores, de automóviles por imprudencias e irrespeto a la ley o por andar haciendo competencias en las carreteras! Oración: Hagamos un minuto de silencio. Pidamos por las familias que sufren ante el dolor de la muerte de quienes aman y mueren en circunstancias violentas. Oremos pidiendo misericordia. A cada invocación digamos: Madre Dolorosa, madre de misericordia, consuela a todas las madres que sufren Canto: Madre de nuestro pueblo. Se inicia el camino hacia la próxima parada.

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Séptimo dolor María sepulta a su hijo Una: María, madre de misericordia, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos. Todos: Para que seamos dignos de contemplar el rostro de la misericordia, tu Hijo Jesús. Lectura: Jn 19, 38-42 Mensaje: Quienes hemos vivido la experiencia de la muerte de un ser querido, sabemos lo que significa la vuelta a la casa después del entierro. Se siente una profunda sensación de soledad, un vacío indescriptible. El dolor de la ausencia en profundo. Podemos imaginar lo que sintió María al llegar a casa después del entierro. Pero María también se encontraba afectada por la persecución a los discípulos y con el compromiso de dar respuesta a todos los que creyeron en el mensaje de Jesús y que al verlo crucificado comenzaron a tener miedo y se escondían o huían. Nos unimos a ese momento a tantas mujeres que viven hoy situaciones de persecución, inclusive por quienes algún día estuvieron a su lado. Tantas mujeres que viven el abandono y la violencia. Tantas personas que sufren porque no le encuentran sentido a la vida. Oración Hagamos un minuto de silencio. Sólo nos queda el silencio lleno de esperanza en la manifestación del Padre, que no dejará a su Hijo en la muerte. Reconozcamos la acción de Nicodemo, un político de su tiempo que aunque no se unió públicamente a Jesús, colaboraba con él. Pidamos por nuestros políticos para que luchen, junto al pueblo y a cada uno de nosotros y nosotras, para salir de la sepultura económica, social y cultural en que están sepultados millones de hermanos dominicanos y dominicanas, y que trabajen para que logremos una verdadera seguridad ciudadana, que impida la muerte de tanta gente que muere de miseria y de falta de atención médica primaria, de tantas personas que mueren en manos de los delincuentes y de los que les persiguen. Conclusión: Hemos acompañado a María en sus grandes dolores. Junto a Ella hemos recordado los dolores de nuestras madres de hoy y de nuestro pueblo. Pero, nuestra oración nos hace mirar hacia la victoria de Dios. El dolor no es la última palabra. La victoria de Dios se realiza en su Hijo Resucitado que también nos hace victoriosos con El. La cruz es camino de victoria cuando se carga como y con Jesús desde el amor al Padre y cuando somos misericordiosos como El. Por eso llenos de esperanza unimos nuestras manos y nuestros corazones para decirle al Padre: Padre nuestro. Canto final: Dios te salve, Reina y madre de misericordia….

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Acción Significativa con los Niños Hola niños y niñas en este año te invitamos a compartir con todos nosotros esta hermosa aventura del jubileo extraordinario de la misericordia. Cada mes te iremos dando a conocer algo nuevo estén atentos a la Guía de cada mes.

El Papa Francisco ha convocado a toda su Iglesia, incluyéndonos a nosotros los más pequeños a que celebremos el jubileo extraordinario de la misericordia, un año santo de la misericordia que iniciara el 8 de diciembre de 2015 y terminara el 20 de noviembre de 2016.

¿Qué es un Jubileo? Jubileo significa “Grito de Alegría” Durante la celebración del jubileo la Iglesia concede a los fieles indulgencias que cumplan con las disposiciones legales por el vaticano.

El primer año jubilar fue convocado por el Papa Bonifacio en el año 1300

Quiere decir que durante este año estaremos celebrando la Misericordia de Dios, todos estamos invitados a ser misericordiosos

Las Obras de Misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf Is 58, 6-7: Hb 13, 3). Las obras de misericordia son 14 y se dividen en 7 Espirituales y 7 Corporales.

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El jubileo puede ser ordinario o extraordinario El jubileo ordinario se celebra en un intervalo de años ya establecido y el extraordinario se proclama por algún hecho importante.

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Lectura para reflexionar con papi y mami. “Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; forastero y me recibieron en su casa; sin ropas y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel y fueron a verme”. (Mt. 25, 35-36)

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Lecturas Dominicales y Diarias Marzo 2016

Las lecturas están tomadas del Calendario Litúrgico de la Conferencia del Episcopado Dominicano 2016 1 Martes

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Lectura del libro del profeta Daniel 3,25.34-43 En aquellos días, Azarías se detuvo a orar y, abriendo los labios en medio del fuego, dijo: “Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre, no rompas tu alianza, no apartes de nosotros tu misericordia. Por Abrahán, tú amigo; por Isaac, tu siervo; por Israel, tu consagrado; a quienes prometiste multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo, como la arena de las playas marinas. Pero ahora, Señor, somos el más pequeño de todos los pueblos; hoy estamos humillados por toda la tierra a causa de nuestros pecados. En este momento no tenemos príncipes, ni profetas, ni jefes; ni holocausto, ni sacrificios, ni ofrendas, ni incienso; ni un sitio donde ofrecerte primicias, para alcanzar misericordia. Por eso, acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde, como un holocausto de carneros y toros o una multitud de corderos cebados. Que éste sea hoy nuestro sacrificio, y que sea agradable en tu presencia: porque los que en ti confían no quedan defraudados. Ahora te seguimos de todo corazón, te respetamos y buscamos tu rostro, no nos defraudes, Señor. Trátanos según tu piedad, según tu gran misericordia. Líbranos con tu poder maravilloso y da gloria a tu nombre, Señor.” Palabra de Dios. Salmo Responsorial 24 R/ “Señor, recuerda tu misericordia” Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y salvador. R/. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. R/. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R/ Lectura del santo evangelio según san  Mateo 18,21-35 En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: “Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?” Jesús le contesta: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y les propuso esta parábola: ” Se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él

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con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.” El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: “Págame lo que me debes.” El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré.” Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?” Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con ustedes mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.” Palabra del Señor. Meditación En este tiempo de gracia que nos ofrece el Señor, las lecturas bíblicas nos ayudan a superar nuestras caídas y tomar actitudes propias de un verdadero discípulo de Jesús. Dentro de esas actitudes, hoy se resalta el perdón, perdonar sin límites. En la primera lectura escuchamos a Azarías, quien reconoce que el pueblo le ha fallado a Dios; pero es consciente de que Dios es misericordioso y clama a Él para que se apiade de ese pueblo pequeño, pobre e indefenso, cuyo único bien que tiene para ofrecer al Señor es su corazón contrito y humillado. Se reconoce pecador y clama a Dios para que perdone la culpa de su pueblo; pero a la vez confiado en que Dios no defraude a quien le sigue. Ese seguimiento implica que nosotros cambiemos nuestro estilo de vida y volvamos el rostro al Señor, que en su gran misericordia sólo espera que demos el paso y nos volvamos a Él y así acogernos en sus brazos de Padre bueno y compasivo. Cuando reconocemos nuestros pecados, Dios nos perdona. Pero hay otra condición para disfrutar de dicho perdón, y es que yo también sea capaz de perdonar al que me haya ofendido, no importa las veces que sean, el perdón no tiene límites. Esto es lo que se pone de manifiesto en el evangelio que acabamos de leer. En la parábola, el rey representa al Padre, que en su infinita misericordia ha cancelado la deuda que los discípulos tienen contraída con él, ofreciéndoles la gracia del perdón. Ahora bien, se trata de un perdón condicionado, pues si los discípulos no son capaces de perdonar a sus hermanos, la oferta inicial quedará revocada. En la parábola vemos también lo mezquinos que somos a la hora de perdonar. Nótese la diferencia entre la gran deuda que el patrón le perdona a su trabajador y cómo éste es incapaz de perdonar una deuda mínima que le debía su compañero. En el ámbito de la fe, recibiremos en la misma medida en que demos y nos demos a los demás.

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El perdón entre nosotros ha de ser ilimitado, pues Dios perdona la deuda incalculable que tenemos con él. Quien haya experimentado la misericordia el Padre, no puede andar calculando las fronteras del perdón y de la acogida al hermano. En este mes que tiene por valor la Reconciliación, estas lecturas nos hablan claramente, del perdón y la reconciliación con Dios, pero también del deber de reconciliarnos con los hermanos. “Dejémonos reconciliar con Dios” y reconciliémonos con los hermanos y hermanas. 2 Miércoles

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Lectura del Libro del Deuteronomio 4, 1.5-9 En aquellos días, habló Moisés al pueblo diciendo: “Y ahora, Israel, escucha las leyes y los preceptos que les enseño a practicar, para que vivan y entren a tomar posesión de la tierra que les da el Señor, Dios de sus antepasados. Miren, les he enseñado leyes y preceptos como el Señor mi Dios me mandó, para que los pongan en práctica en la tierra a la que van a entrar para tomar posesión de ella. Obsérvenlos y pónganlos en práctica; eso los hará sabios y sensatos ante los demás pueblos, que al oír todas estas leyes dirán: “Esta gran nación es ciertamente un pueblo sabio y sensato”. En efecto, ¿qué nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos a ella, como lo está el Señor nuestro Dios siempre que lo invocamos? Y ¿qué nación hay tan grande que tenga leyes y preceptos tan justos como esta ley que yo les promulgo hoy? Pero presta atención y no te olvides de lo que has visto con tus ojos; recuérdalo mientras vivas y cuéntaselo a tus hijos y a tus nietos”. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 147 R/ “Glorifica al Señor, Jerusalén.” Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión. Que él refuerza los cerrojos de tus puertas y bendice a tus hijos en medio de ti. R. Él envía a la tierra sus órdenes, veloz va corriendo su mensaje; hace caer la nieve como lana y esparce la escarcha como ceniza. R. Manifiesta su palabra a Jacob, sus leyes y decretos a Israel. Con ningún pueblo actuó así, ni les dio a conocer sus decretos. R. Lectura del santo evangelio según san  Mateo 5, 17-19 En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Les aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra de la ley. Por lo tanto, el que descuide uno de estos preceptos menos importantes y enseñe a hacer lo mismo a los demás, será el menos importante en el Reino de los cielos. Pero el que los cumpla y enseñe, será grande en el Reino de los cielos”. Palabra del Señor.

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Meditación Muchas veces nuestra forma de ser y actuar está marcada por experiencias vividas en el pasado. Es ese pasado tortuoso del pueblo el que lleva a Moisés a convencerles de que cumplan la ley de Dios. Nos invita a abrir los ojos; nos enseña las leyes y preceptos, tal como Dios le mandó. El cumplimiento de esta ley es lo que garantiza la entrada del pueblo a la tierra prometida. Pero la ley tiene una finalidad, no sólo es escucharla, saberla. Si nos quedamos ahí, no estamos en nada. La ley surte efecto cuando, además de saberla, la cumplimos, la ponemos en práctica. Actuar según la ley de Dios es lo que nos garantiza alcanzar sabiduría y sensatez. Vivir según la ley de Dios es lo que nos da esa condición de ser hijos de Dios: Mi madre y mis hermanos, son estos, los que cumplen la voluntad de mi Padre, nos dice Jesús en el evangelio según san Marcos. En el evangelio, Jesús también nos habla de la ley y nos habla del sentido de su presencia en medio de nosotros. Él ha venido, no a suprimir la ley y los profetas, sino a darle plenitud. Jesús no rompe de manera brusca con lo establecido, ni da por hecho que lo nuevo supera lo viejo, sino más bien que hace una simbiosis entre ambas posturas con la finalidad de que se haga visible el Reino en medio del pueblo. Esta es una buena enseñanza para muchos “jefes” y por qué no, para muchos pastores que llegan a sus puestos y lo primero que hacen es criticar y cambiar lo que el otro había hecho, dando por seguro que lo suyo es mejor que lo que había. Jesús, no es así. Él parte de lo que hay, mira, observa, está con la gente, dejando siempre claro, que no acabará con lo que había sino más bien que perfecciona y lleva a plenitud lo que ya existía. Jesús nos invita hoy a tomar postura ante la ley, practicando la ley suprema, la ley del amor. Que no hagamos como los escribas y fariseos de su tiempo. Ellos cumplían, en apariencia, los mandatos de Dios, interpretando la ley según su interés, descuidando lo más importante. 3 Jueves

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Lectura del profeta Jeremías 7, 23-28 Así dice el Señor: “Esta fue la orden que di a mi pueblo: Si obedecen mi voz, yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo; sigan fielmente el camino que yo les he mandado para que sean felices. Pero ellos no escucharon ni hicieron caso; siguieron las inclinaciones de su corazón endurecido; me dieron la espalda y no la cara. Desde el día en que sus antepasados salieron de Egipto hasta hoy les envié a mis siervos, los profetas. Pero no me obedecieron ni me hicieron caso, sino que endurecieron su corazón y fueron peores que sus antepasados. Cuando les comuniques todo esto, no te escucharán; cuando los llames, no te responderán Entonces les dirás: Esta es la gente que no escuchó la voz del Señor su Dios y no quiso escarmentar. La sinceridad se ha perdido, se la han arrancado de la boca. Palabra de Dios.

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Salmo Responsorial: 94 R/ “Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: no endurezcan su corazón.” Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Entremos en su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. R. Entremos, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que el guía. R. “No endurezcan su corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto: Cuando sus padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras”. R. Lectura del santo evangelio según san  Lucas 11, 14-23 En aquel tiempo, Jesús estaba expulsando un demonio que era mudo. Cuando salió el demonio, habló el mudo y la gente quedó maravillada. Pero algunos dijeron: “Expulsa a los demonios con el poder de Satanás, el príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa. Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: “Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo expulso los demonios con el poder de Satanás. Ahora bien, si yo expulso los demonios con el poder de Satanás, sus hijos, ¿con qué poder los expulsan? Por eso ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo expulso los demonios con el poder de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están seguros. Pero si viene otro más fuerte que él y lo vence, le quita las armas en que confiaba y reparte el botín. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama”. Palabra del Señor. Meditación El profeta Jeremías sigue la misma línea de Moisés en la lectura de ayer: “Si obedecen mi voz, yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo; sigan fielmente el camino que yo les he mandado para que sean felices”. El obedecer a Dios nos lleva a la felicidad. Sin embargo, hay momentos en la vida que nos vemos tentados a desviarnos del camino de Dios y seguir por otros derroteros pensando vanamente que en los placeres y el vivir acomodado está la felicidad.“Cuando les comuniques esto no te escucharán, cuando los llames, no te responderán…” Dios advierte a Jeremías de la cerrazón del pueblo. Pero esto no le desanima. Jesús también fue rechazado por los suyos, ni le escucharon ni le hicieron caso. Incluso buscaron excusas y le acusaron de cosas absurdas con tal de no escuchar lo que para muchos les resultaba incómodo. De ahí que lo acusaran de expulsar los demonios con el poder de Satanás y ponerlo a prueba, dejando de manifiesto que no le reconocían como el Hijo de Dios. Cuando no escuchamos la voz de Dios ni hacemos caso de sus mandatos, el ser humano se ciega y se incapacita para ver la presencia de Dios. Es lo

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que le sucedió al pueblo de Israel y eso mismo se repite hoy en el evangelio. El mal ha incapacitado a la multitud de ver en Jesús al mismo Dios. Es muy normal que las palabras y hechos de Jesús provoquen asombro y desconcierto entre la gente, porque esto era algo nuevo para ellos. Por eso las distintas reacciones de la gente, algunos le alababan, otros se admiraban, y otros se llegaban incluso a preguntar, ¿de dónde le viene esta autoridad? Lo que no es normal es que nuestros ojos estén tan cerrados que caigamos en argumentos vacios, porque no se entiende que Satanás luche contra sí mismo. Eso es precisamente lo que Dios le echa en cara. Los contemporáneos de Jesús no negaban sus exorcismos; es decir, su combate contra el mal; incluso también ellos hacían exorcismos. Lo que se cuestiona entonces es de dónde viene el poder de Jesús para hacer tales cosas y como no entienden ni quieren aceptar la figura de Jesús, entonces lo acusan de algo absurdo. Absurdo, porque el poder liberador no vendrá nunca del que oprime. Es decir, el demonio no puede luchar contra sí mismo, porque se destruiría a sí mismo. Toda la vida de Jesús revela que él actúa con el poder de Dios para hacer que el bien reine en la humanidad. Todo lo que hace es signo de que el reino está presente en medio de nosotros. 4 Viernes

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Lectura del libro del profeta Oseas 14, 2-10 Así dice el Señor: “Conviértete, Israel, al Señor tu Dios, pues tu culpa te ha hecho caer. Busquen las palabras apropiadas y conviértanse al Señor; díganle: “Perdona todos nuestros pecados y acepta el pacto; como ofrenda te presentamos las palabras de nuestros labios. Asiria no nos salvará, no volveremos a montar a caballo, y no llamaremos más dios nuestro a la obra de nuestras manos, pues en ti encuentra compasión el huérfano”. Yo sanaré su infidelidad, los amaré gratuitamente, pues ha cesado mi ira. Seré como rocío para Israel; él florecerá como el lirio, y echará raíces como los árboles del Líbano. Se extenderán sus ramas, tendrá el esplendor del olivo, y como el del Líbano será su perfume. El Señor volverá a ser su protector, volverán a cultivar el trigo, florecerán como la parra, y serán famosos como el vino del Líbano. Efraín no tendrá ya nada que ver con los ídolos. Yo escucho su plegaria y cuido de él; yo soy como un ciprés siempre joven, y de mí proceden todos tus frutos. ¿Quién es tan sabio como para entender esto? ¿Quién tan inteligente como para comprenderlo? Los caminos del Señor son rectos, por ellos caminan los inocentes, y en ellos tropiezan los culpables”. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 80. R/ “Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.” Oigo un lenguaje desconocido para mí; yo quité la carga de sus hombros, y sus manos quedaron libres de peso, clamaste en la aflicción y te libré. R.

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Déjense reconciliar con Dios

Te respondí escondido en la tormenta, te puse a prueba junto a las aguas de Meribá. Escucha, pueblo mío, que doy testimonio contra ti. ¡Ojalá me escucharas, Israel! R. No tendrás un dios extraño, no adorarás a un dios extranjero. Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto. R. ¡Ojalá me escuchara mi pueblo y siguiera Israel mi camino! Yo alimentaría a Israel con lo mejor del trigo, lo saciaría con miel silvestre. R. Lectura del santo evangelio según san  Marcos 12, 28-34 En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos”. El escriba replicó: “Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios”. Jesús, viendo que había hablado sensatamente, le dijo: “No estás lejos del reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Palabra del Señor. Meditación Oseas es el profeta de la fidelidad, de la intimidad con Dios. En la lectura de hoy, vemos cuán grande es la misericordia de Dios, que ofrece su perdón una y otra vez a los que se prostituyen con otros dioses, sirviendo a sus deseos y necesidades personales. Volvamos a leer esta lectura y reflexionemos sobre la misericordia, el perdón y la reconciliación que Dios nos ofrece; son les lemas del año y del mes. Oseas nos recuerda que tenemos que reconocer la bondad y la compasión de Dios y que Dios es el único que puede salvarnos. Solo podemos dar fruto gracias a Él. Esta lectura es una descripción de Dios y de cómo ama al pueblo elegido, a pesar de que le vuelven la espalda adorando a otros dioses. Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, nos dirá Pablo. Por eso, a pesar de todo ello, Dios nos dice: yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos. Y esta misma frase en la traducción de la Biblia de Jerusalén nos dice “Yo sanaré su infidelidad, los amaré graciosamente pues mi cólera se ha apartado de él”. Dios será como rocío para su pueblo, y floreceremos como las azucenas. Nuestra fuerza y nuestras raíces serán como el cedro del Líbano, y nuestro esplendor como el olivo. Estas imágenes están repletas de esperanza y misericordia y llenas de paz. Dios quiere ser todas esas cosas para nosotros. Porque Dios nos ama gratuitamente y sin merecerlo, nosotros debemos estar dándole gracias continuamente por este amor y por su fidelidad con nosotros.

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La mejor manera de yo mostrar mi gratuidad a Dios es haciendo lo que Él hizo, amar y servir al prójimo. En el evangelio, escuchamos el diálogo entre Jesús y un maestro de la ley que le pregunta acerca del mandamiento más importante. Jesús se remonta al Pentateuco para responderle: el primero es amar a Dios sobre todas las cosas y el segundo; amar al prójimo como a ti mismo. Jesús une el amor a Dios con el amor al prójimo. Solo el amor a Dios hace posible el amor al prójimo y solo en el amor al prójimo puede manifestarse el amor a Dios. Cuando seamos capaces de ver a Dios mismo en el hermano y ser compasivos y misericordiosos con nuestros próximos (prójimo); entonces estaremos cerca del reino de Dios. 5 Sábado

Feria Morado

Lectura del libro del profeta Oseas 6, 1-6 Vamos a volver al Señor: él, que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos vendará. En dos días nos sanará; al tercero nos resucitará; y viviremos delante de él. Esforcémonos por conocer al Señor: su amanecer es como la aurora, y su sentencia surge como la luz. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia tardía que empapa la tierra. «¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá? Su piedad es como nube mañanera, como rocío de madrugada que se evapora. Por eso los herí por medio de los profetas, los condené con la palabra de mi boca. Quiero misericordia, y no sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos.»”. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 50. R/ “Quiero misericordia y no sacrificios.” Misericordia Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión, borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R. Los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un holocausto no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado, tú Dios mío, no lo desprecias. R. Por tu bondad favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén; entonces te agradarán los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos. R. Lectura del santo evangelio según san  Lucas 18, 9-14 En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.” El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.” Les digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no.

