por las venas

Charo corre del patio a las habitaciones con crayones en las manos, perdiendo los zapatos y hablando en su idioma. Vivo en Lanús, con mi hermana y su hija.
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IMPULSO ARGENTINO | Número 4 | Junio 2015

POR LAS VENAS

Por Daniela Hourcade Fotografías Impulso Argentino Disponible en: http://impulsoargentino.com.ar/descarga/revistas/Impulso_Argentino_Nro_4.pdf

Así se inscriben las remeras que Alejandra Pángaro estampa bajo la técnica de sublimación. Este proyecto que empezó con el programa para mujeres emprendedoras, es su trabajo y el medio que elige para compartir las ideas que tiempo atrás escribió en un blog. Es mamá de tres hijos y tía. Pasó de tener su panadería a trabajar como vestuarista, empleada bancaria y telefonista internacional hasta que volvió a ser eso que nunca quiso dejar de ser: su propio jefe.

El comedor de Alejandra es como el de quien trabaja desde casa. Es a la vez su taller y un lugar para recibir visitas, sentarse a ver la tele o preparar la mamadera para su sobrina. El comedor es, al mismo tiempo, un pasillo por donde Charo corre del patio a las habitaciones con crayones en las manos, perdiendo los zapatos y hablando en su idioma. Vivo en Lanús, con mi hermana y su hija. EVA lo hice en Lanús, en el barrio ‘La Maquinita’, pero en ese momento vivía en Temperley. Fue mi hija mayor, Chuni, la que me habló del programa en un momento en el que me sentía muy deprimida, porque con 52 años no me iba a ser fácil conseguir trabajo. EVA me sorprendió, no sabía con lo que me iba a

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encontrar. O sí. Sabía que me iba a ayudar a armar este proyecto con remeras que más o menos tenía pensado, eso era lo que yo creía, pero en realidad me ayudó a decidir y enfrentarme a mí misma. Alejandra compra remeras blancas en el barrio de Once. Después piensa en el contenido, en los gráficos y las frases que quiere estampar en cada una. El mundo patas arriba, el rostro de San Martin o de mujeres como Frida Khalo o Eva Perón son algunos de los dibujos que elige. Ella aclara que si bien no es diseñadora, ese momento en que piensa qué imagen o frase imprimir es el que más disfruta. La idea de que la marca se llamara ‘Por las venas’ surgió de un blog que un tiempo atrás tuve donde escribía y compartía frases de escritores contemporáneos y latinoamericanos como Eduardo Galeano o Juan Gelman. Por mis venas corría todo lo que leía y expresaba en ese blog. Como a quien se ponga una de mis remeras; lo que quieras estampar, correrá por tus venas. Para empezar con el emprendimiento, Alejandra necesitaba una impresora con tintas especiales y una máquina sublimadora que ganó gracias al proyecto que presentó. No conocía la técnica del sublimado, aprendí sola. Las planchas calientes de la máquina tiñen los hilos de la ropa, es simple y rápido pero muy caluroso en verano. Lo más costoso era conseguir la máquina para empezar. Uno de los requisitos fue no contar con un respaldo estatal o cobrar un sueldo en blanco, así que desde Impulso me ayudaron a armar el proyecto y lo presenté. Nunca pensé que iba a salir seleccionada.

Ser tu propio jefe A los dieciséis años, Alejandra abandonó el secundario porque debió ponerse al frente del servicio de lunch que administraba su papá, a quien le habían diagnosticado cáncer. En el 94 perdimos todo por la situación económica. En el medio falleció mi papá y quedamos mi hermano y yo al frente del negocio. Del 89 al 94 monetariamente quedamos en la lona, sin la casa, sin los coches y empezamos todos a trabajar en otras cosas. En pocos años Alejandra vivió y trabajó en Brasil, estudio francés, alemán, portugués e italiano, y conoció al papá de su segundo hijo con quien puso un bar y una heladería. Después me separé y entré a trabajar en una AFJP: ‘Máxima’. Fue una etapa oscura en mi vida pero le ponía ganas. Si tenía una entrevista con el gerente de un banco me imaginaba la situación al revés, yo del lado de él. Entonces me vendía como la mejor y así siempre me tomaron enseguida. Alejandra no puede disimular la risa que le provoca hablar de sí misma y referirse a algunas etapas de su vida. En poco tiempo pasó de trabajar en el Banco

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Provincia a vender viandas para los obreros en General Alvear, donde vivió y tuvo a Francisco, su tercer hijo.

permanentemente. Me llevo la valentía de haberme enfrentado a cosas que jamás imaginé.

Cuando volvimos empecé a trabajar en el Teatro Avenida. Fui vestuarista de Carmen Flores y otros actores conocidos. Tenía que darle de comer a mis hijos. Cada vez que había una ópera me encargaba de la escenografía, cualquier hueco que hubiese para cubrir ahí estaba yo. Era multifacética. Después de su última separación, Alejandra cayó en un pozo depresivo que en un principio la obsesionó con el trabajo y después la enfrentó al desafío más difícil: ella misma. Gané 60 kilos en esos años. Estar así y el peso mal ganado me llevaron a no presentarme más en ningún laburo, a sentirme mal conmigo. Hasta que un día un amigo me ofreció trabajar en un ‘call center’ en el que atendía llamados de España y la única condición era hablar en neutro.

De soporte técnico a EVA En el 2001, Alejandra trabajo confeccionando las plaquetas que controlan la radiación que afecta a los radiólogos en ejercicio, les pegaba la etiqueta y las embolsaba. Llegó a hacer ocho mil placas por mes. De todos mis trabajos, el más desafiante fue hablar en portugués a Brasil y solucionarles un problema técnico, hoy no sé explicar cómo hice eso. Creo que la posibilidad de cambiar en mí está

La necesidad hizo que Alejandra saliera siempre adelante. Confiesa que jamás podría haber trabajado veinte años en el mismo lugar y que si se va de vacaciones es de las que salen a conocer, a saber“porque en México comen picante” y no a tomar sol. Así aprendí mucho. Yo siempre digo que estoy criada por un padre que nunca apuntó al kilo de masas, apuntó a la empresa que le comprara ese kilo de masas. Por eso, por un lado prefiero vender las remeras a un precio razonable pero por otro elijo dónde vender y cómo, prefiero ir a la feria a quedarme esperando en casa o vender por Facebook. Esto lo aprendí de mi viejo. Y con Eva logré salir adelante para seguir creciendo.