NIÑEZ CON DISCAPACIDAD SENSORIAL Nuestro reto: velar por su inclusión
Artículo escrito por: Brenda Darke Usado con permiso www.redviva.org
En una consulta internacional donde participaron varias personas con discapacidad, en su mayoría no videntes (ciegas), fue fascinante verlas movilizarse como “trenes”, cada una tomando el hombro de la otra, para ser guiadas por una persona sin discapacidad. Fue impresionante ver que con poca ayuda fueron adaptándose rápidamente a un nuevo ambiente. Cuando se las observa haciendo cosas cotidianas, uno aprende que para ellas es normal no depender de su vista. En cambio, nosotros dependemos mucho de nuestras habilidades sensoriales. La palabra sensorial se refiere a los sentidos: oído, visión, olfato, tacto y sabor. En general, son pocas las personas con problemas por carecer del olfato, sabor y tacto; aunque sí existen casos muy específicos como el de personas que tienen problemas en su sistema nervioso, experimentan algún tipo de parálisis o que tienen enfermedades como la lepra, que les quita la sensación en la piel. No todas las personas legalmente ciegas lo son totalmente, porque tienen algún porcentaje de vista. Algunos no videntes mantienen la visión en una sección del ojo, la parte central o los bordes, mientras otras ven todo borroso pero pueden percibir luces y formas sin muchos detalles. Dependiendo de cada caso en particular, es importante reconocer los recursos que nos ofrece la ciencia, a través de cirugías que pueden corregir algunos problemas visuales y auditivos. Existen muchas personas sordas pero no todas lo son completamente. Las personas hipoacúsicas tienen problemas para escuchar, pero pueden percibir ciertos sonidos o tonos. Está comprobado que la exposición a ruidos muy altos puede dañar nuestros oídos y, debido a que en la actualidad existen muchas condiciones ambientales que nos pueden afectar, es probable que el número de personas con problemas auditivos aumente considerablemente. Cuando trabajamos con personas con discapacidad sensorial es importante que identifiquemos sus limitaciones y sus fortalezas. Las personas que pierden la vista o el oído por un daño cerebral pueden tener un tipo de sordera o ceguera muy diferente y con resultados imprevisibles. Niñez con discapacidad sensorial Esta población muchas veces cae en olvido porque no es tan obvia; no usa sillas de ruedas ni tiene facciones diferentes.
1. Nunca suponer nada. Es importante conocer al niño o a la niña y a su familia. Debemos empezar con una buena relación, caracterizada por el diálogo y el respeto. 2. En ocasiones será necesario solicitar más información al niño o a su familia para facilitar la relación. Algunos piensan que no es apropiado hacer preguntas, pero si lo hacemos con empatía, mostrando un interés genuino, el niño y su familia se sentirán amados y aceptados. 3. Tener mucho cuidado con lo que se promete. Con frecuencia las personas con discapacidad y sus familias reciben ofertas de ayuda que no son cumplidas. 4. Usar un lenguaje respetuoso y bien fundamentado. No es apropiado decir sordomudo al referirnos a una persona sorda que no habla; es posible que la persona pueda emitir algunos sonidos diferentes a los que usualmente escuchamos o que utilice un lenguaje no verbal, como el lenguaje de señas. 5. Las personas que no tienen una discapacidad sensorial pueden ponerse en la situación de estas personas por un corto tiempo, cubriendo sus ojos con una venda o tapando sus oídos con orejeras, para experimentar algo de esa realidad. Si bien este ejercicio no se compara con la realidad, ayuda a entender algunas cosas.
Niños o niñas con poca visión o nada Es importante distinguir entre quienes nacen ciegos y aquellos que pierden la vista posteriormente. Es muy diferente crecer con esta discapacidad que adquirirla después de haber experimentado el sentido de la vista. El no vidente investiga su mundo con sus otros sentidos, especialmente sus dedos y oídos. Cuando ha tenido visión y tiene que empezar de nuevo puede ser más difícil, pero con la ventaja de que recordará algunas imágenes y conceptos que facilitarán su aprendizaje. Le será mucho más fácil imaginar, por ejemplo, un “árbol grande con flores amarillas”. La experiencia de perder la vista gradualmente permite la posibilidad de ir adaptándose; quizá lo más difícil sea perder de golpe éste u otro sentido.