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Déjense reconciliar con Dios

Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»”. Palabra del Señor. Meditación Hoy el profeta Oseas nos invita a convertirnos a los caminos de Dios. Su experiencia personal, recordemos que su esposa le fue infiel, le sirve para describir la infidelidad del pueblo de Israel para con Dios, el esposo siempre fiel. Y pone en labios de los israelitas unas palabras muy hermosas de conversión y reconciliación: «Vamos, volvamos al Señor, él nos curará, él nos resucitará y viviremos delante de él». Pero esta conversión y reconciliación no tiene que ser superficial, por interés o para evitar el castigo. No tiene que ser pasajera. El profeta quiere que esta vez vaya en serio. La conversión no va a consistir en ritos exteriores, sino en actitudes interiores. Esta es la reconciliación que el Señor espera de nosotros para esta cuaresma y para toda la vida. Cuando el hombre peca se aleja de Dios y de manera equivocada piensa que ofreciéndole sacrificios puede contentarlo. Prefiere ofrecerle sacrificios costosos que él mismo se impone en vez de obedecer lo que Dios le pide. Lo peor de todo es que muchas veces creemos que ofreciendo tales sacrificios estamos más cerca de Dios. Por eso Dios le dice al pueblo:“Misericordia quiero y no sacrificios, conocimiento de Dios, más que holocaustos”. Esto es lo que expresa el evangelio de hoy. Jesús ante algunos que pensaban de esa manera pone el ejemplo de dos hombres con dos actitudes muy diferentes ante Dios. Por un lado está el fariseo, por su concepto errado de Dios, se cree salvado, justificado, piensa que cumpliendo al dedillo la ley no necesitaba ser justificado. De forma erguida oraba. Esta postura (erguida) ya denota la prepotencia y la arrogancia de este hombre, que se cree con derecho a todo porque cumple con la ley, incluso de orar echándole en cara el pecado del publicano. En realidad, él no espera nada de Dios, ni tiene nada que pedirle, solo hace ostentación de lo que hace y de su desprecio a los demás Por el otro lado está el publicano que se reconoce pecador y sólo pide perdón y misericordia por haberle faltado a Dios. Se denota en su actitud la humildad ante Dios. Para sorpresa de todos los allí presente, resulta que el publicano ese fue quien llegó justificado. Y sin embargo, el fariseo no. Esto nos da una lección y es que no debemos constituirnos en jueces de nadie. También nos enseña esta lectura que el perdón no es algo que yo me gane porque cumplo una ley, sino porque cumplo la voluntad de Dios. También nos enseña que los ritos externos de nada sirven si no transforman nuestro corazón y nuestra forma de actuar respecto de los demás. Jesús nos invita a practicar la humildad si queremos tener la única justicia que vale a los ojos de Dios. Porque la salvación no nos viene a fuerza de nuestros méritos y nuestras prácticas religiosas, sino de recibirla de Dios como un don que otorga a los que de él esperan el perdón y la santidad.

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Domingo IV de Cuaresma (Laetare)

IV Semana Liturgia de las Horas

Morado o Rosado

Misericordiosos como el Padre acojamos a los que vuelven arrepentidos Ambientación: Colocar imágenes alusivas a Dios misericordioso. Imágenes de hermanos encontrándose y abrazándose con alegría. -Resaltar la misericordia de Dios Padre de una manera creativa. Colocar y promover el lema del mes. Monición de Entrada: Hermanos y hermanas: Saludos a todos en este Cuarto Domingo de Cuaresma. El Domingo pasado la liturgia nos llamó a la conversión. Hoy siguiendo nuestro itinerario de evangelización en este mes de Marzo; cuyo valor es la reconciliación y el lema: Déjense reconciliar con Dios, la Palabra nos presenta la figura del padre misericordioso con su hijo pródigo. Así Jesús nos muestra el corazón abierto de Dios que quiere reconciliarnos con él para que haya fiesta y alegría en nuestra vida. Un ambiente de alegría invade el leccionario de este domingo, llamado precisamente en la liturgia antigua ‘‘domingo de la alegría’’ o laetare. El motivo es la proximidad de la pascua, que ha sido preparada con el caminar cuaresmal y que se aprecia ya, como el gran momento del renacimiento, y sobre todo de la reconciliación con Dios, fuente a su vez de la alegría cristiana. Ese tema de la reconciliación es tratado hoy intensamente en la página sagrada, por lo que amerita de mucha atención para que nos dejemos reconciliar con Dios Nos ponemos de pie. Recibimos a Cristo que preside esta Celebración a través de su ministro, cantando uniendo así nuestros corazones y nuestras voces. Primera lectura: Josué 5, 9a.10-12 Luego de pasar el Jordán, Israel se alegró y renovó la alianza con Dios hecha en el Sinaí. Reconciliándonos con Dios y con nuestros hermanos preparémonos para la celebración de la fiesta de la Pascua en la que renovaremos nuestra alianza con el Señor hecha el día del Bautismo. Escuchemos Lectura del libro de Josué En aquellos días, el Señor dijo a Josué: —«Hoy les he despojado del oprobio de Egipto.» Los israelitas acamparon en Guilgal y celebraron la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó. El día siguiente a la Pascua, ese mismo día, comieron del fruto de la tierra: panes ázimos y espigas fritas. Cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra, cesó el maná. Los

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israelitas ya no tuvieron maná, sino que aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán. Palabra de Dios. Salmo responsorial: Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7 R. Gusten y vean qué bueno es el Señor. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R. Proclamen conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R. Contémplenlo, y quedarán radiantes, su rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R. Segunda Lectura: 2 Corintios 5, 17-21 Escuchemos con atención esta súplica de Pablo de reconciliarnos con el Padre que por medio de su Hijo nos reconcilió consigo. Ante tanto amor nuestra respuesta está llamada a ser el vivir una nueva creación, una existencia nueva. Escuchemos Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios Hermanos: El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo les exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios. Palabra de Dios. Versículo antes del Evangelio Lc 15, 18 Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.» Evangelio: Lucas 15, 1-3. 11-32 El Padre se alegró y celebró una fiesta por su hijo recobrado. Así hace con nosotros el Padre lleno de misericordia que nos reconcilia con El y con nuestros hermanos. Alegrémonos porque con Jesús ha llegado el tiempo de la reconciliación entre Dios y los hombres. Escuchemos Lectura del santo Evangelio según san Lucas En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: —«Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo esta parábola: —«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.” El padre les repartió los bienes.

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No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: “Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.” Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.” Pero el padre dijo a sus criados: “Saquen en seguida el mejor traje y vístanlo; pónganle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traigan el ternero cebado y mátenlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.” Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: “Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud.” Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: “Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.” El padre le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.”» Palabra del Señor. Oración de los fieles Quien preside: Elevemos nuestras súplicas al Padre que siempre nos espera con los brazos abiertos diciendo: Padre por tu misericordia reconcílianos contigo. 1. Por toda la Iglesia, para que renovada en este Jubileo de la Misericordia, anuncie a todos los pueblos la reconciliación y la paz de parte de Dios. Oremos. 2. Para que nuestros sectores y comunidades sean escuelas donde se dé el perdón y la reconciliación, y se viva la misericordia. Oremos. 3. Por los pueblos que viven en guerra y en violencia, para que den pasos hacia la paz y hacia la reconciliación de las partes enfrentadas. Oremos. 4. Por los que son más pobres que nosotros para que con nuestra misericordia les ayudemos a solucionar sus problemas. Oremos. 5. Por los candidatos y candidatas a puestos políticos en nuestro país, para

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Déjense reconciliar con Dios

que presenten programas de trabajo realizables; y para que votemos a las mejores personas que nos presenten buenos programas. Oremos. 6. Por las familias, para que en ellas se promuevan los valores humanos y cristianos, y desde ellas nazcan las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal. Oremos. 7. Por todos nosotros y nosotras, para que, acojamos la misericordia y el perdón que Dios nos da, y seamos misericordiosos con los demás, principalmente con los mas necesitados. Oremos. Quien preside: Padre, rico en misericordia, que perdonas siempre y que quieres nuestra salvación, escucha nuestras oraciones. Danos la gracia de experimentar tu amor aun en aquellos momentos que nos desviemos de Ti y corramos siempre presurosos a tus brazos amorosos. Por Jesucristo tu Hijo. 7 Lunes

Feria Morado

Lectura del libro del profeta Isaías 65, 17-21 Así dice el Señor: “Miren, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; lo pasado no se recordará ni se volverá a pensar a ello, sino que habrá alegría y gozo eterno por lo que voy a crear. Pues convertiré en gozo a Jerusalén y a sus habitantes en alegría; me gozaré por Jerusalén y me alegraré por mi pueblo, y ya no se oirán en ella llantos ni lamentos. Ya no habrá allí niños que mueran al nacer ni ancianos que no completen sus años, pues será joven quien muera a los cien años, y a quien no llegue a ellos se le tendrá por maldito. Construirán casas y vivirán en ellas, plantarán viñas y comerán sus frutos”. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 29 R/ “Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.” Yo te alabo, Señor, porque me has librado, no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Tú, Señor, me libraste del abismo, me reanimaste cuando estaba a punto de morir. R. Canten al Señor, fieles suyos, den gracias a su santo nombre. Porque su enojo dura un instante, pero su bondad, toda la vida: por la tarde nos domina el llanto, por la mañana todo es alegría. R. Escucha, Señor, ten compasión de mí, Señor, ven en mi ayuda. Tú cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R. Lectura del santo evangelio según san  Juan 4, 43-54 En aquel tiempo salió Jesús de Samaria y continuó su viaje hacia Galilea. El mismo Jesús había declarado que un profeta no es bien considerado en su propia tierra. Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, pues también ellos habían estado en Jerusalén por la fiesta de la pascua y habían visto todo lo que Jesús hizo en aquella ocasión.

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Jesús visitó de nuevo Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario del rey, que tenía un hijo enfermo en Cafarnaúm. Cuando se enteró de que Jesús venía de Judea a Galilea, salió a su encuentro para suplicarle que fuera a su casa y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir. Jesús le dijo: “Si no ven signos y prodigios son incapaces de creer”. Pero el funcionario insistía: “Señor, ven pronto, antes de que muera mi hijo”. Jesús le dijo: “Regresa a tu casa; tu hijo ya está bien”. El hombre creyó en lo que Jesús le había dicho, y se fue. Cuando regresaba a su casa, le salieron al encuentro sus criados para darle la noticia de que su hijo estaba bien. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado la mejoría. Los criados le dijeron: “Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre”. El padre comprobó que la mejoría de su hijo había comenzado en el mismo momento en que Jesús le había dicho: “Tu hijo está curado”; y creyeron en Jesús él y todos los suyos. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea. Palabra del Señor. Meditación Dentro de poco celebraremos la Pascua, el paso de la muerte a la vida. Y eso es lo que presagia el profeta Isaías en la primera lectura, Dios restaura nuestra vida, se olvida de todo, borrón y cuenta nueva, como reza el argot popular. Dios nos asegura cambiar nuestro llanto en gozo. Ésta ha de ser nuestra gozosa esperanza. Para situarnos en el evangelio de hoy, recordemos que Jesús había dicho: “Un profeta no es estimado en su propia patria”. Por eso decide volver a Galilea, donde sí creían en Él. El funcionario se entera de que Jesús estaba allí y se acerca a Él para pedirle que fuera a sanar a su hijo que estaba muriéndose. Pero Jesús le reprocha que ellos no creen si no ven señales y prodigios. En la figura de este funcionario y el pueblo judío están representados todos aquellos que siguen y buscan a Jesús solamente cuando les conviene o cuando necesitan de él. A Jesús hay que buscarlo y reconocerlo como nuestro Salvador aun sin haber visto señales y milagros. Es decir, que nuestra fe no debe estar condicionada a los milagros, es al revés, el milagro opera en nosotros cuando nosotros tenemos fe. Es la fe del funcionario la que mueve a Jesús a actuar: “anda, tu hijo está curado”, el hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino, nos dice el pasaje bíblico. Una vez que el funcionario ha tenido el encuentro con Jesús se pone en camino, ese “ponerse en camino” significa dar testimonio de lo que Jesús ha hecho en su vida. Hoy Jesús quiere también sanar nuestros corazones, él quiere que nos pongamos en camino, quiere que demos testimonio fiable de su presencia viva en medio de nosotros. Cada día nos acercamos más a ese gran misterio de la Pasión y Muerte de Jesús, abramos nuestro corazón y dejemos que cure nuestras dolencias del alma para así poder disfrutar de su Pascua y Resurrección.

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Déjense reconciliar con Dios

8 Martes

Feria Morado

Lectura del libro del profeta Ezequiel 47, 1-9.12 En aquellos tiempos, el ángel me llevó a la entrada del templo, y vi que debajo del umbral, por el lado oriental hacia el que mira la fachada del templo, brotaba una corriente de agua. El agua descendía por el lado derecho del templo hasta la parte sur del altar. Me hizo salir por el pórtico norte y dar la vuelta por fuera hasta el pórtico exterior que mira hacia oriente, y vi que las aguas manaban desde el costado derecho. El hombre salió en dirección este con un cordel de medir en la mano, midió quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta los tobillos; midió otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta las rodillas; midió todavía otros quinientos metros y me hizo atravesar al agua, que me llegaba hasta la cintura; midió por fin otros quinientos metros y la corriente de agua era ya un torrente que no pude atravesar, pues había crecido al punto que sólo a nado se podía atravesar. Entonces me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre?” Después me ordenó que regresara a la orilla del torrente, y al regresar vi que junto al torrente en las dos orillas había muchos árboles. Y me dijo: “Estas aguas fluyen hacia oriente, bajan al Arabá y desembocan en el mar Muerto, cuyas aguas quedarán saneadas. Por donde pase este torrente, todo ser viviente que en él se mueva vivirá. Habrá abundancia de peces, porque las aguas del mar Muerto quedarán saneadas cuando llegue este torrente. Junto a las dos orillas del torrente crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas no se marchitarán ni sus frutos se acabarán. Cada mes darán frutos nuevos, porque las aguas que los riegan manan del santuario. Sus frutos servirán de alimento y su follaje de medicina”. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 45. R “El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.” Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro auxilio oportuno en el peligro. Por eso no tememos, aunque tiemble la tierra y las montañas se desplomen en el mar. R. Los canales de un río alegran la ciudad de Dios, la más santa morada del Altísimo. Dios está en medio de ella, no puede ser destruida; Dios la socorre al despuntar la aurora. R. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Vengan a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra. R.

Lectura del santo evangelio según san  Juan 5, 1-3ª. 5-16

Era un día de fiesta para los judíos cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, cerca de la puerta llamada de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda, con cinco pórticos. En estos pórticos había

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muchos enfermos recostados en el suelo: ciegos, cojos y paralíticos. Había entre ellos un hombre que llevaba treinta y ocho años inválido. Jesús, al verlo allí tendido, y sabiendo que llevaba mucho tiempo, le preguntó: “¿Quieres quedar sano?” Le respondió el enfermo: “Señor, no tengo a nadie que me ayude a entrar en la piscina cuando se mueve el agua. Mientras trato de llegar yo, otro se me ha adelantado”. Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y camina”. Al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y comenzó a caminar. Aquel día era sábado. Por eso los judíos le dijeron al que había sido sanado: “Hoy es sábado y no te está permitido llevar tu camilla”. Pero él contestó: “El que me sanó me dijo: “Toma tu camilla y camina”“. Ellos le preguntaron: “¿Quién es ese hombre que te dijo: “Toma tu camilla y camina?” “Pero él no conocía ni sabía quién lo había sanado, pues Jesús había desaparecido entre la muchedumbre que se había reunido allí. Más tarde, Jesús se encontró con él en el templo y le dijo: “Has sido sanado, no vuelvas a pecar más, pues podría sucederte algo peor”. El hombre fue a informar a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Jesús hacía obras como ésta en sábado; por eso lo perseguían los judíos. Palabra del Señor. Meditación Acabamos de leer una de las visiones de Ezequiel que hace referencia al torrente de agua que impregna todo y va sanando por donde quiera que pasa. Esa agua viva es el mismo Jesús. Déjate tocar por él y transformará tu vida. Ayer leíamos el segundo milagro o signo de Jesús narrado por el evangelista Juan, la curación del hijo del funcionario. Hoy asistimos al tercer signo: La curación del paralítico. El lugar donde ocurre este milagro es en la piscina de Betesda. Corrían rumores de que algunos enfermos se sanaban al entrar en la piscina, pero lo tenían que hacer justo en el momento en que las aguas comenzaban a moverse. Por eso, según el paralítico, llevaba treinta y ocho años y no se había curado porque alguien siempre se le adelantaba. Jesús, toma la iniciativa y le pregunta al paralítico si quería quedar sano a lo que éste le responde: “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado.” De alguna manera nos está diciendo el texto que nosotros no podemos salvarnos por sí mismos, necesitamos de alguien y para nosotros los creyentes ese alguien es el mismo Jesús. Ante el contraste del agua de la piscina que no había podido curar al paralítico está Jesús, el agua viva que da vida, que sana, que libera. Es esta fuente de agua viva la que hará al paralítico ver la vida de otro color, la que lo liberará de las muletas; de la falta de fe y le hará volver los ojos al único que puede salvarnos, el único que nos da la vida, a Jesús. Llama la atención en el texto la actitud de los judíos que en vez de alegrarse porque un hermano suyo ha vuelto a la vida, lo que hacen es fijarse en las minucias, fijarse en la ley. Cuando lo más importante no es si se cumple o no la ley, sino que ese hermano puede volver a su vida

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cotidiana. No se puede ni se debe anteponer una norma, una ley ante la vida, ante el bien. Hoy que se celebra el Día internacional de la mujer, pedimos a Jesús que libere a tantas mujeres paralizadas por el miedo y que por temor no denuncian el maltrato que reciben de sus parejas y así evitar que siga creciendo la tasa de feminicidios. 9 Miércoles

Feria Morado

Lectura del libro del profeta Isaías 49, 8-15 Así dice el Señor: “Te respondo cuando me necesitas, te auxilio el día en que te salvo, pues te formé y te constituí mediador del pueblo para restaurar el país, para repartir las tierras devastadas, para decir a los cautivos: “¡Salgan!” a los que están en tinieblas: “¡Déjense ver!” A lo largo de los caminos pastarán, en todos los montes resecos tendrán pastos. No pasarán hambre ni sed, el viento sofocante y el sol no les harán daño, pues el que se compadece de ellos los guiará, y los conducirá hacia manantiales de agua. Convertiré en caminos mis montañas y se nivelarán mis senderos. ¡Miren! Vienen todos de lejos, unos del norte y del poniente, otros de la región de Sinín. Griten, cielos, de gozo; salta, tierra, de alegría; montañas, rompan en aclamaciones, que el Señor consuela a su pueblo, se apiada de sus pobres. Sión decía: Me ha abandonado Dios, el Señor me ha olvidado”. ¿Acaso olvida una madre a su niño de pecho, y deja de querer al hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré”. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 144 R/ “El Señor es clemente y misericordioso.” El Señor es clemente y misericordioso, paciente y rico en amor. El Señor es bondadoso con todos, a todas sus obras se extiende su ternura. R. El Señor es fiel a todas sus palabras, leal en todas sus acciones. El Señor sostiene a todos los que caen y levanta a los que desfallecen. R. El Señor es fiel en todo lo que hace, leal en todas sus acciones. El Señor está cerca de los que lo invocan, de todos los que lo invocan sinceramente. R. Lectura del santo evangelio según san  Juan 5, 17-30 En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos: “Mi Padre sigue actuando y yo también actúo”. Por eso los judíos tenían mas deseo de matarlo, porque no sólo no respetaba el sábado, sino además decía que Dios era su propio Padre, y se hacía igual a Dios. Jesús continuó diciendo: “Yo les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta; él hace únicamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo. Pues el Padre ama al Hijo y le manifiesta todas sus obras; y le manifestará todavía cosas mayores, de modo que ustedes mismos quedarán maravillados. Porque, así como el Padre resucita a los muertos, dándoles la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere. El Padre no juzga a nadie, sino que le ha dado al Hijo todo el poder

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de juzgar. Y quiere que todos den al Hijo el mismo honor que dan al Padre. El que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo envió. Yo les aseguro que quien acepta lo que yo digo y cree en el que me envió, tiene la vida eterna; no sufrirá un juicio de condenación, sino que ha pasado de la muerte a la vida. Les aseguro que está llegando la hora, mejor aún, ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y todos los que la oigan, vivirán. Pues así como el Padre tiene el poder de dar la vida, ha dado al Hijo ese mismo poder. Y le ha dado también autoridad para juzgar, porque es el Hijo del hombre. No se admiren de lo que les estoy diciendo, porque llegará el momento en que todos los muertos oirán su voz, y saldrán de los sepulcros. Los que hicieron el bien, resucitarán para la vida eterna; pero los que hicieron el mal, resucitarán para su condenación. Yo no puedo hacer nada por mi cuenta. Juzgo según lo que Dios me dice, y mi juicio es justo, porque no pretendo actuar según mi voluntad, sino que cumplo la voluntad del que me envió”. Palabra del Señor. Meditación Este poema de Isaías, uno de los cuatro cánticos del Siervo de Yahvé, nos prepara para ver luego en Cristo al enviado de Dios. Es un canto que resalta el amor de un Dios que quiere a su pueblo, a pesar de sus extravíos. Un Dios que es pastor, agricultor, médico y hasta madre. Que se prepara a salvar a los suyos del destierro, a restaurar a su pueblo. «Digan a los cautivos: salgan; a los que están en tinieblas: vengan a la luz». Dios no quiere que su pueblo pase hambre ni sed, o que padezcan sequía sus campos: «los conduce el Compasivo y los guía a manantiales de agua». Todo será alegría y vida. Y por si alguien en Israel había dudado pensando «me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado», sepa que no tiene razón. «¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura? Pues yo no te olvidaré». Para situarnos en el evangelio de hoy, recordemos que ayer, en el relato de la curación del paralítico, Jesús, después de unos días se encontró con éste en el templo y le dijo que se fuera y no pecara más. El paralítico fue a decirles a los judíos quién era que lo había curado y estos perseguían a Jesús porque hacía curaciones en sábado. Los opositores de Jesús se asombran al ver cómo viola la ley del descanso sagrado, sin embargo, esto es solo una parte, porque Jesús pretende mucho más que reformar la ley y la religión, Él ha venido para renovar la creación entera. El evangelio de hoy nos muestra la autoridad de Jesús, pero también nos señala la íntima relación que existe entre el Padre y el Hijo y sobre todo la dependencia de éste último del Padre. Jesús no actúa por cuenta propia. Él viene a realizar la obra que el Padre le ha encomendado. La obra de Jesús es hacer la voluntad del Padre; es decir, darnos vida y tenerla en abundancia. El mayor regalo para los que creemos en el enviado del Padre es la garantía de que resucitaremos con él y viviremos para siempre. Pero ese resucitar no es volver a vivir, sino levantarse para empezar una vida nueva y transformada. Es cierto que los muertos

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resucitarán como nos dice hoy el evangelio, pero nosotros debemos vivir nuestras vidas como resucitados como también resucita todo aquel que ha abrazado la fe en Cristo. Por eso nos asegura Jesús que quien escucha su palabra y cree al que le envía, ha pasado ya de la muerte a la vida y no se le llamará a juicio. Debemos esperar para el futuro la confirmación final de lo que vivimos ahora, es decir, que si no vivimos ya como resucitados no podemos pretender resucitar a la vida eterna. 10 Jueves

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Lectura del Libro del Éxodo 32,7-14 En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: “Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto.”” Y el Señor añadió a Moisés: “Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo.” Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: “¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Tendrán que decir los egipcios: “Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: “Multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a su descendencia para que la posea por siempre.”” Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo. Palabra de Dios Salmo Responsorial: Sal 105 “Acuérdate de nosotros, por amor a tu pueblo” En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba. R. Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios en Egipto, maravillas en el país de Cam, portentos junto al mar Rojo. R. Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente a él, para apartar su cólera del exterminio. R. Lectura del Santo Evangelio según San Juan 5,31-47 En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: “Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí. Ustedes enviaron mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que ustedes se salven. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y ustedes quisieron gozar un instante de

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su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca han escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en ustedes, porque al que él envió no le creen. Estudian las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no quieren venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, los conozco y sé que el amor de Dios no está en ustedes. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibieron; si otro viene en nombre propio, a ése sí lo recibieron. ¿Cómo podrán creer ustedes, que aceptan gloria unos de otros y no buscan la gloria que viene del único Dios? No piensen que yo los voy a acusar ante el Padre, hay uno que los acusa: Moisés, en quien tienen su esperanza. Si creyeran a Moisés, me creerían a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dan fe a sus escritos, ¿cómo darán fe a mis palabras?”Palabra del Señor Meditación Después del pecado del pueblo, que se ha hecho un becerro de oro y le adora como si fuera su dios, Yahvé habla a Moisés distanciándose del pueblo: «se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto... Este pueblo es de dura cerviz: déjame que mi ira se encienda contra él». Pero Moisés intercede tomando la defensa de su pueblo ante Dios: «¿por qué se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto»? No es el pueblo de Moisés, sino el de Dios. Ése va a ser el primer argumento para aplacar a Yahvé. Además, le recuerda la amistad de los grandes patriarcas, para que perdone ahora a sus descendientes. También utiliza otra razón: se van a reír los egipcios si ahora el pueblo perece en el desierto. Jesús envía a los discípulos de dos en dos y lo hace atendiendo a una costumbre que había en la cultura de la época. Lo que yo decía, lo que yo hacía tenía que estar amparado, avalado por el testimonio de otra persona, ya que nadie puede dar testimonio de sí mismo. Por eso Jesús comienza el evangelio argumentando que si él diera testimonio de sí mismo no era válido. Pero inmediatamente les dice que hay otro que da testimonio de él y que además es verdadero. Se está refiriendo a Juan el Bautista. Al mismo tiempo Jesús asegura que él no depende del testimonio de un hombre. Y es cierto, el mayor testimonio que tenemos de Jesús son sus obras, ellas hablan por si mismas: “el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado”. El testimonio que da Jesús de sí mismo carecería de valor si no tuviera como garante supremo de la verdad, el Padre. El Padre da por bueno, garantiza y firma lo que hace Jesús. Jesús no necesita que otros den testimonio de él, sus obras son las que mejor hablan de él. Pasa lo mismo con nosotros no es necesario que digamos que creemos en Jesús.

