Magnífica creación de Mauricio Kartun

19 oct. 2014 - operador de seguidor:Ariel Cortina.asistencia de dirección:Nacho Ansa.sala:Tea .... Claudio Da Passano, Claudio Rissi y Claudio Martínez Bel.
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espectáculos | 13

| Domingo 19 De octubre De 2014

teatro

Vertiginoso viaje hospitalario 24 horas viraje . ★★★★ muy buena. dirección: Francisco Civit. dramaturgia: Gilda Bona. intérpretes: Irina Alonso, Marta Pomponio, Gabriel Yeannoteguy, Marisel Jofré, Pablo Aparicio, Gabriella Calzada, Belén Rubio, Daniel Barbarito. vestuario:

Daira Gentile. música: Adolfo Oddone. diseño de iluminación: Facundo Estol.

asesoramiento escenográfico: Marina Apollonio. producción ejecutiva: Zoilo Garces. operador de seguidor: Ariel Cortina. asistencia de dirección: Nacho Ansa. sala: Tea-

tro Anfitrión (Venezuela 3340). funciones: Domingos, 20 hs. duración: 75 minutos.

Q Claudio Da Passano, Claudio Rissi y Claudio Martínez Bel

viviana porrás

teatro

Magnífica creación de Mauricio Kartun TerreNaL. PeQUeÑo MisTerio ÁCraTa . ★★★★★ excelente. autor y director: Mauricio Kartun. intérpretes: Claudio Da Passano, Claudio Mar-

tínez Bel, Claudio Rissi. escenografía y vestuario: Gabriela A. Fernández. iluminación:

Leandra Rodríguez. diseño sonoro: Eliana Liuni. asistencia de

escenografía y vestuario: María Laura Voskian. asistencia de dirección: Alan

Darling. Teatro del Pueblo, Av. Roque Sáenz Peña 943. funciones: viernes, a las 21; sábados, a las 21 30; domingos, a las 20. duración: 90 minutos.

D

os hombres habitan un terreno que, siguiendo una intuición poco feliz, adquirió el padre en tiempos de cierta bonanza. Crecieron en el desamparo y abandonados por el progenitor, quien un día se fue del lugar con la intención de encontrar una vida mejor. Los muchachos, Caín y Abel, son unos tarambanas que se las rebuscan siguiendo unos ideales muy opuestos. Caín produce morrones y esa tarea le ha permitido desarrollar un pensamiento que sigue ciertas reglas mercantilistas. Tal es su confianza en los ne-

gocios que vive convencido de la nobleza de su actitud frente a la vida. Abel, por el contrario, solo sabe escarbar la tierra y sacar de ella algunos gusanos que venderá como carnada a los pescadores que van al Tigris. Su existencia es un tanto infeliz, aunque se las arregla para sostenerse. La inesperada llegada de Tatita (el padre) provocará cierto alboroto entre los hermanos. El desenlace despertará seguras reflexiones en el espectador. En lo formal, ésta sería una muy apretada síntesis del mundo que Kartun expone en escena a través

de su último texto. No es un texto menor. Por el contrario, es de una notable riqueza. Su estructura, su lenguaje, indican que hay allí una elaboración muy minuciosa. Y no solo a la hora de encontrar los parlamentos exactos para cada personaje; también, en la construcción de las múltiples metáforas que irá engarzando, hasta dar forma a una historia conmovedora. Con cierto dolor señala cuestiones inherentes a la construcción del ser nacional y lo hace con un nivel poético admirable. El misterio bíblico de Caín y Abel es el disparador de esta gran obra. Y el autor, con mucha inteligencia, se las arregla para cargar su material dramático de varias citas escapadas también de la Biblia y transformarlas en un material de juego exquisito. En tanto director, Kartun moldea a sus personajes de forma muy atractiva. Da Passano (Abel) y Martínez Bel (Caín) conforman

un dúo cómico muy interesante. Manejan el viejo humor de balneario con una comodidad notable. Payasos desolados que siguen rutinas aprendidas a la fuerza y por eso carecen de virtuosismo. El ingreso a la acción de Rissi (Tatita) es sumamente potente. Un gaucho pirata que habla con un acento, por momentos riojano y en otros santiagueño. Se ve obligado a poner orden dentro de una familia aniquilada por la falta de una guía segura. La que él mismo no supo imponer, en definitiva. Los tres intérpretes logran, desde el cuerpo, hacer trascender este texto con una claridad notoria. En la forma de decir, en el mínimo gesto, siempre hay un guiño al espectador. Y ese guiño se transforma en un llamado de atención que encontrará muchas resonancias, a la hora de pensarnos como habitantes de una desolada Argentina.ß Carlos Pacheco

uién no se ha despertado en medio de la madrugada sobresaltado por un timbre telefónico punzante y angustiante? ¿Quién no ha sentido que ese sonido implicaba un mal presagio? Así comienza 24 horas viraje, la obra escrita por Gilda Bona que fue merecedora del premio de la Bienal Internacional de dramaturgia femenina. Y no es para menos, se trata de un texto maravilloso pero sumamente exigente para los actores que deben coordinar todo a la perfección casi como en una coreografía. Irina Alonso tendrá a su cargo prácticamente toda la obra. A partir de ella, se moverá la acción, los hilos de la trama que rigurosamente se van articulando; de la misma manera, el resto de los actores, siempre en escena, serán dinamizados por la actriz. De a poco, la historia se va haciendo clara y organizada y aunque el mundo en el que nos sumerjamos es absolutamente caótico –hasta por momentos absurdo– Irina Alonso se encargará de darle funcionalidad a los elementos que se encuentran desparramados en la escena. Betina se despierta en la mitad de la noche por una llamada telefónica desde el hospital que anuncia que algo malo le sucedió a su marido. Inmediatamente corre para allí para atravesar, durante la hora y pico que dura la obra, un sinfín de situaciones delirantes que se mezclan con burocracias hospitalarias –a cargo de la majestuosa Marta Pomponio–, que incluyen inyecciones de halopedirol y más, más, más, hasta llegar al borde de la locura. Todo muy interesante, pero aún hay más. El texto mezcla los pensamientos, los diálogos, lo que sucede efectivamente y lo que ella imagina, todo junto, tironeándose, forcejean-

Gran actuación de Irina Alonso do para ver quién es más fuerte. Sin solución, la actriz protagonista se ocupará de fusionarlos. Aunque la obra podría pensarse como un gran unipersonal a cargo de la inmejorable Irina Alonso –que sin trastabillar ni una vez en las palabras, y prácticamente sin una sola pausa atraviesa los 75 minutos–, los actores que acompañan suman (y mucho). Aportan lo necesario para que el ritmo sea cada más dinámico, divertido y delirante. Sin embargo, no solo ocuparán roles de la trama sino que además serán los encargados de otorgar los diferentes climas de la obra agregando música en vivo, cantos, burbujas, según se vaya necesitando. La escenografía, el diseño de luces –con un seguidor incluido haciendo zoom casi cinematográficamente– y el vestuario impecables aportan lo suyo y engrandecen la obra. Francisco Civit, mostrando deliberadamente el artificio teatral, y haciendo de esto un recurso eximio, estará a cargo de la dirección, y de hacer, entonces, que toda esta gran locura funcione, y llegue a un gran puerto.ß Jazmín Carbonell