Espectáculos
Página 6/Sección 4/LA NACION
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Jueves 11 de octubre de 2007
Qué fantástica esta fiesta Muy buena
✩✩✩✩
Ivana Rossi, Dan Breitman y Natalia Cociuffo
Ella. Libro: Valeria Ambrosio, Ana Repetto y Leonardo Gaetani. Dirección general: V. Ambrosio. Arreglos y dirección musical: Gabriel Goldman. Dirección de actores: Mecha Fernández. Con Ivana Rossi, Dan Breitman, Natalia Cociuffo, Hernán Piquín, Adrián Scamarella, Alejandro Ibarra, Angel Hernández, Esteban Provenzano, Federico Salles, Juan José Marco, Oscar Lajad, Marcos Gorosito, Leonardo Tito, Ariel Pastocchi, Sebastián Codega y Mariano Botindari. Reemplazos: Mariana Jaccazio y Federico Salles. Voz en off: Víctor Hugo Morales. Coreografía: Elizabeth de Chapeaurouge. Escenografía: Ana Repetto. Vestuario: Walter Jara. Iluminación: Sandro Pujía. Sonido: Osvaldo Mahler. Diseño de video: Maxi Vecco. Stage Manager: Flavio Chinellato. Asistente de dirección: L. Gaetani. Prod. ejecutiva: Constanza Miguel y Florencia Borensztein. Prod. general: Maxi Ambrosio y Daniel Grinbank. En el Lola Membrives. Duración: 90 minutos.
Hace unos años, Valeria Ambrosio, Gabriel Goldman y el tándem de esta propuesta se jugaron con un espectáculo a lo grande, pero con modestia: Mina... che cosa sei?, sobre canciones de la diva italiana. Con él se fueron a Europa, recibieron críticas formidables y fue algo así como el lanzamiento de Elena Roger. Les quedó el sabor italiano y ahora se lanzaron a un nuevo desafío: Raffaella Carrá. Claro que hay una distancia artística entre Mina y la rubia del peinadito carré. Pero Raffaella dejó una huella importante tras sus periódicas visitas a la Argentina durante los años 70, cuando la misión era “distraer”. Más allá de eso, divirtió a las generaciones que hoy sobrepasan los treinta y pico y se convirtió en ícono gay (uno más). Ambrosio se divirtió con la idea. Y lo mejor de todo es que hace pasar un muy buen rato a los espectadores. En Mina... no había un argumento, sino una puesta en escena de cada canción. En Ella hay un pequeño hilo conductor, muy leve. La estrella de un espectáculo (Raffaella) no aparece nunca, entonces el resto del elenco debe hacerse cargo del show. Allí surgen la competencia y el deseo oculto de la figuración. Pero ésas son sólo pequeñas pinceladas. La directora tomó el mismo esquema de su anterior espectáculo y puso énfasis en la escenificación de cada canción, y dio como resultado una humorada de muy buen gusto.
FACUNDO BASAVILBASO
Valeria Ambrosio tiene un criterio estético exquisito y sabe ponerle teatralidad. Conoce muy bien cómo aunar distintas disciplinas y elementos. En su espectáculo hay una fuerte presencia multimediática muy bien diseñada por Maxi Vecco, que conoce muy bien cómo poner esto en función de lo musical. Y toda esta conjunción se logra gracias a un trabajo minucioso en equipo plasmado en escena. Así como lo hizo en Mina... y en Quiero llenarme de ti (musical sobre las canciones de Sandro), Gabriel Goldman no fue ortodoxo a la hora de reproducir estas conocidas canciones. Pero no por eso las volvió lejanas. Por el contrario, las nutrió de ricas variaciones funcionales a la propuesta, básicamente, con teatralidad. Sólo hay que aclarar que la selección de canciones incluye algunas poco conocidas, aunque interesantes. Por su parte, el trabajo de Elizabeth de Chapeaurouge en la coreografía también es fundamental. Es obvio que no podrían reproducirse exactamente las “bizarras” (en el sentido anglosajón de la palabra) coreografías de los shows de la Carrá en los años 70. Lo que hizo
fue tomar hábiles guiños que remitan a ellas y reformularlas. Es decir, mantuvo un halo kitsch pero no se atuvo a movimientos de masa compactos, sino que apostó a la fragmentación, a la invasión de los múltiples espacios planteados por la única y funcional escenografía (de Ana Repetto), y a las habilidades de su potente staff de bailarines. En su trabajo también hay una impronta importante del vestuario diseñado por Walter Jara. A su vez, también es destacable la puesta de luces de Sandro Pujía.