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Nuestras obras, nuestros hechos deben hablar si solos. Las palabras de Jesús pueden ser catalogadas como duras, y no dejan de serlo, pero a la vez tiene razón, porque es que muchas veces nosotros decimos estar buscando de Jesús, leemos su Palabra, participamos de la Eucaristía; algo que está bien, pero no somos capaces de verlo en el que sufre, en el afligido, en el huérfano, en la viuda. Es preciso que le creamos a Jesús, que creamos en su Palabra, pero sobre todo que sepamos reconocerlo en los más desposeídos. 11 Viernes

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Lectura del libro de la Sabiduría 2, 1ª.12-22 Se dijeron los impíos razonando equivocadamente: “Pongamos trampas al justo, porque nos resulta insoportable y se opone a nuestra forma de actuar; nos echa en cara que no hemos cumplido la ley y nos reprocha las faltas contra la educación recibida; presume de conocer a Dios y se proclama a sí mismo hijo del Señor. Es un reproche contra nuestros pensamientos, y sólo verlo nos molesta. Pues lleva una vida distinta de los demás y va por caminos muy diferentes; nos considera moneda falsa, se aparta de nosotros como si fuéramos impuros; proclama dichosa la suerte de los justos y presume de tener a Dios por Padre. Veamos si es verdad lo que dice, comprobemos cómo le va al final. Porque si el justo es hijo de Dios, él lo asistirá y lo librará de las manos de sus adversarios. Probémoslo con ofensas y tortura: así veremos hasta dónde llega su paciencia y comprobaremos su resistencia. Condenémoslo a una muerte deshonrosa, pues, según dice, Dios lo librará”. Así piensan, pero se equivocan, pues los ciega su maldad. Ignoran los secretos de Dios, no confían en el premio de la virtud, ni creen en la recompensa de los intachables. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 33 R/ “El Señor está cerca de los atribulados.” El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su recuerdo. Cuando uno grita, el señor lo escucha y lo libra de todas sus angustias. R. El Señor está cerca de los que sufren y salva a los que están desconsolados. Muchas son las desgracias del justo, pero de todas lo libra el Señor. R. El cuida de todos sus huesos, ni uno solo se romperá. Porque el Señor redime a sus siervos, y no serán castigados los que se refugian en él. R. Lectura del santo evangelio según san  Juan 7, 1-2.10.25-30 Después de algún tiempo, Jesús andaba por Galilea. Evitaba estar en Judea, porque los judíos buscaban la ocasión para matarlo. Ya estaba cerca la fiesta judía de las tiendas de campaña. Más tarde, cuando sus parientes subieron a la fiesta, subió también Jesús, pero en privado, no públicamente.

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Ante esto, algunos de los que vivían en Jerusalén se preguntaban: “¿No es éste el hombre al que quieren matar? Resulta que está hablando en público y nadie le dice ni una palabra. ¿Es que habrán reconocido nuestros jefes que es en realidad el Mesías? Pero, por otra parte, cuando aparezca el Mesías, nadie sabrá de dónde viene; y éste sabemos de dónde es”. Al oír estos comentarios, Jesús, que estaba enseñando en el templo, levantó la voz y afirmó: “¿De manera que me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no he venido por mi propia cuenta, sino que he sido enviado por el que dice la verdad, y a quien ustedes no conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él quien me envió”. Intentaron entonces detenerlo, pero nadie se atrevió a hacerlo, porque todavía no había llegado su hora. Palabra del Señor. Meditación “Pongamos trampas al justo, porque nos resulta insoportable y se opone a nuestra forma de actuar…lleva una vida distinta a la nuestra y va por caminos muy diferentes…” Dice hoy el libro de la Sabiduría presagiando el destino de todos los que quieren vivir según la voluntad de Dios. Todo cristiano o cristiana ha de tener claro que en muchas ocasiones puede ser un incordio y su presencia puede resultar incómoda para muchos. Pero también tenemos que ser conscientes de que hay situaciones de injusticias en las que no podemos callar. Esta era la causa principal de porqué los Judíos buscaban matarle. “Evitaba estar en Judea porque los judíos buscaban la ocasión para matarlo”. Esta actitud de Jesús deja clara cuál era su misión. No es que tuviera miedo, sino que lo suyo era cumplir la voluntad del Padre y él no podía exponerse ni adelantar “su hora” hasta que se cumpliese la promesa mesiánica. El reconocer a Jesús como Mesías, como salvador, conlleva el reconocerle como tal. Es por esta razón que Jesús va mostrándose poco a poco a través de gestos, signos y señales que van descubriendo poco a poco su identidad. Jesús obliga a la gente a que se pregunte acerca de él y continúa reiterando su íntima vinculación con el Padre. Para nosotros es importante también respondernos esa pregunta, ¿quién es Jesús? ¿Qué significa Jesús en mi vida? Debemos descubrir por nosotros mismos a Jesús, y en la medida que vayamos descubriéndolo, iremos también progresando en el camino de nuestra salvación. Dependiendo del concepto que tengamos de Jesús, así será nuestra fe. Si yo entiendo que Jesús es alguien a quien yo puedo recurrir sólo cuando me interesa o solo creo en él porque puede hacer milagros, entonces mi fe es una fe vaga. Aceptar a Jesús, creer en Jesús implica pasar por el camino de la cruz. En él se materializa la figura del siervo sufriente que entrega su vida para nuestra salvación y quien crea en él y quiera salvarse ha de pasar por el mismo camino. Hemos de ir muriendo poco a poco, ir disminuyendo para que Cristo crezca en nosotros. Los judíos creen conocerlo y saber todo acerca de Jesús, y realmente no saben nada porque le consideran como un simple predicador y desconocen que es la Palabra hecha carne, que es Dios mismo. Que es el enviado del Padre para ser el mediador entre éste y la humanidad.

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Lectura del libro del profeta Jeremías 11, 18-20 En aquel tiempo dijo Jeremías: “El Señor todopoderoso me lo hizo saber y comprendí. Entonces me hiciste descubrir sus intenciones. Yo era como un cordero manso llevado al matadero; no sabía lo que conspiraban contra mí. “¡Destruyamos el árbol cuando aún tiene savia; arranquémoslo de la tierra de los vivos, y que nadie se acuerde más de su nombre!” Pero tú, Señor todopoderoso, juzgas rectamente, y examinas el interior del hombre y sus intenciones; haz que yo pueda ver tu venganza sobre ellos, porque a ti he confiado mi causa”. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 7 R/ “Señor, Dios Mío, a ti me acojo.” Señor, Dios mío, en ti busco refugio, sálvame de mis perseguidores y líbrame; no sea que me destrocen como leones, de cuyas fauces nadie puede escapar. R. Júzgame, Señor, según mi rectitud, según la inocencia que hay en mí. Que termine la maldad de los malvados; da tu apoyo al inocente, tú que examinas el corazón y las entrañas, tú que eres un Dios justo. R. Dios es mi escudo, él salva a los honrados. Dios es un juez justo, siempre alerta para el castigo. R. Lectura del santo evangelio según san  Juan 7, 40-53 En aquel tiempo, algunos de los que habían escuchado a Jesús comenzaron a decir: “Seguro que éste es el Profeta”. Otros decían: “Este es el Mesías”. Otros, por el contrario: “¿Acaso va a venir el Mesías de Galilea? ¿No afirma la Escritura que el Mesías tiene que ser de la familia de David y de su mismo pueblo, de Belén?” Había pues, una gran división de opiniones acerca de Jesús. Algunos querían detenerlo, pero nadie se atrevió a hacerlo. Los guardias fueron donde estaban los sumos sacerdotes y los fariseos, y éstos les preguntaron: “¿Por qué no lo han traído?” Los guardias respondieron: “Nadie ha hablado jamás como lo hace este hombre”. Los fariseos les dijeron: “¿También ustedes se han dejado engañar? ¿No se dan cuenta de que ninguno de nuestros jefes ni los fariseos han creído en él? Lo que ocurre es que esta gente, que no conoce la ley, se halla bajo la maldición”. Uno de ellos, Nicodemo, el mismo que en otra ocasión había ido a ver a Jesús, intervino y dijo: “¿Acaso nuestra ley permite condenar a alguien sin haberlo oído previamente para saber qué ha hecho?” Los otros le contestaron: “¿También tú eres de Galilea? Investiga las Escrituras y llegarás a la conclusión de que jamás ha surgido un profeta en Galilea”. Y después de esto, cada uno regresó a su casa. Palabra del Señor. Meditación En esta primera lectura Jeremías utiliza la imagen del cordero manso llevado al matadero. Por el hecho de cumplir su misión y llamar al pueblo

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a la conversión, el profeta se ve rechazado y traicionado por sus propios hermanos. Es imagen de Jesús que, como un cordero, morirá para quitar el pecado del mundo. Muchos cristianos en el mundo también son perseguidos por ser fieles a la Palabra de Dios. Un cristiano auténtico, que se empeña por vivir el evangelio, ha de tomar consciencia de que su forma de actuar desconcierta a muchos, lo mismo que pasaba con Jesús. La forma de actuar de Jesús desconcierta a sus interlocutores, sobre todo a los fariseos y maestros de la ley que no entienden como uno de los suyos, a quien han visto crecer y que según ellos no posee los mínimos conocimientos, puede hablar de la manera como lo hace. En el evangelio según san Marcos, llegarán incluso a preguntarse quién es este hombre que habla como quien tiene autoridad y hasta los espíritus inmundos le obedecen. En esta ocasión el rechazo hacia Jesús se apoya en que Jesús no es descendiente de David, ni oriundo de Belén, cuando resulta que es ambas cosas a la vez. La lectura del evangelio de hoy pone de manifiesto la imposibilidad que tiene el ser humano de comprender a Jesús cuando partimos de nuestros propios criterios. Esta incapacidad se haya personificada por los fariseos y se pone de manifiesto en el hecho de que los policías no cumplieron la orden de arrestar a Jesús, porque quedaron impresionados por la autoridad de su doctrina. Los policías reconocen que Jesús era diferente, que nadie había hablado como él y paradójicamente los fariseos dicen que ellos reconocen a Jesús porque no conocen la ley. Digo paradójicamente porque la ley, la Escritura, es uno de los caminos para conocer y llegar a Jesús y resulta que quienes la conocían no son capaces de reconocerle, sin embargo los ignorantes si. Por eso, llegará a decir Jesús, en esa oración sacerdotal, gracias Señor, porque has escondido esto a los sabios y se lo has revelado a los sencillos. Cuando la arrogancia, la prepotencia y el afán desmedido por el poder se apoderan de nosotros, somos capaces de justificar lo injustificable. Es lo que sucede con Nicodemo y su intervención. Éste sabía que no se podía juzgar a alguien sin antes haber escuchado la versión del condenado y los fariseos, aferrados a un falso patriotismo, no hacen caso a Nicodemo y lo que es peor, lo consideran como aliado de Jesús, simplemente por acogerse a lo que ya estaba establecido y defender que se actuara justamente como decía la ley que los fariseos tanto defendían. 13

Domingo V de Cuaresma

Primera Semana Liturgia de las Horas

Morado

Dejémonos reconciliar por Jesús y corramos hacia El Orientaciones para esta Celebración: Colocar un manto enlodado al lado de uno limpio para significar la gracia y la importancia del perdón. Colocar una imagen visible del papa perdonando a Mohamed Ali Agca o de otra persona perdonando a otro. Se pueden presentar en las ofrendas símbolos del perdón.

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Monición de Entrada: Hermanos y hermanas: Un saludo cariñoso en nombre del que nos reúne hoy a celebrar el misterio de nuestra fe que es Jesucristo muerto y resucitado. En este Quinto Domingo de Cuaresma Jesús nos muestra cómo Dios, bondadoso y compasivo, quiere anular nuestro pasado de pecado, renovándonos mediante el perdón. Las tres lecturas nos hablan del cambio que la bondad de Dios quiere obrar en nosotros, por el perdón y la reconciliación. En efecto, se nos presenta la obra de Dios en la pascua como una liberación de la esclavitud del pecado y del peso de una historia de sufrimiento. Dispongámonos pues, a reconciliarnos con Dios porque quiere salvarnos. Nos ponemos de pie y cantando recibimos a Cristo que llega a través de su ministro a presidir esta Celebración y a decirnos aquellas palabras que dijo a la mujer adúltera: “”Yo tampoco te condeno, vete y no peques más”. Primera Lectura: Isaías 43, 16-21 El Señor refiriéndose al éxodo de Egipto hace esta pregunta a su pueblo: ¿No recuerdan lo que hice por ustedes en el pasado? Al hacer memoria de su historia ellos crecerán en la fe y en la esperanza en medio de su exilio en Babilonia y comprenderán que una vez reconciliados con Dios todo comenzará de nuevo. Escuchemos Lectura del libro de Isaías Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes; caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. «No recuerden lo de antaño, no piensen en lo antiguo; miren que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notan? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo. Me glorificarán las bestias del campo, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza.» Palabra de Dios. Salmo responsorial: Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. R. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. R. Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. R. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas. R.

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Segunda Lectura: Filipenses 3, 8-14 San Pablo da su testimonio personal de que una vez que Cristo lo alcanzó a El y se reconcilió con El toda su vida fue un correr hacia delante buscando alcanzarlo a El. Esa es también la tarea permanente de cada uno de nosotros que como Pablo todo lo estimamos basura con tal de ganar a Cristo. Escuchemos Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses Hermanos: Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe. Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos. No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí. Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús. Palabra de Dios. Versículo antes del Evangelio Jl 2, 12-13 Ahora —oráculo del Señor— conviértanse a mí de todo corazón, porque soy compasivo y misericordioso. Evangelio: Juan 8, 1-11 Hoy, Jesús nos muestra la misericordia del Padre hacia la mujer adúltera reconciliándola con El. Sus palabras valen también hoy para nosotros: ”Yo tampoco te condeno, vete y no peques más” cuando con sinceridad nos dejamos tocar el corazón por El y nos reconciliamos con El. Escuchemos. Lectura del santo Evangelio según san Juan En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: —«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?» Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: —«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.» E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó

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y le preguntó: —«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó: —«Ninguno, Señor.» Jesús dijo: —«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»Palabra del Señor. Oración de los Fieles El que preside: Confiados en el amor misericordioso del Padre presentemos nuestras necesidades diciendo: Padre, renueva nuestra mente y nuestro espíritu para correr hacia Ti. 1. Por la Iglesia y sus pastores para que renovada en espíritu, sea testimonio de misericordia y que nunca se detenga hasta llegar a la plenitud de Cristo. Oremos 2. Por los gobernantes de las naciones para que Dios les dé sabiduría y la disposición para encontrar soluciones al grave problema de la violencia intrafamiliar y contra la mujer. Oremos 3. Para que la campaña electoral se haga en paz, con respeto a las personas y a las opiniones de los otros, y para que votemos a las mejores personas que tengan buenos programas para el país. Oremos 4. Para que no nos convirtamos en jueces de los demás, sino que tengamos misericordia de los pobres, pecadores y necesitados. Oremos 5. Por los enfermos y quienes están sufriendo por cualquier motivo, para que experimentes la presencia y misericordia de Dios y también la nuestra. Oremos. 6. Por quienes participamos en esta celebración, para que nos dejemos reconciliar con Dios y seamos fuente de reconciliación para los demás. Oremos. Quien preside: Escucha Padre misericordioso nuestras súplicas. Danos un corazón misericordioso para acoger al pecador y ayudarlo para que, arrepentido de su pecado, pueda renovar su mente y su espíritu. Por Jesucristo Nuestro Señor. 14 Lunes

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Lectura del libro de Daniel 13,1-9.15-17.19-30.33-6 Vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín. Se había casado con una mujer llamada Susana, hija de Jilquías, que era muy bella y temerosa de Dios; sus padres eran justos y habían educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era muy rico, tenía un jardín contiguo a su casa, y los judíos solían acudir donde él, porque era el más prestigioso de todos. Aquel año habían sido nombrados jueces dos ancianos, escogidos entre el pueblo, de aquellos de quienes dijo el Señor: «La iniquidad salió en Babilonia de los ancianos y jueces que se hacían guías del pueblo.» Venían éstos a menudo a casa de Joaquín, y todos los que tenían algún litigio se dirigían a ellos. Cuando todo el mundo se había retirado ya, a mediodía, Susana entraba a pasear por el jardín de su marido. Los dos ancianos, que la veían entrar a

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pasear todos los días, empezaron a desearla. Perdieron la cabeza dejando de mirar hacia el cielo y olvidando sus justos juicios. Mientras estaban esperando la ocasión favorable, un día entró Susana en el jardín como los días precedentes, acompañada solamente de dos jóvenes doncellas, y como hacía calor quiso bañarse en el jardín. No había allí nadie, excepto los dos ancianos que, escondidos, estaban al acecho.  Dijo ella a las doncellas: «Tráiganme aceite y perfume, y cierren las puertas del jardín, para que pueda bañarme.»  En cuanto salieron las doncellas, los dos ancianos se levantaron, fueron corriendo donde ella, y le dijeron: «Las puertas del jardín están cerradas y nadie nos ve. Nosotros te deseamos; consiente, pues, y entrégate a nosotros. Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que estaba contigo un joven y que por eso habías despachado a tus doncellas.»  Susana gimió: « ¡Ay, qué aprieto me estrecha por todas partes! Si hago esto, es la muerte para mí; si no lo hago, no escaparé de ustedes. Pero es mejor para mí caer en sus manos sin haberlo hecho que pecar delante del Señor.»  Y Susana se puso a gritar a grandes voces. Los dos ancianos gritaron también contra ella, y uno de ellos corrió a abrir las puertas del jardín. Al oír estos gritos en el jardín, los domésticos se precipitaron por la puerta lateral para ver qué ocurría, y cuando los ancianos contaron su historia, los criados se sintieron muy confundidos, porque jamás se había dicho una cosa semejante de Susana. A la mañana siguiente, cuando el pueblo se reunió en casa de Joaquín, su marido, llegaron allá los dos ancianos, llenos de pensamientos inicuos contra Susana para hacerla morir.  Y dijeron en presencia del pueblo: «Manden a buscar a Susana, hija de Jilquías, la mujer de Joaquín.» Mandaron a buscarla, y ella compareció acompañada de sus padres, de sus hijos y de todos sus parientes. Todos los suyos lloraban, y también todos los que la veían. Los dos ancianos, levantándose en medio del pueblo, pusieron sus manos sobre su cabeza. Ella, llorando, levantó los ojos al cielo, porque su corazón tenía puesta su confianza en Dios. Los ancianos dijeron: «Mientras nosotros nos paseábamos solos por el jardín, entró ésta con dos doncellas. Cerró las puertas y luego despachó a las doncellas. Entonces se acercó a ella un joven que estaba escondido y se acostó con ella. Nosotros, que estábamos en un rincón del jardín, al ver esta iniquidad, fuimos corriendo donde ellos. Los sorprendimos juntos, pero a él no pudimos atraparle porque era más fuerte que nosotros, y abriendo la puerta se escapó. Pero a ésta la agarramos y le preguntamos quién era aquel joven. No quiso revelárnoslo. De todo esto nosotros somos testigos.» La asamblea les creyó como ancianos y jueces del pueblo que eran. Y la condenaron a muerte.  Entonces Susana gritó fuertemente: «Oh Dios eterno, que conoces los secretos, que todo lo conoces antes que suceda, tú sabes que éstos han levantado contra mí falso testimonio. Y ahora voy a morir, sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra mí.» 