1. Al conversar con alguien no vidente es importante el uso del nombre. La persona no puede vernos pero, por lo general, puede escucharnos. Un saludo personal al llegar y una despedida al salir les puede ayudar a conocer y a entender lo que sucede a su alrededor. 2. Vigilar que los pasillos y las puertas no tengan obstáculos para evitar que se golpeen. Es muy importante tener bastante luz en todas las áreas. 3. Pensar en la necesidad de ofrecer información en otros formatos: con un tipo de letra más grande, audio o en braille. Hoy las personas ciegas usan mucho sus teléfonos celulares y graban información. Los que usan la técnica braille pueden tomar notas y leer con sus dedos pero les lleva más tiempo; por esta razón se deben evitar largos trabajos. La información que preparamos para ellos debe ser concisa. Si no les tomamos en cuenta, estaremos excluyéndoles de manera obvia. 4. Evitar el uso de colores: es mejor negro con fondo blanco o amarillo claro. No usar letra blanca o muy clara con un fondo oscuro. 5. Reservar asientos al frente para los que tienen poca facilidad visual.
6. Preguntar a la persona no vidente si necesita ayuda para encontrar la entrada, etc. Ofrecer su brazo u hombro; nunca tomar a la persona por su brazo sino esperar a que se tome del suyo. 7. No gritar “¡Cuidado!” cuando esta persona encuentra un obstáculo; eso no resolverá el problema. Describir en voz baja y en forma concreta el obstáculo que se encuentra enfrente de la persona. 8. Si va a comer con una persona no vidente, indíquele la posición de los cubiertos, los platos, el vaso y los alimentos. Se puede usar la técnica del reloj, ubicando las cosas en el mismo lugar donde se encuentran los números: el arroz se encuentra a las 6, la carne a las 12, la ensalada a las 9 y el pan a las 3.
Niñas y niños sordos o con limitaciones auditivas Me sorprendí al descubrir que el lenguaje de señas es diferente en cada país, pero tiene algunas cosas en común que permite una comunicación sencilla y básica. Es fascinante ver a las personas sordas comunicándose con las manos y con gestos a veces exagerados. Estuve presente en una conferencia donde el invitado era sordo. Los oyentes nos sentimos como personas discapacitadas y limitadas para entender su lenguaje, necesitando de un intérprete para disfrutar su ponencia. Entre las personas sordas desde el nacimiento existe una cultura bien fuerte basada en el uso del lenguaje de señas. Debemos conocer, respetar y valorar esa cultura. Muchos usan audífonos, leen nuestros labios y el lenguaje corporal que todos usamos. Lo ideal es aprender el lenguaje de señas y contar con un intérprete, pero todos podemos lograr una comunicación básica. Recordemos también que algunos nacieron sordos, otros están perdiendo su oído. Es importante conocer cada caso e investigar qué puede oír y qué no.
1. Indicar a la persona que queremos comunicarnos con ella tocando su brazo o su hombro. 2. Buscar un lugar con bastante luz y poco ruido; para comunicarse con ellos necesitan ver la cara, los gestos y las manos de la otra persona. 3. Pronunciar las palabras con naturalidad y claridad. No tapar la boca con la mano. 4. Hablar directamente con la persona sorda y no con su acompañante oyente. 5. Gritar distorsiona las palabras. Esto afecta también a la persona ciega que para concentrarse en las palabras de otros necesita un ambiente con menos ruido. 6. Si no logramos hacernos entender, intentarlo de nuevo usando palabras concretas y más sencillas. Evitar frases largas y palabras que no son muy comunes. 7. Buscar gráficos para ilustrar las palabras o los conceptos y comunicar: dibujos, símbolos, fotos, etc. Tener una agenda gráfica para indicar con dibujos las actividades que se llevarán a cabo, el orden y el tiempo. 8. Aunque no todos pueden leer, escribir el mensaje puede ayudar.
9. Usar la expresión facial y corporal. No avergonzarse por hacerlo. 10. Reservar los primeros lugares para que puedan observar con claridad al intérprete y a las demás personas que participan. Evitar caminar entre las personas sordas y el traductor.
Las personas sordo-ciegas Con la ayuda de su maestra, Helen Keller logró comunicarse usando el alfabeto manual táctil, luego conocido como el alfabeto braille. En 1904 se graduó “con honores” de la Universidad de Radcliffe, siendo la primera persona sordo-ciega en obtener un título universitario. Ese mismo año habló por primera vez en público, interpretada por Anne Sullivan, su maestra. Helen escribió muchos libros hoy considerados clásicos. Poco antes de su muerte, a la edad de ochenta y siete años, dijo: “En estos oscuros y silenciosos años, Dios ha utilizado mi vida para un propósito que no conozco, pero un día lo entenderé y entonces estaré satisfecha”. Para trabajar con un niño o niña sordo-ciega se requiere de un profesional con experiencia, pero la historia de Helen nos demuestra que es posible lograr una buena comunicación y que, al igual que todos los demás, ellos tienen sueños. Cada niño y niña es una obra maestra en proceso, creada y amada por Dios. Cada uno de ellos merece la vida abundante que Dios ha planeado para todos. Nuestro rol como iglesia de Cristo es apoyarlos, animarlos a desarrollar sus habilidades para que logren los propósitos del Señor.
ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.