INSTITUTO TEOLÓGICO COMPOSTELANO COLLECTANEA SCIENTIFICA COMPOSTELLANA
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Que resuene en el corazón de Europa: Prioridad de la pregunta por Dios XII JORNADAS DE TEOLOGÍA, 2011
SANTIAGO DE COMPOSTELA 2012
Índice General PRESENTACIÓN DE LAS JORNADAS DE TEOLOGÍA
José Fernández Lago ......... ..................... ................. 1
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«QUE RESUENE EN EL CORAZÓN DE EUROPA: PRIORIDAD DE LA PREGUNTA POR DIOS». PRESENTACIÓN DE LAS XII JORNADAS DE TEOLOGÍA
Julián BaiTio Barrio ......................... .
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Los NUEVOS AREÓPAGOS: HOMBRE, CULTURA, FE Marcelino Agís Villaverde............... ................................. .
35
PROPUESTAS DE Dios EN EL CINE
57
Pedro Rodríguez Panizo .................... LA PROPUESTA DE DIOS EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO
57
Francisco García Martínez ............. . LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD DESDE NEWMAN HASTA BENEDICTO
XVI
.Guillermo Juan Morado ............. .
91
ALGUNAS PROPUESTAS DE DIÁLOGO CON LA MODERNIDAD DESDE LA FILOSOFÍA EN EsPAÑA
Ildefonso Murillo ... «DIÁLOGO CON LA MODERNIDAD DESDE LA TEOLOGÍA EN EsPAÑA HOY. PROPUESTAS Y PERSPECTIVAS» José Luis Cabria Ortega ..... PROPUESTAS PARA UN DIÁLOGO SOBRE DIOS César Izquierdo .............. ., .......... ..
111
........ 143 197
EL ATRIO DE LOS GENTILES COMO PLATAFORfl-IA DE DIÁLOGO CON LA INCREENCIA
Melchor Sánchez de Toca ...
215
Los MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL: ¿ES POSIBLE LA COMUNICACIÓN SOBRE DIOS?
Javier Aguado San Miguel...
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¿HACIA UNA ÉTICA DE MÍNIMOS?
Dios l.S.B.N.: 978-84-940239,0-3 • Depósito Legal: C. 1.054-2012 lmpriJne: Gráficas Lope.-Teléf. 923 19 41 31 - 37008
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SALAMANCA
María J. Roca ...
249
AMA AL MUNDO. EL CUIDADO DE LA CREACIÓN Enzo Bi8.nchi ........... .. .......................... ..
269
P.
CLAUSURA DE LAS XII JORNADAS DE TEOLOGÍA
Julián Barrio BaiTiO ........
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¿HACIA UNA ÉTICA DE MÍNIMOS? I. INTRODUCCIÓN
El Instituto Teológico Compostelano organiza una vez más sus jornadas anuales, y en esta XII edición, se propone reflexionar sobre el tema «Que resuene en el corazón de Europa: Prioridad de la pregilnta por· Dios». Quiero agradecer la amable invitación, cursada para participar en estas jornadas, y expresar la satisfacción que me produce estar en la querida Galicia, donde he vivido tantos años. En la carta en la que el Señor Arzobispo me cursó la invitación, se hacía constar la invitación a reflexionar sobre «los signos de los tiempos». Cuando me preparaba esta exposición -el tema que me corresponde abordar es «Hacia una Ética de mínimos»- he tenido muy presentes estas palabras. Eu los momentos en que escribía el texto tenían lugar las revueltas vandálicas en el Reino Unido (en Londres y en otras ciudades como Manchester y Birmingham). Y, a mayor escala, hasta desembocar en verdaderas revoluciones' y guerras civiles, hemos sabido recientemente, que hay masas de gente protestando en las calles y plazas de Túnez, de Argelia, de Siria, de Libia, .etc. Poco después, la prensa nos ha dado a conocer también la noticia de que en un hospital de Andalucía se ha suprimido a una anciana la alimentación parenteral, a petición tle su familia, y con el «place!» de las autoridades competentes, que se atuvieron lo que prevé la Ley andaluza
a
Algún autor ha afirmado, incluso acerca de las revueltas del Reino Unido, «estas movidas sociales no deben entenderse como simples revue,ltas callejeras. Estamos en presencia de un fenómeno socio-político al que todavía no se le ha dado el alcance histórico que tiene» (N. M. LÓPEZ CALERA, ¿Revueltas callejeras o revoluciones?, en Ideal de Granada, del sábado 13.08:2011, p. 23).