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El Señor escuchó su voz y, cuando era llevada a la muerte, suscitó el santo espíritu de un jovencito llamado Daniel, que se puso a gritar: «¡Yo estoy limpio de la sangre de esta mujer!»  Todo el pueblo se volvió hacia él y dijo: «¿Qué significa eso que has dicho?»  Él, de pie en medio de ellos, respondió: «¿Tan necios son, hijos de Israel, para condenar sin investigación y sin evidencia a una hija de Israel? ¡Vuelvan al tribunal, porque es falso el testimonio que éstos han levantado contra ella!»  Todo el pueblo se apresuró a volver allá, y los ancianos dijeron a Daniel: «Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, ya que Dios te ha dado la dignidad de la ancianidad.» Daniel les dijo entonces: «Sepárenlos lejos el uno del otro, y yo les interrogaré.»  Una vez separados, Daniel llamó a uno de ellos y le dijo: «Envejecido en la iniquidad, ahora han llegado al colmo los delitos de tu vida pasada, dictador de sentencias injustas, que condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables, siendo así que el Señor dice: “No matarás al inocente y al justo.” Con que, si la viste, dinos bajo qué árbol los viste juntos.» Respondió él: «Bajo una acacia.» «En verdad –dijo Daniel– contra tu propia cabeza has mentido, pues ya el ángel de Dios ha recibido de él la sentencia y viene a partirte por el medio.»  Retirado éste, mandó traer al otro y le dijo: « ¡Raza de Canaán, que no de Judá; la hermosura te ha descarriado y el deseo ha pervertido tu corazón! Así trataban a las hijas de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban a ustedes. Pero una hija de Judá no ha podido soportar su iniquidad. Ahora pues, dime: ¿Bajo qué árbol los sorprendiste juntos?»  Él respondió: «Bajo una encina.» «En verdad –dijo Daniel– tú también has mentido contra tu propia cabeza: ya está el ángel del Señor esperando, espada en mano, para partirte por el medio, a fin de acabar con ustedes.»  Entonces la asamblea entera clamó a grandes voces, bendiciendo a Dios que salva a los que esperan en él.  Luego se levantaron contra los dos ancianos, a quienes, por su propia boca, había convencido Daniel de falso testimonio y, para cumplir la ley de Moisés, les aplicaron la misma pena que ellos habían querido infligir a su prójimo: les dieron muerte, y aquel día se salvó una sangre inocente. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 22 “Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo” El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R/. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R/. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/.

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Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R/. Lectura del Santo Evangelio según San Juan 8,1-11 En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?»  Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.  Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.» E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.  Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó: «Ninguno, Señor.» Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».Palabra del Señor. Meditación Uno de los pecados más graves es el levantar falso testimonio contra alguien, porque además de mentir se pone en juego la reputación y en algunas ocasiones hasta la vida del calumniado. Este pecado se agrava cuando yo hago uso de mi poder y del reconocimiento que tengo ante la gente. Ese fue el pecado de estos dos ancianos, que aprovechándose de su estatus, de ser personas honorables, respetuoso, utilizaron tales atributos para enjuiciar y hacer condenar a una inocente, simplemente porque ésta no quiso acceder a sus instintos malsanos. Pero Dios nunca desampara a los suyos y justo cuando la van a matar aparece Daniel, para hacer que la justicia divina se encargue de descubrir la trama de los ancianos y salve a la inocente. Al leer este pasaje bíblico me llegan a la mente tantos periodistas y profesionales del micrófono que aprovechan el poder de la prensa para manchar la reputación de tanta gente. Porque si bien es verdad que hay muchos que hacen un trabajo serio, también los hay aquellos que se lucran a costa de la difamación de las personas y que actúan movidos por los intereses y siempre ladeando la balanza a favor de quien les paga. A veces con una simple llamada de alguien acusando a alguien de algo, ya eso es motivo suficiente para que dediquen horas y horas dañando la reputación del acusado sin antes hacer una investigación seria. El Evangelio nos presenta un caso parecido a la primera lectura. En esta ocasión no ha sido un falso testimonio, sino que realmente la mujer ha sido “sorprendida” en adulterio y a la que la ley manda apedrear. Los letrados y fariseos se la llevan a Jesús para ver cómo responde. Pero Jesús guarda silencio, no la condena y se vuelve hacia ella con toda la misericordia de

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Dios. “¿Ninguno te ha condenado? Tampoco yo te condeno”. Sólo un amor que no juzga nos deja con esa sensación de vivir en libertad y con nuestra dignidad intacta, ya que un amor así nos dignifica y es un estímulo para vivir nuestra fe. Pero esto requiere un paso de madurez en nuestra fe, una gran dosis de conversión. Hay acciones objetivamente malas, que merecen siempre ser condenadas, pero la persona es siempre un recinto interior y sagrado en el que nosotros no podemos entrar. Condenemos siempre el pecado, pero amemos siempre al pecador, y dejemos que sea Dios el que, cuando llegue el tiempo, nos juzgue a todos. 15

Feria

Martes

Morado

19º Aniversario de la Ordenación Episcopal de Mons. Francisco Ozoria Acosta, Obispo de la Diócesis de San Pedro de Macorís 24º Aniversario de la dedicación de la Catedral de La Vega Lectura del libro de los Números 21,4-9 En aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edom. El pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés: “¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo.”  El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: “Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes.”  Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió: “Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla.” Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado. Palabra de Dios Salmo Responsorial: 101 R/. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; no me escondas tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco, escúchame en seguida. R/. Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria. Cuando el Señor reconstruya Sión  y aparezca en su gloria, y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones. R/. Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor. Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte. R/.

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Lectura del santo evangelio según san Juan  8,21-30 En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: “Yo me voy y me buscarán y morirán por su pecado. Donde yo voy no podrán venir ustedes.”  Y los judíos comentaban: “¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podrán venir ustedes”?” Y él continuaba: “Ustedes son de aquí abajo, yo soy de allá arriba: ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón les he dicho que morirán por sus pecados: pues, si no creen que yo soy, morirán por sus pecados.” Ellos le decían: “¿Quién eres tú?”  Jesús les contestó: “Ante todo, eso mismo que les estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en ustedes; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él.” Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: “Cuando levanten al Hijo del hombre, sabrán que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.”  Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él. Palabra del Señor Meditación La primera lectura nos presenta cómo, en el desierto, el pueblo de Israel realiza la experiencia de la dificultad de vivir la fe, de confiar en la promesa de Dios. Su rebelión le muestra que fuera de Dios no hay salvación. Durante su marcha a través del desierto, el pueblo de Israel se desanimó, habló contra Dios y contra Moisés. A lo largo de toda la Biblia, el desierto es el lugar de la tentación y de las pruebas. La gran prueba es la de dudar de Dios mismo. Ese estado de duda en nuestras relaciones con Dios suele aparecer cuando nos sentimos excesivamente aplastados por el peso de nuestras preocupaciones. Y esto sucede, en verdad, también a los cristianos más generosos y a los apóstoles más ardientes. Con mayor razón esto puede explicar en parte el ateísmo y la incredulidad y como suele pasar, con el desánimo a cuestas, acusamos a Dios! Juan toca de lleno el enfrentamiento de Jesús con el judaísmo oficial. El tema principal de este enfrentamiento es sin duda la lucha acerca de la revelación y la cuestión acerca del lugar de la presencia de Dios. Es bastante significativo que tal enfrentamiento haya ocurrido en el templo de Jerusalén, el lugar de la presencia de Yahvé. La Palabra de Dios que acabamos de escuchar es una evocación directa al amargo trago de la Pasión y muerte de Jesús. El asume con generosa serenidad ser el Nuevo Moisés, dispuesto a curarnos de las heridas del pecado. Moisés intenta sostener y apaciguar al “pueblo que caminaba extenuado por el desierto y protestaba contra Dios”.  La figura de la “serpiente elevada en el estandarte”, es una profecía de lo que Jesús conseguirá cuando esté crucificado en el estandarte de la Cruz. Los judíos, como con frecuencia nos sucede hoy a nosotros, no entendían casi nada de los caminos que Dios había trazado para liberarnos. No aceptamos con fe y esperanza las exigencias de nuestra travesía por

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el desierto de la historia. En vez de aceptar los caminos providenciales de Dios, nos empecinamos en trazar y seguir nuestros caminos. A veces se nos olvida la advertencia del Señor: “Mis caminos no son sus caminos”. Jesús nos ha marcado el rumbo verdadero: El diseñado y decidido por el Padre. No debemos empeñarnos en permanecer en “la esclavitud de Egipto” a la que de diversas maneras nos invita el mundo, gran parte de la sociedad de hoy. Aunque estamos en el mundo, “no somos del mundo”. Somos de Cristo y estamos al servicio de los hermanos de camino hacia el “nuevo cielo y la nueva tierra”. Llegaremos al Hogar del Padre común, si, pese a las persecuciones, las dificultades y la fatiga del camino, estamos convencidos de que nos acompaña Dios. 16 Miércoles

Feria Morado

Lectura de la profecía de Daniel 3,14-20.91-92.95 En aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo: «¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no respetan a mis dioses ni adoran la estatua de oro que he erigido? Miren: si al oír tocar la trompa, la flauta, la citara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, están dispuestos a postrarse adorando la estatua que he hecho, háganlo; pero, si no la adoran, serán arrojados al punto al horno encendido, y ¿qué dios los librará de mis manos?»  Sidrac, Misac y Abdénago contestaron: «Majestad, a eso no tenemos por qué responder. El Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido y nos librará de tus manos. Y aunque no lo haga, conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido.» Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido.  El rey los oyó cantar himnos; extrañado, se levantó y, al verlos vivos, preguntó, estupefacto, a sus consejeros: «¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?»  Le respondieron: «Así es, majestad.»  Preguntó: «¿Entonces, cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el horno sin sufrir nada? Y el cuarto parece un ser divino.» Nabucodonosor entonces dijo: «Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y prefirieron arrostrar el fuego antes que venerar y adorar otros dioses que el suyo.»Palabra de Dios Salmo Responsorial: Dn 3,52.53.54.55.56 R/. A ti gloria y alabanza por los siglos Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,  bendito tu nombre santo y glorioso, a él gloria y alabanza por los siglos. R/.

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Bendito eres en el templo de tu santa gloria, Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/. Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. A ti gloria y alabanza por los siglos. Bendito eres en la bóveda del cielo. R/. Lectura del santo evangelio según san Juan 8,31-42 En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si se mantienen en mi palabra, serán de verdad discípulos míos; conocerán la verdad, y la verdad les hará libres.»  Le replicaron: «Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Serán libres”.»  Jesús les contestó: «Les aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo los hace libres, serán realmente libres. Ya sé que son linaje de Abrahán; sin embargo, tratan de matarme, porque no dan cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero ustedes hacen lo que le han oído a su padre.» Ellos replicaron: «Nuestro padre es Abrahán.»  Jesús les dijo: «Si fueran hijos de Abrahán, harían lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratan de matarme a mí, que les he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Ustedes hacen lo que hace su padre.»  Le replicaron: «Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios.» Jesús les contestó: «Si Dios fuera su padre, me amarían porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió.»Palabra del Señor Meditación Los tres jóvenes del horno de Babilonia nos dan un ejemplo de fortaleza. A pesar de estar en medio de un ambiente hostil, pagano, y a pesar de todas las órdenes y amenazas de la corte real en la que sirven, saben mantener su identidad de creyentes. En medio de las llamas del horno, son un ejemplo viviente de libertad. Son más libres ellos que el rey que les ha mandado arrojar al horno. Dios ayuda a sus fieles y les da la fuerza que necesitan en su lucha contra el mal. En el evangelio de hoy vemos a Jesús discutiendo con algunos judíos que habían creído en él. Resulta un poco increíble, pero sucedió así, y ¿qué ha pasado para que se diera esta discusión? Sencillamente que estos eran creyentes que habían venido del judaísmo y tenían una fe incipiente. Creían porque estaban entusiasmados con la persona de Jesús, pero no habían tenido un encuentro verdadero, no habían experimentado una conversión real y efectiva. Pasa a menudo con muchas personas que dicen conocer y creer en Jesús, pero que en el momento de tener que demostrarlo se quedan cortos o simplemente dejan a un lado la religión y hacen totalmente lo contrario de lo que Jesús enseña.

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Por eso, es necesario que demos el paso de una fe inicial entusiasmada, que acepta a Jesús como un mesías profético, a la auténtica confesión adecuada de una fe cristiana, que le reconoce como hijo de Dios y que quiere hacer su voluntad. En el texto Jesús juega con tres palabras muy relacionadas en el ámbito de la fe: libertad, esclavitud y verdad. La esclavitud a la que se refiere Jesús es la esclavitud del pecado. Mientras éste exista, en el rechazo de la fe en Jesús, el hombre no es verdaderamente libre. La verdad que es necesario conocer para alcanzar la libertad se refiere a la realidad divina liberadora, a la realidad divina manifestada en Jesús. Ya no basta pensar en la ley, como lo hacía el judaísmo, que pensaba que “la Torá es la verdad y su estudio libera al hombre”. La verdadera libertad la da el creer en Jesús, porque es una libertad que viene directamente de aquel que le ha enviado. Para los judíos, el mundo se dividía en dos bandos: los hijos de Abrahán, es decir, ellos, y los demás. Se gloriaban de su antepasado y se olvidaban de que a los ojos de Dios, cada uno vale por lo que es. Jesús se presenta como el testigo de la verdad, el que por su sola presencia obliga a todos a que se examinen a sí mismos. Examinémonos a la luz de verdad que es Cristo y renunciemos a nuestra vida caduca, nuestra vida de pecado y así seremos libres. 17 Jueves

Feria Morado

Lectura del libro del Génesis 17, 3-9 En aquellos días, Abrán cayó de bruces y Dios le dijo: “Esta es la alianza que hago contigo: tú llegarás a ser padre de una muchedumbre de pueblos. No te llamarás ya Abrán, sino que tu nombre será Abrahán, porque yo te hago padre de una muchedumbre de pueblos. Te haré inmensamente fecundo; de ti surgirán naciones; y reyes saldrán de ti. Establezco mi alianza contigo y tus descendientes después de ti por siempre, como alianza perpetua. Les daré a ti y a tus descendientes, la tierra en la que ahora peregrinas, toda la tierra de Canaán, en posesión perpetua; y yo seré el Dios de tus descendientes”. Y el Señor añadió: “Guardarás mi alianza tú y tus descendientes de generación en generación”. Palabra de Dios Salmo Responsorial: 104 “El Señor se acuerda de su alianza eternamente.” Recurran al Señor y a su poder, busquen su rostro sin descanso. Recuerden las maravillas que hizo, sus portentos y sus justas decisiones. R. Descendencia de Abrahán, su siervo, hijos de Jacob, su elegido: el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra están en vigor sus decretos. R. El se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra que ha dado por mil generaciones; del pacto concluido con Abrahán, y del juramento que hizo a Isaac. R.

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Lectura del santo evangelio según san  Juan 8, 51-59 En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos: “Yo les aseguro que el que pone en práctica mi palabra, no morirá nunca”. Al oír esto, los judíos le dijeron: “Ahora nos convencemos plenamente de que estás endemoniado. Tanto Abrahán como los profetas murieron, y ahora tú dices: El que pone en práctica mi palabra no experimentará la muerte para siempre. ¿Acaso eres tú más importante que nuestro padre Abrahán? Tanto él como los profetas murieron, ¿por quién nos tienes?” Jesús respondió: “Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría; es mi Padre quien me glorifica, el mismo del que ustedes dicen: “Es nuestro Dios”. En realidad no lo conocen; yo, en cambio, sí lo conozco. Y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco de veras y pongo en práctica sus palabras. Abrahán, su padre, se alegró sólo con el pensamiento de que iba a ver mi día; lo vio y se llenó de alegría”. Entonces los judíos le dijeron: “¿De modo que tú, que aún no tienes cincuenta años, has visto a Abrahán?” Jesús les respondió: “Les aseguro que antes que Abrahán naciera, yo soy”. Entonces los judíos tomaron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo. Palabra del Señor. Meditación La primera lectura nos presenta la alianza que Dios establece con Abrahán. Los verdaderos descendientes de Abrahán son aquellos que por la fe confían en las promesas de Dios. Yahvé hace un pacto de alianza con Abrahán. Le cambia el nombre, con lo que eso significa de misión específica: ahora no es Abrán (hijo de un noble), sino Abrahán (padre de muchedumbres). El cambio de nombre de Abrahán indica un cambio de misión: será el padre de una muchedumbre de pueblos, y su fe será referencia constante para sus hijos. En el evangelio de hoy los judíos le replicaban a Jesús: “Tenemos en razón en decir que eres un samaritano y que estás poseído por un demonio…” Al escuchar esta acusación que le hacen a Jesús sólo queda decir que cuando se acaban las razones aparecen las sinrazones. Es lo que ocurre aquí. Como estaban buscando excusas para acabar con él ahora se les ocurre de tildarlo de samaritano, lo cual, según la rivalidad que existía entre judíos y samaritanos era como si dijéramos que Jesús era hereje, idólatra y blasfemo. Pero Jesús continúa haciendo la voluntad del Padre; les responde y a la vez se revela como el que Es y les dice: Yo no tengo un demonio, pero ustedes me deshonran a mí porque honro a mi Padre. Yo no tengo que defender mi honor, hay otro que se preocupa por mí y hará justicia. Jesús quiere decirle a sus oponentes que en definitiva él será honrado por el Padre y los incrédulos serán juzgados. La revelación de Jesús se centra en el terreno de la vida. Jesús ha recibido del Padre el poder de dar la vida. Aceptarle es adherirse a la vida, es decir, pegarse a él, creerle a él significa vivir para siempre y rechazar la muerte. Pero los judíos no entienden, piensan que Jesús se refiere a la vida física, cuando Jesús lo que está afirmando es su superioridad sobre Abrahán y los profetas, algo que los judíos no aceptaban.

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Jesús intenta resolver el problema desde el plano del conocimiento, ¿quién conoce a Dios?, no el que sabe mucho de él, porque los fariseos y maestros de la ley conocían mucho de Dios, y sin embargo, no le conocían. Sino el que está abierto a él en una relación personal y profunda. Ese es el conocimiento bíblico y es el conocimiento que Jesús y Abrahán tienen de Dios. Es en este sentido también que Jesús dice que Abrahán se llenó de alegría al verle, no es que se hayan visto cara a cara, sino porque éste estuvo abierto a la palabra salvadora de Dios. Recordemos…el conocimiento de Dios no se da por saber mucho acerca de él, sino por tener un encuentro personal con él. Por aceptar su palabra y ponerla en práctica. 18

Feria

Viernes Morado 55º Aniversario de la Ordenación Presbiteral de Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez , Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo y Mons. Jesús Maria de Jesús Moya, Obispo Emérito de San Francisco de Macorís Lectura del libro del profeta Jeremías 20, 10-13 En aquel tiempo oía el cuchicheo de la gente: “¡Terror por todas partes! ¡Denúncienlo, vamos a denunciarlo!” Todos mis familiares espiaban mi traspié: “Quizá lo podamos engañar, lo vencemos y nos desquitamos de él”. Pero el Señor está conmigo como un guerrero poderoso; mis perseguidores caerán y no me vencerán, quedarán avergonzados por su fracaso, sufrirán una humillación eterna e inolvidable. ¡Oh Señor todopoderoso, que examinas al justo, que ves el interior del hombre y sus intenciones, haz que yo vea cómo te vengas de ellos, porque a ti he confiado mi causa! Canten al Señor, alaben al Señor, que libró al pobre del poder de los perversos. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 17 R/ “En el peligro invoqué al Señor y me escuchó.” Yo te amo, Señor, mi fuerza. El Señor es mi roca, mi defensa y el que me libra. R. Mi Dios, la peña en que me refugio y mi escudo, mi fuerza salvadora y mi fortaleza. Invoco al Señor, digno de alabanza, y él me salva de mis enemigos. R. Los lazos de la muerte me envolvían, me asustaban torrentes destructores; los lazos del abismo me apresaban, la muerte me tenía entre sus redes. R. En mi angustia clamé al Señor, grité a mi Dios pidiendo auxilio. Él escuchó mi voz desde su templo, mi grito llegó hasta sus oídos. R. Lectura del santo evangelio según san  Juan 10, 31-42 En aquel tiempo, los judíos volvieron a tomar piedras para tirárselas. Jesús les dijo: “He hecho ante ustedes muchas obras buenas por encargo del

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Padre. ¿Por cuál de ellas quieren apedrearme?” Le contestaron los judíos: “No es por ninguna obra buena que queremos apedrearte, sino por haber blasfemado. Pues tú, siendo hombre, te haces Dios”. Jesús les respondió: “¿No está escrito en su ley: Yo les digo: ustedes son dioses? Pues, si la ley llama dioses a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios, y lo que dice la Escritura no puede ponerse en duda, entonces, ¿con qué derecho me acusan de blasfemia sólo por haber dicho: “yo soy Hijo de Dios”, a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean, pero si las realizo, acepten el testimonio de las mismas aunque no quieran creer en mí. De este modo reconocerán que el Padre está en mí y yo en el Padre”. Así pues, intentaron de nuevo detener a Jesús, pero él se les escapó de entre las manos. Jesús se fue de nuevo a la otra orilla del Jordán, al lugar donde anteriormente había estado bautizando Juan, y se quedó allí. Acudía a él mucha gente, que decía: “Es cierto que Juan no hizo ningún signo, pero todo lo que dijo de éste era verdad”. Y en aquella región muchos creyeron en él. Palabra del Señor. Meditación A Jeremías le tocó anunciar desgracias y catástrofes, si no se convertían. El suyo fue un mensaje mal recibido por todos, por el pueblo, por sus familiares, por las autoridades. Tramaron su muerte, y él era muy consciente de ello. Pero en la página de hoy se ve que, a pesar del drama personal que vive, triunfa en él la oración confiada en Dios: «el Señor está conmigo... mis enemigos no podrán conmigo... el Señor libró la vida del pobre de manos de los impíos». Jeremías representa a tantas personas a quienes les toca sufrir en esta vida, pero que ponen su confianza en Dios y siguen adelante su camino. Contra Jesús reaccionan más violentamente aún que contra Jeremías. Sus enemigos de nuevo agarran piedras y le quieren eliminar. Es el acoso y derribo.Los judíos continúan intrigados acerca de la persona de Jesús y le exigen que diga claramente si él es el Mesías. Jesús le responde: Ya se lo he dicho, pero ustedes no creen. Las obras que hago en el nombre de mi Padre manifiestan quién soy, pero ustedes no creen porque no son ovejas mías. Con esto Jesús les dice que su categoría de enviado del padre únicamente puede ser admitida por aquellos que le pertenecen, por sus ovejas, por los que están abiertos a la fe. Sólo ellos pueden reconocer su unidad con el Padre. Si sus obras son las de Dios la única alternativa es aceptar que Dios está en él. La prueba de que Jesús es el Mesías son sus obras. Ellas son sus credenciales. Sin embargo, para aceptar esto es necesario ser de la verdad, estar abiertos al plan de Dios y no condicionar a Dios desde nuestros propios prejuicios y seguridades. Esto es lo que significa “ser de la verdad”, “oír su voz”, “seguirle y encontrar la salvación y la vida”. El Hijo está en el Padre formando una armonía perfecta de pensamiento y de obra. Y es lo que no entienden ni aceptan los judíos, que Jesús es

