martín caparrós liliana heker

12 jun. 2010 - Orhan Pamuk y Gabriel García Már- quez han dicho que la primera oración es la más importante de todo el texto. Pero Caparrós no comparte ...
1MB Größe 7 Downloads 90 vistas
Escribe por la tarde. En general, después de comer, entre las tres y las siete, durante no más de cuatro horas

MARTÍN CAPARRÓS

Escribe por las mañanas, muy temprano, en un gran escritorio en el que tiene a mano su computadora y sus libros

LILIANA HEKER Mientras escribía su cuento “Antes de la boda”, que abunda en diálogos breves, Liliana Heker no daba con la forma de redactarlo. Tenía los personajes, sabía hacia dónde iba la historia, pero no lograba avanzar. Entonces, un problema en su procesador de texto le dio una solución. El Word comenzó a tomarse atribuciones y a colocar automáticamente una sangría y un guión de diálogo que interferían en su escrito. Al no encontrar una solución, a los pocos días Liliana decidió sacar todos los guiones y dejar los diálogos intercalados en el texto. “Cuando llevaba escrita media página, descubrí que ésa era la forma de narrarlo. Era una forma que no había buscado, pero era la forma del cuento”, comenta. Heker escribe por las mañanas, muy temprano, en un gran escritorio en el que tiene a mano su computadora y sus libros. A veces deja de teclear para mirar por la ventana o caminar por la habitación, lo que según sus propias palabras no constituye una pausa en la

escritura. “No soy de esos escritores que están atornillados a la silla durante horas. Cuando estoy muy embalada necesito pararme y empezar a caminar para estructurar lo que estoy escribiendo”, dice. Sin embargo, y como muchos de sus colegas, Heker también atraviesa etapas de parálisis creativa. “Sufro los bloqueos. Cuando son muy prolongados, me provocan angustia. El más largo terminó hace poco. En ese tiempo no es que no haya escrito nada, pero no pude terminar de encontrar lo que quería escribir. Fue una época durísima.” Avezada cuentista, no duda de su método a la hora de trazar la arquitectura de un relato. “La primera frase, especialmente en un cuento, ya viene con el final incorporado –explica–. Empiezo a escribir un cuento sólo cuando tengo la primera frase, cuando conozco el punto de vista y hasta la música del cuento. Entonces, todo se va desencadenando hacia el final.”

Una tarde, en El Tropezón, la posada de Tigre en la que Leopoldo Lugones se quitó la vida, los anteojos de Martín Caparrós resbalaron de sus manos, cayeron entre dos tablones y se hundieron en el río. El escritor había llevado una pila de libros, temeroso de que el diálogo con su ocasional compañera se agotase a lo largo del fin de semana, y vio con desesperación cómo los lentes se perdían en el agua. Ese hecho infortunado, sin embargo, devino en la escritura del libro que él mismo considera el más importante entre los suyos, La Historia. “Desde que se me cayeron los anteojos al río y no podía leer, empecé a pensar y pensar en La Historia y a construir mentalmente el libro”, confiesa. Como muchos otros escritores, el ganador del Premio Planeta 2004 no recuerda el momento en que empezó a escribir. Ya a los ocho años, escribía los versos para las fiestas escolares y nunca dejó de hacerlo hasta la actualidad. “Desde esa época siento que mi manera de estar en el mundo es escribir. Las cosas se me ocurren en forma de frases, como a otros se les ocurren en forma de imágenes o de melodías”, dijo. Caparrós escribe por la tarde. En general, después de comer, entre las tres y las siete, ya que las mañanas las dedica a “asuntos corrientes”, artículos, trabajos por encargo y traducciones. Le gusta ese momento en el que enciende un cigarro y se sienta a producir. Lo hace en su escritorio, frente a una ventana grande. Caparrós disfruta de levantar la cabeza y mirar el mundo que hay afuera. Escribe durante no más de cuatro horas. “Me parece que el período en el que estoy concentrado y afilado no es mucho mayor que ése.” Caparrós no duda en asociar la escritura creativa con el placer intelectual. “Lo que me gusta de estar escribiendo un libro es que la obra actúa como un principio ordenador que organiza el caos del mundo. Si no estoy escribiendo algo, todas las cosas que percibo pasan, se pierden, se dispersan. Para mí, es muy placentero el falso orden que propone al escritura”. Orhan Pamuk y Gabriel García Márquez han dicho que la primera oración es la más importante de todo el texto. Pero Caparrós no comparte esa idea. “La primera oración está sobrevaluada. Cualquier frase que empiece como clave me parece falaz. Si hubiera una clave, todo sería aburrido. Lo bueno de esto es que no las tiene. La escritura, para mí, es una especie de descubrimiento permanente.”

Sábado 12 de junio de 2010 | adn | 7