OTR AS GENTES SE ESTIMA QUE UN CENTENAR DE TRIBUS AISLADAS VIVEN AÚN SIN CONTACTO CON EL RESTO DE LA HUMANIDAD. ELLAS SON LA PRUEBA DE QUE EXISTEN OTRAS FORMAS DE HABITAR NUESTRO PLANETA
TEXTO: Alejandro González Luna MAPAS: Atlas de Joan Martines (1957), BNE
SPLENDID ISOLATION 46
THERE ARE AROUND 100 UNCONTACTED TRIBES OUT THERE. SO WHAT CAN WE DO TO PROTECT THEM? 47
En el verano de 2002, el periodista norteamericano Scott Wallace viajó de Nueva York a Tabatinga, en la Amazonia brasileña, para unirse a una expedición inaudita: un pequeño grupo de hombres había decidido adentrarse en lo más profundo del valle del Javari, una reserva natural con grandes parches de selva aún sin explorar, para confirmar los rumores de la existencia de una tribu no contactada que los locales llamaban los flecheiros. Wallace había escrito ampliamente sobre zonas remotas para revistas como National Geographic, pero esta era una historia distinta, que parecía sacada de los relatos decimonónicos de Joseph Conrad o Robert Louis Stevenson. ¿Cómo era posible que, en pleno siglo XXI, existiesen todavía pueblos desconocidos en nuestro planeta? ¿Acaso se trataba de una invención? Tras dos meses de búsqueda, 48
exponiéndose a toda clase de peligros, el grupo dio finalmente con la prueba que andaban buscando: un rastro de pisadas frescas y, luego, una aldea recién abandonada. “De pronto nos dimos cuenta de que ellos estaban allí, a nuestro alrededor, escondidos, observándonos a medida que avanzábamos”, rememora Wallace, quien plasmaría aquella experiencia en su libro The Unconquered. Para los expedicionarios, el objetivo había sido comprobar la presencia de los flecheiros, sin entrar en contacto directo; tras cumplir la misión, regresaron para informar al mundo del hallazgo. Sin embargo, la selva todavía se guardaba para sí más secretos. Poco a poco, en los años siguientes, gracias en parte a nuevas expediciones y a la labor de instituciones como la Fundación Nacional del
In the summer of 2002, American journalist Scott Wallace travelled from New York to Tabatinga, in the Brazilian Amazon, to join an expedition: a small group of men had decided to venture into the deepest part of Javari Valley, a natural reserve with large patches of stillunexplored jungle, to confirm rumours of the existence of an uncontacted tribe that locals called Flecheiros. Wallace had written extensively on remote areas for magazines such as National Geographic, but this was a different story, one that seemed to be right out of the 19th-century accounts of Joseph Conrad or Robert Louis Stevenson. How was it possible that, in the 21st century, unknown peoples still existed on our planet? Maybe someone had just made the whole thing up. After two months of searching and being
exposed to all sorts of dangers, the group finally found the proof they were looking for: a trail of fresh footprints and, then, a freshly abandoned village. “All of a sudden, we realised they had been there around us all along, hidden, watching us as we made our way through the jungle,” recalls Wallace, who later recounted that experience in his book, The Unconquered. For those on the expedition, the aim had been to confirm the Flecheiros’ presence without coming into direct contact with them, however – after completing their mission – the group returned to tell the world about what they’d found. However, that was not the end of the story. The jungle still kept to itself more secrets than Wallace and his companions could have ever imagined. 49
Indio (Funai), en Brasil, y a varias ONG y activistas medioambientales, se irían descubriendo cada vez más pueblos no contactados, y no solo en la Amazonia, sino también en otras partes del mundo. “Es sorprendente, ahora se estima que hay más de cien grupos aislados”, señala Fiona Watson, directora de investigación de Survival International (survival.es), una de las organizaciones que lidera la lucha por la defensa de los pueblos indígenas. “La mayor parte de estas tribus se encuentra en Brasil y Perú. Hay algunas en Colombia, Bolivia, Ecuador. Y también están los totobiegosode del Chaco, en Paraguay, los sentineleses de las islas Andamán, en el océano Índico, y los grupos de Papúa Nueva Guinea”. Es mucho lo que aún ignoramos sobre estas gentes, pero lo que sí sabemos es que algunos han prosperado en su aislamiento. Diego Cortijo, de