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el mismo Dios, y por eso lo acusan de blasfemo. La afirmación de Jesús divide a los hombres en dos grupos. Por un lado están los que creen que él es Dios y aceptan dicha Revelación, el enviado del Padre para dar la vida al mundo. Y por otro lado están los judíos, los que no creen y le consideran blasfemo, como alguien tan loco que se pone al nivel de Dios. Ante la acusación que le hacen los judíos, Jesús se defiende haciendo referencia al salmo 82,6 que llama “dioses” a aquellos que han sido nombrados por Dios para trabajar por el bien de su pueblo, entonces no deberían escandalizarse de que se llame Hijo de Dios a quien él ha enviado al mundo como su embajador. Es decir, si los jefes humanos pueden ser llamados dioses, con más razón puede ser llamado Dios el que es mucho más que ellos. 19

Solemnidad: San José, Esposo de la Virgen María

Sábado

Blanco

3º Aniversario del inicio del ministerio del Papa Francisco Lectura del libro segundo de Samuel 7,4-5ª.12-14ª.16 En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: “Ve y dile a mi siervo David: “Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre.”Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 88 R/ “Su linaje será perpetuo” Cantaré eternamente las misericordias del Señor, / anunciaré tu fidelidad por todas las edades. / Porque dije: “Tu misericordia es un edificio eterno, / más que el cielo has afianzado tu fidelidad.”R. Sellé una alianza con mi elegido, / jurando a David, mi siervo: / “Te fundaré un linaje perpetuo, / edificaré tu trono para todas las edades.”R. Él me invocará: “Tú eres mi padre, / mi Dios, mi Roca salvadora.” / Le mantendré eternamente mi favor, / y mi alianza con él será estable. R. Lectura de la carta de san Pablo a los Romanos 4,13.16-18.22 Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: “Te hago padre de muchos pueblos.” Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra

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toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: “Así será tu descendencia.” Por lo cual le valió la justificación. Palabra de Dios. Lectura del santo evangelio según san  Mateo 1,16.18-21.24ª Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: “José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.” Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor. Palabra del Señor. Meditación Celebramos hoy la solemnidad de san José, esposo de la Virgen y padre adoptivo de Jesús. Se podría decir que de la misma manera que el ángel del Señor anunció a María su futura y divina maternidad, también se puede decir que el ángel del Señor anunció a José su deber de aceptar a María como su esposa y mujer. Así lo dice literalmente el evangelio de Mateo que hemos escuchado. Y así como María dijo su famoso y trascendental “hágase”, así José “hizo como el ángel del Señor le había mandado”. Y las mismas dificultades que había tenido María para rendirse a la voluntad del Señor, las tuvo José, y quizá mayores, para obedecer la voz del ángel. Ha de suponerse lo mal que tuvo que pasarlas José, desde el momento mismo en que empezó a darse cuenta de que su esposa estaba embarazada. Seguro que fueron días y noches de un inmenso pesar y de un desconsuelo total. José amaba a María y confiaba en ella; estaba dispuesto a poner la mano en el fuego por la inocencia y bondad de su esposa. Pero las evidencias eran innegables. ¿Qué hacer? Nos dice el evangelio que “como era justo y no quería ponerla en evidencia, decidió repudiarla en secreto”. La actitud y su decisión, es algo grandioso y admirable. José conocía muy bien las leyes judías y sabía que denunciar públicamente a su esposa, acusándola de infidelidad, podía llevar a ésta a morir apedreada en la calle pública. Sin embargo, él prefiere aceptar a su esposa, a la que amaba más que a sí mismo, antes que exponerla a una afrenta y muerte escandalosa e inmerecida. El cumplimiento de la Ley era para José mucho menos importante que el bien de su esposa. Su propio bien y satisfacción personal era menos importante que el bien de la persona a la que amaba. En estos tiempos de tanta violencia machista, el ejemplo del amante y buen esposo José puede y debe ser para nosotros un ejemplo a seguir. Si los hombres y mujeres

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de hoy tuvieran el mismo concepto del amor y del bien que tuvo José, no habría violencia machista, ni tantos feminicidios, ni tanto egoísmo dentro y fuera del matrimonio. El Señor confía y valora las capacidades humanas, los deseos sinceros de amar de José, de serle fiel. Por eso, en este día deseamos aprender primero de Dios que quiso contar con sus criaturas –fiado de ellas—para llevar a cabo su plan de Redención. En su fiesta, nos encomendamos al que fue siempre fiel a Dios, al que contó en todo con la confianza de su Creador. Le pedimos nos consiga de Dios la gracia de una fe a la medida de la suya cuando cuidaba de Jesús y de María; una fe que nos lleve a sentirnos más responsables con Dios, que también se hace presente en nuestra vida y confía en el amor de cada uno. 20

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

II Semana de la Liturgia de las Horas

Rojo

Orientaciones para esta Celebración: En este día el Papa Francisco dentro del Jubileo quiere que todos los jóvenes sean protagonistas de esta celebración, llevando los ramos, preparando la procesión y la Eucaristía. También, todos los sectores de la Parroquia con sus jóvenes delante saldrán desde sus lugares con sus ramos cantando y alabando al Señor hacia el lugar donde se bendecirán los Ramos como recuerdo de que ellos con su gente y con su acción evangelizadora son el ramo más hermoso con el que esta Iglesia Local quiere aclamar de manera permanente al Señor. Deben llevar un letrero con el nombre de su sector. Durante la procesión irán juntos y se colocarán juntos en la Eucaristía. Adornar el Templo con abundantes ramos y palmas. Colocar el lema del mes en un lugar visible. Seleccionar los lectores de la pasión con antelación para que ensayen la lectura con tiempo. Cada persona se responsabiliza de llevar sus ramos de palmas o de otras plantas. Se entonan cantos alusivos a este día en la procesión y luego en la Eucaristía. Se puede preparar un burrito llevado por un joven de la comunidad. Se pueden llevar niños con ramos alrededor de quien preside. Primer momento:

Con un espíritu y mente renovados aclamemos al Señor con alegría

Monición de Entrada Hermanos: Hoy comenzamos las celebraciones de la Gran Semana Cristiana, la semana de la reconciliación, de la reflexión profunda sobre el

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perdón y sobre el triunfo de Jesús sobre la muerte, por lo que recordamos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, entre cantos de júbilo, con palmas y ramos de olivo, como todos tenemos aquí. El domingo de Ramos contemplamos el rostro del Siervo sufriente que con su Pasión salva al mundo. Los tres textos bíblicos presentan ese rostro que aunque cubierto de insultos y salivazos puede consolar dirigiendo una palabra de aliento al abatido. Nosotros no queremos que la historia se repita. Iniciamos el camino hoy para acompañar a Jesús el jueves y Viernes Santo y llegar con Cristo a la Resurrección de la Pascua. Nos disponemos a celebrar la reconciliación porque ya no tendría sentido el odio y el rencor, pues quedaron sepultados en el acto más grande de amor por parte de Dios para con nosotros, su Pasión, Muerte y Resurrección. Oremos: Acrecienta, Señor, la fe de los que en Ti esperan y escucha las plegarias de los que en ti acuden, para que quienes alzamos hoy los ramos en honor de Cristo victorioso, permanezcamos en El dando fruto abundante de buenas obras. Por nuestro Señor. Se rocía con agua bendita los ramos en silencio EVANGELIO + Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 28-40 En aquel tiempo, Jesús echó a andar delante, subiendo hacia Jerusalén. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos, diciéndoles: —«Vayan a la aldea de enfrente; al entrar, encontrarán un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les pregunta: “¿Por qué lo desatan?”, contéstenle: “El Señor lo necesita”.» Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron: “¿Por qué desatan el borrico?” Ellos contestaron: — «El Señor lo necesita.» Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos y le ayudaron a montar. Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y, cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos, por todos los milagros que habían visto, diciendo: —«¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto.» Algunos fariseos de entre la gente le dijeron: —«Maestro, reprende a tus discípulos.» Él replicó: —«Les digo que, si éstos callan, gritarán las piedras.» Palabra del Señor. Breve homilía Procesión con los ramos: El que preside dice: Como la muchedumbre que aclamaba a Jesús, acompañemos también nosotros con júbilo al Señor.

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- Se inicia la procesión con este orden: el que lleva el incienso va delante, el que lleva la Cruz adornada con ramos en medio de dos ministros con velas encendidas, luego el sacerdote con el diácono y los ministros y a continuación todos los fieles cantando. - Cantos apropiados: Salmos 23; 46, himnos Cristo Rey, himnos de alabanza a Cristo. Llegada al Templo: Al llegar a la Parroquia, el celebrante llamará a cada sector y los invitará a que expresen su aclamación al Señor. Luego, les preguntará sobre su deseo de seguir adelante con su compromiso como Sector, con estas palabras: Párroco: Levanten los ramos todos los coordinadores de sectores y respondan estas preguntas:  ¿Están dispuestos a seguir animando sus sectores promoviendo en ellos la Nueva Evangelización?  ¿Están dispuestos a coordinar y promover las diferentes actividades parroquiales de nuestro Plan de Pastoral en sus sectores?  ¿Están dispuestos a trabajar unidos a su párroco, a los demás sectores, a las diferentes Comisiones Pastorales y a trabajar en conjunto para que el Evangelio llegue a todos y a todas? Párroco: Levanten sus ramos, ahora, todos los que forman los diferentes sectores. (Si quiere puede llamarlos por su nombre). Les pregunto:  ¿Están dispuestos a seguir participando en las diferentes actividades del Sector para unirnos más en el Señor y entre nosotros?  ¿Están dispuestos a realizar las acciones significativas de evangelización en sus familias y en su sector?  ¿Están dispuestos a participar de la Eucaristía de los Domingos? Párroco: El Señor les bendiga y les conceda ser fieles hasta el final. Que todos y todas seamos en cada sector ramos vivos que aclaman al Señor y formemos su pueblo santo. Amén. Segundo momento:

Liturgia de la Palabra

PRIMERA LECTURA: Isaías 50, 4-7 “No oculté mi rostro a los insultos” dice el Siervo de Yahvé en el tercero de sus cánticos. El Siervo acumula dolor en sí mismo, pero no se aparta de su misión de reconciliar a Dios con su pueblo y al pueblo con su Dios, llegando hasta las consecuencias últimas de su fidelidad. Escuchemos. Lectura del libro de Isaías Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído. Y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.

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El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Palabra de Dios.   Salmo responsorial: Sal 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24 (R.: 2a) R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere.» R. Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. R. Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R. Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alabadlo; linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel. R.   Segunda Lectura Filipenses 2, 6-11 San Pablo nos explica que Cristo se anonadó y se humilló a sí mismo por amor a los que vivimos sumergidos por el pecado para reconciliarnos con su Padre. Contrario a lo que hizo Adán, El por su obediencia fiel su Padre lo elevó a su gloria. Escuchemos. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todonombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios.   Versículo antes del Evangelio Flp 2, 8-9 Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobretodo-nombre».   Evangelio: Lucas 22, 14-36, 56. En el camino hacia el Calvario y en su muerte misma, Jesús termina escribiendo la página más solemne de la misericordia extrema, que no permite lamento sobre sí, sino sobre aquellos que verdaderamente lo necesitan y que pide perdón sobre sus ejecutores: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”. Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 22, 14-23, 56 Palabra del Señor.

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Oración de los Fieles El que preside: Estamos necesitados de la salvación traída por Cristo, por eso con toda confianza presentamos nuestras oraciones de petición. A cada invocación responderemos: “Por la Pasión de tu Hijo, escúchanos, Padre”. 1. Por la Iglesia, para que se purifique por la sangre de Cristo y sea obediente del Padre y espacio donde se comunique el servicio, la misericordia, la paz y fraternidad. Oremos 2. Por nuestros gobernantes, para que como Jesús sean fieles a Dios, promuevan la paz, trabajen con entrega total por el bien de todos, especialmente de los más necesitados, aunque les cueste sacrificios y sufrimientos. Oremos 3. Por quienes están es campaña electoral, para que no se presenten como salvadores, sino como servidores; y para que votemos a quienes van a servir al pueblo y no a servirse de él. Oremos 4. Por todos los que participan de la pasión de Cristo por cualquier tipo de sufrimiento, para que descubran el poder salvador de sus dolores unidos a los de Cristo y para que les ayudemos a superarlos con nuestra solidaridad y compromiso. Oremos 5. Por los adolescentes y jóvenes, que se preparan para celebrar la Pascua Juvenil 2016, para que se reavive en ellos su opción por Jesucristo y estén abiertos a ser misericordiosos como el Padre. Oremos. 6. Por nosotros que hemos vitoreado al Señor con palmas y cantos, como nuestro Rey y que nos disponemos a celebrar la Pascua, para que por su Pasión y Muerte lleguemos a la gloria de la Resurrección. Oremos El que preside: Escucha Padre Santo nuestras oraciones. Haznos tus siervos para que, como Jesús, sepamos darnos por entero a Ti y a nuestros hermanos y así seamos portadores de tu reconciliación en esta tierra. Por Jesucristo, nuestro Señor. Compromiso de esta Semana Santa Estemos en el lugar donde estemos, durante esta semana, vamos a participar en las celebraciones de la Semana Santa, principalmente en las del Triduo Pascual. 21 Lunes Santo

Feria Morado

Lectura del libro del profeta Isaías 42, 1-7 Este es mi siervo a quien sostengo, mi elegido en quien me complazco. He puesto sobre él mi espíritu, para que manifieste el derecho a las naciones. No gritará, no voceará ni clamará por las calles; no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que apenas arde. Manifestará firmemente el derecho, y no se debilitará ni se cansará hasta implantarlo en la tierra. Los pueblos lejanos anhelan su enseñanza. Así dice el Señor Dios, que creó y desplegó el cielo, que extendió la tierra y su vegetación, que concede vida a sus habitantes, y aliento a los que se mueven en ella:

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Yo, el Señor, te llamé según mi plan salvador; te tomé de la mano, te formé y te hice mediador del pueblo y luz de las naciones, para abrir los ojos a los ciegos, para sacar prisioneros de la cárcel, y del calabozo a los que viven en tinieblas. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 26 R/ “El Señor es mi luz y mi salvación.” El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es mí fortaleza, ¿quién me hará temblar? R. Cuando los malvados se lanzan contra mí para devorarme, son ellos, mis adversarios y enemigos, los que tropiezan y caen. R. Aunque un ejército acampara contra mí, no temo; aunque me hicieran la guerra, me sentiría seguro. R. Espero gozar los bienes del Señor en la tierra de los vivos. Espera en el Señor, sé fuerte, ten ánimo, espera en el Señor. R. Lectura del santo evangelio según san  Juan 12, 1-11 Seis días antes de la fiesta judía de la pascua, llegó Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Ofrecieron allí una cena en honor de Jesús. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él. Entonces María se presentó con un frasco de perfume muy caro, casi medio litro de nardo puro y ungió con él los pies de Jesús; después los secó con sus cabellos. La casa se llenó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de los discípulos –el que lo iba a traicionar– protestó diciendo: “¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para repartirlo entre los pobres?” Si dijo esto, no fue porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero común, robaba de lo que echaban en ella. Jesús le dijo: “Déjala en paz. Esto que ha hecho anticipa el día de mi sepultura; además, a los pobres los tendrán siempre con ustedes; a mí, en cambio, no siempre me tendrán”. Un gran número de judíos se enteró de que Jesús estaba en Betania, y fueron allá, no sólo para ver a Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes tomaron entonces la decisión de eliminar también a Lázaro, porque, por su causa, muchos judíos se alejaban de ellos y creían en Jesús. Palabra del Señor. Meditación El primer canto de Siervo de Yahvé, que escuchamos hoy en el profeta Isaías, presenta al Siervo como el elegido de Dios, lleno de su Espíritu, enviado a llevar el derecho a las naciones y abrir los ojos de los ciegos y liberar a los cautivos. Se describe el estilo con el que actuará: «la caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará». Para ponernos en sintonía con el Misterio que vamos a vivir durante esta semana y que culminará con ese gran acontecimiento de la Pascua, se

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nos propone hoy en la lectura del evangelio de Juan, dos relatos alusivos a lo que vamos a vivir: la resurrección de Lázaro y la unción de Jesús, como anticipo de su verdadera y definitiva unción como siervo de Dios. Recordemos que Lázaro había muerto y Jesús lo resucita, y con ello comunica a la humanidad el don que ha recibido del Padre, el don supremo de la vida. Unos días después, Jesús decide visitar a su amigo en ocasión de una cena que allí se ofrecía. Nos dice el evangelio que eran seis días antes de la Pascua. Para entender este dato, debemos conocer la intención que tiene el evangelista. Juan, en su evangelio, presenta a Jesús como el nuevo Adán que viene a instaurar una nueva creación. Una creación que llega a la perfección con la celebración de la Pascua. Por eso, tanto en las bodas de Caná, recordemos que allí son seis las vasijas llenas de agua para la purificación y que Jesús convierte en vino, como en el relato de hoy, seis días antes de la Pascua. Estos datos nos dicen que tanto el judaísmo, como el Antiguo Testamento, que seguían vigentes en cuanto a leyes de la purificación, se resisten a ser sustituidos. Es por eso que quieren acabar con Jesús y con todo lo que demuestre que él tiene poder sobre los poderes terrenos y sobre la muerte. Por esa misma razón es que quieren matar a Lázaro, que en este caso es como la prueba fehaciente de que Jesús es el salvador del mundo. Este acoso hacia Lázaro deja entrever la suerte que correrán los discípulos de Jesús, que no será distinta de la del Maestro. Él lo sabe, por eso se deja ungir y recrimina a Judas por criticar la acción. Esa decisión de matar a Lázaro pone de manifiesto el rechazo de la fe por parte de los dirigentes judíos y su actitud violenta frente a Jesús. Nosotros como discípulos de Jesús debemos estar dispuestos a correr la misma suerte que Jesús. Al igual que Lázaro, al encarnar y promover la causa de Jesús, encontraremos la misma oposición por parte del mundo. 22 Martes Santo

Feria Morado

Lectura del libro del profeta Isaías 49, 1-6 Escuchen, habitantes de las islas; atiendan, pueblos lejanos: El Señor me llamó desde el seno materno, desde las entrañas de mí madre pronunció mi nombre. Convirtió mi boca en espada afilada, me escondió al amparo de su mano; me transformó en flecha punzante y me guardó en su aljaba. Me dijo: “Tú eres mi siervo, Israel, y estoy orgulloso de ti”. Aunque yo pensaba: “En vano me fatigué, por nada e inútilmente gasté mis fuerzas”. Sin embargo, el Señor defendía mi causa, mi Dios guardaba mi recompensa. Y ahora habla el Señor, aquél que desde el vientre me formó como siervo suyo, para que le trajera a Jacob y le reuniera a Israel. ¡Tan valioso soy para el Señor y en Dios se halla mi fuerza! Él dice: “No sólo eres mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer a los sobrevivientes de Israel, sino que te convierto en luz de las naciones para que mi salvación llegue hasta el último rincón de la tierra”. Palabra de Dios.

