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SÁBADO
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| Sábado 23 de agoSto de 2014
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Gastronomía
El baldazo de Tom Cruise (a la izquierda)
Bill Gates y su sistema para participar
Estudios culturales
Los videos del balde de agua helada abrieron el debate sobre las campañas virales Casi todas las celebridades se hicieron eco, pero muchos ya critican que esta idea para financiar una buena causa termine en autopromoción Viene de tapa
El procedimiento de esta idea viral es muy simple: Una persona nominada tiene que arrojarse un balde de agua helada encima o donar plata (10 dólares en las 24 horas, 100 dólares a partir de entonces) para ALS, una onG que lucha contra la esclerosis lateral amiotrófica, también conocida como enfermedad de Lou Gehrig. naturalmente las opciones no son excluyentes y, al menos la mayor parte de los famosos, se tiraron el balde y donaron dinero. Gracias a esta campaña, ALS levantó hasta hace pocos días atrás (las cifras van en aumento a cada hora) 31,5 millones de dólares desde el 29 de julio, cuando el año último, en el mismo período, sólo había logrado juntar 1,9 millones. La
onG también pudo agregar más de 600 mil nuevos nombres a su lista de contribuyentes. Sin embargo, no todos están convencidos del éxito de la iniciativa y, a todo esto, el creador del desafío, Corey Griffin,murió tragicamente el domingo pasado. La crítica más directa fue de quienes se indignaron ante el desperdicio de agua habiendo tanta gente en el mundo que no la tiene (a veces, poniendo online sus quejas mientras se veían en el fondo, paradójicamente, sus piletas llenas de agua potable). Charlie Sheen, el chico malo de Hollywood, se convirtió en no sólo el chico bueno, sino en el chico muy, muy listo cuando, en vez de tirarse agua, llenó el balde que se volcó sobre sí mismo con 10 mil dólares para donar a ALS.
Luego desafió a Ashton Kutchner, quien lo reemplazó en la serie Two and a Half Men luego de que a Sheen lo echaran, y a sus ex compañeros para que hagan lo mismo. no fue el único que aprovechó para una especie de –simpática para algunos, objetable ya que distrae del objetivo de concientizar sobre la enfermedad para otros– vendetta personal y pública a la vez. Gwyneth Paltrow nominó a su ex Chris Martin, el cantante de Cold Play, que ahora está saliendo con la mucho más joven Jennifer Lawrence a que lo haga. A Tom Cruise no lo nominó Katie Holmes, pero fue criticado por hacer el desafío muy claramente en el set donde se está filmando su nueva película, lo cual le sirve de promoción indirecta de ésta. Pero nadie puede du-
dar de que, al menos, lo hizo como un verdadero superhéroe de acción: exigió que le tiraran despacio no un balde, sino ocho bien helados. Más allá de los casos puntuales, los especialistas en organizaciones sin fines de lucro consideraron el fenómeno viral un punto de inflexión para las onG. Demostró que los medios sociales pueden ser un gran democratizador para ellas, permitiendo que las más pequeñas e ignotas compitan con las más grandes y establecidas en la lucha por los fondos. El tema es que a esos 630 mil nuevos donantes de la lista oficial de ALS hay que compararlo con los 2,4 millones de videos que se pusieron en Facebook de gente participando en el desafío. Si bien despertar conciencia de una enfermedad ya es, en sí, un gran paso adelante, muchos críticos señalaron que se trata de un ejemplo del hashtag “activism”, por el cual en vez de hacer algo por el bien común se puede meramente dar la impresión de que se lo está haciendo al colocar en Facebook fotos, videos y comentarios al respecto. El punto central, más allá de todas las discusiones sobre la conveniencia o vanidad de quienes participan, es si estamos hablando de un juego de suma cero o no en el panorama general de las donaciones para fondos caritativos. En los Estados Unidos, donde el tema está más cuantificado que en otros países y donde el desafío se originó, según un estudio publicado
La otra cara del Oriente: el sudeste asiático y la India se imponen en la cocina local
Lionel Messi no se quedó afuera por el Chronicle of Philantropy, en 2013, a lo largo de las últimas cuatro décadas, las asociaciones con objetivos caritativos han representado un 2 por ciento del PBI, aun cuando el número de caridades y eventos de recaudaciones de fondos no para de crecer. no está del todo claro. Algunos especialistas discuten la validez de los datos y dicen que porque uno esté donando a ALS, no quiere decir que vaya a dejar de donar a las causas que tiene cerca de su corazón y con las que puede tener un compromiso a más largo plazo. otros, en cambio, señalaron que detrás de ese dos por ciento está el concepto del moral li-
