MESOAMÉRICA ANTIGUA

Chico, Tula y Chichén-Itzá. Los dos primeros son parte de la antigua ciudad de Tula, ..... conocer mejor la historia del México prehispánico. Valga un ejemplo ...
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MESOAMÉRICA ANTIGUA EDUARDO MATOS MOCTEZUMA Arqueólogo

Cuando en 1943 Paul Kirchhoff caracterizó Mesoamérica, uno de los puntos fundamentales para hacerlo fue partir de la base de que aquella super-área tenía una historia común. A ello agregó una serie de elementos exclusiva o al menos típicamente mesoamericanos, que junto con otros aspectos, sirvieron para delimitar Mesoamérica para el siglo XVI. De lo anterior se deduce que, al ser Mesoamérica caracterizada por la presencia de determinados rasgos comunes, el contacto constante entre los diversos pueblos que la conforman resultó en un mestizaje presente en muchos aspectos de su cultura. Los elementos mencionados por Kirchhoff fueron los siguientes: 1.

Bastón plantador (coa).

13.

2. Huertos de cultivo ganando terreno al

Corseletes estofados de algodón (Ichcahuipilli).

14.

Escudos con dos manijas.

3. Cultivo de chía y su uso para bebida y

15.

Turbantes.

como aceite para dar lustre a pinturas.

16.

Sandalias con talones.

4. Cultivo de maguey para aguamiel,

17.

Vestidos completos de una pieza para

lago (chinampas).

arrope, pulque y papel. 5.

guerreros. 18.

Pirámides escalonadas.

6. Molienda del maíz cocido con ceniza o cal.

19.

Pisos de estuco.

7. Bolas de barro para cerbatanas, bezotes

20. Patios con anillos para el juego de pelota.

Cultivo de cacao.

y otros implementos de barro. 8. Pulimento de la obsidiana.

21.

Escritura jeroglífica.

22. Signos para números y valor relativo de

9. Espejos de pirita.

éstos según su posición.

10.

Tubos de cobre para horadar piedras.

23.

11.

Uso de pelo de conejo para adornar tejidos.

24. Anales históricos y mapas.

12.

Espadas de palo con hojas de pedernal

25.

u obsidiana en los bordes (Macuáhuitl).

Libros plegados estilo biombo (códices). Año de 18 meses de 20 días más cinco días adicionales.

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G o l f o

La Quemada

d e

ÁRIDA AMÉRICA Tamuín Tampico Pánuco

Teúl

Ixtlán

M é x i c o

Dzibilchaltún Izamal Mayapán Chichén Itzá Uxmal Cobá Labná Kabah Tulum Jaina Edzna

Tuxpán

Opeño Teayo Chupicuaro Tajín Yohualinchán Tula Jiquilpan Misantla Teotihuacán Tenayuca Tzintzuntzan Toliman Zempoala Tenochtitlan-Tlatelolco Cholula Colima Apatzingan Malinalco Remojadas Xochicalco Huétamo Tuxtla Tehuacán Iguala La Venta Cerro de las Mesas Teotitlán Tres Zapotes Mezcala Cixtlahuaca San Lorenzo Tilantongo Límites del área cultural mesoamericana San Jerónimo Principales zonas culturales: Mitla Monte Albán Acapulco Altiplano central Giengola Zacoalco

Sayula

Mixteca

Hochob Champotón Xpuhil Río Bec Santa Rita Comalcalco Tortuguero Palenque Yaxchilán Bonampak

Uaxactún Holmul Tikal Piedras Negras Lubantun Seibal Pusilha

Tonalá

Tututepec

Valle de Oaxaca y Tehuantepec Costa del Golfo-Huasteca Costa del Golfo-Veracruz Maya Sur Maya Norte

Quiriguá

O C É A N O

Costa del Pacífico Occidente de México: Guerrero Occidente de México: Michoacán Occidente de México: Colima, Nayarit, Jalisco Ciudades arqueológicas principales

0

Ciudades arqueológicas secundarias

Área cultural mesoamericana

Izapa

P A C Í F I C O

Copán Tiquisate

Cotzumalhuapa Usulutan

200 km

26. Combinación de 20 signos y 13 núme-

36.

13 como número ritual.

ros para formar un período de 260 días.

37.

Una serie de deidades, como Tláloc,

27. Combinación de los dos períodos anteriores para formar un ciclo de 52

por ejemplo. 38.

años. 28.

Fiestas al final de ciertos períodos.

un difícil viaje hasta ellos. 39.