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Salmo Responsorial: 70 R/ “Mi boca contará tu salvación, Señor” En ti, Señor, me refugio; que yo no quede avergonzado para siempre. Líbrame, rescátame tú, que eres salvador; hazme caso y libérame. R. Sé para mí una roca de refugio, una fortaleza donde me salve, pues tú eres mi roca y mi fortaleza; Dios mío, rescátame de las manos del malvado. R. Porque tú eres mi esperanza, Señor, en ti confío, Señor, desde mi juventud. En ti me apoyaba antes de nacer, tú eres mi protector desde las entrañas de mi madre. R. Mi boca proclamará todo el día tu salvación, y tus actos liberadores. Desde mi juventud. Dios mío, me has instruido, y yo he proclamado tus maravillas hasta hoy. R. Lectura del santo evangelio según san  Juan 13, 21-33. 36-38 En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se conmovió profundamente y declaró: “Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”. Los discípulos comenzaron a mirarse unos a otros, preguntándose a quién podría referirse. Uno de ellos, el discípulo al que Jesús tanto amaba, estaba reclinado sobre el pecho de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que le preguntara a quién se refería. El discípulo que estaba reclinado sobre el pecho de Jesús le preguntó: “Señor, ¿quién es?” Le contestó Jesús: “Aquel a quien yo dé el trozo de pan que voy a mojar en el plato”. Y, mojándolo, se lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón. Cuando Judas recibió aquel trozo de pan mojado, Satanás entró en él. Jesús le dijo: “Lo que vas a hacer, hazlo cuanto antes”. Ninguno de los que estaban a la mesa con Jesús entendió lo que había querido decir. Como Judas era el que llevaba la bolsa del dinero, algunos pensaron que le había encomendado que comprara lo necesario para la fiesta o que diera algo a los pobres. Judas, después de recibir el trozo de pan mojado, salió inmediatamente. Era de noche. Al salir Judas, dijo Jesús: “Ahora va a manifestarse la gloria del Hijo del hombre, Dios será glorificado en él. Y si Dios va a ser glorificado en el Hijo del hombre, también Dios lo glorificará a él. Y lo va a ser muy pronto. Hijos míos, ya no estaré con ustedes por mucho tiempo. Me buscarán, pero les digo ahora lo mismo que ya dije a los judíos: “Adonde yo voy, ustedes no pueden venir”“. Simón Pedro le preguntó: “Señor, ¿adónde vas?” Jesús le respondió: “Adonde yo voy tú no puedes seguirme ahora; algún día lo harás”. Pedro insistió: “Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Estoy dispuesto a dar mi vida por ti”. Jesús le dijo: “¡De modo que estás dispuesto a dar tu vida por mí! Te aseguro, Pedro, que antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces”. Palabra del Señor. Meditación Hemos leído el segundo canto del siervo. Éste es consciente de haber sido elegido desde el seno materno para una misión concreta: ser en manos de Dios como una espada, como una saeta, para conseguir sus

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fines; tiene que unificar al pueblo de Israel y hacer que vuelva a Dios y, además, ser luz de las naciones. Se anuncia en este canto las dificultades que va a tener el Siervo. Habla de fatiga y de dudas: ¿será en vano todo lo que va a hacer? ¿resultará todo un fracaso? “En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas”. Pero triunfa la confianza en Dios: “Mi Dios era mi fuerza”. En el evangelio de hoy Jesús experimenta una de las pruebas más duras de su misión: ser traicionado por uno de los suyos. Imaginemos por un momento cuán grande habría de ser la decepción de Jesús aquella noche .Debió ser muy duro. Pero aun así, Jesús no se opone, no pone resistencia, al contrario, le anima a que haga lo que tiene que hacer. Y esto lo hace porque Jesús tenía claro que él había venido a cumplir la voluntad del Padre y que este trago amargo de la traición lo tenía que beber, aunque ello superara sus fuerzas. Una vez más se pone de manifiesto que la invitación que te hace Jesús para seguirle no impide que caigas en las tentaciones por eso el cristiano debe estar permanentemente en oración para fortalecer el vínculo de comunión con el Padre y evitar caer en las garras del demonio. Ante el anuncio de Jesús de que uno de ellos le traicionaría, vienen las preguntas acerca de quién puede ser. Pedro, a quien Jesús le nombra como cabeza de la Iglesia toma la iniciativa y con una señal le dice a Juan que le pregunte de quién se trata. “…Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente”. Era de noche. Con su actitud Judas sale inmediatamente del cenáculo, es como si dijéramos que sale del espíritu de comunión en el que vivía antes de tomar la decisión de traicionar a Jesús. Al leer este pasaje bíblico casi siempre caemos en la tentación de juzgar y condenar la actitud de judas, sin darnos cuenta de muchas veces, también nosotros traicionamos a Jesús con nuestras acciones. Traicionamos a Jesús cuando queremos hacer nuestra voluntad, no la suya. Traicionamos a Jesús cuando no somos coherentes con lo que decimos y hacemos. Traicionamos a Jesús cuando no ponemos nuestro granito de arena para que se haga visible el reino de Dios aquí en la tierra. Traicionamos a Jesús cuando nos volvemos indolentes ante la necesidad del hermano. Procuremos hacer lo que a él le agrada y aferrémonos a la oración para no caer en la tentación de traicionar a aquel que lo hizo todo por ti y por mí. 23 Miércoles Santo

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Lectura del profeta Isaías 50, 4-9ª En aquel entonces dijo Isaías: «El Señor me ha dado una lengua de discípulo para que sepa sostener con mi palabra al cansado. Cada mañana me despierta el oído, para que escuche como los discípulos. El Señor me ha abierto el oído, y yo no me he resistido ni me he echado atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a los que tiraban mi barba; no oculté la cara ante los insultos y salivazos. El Señor me ayuda, por eso

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soportaba las ofensas, por eso endurecí mi cara como una piedra, sabiendo que no quedaría defraudado. Mi defensor está cerca, ¿quién me denunciará? ¡Comparezcamos juntos! ¿Quién me va a acusar? ¡Que venga a decírmelo! Sepan que el Señor me ayuda: ¿Quién me condenará?». Palabra de Dios Salmo Responsorial: 68 Señor, que me escuche tu gran bondad en el día de tu favor Por ti he aguantado afrenta, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un extranjero para mis hermanos, un extraño para los hijos de mi madre. Me desvelo por defender tu templo, y el insulto de los que te insultan cae sobre mí. R. La afrenta me destroza el corazón y casi muero; espero compasión, y no la hay; consoladores, y no los encuentro. Me pusieron veneno en la comida, me dieron a beber vinagre para mi sed. R. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza dándole gracias. Véanlo ustedes, los humildes, y alégrense, recobren el ánimo los que buscan a Dios. Porque el Señor escucha a los necesitados, y no rechaza a sus cautivos. R. Lectura del Santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25 En aquel tiempo, uno de los Doce, el llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: « ¿Qué me dan si les entrego a Jesús?» Ellos le ofrecieron treinta monedas de plata. Y desde ese momento buscaba la oportunidad para entregarlo. El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de pascua?» El respondió: «Vayan a la ciudad, a casa de Fulano, y díganle: “El Maestro dice: Se acerca el momento, y quiero celebrar la pascua en tu casa con mis discípulos”». Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de pascua. Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce, y mientras cenaban les dijo: «Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar». Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?» Jesús respondió: «El que come en el mismo plato que yo, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, tal como está escrito de él; pero ¡ay de aquél que entrega al Hijo del hombre! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!» Entonces preguntó Judas, el traidor: « ¿Soy yo acaso, maestro?» Y Jesús le respondió: «Tú lo has dicho». Palabra del Señor. Meditación El siervo de Yahvé describe su misión como la de un discípulo abierto a lo que Dios le dice: “El Señor me ha abierto el oído para que escuche como los iniciados”. Primero escucha como discípulo y luego transmite a los demás esas palabras: “Para saber decir al abatido una palabra de aliento”. En este tercer canto se habla más explícitamente del sufrimiento: el Siervo ofrece su espalda a los golpes, su mejilla a los que le mesan la barba, su

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rostro a los insultos y salivazos. Pero también aquí la confianza que tiene en Yahvé es la que le dará ánimos para perseverar en su misión. “El Señor me ayuda: no quedaré defraudado”. No se tendrá que avergonzar. Si el Señor le ayuda, ¿quién podrá condenarle? Mateo hoy nos cuenta su versión de la traición de Judas. Éste entrega a Jesús a cambio de dinero. Este dato nos recuerda las advertencias de Jesús a sus discípulos sobre el peligro de las riquezas: no acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido hacen estragos…junten tesoros en el cielo (Mt.6,19); Nadie puede servir a dos señores…ustedes no pueden servir a Dios y al dinero (Mt. 6,24); si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes y el dinero dáselo a los pobres…el joven se entristeció y se marchó (Mt. 19,20-22). Estando todos reunidos por última vez, Jesús anuncia quién es el traidor. Es “aquel que ha metido conmigo la mano en el plato”. Esta manera de anunciar la traición acentúa el contraste. Para los judíos la comunión en la mesa, colocar juntos la mano en el mismo plato, era la máxima expresión de amistad, de intimidad y de confianza.Jesús sabe que el momento está cerca y además sabe quién lo va a traicionar. Sin embargo, su actitud ante los discípulos no cambia, ni siquiera con Judas. Con su actitud Jesús nos enseña que debemos perdonar siempre y que, nosotros podemos romper la comunión con él, pero Jesús nunca la rompe con nosotros porque su amor y su misericordia superan nuestra infidelidad. Esta última afirmación queda confirmada con el hecho de que entre la traición de Judas, la negación de Pedro y la huida de los discípulos, en ese justo escenario, Jesús prepara e instituye la Eucaristía, destacando para todos nosotros su increíble gratuidad y su gran amor para con nosotros que supera toda mezquindad y bajeza humana. Su amor no está supeditado a lo que el otro haga, ya sea bueno o malo, sino que simplemente se da, se entrega por amor y en cumplimiento de la voluntad del Padre.

TRIDUO PASCUAL 24 Jueves Santo

Misa Vespertina en la Cena del Señor Blanco

Orientaciones para la celebración: Todo debe estar preparado para la gran fiesta de la Última Cena del Señor. -Para el lavatorio de los pies tener presente las 12 personas elegidas de la comunidad, tener poncheras, agua y toallas para el lavatorio de los pies y para el que preside se lave las manos. El lavatorio debe hacerse en un lugar visible para todos los fieles. Disponer de vasos sagrados para la comunión bajo las dos especies. Tener bien preparado el monumento. Hacer un programa con las personas que estarán dirigiendo la adoración. Tomar en cuenta

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que es el día de la institución del sacerdocio ministerial por lo que puede haber un gesto de cariño a los Presbíteros de la Parroquias. Se reciben los oleos y el Santo Crisma. Deben ir en la procesión de inicio de la Celebración, llevados por personas del Consejo pastoral parroquial y adornados con flores y luces. En algunos lugares es costumbre tocar las campanas y las campanillas mientras se canta el Gloria. Deben tenerse preparadas las campanillas. Monición de entrada: Hermanos y hermanas: Con esta celebración iniciamos la fiesta más importante de todo el año litúrgico que es el Triduo Pascual en el que hacemos memoria de la muerte y resurrección de Jesucristo. Hoy conmemoramos la institución de la Eucaristía, la institución del sacerdocio ministerial y del mandato del amor fraterno. Con el lema:“Déjense reconciliar con Dios” (2Cor 5,20)celebramos como Iglesia, los grandes misterios de nuestra salvación por los cuales fuimos reconciliados por el Padre y entre nosotros. Felicitamos a nuestro (nuestros) presbítero por ser hoy día de la institución del ministerio sacerdotal. De pie y cantando recibamos a Jesucristo que quiso dejarnos la Eucaristía como memorial de su misericordia y que viene a presidirla a través de su ministro. Orden de la procesión: - Él que lleva el incienso o turiferario - Él que lleva la cruz o crucífero - Los que llevan los cirios encendidos - Los que llevan las vasijas que contienen los Santos Óleos. También se podrían tener los Oleos y el Crisma en la puerta y luego entran cuando el que preside lo indique. - Él diácono o lector con el Evangeliario - Diáconos y sacerdotes concelebrantes - Él sacerdote que preside

Ritos introductorios Canto de entrada y procesión Él sacerdote inicia la Celebración y saluda a la Asamblea Recepción de los Óleos: Luego el Sacerdote que preside introduce la liturgia con éstas o semejantes palabras: Hermanos: en esta noche santa estamos reunidos para iniciar la celebración del Triduo pascual. Unidos con la Iglesia en todo el mundo, conmemoramos la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Lo hacemos como Él lo hizo en la Última Cena.

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Esta mañana (o el día que se celebró la misa Crismal) nuestro Arzobispo (o nuestro Obispo), los presbíteros, diáconos y representantes de las parroquias y de instituciones eclesiales que formamos esta Iglesia Local, reunidos por el Señor bendijo los Oleos y consagró el Santo Crisma que usaremos en los Sacramentos, por medio de los cuales El continúa su tarea santificadora que inició con su muerte y resurrección dándonos el perdón, la sanación, la nueva vida y el don de su Espíritu. Cada año se renuevan el Santo Crisma y los Santos Oleos antes de la Noche Santa; cada Pascua que celebramos es nueva y renace la Iglesia. Presentación a la comunidad Cuando la persona que lleva las vasijas enseña el óleo, lo levanta. Él sacerdote lo presenta con algunas palabras. Luego, la asamblea canta: “Bendito seas por siempre Señor” o “Demos gracias a Dios” Sacerdote o un ministro dice: Óleo de los enfermos Éste es el óleo de los enfermos, bendecido por nuestro Obispo para sanar el cuerpo, la mente y el espíritu. Los que sean ungidos con este óleo, experimentan la compasión de Cristo y su amor salvador. Sacerdote o un ministro dice: Óleo de los catecúmenos Éste es el óleo de los catecúmenos, bendecido por nuestro Obispo para la unción de los que se preparan para el bautismo. Los ungidos con este óleo son fortalecidos por el Espíritu Santo para resistir el poder de Satanás y del mal en todas sus formas, cuando van a sumergirse en las aguas salvadoras del bautismo. Sacerdote o un ministro dice: Santo Crisma Éste es el Santo Crisma, óleo perfumado, consagrado por nuestro Obispo. Será usado para ungir a los bautizados después del bautismo, a los que serán confirmados y también en la ordenación de los obispos y sacerdotes; en los altares e Iglesias en el rito de su dedicación. Todos y todo los que serán ungidos con este óleo pasan a ser propiedad exclusiva del Señor y están llamados a ser signos y testigos del amor y de la fidelidad de Dios. Todos dan un aplauso como signo de acogida a Jesucristo presente en estos signos sacramentales. Se pueden colocar en una mesa cercana a la fuente bautismal, o en su repositorio habitual. La Eucaristía continúa con el canto del “Gloria.

LITURGIA DE LA PALABRA Primera Lectura: Éxodo 12,1-8.11-14 Antes de salir de la esclavitud de Egipto el pueblo israelita celebró la Cena Pascual y experimentó el paso de Dios por sus casas. Cada año ellos la celebran para hacer memoria de su liberación, que es anuncio y anticipación

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de la nueva y definitiva Pascua realizada por Jesús reconciliándonos con el Padre y entre nosotros, que celebramos en cada Eucaristía. Escuchemos Lectura del libro del Éxodo En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: «Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio del año. Díganle a toda la comunidad de Israel: Él día diez de este mes tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de personas y a la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad de los hijos de Israel lo matará al atardecer. Tomarán la sangre y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan a comer el cordero. Esa noche comerán la carne asada a fuego, comerán panes sin levadura y hierbas amargas. Comerán así: con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y comerán a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor. Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos sus primogénitos, desde los hombres hasta los ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes: cuando yo vea la sangre, pasaré de largo, y no habrá entre ustedes plaga exterminadora cuando hiera yo la tierra de Egipto. Ese día para ustedes será un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua». Palabra de Dios. Salmo Responsorial: Salmo 115 R/ Él cáliz que bendecimos es la comunión de la sangre de Cristo. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor. R/ A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava. R/ Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre; cumpliré mis promesas al Señor ante todo el pueblo. R/ Segunda Lectura: Corintios 11, 23-26 La Eucaristía es la memoria de la misericordia del Padre que llegó al extremo de entregar a su propio Hijo en la Cruz para sellar su nueva y eterna alianza con toda la humanidad reconciliada con El y en El. Al celebrarla nos comprometemos a vivir reconciliados con El y entre nosotros. Escuchemos Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios: Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía».

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Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; hagan esto cada vez que beban, en memoria mía». Por eso, cada vez que comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva. Palabra de Dios Evangelio: Juan 13, 1-15 Al lavar los pies de sus discípulos y al dialogar con Pedro Jesús propone una nueva manera de vivir marcada por el amor misericordioso que nos lleva a vivir reconciliados con el Padre y alejados de toda discriminación y prepotencia convertirnos en servidores que dan la vida por sus hermanos. Escuchemos. Lectura del santo Evangelio según san Juan Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. En el transcurso de la cena, ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregar a Jesús. Jesús consciente que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas, y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una palangana y se puso a lavarles los pies a los discípulos, y a secárselos con la toalla que se había ceñido. Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: «Señor, ¿Tú me vas a lavar los pies a mí?» Jesús le replicó: «Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde». Pedro replicó: «Tú no me lavarás los pies jamás». Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tendrás parte conmigo». Entonces le dijo Simón Pedro: «En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza». Jesús le dijo: «Él que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos». Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos están limpios». Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes». Palabra del Señor. Meditación El evangelio de hoy se desarrolla en el marco de dos entregas; dos entregas de signos bien distintos y de resultados opuestos. Una es la entrega de Judas. La traición y el beso hipócrita son su esencia, sus componentes. El móvil, como siempre, unas monedas, dinero, unas ganancias. Para él era más provechoso tener “efectivo” en el bolsillo, que una vida humana. Los resultados son conocidos: la prisión, el juicio, la condena... la muerte. No

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podía ser de otra manera. A diario, como entonces, se vende a personas por unas monedas y el resultado siempre es el mismo: el egoísmo, la falta de solidaridad, el recelo, la envidia... la muerte. La otra entrega es la de Jesús; él no vende a nadie, se da él mismo; él no busca el interés, ni el dinero, ni la ganancia, sino la vida para sus amigos, el testimonio que les dará fuerza y ánimo para seguir sus pasos, la ratificación, con su carne y su sangre de que sus palabras no son sólo palabras, ni utopías, ni ilusiones, sino realidades tan auténticas y tan serias que, por ellas, se puede pagar un precio tan caro como el dar la propia vida. Y así, en ese gesto de amor que se teje sobre el pan y el vino Jesús se deja a sí mismo para permanecer siempre con los suyos, para que nunca se encuentren solos ni desamparados en medio del duro combate de la vida. Frente a uno que vende, que le vende a él por unas pocas monedas, Jesús se da, se ofrece gratuitamente; se quiere quedar para siempre con los suyos y se queda. La actitud de Jesús muchas veces es desconcertante. Él rompe con los esquemas obsoletos, caducos. Entre el pueblo judío solo los esclavos lavaban los pies a sus amos. Si no había esclavos en una casa, cada uno limpiaba el polvo del camino de sus pies por si mismos. Cuando Jesús, anudándose una toalla a la cintura, decide lavar los pies a sus discípulos sabe lo que hace: se convierte en esclavo de sus discípulos, de sus “amigos”. Por eso Pedro se escandaliza. Comprende perfectamente el gesto y con su habitual sinceridad se opone a que Jesús, su Maestro, le lave a él los pies. Pero el Señor no le hace caso a Pedro, sino que se pone en actitud de servicio, esto es lo que significa la toalla amarrada a la cintura, y al hacerlo, nos recuerda que los cristianos hemos de aprender a acercarnos a los que sufren o a los más necesitados y estar siempre prestos al servicio sobre todo a aquellos que más necesitan de nosotros. En este gesto de Jesús se ponen de manifiesto el amor y la fraternidad. Si el Señor ha hecho esto es para sugerirnos el camino a seguir para ser como Él: no quedarnos en simples gestos y, hacer de nuestra vida cristiana, una ofrenda permanente de generosidad y amor al prójimo. Por esto, los cristianos debemos ser coherentes con ese amor. No sólo vivir esta celebración como un culto más. Jesús de Nazaret nos ha dado una lección de amor supremo. Se ha hecho esclavo de nosotros al lavarnos los pies. Y si esa radicalidad sorprendía al pueblo judío de hace más de dos mil años, también debe marcar una diferencia radical en nuestro tiempo, en el que la gente vive en absoluta indiferencia respecto del otro; donde cada uno va a lo suyo. Con esto no quiero decir que no haya amor. No es así hay muchos ejemplos del amor de Cristo a nuestro alrededor: aquellos que cuidan enfermos hasta enfermar ellos mismos, esas madres y padres que se privan de muchas cosas procurando que a sus hijos no les falte nada. Pero también otros que ejercitan su egoísmo en todo momento, que hace un uso farisaico de ese refrán que dice que “la caridad comienza por uno mismo”. Debemos ser coherentes, nadie es cristiano de verdad si no ama y en estos tiempos en que el desamor se presenta como el gran mal de la humanidad, los cristianos somos los primeros en demostrarle

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a la gente que hay más gracia en dar que en recibir. Que Dios se hace presente cuando prodigamos y damos amor a los demás. Monición antes del lavatorio de los pies En estos momentos, queridos hermanos, damos inicio al rito del lavatorio de los pies. El Sacerdote como lo hizo Jesús con sus discípulos, imitando ese gesto de humildad y servicio lo hará con doce personas de nuestra comunidad. Con este gesto Jesús expresa el amor fraterno y misericordioso, que se vuelve servicio desinteresado y generoso a los demás. Oración de los Fieles El que preside: En este día de Jueves Santo presentamos nuestras oraciones al Padre Dios. Respondemos a cada petición: Padre, que tu misericordia se exprese en nuestro servicio a los demás. • Por el Papa, Francisco, nuestros obispos y sacerdotes para que sean sabios y santos y vivan su ministerio sacerdotal como servicio misericordioso, incansable y humilde, imitando a Jesús que lavó los pies a sus discípulos. Roguemos al Señor. • Por los gobernantes, principalmente por los de nuestro país, para que sean verdaderos servidores de sus pueblos, promoviendo la justicia y la dignidad para todos. Roguemos al Señor. • Por los enfermos y por todos los que sufren, para que alcancen fortaleza y la paz del Señor y encuentren siempre ayuda fraterna en nosotros los cristianos. Roguemos al Señor. • Por los jóvenes, para que sepan descubrir la llamada que el Señor les hace y respondan con generosidad desde los distintos servicios en la Iglesia y en la sociedad. Roguemos al Señor. • Por los sacerdotes de nuestra parroquia, para que reciban los dones del Espíritu Santo, sean cercanos al pueblo y sus problemas, sean misericordiosos y el Señor les conceda salud y felicidad. Roguemos al Señor. • Para que todos descubramos el inmenso Don de la Eucaristía, participemos en ella con fe y devoción y saquemos luz y fuerza para nuestra vida y la de nuestra comunidad. Roguemos al Señor. El que preside: Acoge nuestras oraciones, atiende a nuestras necesidades y a las de nuestra sociedad y ayúdanos a ser misericordiosos como tu Hijo Jesucristo, Él que vive y reina por los siglos de los siglos. AMÉN Procesión hacia el monumento Concluida la Eucaristía se realiza la procesión hacia el monumento y terminada ésta se retiran del Altar los manteles y las flores y se cubren las cruces e imágenes que haya en la Iglesia. Adoración Eucarística Se organizan turnos para adorar al Señor presente en la Eucaristía. Quienes se retiran lo hacen en silencio. Para la Adoración se puede usar la Adoración Eucarística presentada en las 24 horas con el Señor y se pueden todas las otras oraciones de ese día.

