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La Respuesta de un Corresponsable

De repente vi lo crucial que era la hospitalidad. Si no estoy recibiendo una buena bienvenida en la casa de mi Padre,. ¿entonces realmente puede ser mi casa?
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easttexascatholic.com • september 12, 2014

La Respuesta de un Corresponsable: ¿Por sí mismo? ¿O por los Postres? Por Richard Rosario Día a día, escucho en los medios de comunicación el tema de “salir adelante por sí mismo.” La gente dice que si uno empieza desde abajo y logra el éxito, esa persona sobresalió por sí misma. Prácticamente ellos lograron todo solos. Pero, si somos creyentes ¿podemos verdaderamente decir que “salimos adelante solos?” Quizás adoptamos fácilmente el concepto de salir adelante por nosotros mismos tras haber afrontado barreras y obstáculos difíciles para llegar a nuestras metas. A veces la idea surge también de nuestra posibilidad de adquirir cosas materiales, como casas y coches. Por ejemplo, a mí me gustan mucho los postres y el helado. Por un tiempo, trabaje como asistente legal en un bufete de abogados en el centro de Beaumont. Cada vez que cobraba, me compraba un helado o invitaba a un amigo a ir por un postre. Pero YO compraba MI helado con MI dinero de MI trabajo. Cuando digo que yo me ganaba mi dinero trabajando en el bufete, yo verdaderamente ganaba mi dinero trabajando. Entrené mis ojos a poder ver los

detalles más pequeños para poder crear las carpetas para las mediaciones o para mandar documentos a los abogados opuestos. Capacité mis oídos para poder oír al abogado que me hablaba desde su oficina en el segundo piso, y yo tenía que subir las escaleras rápidamente pues un cliente podía estar en la línea esperando a que le tradujera para hablar con el abogado. A veces me lastimaba al tropezarme con un escalón, lo cual divertía a una amiga que trabajaba también en el segundo piso. Básicamente, yo me ganaba mi helado y mis postres. Así como he oído el tema de “salir por sí mismo” en la radio y la televisión, también he oído el tema de “corresponsabilidad” en la iglesia y en reflexiones que he leído. La corresponsabilidad dice que todo lo que tengo y he trabajado para obtener viene de Dios, no de mí. Aparentemente eso también incluye mi helado. ¿Pero por qué viene de Dios si era yo quien se mataba trabajando por mi sueldo? Para poder comprender mejor esta situación, recurrí a la sabiduría de mi madre. Ella me contó la historia de cómo

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casi muero cuando tenía cuatro años. Después de una terrible tormenta de hielo, me enferme con un caso tan severo de meningitis que terminé en coma. Los doctores dijeron que probablemente no sobreviviría si no administraban un medicamento experimental. Pero así como la medicina podía ayudarme, también existía la posibilidad de que me podía matar. Y si lograba sobrevivir, existía la posibilidad de que quedara sordo, ciego o paralítico. Afortunadamente, no solamente sobreviví, sino que no tuve ningún efecto secundario. Mi madre dijo que fue un milagro de Dios. Después de esto, me di cuenta de que si Dios no me hubiera curado, no habría podido ser un asistente legal. Si hubiera quedado sordo, no habría tenido la capacidad de traducir, razón por la cual me contrataron en el bufete. Si hubiera quedado sordo, no habría podido escribir cartas ni fijarme en los detalles de mi trabajo. Si hubiera quedado paralítico, no habría podido correr las escaleras, y divertir a mi amiga cada vez que me tropezaba. Aquello que creía mío, fue gracias a Él.   También me di cuenta de que todos los dones que Dios me dio fueron a través de los demás. Si, Dios me curó, pero lo hizo a través de los doctores y las investigaciones médicas que los llevaron a desarrollar el medicamento experimental. Pude ser un asistente

