NOTICIA DE UN SECUESTRO Esta obra literaria, escrita por el célebre colombiano Gabriel García Márquez, ofrece una historia cargada de intriga y acción que obliga al público a mantener una atención permanente a lo largo de todo el libro. El principio puede resultar algo confuso debido a la cantidad de datos y de nombres que el lector ha de asimilar pero, conforme se avanza, la trama va encandilando al lector cada vez con más fuerza a través de sus páginas. Se trata de una novela en la que se entremezclan periodismo, reportaje y ficción. Los hechos que desarrollan la historia forman parte de las vivencias reales que tuvieron los personajes principales: Maruja Pachón y Alberto Villamizar. Esta información aparece al inicio del libro a modo de prólogo con el nombre de Gratitudes para dirigir hacia los lectores una primera llamada de atención y una muestra de coraje por parte de aquellos que quisieron plasmar la experiencia más desagradable de sus vidas: un viaje paralelo entre el duro secuestro de la periodista y su inquebrantable búsqueda por parte del marido. Como rasgo literario más importante tenemos la divulgación de los acontecimientos de manera objetiva hacia un público universal. Cuando más se observa esta característica es en los capítulos pares, dedicados principalmente a las medidas llevabas a cabo para avanzar en la labor de búsqueda y a los hechos exteriores al secuestro, como las decisiones del gobierno o el relato del sufrimiento y de la vida de tanto los familiares afectados como los propios secuestrados, sin excluir a la gran variedad de cargos políticos públicos y a relevantes personalidades del bando terrorista que intervienen en la historia. Por ejemplo, del mismo Alberto Villamizar se dice en la página 51: “...prevaleció en él la imagen del padre y estudió la carrera completa de medicina en la Universidad Javeriana, pero nunca se graduó, arrastrado por los vientos irremediables de la política…”. Como ejemplo de cargo político tenemos a Rafael Pardo (pág 82): “La verdad es que aquella informalidad forzada por las circunstancias estaba muy de acuerdo con el modo de ser de Rafael Pardo, que parecía más de poeta lírico que de María González Amarillo
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funcionario de Estado…”. También contamos con la detallada exposición personal de Diana, una de las secuestradas (pág 88): “Diana Turbay Quintero tenía, como su padre, un sentido intenso y apasionado del poder y una vocación de liderazgo que determinaron su vida…”. Sin faltar, en torno al desenlace, el padre García Herreros, divinidad que logró la entrega del motor del conflicto, Pablo Escobar (pág 275): “Su cabeza nevada y su ruana de lana blanca sobre la sotana complementaban una de las imágenes más respetables del país…”. Y así se sucede una larga lista de descripciones a lo largo de la historia de muchos otros personajes: Beatriz (amiga de Maruja), Guido Parra (principal contacto y abogado de Escobar), Hernando Santos (hermano de uno de los secuestrados), etc. Se observa la gran cantidad de adjetivos, propia del lenguaje literario. Sin embargo, la universalidad del público al que se dirige la historia podría verse considerablemente reducida, puesto que los acontecimientos se suceden en un determinado espacio geográfico, en este caso Colombia. Esta característica pertenece al periodismo. Un valioso factor es el tiempo. Al contrario que en el caso del periodista, para el novelista no es imprescindible tenerlo en cuenta. Aún así, García Márquez ha necesitado el testimonio de personas cuya temporada de cautiverio fue determinante para la visión de la vida que adoptarían a partir de entonces. Relato y realidad se unen para dar lugar a una apasionante narración. También se advierte, en relación con el periodismo, la jerarquía existente entre los distintos cargos del gobierno, que recuerda en cierto modo a la estructura de la redacción. El máximo responsable en la obra sería el presidente César Gaviria, seguido de los encargados de seguir adelante con la búsqueda, entre los que destaca Rafael Pardo, y de mantener el contacto con las personas afectadas, como Alberto Villamizar, “periodista de calle”, que se convierte en un personaje activo y fundamental en cuanto entra directamente a formar parte de la acción a partir de aproximadamente la mitad del libro. Un interesante criterio digno de análisis es el fin más o menos utilitario de la obra, pues la literatura normalmente no se lee con objetivos prácticos sino para entretenerse y evadirse mientras que en prensa el lector acude a lo que le interesa o le afecta. Sin embargo, tal novela bien sirve como fuente de información para contrastar y conocer, aprender y abrir los ojos al exterior. Otro determinante es el contenido, que da lugar a un mensaje literario sin condiciones de espacio ni tiempo, aunque hay que tener en cuenta que la historia se sitúa en un contexto real. María González Amarillo
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A pesar de los elementos que diferencian periodismo y literatura, hay rasgos comunes entre ellos, como por ejemplo el suspense y la emoción. La novela nos mantiene siempre expectantes y deseando saber qué va a ocurrir. A su vez, la emoción, esa que unifica la sensibilidad de los espectadores, se manifiesta con cada liberación de algún secuestrado, enterneciéndo al público como si estuviera ocurriendo en la vida real y en ese preciso momento. Así descubrimos otro aspecto: la percepción de las condiciones de espacio y tiempo como iguales entre redactor y público, aunque en este caso serían ficticias, ya que por mucho que el lector se concentre en la trama, esta no es noticia. Se trataría de una percepción literaria muy intensa y de una fuerte identificación emotiva con los personajes y su situación. La ficción, reflejada en el contenido literario de la obra, resulta claramente localizable en los capítulos impares, que se centran en la descripción del horror por el que pasan los secuestrados, sus condiciones, sus movimientos, los diferentes guardianes y jefes que se encargan de ellos… Este apartado, el ficticio, ofrece un elemento definitivo: la experimentación con el lenguaje. La cuestión no consiste en exponer hechos de forma sencilla y directa como en los artículos periodísticos, sino que la escritura fluye libre y espontáneamente de la mano del novelista, quien ha trabajado en soledad o con la colaboración de personas contadas sin ser influido por los condicionantes de una organización empresarial, como ocurre en las redacciones. Por otra parte, tanto en la parte periodística como en la literaria se encuentran ciertas propiedades del lenguaje que convierten Noticia de un secuestro en un extenso reportaje. En primer lugar, el estilo, en el que predomina la narración y la creatividad. En segundo lugar, el cumplimiento de las características principales de este género: la atención que se consigue captar del lector, el interés que se suscita en él, el deseo que produce de continuar la lectura y la adquisición, por tanto, del producto a través de la naciente voluntad de compra. A continuación, la objetividad ofrecida por el autor, que deja entrever constantemente la parte interpretativa del asunto que se trata, pues a medida que se describe el desarrollo de los acontecimientos, aparecen intercaladas impresiones personales, basadas en hechos reales y declaraciones; filosofías de vida, como la de los guardianes, que se veían determinados de por sí a una vida corta; y la ordenación de la historia en forma de relato cronológico, es decir, siguiendo una sucesión temporal. Finalmente, la estructura se muestra de forma clásica en planteamiento, nudo y desenlace y, además, con el remate situado al final de la obra, tal y como sucede en el reportaje. La parte final de la obra, a partir del mensaje lanzado por el padre García Herreros hacia Escobar, comienza a dar forma al redondeo de la obra, a la exposición del desenlace, de manera que satisface con éxito las expectativas de los lectores.
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