Las máscaras de Amy Adams

23 ene. 2014 - Adams, Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Jeremy Renner, Louis C.K., Jack. Huston, Michael Peña, Alessandro Nivola, Shea Whigham, ...
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espectáculos

| Jueves 23 de enero de 2014

Esos raros peinados de los años 70 Con rulos, apliques y horas de coiffeur también se construyeron los personajes del film Christian Bale Nominado al Oscar como mejor actor; su escena inicial ante el espejo es una de las claves

Amy Adams Nominada al Oscar como mejor actriz: decisión y sensualidad detrás de los rulos y los ruleros

Bradley Cooper Nominado al Oscar como mejor actor secundario: cabellera rizada y puro desborde emocional

Jennifer Lawrence Nominada al Oscar como mejor actriz secundaria: peinado alto, extravagante, casi inverosímil

Jeremy Renner Injustamente marginado de las nominaciones; en su peinado se mezclan Tony Curtis y Liberace.

Las máscaras de Amy Adams

trices, pero era obvio que tenía que ser ella. Estaba claro: su combinación (que habría vuelto loco a sir Alfred Hitchcock) de inocencia y rubio-colorada perversión.

EstrElla. A punto de cumplir 40 años, ya es una actriz completa que canta, baila y luce una llamativa

versatilidad; con Escándalo americano logró su primera nominación al Oscar como protagonista

Viene de tapa

Y a Lawrence, Amy Adams la eclipsa en términos de atractivo. No sólo porque su personaje es más fuerte, sino porque Russell deja que la cámara sea seducida por Adams. Vestuario, peinado y movimientos –de su personaje y de la cámara– están al servicio de que la experiencia– Adams de esta película sea subyugante. El escote profundo en “v” de sus atuendos –que replicó en la reciente entrega de los Globos de Oro– es un punto fuerte del plano, y lo sería aunque Russell no lo ubicara de forma privilegiada en los encuadres. Pero sólo un escote –está claro a estas alturas– no define a un personaje de esta riqueza, no define a una actriz. Amy Adams es mucho más. Amy Adams tiene 39 años, 16 más que Jennifer Lawrence. Este año cumple los 40: nació el 20 de agosto de 1974, en Italia, de padres estadounidenses que estaban ahí por trabajo. Adams empezó a actuar a los 25 años, una edad por encima del promedio para las estrellas de

Hollywood. Con 23, Lawrence lleva ganado un Oscar como actriz protagónica, tuvo una nominación en el mismo rubro y ahora esta nueva nominación como secundaria. Antes de los 25, Amy Adams trabajó en Hooters y en GAP. Vale la pena buscarla en su debut en Drop Dead Gorgeous (1999), en un papel secundario detrás de Kirsten Dunst, Ellen Barkin, Kirstie Alley, Brittany Murphy, Allison Janney y Denise Richards. Después de eso, más papeles secundarios, hasta llegar su primer rol importante –por las compañías– en 2002. Junto a Leonardo DiCaprio y Tom Hanks, dirigidos por Steven Spielberg, en Atrápame si puedes. Era la enfermera rubia-colorada. “Strawberry blonde”, es decir “rubio frutilla”, llaman en Estados Unidos al pelo natural de Amy, que así aprovecha los beneficios de ser rubia y de ser colorada. En Escándalo americano enfatiza el colorado, que estalla en el momento de la permanente (¡esos setenta poblados de ruleros!). Pero Atrápame si puedes no fue el

Lawrence y Adams, escotes notables y talento

UIP

espaldarazo definitivo para Amy. Un poco más de TV, algunos otros papeles en cine. Cumplió 30 y llegaron elogios, un premio en Sundance y su primera nominación al Oscar como secundaria por su papel en el drama independiente Junebug (2005). Pero para convertirse en estrella y despegar definitivamente tuvo que llegar Encantada (2007). Para ese papel de princesa que venía del mundo de los cuentos de hadas al mundo real tuvo que imponerse en un casting de 300 ac-