censing. Diversas investigaciones sugieren que cuando un individuo hace una buena acción siente tener una licencia para actuar de manera un poco “menos ética” luego. Como sea, el problema es el agotamiento de una idea novedosa, pero siempre quedarán famosos para darle una nueva vuelta de tuerca que, aunque no sea particularmente bonita, puede resultar eficiente para recobrar el interés. El mejor caso hasta la fecha: los cantantes de Foo Fighters, quienes recrearon la escena climática de la película de terror Carrie reemplazando con agua el balde con sangre de cerdo que cae sobre Sissy Spacek.ß
Restaurantes nuevos y tradicionales ofrecen diversas alternativas a la clásica comida china con platos frescos hechos a base de picantes, curries, pescados y arroz
Rodolfo Reich PARA LA NACION
El menú comienza por la tom yum pla, una sopa tailandesa con pescado, lemon grass y cilantro. Sigue con ukoy, una deliciosa fritura de Filipinas a base de pollo. Luego, de Vietnam, el thit lon thit vien, albóndigas de cerdo con ananá caramelizado. Falta aún un curry tailandés, unos fideos filipinos y un postre de Indonesia. Así es el Viaje al sudeste asiá-
tico que, durante agosto, propone el restaurante Captain Cook, abierto hace un año en Martínez por la chef Marta Ramírez. Captain Cook es una de las nuevas propuestas de una gastronomía oriental que, hace apenas 15 años, no existía en la Argentina, y que hoy cuenta con más de 20 opciones. En Buenos Aires hay cientos de restaurantes chinos, incontables locales de sushi y decenas de lugares dedicados a Medio Oriente,
además de la cocina coreana. En comparación, el sudeste asiático y la India –dos de las gastronomías más ricas y complejas del mundo– debieron recorrer un largo y sinuoso camino para alcanzar el éxito. “La Argentina recibió inmigración de China, Japón y Corea, pero no de Tailandia, Vietnam, Malasia o Filipinas”, explica Marta Ramírez. Los números le dan la razón: según la embajada de Vietnam, hay 120 residentes vietnamitas en el país. En la embajada de Tailandia reconocen apenas 60 ciudadanos. Esto significó la inexistencia de un mercado cautivo para los restaurantes, y también la falta de cocineros que den a conocer sus recetas típicas. “Abrimos Green Bamboo en 1999. Por ese entonces sólo estaba Lotus; un par de meses más tarde abrió Sudestada. Nuestras primeras cocineras eran las esposas que acompañaban al cuerpo diplomático de Vietnam. Ellas le enseñaron las recetas y técnicas a Malvina Ghele, nuestra chef. En 2002, con la devaluación, el cuerpo diplomático de Vietnam se achicó muchísimo y estas mujeres se fueron del país”, explica Darío Muhafara, socio junto a Santiago Trímboli de este icónico restaurante vietnamita, pionero en mezclar los sabores exóticos con un ambiente palermitano y una gran barra de coctelería. “La idea era que uno se sienta en una playa de Vietnam, con unos langostinos y un trago frutal en la mano”, dice Darío. Año 2000. Mientras que las grandes ciudades del mundo vivían el boom de la cocina del sudeste asiático y Anthony Bourdain escribía que Vietnam era un
Cuáles son los límites de este “softactivismo” opinión Natalia Zuazo PARA LA nACIon
“E
so es «softactivismo»”, me dijo un aguerrido activista de derechos de Internet al referirse a quienes, sin dejar la comodidad de sus sillones, se jactan de luchar por causas justas o políticamente correctas. Sucede que, para los militantes más comprometidos, la disputa real se da con el cuerpo. Salir a la calle, participar junto con otros en un debate, construyendo o destruyendo leyes, o dedicando tiempo (cuerpo que se gasta) en estar con otros que lo necesitan. El “me gusta” de Facebook, el faveo de Twitter, la firma en change. org, dicen los más comprometidos,
está bien, pero tiene límites. La tendencia tiene nombre en inglés: “slacktivismo”, por slacker, o vago. Usado peyorativamente, el término describe a quienes participan de todo tipo de campañas para sentirse bien, a un costo cero. Pero, si tuvieran que salir a defender esas causas a la calle, o involucrándose realmente con el problema, tal vez, no lo harían... El Ice Bucket Challenge, viralizado hasta el hartazgo esta semana para ayudar a la causa de la esclerosis lateral amitrófica, es un ejemplo. El motivo es importante. Sin embargo, el marketing de las celebridades superó a la causa noble: todos terminamos mirando la lista de famosos que sumó desafío en las redes sociales. Quién lo hizo, quién no, si Messi desafió al Kun, si Char-
lie Sheen donó plata de verdad o por qué Lena Dunham, de Girls, usó una malla muy escotada para algo tan serio. Ehhmm, ¿cuál era en realidad la causa? ¿Cuál es la próxima buena intención para sumarse? A favor de los cliqueadores con buenas intenciones, un estudio de la Universidad de Georgetown de 2011 encontró que la gente que se involucra con las causas virtuales es más propensa a hacerlo con otras causas, incluido donar dinero y tiempo propios, o reclutando a otros para unirse. En marketing, el valor de estos influenciadores sociales es enorme: una persona “común” genera confianza y puede multiplicar un mensaje de confianza para que otros se sumen a una acción. Por eso mismo, las onG tomaron nota de este dato y comenzaron a reclutarlos.
