Misión independiente de Pablo

región de Galacia, pues el. Espíritu Santo les había impedido predicar la Palabra en Asia. (Hch 16,6). Pablo quería ir a Éfeso, capital de la provincia romana de ...
3MB Größe 86 Downloads 154 vistas
PRIMERA PARTE DEL VIAJE DE PABLO - AÑOS 49-52 Pablo y Bernabé deciden visitar las comunidades fundadas en el primer viaje para ver cómo siguen. Bernabé quiere llevar con ellos a su sobrino Juan Marcos, pero Pablo se opone porque los abandonó en la mitad del viaje, dato que sabemos con los Hechos de los Apóstoles.

Discuten Acuerdan dividir las comunidades a visitar en dos partes, haciendo la visita por separado. Bernabé parte con Marcos a Chipre y Pablo para Anatolía. Pablo se busca un nuevo compañero y elige a Silas, uno de los judeocristianos de Jerusalén que vino con ellos como testigos de lo acordado en la asamblea (Hch 15,36-40)

Recorrió Siria y Cilicia consolidando las Iglesias. (Hch 15,41)

Misión Independiente [“Segundo Viaje” según Hechos]

En Listra toma consigo a Timoteo como ayudante y para evitar problemas inútiles lo circuncida, porque era judeocristiano y estaba sin circuncidar:

Llegó también a Derbe y Listra. Había allí un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre griego. Los hermanos de Listra e Iconio daban de él un buen testimonio. Pablo quiso que se viniera con él. Le tomó y le circuncidó a causa de los judíos que había por aquellos lugares, pues todos sabían que su padre era griego. (Hch 16,1-3)

Conforme iban pasando por las ciudades, les iban entregando, para que las observasen, las decisiones tomadas por los apóstoles y presbíteros en Jerusalén. Las Iglesias, pues, se afianzaban en la fe y crecían en número de día en día. (Hch 16,4-5).

Crea nuevas iglesias en Galacia Atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el Espíritu Santo les había impedido predicar la Palabra en Asia. (Hch 16,6). Pablo quería ir a Éfeso, capital de la provincia romana de Asia, pero encuentra impedimentos, que Lucas atribuye al Espíritu Santo, que es el que guía el camino apostólico.

El mismo Pablo en la carta a los Gálatas recuerda que se detuvo allí a causa de una enfermedad que le impidió seguir caminando y que aprovechó esta parada para evangelizar a los naturales: Bien saben que una enfermedad me dio ocasión para evangelizaros por primera vez; y, no obstante la prueba que suponía para ustedes mi cuerpo, no me mostraron desprecio ni repulsa, sino que me recibieron como a un ángel de Dios: como a Cristo Jesús. ¿Dónde están ahora los parabienes que nos daban? Pues yo mismo puedo atestiguar que se hubieran arrancado los ojos, de haber sido posible, para dármelos (Gal 4,12-15).

Mosaico en la ciudad de Verio, antigua Berea,

que representa la visión de Pablo relatada en Hechos 16,6-10

El Espíritu lo encamina a Europa Estando ya cerca de Misia, intentaron dirigirse a Bitinia, pero no se lo consintió el Espíritu de Jesús. Atravesaron, pues, Misia y bajaron a Tróade. Por la noche Pablo tuvo una visión: Un macedonio estaba de pie suplicándole: “Pasa a Macedonia y ayúdanos.” En cuanto tuvo la visión, inmediatamente intentamos pasar a Macedonia, persuadidos de que Dios nos había llamado para evangelizarles. (Hch 16,7-10)

En Europa Filipos

Tróade está a unos 20 Km. al sur de la antigua Troya. Era una ciudad con puerto de mar que comunicaba Anatolía con Europa. Allí embarcan Pablo y sus compañeros hacia el puerto de Neápolis (hoy Cavalla), donde desembarcan y continúan a pie por la vía Egnatia hasta Filipos, que era una ciudad importante de Macedonia.

En esta ciudad nace la primera comunidad cristiana europea. Siguiendo su costumbre el sábado va a la reunión de los judíos. No había muchos por lo que tampoco habían podido construirse una sinagoga. Como antes de la oración tenían que purificarse con agua, se reunían junto a un riachuelo que hay al norte de la ciudad. Allí se dirige Pablo.

El sábado salimos fuera de la puerta, a la orilla de un río, donde suponíamos que habría un sitio para orar. Nos sentamos y empezamos a hablar a las mujeres que habían concurrido. Una de ellas, llamada Lidia, vendedora de púrpura, natural de la ciudad de Tiatira, y que adoraba a Dios, nos escuchaba.

El Señor le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de Pablo. Cuando ella y los de su casa recibieron el bautismo, suplicó: “Si juzgan que soy fiel al Señor, vengan y quédense en mi casa.” Y nos obligó a ir (Hch 16,13-15).

Pablo cura a una muchacha endemoniada, esclava, de la que se servían sus dueños para que adivinara el futuro. Los amos reaccionan denunciando a Pablo ante los pretores, que lo azotaron y metieron en la cárcel.

