Página 10/LA NACION
Política
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Viernes 8 de agosto de 2008
Derechos humanos: tras los insultos y las amenazas en Corrientes
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“Reconozco que el gesto más provocador fue el mío”, admitió Cecilia Pando
“Pido perdón; me da vergüenza lo que pasó” Lo dijo Cecilia Pando sobre el escándalo que protagonizó Por María Elena Polack De la Redacción de LA NACION “Pido perdón. Fue un momento de tensión. Me da vergüenza y no quiero ver más lo que pasó.” Con la voz entre cansada y acongojada, Cecilia Pando reconoció ayer que su actitud en Corrientes fue “desmesurada”, aunque advirtió que no desistirá de reclamar justicia para los militares acusados de delitos durante la dictadura y para los grupos subversivos. En su casa, tras el escándalo que protagonizó anteayer en Corrientes al conocer las duras sentencias recibidas por cuatro militares, Pando reconoció que el gesto más provocador de todos los que hubo en ese tribunal fue el de ella. En diálogo con LA NACION dijo estar dispuesta a disculparse con el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, al que le hizo un gesto de querer cortarle el cuello. –¿Por qué hizo ese gesto? –No sabía el gesto que había hecho hasta que vi las imágenes de la televisión. Me quería morir. Pido perdón. Fue un momento de tensión. Me da vergüenza y no quiero ver más lo que pasó. No puedo creer que fuera yo. –¿Por qué se comportó así? –Me saqué porque les destrozaron la vida a tres excelentes familias (las de los tenientes coroneles retirados Horacio Losito y Julio Barreiro y del capitán retirado Juan de Marchi). –¿Por qué les gritó a los jueces? –Son cobardes. Saben que no se ajustan a derecho. Acá se busca revancha. Ojalá los jueces hubieran tenido el valor de Cobos. Teníamos la esperanza de que se ajustaran a derecho. –La ministra de Defensa, Nilda Garré, dice que usted es una provocadora profesional. –No soy una provocadora. Pido que se juzgue para los dos lados. Y seguiré pidiendo justicia para los terroristas que están impunes en el Gobierno. –Usted dijo que el clima en el juicio era muy tenso. –Muy tenso. Cuando se dijeron las
sentencias, yo me levanté y les dije a los jueces que van a tener que responder por la injusticia que hicieron. Y, enseguida, empezaron a cantar los de la agrupación Hijos y se fueron acercando hasta donde estaban los hijos de los militares y los empezaron a provocar. Había uno que movía el pañuelo y bailaba delante de ellos. Y empezaron los insultos. –Bueno, festejaban el fallo. –Sí. Nosotros queríamos ir con las fotos de nuestras víctimas y no nos dejaron. Y a ellos sí los dejaron. Siempre está la discriminación de por medio. Las provocaciones habían empezado afuera. Cantaban canciones contra De Marchi, Losito y Barreiro, y sus hijos, al escuchar lo que cantaban contra sus padres, se ponían incómodos. –¿Duhalde tuvo actitudes provocativas? –Se le reía en la cara a uno de los hijos [de los militares condenados]. –¿Le dijo a Duhalde que lo iba a
matar con sus propias manos? –No. Eso no le dije. Le dije que me iba a encargar de que fuera a la Justicia porque le recordé que en la década del 70, en la revista Militancia, él incentivaba los actos terroristas y hacía apología del delito, y ahora estaba ahí. Y lo puteé. –Duhalde no la denunciará judicialmente, como anticipó. ¿Por qué cree que desistió de esa medida? –No le conviene. Es darle prensa a nuestro sector. Le conviene tapar todo, aunque reconozco que el gesto más provocador fue el mío. No tengo problemas en pedir disculpas. –¿Por qué dice que este juicio no es justo? –Le doy un ejemplo: se decía que [el ex Regimiento IX de Corrientes] era un centro clandestino de detención y un testigo declaró que se había casado allí, que tiene el certificado de casamiento y que la familia estuvo en la ceremonia.