Sin embargo, otros advierten sobre este tipo de campañas virales. El escritor bielorruso Evgeny Morozov, escritor y pensador actual sobre política y tecnología, dice: “El «slacktivismo» es peligroso porque conduce a la promiscuidad civil, a comprar en el mercado de identidades que es Facebook”. Y señala: “Los activistas de la Red se creen útiles e importantes, pero su impacto político es inexistente”. Por supuesto que donar algo es mejor que nada, pero, según Morozov, hay un efecto placebo, un sentirse bien fácil y momentáneo, que luego sigue con nuestra vida de siempre, tal vez menos correcta.ß La autora es periodista y actualmente está escribiendo el libro Guerras de Internet.
Moda
El furor parisino por la reventa de objetos de lujo Crecen los sitios online que ofrecen prendas y marcas de prestigio usadas, y contemporáneas, a un precio accesible Nathalie Kantt PARA LA nACIon
PARÍS.– Elodie compró hace algunos meses una cartera Céline color bordó, modelo Trapèze, ese en forma de trapecio que la directora creativa de esta casa francesa, Phoebe Philo, creó en 2008 y que desde entonces se convirtió en un verdadero It-bag. La de Elodie es de cuero, los costados en forma de alas son en piel y los apliques son dorados. Por ella pagó poco más de 2000 euros en la boutique, y desde entonces es difícil encontrar ese mismo modelo. Luego de usarla algunas veces, y para poder comprarse una nueva, decidió venderla. Lo hizo a través de Vestiaire Collective, un website francés creado en 2009 y especializado en la compra y venta de artículos de lujo usados, en el que la ofreció por 1492 euros. “Me separo de una de las carteras más lindas de mi placard”, escribió Elodie en la descripción en línea del producto. Dos días más tarde, el Itbag tenía nueva dueña. La vendedora usará ese dinero para comprarse una nueva cartera. Los sitios web franceses como instantluxe.com, videdressing.com o vestiairecollective.com son un éxito. Creados todos en 2009, reúnen hoy cientos de miles de miembros y de artículos de lujo usados que se compran
y se venden casi instantáneamente. Lo llamativo es que ya no son sólo carteras, pañuelos y relojes heredados o comprados hace 20 o 30 años, como tradicionalmente se conoce al concepto del “vintage”, sino, en su gran mayoría, productos comprados recientemente o en los últimos años. Frente a la frenética multiplicación de las colecciones de las marcas de lujo, y ante un modo de consumo masivo que tiende a priorizar la moda por sobre lo atemporal, la compra y venta de productos de lujo usados permite vaciar y renovar placares, conseguir ese objeto del deseo con descuentos de 25% y hasta 70% en algunos casos, y formar parte de un universo hasta hace no tanto reservado sólo a los más privilegiados. Un nuevo capitulo en el ya conocido camino hacia la democratización del lujo. “En Francia funciona porque hay una voluntad de renovar el placard. Y el de las francesas tiene productos magníficos. Era algo menos habitual hace algunos años, pero hoy la sociedad prioriza el uso por sobre la propiedad”, dice a la nacion el cofundador de Videdressing.com, Renaud Guillerm. Empezó con tres personas en 2009, hoy son 70, y se está lanzando en Alemania, donde hay una gran demanda, y en Italia, donde hay muy buenos placares. Con 800.000 artículos en línea, 3000 nuevos cada
El sitio instantluxe.com es uno de los más exitosos día y 3 millones de visitas por mes, su mejor venta fue un reloj Chanel con diamantes por 38.000 euros. Asegura que tiene algunos clientes argentinos. “La noción de posesión cambió. El consumidor ama tener
un producto durante un tiempo y luego prefiere venderlo para comprarse uno nuevo. Uno ya no se pregunta por qué el otro vende: es una modalidad que entró en nuestras costumbres”, reflexiona el fundador
Green Bamboo, el vietnamita pionero en mezclar sabores exóticos con una barra de coctelería
de Instantluxe.com, Yann Le Floc’h. Con 550.000 miembros y un crecimiento anual del 100%, creó una base de datos de precios que permite valorar con precisión cada uno de los productos que se ponen en línea
