Melbourne, buena para vivir y también para visitar

hasta las islas Salomon, sin olvidar a los maoríes de Nueva Zelanda o los kanaks de Nueva Caledonia. Cada uno propone comidas típicas, conciertos, bailes y ...
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4 | TURISMO

| Domingo 31 De agosto De 2014

Las riberas del río Yarra, recientemente remodeladas y convertidas en zonas residenciales y comerciales

fotos pierre dumas

Melbourne, buena para vivir y también para visitar australia. La llamada The Queen City fue designada

por cuarto año consecutivo como la mejor ciudad del mundo para residir. Para los que llegan de paseo, casas victorianas, perfil europeo y koalas en primer plano Pierre Dumas PARA LA NACiON

MELBOURNE.– “¿Se van para Melbourne? Allá todo es muy distinto, mucho más…, ¿cómo decir?…, británico.” Lo dice un alto rubio al que le falta sólo una etiqueta Made in Australia que sobrepase de su remera. Vista desde Sydney, Melbourne es la cara victoriana del país. No tiene imagen de playas, no tiene edificios de fama mundial, no tiene ese papel de casi capital que suele concedérsele generalmente a Sydney, pasando por alto la existencia de Canberra. Sin embargo, desde hace cuatro años Melbourne encabeza la lista de las ciudades donde mejor se vive y no sólo en Australia, sino a nivel mundial. En la misma lista Sydney no está mal tampoco: llega en séptimo lugar, detrás de Calgary, Adelaida (otra australiana), Toronto, Vancouver y Viena, la única ciudad fuera de Australia y Canadá que logró colarse en los primeros puestos de la lista realizada anualmente por The Economist. Moomba Melbourne, más allá de su ubicación en el sudeste de Australia, y del Gran Premio anual de Fórmula Uno, en general se la conoce menos que a Sydney. Por eso suele causar sorpresa la primera vista de sus rascacielos, de los edificios victorianos detenidos en el tiempo entre torres de vidrio y aluminio, y sobre todo su nivel de servicios envidiable hasta para las grandes capitales del mundo. En verdad, Melbourne es capital también, la del estado de Victoria, el más europeo de Australia: y no tanto por su población, sino por sus paisajes, principalmente compuestos de colinas y montañas verdes cubiertas de bosques. El rubio tenía razón: es muy distinta del resto de Australia, asociada por lo general con barreras coralinas y desiertos rojizos que se extienden hasta donde llega la vista. Melbourne fue también la capital del país hasta que cedió ese papel a Canberra. Lo que no cedió fue su papel de capital financiera, lo que explica la

profusión de torres corporativas que se miran en las aguas del río Yarra, cuyas riberas fueron recientemente remodeladas para convertirlas en zonas residenciales y comerciales. También son el mejor lugar para ver el show de fuegos artificiales que organiza la ciudad en esta nueva zona, cada viernes de invierno durante julio y agosto. Antes de dejar el taxi frente al hotel, no hay que dejar de mirar sobre el asientoalladodelchofer.Seguramente el diario estará impreso en caracteres griegos. Melbourne es uno de los principales centros de la diáspora griega. Pero también hay muchos italianos, sobre todo en el valle del Yarra, fuera de la ciudad, y por supuesto muchos asiáticos, como en todas las grandes ciudades australianas. El Barrio Chino de Melbourne es de hecho uno de sus principales paseos turísticos no sólo para ir a cenar por la noche –y de paso

Circuito victoriano Los edificios más antiguos se concentran en torno de la calle Swanston, que cruza de par en par el centro histórico. Concentra la State Library and Museum of Victoria, la catedral St. Paul y el municipio, y desemboca sobre la estación de Flinders. Pasa también cerca del Barrio Chino, el histórico lugar donde se asentó la comunidad china cuando estalló la fiebre del oro en el Estado. El circuito victoriano sigue por el 120 de la calle Collins donde está el Regent’s Theatre (un teatro donde se presentan las mejores obras de Broadway), por la Old Melbourne Goal (una antigua prisión) y La Trobe’s Cottage (la casa del primer gobernador del estado de Victoria, importada pieza por pieza de Inglaterra).ß

