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Usos Alternativos del Maíz Ing. Agr. (M.Sc.) Augusto Sanguinetti Rennessen Programa Maíz y Soja de Alto Valor Monsanto
Por tradición el maíz ha sido un cultivo para grano con fines forrajeros. Su precio ha ido variando con la oferta mundial, principalmente comandada por las reservas que EE.UU. mantiene, que regulan y amortiguan oscilaciones de importancia. Por otro lado, en las últimas décadas los oleaginosos -fundamentalmente la soja- han crecido en su demanda y uso mucho más que los cereales. En principio ello se debe a que no solo constituyen una fuente proteica para la cría de animales sino que también producen aceites de uso animal y humano, lo cual convierte al grano de estos cultivos en un insumo industrial. Más aún, el consumo humano directo de proteínas vegetales va creciendo y la industria está buscando y encontrando nuevas alternativas de uso para los cultivos oleaginosos tanto para alimentación humana como para la industria. Cuando se cultiva un grano destinado al consumo humano directo es posible valorizar su producción y por lo tanto incrementar los márgenes de beneficio económico. En cambio, si nos concentramos en la demanda de un grano forrajero como el maíz, veremos que sus márgenes de beneficio económico están más acotados ya que es un insumo de la producción animal. La demanda del grano destinado a forraje sufre variaciones en función de su precio a diferencia de la demanda del grano para uso industrial que puede mantenerse aun con subas de precios. Ello se debe a que al ser considerado como un insumo industrial, las plantas de procesamiento mantienen la demanda a fin de sostener niveles de aprovechamiento de su capacidad instalada. En suma, en la medida que un grano se mueva hacia su utilización industrial y más aún con fines de uso humano, los márgenes suben considerablemente y la demanda del producto es más constante y creciente. En los últimos tiempos, al analizar la evolución de los precios de la soja y los del maíz se observa una mayor sensibilidad o volatilidad en los precios de la primera, principalmente por una gran demanda de origen industrial (llámense aceiteras, China, etc.). Todo esto nos lleva a pensar que el maíz debería orientarse a un uso industrial y eventualmente como cultivo productor de insumos para el consumo humano. En sentido amplio, nos referimos no solamente a alimentos sino también a combustibles, materiales plásticos, fibras textiles, etc. Es difícil pensar en el cultivo de maíz como productor de proteínas, al menos en los porcentajes que producen las leguminosas, pero sí puede pensarse al maíz como productor de almidón y aceites de alta calidad. Por sus características de alta eficiencia de conversión de recursos y alta producción por hectárea, el cultivo de maíz es probablemente uno de los más aptos para la producción de almidón y en consecuencia de sus derivados como etanol, plásticos, etc. La producción de almidón va de la mano de los híbridos actuales de alto potencial de rendimiento, ya que el almidón del endosperma constituye la mayor proporción en peso del grano y porque, en general, los mayores rendimientos se han conseguido en base a un incremento del contenido de almidón y a una disminución de los contenidos de aceite y proteínas en el grano. La producción de almidón de maíz ofrece un gran potencial de aplicaciones en la industria y un número creciente de subproductos. En cuanto a sus derivados se destaca su uso como fuente de combustible (etanol). Esta aplicación está creciendo en EE.UU. donde su empleo en mezclas con naftas permite lograr un combustible más limpio y renovable. Otro ejemplo de producto derivado del almidón de maíz es el jarabe de alta fructosa empleado como endulzante de bebidas gaseosas. Una demanda fuerte de este producto por la industria seguramente contribuiría a cambiar el panorama del cultivo de maíz en nuestro país. También produciría mejoras para el cultivo en regiones como el noreste y noroeste argentino, donde la incidencia de los costos de flete desalientan la siembra de maíz. Otra área en la que el uso no tradicional del maíz puede crecer es en la producción de aceites. En promedio, la tonelada de aceite del maíz tiene un pre-
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cio de 60 dólares por encima del precio del aceite de soja, principalmente debido a su mayor calidad nutricional. El aceite de maíz es más rico en ácidos grasos oleico y linoleico que contribuyen a una mejor salud alimentaria además de permitir una mejor estabilidad frente a la cocción. Desarrollar cultivos de maíz productores de aceite es totalmente factible y solo requiere que se cambie el foco del mejoramiento y que exista la demanda y el precio adecuado. El contenido de aceite en el grano es un carácter con suficiente heredabilidad como para obtener una respuesta adecuada a la selección. Sin embargo, es conveniente aclarar que la selección por rendimiento de grano ha provocado aumentos en el rendimiento de almidón y disminución en los porcentajes de aceite. También es posible la selección para incrementar la calidad de los aceites. Si en lugar de seleccionar por rendimiento de grano, se realiza selección por porcentaje de aceite, es decir, se reemplaza parte del almidón por aceite volviendo al grano más liviano y por lo tanto resulta inevitable una disminución del rendimiento, podría esperarse que la producción de aceite por hectárea alcance valores significativos, aun comparado con otras oleaginosas. Recordemos que el maíz es una planta de metabolismo C4 y por lo tanto altamente eficiente en la captación y transformación de energía, de modo que los contenidos porcentuales de aceites en el grano de maíz podrían incrementarse por selección hasta valores bastante altos como para ser de importancia para la industria. El beneficio dependerá de cuánto valorizará la industria a un producto de este tipo y de cuánto sea el potencial de rendimiento de esos cultivos comparados con los de maíz convencional. Si bien esto requiere un cambio más sustancial del sector y la industria, ya existen proyectos encaminados en ese sentido. Es difícil estimar hasta donde se podría llegar con un producto así en términos de rendimiento, ya que es un área del breeding relativamente nueva, pero sin duda el mejoramiento en esa dirección será tan efectivo para incrementar el potencial de rendimiento como ha sido hasta hoy. En la actualidad, el mejoramiento permite obtener materiales que contienen niveles de aceite en grano muy satisfactorios para la industria, del orden de 8 a 15%, pero hay que seguir haciendo esfuerzos por mejorar el potencial de rendimiento que va de 95 al 70% de híbridos de alto potencial del mercado. Un maíz para la industria con estas características tendría un endospermo más blando y posiblemente opaco, con menos almidón pero más aceite y más proteínas de alto valor conferidas por el embrión que tiene un mayor tamaño que el habitual. Este producto forma así un concentrado energético que puede separarse en la industria para luego producir aceite y harina con alto valor forrajero. Una vez alcanzados volúmenes adecuados de producción, un producto de ese estilo también haría su aporte a la industria del biodiesel. Pero es importante destacar que, además de las aplicaciones ya señaladas, hay otras áreas de interés para la utilización industrial de maíz como es el empleo del almidón en reemplazo del petróleo para producir butanol, industrias de plastificados, resinas, adhesivos, lacas, saborizantes, fluido de frenos, plásticos biodegradables, dextrina y dextrosa (para alimentación y uso en drogas farmacéuticas). Se han desarrollado nuevos polímeros a partir de almidón de maíz. GoodYear y Dupont tienen patentes sobre polímeros de uso en neumáticos que reemplazan al poliéster y nylon respectivamente. En síntesis, debemos pensar en trabajar para crear demanda y darle usos diversos con valor agregado a un cultivo que es altamente productivo. Para ello es necesario destinar recursos hacia nuevas líneas de trabajo a las que también deberán acompañar las industrias líderes.
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