y evitar así precios incoherentes en productos usados. Todos estos sitios especializados cuentan con expertos, formados por las marcas, encargados de certificar la autenticidad de los artículos de lujo, lo que explica la confianza lograda ante sus clientes en un mercado contaminado por las imitaciones, además de ofrecer garantías en términos de seguridad de las transacciones comerciales. El auge de la reventa de productos de lujo usados es también una tendencia a nivel mundial: se estima que este sector mueve 300 millones de euros en Francia y 3700 millones en el mundo, lo que representa entre 1,5 y 2% del mercado del lujo. Según el informe de la consultora económica Precepta, el desarrollo de esta actividad se aceleró en Francia con el nacimiento de sitios online especializados, a partir de 2009, que se sumaron a las ya conocidas boutiques que revenden productos de lujo “vintage” y a las casas de subastas. “Desvalorizada y practicada de manera individualista hasta hace algunos años, la reventa parece haberse desacomplejado y se convierte en una experiencia colectiva valorizada”, explica la responsable de este estudio, Delphine David. Una clásica cartera Chanel a 2200 euros, zapatos de Miu Miu comprados en junio del año pasado y, después de sólo tres usos, ofrecidos por 225 euros con caja y funda, o una campera de cuero estilo Perfecto de Givenchy de la colección invierno 2013 por 1350 euros, dos veces menos que su precio original, sólo para citar algunos ejemplos.ß
en algún lugar del mundo Juana Libedinsky
Los helicópteros son los nuevos taxis
S
SOUTHAMPTON
e termina el verano. Y lo cierto es que si alguien quería impresionar a sus amistades con un estilo de vida suntuoso (razón por la cual muchos se desesperan, aunque sea por “marcar” un fin de semana en los Hamptons) queda poco tiempo. Como ya no quedan casas emblemáticas sobre la playa por alquilar, ni fechas libres para hacer una fiesta con celebridades haciendo el desafío del balde de agua fría (y, encima, la semana última se fueron las Kardashian), las opciones se complican. Por suerte, llegó Blade. Se trata de la app del momento para dejar que se vea, como si tal cosa, en la pantalla del smartphone. ¿De qué estamos hablando concretamente? Es como un servicio de radiotaxi, pero de... ¡helicópteros! para moverse de Manhattan a los Hamptons. Sí, se reservan al instante con sólo pulsar un ícono. Por supuesto, el servicio en cuestión es tremendamente caro
y el vuelo es compartido: pero las azafatas (“Blade Babes” o “bebotas del Blade”) parecen todas supermodelos y al ver a los pilotos, siempre menores de 35 años, uno juraría que salieron de la película Top Gun y están más que dispuestos a posar con las señoritas pasajeras para sus fotos hot en los medios sociales (idealmente, no mientras están volando). Según The New York Post, si uno es nuevo rico o celebritie (los verdaderos “Amos del Universo” tienen sus propios aviones y las familias tradicionales se instalan toda la temporada), no puede de-
El servicio de Blade es carísimo y el vuelo, compartido, pero las azafatas parecen modelos y los pilotos salidos de la película Top Gun
jar de ser visto, si no es en el Blade mismo, al menos con uno de los sippy-cups con la marca de los helicópteros impresa. Para los desinformados, van un poco de datos de rigor: estos últimos son vasitos con agarraderas y una tapa con boquilla como las de los bebes, pero donde sirven a bordo el rosé de una bodega preaprobada por el rapero Rick Ross. Como era de esperarse, rápidamente devinieron en el objeto de deseo del verano para quienes se los llevan de souvenir. Ahora bien, si el cielo encapotado no ayuda y el mal tiempo no permite, finalmente, despegar, en Blade ofrecen la opción de reemplazar al helicóptero por una Maserati con chofer, aunque con los autos que se mueven a paso de hombre por la autopista en las horas pico, no hace demasiada diferencia con el