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2/2010, de 8 de abril de derechos y garantías de la dignidad de las perso-. nas en el proceso de muerte'. Así mismo, otra noticia que a lo largo de todo el verano ha ocupado reiteradamente las primeras páginas de los periódicos y los titulares los telediarios de todas las cadenas televisivas es la crisis financiera internacional. Ciertamente en este caluroso verano no sólo hemos conocido noticias como estas tres que me he permitido recordarles, sino que también hemos asistido a la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Madrid. Es justo hacer notar que la experiencia de solidaridad ~casi es más correcto decir de verdadera fraternidad- de este encuentro encierra muchos más motivos de optimismo y esperanza que las otras noticias menos positivas que me he permitido recordarles. Sin embargo, puesto que el Santo Padre nos invita a ser testigos de nuestra esperanza, y puesto que hemos de dialogar con quienes han protagonizado los actos vandálicos, y con quienes han retirado o hecho retirar la alimentación necesaria para sobrevivir a una anciana, me van a permitir que en determinados momentos reflexione sobre estos hechos, a mi juicio negativos, al hilo de esta exposición acerca de la llamada Ética de mínimos. Si hemos de dejarnos interpelar por los signos de los tiempos, estas noticias deben ser interlocutoras de nuestras reflexiones sobre la Ética de mínimos. El gigantesco endeudamiento público de tantos Estados occidentales, supone en términos humanos que nosotros (nuestra generación) ha vivido por encima de sus posibilidades, cargando sobre Ja siguiente la pesada obligación de devolver lo prestado. La escalada de violenc.ia de este verano en el Reino Unido (similar a la del afio 2005 en Francia), es la expresión de descontento de quienes, al menos de momento, no están sufriendo en su propia piel las consecuencias de los recortes sociales, ni dirigen sus iras contra los responsables del futuro más austero que el presente que se nos avecina a todos. No han dirigido sus actos violentos hacia políticos y banqueros, sino que han saqueado e incendiado coches y comercios de personas anónimas, integrantes quizá de la clase media o 2 El texto de esta ley, puede verse en BOJA núm. 88, pp. 8-16. Un estudio acerca de este texto, cuando aún estaba en proyecto, lo realiza J. A. [)ÍEZ FERNÁNDEZ, Autonomía del paciente y deberes del médico en el proyecto de ley andaluza de muerte digna, en «Cuadernos de Bioética», 71, 2010, pp. 51-60.
¿Hacia una ética de mínimos?
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baja, peró anónimos. Tan responsables o tan irresponsables a través de su voto de la situación de recortes sociales como lo son los propios vándalos que saquean, destrozan e incendian. ¿Estamos ante una Ética de mínimos, ante Ja ausencia (o al menos decaimiento) de Ética? Quizá estas conductas traen su causa en una exaltación de la libertad y la autonomía individual. Todo el mundo está más o menos de acuerdo en que el respeto a la libertad de los demás constituye un principio ético fundamental. Pero esto, ocasionalmente, se demuestra en Ja práctica como algo más teórico que real, en Ja medida en que sea una manifestación de ese· egocentrismo endémico al que hemos llegado los hombres y mujeres de hoy. Tal vez porque el respeto a la libertad de cada uno constituye menos el reconocimiento de una exigencia ética que una reivindicación individual: «¡que nadie se permita impedirme que yo haga lo que quiera!» De este modo, el liberalismo occidental se presenta cada vez más totalitario3.
