Rayuela Parece, pero no es tan simple como un juego de niños. Y no es que saltando a la baldosa elegida descubriremos el sentido y la lógica de este libro. Hace falta la fortaleza de animarse a leerlo, entenderlo, desglosarlo y hasta despedazarlo en miles de momentos para que tengan sabor en nuestra boca. Para comprender a qué y a donde nos invita su autor. Rayuela enmarca las diferentes vicisitudes que colocan a un hombre con su vida, en un plano real y fantástico, a veces cómico, triste y patético, a veces exaltado, provocativo y extremo. Uno puede querer conducirse de forma ordenada para leerlo y adentrarse en sus páginas de principio a fin, pero Cortázar imaginó más allá de nuestras capacidades una realidad subalterna, un pasaje para leerlo intercaladamente y descubrir citas maravillosas, repletas de música, erotismo y fantasía, lo cuál decididamente tienta al lector. Rayuela ofrece la posibilidad de historias paralelas y simultáneas, la pluralidad de personajes, la aparición de conflictos sucesivos. De este lado, o del otro, dos ciudades que se mezclan y la historia de una comprobación del fracaso, y la esperanza del triunfo perdido. Rayuela aparece en junio de 1963 y fue escrita por un Julio Cortázar maduro en sus plenos 45 años. Fue una verdadera revolución dentro de la novelística en lengua castellana, por primera vez, un escritor llevaba hasta las últimas consecuencias la voluntad de transgredir el orden tradicional de una historia y el lenguaje para contarla. Pero en ese mismo momento, ¿Que ocurría en la sociedad argentina? La década del 60 fue escenario del radicalismo de la mano de Arturo Illia. El pueblo acostumbrado a la abundancia económica y a ser llamado “El granero del mundo” veía su realidad transformada por limitaciones económicas, exclusión de capitales extranjeros, y una eterna lucha de oposición entre militares y peronistas. Frente a tanta deficiencia nacional y al inminente esplendor europeo de las artes, muchos se veían seducidos como Cortázar, a vivir “La Belle Époque” y alojarse en Paris, donde podrían vivir el arte en el sentido más puro y sincero.

Rayuela tiene a Horacio Oliveira que es el protagonista de la historia. Es un argentino del cual se afirma en el libro ronda los 40 años. Se caracteriza por saber de un sinnúmero de temas. Fue a estudiar a París, más no lo hace. Tiene a La Maga (Lucía), el amor de Horacio, y a un sinfín de personajes que incluyen a Morelli, novelista consumado, identificado por algunos como el álter ego de Cortázar. Por momentos parece que todavía estuviera observando a Olivera y a la Maga amarse. Comencé leyendo Rayuela como cualquier otro libro. Con la densidad en mi cabeza de pensar “lo extenso y gordo que es”. Y más allá de descubrir en Olivera pensamientos e ideas fatalistas, los que en algún momento hubiera coincidido, su personaje evoca el ingresar en la dicotomía de la vida, las elecciones, el porque estar en un lugar y no en otro; las crisis, la aceptación de las cosas, el paso fugaz de lo bueno, y el eterno resquemor de lo malo. La presencia del Amor y su condición tan fugaz, esplendorosa y asfixiante. Cortázar supo perfectamente describir la esencia de lo que somos, y deja sin palabras. Vale la pena animarse.