bus o el siempre denostado tren que va parando en toda estación imaginable. Pero los americanos, se sabe, son una nación de optimistas. Así que cuando uno queda atrapado dentro de un auto durante horas y horas, con 40 grados de calor y exorbitantes niveles de humedad afuera (ni que hablar cuando se pagó un viaje por el aire), hay que recordar a George Plimpton. Él, sofisticado editor de The Paris Review y el hombre de letras más emblemático del balneario, decía que ocasiones como éstas constituían la oportunidad ideal para hacer cosas que demoran mucho y uno viene posponiendo, como escribir una novela completa.ß
paraíso culinario, en Buenos Aires todo se reducía a un puñado de opciones. Fue necesaria una década y media para que esto cambiara. Cocina Sunae comenzó como un modesto restaurante a puertas cerradas para convertirse en uno de los mejores de la ciudad. Pukhet y Koh Lanta se especializan en cocina tailandesa, Kaffir Thai abrió donde supo estar por muchos años Lotus, Thaisu sumó una opción de fast food y Asia Casa se dedica al delivery. Según Cristina Sunae, nacida en Nueva York, pero criada en Japón y Filipinas (el país de sus padres), “los argentinos están pensando en la salud, y en el sudeste asiático se come menos carne, más vegetales y mariscos”. En Cocina Sunae, Cristina ofrece los sabores de su infancia, en un menú de cuatro pasos. Entre ellos, unos fresquísimos goi cuon, arrolladitos de papel de arroz al natural con camarones, fideos de arroz, menta y cilantro, además de curries, salteados y su plato best seller, los langostinos al tamarindo. Conseguir los ingredientes es el gran desafío de estos chefs. “Están el Barrio Chino, el barrio boliviano en Liniers. Y uno aprende a conseguir los sabores originales con lo que se tiene a mano”, explica Cristina, mientras enumera las materias primas básicas de su cocina: salsa de pescado, vinagre, langostinos, ajíes picantes, jengibre, arroz, leche de coco y pescados en general. Los sabores de Ganesha Katmandú, abierto en 1997, supo ser el gran representante de la cocina india en Buenos Ai-
Dónde probar estos platos Captain Cook Av. del Libertador 13652 (Martínez) Cocina Sunae www.cocinasunae.com Gran Dabbang Av. Scalabrini Ortiz 1543 Green Bamboo Costa Rica 5802 Mumbai Honduras 5684 Taj Mahal Nicaragua 4345 res. Hoy se suman, entre otros, el gastropub Bangalore, los restaurantes Mumbai (de los dueños de Katmandú), Taj Mahal, Vrindavan, Tandoor, Delhi Mahal y Bengal, que abrió hace dos meses su tercera sucursal dentro del flamante hotel Bellini CasaSur, en Palermo. Manoj Menghani (nacido en Jaipur) fundó Katmandú y hoy es dueño de Mumbai, en Palermo. “La comunidad india en Buenos Aires son unas cuarenta familias. A esto se suman 200 jóvenes que trabajan en empresas de software y que vienen por uno año”, explica. Para Manoj, el crecimiento se relaciona con un fenómeno global: “La gente quiere conocer sabores nuevos. Antes, los clientes eran extranjeros, hoy vienen los propios argentinos”. Lo más
SANTIAGO FILIPUZZI
pedido en Mumbai es el rogan josh, el curry de cordero que sale con arroz basmati. También los platos que salen del tandoor, el horno de barro donde se hace el chiken tikka. “Este horno logra que la carne reciba el mismo calor de todos lados. Allí hacemos el pan nan: el cocinero lo pega contra la pared y se cocina en 90 segundos”, dice. También Taj Mahal ofrece un horno tandoor, el orgullo del local fundado por Lalit Gagnani y Bharat Purswani, oriundos de Bombay. Según ellos, el picante de los platos se adapta al paladar local. La cocina de Oriente atraviesa la columna vertebral de la gastronomía local. Más allá de los lugares tradicionales hay curries indios y sabores tailandeses en lugares tan disímiles como Algaia (un lugar vegetariano en Colegiales), Que Nadie Sepa (un bistro en San Telmo) o La Cresta, la genial rotisería de Abasto. La última novedad es la apertura de Gran Dabbang, un pequeño local comandado por el cocinero Mariano Ramón junto a su pareja británica, Philippa Robson. Juntos viajaron y cocinaron en el sudeste asiático (Tailandia, Malasia, Vienam) y también en la India. “En Tailandia las cocinas son de madera, no hay hornos, se elabora en una línea de fuegos. Casi no se usa sal y se piensa en base a cinco elementos, salado, dulce, ácido, picante y amargo; es una revolución”, dice Mariano mientras sirve platos con sabores de la India y del sudeste asiático traducidos en recetas propias, con productos argentinos. Esa misma revolución que hoy está cambiando la escena de la gastronomía porteña.ß