ver sus calles y su gran pórtico iluminados–, sino para comprar y vivir una experiencia oriental. Melbourne es asimismo una ventana hacia la Polinesia y las naciones del Pacífico durante el Moomba Festival, que se realiza a mediados de marzo, en fechas cercanas al Gran Premio de Fórmula Uno. Moomba es una palabra aborigen que se podría traducir como tengamos diversión todos juntos. Hay música, desfiles (entre otros de bandas coloniales, para no olvidar el aspecto británico de la ciudad) y sobre todo una multitud de stands de comunidades y naciones desde Papúa hasta las islas Salomon, sin olvidar a los maoríes de Nueva Zelanda o los kanaks de Nueva Caledonia. Cada uno propone comidas típicas, conciertos, bailes y encuentros culturales en construcciones que recuerdan casas tradicionales. Durante los días del Moomba, Melbourne ofrece un viaje exprés por todo el Pacífico y un encuentro con culturas muy inhabituales para quienes vivimos en América latina. Desde el tranvía El Moomba también es una buena ocasión para conocer a los genuinos habitantes de Australia, los aborígenes, muy poco presentes en las calles estrechas y rectilíneas del centro de la ciudad. El rubio de Sydney tenía razón: la atmósfera es muy británica. Por la cara de los transeúntes, por la organización de la ciudad, por las marcas y los productos. Sólo faltan los cabs y los doubledeckers londinenses. El centro es una zona delimitada por las calles Kinas, La Trobe, Flinders y Spring. Forma un rectángulo de menos de 30 manzanas a orillas del Yarra, en su último meandro antes de desembocar en la bahía encerrada de Port Phillip. La mejor manera de conocer este centro histórico es caminarlo, porque es bastante chico. Pero antes se puede subir a un histórico vagón de la línea circular, The Circle Line, un tranvía gratuito que rodea esta porción de la ciudad y al que se puede ascender en cualquier momento. Es una buena razón por la que los turistas votaríamos a Melbourne como una de las mejores ciudades del mundo. Los vecinos, por su parte, aprecian sobre todo la infraestructura de transporte en toda el área urbana y los servicios de salud y educación que le valieron su primer puesto de nuevo este año. A primera vista quedan pocos edi-

AUSTRALIA

Blue Mountains Adelaida

Sydney Melbourne

Parque de Healesville Phillip Is. OCÉANO ÍNDICO

N 250 km

ficios coloniales que evoquen los años en torno de 1830, cuando John Batman (con este apellido Melbourne tendría que haberse llamado Gotham…) llegó a la desembocadura del Yarra. Alquiló el sitio de la futura Melbourne a los wurundjeri a cambio de mantas, pañuelos, harina, camisas y tijeras, y llamó al sitio Batmania. Se instaló con su familia en 1836 sobre la actual Collins Street, una de las calles del centro histórico. Uno de los mayores edificios que quedaron en pie de la ciudad antigua es la estación de Flinders, con cúpulas de bronce y una fachada pintada de ocre que se destaca entre las torres grises del barrio. El desarrollo de Melbourne fue exponencial en los primeros tiempos y se debió a la agricultura en las fértiles y templadas colinas del Estado, pero sobre todo a la fiebre del oro que se vivió en las décadas de 1850 y 1860. En aquellos tiempos llegaban a venderse dos toneladas de oro por