la Sociedad Geográfica Española, tuvo la rara oportunidad de comprobarlo con sus propios ojos. En 2011, mientras recorría la ribera del río Madre de Dios, en Perú, en busca de la ciudad perdida de Paititi, un mítico reino incaico, él y sus compañeros dieron por casualidad con otro de los pueblos no contactados: los Mashco-Piro. “Los vimos al otro lado del río. Habían salido del bosque, y eran varios, quizá una familia”, narra el explorador con la voz emocionada. Conscientes de los peligros del “primer contacto”, decidieron seguir su camino, pero no sin antes tomar algunas fotografías de aquellos indígenas. Las imágenes, que dieron la vuelta al globo, causaron asombro en la opinión pública internacional: al contrario de lo que muchos habrían esperado, los hombres en las fotos eran fuertes y robustos, y las mujeres y los niños 50
Gradually, over the following years – thanks in part to new expeditions and the work of institutions such as Brazil’s National Indian Foundation (Funai) and several NGOs and environmental activists – more and more uncontacted peoples were discovered, and not just in the Amazon, but in other parts of the world. “It’s amazing. It’s now estimated that there are over 100 isolated groups,” says Fiona Watson, research director for Survival International (survivalinternational.org), which is leading the defence of indigenous peoples. “Most of them are in Brazil and Peru. There are some in Colombia, Bolivia and Ecuador. And then there are the Totobiegosode of the Chaco in Paraguay, the Sentinelese of the Andaman Islands in the Indian Ocean and the groups in Papua New Guinea.” There is much that we still don’t know about these peoples, but what we can ascertain is that many of them have prospered in their isolation. Diego Cortijo, of the Spanish Geographical Society, had the rare opportunity to confirm this with his own eyes. In 2011, as he walked along the banks of the River Madre de Dios in Peru, in search of the mythical lost Inca city of Paititi, by chance, he and his colleagues ran into another uncontacted people: the Mashco-Piro. “We saw them on the other side of the river. They’d come out of the woods. There were several of them, maybe a family,” the explorer says, his voice filled with emotion. Aware of the dangers of the ‘first contact’, Diego and his team decided to be on their way, but not before snapping a few photos of the people they had seen. The images, which soon circulated the globe, caused some raised eyebrows. Contrary to what many might have 51
“SE COMETE EL ERROR DE PENSAR QUE ESTOS INDÍGENAS SON PRIMITIVOS. NO LO SON; TIENEN MUY CLARO CUÁL ES SU PAPEL EN EL CICLO DE LA VIDA”
parecían gozar de buena salud. “Hubo mucho debate porque la gente comete el error de pensar que estos indígenas son primitivos –dice Cortijo–. No lo son; poseen grandes conocimientos sobre su entorno, son autosuficientes, y, a diferencia de nosotros, tienen muy claro cuál es su papel en el ciclo de la vida”. Pero ¿por qué siguen en los bosques, de espaldas al mundo? Para Fiona Watson, la respuesta es sencilla: “Desafortunadamente, el aislamiento ha sido su manera de protegerse de las amenazas de la civilización”. El caso de la Amazonia es esclarecedor. La fiebre del caucho de principios del siglo XX supuso, para muchos de los pueblos indígenas de la región, la esclavitud o la muerte, de modo que los 52
que lograron escapar no tuvieron más remedio que refugiarse en el corazón de la selva. Otro ejemplo es el de los sentineleses. Dado que las experiencias de contacto en el pasado fueron nefastas para ellos, hoy en día repelen con flechas cualquier intento de acercamiento a su isla. Por eso, cuando el gobierno de la India envío un helicóptero, tras el devastador tsunami de 2004, para comprobar si habían sobrevivido, uno de ellos salió corriendo a la playa para apuntarle con su arco, como advirtiendo: ‘Marchaos, aquí no sois bienvenidos’. La Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas aprobada por la ONU en 2007 ha propiciado avances significativos en la protección de estos grupos, la demarcación de sus tierras y el