29. Días de buen o mal agüero. 30. Personas llamadas según el día de su

Concepto de varios ultramundos y de Beber el agua en que se lavó al pariente muerto.

40. Mercados especializados o subdividi-

nacimiento.

dos según especialidades.

31.

Uso ritual de papel y hule.

41.

32.

Sacrificio de codornices.

42. Órdenes militares (guerreros águilas y

33.

Ciertas formas de sacrificio humano.

34.

Ciertas formas de autosacrificio.

35.

Juego del volador.

Mercaderes que son a la vez espías. tigres).

43.

Guerras para conseguir víctimas para el sacrificio (guerras floridas).

Aunque es evidente que algunos de estos elementos son propios de una determinada región y no existen en otras regiones mesoamericanas, como puede ser el caso de las chinampas o las guerras floridas del centro de México, queda claro que eran de conocimiento común y que si no existían en otras regiones, era por motivos naturales, ya que las chinampas requerían de áreas húmedas y de una tecnología específica, o por costumbres propias de determinados pueblos, como era la práctica de las guerras floridas. Sin embargo, muchos de los elementos mencionados eran comunes a

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Mesoamérica y la influencia de una región en otra desde épocas muy tempranas nos habla de un mestizaje cultural que permitió el tránsito de ideas, costumbres, intercambios lingüísticos, adaptaciones de todo tipo, etcétera, sin que cada región perdiera sus propias características culturales, lo que ha permitido a la arqueología clasificar y estudiar los diferentes pueblos (teotihuacanos, nahuas, zapotecas, mixtecas, totonacas, mayas...) que formaron el mosaico cultural de Mesoamérica.

Planificación urbana y arquitectura Existen otros rasgos fundamentales para entender cómo desde siglos atrás hubo interés en adoptar de un pueblo determinadas características para incorporarlas al propio. Tal es el caso de la planificación urbana, donde tenemos ejemplos de la manera en que la concepción del universo y el diario recorrido del sol eran determinantes para la orientación de la ciudad y de su espacio sacralizado. Veamos los casos de Teotihuacán y Tenochtitlán. Aunque separadas en el tiempo (la primera se desarrolla entre los años 1-700 d.C., y la segunda entre 1325 y 1521 d.C.), la última toma de Teotihuacán la orientación hacia poniente de su templo principal; la división de la ciudad en cuatro barrios mayores y las cuatro calzadas, que apuntan hacia los cuatro rumbos del universo. A ello se une la delimitación del espacio sagrado por una enorme plataforma que lo circunda, como vemos en la Pirámide del Sol o en la Ciudadela en Teotihuacán, o en el recinto ceremonial de Tenochtitlán. Cabe señalar que Teotihuacán ya estaba

La Calzada de los Muertos vista desde la Pirámide de la Luna, Teotihuacán, México

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cubierta por tierra y vegetación, pero no pasa desapercibido para el recién llegado azteca que allí hubo una gran ciudad cuya construcción atribuye a los dioses. Y ya que nos referimos a Teotihuacán, hay que recordar que dentro de su espacio urbano existen barrios de otros pueblos, como el conocido «barrio zapoteca», que nos hablan de gentes de otras etnias asentadas en ellos, con el consiguiente intercambio cultural. En este aspecto, los mercaderes tuvieron una gran importancia, pues el intercambio de productos se dio a lo largo y ancho de Mesoamérica. Dentro del ámbito de la planificación urbana tenemos otros ejemplos que son altamente ilustrativos en lo que se refiere a influencia y mestizaje. Está el caso de Tula Chico, Tula y Chichén-Itzá. Los dos primeros son parte de la antigua ciudad de Tula, Hgo., y vemos cómo el primero de ellos, de cultura Coyotlatelco (que se desarrolla entre los años 600-900 d.C.), guarda una distribución de edificios similar a la que posteriormente formará la plaza principal de Tula, en el centro de México y de habla náhuatl, y Chichén-Itzá, en la región maya y que hablaba esta última lengua. Hasta la fecha continúa siendo motivo de discusión cuál de estas ciudades influyó en la otra. La arquitectura nos brinda buenos ejemplos de algunas características que, surgidas en determinada ciudad, van expandiéndose a otras latitudes. Tenemos el orden de talud y tablero, cuya presencia en Teotihuacán va a desbordar su propio ámbito para llegar a regiones tan alejadas como el occidente de México, en donde lo tenemos presente en sitios como El Iztepete, Jalisco, y en muchas otras partes de Mesoamérica. Otro tanto ocurre con estructuras arquitectónicas como el juego de pelota. Más de 1.500 canchas para el juego se han encontrado en las diversas regiones mesoamericanas. Las hay desde tamaño pequeño hasta de dimensiones monumentales, como la de Chichén-Itzá o Tula; las hay con cabezales y otras en que no existe este elemento; las hay con anillos y sin ellos; se han encontrado algunas con dos canchas para jugar simultáneamente, como las del área de San Isidro, Chiapas. En fin, la variedad es amplia y sin embargo todas ellas servían para la práctica deportiva o ceremonial del juego, y guardaban un mismo simbolismo: la lucha o combate entre la noche y el día. Algo significativo y que no debemos pasar por alto es cómo la importancia del juego de pelota lo lleva a ser mencionado en relatos míticos asociados a personajes como Huitzilopochtli, entre los aztecas, o a los hermanos gemelos que, según el Popol-Vuh, libro sagrado del Quiché, viajan al inframundo (Xibalbá) para enfrentarse a los señores del lugar. Quizá la práctica del juego de pelota y el simbolismo que conlleva es uno de los más destacados aspectos que nos hablan de un común denominador de Mesoamérica y, por ende, del mestizaje que trae aparejado.