Llegado el día, los pretores enviaron a decir al carcelero: “Pon en libertad a esos hombres.” El carcelero transmitió estas palabras a Pablo: “Los pretores han enviado a decir que los suelte. Ahora, pues, salgan y márchense.” Pero Pablo les contestó:

“Después de habernos azotado públicamente sin habernos juzgado, a pesar de ser nosotros ciudadanos romanos, nos echaron a la cárcel; ¿y ahora quieren mandarnos de aquí a escondidas?”

“Eso no; que vengan ellos a sacarnos.” El carcelero transmitió estas palabras a los pretores. Les entró miedo al oír que eran romanos. Vinieron y les rogaron que saliesen de la ciudad. Al salir de la cárcel se fueron a casa de Lidia, volvieron a ver a los hermanos, los animaron y se marcharon (Hch 16,35-40).

La comunidad cristiana de Filipos fue el “ojo derecho” de Pablo, que mantuvo con ella relaciones cordiales y les escribió una carta años más tarde.

Era la capital de Macedonia con un importante puerto comercial y numerosa comunidad judía. Continuando por la vía Egnatia allá se dirigió Pablo con sus acompañantes, pasando por Anfípolis y Apolonia.

Tesalónica (o Salónica)

La estancia de Pablo fue breve: tres sábados (de 14 a 27 días). Anunció a Jesús en la sinagoga por tres sábados con conversiones de judíos y especialmente de prosélitos. Esto provocó una violenta persecución que obligó a Pablo a salir de la ciudad.

Pablo, según su costumbre, se dirigió a ellos y durante tres sábados discutió con ellos basándose en las Escrituras, explicándolas y probando que Cristo tenía que padecer y resucitar de entre los muertos y que “este Cristo es Jesús, a quien yo os anuncio”.

Algunos de ellos se convencieron y se unieron a Pablo y Silas así como una gran multitud de los que adoraban a Dios y de griegos y no pocas de las mujeres principales.

Pero los judíos, llenos de envidia, reunieron a gente maleante de la calle, armaron tumultos y alborotaron la ciudad... Al oír esto, el pueblo y los magistrados de la ciudad se alborotaron... Inmediatamente, por la noche, los hermanos enviaron hacia Berea a Pablo y Silas (Hch 17,2-10).

allá se dirige Pablo y predica a Jesús en la sinagoga. Todo fue bien, creando una numerosa comunidad cristiana, hasta que llegaron algunos judíos de Tesalónica y provocaron una nueva persecución.

Berea está situada a la izquierda de Tesalónica hacia el interior, siguiendo la vía Egna

Ante esta situación los hermanos deciden llevar a Pablo a la costa y embarcarlo allí rumbo a Atenas. Pablo consintió, pero le preocupaba la situación en que dejaba las jóvenes comunidades, con poco tiempo de formación y perseguidas. Por eso decide dejar allí a sus acompañantes, Silas y Timoteo, para que completaran la catequesis y él marchar sólo. Los espera en Atenas.

Atenas

Mientras Pablo les esperaba en Atenas, estaba interiormente indignado al ver la ciudad llena de ídolos. Discutía en la sinagoga con los judíos y con los que adoraban a Dios; y diariamente en el ágora con los que por allí se encontraban.

Trababan también conversación con él algunos filósofos epicúreos y estoicos.

Unos decían: “¿Qué querrá decir este charlatán?” Y otros: “Parece ser un predicador de divinidades extranjeras.” Porque anunciaba a Jesús y la resurrección. (Hch 17,16-18)

Le tomaron y le llevaron al Areópago; y le dijeron: “¿Podemos saber cuál es esa nueva doctrina que tú expones? Pues te oímos decir cosas extrañas y querríamos saber qué es lo que significan.” Todos los atenienses y los forasteros que allí residían en ninguna otra cosa pasaban el tiempo sino en decir u oír la última novedad. (Hch 17,19-21).

El discurso de Pablo Cuando Pablo predica a los judíos, se centra en demostrar que Jesús es el Mesías prometido, pero cuando se dirige a los gentiles tiene que comenzar afirmando la existencia de un solo Dios, creador, y después continúa anunciando a Jesús como su enviado especial para salvar.

Así lo hace en el Areópago (Hch 17,22-31)

1) Introducción: aludiendo a un altar dedicado al Dios desconocido, afirma que va a anunciar a este Dios. 2) Existe un solo Dios, creador y trascendente; no habita en templos humanos ni necesita de ningún hombre, pues él da a todos aliento y vida.

3) En concreto es creador de la humanidad y su historia y le ha dado el deseo de buscarle y la posibilidad de encontrarle, aunque sea a tientas, pues no está lejos de nosotros, ya que 4) en él vivimos, nos movemos y existimos. Por ello los hombres son familia de Dios. Como consecuencia la divinidad no es semejante a estatuas preciosas sino a los hombres. 5) Conclusión: se ha revelado especialmente por el hombre Jesús, acreditado por él, al haberle resucitado y constituido juez de vivos y muertos.