Intérpretes En Ella no hay figuras. Y qué suerte. Una vez más, Ambrosio vuelve a darles la oportunidad de lucirse en roles protagónicos a esos trabajadores del musical que pocas veces tienen la chance de encabezar un elenco. Escogió a Ivana Rossi, Natalia Cociuffo y Dan Breitman con un ojo clínico y providencial. Los tres son dignos merecedores de estos lugares que ocupan. Con su dirección actoral, Mecha Fernández contribuyó al minucioso trabajo de interpretación en el canto y el baile (incluso en los bailarines).
Existencialismo en escena
Ivana Rossi y Natalia Cociuffo tienen la personalidad como para interpretar los eléctricos temas de Raffaella. Y ganan con sus increíbles voces. Rossi brinda el primer momento potente del espectáculo con “Rumores”, en un trabajo perfecto de ensamble, y despierta risas y complicidad con la memorabilia de “Vuelve”. Mientras tanto, Natalia Cociuffo –tiene una gracia increíble– hace un trabajo brillante en el multimediático cuadro “Accidenti a quella sera!”, en el que hace de una alocada automovilista. Entretanto, Dan Breitman pone las mayores cuotas de humor y lleva bien las riendas de los temas más melosos. Entretanto, Hernán Piquín pone su técnica clásica de ballet al servicio de la propuesta y sorprende con saltos y movimientos que no suelen verse en los musicales. Todos tienen muchos momentos de lucimiento, incluso los integrantes del coro. Lo mejor: el cuadro de “Lucas” y “Pedro”, un graciosísimo e inolvidable duelo entre Rossi, Cociuffo y los bailarines.
Pablo Gorlero
TEATRO se agregan a la cartelera
Muy buena
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l TOBOGAN, UNA HISTORIA DE CAIDAS (Ver nota aparte.)
Pelícano, de August Strindberg. Dirección: Luis Cano. Con Ximena Banús, Federico González Bethencourt, Lautaro Vilo, Ivana Carapezza, Felicitas Luna y Ana Foutel. Escenografía y vestuario: Gabriela Aurora Fernández. Diseño de iluminación: Alejandro Le Roux. En Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034. Los sábados, a las 18. Duración: 75 minutos.
Luis Cano es uno de los dramaturgos argentinos más prolíficos y, tal vez, controversiales. Sus obras Los murmullos y Hamlet de William Shakespeare provocaron en su momento fuertes polémicas estéticas e ideológicas, dividiendo a la crítica, a la comunidad teatral y a los espectadores. Y ya en aquellos años, y en paralelo a su carrera como dramaturgo, fue dirigiendo sus propios textos y experimentando lo escénico con ellos. Este año, por primera vez, estrena como director un texto ajeno, y lo hace con un interesantísimo Pelícano, de August Strindberg. Si bien los psicoanalistas han hecho de la obra de Strindberg una especie de cobayo para estudiar la relación entre creación artística y esquizofrenia, lo que más ha atraído con relación a este autor fue lo que pudo ser visto como misoginia, ya que hay a lo largo de casi toda su obra una relación muy particular con el universo femenino. Con relación a esto, el propio Strindberg mostró gran claridad en Hijo de una sirvienta acerca de su oscilación biográfica entre lo que denominó “servilidad campesina” (la madre) y “arrogancia aristocrática” (el padre). De hecho, nunca negó su relación edípica, a la que bautizó “incesto del alma”, y que le significó una de sus primeras derrotas en la guerra de los sexos. Con el correr de los años, Strindberg fue descreyendo cada vez más de un modo de ser único del mundo, para pensarlo más como una construcción que un determinado sujeto produce desde un lugar específico. Y así fue abriéndole paso a una corriente expresionista que en las primeras dos décadas del siglo XX iba finalmente a salir a la luz. Cano parece poner el acento en este último punto cuando dibuja su puesta en escena. En lo que respecta al uso del espacio, es interesante ver cómo el texto va entrando en relación con él de forma intencionalmente confusa. Mientras un grupo de personajes en primer plano lleva adelante la acción, fuera de la habitación, tras la puerta, los otros dialogan –en un murmullo prácticamente inaudible– sobre