expected, the men were strong and robust and the women and children in good health. How could that be? “There was a lot of debate because people make the mistake of thinking that indigenous peoples are primitive,” says Diego. “They’re anything but. They have a great deal of knowledge about their environment. They are self-sufficient and – unlike us – they have a clear understanding of their role in the cycle of life.” But why do they remain in the forest, turning their backs on the world? For Fiona Watson, the answer is simple: “Unfortunately, isolation has been their way of protecting themselves from the threats of civilisation.” The Amazon is a case in point. The rubber fever of the early 20th century meant, for
many of the region’s indigenous peoples, either slavery or death, so those who did manage to escape had no choice but to take refuge deep in the jungle. The Sentinelese are another example. Since past disastrous experiences with contact, nowadays any intent to approach their island is met with a hail of arrows. That’s why, when the Indian government sent a helicopter to check on them after the devastating tsunami of 2004, a Sentinelese ran out to the beach, aiming at the helicopter with his bow and arrow. While the UN Declaration on the Rights of Indigenous Peoples of 2007 has led to significant progress in the protection of these groups, in determining the boundaries of their land and in 53
“INDIGENOUS PEOPLE ARE ANYTHING BUT PRIMITIVE. UNLIKE US, THEY HAVE A CLEAR UNDERSTANDING OF THEIR ROLE IN THE CYCLE OF LIFE”
reconocimiento de sus libertades, pero sigue habiendo tribus aisladas que tienen que huir a causa de la presión de los madereros y la minería, de terratenientes y narcotraficantes. Muchos mueren al entrar en contacto con los de fuera porque sus sistemas inmunológicos no tienen defensas contra nuestras enfermedades o, simplemente, porque son atacados. Según Fiona Watson, es una situación dramática: “Hace poco, los akuntsun, un grupo recién contactado de Brasil, fueron masacrados por pistoleros”. Solo se salvaron seis hombres. En unos años, cuando estos también mueran, se extinguirá de la faz de la Tierra todo un pueblo, con su cultura y su lengua. “Tenemos la obligación ética y moral de protegerlos, de respetar su decisión de vivir en aislamiento”, dice Sydney Possuelo, un 54
reputado sertanista de Brasil que dirigió el departamento de tribus aisladas de la Funai y estuvo a cargo de la expedición de 2002 en busca de los flecheiros. Y pone el dedo en la llaga: “Estos grupos son parte importante de la biodiversidad humana, y de nosotros depende que no desaparezcan”. Para Diego Cortijo, salvarlos a ellos es también salvarnos a nosotros mismos: “Son una llamada de atención para el conjunto de la Humanidad. Por un lado, nos hacen valorar lo que hemos avanzado como civilización; pero por el otro, nos empujan a reflexionar sobre lo que hemos ido perdiendo en el camino: el equilibrio con nuestro entorno y con todo lo que somos como especie”. “Ellos nos demuestran –remata Wallace– que en realidad hay otras formas posibles de vivir en este planeta”.
the recognition of their rights, isolated tribes are still forced to flee due to pressure from loggers, miners and drug traffickers. Many die when they make contact with outsiders, because their immune systems have no defences against our illnesses – a common cold could be fatal – or simply because they are attacked. “The situation is dramatic,” warns Fiona. “Not long ago, the Akuntsu tribe in Brazil were massacred by gunmen.” Only six survived. In a few years, when they die as well, an entire people – with their own language and culture – will be forever erased from the face of the Earth. “We have the moral and ethical obligation to protect tribes, to respect their decision to live in isolation,” says Sydney Possuelo, a well-regarded Brazilian
explorer, who headed Funai’s Department of Isolated Tribes for many years, and was in charge of the 2002 expedition in search of the Flecheiros. “These groups are an important part of human biodiversity, and it is up to us to ensure that they do not disappear.” For Diego Cortijo, saving them also means saving ourselves. “They are a wake-up call for all of humanity,” he says. “On the one hand, they make us appreciate how we have advanced as a civilisation but, on the other, they push us to reflect on everything that we’ve gradually lost along the way: being in balance with our environment and with everything that we are as a species.” Scott Wallace concludes: “They show us that there actually are other ways of living on this planet.” 55