Con destino de estrella Con su capacidad de sonreír ampliamente, su nariz extrarrespingada, su facilidad para cantar y bailar. No habría más desvíos: Amy finalmente se convertía en la estrella que estaba destinada a ser. Y en estos siete años desde Encantada debe haber pocas carreras así de impresionantes. Algunos hitos: la monja de La duda junto a Philip Seymour Hoffman y Meryl Streep (segunda nominación como secundaria); Juego de poder, de Mike Nichols, junto a Tom Hanks, Julia Roberts y otra vez Philip Seymour Hoffman; un super éxito como Una noche en el museo 2 junto a Ben Stiller. Y luego de eso un nuevo salto: protagonizó junto a Meryl Streep (aunque sin compartir escenas) Julie & Julia, con un encanto difícil de exagerar. Estuvo por primera vez a las órdenes de Russell en El luchador (tercera nominación al Oscar como secundaria) y actuó nada menos que junto a Clint Eastwood en Curvas de la vida. Luego fue la protagonista humana de Los Muppets, por la que merecía todos los premios. Y en 2013 los cines argentinos nos ofrecieron a Amy por triple en En el camino, en El hombre de acero (Luisa Lane) y en su actuación inolvidable en The Master, de Paul Thomas Anderson (cuarta nominación como actriz secundaria). La versatilidad de Adams es llamativa, de la dulzura en los Muppets a la ferocidad en The Master y mucho más: diferentes géneros, diferentes emociones, canto, baile, diálogos y gestos perfectos. También es llamativa la cantidad de décadas y mundos en las que sus personajes calzan perfectamente: su talento y su belleza clásica le permiten vivir una enorme cantidad de vidas posibles.ß

cine

Diversión despareja y caleidoscópica Escándalo amEricano (amErican hustlE, EE.uu./2013, hablada En inglés) . ★★★★ muy buena. dirección: David O. Russell. guión: Eric Warren y David O. Russell. fotografía:

Linus Sandgren. edición:

Alan Baumgarten, Jay Cassidy, Crispin Struthers. elenco: Christian Bale, Amy Adams, Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Jeremy Renner, Louis C.K., Jack Huston, Michael Peña, Alessandro Nivola, Shea Whigham, Elisabeth Röhm. distribuidora:

UIP. duración: 138 minutos. calificación: sólo apta para ma-

yores de 13 años con reservas.

F

ines de los setenta. Costa este de los Estados Unidos. Un empresario tintorero y además estafador pasa a estafar a mayor escala gracias a una mujer-amante que busca el ascenso social y económico. El tintorero, además, tiene una mujer-esposa que fue madre soltera y es manipuladora y nerviosa. Hay un agente del FBI que atrapa y obliga a la pareja estafadora a que siga engañando para así agarrar peces más gordos. Y hay un político carismático que quiere dar trabajo a la gente. Y hay más personajes, pero con esos cinco es suficiente para decir que lo que hace David O. Russell es combinarlos y hacerlos rodar, conectarlos, hacerlos pelear, generar amores, odios, amistades, atracciones y traiciones. Escándalo americano es una película de movimiento perpetuo. Los años setenta vistos y exhibidos con la maquinaria del cine usada al máximo, con peligro de explosión energética: travellings, canciones, peinados, vestuario, actuaciones y, claro, en especial el poderoso escote de Amy Adams, más omnipresente que los ruleros. Todo funciona a tanta intensidad que hay riesgos: la narrativa seduce todo el tiempo con voces en off, cambios de puntos de vista, flashbacks, engaños a diversos niveles. Lo bueno es que la mayor parte de las veces la velocidad y la intensidad ahogan las objeciones; a veces (como ocurre con el cameo de un actor demasiado famoso) lo inverosímil de la situación se impone. La película no termina de decidirse y de asentarse –o quizá no lo quiera– por la farsa, la seriedad o algún sentido mayor de las acciones (con el que coquetea intermitentemente). O quizá quiera ser todo eso y no le importe decidirse

y aspire a ser múltiple, a devorarse la historia del cine y a sostener sus ambiciones mediante el derroche fílmico. Cuando funciona, como con el personaje de Amy Adams, resplandece. Adams es un personaje múltiple, que toma diferentes aspectos de diferentes personajes del cine clásico y los unifica con una convicción notable: la femme fatale, la trepadora, la mujer dura de buen corazón, la traidora, la leal. En Adams, voz y cuerpo, la película encuentra el éxito de su fórmula. Y la inesperada contención de Christian Bale es muy útil como contrapeso del exceso casi permanente de Bradley Cooper, que está desatado, desaforado más allá del fanatismo de su personaje, a veces incluso hasta la autoparodia (la nominación como actor de reparto debió ser para el siempre perfecto Jeremy Renner). El título en la Argentina es Escándalo americano, en España es La gran estafa americana. El título en España es más sinuoso y está relacionado con la idea de contar una vez más la historia estadounidense, uno de los aspectos scorsesianos del film: apuntar a las bases, a la lógica, a la locura y al atractivo de una nación. Sin embargo, Escándalo americano, más directo, puede ser mejor para acercarse a la película de Russell, que brilla rotundamente en su propuesta de diversión despareja y caleidoscópica. Quizás el propio Russell esté comentando que no hay conclusión de sentido posible al fragmentar y deshilachar la historia de la pesca en el hielo. Quizá lo suyo sea un cine sin forma perfecta, un amontonamiento placentero y de lujo. En ese caso, no queda más que agradecer su dedicación y su ambición por hacer un cine así de festivo.ß Javier Porta Fouz