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Estructura universal según el Códice Féjérvary-Mayer

Huehuetéotl-Xiuhtecuhtli, Señor Viejo del Fuego, piedra verde, cultura mexica, Museo del Templo Mayor, México, INAH

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Tezcatlipoca, el espejo humeante, obsidiana, cultura mexica, Museo Nacional de Antropología, México

La cosmovisión Diversas culturas mesoamericanas participan de la misma concepción universal, como lo vemos expresado en códices como el Fejérvary-Mayer o en la región maya, además de relatos que han llegado a nosotros a través de las fuentes históricas o del dato arqueológico. La estructura universal se entendía con un centro y cuatro rumbos coincidentes con los puntos cardinales. Cada rumbo estaba regido por un dios, un color, un ave, un glifo y una planta. En el centro se encontraba el dios Viejo y del Fuego, Señor del Año. En general tenemos que el rumbo sur del universo era identificado con el color azul o verde; era una región húmeda y su glifo era el conejo. En contraposición con esto, tenemos el rumbo norte, asociado al color negro o amarillo, al glifo cuchillo de sacrificio o Técpatl y considerado como el rumbo de lo seco y de la muerte. En la concepción del altiplano se le asignaba al dios Tezcatlipoca. El oriente era el lugar por donde salía el sol; era el rumbo masculino del universo y los guerreros acompañaban al astro en su recorrido hasta el mediodía. Su color era el rojo y se asociaba con Xipe Tótec y con la espina para el autosacrificio. En contraparte o formando dualidad con él, estaba el rumbo del poniente, asociado a lo femenino, al color blanco y al dios Quetzalcóatl. Era por donde el sol caía en las tardes para ser devorado por la tierra y ser parido diariamente por el

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oriente. Para los grupos mayas el centro estaba ocupado por la ceiba, árbol sagrado que enterraba sus raíces en el inframundo y subía hasta los niveles celestes. Diversos mitos nos hablan acerca de la creación de los astros, la tierra y los niveles del universo. Hay coincidencia en señalar que la tierra, nivel intermedio entre los trece niveles celestes y los nueve inframundos, había sido creada a partir de un animal fantástico llamado en náhuatl Cipactli. Otros mitos relatan la creación del hombre por la acción de los dioses. En fin, con sus variantes regionales los mitos atienden todo lo relacionado con lo ocurrido en los comienzos. Pueblos agrícolas y guerreros, los mesoamericanos partían de necesidades comunes Cipactli, dibujo reconstructivo del relieve de la Caja Bustamante

de las que dependía su supervivencia. La producción agrícola y la práctica del tributo impuesto a los pueblos conquistados se manifestaban en las relaciones políticas entre los pueblos y llegaban hasta el mundo de los dioses y los mitos. Deidades como el dios del agua y la fertilidad estaban presentes en toda Mesoamérica con atributos similares y nombres según la lengua de la región: Tláloc entre los nahuas, Chac entre los mayas, Cocijo para los zapotecas..., distintas maneras de denominar a quien habría de proporcionar el agua indispensable para el crecimiento de las plantas. La guerra y la muerte también tenían sus propios númenes con características muy parecidas. Buenos ejemplos tenemos de la manera en que se representaba al Señor del Inframundo en las distintas culturas: semidescarnado, con calaveras y huesos entrecruzados. La arqueología