2. ACERCA DE LA ÉTICA DE MÍMINOS
¿Qué se entiende normalmente por Ética de mínimos? En el entorno filosófico-académico, podríamos resumir qué es esto de la Ética de mínimos del modo siguiente. En las sociedades que constitucionalmente tienen la estructura de democracias liberales, se da tanto el pluralismo político eomo el pluralismo moral. El pluralismo político consiste en Ja convivencia de distintas ideologías políticas que comparten las reglas del juego marcadas por la Constitución. Elpluralismo moral vendría a ser la convivencia de muchas Éticas de máximos, lo que John Rawls llama «distintas doctrinas comprehensivas del bien». Las distintas éticas de máximos consisten en distintas propuestas de vida buena, que comparten unos valores y ·orientaciones comunes a los «los míni1nos éiicos», o bien una «Ética rrúnima»4, o para otros también «Ética cívica». 3 J. PHILIPPE, La libertad interior. La fuerza de la fe, la esperanza y el amor, trad. española, ed. Rialp, 8ª. Ed. Madrid 2005, p. 14. 4 Esta idea se recoge en A. CORTINA, Ética cívica y ética de mínimos, en http://www.prohumana. cl/minisitios/seminario/download/adela_co1tina.pdf [13.IV.2012], p. l. De la misma autora in extenso, pueden consultarse las obras: Ética mínima, Madrid 1986, y Ética aplicada y democracia radical, Madrid 1983.
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La Ética de mínimos o cívica sería la de las personas en tanto que ciudadanas. En cuanto persona se puede aspirar a una vida feliz y plena, pero en cuanto que ciudadano, hay que conformarse con poder desarrollar una convivencia justa.· «La Ética de los ciudadanos, la Ética cívica, contiene aquelÍos valores y principios de justicia que comparten las distintas Éticas de máximos de una sociedad pluralista, por debajo de esos mínimos se caería en la inhumanidad>>'. En nuestra opinión, para aceptar la distinción entre persona y ciudadano, es necesario matizar muy bien qué itlcance se le atribuye. Aunque ciertamente se pueda distinguir entre la dimensión de ciudadano y la de creyente, estas dos dimensiones no pueden llegar a la ruptura de la unidad de la persona', ni a la consecuencia de que las propias creencias religiosas no pueden manifestarse en la vida pública'. Los defensores de la Ética de mínimos, proponen que «los contenidos de esa Ética cívica serían los valores de libertad, igualdad, solidaridad, respeto activo y recurso al diálogo como camino para resolver los conflictos frente a la violencia; se referirían al respeto a los derechos humanos, y a la idea de que los ciudadanos deben considerarse ciudadanos sociales»". Para algunos autores, en un mundo globalizado el mínimo de justicia que exige una Ética cívica consiste en conseguir la «ciudadanía A. CORTINA, Ética c[vica y ética de mfnimos..., pp. 1-2. Sobre la unidad de la persona en el Magisterio de la Iglesia, PONTIFICIO CONSEJO «JUSTICIA y PAZ», Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, Madrid 2005, pp. 64 y ss. 7 Como ha puesto de man_ifiesto Benedicto XVI en su mensaje a la Asamblea Gerieral de Naciones Unidas, de 18 de abril 2008, «Obviamente, los derechos humanos deben incluir el derecho a la libertad
religiosa, entendido como expresión de una dimensión que es, al mismo tiempo, individual y comunitaria, una visión que manifiesta la unidad de la persona, aun distinguiendo claramente entre Ja dimensión de ciudadano y la de creyente ( ... ).Es inconcebible, por tanto, que los creyentes tengan que suprimir una parte de sí mismos -su fe- para ser ciudadanos activos. Nunca debería ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos. Los derechos asociados con la religión necesitan protección, sobre todo si se los considera en conflicto con la ideología secular predominante, o con posiciones de una mayoría religiosa de naturaleza exclusiva. No se puede limitar la plena garantía de la libertad religiosa al libre ejercicio del culto, sino que ha de tener en la debida consideración la dimensión pública de la religión y, por tanto, la posibilidad de que los creyentes contribuyan a la construcción del orden social. ( ...)El rechazo a reconocer la contribución a la sociedad que está enraizada en la dimensión religiosa y en la búsqueda del Absoluto -expresión por su propia naturaleza de la comunión entre personasprivilegiaría efectivamente un planteamiento individualista y fragmentaría Ja unidad de la persona», puede verse en http://www. vatican. va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2008/april/documents/hf_ ben-xvi_spe_20080418_un-visit_sp.htm1 [6.III.2012] 8 A. CORTINA, Ética cívica y ética de mínimos... , p. 2, siguiendo a Thomas Marshall.