Arte
La subasta del Museo Sívori, un hito de coleccionistas... y no tanto El remate de un centenar de obras se realizará el miércoles próximo Soledad Vallejos LA NACION
Sumar nuevos amigos y coleccionistas. Acercar el arte argentino a un público amateur y convencerlo de que comprar una obra de arte –además del placer estético que provoca– tiene un plus: el de una buena inversión. Éstas son algunas de las premisas de la 15a edición del remate anual del Museo Sívori, que se realizará el próximo miércoles 27 y donde se presentarán alrededor de cien obras de artistas locales. Para el coleccionista profesional, es una cita imperdible. Para el amateur, la garantía de adquirir piezas originales. Y para el poco ilustrado en el mundo del arte, la oportunidad de iniciarse, de vivir por primera vez la entretenida experiencia de una subasta. “Más allá de los expertos coleccionistas y los amantes del arte que siempre nos acompañan, queremos celebrar esta nueva edición invitando también a aquellos que siempre han querido, pero aún no se atrevieron a comprar obra de algunos de los tantos prestigiosos artistas de nuestro país –dice Lys Grimaldi, vicepresidenta de la Asociación Amigos del Sívori–. Y cada año, por suerte, la di-
versidad de público es más grande. Es realmente fantástico.” Entre el centenar de pinturas, esculturas, fotografías, dibujos y collages que se despliegan en el catálogo, se incluyen, entre otras, obras de los popularmente famosos Antonio Berni, León Ferrari, Benito Quinquela Martín, Alicia Penalba, Ennio Iommi, Emilio Petorutti, Roberto Aizenberg, Lino Enea Spilimbergo, Santiago Cogorno, Alberto Greco, Raúl Lozza, Fortunato Lacámera, Kasuya Sakay y Carlos Silva, así como de los prestigiosos artistas contemporáneos Guillermo Roux, Adolfo Nigro, entre otros. Asimismo, se destacan Paisajes, de la serie Retrovisores, de Diana Dowek; los cielos abovedados del creativo Juan Doffo; trabajos del rioplatense Pedro Figari, de la naturalista y expresionista Raquel Forner, de Líbero Badii, de Gustavo López Armentía y de Rogelio Polesello. Las obras serán subastadas por Enrique Scheinsohn. Sobre las bases, el abanico es variado, con precios que arrancan desde los 12.000 pesos, como La cantante, de Antonio Berni; Leopoldo Presas, con Figura, con 20.000 pesos de base. Raúl Lozza, con la serie La Línea en
Función del Plano, que parte desde los 40.000. O Juan Doffo, Siete cielos, con una base de 56.000 pesos. “Un coleccionista nos donó una serie de obras sin base, que se venden al mejor postor; ahí hay algo muy atractivo para la gente”, cuenta Grimaldi, que aconseja recorrer la muestra previamente al remate. Curiosos o interesados podrán acercarse hasta el Museo Sívori hasta el próximo martes 26, de 10 a 20, con entrada libre y gratuita, y acceso vehicular al parque. El remate contará con alrededor de cien obras de renombrados artistas, algunas de las cuales serán subastadas sin base y al mejor postor. El resto de los lotes arrancará con una base de entre un 30 y un 40% inferior al valor del mercado. Y desde la Asociación de Amigos destacan que cada remate “sólo es posible gracias a la generosidad de los artistas que participan y que donan el 50% del precio final de venta a beneficio del Museo Sívori”. La cita del remate es el próximo miércoles 27 de agosto, a las 19, en avenida Infanta Isabel 555, frente al puente del Rosedal. Para más información: www.amigosdelsivori. com.ar.ß