Al oír la resurrección de los muertos, unos se burlaron y otros dijeron: “sobre esto ya te oiremos otra vez.” Así salió Pablo de en medio de ellos. Pero algunos hombres se adhirieron a él y creyeron, entre ellos Dionisio Areopagita, una mujer llamada Damaris y algunos otros con ellos (Hch 17,32-34).

Corinto

Pablo pensaba esperar a Silas y Timoteo en Atenas, pero después de esta experiencia, decide abandonar la capital y dirigirse a Corinto, situada en el istmo que une la península del Peloponeso al continente. Era una ciudad comercial, de 600.000 habitantes, de los cuales 400.000 eran esclavos. Tenía dos puertos comerciales, Cencreas a oriente y Lequeo a occidente. Mucho dinero y mucha corrupción.

“Después de esto marchó de Atenas y llegó a Corinto. Se encontró con un judío llamado Aquila, originario del Ponto, que acababa de llegar de Italia, y con su mujer Priscila, por haber decretado Claudio que todos los judíos saliesen de Roma;

se llegó a ellos y como era del mismo oficio, se quedó a vivir y a trabajar con ellos. El oficio de ellos era fabricar tiendas. Cada sábado en la sinagoga discutía, y se esforzaba por convencer a judíos y griegos (Hch 18,1-4).

Aquí regresan Silas y Timoteo. Traen buenas noticias porque los cristianos, a pesar de la persecución, se mantiene fieles y dan testimonio de su fe, hasta el punto de que son famosos en toda la zona.

Pero también hay lados oscuros: por una parte existen muchas deficiencias en su formación doctrinal y su comportamiento moral,

y por otra tienen que sufrir las constantes calumnias que divulgan contra Pablo algunos judíos perseguidores, diciendo que todo lo hace con mala intención para conseguir sacarles el dinero...

Pablo quisiera ir de nuevo a Tesalónica, pero ya que no es posible, echa mano y escribe una carta a los cristianos de Tesalónica en la que da gracias a Dios por su fe, se defiende de las acusaciones, aclara puntos de doctrina y corrige malas costumbres Este es un hecho importante. Es el primer escrito del Nuevo Testamento. Corre el año 51.

Como en otros lugares, los judíos incrédulos, provocan un altercado y expulsan a Pablo de la sinagoga: “Cuando llegaron de Macedonia Silas y Timoteo, Pablo se dedicó enteramente a la Palabra, dando testimonio ante los judíos de que el Cristo era Jesús. Como ellos se opusiesen y profiriesen blasfemias, sacudió sus vestidos y les dijo: “La sangre de ustedes recaiga sobre su cabeza; yo soy inocente y desde ahora me dirigiré a los gentiles.”

Entonces se retiró de allí y entró en casa de un tal Justo, que adoraba a Dios, cuya casa estaba contigua a la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y otros muchos corintios al oír a Pablo creyeron y recibieron el bautismo.

El Señor dijo a Pablo durante la noche en una visión: “No tengas miedo, sigue hablando y no calles; porque yo estoy contigo y nadie te pondrá la mano encima para hacerte mal, pues tengo yo un pueblo numeroso en esta ciudad.” Y permaneció allí un año y seis meses, enseñando entre ellos la Palabra de Dios (Hch 18, 5-11).

Postura de Roma ante los cristianos Lucio Julio Galión fue procónsul de la provincia romana de Acaya, cuya capital era Corinto, desde el verano del 51 al verano del 52. Era cordobés, hermano de Séneca. El dato es importante porque sirve para fechar la actividad de Pablo y para conocer la postura inicial de los romanos ante el fenómeno cristiano: sólo intervenían por motivos de orden público, no por razones religiosas. Durante su mandato los judíos detienen a Pablo y lo denuncian ante su tribunal.

Siendo Galión procónsul de Acaya se echaron los judíos de común acuerdo sobre Pablo y le condujeron ante el tribunal diciendo: “Este persuade a la gente para que adore a Dios de una manera contraria a la Ley.” Iba Pablo a abrir la boca cuando Galión dijo a los judíos: “Si se tratara de algún crimen o mala acción, yo os escucharía, judíos, con calma, como es razón. Pero como se trata de discusiones sobre palabras y nombres y cosas de vuestra Ley, allá vosotros. Yo no quiero ser juez en estos asuntos.” Y los echó del tribunal. (Hch 18,12-16).

Pablo decide regresar a Antioquia. Se dirige al puerto de oriente, Cencreas, buscando un barco para Siria. Allí hace un voto de acuerdo con la Ley de Moisés y se corta el pelo. Dato interesante porque muestra la postura de Pablo ante la Ley de Moisés: se puede observar por devoción, pero no imponer como necesaria para la salvación.

Le acompaña el matrimonio cristiano que lo acogió, Aquila y Priscila, que se trasladan a vivir a Éfeso.

Hacen escala en Éfeso y Pablo aprovecha para predicar en la sinagoga, prometiéndoles volver más adelante. Y se dirigen a Antioquía de Siria.

Desembarcó en Cesarea, subió a saludar a la Iglesia y después bajó a Antioquía (Hch 18,22). Allí permanecerá dos años, desde otoño del 52 a primavera del 54.