Olla, Tláloc, dios de la lluvia, cerámica policromada, cultura mexica, Museo del Templo Mayor, México, INAH

Sacerdoce representando a Tláloc, cerámica, cultura Costa del Golfo, Veracruz (El Zapotal), Museo de Antropología de Xalapa, Veracruz

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nos ha proporcionado el rostro de la muerte con figuras como la del Zapotal, Veracruz; la de la tumba de Zaachila, Oaxaca; el Mictlantecuhtli del Templo Mayor azteca o las múltiples presencias de cráneos en códices y esculturas. Esto nos lleva a mencionar la dualidad por excelencia del mundo prehispánico mesoamericano: la dualidad vidamuerte, que partía de la observación de pueblos agrícolas que veían cómo a lo largo del año había una estación de lluvia en que las plantas reverdecían, y una estación seca en que todo moría. Por eso el calendario o calendarios mesoamericanos tienen esa dualidad constante en sus meses y las ceremonias correspondientes. Por último mencionaremos cómo los dioses propios de una región eran adaptados en otra. Es el caso de Quetzalcóatl, al que se atribuyen orígenes huastecos, presente con toda su importancia entre los aztecas y con el nombre de KukulKan entre los mayas. O deidades que aparecen muchos siglos antes de nuestra era, como el dios Viejo en Cuicuilco, en el centro de México, que continuará en el tiempo con sus misMictlantecuhtli, el Señor del mundo de los muertos, cerámica, cultura mixteca, Oaxaca (Zaachila), Museo Nacional de Antropología, México, INAH

mas características, como lo vemos en Teotihuacán, y más tarde, con algunos cambio, entre los aztecas.

Expresiones artísticas Muchas son las manifestaciones artísticas en las que quedaron expresadas distintas culturas mesoamericanas y la relación que entre ellas había. En la pintura mural, por ejemplo, tenemos las de Cacaxtla, sitio del área poblano-tlaxcalteca, en donde vemos la batalla que entablan dos grupos étnicos diferentes. Unos son del altiplano y los otros, vencidos por cierto, son mayas. Los primeros están ataviados con pieles de felino, mientras que los segundos lo están como aves. Distinto resulta el caso de los murales de la ciudad maya de Bonampak, donde el combate se lleva a cabo entre dos grupos mayoides, dadas las características físicas de los contendientes. Desde el punto de vista de la escultura, es interesante ver cómo figuras en piedra como las del chacmol están presentes en varios sitios mesoamericanos, pero son más abundantes en Tula y Chichén-Itzá, aunque posteriormente también es incorporado por los aztecas. A esto hay que agregar la innegable similitud entre piezas cerámicas de diversos orígenes, como las vasijas teotihuacanas, zapotecas y mayas. La dualidad vida-muerte, expresada en un rostro humano de cual una mitad está descarnada y la otra conserMictlantecuhtli, cerámica, cultura mexica, Casa de las Águilas, Museo del Templo Mayor, México, INAH

va la piel, la tenemos presente tanto desde el preclásico en Tlatilco (año 1.000 a.C.), como entre zapotecas y otras culturas.

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Chac Mool, piedra, cultura tolteca, procede de las excavaciones de la Casa de los Marqueses del Apartado, frente al Templo Mayor, Museo del Templo Mayor, México, INAH

Chac Mool, piedra policromada, cultura mexica, Etapa II del Templo Mayor, Museo del Templo Mayor, México, INAH

Y llegaron los españoles Con el triunfo militar que alcanzan los españoles y sus aliados indígenas contra los aztecas el 13 de agosto de 1521, va a dar inicio una conquista más ardua aún: la conquista espiritual. Los primeros frailes (franciscanos, dominicos y agustinos) van a dar paso a todo su ingenio con el fin de lograr la evangelización de miles de indígenas. El mestizaje y el sincretismo que se logra en esta labor es impresionante. Por una parte, los frailes tratan de desterrar todo el pensamiento mesoamericano, pues lo consideran obra del demonio. Para ello recurren a diversas obras como son orientación de iglesias hacia el poniente, tal cual tenían los principales templos prehispánicos; construir capillas abiertas en las fachadas de los conventos y dejar grandes espacios abiertos en los atrios para que en ellos se reunieran los indígenas y participaran de la misa, pues éstos no tenían la costumbre de ingresar al interior de los templos (esto sólo le estaba deparado al sacerdote); organizar festividades que recordaran al indígena sus prácticas rituales, como la de llevar a cabo danzas de moros y cristianos o danzas de la conquista, de origen español, pero adaptadas al nuevo medio, al final de las cuales se bautizaba a miles de indígenas; la elaboración de catecismos a maneCabeza de la Dualidad, cerámica, cultura zapoteca, Oaxaca (Soyaltepec), Museo Nacional de Antropología, México, INAH

ra de códices, como los realizados por fray Jacobo de Testera; la utilización de piedra y materia prima proveniente de los templos antiguos destruidos. En este último caso