legal porque mi amiga me presentó a su jefe, que eventualmente se convirtió en mi jefe. Si no hubiera sido por la ayuda económica de mis padres y la profesora que me ayudó a aplicar para una beca, no hubiera podido estudiar español en el extranjero. Si no hubiera aprendido español gracias a mis padres y mis clases en España, no hubiera podido trabajar ni como asistente legal ni en el puesto que actualmente ocupo en la diócesis. Estos eran dones de Dios, aunque quizás no lo haya notado por que vinieron a través de otras personas. ¡Pero Dios me bendijo con familia y amigos increíbles! La muchacha desconocida que se volvió mi amiga en España y la profesora que me aconsejo eran enviadas por Dios, que me bendijo con información y oportunidades nuevas. Tenía los ojos vendados para darme cuenta que nunca estuve solo al realizar mis logros, lo cual parece ser una falla que todos tenemos. Hasta al mismo San Pedro lo regaño Jesus cuando le dijo “tú piensas como los hombres, y no como Dios.” Ahora, cada vez que me compro un helado, sé que es gracias a mi esfuerzo pero también a las bendiciones de Dios a través de los demás. Dios está con nosotros hasta en los más pequeños detalles, y esto en especial es más evidente para mí cuando el helado es sabor a pie de queso con fresas y nueces.

¡La Fundación de Scanlan otorga dinero a la Diócesis! CHRISTUS Hospital – St. Elizabeth & St. Mary has a heritage of compassionate and innovative care dating back more than 110 years to its founding by the Sisters of Charity of the Incarnate Word. Today, the region benefits from a higher standard of health care. As part of a Catholic, not-for-profit health system,we are here to extend the healing ministry of Jesus Christ. CHRISTUS Hospital – St. Elizabeth 2830 Calder Avenue | Beaumont, TX 77702 CHRISTUS Hospital – St. Mary 3600 Gates Boulevard | Port Arthur, TX 77642 www.christushospital.org | 1.866.683.3627 14-SET-0882 Quality Mission Ad_East Texas Catholic Nws.indd 1

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¡La Fundación de Scanlan le está dando apoyo financiero a dos ministerios diocesanos, el de corresponsabilidad y comunicaciones, para evangelizar y catequizar a los fieles de la Diócesis de Beaumont! La Fundación de Scanlan le dio $30,000 al ministerio de Corresponsabilidad para catequizar y promover la evangelización dentro de las parroquias para poner un ambiente acogedor, incrementando los recursos espirituales y financieros de las parroquias. Esto también ayudará a incrementar la participación en los ministerios parroquiales a través de nuevas oportunidades.

También ayudará a atraer interés en donaciones planificadas, animando a los feligreses a considerar compromisos financieros de largo-plazo a la iglesia. La directora de corresponsabilidad y comunicaciones, Letty Lanza, utilizará los fondos de la Fundación de Scanlan para capacitaciones personales en las parroquias, también desarrollando la corresponsabilidad. Esto será especialmente importante para las comunidades hispanas y de jóvenes adultos en la comunidad del Sureste de Texas. Las capacitaciones y desarrollo en las comunidades ayudarán a sobresalir Continued on page 23

October 24, 2014 • easttexascatholic.com

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One Steward’s Response: Welcome Home

By Richard Rosario There’s nothing like a warm welcome when coming home. Whether it’s after a long day at work, or after being gone for a couple of years, a warm greeting when coming home feels good and reminds us of who loves us. If we don’t get a warm welcome, then it’s not really home. But what if that unwelcome feeling happens at church? A couple of weeks ago, I attended the International Catholic Stewardship Council’s 2014 Annual Conference in Orlando. Just to rub it in, we had wonderful weather in Orlando while Beaumont was storming and getting some cold fronts, but that’s beside the point. At the conference, my hope was to learn as much as I could on Stewardship, which I can say I did. I learned about being good stewards of time, talent and treasure. I learned about some of the realities about the young adult community and the Hispanic and immigrant communities. I even learned about mobile phone apps that can help out parishes