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social cosmopolita», es decir, que todos los seres humanos vean protegidos y respetados sus derechos'. La Ética civil se compone sólo de normas morales, no jurídicas 10 ; esta Ética sería previa a las normas jurídicas 11 y supone un modo de entender la Ética como ajena a cualquier fundamentación teísta 12 o religiosa", e incluso cualquier fundamentación que trascienda ia propia sociedad (como sería la ley natural)t•, se busca la fundamentación Ética en el consehso 1'. 9 A. CORTINA, Ética cívica y ética de mínimos... , p. 2. Un tratamiento más desarrollado en A. CORTINA, Ciudadanos del mundo, Madrid 1997. 10 C. IZQUIERDO, La moral de la sociedad. La ética civil: un intento de moral no religiosa, en C. lzQUIERDO I C. SoLE~ (eds.), Cristianos y democracia, Pamplona 2005, p. 125, «En un sentido general, podría decirse que la Etica civil es el conjunto de principios y normas morales que regulan la vida de los ciudadanos en cuanto tales ciudadanos, es decir, en cuanto miembros de una comunidad política. Habría que subrayar que se trata de principios y nonnas morales, para distinguirlos de los principios y nonnas de otro tipo que imperen en la misma sociedad, ya sean las leyes positivas, los códigos de conducta o cualquier otra nonna que no sea estrictamente moral, es decir relacionada con un deber imperado por la conciencia)). 11 C. IZQUIERDO, La moral de la sociedad. La ética civil: un intento de moral no religiosa ... , p. 129, ha puesto de manifiesto la dificultad que entraña distinguir entre Ética civil y Derecho positivo, «Si la Ética civil tiende a que los ciudadanos cumplan sus deberes de justicia, deberes que son exigibles, no es fácil ver la diferencia entre la Ética civil y los deberes que emanan de la pura regulación positiva con la que una sociedad ordena la convivencia de una manera justa. La única diferencia posible serfa que la Ética civil representara una cierta instan.cia ideal de lo justo que las leyes no exigen de hecho, aunque podrían hacerlo sin sobrepasar sus funciones». 12 Critica este planteamiento de la moral al margen de Dios: «La moral tiene que ser ciertamente universal, y si no, no es moral, sino simplemente estilo de vida. Debe valer para todos: inteligentes y torpes, oprimidos y libres, ricos y pobres ... y ello exige considerar las vidas humanas en su plena totalidad ( ... )la retribución después de esta vid. «La Ética civil no sólo no está obligada, sino que ni siquiera puede convertirse en la moral de una religión. La moral que regula una sociedad supone el acuerdo de sus miembros, aunque ese acuerdo debe estar abierto a contar con un fundamento» (p. 127). 14 C. IZQUIERDO, La moral de la sociedad. La ética civil: un bttento de moral no religiosa ... , p. 126. 15 P. J. LASANTA, Diccionario s'ocial y moral de Juan Pablo JI, Madrid, 1995, n. 342, «No olvidemos, sin embargo, que la verdad, la belleza y el bien, son valores absolutos y que, como tales, no dependen de la adhesión a ellos de un número más o menos grande de personas. No son el resultado de la decisión de una mayoría, sino que, por el contrario, las decisiones individuales y las que asume la colectividad deben estar inspiradas en estos valores supremos e inmutables, para que el compromiso cultural de las personas y de las sociedades responda a las exigencias de la dignidad humana» (Discurso al mundo de la cultura en Buenos Ai~es, 12-IV-1987).