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Basa de columna colonial con la representación, en la parte inferior, de Tlaltecuhtli, el Señor de la Tierra, piedra, cultura mexica, Museo del Templo Mayor, México, INAH [CAT. 21]

tenemos ejemplos de cómo los indígenas, obligados a destruir sus templos, tenían que escoger las mejores piedras para la construcción de iglesias y conventos. Resulta que seleccionaban las esculturas del dios Tlaltecuhtli, deidad que se labraba en grandes bloques y cuya efigie se colocaba boca abajo, atendiendo a su carácter de Señor de la Tierra. De esta manera el indígena lograba perpetuar al dios, ya que la otra parte de la piedra se convertía en base de columna de alguna iglesia o convento. También sabemos que los primeros franciscanos pronto se dieron cuenta de que los indígenas, obligados a construir las iglesias, se las ingeniaban para colocar dentro de los muros algunos de sus ídolos. Fray Toribio de Benavente, llamado Motolinía por los indígenas, nos habla de esto y dice: Y luego casi a la par en Tlacallan comenzaron a derribar y destruir ídolos, y a poner la imagen del crucifijo, y hallaron la imagen de Jesucristo crucificado y de su bendita madre puestas entre sus ídolos ahora que los cristianos se las habían dado, pensando que a ellas solas adorarían; o fue que, ellos como tenían cien dioses, querían tener ciento y uno; pero bien sabían los frailes que los indios adoraban lo que solían. Entonces vieron que tenían algunas imágenes en sus altares, junto con sus demonios e ídolos; y en otras partes la imagen patente y el ídolo escondido, o detrás de un paramento, o tras la pared, o dentro del altar [...] yendo la cosa adelante, para hacer las iglesias comenzaron a echar mano de sus teocallis [templos] para sacar de ellos piedra y madera, y de esta manera quedaron desollados y derribados; y lo ídolos

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de piedra, de los cuales había infinito, no sólo escaparon quebrados y hechos pedazos, pero vinieron a servir de cimientos para las iglesias; y como había algunos muy grandes, venían lo mejor del mundo para cimiento de tan grandes y santas obras1.

¡Ya vimos cómo la resistencia indígena logró conservar a sus dioses en las bases de las columnas coloniales! Quizá uno de los mejores ejemplos del naciente mestizaje después de la conquista de México lo tenemos en la escritura. En efecto, los frailes del siglo de la conquista se dieron a la tarea de aprender las lenguas locales, con el fin de conocer perfectamente las costumbres y características de los indígenas. Fue así como empezaron a escribir, con caracteres latinos, la lengua náhuatl y otras más. Se trató de un verdadero trabajo lingüístico por medio del cual llegaron hasta nosotros buen número de mitos ceremoniales, costumbres y cantos que son hoy por hoy venero indispensable para conocer mejor la historia del México prehispánico. Valga un ejemplo del siglo

XVI

escrito en náhuatl con letras latinas y la consi-

guiente traducción:

1

Fray Toribio de Benavente Motolinía, Memo-

riales, México, UNAM, 1971. 2

Ángel María Garibay, Poesía Náhuatl, t. II,

México, UNAM, 1965, p. 104.

¿Can tinemi, noteouh ipalnemohuani?

¿Dónde vives, mi dios dador de vida?

Nimitztemohua in quenmanian,

Muchas veces te busco:

in moca nitlaocoyani cuicanitl Huiya

por ti soy un doliente cantor.

Zan nimitzahuiltia. Ye ohui ye tantililli

Yo te doy deleite.

yancohuia Ohuaya Ohuaya.

Blancas perfumadas flores, llueven aquí

In zan ca izquixochitl

sólo blancas flores olientes

in quetzalizquixochitl pixahui ye nican

en la primaveral casa, en la casa de matices.

xoppan calitec in tlacuilocalitec

Yo te doy deleite2.

Zan nimitzahuiltia. Ya ohui ye tentilili.