The Circle Line, el tranvía gratuito que recorre el centro

Históricos: la estación de Flinders y una torre victoriana

semana en el Tesoro colonial de Melbourne, y la ciudad triplicó su cantidad de habitantes en sólo veinte años. El bandido Ned Kelly y aquel pasado heroico están muy lejos, pero se puede palpitar todavía en los museos, como el de la policía en la calle Flinders, donde un cartel indica: To miss would be a crime (No visitarlo sería un crimen). Hay muchos otros museos históricos y de arte, además de uno dedicado a la fiebre del oro –el Gold Treasury Museum– y otro a los Juegos Olímpicos de 1956, en el Cricket Ground, uno de los mayores estadios del mundo para este deporte. También sería un crimen no visitar el acuario (sobre todo si no ha conocido el de Sydney). La ciudad tiene un zoo, pero el mejor paseo para ver animales se encuentra en las afueras, en el santuario natural de Healesville. Y algo más antes de dejar la ciudad: el Victorian Arts Centre, con su torre de 162 metros que se ilumina de noche y parece una prima lejana de la Torre Eiffel de París. Se la puede ver desde arriba, desde el SkyDeck de la Torre Eureka, que fue en un tiempo la torre residencial más alta del mundo. El SkyDeck está en el piso 88 y brinda vistas panorámicas sobre toda la Queen City. Los más corajudos pueden ver mejor aún si se animan a ingresar en The Edge, un cubo vidriado a 300 metros que avanza tres metros sobre la pared de la torre. Definitivamente no es para quienes sufran vértigo. El costado salvaje Sin ir muy lejos, en el valle del Yarra, al nordeste de la ciudad, se puede hacer un tour de bodegas. La región se convirtió en el epicentro de la viticultura australiana y algunas grandes casas como Chandon tienen allí su propia bodega. El circuito es un clásico de los fines de semana, de la misma manera que se visita en California el valle de Napa. Los sábados y domingos las rutas están muy concurridas, y abren sus bodegas, anticuarios y negocios rurales. Recorriendo rutas que cruzan pequeños pueblos se llega hasta Healesville, donde hay un santuario de animales, el mejor zoo de toda la región. Nació como un centro de cuidados para animales accidentados en la ruta, y especialmente para demonios de Tasmania. Con el tiempo se convirtió en un centro de fauna, con muchos animales endémicos de Australia: desde los grandes canguros rojos hasta dingos, equidnas o wombats. Y por supuesto koalas, que se pueden ver y fotografiar de muy muy cerca. Tiene también gran cantidad aves y los fines de semana se hace un show de rapaces. El paisaje en la región es de colinas suaves, y seguramente debe de haber parecido familiar a los primeros colonos británicos de la región, que fueron en parte –como en el resto de Australia– convictos exiliados y prisioneros políticos irlandeses desterrados. Un poco más al norte están los montes Grampians, no muy altos (poco más de 1160 metros), pero que reciben suficientes nevadas en invierno como para esquiar. Más cerca, el otro destino preferido de los habitantes de Melbourne es la isla Phillip, al sudeste, en una bahía de la costa rellenada en parte por dos islas. A diferencia de French island, Phillip tiene un puente y por eso se convirtió en un lugar habitual donde pasar el fin de semana. Antes de cruzar el puente se pasa por el pueblito costero de San Remo, que denota el origen italiano de sus habitantes. Además de playas, la isla tiene el Koala Conservation Centre (quizás el mejor lugar de Australia para avistar esos animales, desde una serie de plataformas de altura en la copa de los eucaliptos) y un parque nacional en su extremo sur, frente al Pacífico, donde habita la mayor colonia de pingüinos de Australia. Se trata de los pingüinos azules, los más pequeños del género (miden apenas 40 centímetros). Se encuentran a lo largo de toda la costa sur de Australia, pero es en Phillip island donde son más numerosos. Se los ve al amanecer y al anochecer, cuando van y vuelven del océano para alimentarse. Antes de que se ponga el sol y que los pingüinos salgan del agua se puede dar una vuelta por Seal Rocks, donde vive una colonia de lobos marinos.ß

◗ Datos útiles Visa ◗ Embajada australiana de Buenos Aires, 6632-2059, o llenando un formulario online en el sitio www. argentina.embassy.gov.au

Paseos y atracciones

El Barrio Chino, uno de los imperdibles de la ciudad

◗ Moomba 2015: la próxima edición empezará el 6 de marzo. ◗ Yarra Valley: el centro de visitantes está en Healesville. Se puede visitar con excursiones o alquilando un auto (se maneja por la izquierda). www.visityarravalley.com.au ◗ Healesville Sanctuary: en Badger Creek Road. Abre de 9 a 17 cada día (se ingresa hasta las 15.30). Hay entradas familiares que cuestan 74 dólares australianos para dos adultos y dos chicos (580 pesos). www.zoo. org.au/healesville. ◗ Turismo en Melbourne: www. visitmelbourne.com