Dura réplica de Duhalde El secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, fue terminante ayer en su calificación hacia Cecilia Pando después de la escandalosa intervención de la mujer en el juicio contra cuatro represores en Corrientes. “Es una provocadora profesional”, la calificó. Duhalde, que ratificó que fue amenazado de muerte por Pando, dijo al canal Todo Noticias que vivió “una imagen grotesca” y pidió no darle más trascendencia al hecho. “No hay que tomarlo más que así, pero existen las amenazas”, agregó, y citó como ejemplo la desaparición de Jorge Julio López. LA NACION intentó ayer comunicarse con Duhalde, pero él pidió dar por cerrado el episodio. “Lo importante son los juicios”, transmitió. De todas maneras, el secretario de Derechos Humanos pidió “no banalizar” lo ocurrido: “Mientras sigan las amenazas, el contexto en el que uno debe ubicar estas situaciones no es
meramente gratuito”. Para él, “el incidente está terminado”, y reclamó: “No hay que convertir a esta señora en algo más de lo que es: una simple provocadora”. La ministra de Defensa, Nilda Garré, se sumó a las críticas contra Pando. Calificó la reacción de “irracional” e “inadaptada”. “Gente que nunca pensó que iba a terminar presa, ahora está terminando así y esto genera esta actitud loca, irracional, inadaptada y agresiva”, dijo. También se sumó a los cuestionamientos la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini: “Los militares la mandan a ella [por Pando], que es una gran defensora de la tortura, la muerte, la violación y el robo. Apoya al campo y apoya a los milicos, está clarísimo”. La integrante de la línea fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Tati Almeida, sostuvo a la agencia Télam que Pando es la expresión “del odio y la rabia” de los sectores militares.
Se reanuda el juicio a Bussi Un perito dijo que está en condiciones de afrontar el proceso SAN MIGUEL DE TUCUMAN.– “El informe del perito coincide con el parte médico del instituto donde estaba internado el imputado: ambos dicen que Bussi [Antonio Domingo] está en condiciones físicas de continuar con el debate.” Así lo confirmó el secretario del Tribunal Oral en lo Criminal Federal, Mariano García Zavalía, en diálogo con LA NACION. El ex gobernador tucumano fue dado de alta ayer luego de haber estado internado en una clínica de cardiología. Hoy deberá asistir a la reanudación del juicio en el que está imputado, junto al represor Luciano Benjamín Menéndez, por el secuestro y la desaparición del ex senador provincial del peronismo Guillermo Vargas Aignasse, detenido el 24 de marzo de 1976. El martes último, luego de más de tres horas de escuchar las acusaciones en su contra, Bussi adujo dolores en el pecho durante el cuarto intermedio que había ordenado el tribunal. Por recomendación del cardiólogo Mario Andrés Gálvez –que ofició de perito–, el acusado fue trasladado de urgencia hacia una clínica privada. Ayer, luego de realizarle diversos exámenes, el forense de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, José María David, concluyó que el ex gobernador de facto está en condiciones de seguir con el debate. Bussi fue trasladado después del mediodía a la casa que su hijo Ricardo
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Antonio Domingo Bussi
tiene en un country de Yerba Buena, donde cumple arresto domiciliario.
Sigue el juicio La audiencia continuará hoy a las 9.30. “Se han agotado todos los estudios para saber si hay un síndrome coronario agudo, como dijo el perito. Pero esto quedó descartado”, dijo García Zavalía. El secretario agregó: “El tribunal dispuso la presencia de personal del Sistema Provincial de Salud (Siprosa), de ambulancias y de equipos médicos en caso de que sea necesario
atender a cualquier persona que lo requiera, incluido Bussi”. Ricardo Bussi reveló que había solicitado al tribunal que le tomara declaración a su padre en otro ámbito que no fuera la sala de audiencias para preservar su salud. “Hacerlo rodeado de montoneros y de miembros de ejércitos revolucionarios del pueblo, como el martes, puede ocasionarle una nueva recaída”, recalcó. El fiscal del tribunal, Antonio Terraf, se mostró partidario de que Bussi se presente al juzgado y utilice esta instancia para dejar todo claro. “El imputado Bussi estaba lúcido el martes porque hasta interrumpió la lectura de la imputación. En el cuarto intermedio tomaron la decisión de irse, y se puede probar porque no le encontraron nada”, dijo. Bussi y Menéndez están acusados de la privación de la libertad de Vargas Aignasse, además de homicidio calificado, violación de domicilio y de formar parte de una asociación ilícita dedicada a cometer crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura militar. Según la investigación, el 24 de marzo de 1976, a las 3.30, un grupo de encapuchados (identificados como miembros de la fuerza de seguridad) entró en la casa de Vargas Aignasse y se lo llevó. Pocos días después, su esposa, Marta Cárdenas, lo vio por última vez en la cárcel de Villa Urquiza.