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Celebración de la Pasión del Señor

Viernes Santo

Rojo

51º Aniversario de la Ordenación Presbiteral de Mons. Rafael Leónidas Felipe Núñez y Mons. Fabio Mamerto Rivas Santos, Obispos Eméritos de Barahona. En la Cruz, Jesucristo muestra la misericordia del Padre hasta el extremo Orientaciones para la celebración: Hoy nos centramos en la cruz. La que usemos en la celebración debe ser grande y después de pasar a besarla, la colocaremos en un lugar visible, con luz y con algunas flores. El templo debe estar sin flores, las imágenes tapadas con paños morados, el altar vacío, sin manteles ni velas. El sagrario debe estar vacío. Entre los avisos del final de la celebración debemos hacer la invitación al acto de mañana por la mañana, en el cual acompañaremos a María en su soledad y tristeza. Recordemos que todo comienza en silencio, sin cantos ni moniciones. Tener preparado donde se postrará el que preside. En silencio llega quien nos preside en nombre de Cristo quien se postra en el suelo y nosotros nos arrodillamos. PRIMERA PARTE: LITURGIA DE LA PALABRA Primera lectura: Is 52,13-53,12 Este poema del profeta Isaías describe todo el sufrimiento que tiene que asumir el Siervo del Señor para ser fiel a su Padre y así reconciliarnos con El y entre nosotros. El soportó nuestros sufrimientos pero sus cicatrices nos curan y nos dan la paz. Escuchemos. Lectura del libro del profeta Isaías: Miren, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano; así asombrará a muchos pueblos: ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como un brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros; despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras

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rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable vino sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como un cordero llevado al matadero, como una oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron. ¿Quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malhechores; porque murió con los malvados, aunque no había cometido crímenes, ni hubo engaño en su boca. Él Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años; lo que el Señor quiere prosperará por sus manos. A causa de los trabajos de su alma, verá y se hartará; con lo aprendido, mi Siervo justificará a muchos, cargando con los crímenes de ellos. Por eso le daré una parte entre los grandes, con los poderosos tendrá parte en los despojos; porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, y él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: Salmo 30 R/. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado. Tú que eres justo, ponme a salvo. En tus manos encomiendo mi espíritu; tú, mi Dios leal, me librarás. R. Soy la burla de todos mis enemigos, mis vecinos y parientes de mí se espantan, los que me ven pasar huyen de mí. R. Estoy en el olvido, como un muerto, me han desechado como objeto tirado en la basura. Pero yo, Señor, en ti confío. Tú eres mi Dios. En tus manos está mi destino. Líbrame de los enemigos que me persiguen. R. Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo, sálvame por tu misericordia. Sean fuertes y valientes de corazón, los que esperan en el Señor. R. Segunda Lectura: Hebreos 4,14-16;5,7-9 Jesús, nuestro Sumo Sacerdote sufriendo aprendió a obedecer a la voluntad del Padre, compadeciéndose de nosotros como hermano nuestro y teniendo misericordia se hizo causa de nuestra salvación y de nuestra paz. Escuchemos Lectura de la Carta a los Hebreos: Hermanos: Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro Sumo Sacerdote que ha entrado en el cielo. Mantengamos firme la profesión de nuestra fe. Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto en el pecado. Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de la gracia, a fin de recibir misericordia, y hallar gracia para ser socorridos en el momento oportuno. Cristo, durante su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas con

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fuertes voces y lágrimas, al que podía librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió a obedecer padeciendo. Y, llegado a su perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen. Palabra de Dios. Evangelio: Juan 18,1-19,42 Contemplemos a Jesucristo que por nosotros sufrió y murió para reconciliarnos con el Padre y entre nosotros, consciente del gran misterio del amor misericordioso del Padre que se habría de cumplir en la cruz. Escuchemos. Lectura de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Juan. .Oración Universal Monición: Hoy, ante Jesús que da la vida por la humanidad entera, nuestra oración debe ser más intensa, para que su misericordia que brota de la cruz, llegue a todos los corazones de los hombres y mujeres de la tierra. Intercedamos por todos los que compartimos este mundo para que lo convirtamos en lugar donde reina la paz basada en el amor y la justicia. (Él presidente inicia desde el Misal o el Libro de la Sede la Oración Universal, especial para hoy). SEGUNDA PARTE: VENERACION DE LA CRUZ Monición Para los cristianos, la cruz es el instrumento elegido por el Padre para mostrar su gran misericordia para con nosotros. En ella se ve realizada la obediencia de su Hijo que prefirió la gloria de su Padre antes que la gloria mundana. En Ella se descubre el amor misericordioso de Jesús por sus amigos y hermanos. Su Cruz se convirtió en trono de misericordia desde el cual se derrama la misericordia del Padre sobre toda la humanidad. Al acercarnos a besar la Cruz nos comprometemos a ser misericordiosos como El al aceptar su misericordia. Al besar la Cruz piensa en alguien con deba reconciliarte y envíale perdón y misericordia. Después de besar la Cruz haremos un gesto de solidaridad con nuestros hermanos cristianos que viven en Tierra Santa de Jerusalén y sus alrededores que viven en situación social, económica y política muy difícil. Nuestro aporte unido al de tantos católicos será un apoyo fraterno en sus necesidades. TERCERA PARTE: SAGRADA COMUNIÓN Monición antes de la Comunión Pasamos a la cuarta parte de la celebración y nos disponemos a participar de la comunión del Cuerpo de Cristo. El habitará en nosotros en El y con El en el Padre. A la vez nosotros moraremos en El. Así llenos de su misericordia nos volveremos misericordiosos como el Padre.

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Se deja desnudo el Altar Terminada la Comunión y después de que quien preside haga la oración sobre la Asamblea, dados los avisos, se despoja el altar y todos salimos en paz y en silencio, sin despedirnos. Seguiremos en nuestros hogares con recogimiento acompañando a Jesús en su sepulcro. Se invita donde se celebra el Santo Entierro a que se acompañe a Jesús y hasta el sepulcro. También, se invita a la oración de la mañana junto al Sepulcro acompañando a María. Todos deben llegar en silencio y vestidos de luto. No pueden hablar con nadie en su casa ni por el camino hasta el final de la Celebración. CUARTA PARTE: PROCESIÓN DEL SANTO ENTIERRO Siguiendo una hermosa y antigua tradición vivamos la experiencia de acompañar a Jesús en el sepulcro y de realizar aquel gesto de amor de José de Arimatea y de Nicodemo. Acompañemos con Jesús a todos nuestros familiares difuntos y pidamos para que gocen de su resurrección. Pidamos por tanta gente sepultada en el pecado, en sombras de maldad y del crimen así como de la corrupción para que resuciten con Cristo. 26 Sábado Santo

Morado

Acompañemos a María junto al sepulcro de Cristo, de quien nos vendrá la misericordia del Padre Orientaciones para la celebración: En el centro de la Iglesia, se coloca un Crucifijo tendido en una mesa o en el suelo cubierto con un manto morado y sin flores ni luces. Si hay una imagen de la Virgen se puede poner al lado con un paño morado. Se comienza en silencio. Los jóvenes pueden preparar un sepulcro y todos se colocan delante de él. 1. Monición ambiental Hoy la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte, su descenso a los infiernos y esperando en la oración y el ayuno su resurrección. La mejor manera de meditar este misterio es en la oración de la Iglesia llamada Liturgia de las Horas que nos ofrece, en forma de oración la realidad del misterio del descenso a los infiernos de Cristo como un descendimiento del Mesías al infierno de nuestros pecados; como Cristo sale del infierno victorioso con las almas de los justos, de la misma manera regresa victorioso del infierno de nuestros pecados. Con esta celebración también acompañamos a María en su dolor profundo y con ella acompañamos a tantas personas, que a causa de la cultura de la muerte que busca imponerse entre nosotros, viven sepultadas por diferentes situaciones personales, familiares, sociales, económicas, políticas, culturales y religiosas. Recordemos, también, a nuestros seres queridos que el Señor llamó a su presencia y un día sufrimos al sepultarlos.

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2. Invitación a la Adoración: Recemos o cantemos el Salmo 94. Se responde a cada estrofa: A Cristo, el Señor, que por nosotros murió, y por nosotros fue sepultado, vengan, adorémosle. 3. Himno: Canto a la Virgen 4. Recemos el Salmo 63. Se responde a cada estrofa: Harán llanto como llanto por el hijo único, porque siendo inocente fue muerto el Señor. (Se puede cantar o recitar a dos coros) 5. Cántico del libro de Isaías (38, 10-14. 17-20) . Se responde a cada versículo: Líbrame, Señor, de las puertas del abismo. (Se puede cantar o recitar a dos coros) 6. Salmo 150: Se responde a cada estrofa: Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del hades. 7. Lectura: Lamentaciones 5,1-22 Momento de silencio (5 minutos). Al terminar, todos dicen: Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz; por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el “Nombre-sobre-todo-nombre”. 8. Cántico Evangélico (Lucas 1, 68 – 79): Se responde a cada estrofa: Salvador del mundo, sálvanos; tú que con tu cruz y con tu sangre nos redimiste, socórrenos, Dios nuestro. 9. Preces: En este momento se invita a quien quiera expresar alguna petición al Señor por su familia, por su Sector o por el país que se acerque al símbolo del sepulcro y presente su necesidad. 10. Oración: Dios todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y salió victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados con Cristo por el bautismo, resucitar también con él a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. 11. Conclusión: Se reza el Padre Nuestro. Luego, se dice: Él Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. 12. Canto a la Virgen. Todos salen en silencio. SOLEMNE VIGILIA PASCUAL 2016 Aleluya. Ha vencido la misericordia del Padre. Aleluya. Algunas orientaciones para esta celebración: Se comienza la Vigilia Pascual fuera de la Iglesia para allí hacer la Liturgia de la Luz.Preparar bien el cirio pascual, que debe ser nuevo, bien adornado

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y preparar el porta cirio. Preparar el fuego: la hoguera o anafre, en el lugar donde se dará inicio a la Vigilia, para desde ahí salir en procesión con la luz hacia el templo -Que todos lleven sus velones o velas para encender. Preparar bien el pregón pascual. Preparar bien el programa para los lectores para que las lecturas sean bien proclamadas, sus moniciones y salmos. Destacar el canto del gloria, tocar la campana, crear un ambiente festivo. Si hay bautismos preparar bien el signo del agua en lugar destacado y adornado.Enfatizar la renovación de las promesas bautismales. Preparar los vasos sagrados suficientes para la comunión bajo las dos especies. Al final vivir ese gran momento de felicidad y de compartir de toda la comunidad que ha participado en esta gran fiesta, Monición de Entrada Hermanos y Hermanas, ¡buenas noches! Nuestra comunidad cristiana se regocija ante la presencia de todos ustedes, sean bienvenidos y bienvenidas a celebrar con mucha felicidad la Vigilia Pascual 2016. Hoy es la fiesta de las fiestas cristianas, celebramos el hecho fundamental de nuestra fe que es Jesucristo Resucitado. Junto hemos recorrido el largo camino cuaresmal, con oración y sacrificio, penitencia, vía crucis, nos hemos preparados para esta gloriosa ocasión, acogiendo con felicidad el valor propuesto en este mes dentro del Itinerario de Evangelización y escuchemos del resucitado: “Déjense reconciliar por Dios” Esta, es la noche de las noches. La noche por excelencia en que se ha manifestado en grande la misericordia de Dios. Las tinieblas se desvanecen, la oscuridad queda derrotada, la muerte es vencida de modo definitivo y Cristo se alza victorioso ante su pueblo Por ello, nos reunimos en vigilia de oración a la espera de Cristo resucitado, para escuchar la palabra de Dios, para participar en los sacramentos de la Iglesia, para celebrar con Cristo el banquete pascual. La liturgia de esta noche contiene cuatro partes: Primera Parte el Lucernario o liturgia de la luz, que iniciaremos con la bendición del fuego, y termina con el cantico del Pregón pascual. Segunda Parte la liturgia de la palabra con la proclamación de las siete lecturas del antiguo Testamento y dos del Nuevo Testamento. La Tercera Parte de la celebración es la liturgia bautismal en la que serán bautizados nuestros catecúmenos (si lo hay) y renovación de nuestras promesas bautismales y la cuarta parte la liturgia Eucarística. Con mucha alegría damos inicio a esta noche PRIMERA PARTE LUCERNARIO Bendición del fuego Pregón Pascual

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SEGUNDA PARTE: LITURGIA DE LA PALABRA Cada lectura lleva su monición, su salmo cantado y su oración. • • • • • • •

PRIMERA LECTURA: Génesis 1,1-2,2) Salmo 103 SEGUNDA LECTURA: (Génesis 22,1-18) Salmo (15) TERCERA LECTURA: (Éxodo14,15-31,15,1). (Éxodo,15 CUARTA LECTURA: (Isaías 54,5-14) Salmo (29) QUINTA LECTURA: (Isaía55, 1-11) Salmo Isaías (12) SEXTA LECTURA: Baruc 3,9-5,32-38;4,1-4 Salmo (18) SEPTIMA LECTURA: (Ezequiel 36,16-28) Salmo (41, 42)

Al concluir las lecturas y luego del Salmo correspondiente, nos ponemos de pie mientras el celebrante hace una oración. Terminada esta oración se encienden los cirios del altar y se canta el Gloria. Luego el celebrante procede a la Oración Colecta. Terminada la oración nos sentamos). Lectura Romanos 6, 3-11 Acabada la lectura todos se levantan, y el sacerdote entona solemnemente el Aleluya que repiten todos. Salmo Responsorial: 117 R/ Aleluya, Aleluya, Aleluya Evangelio: Lc 24, 1-12

TERCERA PARTE: LITURGIA BAUTISMAL Se procede al Bautismo de los elegidos y los bautizados las promesas bautismales CUARTA PARTE: LITURGIA EUCARÍSTICA Se sigue la Eucaristía como de costumbre.Se puede tener al terminar una fiesta de gran alegría. Se invita a todos a celebrar en sus casas con gran alegría esta Pascua con una comida buena y abundante. 27

Domingo de Pascua en la Resurrección del Señor

Primer día de la Cincuentena Pascual o Gran Domingo de Pascua

Blanco

Verdaderamente se ha manifestado la misericordia del Padre Orientaciones para este día:Elaborar una roca de papel amarillo y colocarla en el presbiterio. (Simular la tumba vacía). -Colocar en una mesa o banco largo una sábana envuelta vacía (simulando la santa sabana

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o sudario). Se ponen estas frases en letra grande y destacada: Aleluya, Cristo Resucito!! / Verdaderamente ha resucitado!!/Claro que si. Resucito!! Se ha manifestado la misericordia del Señor. Colocar símbolos de alegría y adornar todo con muchas flores. Se renuevan las promesas bautismales después de la homilía. Se coloca el Cirio Pascual en lugar destacado. Monición de Entrada: Hermanos y hermanas: Hoy es el día de la alegría para toda la humanidad y para la Iglesia. ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya! ¡Aleluya! La misericordia de Dios ha vencido sobre el `pecado, la muerte, toda opresión y cadena. Ha llegado el momento de la verdadera reconciliación entre nosotros. Que nada ni nadie nos quite esta gran alegría, porque la Pascua es la fiesta de la vida: la muerte ha sido vencida. Pascua es la fiesta de la vida: con su resurrección Cristo dio un nuevo horizonte a nuestra vida. Pascua es la fiesta de la vida: todos hemos resucitado con Cristo para vivir la gracia de los hijos de Dios y comunicarlo con gozo a todo el mundo. Felicita a quien está a tu lado diciéndole: Cristo ha resucitado. Y la otra persona responde: Verdaderamente ha resucitado. Démonos un abrazo de de felicitación. Recibamos todos de pie y cantando llenos de júbilo a Jesús el Resucitado que viene a presidir nuestra fiesta a través de su ministro. LITURGIA DE LA PALABRA Primera lectura: Hechos 10, 34a.37-43 El discurso del apóstol Pedro es el retrato de cómo era predicado en los primeros tiempos el mensaje cristiano, que consiste en anunciar a Jesucristo muerto y Resucitado que invita a creer en El, a dejarse reconciliar con el Padre y con los demás convirtiéndose de corazón a El. Escuchemos. Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Ya saben ustedes lo sucedido en el país de los judíos, comenzando por Galilea, cuando Juan predicaba el bautismo. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con Él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo sino a los testigos que Él había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con Él después de que resucitó de entre los muertos. Él nos mandó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es

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unánime: que cuantos creen en Él reciben, por su medio, el perdón de los pecados». Palabra de Dios. Salmo Responsorial: Salmo 117 R/. Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. R. La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar las hazañas del Señor. R. La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R. Segunda Lectura: Colosenses 3, 1-4 Lo que era aparentemente una existencia humana corriente, ha sido transformada profundamente por Dios. Cristo fue exaltado a la derecha de Dios. El apóstol se preocupa de mostrar cómo estos acontecimientos afectan nuestras vidas. La idea es que también nosotros busquemos los bienes de arriba. Escuchemos. Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Colosenses: Hermanos: Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Aspiren a los bienes del cielo, no a los de la tierra. Porque han muerto, y su vida está con Cristo, escondida en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida nuestra, entonces también ustedes se manifestarán juntamente con Él, en gloria. Palabra de Dios. Secuencia de Pascua Después de la segunda lectura y antes del aleluya, se proclama la secuencia. Ofrezcan los cristianos / ofrendas de alabanza a gloria de la Víctima / propicia de la Pascua. /Cordero sin pecado / que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables / unió con nueva alianza. /Lucharon vida y muerte / en singular batalla, /y, muerto el que es la Vida, / triunfante se levanta. «¿Qué has visto de camino, / María, en la mañana?» «A mi Señor glorioso, / la tumba abandonada, /los ángeles testigos, / sudarios y mortaja. / ¡Resucitó de veras / mi amor y mi esperanza! Vengan a Galilea, / allí el Señor aguarda; /allí verán los suyos / la gloria de la Pascua.» Primicia de los muertos, / sabemos por tu gracia / que estás resucitado, la muerte en ti no manda. / Rey vencedor, apiádate /de la miseria humana / y da a tus fieles parte en tu victoria santa. AMEN Evangelio Juan 20,1-9 María Magdalena y Pedro fueron y vieron las cosas como no deberían estar: la piedra quitada, las vendas y el sudario doblado. El “discípulo amado” quien ya no ve u observa simplemente, sino que “ve y cree”. Llega a un estado de certeza de que la historia de Cristo no fue la historia de un fracaso. Escuchemos

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Lectura del Santo Evangelio según San Juan: El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando estaba todavía oscuro, y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio las vendas en el suelo y el sudario que había estado sobre la cabeza de Jesús, no con las vendas por el suelo, sino doblado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido las Escrituras: que Jesús había de resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor. Meditación Hoy la Iglesia celebra el día más grande de la historia, porque con la resurrección de Jesús se abre una nueva historia, una nueva esperanza para todos los hombres y mujeres que profesamos esta fe. Cristo hoy ha resucitado. La muerte no ha tenido poder sobre Él. La injusticia no ha triunfado sobre una víctima inocente. Desde ahora, todos los crucificados de este mundo pueden llevar sus cruces con esperanza, porque el mismo Dios que ha resucitado a Jesús, también nos resucitará a nosotros. Desde ahora se trata de andar en una vida nueva, resucitada, la vida que nos ofrece Dios y de la que nos ha dado buena prueba Jesús. Y que mejor prueba que ir hoy al sepulcro y ver que allí no está Jesús. “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado”. Es la experiencia más grande de nuestra vida, sentir en nuestro corazón que Dios ha pasado, que ha hecho su Pascua, su paso de la muerte a la vida, y que nos ha unido con Él. Ahora somos testigos de esa Pascua. Las mujeres cuentan lo que han visto. Pedro va al sepulcro y “se volvió admirándose de los sucedido”. También Juan. Y poco a poco todos los demás. Todo cobra sentido, todos los cabos se atan, las palabras de Jesús se cumplen. En las lecturas de anoche hemos hecho memoria de cómo el pueblo de Dios ha ido descubriendo en cada paso de su historia a un compañero de camino muy especial, un peregrino invisible y silencioso que ha estado cerca todo el tiempo, marcando el camino. Ese es Dios. Y si miramos nuestra vida con los ojos de la fe le descubriremos a nuestro lado en cada momento, pasando por ella y ayudándonos a resucitar a tantas cosas negativas y dolorosas que nos encontramos por el camino. Dios sigue pasando y caminando al lado de todo ser humano, creando, liberando, llamando a la fe, resucitando… Ahora se trata de vivir en consecuencia.

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Hoy la vida vuelve a empezar, Dios la re-crea y nos re-crea, nos da una nueva oportunidad para hacer mejor las cosas, para ser mejores también nosotros, para hacer mejor el mundo en el que vivimos y tratar mejor a las personas con las que convivimos. Hoy, “el primer día de la semana”, Jesús resucitado nos dice que vivir de otra manera es posible, que la vida tiene sentido, a pesar de las dificultades, de las frustraciones y de los fracasos, que no nos dejemos vencer por el mal, por lo negativo, porque siempre es posible resucitar. Feliz Pascua de Resurrección y que la esperanza renazca en cada uno de nosotros. Jesús vive y nos invita a participar en la comunidad sin fronteras, donde la convivencia y la fraternidad nos ayuden a renovarnos interiormente, a pasar de la muerte a la vida, del odio al amor, de la violencia a la paz. ¡FELÍZ PASCUA DE RESURRECCIÓN! RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS BAUTISMALES. Después de la homilía quien preside siguiendo el texto de la Vigilia Pascual invita a todos a renovar las promesas bautismales. Se hace la aspersión con el agua bautismal. Oración de los Fieles El que preside: al Dios de la vida, Padre misericordioso, le pedimos que nos la conceda en abundancia y que dé sentido a nuestras vidas. A cada petición respondemos: Señor, danos tu vida nueva • Por el Papa Francisco, Los Obispos, Sacerdotes, Diáconos y todas las personas de vida consagrada, Laicos y Laicas comprometidos para que Jesús resucitado les llene de fortaleza y santidad. Roguemos al Señor • Por los que gobiernan las Naciones para que iluminados por Cristo trabajen por la paz, la fraternidad y la justicia en todos los pueblos de la tierra. Roguemos al Señor. • Por la humanidad que sufre, especialmente los pobres, enfermos y abandonados, para que el Señor Resucitado, encienda en ellos la luz de la esperanza. Roguemos al Señor. • Por los católicos y católicas de nuestros sectores parroquiales para que al recibir el Cirio Pascual se comprometan en hacer brillar la luz de Cristo en su sector y llevar a todos la misericordia del Padre. Roguemos al Señor. • Por todos los que en este tiempo de Pascua reciben los sacramentos de iniciación cristiana, para que al recibirlos experimenten el gozo que produce el encuentro con Jesús vivo y resucitado. Roguemos al Señor. • Por nuestros hermanos difuntos, para que resucitados con Cristo ya estén en paz disfrutando de la presencia del Padre. Roguemos al Señor. • Por nosotros aquí reunidos, renacidos del agua y del Espíritu, que nos disponemos a participar del banquete de la Pascua, para que en este tiempo ´seamos misericordiosos como Jesús. Roguemos al Señor.