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Esta Ética de mínimos sería la compartida por todos, debido a que es racional, y está por encima de las opiniones subjetivas de cada uuo. Las opciones subjetivas de cada uno serían Éticas de lo bueno, que hacen a cada uno .feliz, pero que no son universalizables, mientras que la Ética de mínimos debe ·considerarse una Ética de lo justo, entendiendo que puede exigirse a cualquier ser racional, y por ello es universalizable 16 • Conviene advertir que el único modo de llegar a una Ética universal (o universalizable) no es la del consenso de fa, Ética de núnimos, ni la racionalidad debe interpretarse necesariamente como racionalismo". Como ha recordado Benedicto XVI, esa universalidad se basa en la naturaleza humana". 16 C. IZQUIERDO, La. moral de la sociedad. La étiCa civil: un intento de moral no religiosa ... , pp. 128-129, «Algunos riutores distinguen, dentro del conjunto del fenómeno moral, entre lo justo y lo bueno. La justicia se refiere a lo que es exigible moralmenté a cualquier ser racional que· se deje llevar por intereses universalizables. Lo bueno, en cambio, responde a una opción subjetiva, válida sin duda en Ja medida en que perfecciona al sujeto, pero que no se puede exigir universalmente, porque no se puede pretender que todo ser racional tenga las mismas cosas como buenas o felicitantes. Lo justo y lo bueno han dado lugar a lo que se ha llamado 'Éticas de la justicia' y 'Éticas de la felicidad' respectivamente». A. Co:F::nNA, Ética civil y religión, Madrid 1995, p. 65, (n. 113), en http://www.Vatican. va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20090520_legge-naturale_ sp.html [28.III.2012]. 19 Instrucción Pastoral de. 23 de noviembre de 2006 (LXXXVill Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española), «Orientaciones morales ante la situación actual de España», n. 52. {{Hay quien piensa que la referencia a una moral objetiva, anterior y superior a las instituciones democráticas, es incompatible con una organización democrática de la sociedad y de la convivencia. Con frecuencia se habla de la democracia como si las instituciones y los procedimientos democráticos tuvieran que ser la última referencia moral de los ciudadanos, el principio rector de la conciencia personal, la fuente del bien y del inal. En esta manera de ver las cosas, fruto de la visión laicista y relativista de la vida, se esconde un peligroso germen de pragmatismo maquiavélico y de autoritarismo Si las instituciones democráticas, formadas por hombres y nlujeres que actúan según sus criterios personafes pudieran a ser referente últin10 de la conciencia de los ciudadanos, no cabría la crítica ni la resistencia moral a las decisiones de los parlamentos y de los gobiernos». En el mismo sentido, C. IZQUIERDO, La moral de la sociedad. La ética civil: un intento de moral no religiosa .. ., p. 134, ha señalado que {{El diálogo es sin duda alguna un valor y la sociedad democrática es y debe ser una sociedad dialógica en la que se confía no en la imposición sino en la convicción. Pero el diálogo implica una referencia a algo que está más allá del diálogo mismo, es decir a la verdad a la que el diálogo abre y a la que se ordena. Más aún, sin la referencia, al menos implícita, a lo que es y vale en sí, no sería posible un diálogo auténtico quedando entonces solamente campo para Ja negociación». A. GoNZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, El ejercicio de las objeciones de conciencia en una sociedadpostmoderna, en «Revista de Derecho de la Universidad Católica del Norte de Chile» año 16, n. 2, 2009, pp. 21 y ss., aporta interesantes argumentos acerca de la preponderancia del elemento formal sobre el material en Ja labor legislativa. Por su parte, desde el punto de vista filosófico, ya afirn1aba M. GARCÍA MORENTE, Lecciones preliminares de Filosofía, 16ª ed., Buenos Aires 1938, p. 373, «sobre los valores se puede discutir, y si se puede discutir de los valores es que a la base de la discusión está la convicción profunda de que son objetivos»( ... ) {{podríamos decir que los valores se descubren». 20 C. IZQUIERDO, La moral de la sociedad. La ética civil: un intento de moral no religiosa ... , p. 130. 2 1 C. IZQUIERDO, La moral de la sociedad. La ética civil: un intento de moral no religiosa ... , p. 131.