l LA SONRISA DE LOS SIERVOS De Lucas Olmedo, a partir de la literatura de Robert Walser. Con Eugenio Schcolnicov, Gustavo Detta, Roberto Flaherty, Nahuel Cárdenas y elenco. Jueves, a las 21.30, en Espacio Urbano, Acevedo 460, 4854-2257. De 10 a 15 pesos. l DIAGNOSTICO: ROTULISMO De Maximiliano de la Puente, dirigida por él y Carolina Zaccagnini. Jueves, a las 21, en la Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131. $ 15. l ESCRITO EN EL BARRO Versión libre de Otelo, por Andrés Bazzalo. Con Daniel Dibiase y elenco. Viernes y sábados, a las 21, en El Grito, Costa Rica 5459, 154989-2620. De 10 a 15 pesos. l ¡DOLLY GUZMAN NO ESTA MUERTA! Unipersonal de Mónica Cabrera. Viernes y sábados, a las 21, en el Centro Cultural Caras y Caretas, Venezuela 370, 5354-6618. $ 15. l FRENESI DE PALMERAS Nueva propuesta musical de Las Amaro. Sábados, a las 21, en La Máscara, Piedras 736, 4307-0566. $ 15. l RICARDO III Con adaptación y dirección de Guillermo Asencio, con Ricardo Arechabala y elenco. Sábados, a las 19, en el Teatro San Telmo, Cochabamba 370. $ 25. l EL REINO DE LAS IMAGENES NITIDAS De Lucía Laragione, dirigida por Diego Cosin, con Alejandro Gennuso, Nuria Docampo Feijóo, Sebastián Fernández Zini, Alvaro López y Juan Ruy Cosin. Sábados, a las 22, en el IFT, Boulogne Sur Mer 549. De 12 a 20 pesos. l LA IMPROVISACION DE VERSALLES De Molière, dirigida por Mónica Maffía. Domingos, a las 19, en La Tertulia, Gallo 826, 6327-0303. $ 18.
Felicitas Luna en una escena de la obra de Cano
la escena. Esa decisión obliga al espectador a estar oscilante entre un frente que se le impone visualmente y un “fuera de cuadro” que lo atrapa sugestivamente. Y luego de haber sido llevado a este lugar en el que lo presente es tan importante como lo ausente, hacia el final –no sería bueno adelantar demasiado sobre el tema– el director nos va a enseñar que no todo lo que se ve es lo que parece.
Intensidad Esa puesta en jaque a la visión esencialista del mundo está muy bien trabajada con el sonido más que con cualquier otro lenguaje escénico. El desempeño de Ana Foutel en este sentido es fundamental. El desdoblamiento del piano les permite poner en evidencia el desdoblamiento que los personajes y las situaciones ocultan. Y jugar con lo que se denomina “espacialización sonora” (hacer que el sonido no
signifique únicamente por lo que es sino también por el lugar del que proviene) es una forma de subrayar estas cuestiones. En cuanto a lo actoral, el director hace que sus actores compongan muy carnalmente a sus criaturas, para luego llevarlos a hacer determinadas acciones físicas que produzcan en el espectador el distanciamiento necesario como para que la confianza y la credulidad en la escena nunca terminen de producirse. Y quien sobresale en toda su intensidad es Felicitas Luna, a cargo de una criada que de no ser parte de una puesta argentina podría pasar a formar parte de la historia de representación de Pelícano. Su Marga, cubierta de frazadas y vendajes, siempre apoyada en la pared, mira de costado la escena, la juzga y la encubre en el mismo momento en el que la nombra.
Federico Irazábal
l CANGREJAL De Andrés Binetti, sobre la eutanasia, dirigida por Fernando Medina. Con Luciano Linardi y Verónica Medina. Lunes, a las 21, en Beckett Teatro, Guardia Vieja 3556, 4867-5185. $ 15. l LA GAVIOTA De A. Chejov, dirigida por Rafael Fernández. Con Martha Rodríguez, Graciela Clusó, Marcela Bea, Fernando Martín, Leonardo Azamor, Eduardo Santoro, Wolfram Hecht y Daniel Mariani. Lunes, a las 21, en Patio de Actores, Lerma 568, 4772-9732. l ANGEL, MUSICAL QUEER De Rodrigo Cervantes Ramírez, con música de Juan Manuel Bevacqua. Lunes, a las 21, en El Cubo, Zelaya 3053, 4963-2568. Desde 15 pesos. l DOS CIRUJAS De Daniel Guebel, con Romina Ricci y Azul Lombardía. Sábados, a las 21, en la sala Batato Barea, del Rojas, Corrientes 2038. $ 15.