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VIVAMOS INTENSAMENTE LA OCTAVA DE PASCUA La Octava de Pascua: son los días que siguen al primer Domingo de Resurrección. Todos los días de la Octava de Pascua para la liturgia constituyen como un mismo día con el Domingo de Resurrección. Sigue la alegría sana y profunda, se omiten todas las celebraciones del santoral. Son días privilegiados, se equiparan a las solemnidades del Señor y tienen misa propia, por tanto sugerimos que se elija un horario adecuado para todos, porque todos debemos participar. Es la semana del compartir fruto de la resurrección del Señor. Tiempo Pascual “La celebración de la Pascua se continúa durante el tiempo Pascual. Los cincuenta días que van del Domingo de Resurrección al Domingo de Pentecostés se celebran con alegría, como un solo día festivo, más aún, como el “gran Domingo”. (Carta Circular de la Congregación para el Culto Divino sobre la preparación y celebración de las fiestas Pascuales del 16 de Enero del 1988, no. 100). Como se podrá notar en estas semanas más que reflexionar sobre temas, lo que interesa es que celebremos con gozo la Victoria del Resucitado. De ahí que la temática que se presenta es propiamente festiva. En la Pascua es celebrando que aprendemos y crecemos en la fe. Buena y fecunda Pascua para cada uno y para todos de modo que salgamos renovados en el espíritu y en la mente. 28 Lunes

Octava de Pascua Blanco

Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 14. 22-33 El día de Pentecostés, se presentó Pedro con los Once ante la multitud, levantó la voz y declaró solemnemente: «Israelitas, escuchen: Jesús de Nazaret fue el hombre a quien Dios acreditó ante ustedes con los milagros, prodigios y señales que realizó por medio de él, como bien lo saben. Dios lo entregó conforme al plan que tenía previsto y determinado, y ustedes, valiéndose de los impíos, lo crucificaron y lo mataron. Dios, sin embargo, lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, pues era imposible que ésta lo retuviera en su poder, ya que el mismo David dice de él: Tengo siempre presente al Señor, porque está a mi derecha, para que yo no dude. Por eso se goza mi corazón, se alegra mi lengua, y todo mi ser descansa confiado; porque no me entregarás al abismo, ni permitirás que tu fiel experimente la corrupción. Me enseñaste los caminos de la vida, y me saciarás de alegría en tu presencia. Hermanos, permítanme decirles con franqueza que el patriarca David murió y fue sepultado, y su sepulcro aún se conserva entre nosotros. Pero, como era profeta y sabía que Dios le había jurado solemnemente sentar en su trono a un descendiente suyo, vio anticipadamente la resurrección de Cristo, y dijo que no sería entregado a la muerte, ni su cuerpo experimentaría

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la corrupción. A este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello somos testigos todos nosotros. El poder de Dios lo ha exaltado, y él, habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, lo ha derramado, como ahora lo están viendo y oyendo». Palabra de Dios Salmo Responsorial: 15 “Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.” Protégeme, Dios mío que me refugio en ti. Yo digo al Señor: «Tú eres mi dueño, mi único bien». Señor, tú eres mi alegría y mi herencia, mi destino está en tus manos. R. Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche instruye mi conciencia! Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha jamás fracasaré. R. Por eso se me alegra el corazón, hacen fiesta mis entrañas y todo mi ser descansa tranquilo; porque no me abandonarás en el abismo, ni dejarás a tu fiel experimentar la corrupción. R. Me enseñarás la senda de la vida, me llenarás de alegría en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha. R. Lectura de Evangelio según san Mateo 28, 8-15 Después de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro y, llenas de temor, pero con mucha alegría, corrieron a llevar la noticia a los discípulos. Jesús salió a su encuentro y las saludó. Ellas se acercaron, se echaron a sus pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: «No teman, digan a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Estos se reunieron con los ancianos y acordaron en Consejo dar una fuerte suma de dinero a los soldados, advirtiéndoles: «Digan que sus discípulos fueron de noche y robaron su cuerpo mientras ustedes dormían. Y si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros lo convenceremos y responderemos por ustedes». Los soldados tomaron el dinero e hicieron lo que les habían dicho. Y ésta es la versión que ha corrido entre los judíos hasta hoy. Palabra del Señor. Meditación Iniciamos la Octava de Pascua. En lo relatos bíblicos de estos días se centran en las apariciones de Jesús resucitado. A ellas se unen la lectura de los Hechos de los Apóstoles testimoniando su experiencia con el Resucitado y el caminar de la iglesia naciente. Los apóstoles anuncian la verdad de la resurrección, le echan en cara a los propios judíos lo que hicieron con Jesús: lo colgaron y mataron en una cruz, pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Es el primer Kerigma, el primer anuncio de Pedro, proclamación pública y testimonio personal de Jesucristo resucitado. El evangelio nos narra dos acontecimientos relacionados con Cristo resucitado. El primero es la aparición del Resucitado con la Magdalena y María la de Santiago en su visita al sepulcro. Como hemos escuchado,

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el ángel les anuncia la resurrección. Cuando regresan para comunicar la noticia, entonces el propio Jesús se les aparece y les dice: “Entonces les dice Jesús: No teman. Vayan, avisen a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán”. Llama la atención en el relato bíblico de hoy, el protagonismo de las mujeres. Ellas que en aquella cultura estaban relegadas a un segundo plano, ellas a quienes se les marginaba, por el simple hecho de ser mujer. Hoy, el día más grande para nosotros, los creyentes, Jesús las constituye en las precursoras y protagonistas de este extraordinario acontecimiento. Y no conforme con ello, las hace apóstoles de los apóstoles y las envía a anunciarles a éstos la gran noticia. Un segundo, hecho de este evangelio, se trata de la falsa noticia sobre el sepulcro vacío de Jesús. Los sumos sacerdotes y los ancianos compraron el silencio de los guardias, a quienes les mandaron decir, que el cuerpo de Jesús, lo habían robado los apóstoles, de noche, mientras ellos dormían. Nosotros, los cristianos, los discípulos de Jesús tenemos la responsabilidad de anunciar a Cristo resucitado, como lo hicieron los apóstoles y la Iglesia en todos los siglos de fe cristiana. Será el testimonio personal quien convenza al mundo y a nuestra sociedad de que Cristo vive. Nosotros como hombres y mujeres llenos de esperanza y valores humanos vividos en la fe de Cristo resucitado somos los responsables de llevar este anuncio aunque muchas veces se nos haga difícil. Jesús también sale a nuestro encuentro como lo hizo con las mujeres. No temamos, digámosle al mundo que vale la pena creer y confiar en el único que nos garantiza la salvación y la paz. 29 Martes

Octava de Pascua Blanco

Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 36-41 El día de Pentecostés dijo Pedro a los judíos: «Sepan, pues, con plena seguridad los israelitas, que Dios ha constituido Señor y Mesías a este Jesús, a quien ustedes crucificaron». Estas palabras les llegaron hasta el fondo del corazón, y le preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: « ¿Qué tenemos que hacer, hermanos?» Pedro les contestó: «Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo, para que queden perdonados sus pecados. Entonces recibirán el don del Espíritu Santo. Pues, la promesa es para ustedes, para sus hijos e incluso para todos los extranjeros, a quienes llame el Señor nuestro Dios». Y con otras muchas palabras los animaba y los exhortaba, diciendo: «Pónganse a salvo de esta generación perversa». Los que aceptaron su palabra fueron bautizados, y se les unieron aquel día unas tres mil personas. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 32 “La misericordia del Señor llena la tierra.” La palabra del Señor es sincera, todas sus acciones son leales. El ama la justicia y el derecho, el amor del Señor llena la tierra. R.

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El Señor se fija en quienes lo respetan, en los que esperan en su misericordia, para librarlos de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R. Nosotros esperamos en el Señor, él es nuestro socorro y nuestro escudo. Que tu amor, Señor, nos acompañe, tal como lo esperamos de ti. R. Lectura del Evangelio según san Juan 20, 11-18 El día de la resurrección, María se había quedado llorando junto al sepulcro. Sin dejar de llorar volvió a asomarse al sepulcro. Entonces vio dos ángeles, vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Los ángeles le preguntaron: «¿Mujer, por qué lloras?» Ella contestó: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién estás buscando?» Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: «Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo iré a recogerlo». Entonces Jesús le dijo: «¡María!» Ella se acercó a él y exclamó en arameo: «¡Rabuní!» (Qué significa «maestro»). Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido a mi Padre; anda, ve y di a mis hermanos que voy a mi Padre que es el Padre de ustedes; a mi Dios, que es también su Dios». María Magdalena se fue corriendo donde estaban los discípulos y les anunció: «He visto al Señor». Y les contó lo que Jesús le había dicho. Palabra del Señor Meditación María está delante del sepulcro, llorando. La razón de su llanto es la ausencia total de Jesús, que no sólo ha muerto, sino que tampoco está su cadáver. Es la tristeza que había anunciado Jesús a sus discípulos (Jn. 16, 20) “ustedes llorarán y se lamentarán, y el mundo se alegrará. Estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en gozo”. La primera aparición (Mc 16, 9) estuvo reservada para María Magdalena. El primer anuncio del acontecimiento se hizo a las mujeres. Fueron ellas, fueron unas mujeres las enviadas por Dios a predicar a los apóstoles. Los guardianes del lecho (los ángeles) son los testigos de la resurrección; pero, además, son mensajeros dispuestos a anunciarla. Están vestidos de blanco, el color de la gloria divina. Su carácter de testigos queda resaltado por la posición en la que se encuentran: “uno a la cabecera y otro a los pies donde había estado el cuerpo de Jesús”. Colocados a un lado y a otro, muestran conocer lo que allí ha sucedido. Están sentados: el sepulcro vacío es el término de su misión: dan testimonio de que Jesús no está en él. Los ángeles se dirigen a ella con el apelativo “Mujer” que Jesús había usado con su Madre en Caná, en la cruz y con la samaritana. “Dicho esto da media vuelta y ve a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús”. María piensa que el lugar propio para encontrar a Jesús es el sepulcro. Sin embargo, mientras siga mirando hacia allá no podrá encontrarlo nunca. Hay

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que dar media vuelta para ver a Jesús, que está de pie, como corresponde a una persona viva; de pie se opone a acostado, tendido, la postura del muerto. Habría reconocido a un Jesús muerto, pero no lo reconoce vivo. Esta ceguera de María será reflejada más tarde en la de Tomás. Estos dos personajes muestran a la comunidad anclada en la concepción de la muerte como hecho definitivo. La creencia en la continuidad de la vida a través de la muerte es la piedra de toque de la fe en Jesús. “Jesús le dice: mujer ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: Señor, si tú te lo has llevado, dime donde lo has puesto y yo lo recogeré’. Al no reconocer a Jesús, su presencia en el huerto le hace pensar que sea el hortelano. “Jesús le dice ¡María! Ella se vuelve y le dice ¡Rabboni! (que significa Maestro)”.Al oír la voz de Jesús y reconocerlo, María se vuelve del todo, no mira más al sepulcro, que es el pasado, se abre para ella su horizonte propio: la nueva creación que comienza. Jesús sigue llamándonos por nuestros nombres, como lo hizo con María Magdalena. Escuchémosle, reconozcamos su voz y lancémonos a la misión que él nos encomienda. 30 Miércoles

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Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles 3, 1-10 En aquel tiempo, Pedro y Juan subían al templo a la hora de la oración, hacia las tres de la tarde. Había allí un hombre paralítico de nacimiento, a quien todos los días llevaban y colocaban junto a la puerta Hermosa del templo para pedir limosna a los que entraban. Al ver que Pedro y Juan iban a entrar al templo, les pidió limosna. Pedro, acompañado de Juan, lo miró fijamente y le dijo: «Míranos». El los miró esperando recibir algo de ellos. Pedro le dijo: «No tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, camina». Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó. Inmediatamente sus pies y sus tobillos se fortalecieron, se puso en pie y comenzó a caminar. Luego entró con ellos en el templo caminando, saltando y alabando a Dios. Todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios. Al darse cuenta de que era el mismo que se sentaba junto a la puerta Hermosa para pedir limosna, se llenaron de admiración y asombro por lo que le había sucedido. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 104 “Que se alegren los que buscan al Señor” Den gracias al Señor, invoquen su nombre, publiquen entre los pueblos sus proezas, cántenle, toquen en su honor, proclamen sus maravillas. R. Gloríense de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurran al Señor y a su poder, busquen su rostro sin descanso. R.

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Descendencia de Abrahán, su siervo, hijos de Jacob, su elegido: el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra están en vigor sus decretos. R. Él se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra que ha dado por mil generaciones; del pacto concluido con Abrahán, y del juramento que hizo a Isaac. R. Lectura del Evangelio según san Lucas 24, 13-35 El mismo día de la resurrección, dos de los discípulos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, que dista de Jerusalén unos once kilómetros. Iban hablando de todos estos sucesos. Mientras hablaban y se hacían preguntas, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos estaban tan cegados, que no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: «¿Qué es lo que vienen conversando por el camino?» «Ellos se detuvieron entristecidos, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: ¿Eres tú el único en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí estos días?» Él les preguntó: « ¿Qué ha pasado?» Ellos respondieron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo. ¿No sabes que los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran? Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel. Y, sin embargo, ya hace tres días que ocurrió esto. Es cierto que algunas de nuestras mujeres nos han sorprendido, porque fueron temprano al sepulcro y no encontraron su cuerpo. Hablaban incluso de que se les habían aparecido unos ángeles que decían que está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y hallaron todo como las mujeres decían; pero a él no lo vieron». Entonces Jesús les dijo: «¡Qué torpes son para comprender, y qué duros son para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías sufriera todo esto para entrar en su gloria?» Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que decían de él las Escrituras. Al llegar al pueblo adónde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le insistieron diciendo: «Quédate con nosotros, porque es tarde y está anocheciendo». Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaba sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a ellos. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Jesús desapareció de su lado. Y se dijeron uno a otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». Palabra del Señor. Meditación El evangelio de hoy narra la experiencia de dos discípulos que van camino de Emaús. Caminan tristes y desengañados, cabizbajos y apesadumbrados por la pérdida de su Maestro. Esta situación de desconsuelo no les permitía darse cuenta que Jesús caminaba a su lado. Pasa muchas veces con nosotros, que nos dejamos envolver de las preocupaciones y perdemos la esperanza y la confianza de saber que Jesús está a nuestro lado siempre. Los discípulos de Emaús conocieron a Jesús al “partir el pan”. El conocer a Jesús les levantó el ánimo y la moral. La angustia desapareció y fueron

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conscientes de que, mientras caminaban con aquel desconocido que les iba explicando las Escrituras, sus corazones ardían. La reacción no se hizo esperar: se levantaron al instante y volvieron hacia Jerusalén, la misma ciudad que habían abandonado tristemente. Una de las obras de misericordia corporales de “dar de comer al hambriento”, oportuna es la lectura de este evangelio para que practiquemos dicha obra. Seremos capaces de reconocer a Jesús en la misma medida en que seamos generosos y compartamos nuestro pan con el necesitado. El evangelio de hoy también nos ayuda a entender dónde y cómo podemos experimentar nosotros, después de dos mil años, la presencia misteriosa pero real de Cristo en nuestra vida. Lucas nos dice que le podemos ver en tres direcciones. Los que no le hemos conocido en persona, podemos descubrir a Cristo presente: a) en la Palabra. «Les explicó las Escrituras... ¿no ardía nuestro corazón mientras nos hablaba? b) en la Eucaristía: «Se les abrieron los ojos y lo reconocieron... y contaron cómo le habían reconocido al partir el pan», c) en la comunidad: «Y se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once con sus compañeros, que estaban diciendo: es verdad, ha resucitado el Señor». Jesús Resucitado, que sigue siendo Buen Pastor y sale al encuentro de los dos discípulos desanimados y despistados, que han huido de la comunidad y han perdido la esperanza. Y les «recupera». La experiencia de los discípulos de Emaús debe servirnos de modelo, de cómo tendría que ser la misa de los domingos para nosotros, que también en determinados momentos podemos estar desesperanzados y desorientados. a) La Palabra que se nos proclama, siempre Palabra viva de Dios para nosotros hoy y aquí, Palabra salvadora, llena de esperanza; b) la Eucaristía: Cristo mismo, Glorioso, que se hace alimento para nosotros, porque ya sabe que somos débiles y el camino es duro; c) y la comunidad, los hermanos, que nos ayudan con su cercanía y su testimonio a no perder el ánimo y a seguir perseverantes en el camino de la fe. Que el desaliento, la desolación, la desesperanza y el desánimo no nos impidan sentir la presencia de ese Dios amoroso y misericordioso que siempre va a nuestro lado. 31 Jueves

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Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles 3, 11-26 En aquellos días, como el paralítico curado por Pedro y Juan no se les despegaba, toda la gente, asombrada, se reunió alrededor de ellos junto al pórtico de Salomón. Pedro, al ver esto, dijo al pueblo: «Israelitas, ¿por qué se admiran de este suceso? ¿Por qué nos miran como si nosotros lo hubiéramos hecho caminar por nuestro propio poder o virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha manifestado la gloria de su siervo Jesús, al que ustedes entregaron y rechazaron ante Pilato, quien había resuelto dejarlo en libertad. Ustedes rechazaron al Santo y al Justo,

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Plan de Pastoral - Marzo 2016

pidieron que se diera libertad a un asesino y mataron al autor de la vida. Pero Dios lo ha resucitado de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello. Pues bien, por creer en Jesús se le han fortalecido las piernas a este hombre a quien ven y conocen; la fe en Jesús lo ha sanado totalmente en presencia de todos ustedes. Ya sé, hermanos, que lo hicieron por ignorancia, igual que sus jefes. Pero Dios cumplió así lo que había anunciado por los profetas: que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que sean borrados sus pecados. Llegarán así tiempos de consuelo de parte del Señor, y enviará de nuevo a Jesús, el Mesías que les estaba destinado. El cielo debe retenerlo hasta que lleguen los tiempos en que todo sea restaurado, como anunció Dios por boca de los santos profetas en el pasado. Moisés, en efecto, dijo: El Señor su Dios les suscitará de entre sus hermanos un profeta como yo; escuchen todo lo que les diga; y el que no escuche a este profeta será excluido del pueblo. Todos los profetas, de Samuel en adelante, anunciaron estos días. Ustedes son los descendientes de los profetas y de la alianza que Dios estableció con sus antepasados, diciendo a Abrahán: “A través de tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra”. Por ustedes, en primer término, Dios ha suscitado a su siervo enviándoselo como bendición, para que cada uno se convierta de sus maldades». Palabra de Dios Salmo Responsorial: 8 “¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!” ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que cuides de él? R. Lo hiciste apenas inferior a un Dios, coronándolo de gloria y esplendor; le diste poder sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies. R. Rebaños y ganados, todos juntos, y aun las bestias salvajes; los pájaros del cielo, los peces del mar y todo cuanto surca las sendas de los mares. R. Lectura del Evangelio según san Lucas 24, 35-48 En aquel tiempo los discípulos contaban lo que les había ocurrido cuando iban de camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Estaban comentando lo sucedido, cuando el mismo Jesús se presentó en medio y les dijo: «La paz esté con ustedes». Espantados y llenos de miedo, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: « ¿De qué se asustan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Vean mis manos y mis pies; soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse de que un fantasma no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo». Y dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como se resistían a creer por la alegría y el asombro, les dijo: ¿«Tienen algo de comer?» Ellos le dieron un trozo de pescado asado. Él lo tomó y lo comió delante de ellos. Después les dijo: «Cuando aún estaba entre ustedes les dije que era necesario que se cumpliera todo lo escrito sobre mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos». Entonces les abrió la inteligencia para que comprendieran las Escrituras. Y añadió: «Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se anunciaría

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Déjense reconciliar con Dios

a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, la conversión y el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de estas cosas». Palabra del Señor. Meditación Después de la curación del paralítico, que leíamos ayer, Pedro aprovecha la buena disposición de la gente para dirigirles una nueva catequesis sobre Jesús, en cuyo nombre ha curado al paralítico. Sus oyentes son judíos, y por tanto Pedro argumenta a partir del antiguo testamento, de los anuncios de Moisés y los profetas, razonando la «continuidad» entre el «Dios de nuestros padres» y los acontecimientos actuales. Los discursos y predicaciones de Pedro ayudan a leer la historia como Historia de Salvación, que culmina en Cristo, y, después de la venida del Espíritu, en la constitución de la comunidad mesiánica reunida en torno al Señor. El Mesías anunciado ya ha venido, y es el mismo Jesús de Nazaret a quien Israel ha rechazado. Pedro interpela con lenguaje muy directo a los judíos: «al que ustedes entregaron y rechazaron... mataron al autor de la vida». ¡Qué contraste: han indultado a un asesino y han asesinado al autor de la vida! Aunque trata de disculparles: «sé que lo hicieron por ignorancia igual que sus autoridades». Pedro anuncia que a través de la resurrección Jesús se ha convertido en salvador de todos y por tanto todos tenemos que convertirnos a él. El evangelio de hoy, vemos que tras su encuentro con el resucitado, los dos de Emaús han ido a contar su experiencia a los once y demás compañeros. Todavía están hablando los dos cuando vuelve a hacerse presente Jesús. Esta aparición de Jesús apunta a dos realidades: por un lado nos dice que la comunidad cristiana va a surgir como tal comunidad a partir de una experiencia y encuentro común con el resucitado. Por otro lado, se quiere resaltar ese carácter real del resucitado. El nuevo Jesús no es ninguna invención espiritual del grupo cristiano. Igual que sus oponentes judíos, también los cristianos dudaron de la realidad de Jesús, no hubo en ellos predisposición alguna a aceptarla, sino todo lo contrario. Sólo la presencia real del resucitado les ha llevado al firme y absoluto convencimiento que ahora tienen. La experiencia de un Jesús real produjo en los once y sus compañeros (la comunidad cristiana) un cambio (conversión) y una liberación interior (perdón de los pecados). Ellos son testigos de todo esto porque son testigos de la muerte y resurrección de Jesús. La aparición a los once ayuda a sus discípulos a pasar de la sorpresa, la duda y la incredulidad a la fe. Una vez recobrada la tranquilidad y la paz, los once pasan de ser discípulos a ser enviados. Son testigos de lo que Jesús había enseñado y testigos también de que, con su muerte y resurrección, Jesús cumple la escritura. En nombre de Jesús, los discípulos, en calidad de testigos, son enviados, partiendo de Jerusalén, a predicar la resurrección y la conversión de los pecados a todos los pueblos. Para cumplir esta misión podrán los discípulos contar con la promesa del Padre, es decir, con la fuerza del Espíritu Santo.

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