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Española, «la sociedad entera queda a merced de las opiniones y deseos de una o de pocas personas que se arrogan unos poderes cuasi absolutos que van evidentemente más allá de su competencia»". Pero la _consecuencia de esa privatización de la moral no parece que sea un mejor entendimiento entre todas las Éticas privadas, a través de una universalización del mínimo racional común a todas ellas", sin dejar por ello de ser Ética y reducirse al Derecho. Por el contrario, «la época moderna se ve obligada a renm;iciar a una visión unívoca de la realidad y a la pretensión de poder describirla acabadamente en términos de verdad; es decir, obligada a renunciar al pensamiento metafísico. Como consecuencia, la Modernidad fracasaría también en el intento de continuar defendiendo la Ética y su jerarquía objetiva de valores y preceptos. La realización de esta dinámica concluye dando lugar a un paradigma cultural absolutamente inédito: el del politeísmo ético, según expresión del propio Weber» 24 • Si la Ética no es universal, «los hombres se deben acostumbrar a considerarse de modo recíproco como extranjeros morales»". Como todas las relaciones sociales humanas necesitan del lenguaje, éste deberá ser un lenguaje juridico, ya no un lenguaje ético26• En suma, como se ve, la subjetivización de la Ética, desligándola de una referencia objetiva a la verdad", tanto puede conducir a «la Ética de 22 Instrucción Pastoral de 23 de noviembre de 2006 (LXXXVIII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española), «Orientaciones morales ante la situación actual de España», n. 54. La cita comienza «Si Jos parlamentarios, y más en concreto, los dirigentes de un grupo político que está en el Poder pueden legislar según su propio criterios, sin someterse a .ningún criterio moral socialmente vigente y vinculante ... » Entendemos que lo que se dice de los grupos políticos o mayorías parlamentarias, es plenamente aplicable a las élites intelectuales. 23 F. D'AGOSTINO, Ética y Derecho entre lo moderno y lo postmoderno, en ~, 24, 1991,·pp,· 131 y ss. 60
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A. OLLERO, Bioderecho. Entre la vida y la muerte, Cizur Menor 2006, p. 190.
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tan absurdo sería desde el punto de vista de su objeto, dar paso a la sanción penal sin estar convencido de que el bien protegido lo merezca, como dejar el cumplimiento de sus normas al libre arbitrio de cada sujeto»". La Ética cívica no es neutral. Esta Ética de mínimos, que nos obligaría a dejar en el ámbito privado nuestra Ética de máximos, supone, en realidad, que otros han impuesto su Ética. La permisión del aborto, del vandalismo o de la eutanasia no es una decisión neutral, sino dar paso a una determinada concepción ética. La pretendida Ética de mínimos no es Ja «Ética justa en la vida pública», es una concepción ética concreta, que quizá sea la expresión de un decaimiento ético, que trae su causa en una devaluación de Ja fe personal y comunitaria'3. La distinción entre persona y ciudadano, qtie constituye uno de Jos presupuestos de la Ética de mínimos, supone una ruptura de la unidad de la persona que difícilmente puede sostenerse con argumentos racionales, a Ja vez que se garantizan como derechos inalienables de la persona las libertades de expresión y manifestación en el ámbito público, conforme a la propia ideología, religión o creencias. De acuerdo con esta visión de Ja Ética de mínimos que se acaba de exponer, un católico en una sociedad occidental podría pensar en cuanto que persona lo que quisiera (defender la vida y no el aborto o la eutanasia), pero en cuanto ciudadano, tendría que reducir sus exigencias morales. J. ROCA Catedrática de Derecho Eclesiástico de la Universidad Complutense
MARÍA
Bioderecho. Entre la vida y la muerte ... , p. 191. XVI - J. RATZINGER, Los caminos de la vida interi01: El itinerario espiritual del hombre, Barcelona 2011, p. 109, «cualquier decaimiento ético no se limita a la esfera individual, sino que al mismo tiempo es una devaluación de la fe personal y comunitaria: de ella deriva y sobre ella influye de forma detenninante». 62 63
A. OLLERO, BENEDICTO