LA VOZ A TI DEBIDA, PEDRO SALINAS Publicada en 1934 y considerada la obra en la que alcanzó su plenitud lírica. “La voz a ti debida” sería el primer título de una trilogía a la que corresponde también los títulos “Razón de Amor” y “Largo Lamento”. Se concibe como un largo poema, que va desde el encuentro, el intento del enamorado por descubrir la esencia de la amada, en “La voz a ti debida”; el hallazgo de la pareja y la despedida parcial, en “Razón de Amor”; y el final doloroso tras el encuentro imposible de “Largo Lamento”. Es un rendido homenaje del yo poético a la mujer que ha posibilitado la experiencia amorosa descrita. Contiene la historia anecdótica de un amor y la reflexión que sobre dicho sentimiento efectúa el yo poético. Así a la fábula o peripecia del argumento , nacida de la querencia a una mujer, hay que sumar el proceso de búsqueda personal del yo que concibe le amor como modo de conocimiento. El tono adaptado en “La voz a ti debida” es de júbilo porque a través de sus páginas se acoge a un sueño de la mano y se vive junto a él, aunque a veces surjan dudas ocasionales. Alegría, lágrimas, recuerdos, sombras...son motivos repetidos que agrupan poemas de distintos tonos, reflejando el hacerse de la persona en el acto amoroso. El protagonista de este libro es el ser íntimo del poeta desvelado para que la amada lo reconozca. Desde el primer verso queda patente el diálogo entre los pronombres “yo” y “tú”, que termina en el último verso. En cuanto a la estructura es un largo poema en 70 secuencias, sin títulos que rompan la unidad. En la primera composición, el yo es una sombra solitaria que llegará a ver la luz con la amada; y, en la última, tras su experiencia, volverá a una existencia sombría esperando encarnarse de nuevo. Aparecen en este libro, huellas de una imaginería tópica y ciertas figuras retóricas que la poesía amorosa había establecido desde Petrarca, a pesar de que Salinas utiliza metros clásicos se diferencia de sus fuentes con soluciones distintas. En lo que se refiere a la métrica destacar el empleo del octosílabo, así como, la unidad y el paralelismo mantenido con “Razón de Amor” y “Largo Lamento”.