with things such as bulletins and tithing. However, the main thing that I can say and probably the most important was how to go from learning about hospitality to actually knowing how to practice hospitality. But it wasn’t until someone explained it differently, that I understood how. We are all children of God. Church is the house of God. Therefore, Church is our Father’s house. So when we go to Mass, we’re coming home to our Father’s house. All of a sudden, the hospitality of a warm welcome becomes critical. If I’m not getting a warm welcome at my Father’s house, then is it really my home? If it’s not my home, then why would I contribute any of my gifts to it? When I go to my dad’s house, I get a big hug and a kiss from him and get a genuine feeling of being welcomed. He turned 51 on Oct. 17 and I got him his requested gift, a nice bottle of Bacardi 151 rum. But, if I didn’t feel welcomed then he would have gotten a “Happy Birthday Dad” card. Maybe.

The same can be said about parishioners. If they aren’t getting a warm welcome, how can we ask them to share their gifts? It won’t matter how many workshops, classes, homilies or flyers we do on stewardship, we will not get past step one if parishioners are not feeling welcomed. But what can we do to make them feel welcomed? As Mother Teresa said, we can start by smiling. We can simply smile and say hello to people. After that, the challenge would fall on us individually as to how we can make others feel as welcomed into a parish as we do. That can be our challenge on the lifelong journey of Stewardship. Hospitality has its own obstacles and barriers too. Sometimes there are language barriers. A person cannot feel very welcomed if there isn’t anyone there that can even say hello to them. There can also be personality barriers. When asking for new members to please stand, extroverted individuals will gladly do so and shake other people’s hands. But if an in-

troverted individual was asked to stand, then that person would be reluctant to do so, and could actually feel fear from being before so many people. So how do we fix this? The answer comes in a simple word: prayer. Prayer is the nourishment that will help us in our lifelong stewardship journey. We have to be humble and ask the Holy Spirit to bless us with understanding so that we may help others in their journey as well. So what was the most important thing I learned at the conference? I learned a lot of things that I would consider important, but the pivotal one that opened up my eyes was Hospitality. When Hospitality becomes difficult, then we pray. Through hard work and prayer, we can get past the first step of our stewardship journey by creating a welcoming ambiance. Without feeling welcomed in our Father’s home, we have no intentions of sharing our gifts, not even a nice bottle of rum.

La Respuesta de un Corresponsable: Bienvenido a Casa

By Richard Rosario No hay nada como recibir una buena bienvenida cuando uno regresa a casa. No importa que sea después de un largo día de trabajo, o después de muchos años fuera, una buena bienvenida nos hace sentir bien y nos recuerda de quien nos ama. Si no hay una buena bienvenida, no es nuestro hogar. ¿Pero qué pasa cuando no nos sentimos bienvenidos en la iglesia? Hace unas semanas, fui a la Conferencia Anual 2014 de Corresponsabilidad en Orlando. En la conferencia, esperaba aprender mucho sobre corresponsabilidad, lo cual se logró. Aprendí sobre la corresponsabilidad del tiempo, talento y tesoro. Aprendí sobre como evangelizar a los jóvenes adultos y a los inmigrantes recientes. También aprendí sobre un nuevo ‘app’ para el teléfono que puede ayudar con el boletín y hasta con la ofrenda. Pero, lo más importante que aprendí

es como aplicar la hospitalidad a la corresponsabilidad. Ya sabía que se necesitaba la hospitalidad para la corresponsabilidad, pero no como se aplicaba. No fue hasta que se me explico de manera diferente que por fin entendí. Todos somos hijos de Dios. La iglesia es la casa Dios. Así que, la iglesia es la casa de nuestro Padre. Cuando vamos a misa, vamos a la casa de nuestro Padre. De repente vi lo crucial que era la hospitalidad. Si no estoy recibiendo una buena bienvenida en la casa de mi Padre, ¿entonces realmente puede ser mi casa? Si no es mi casa, ¿voy a compartir mis dones? Cuando voy a la casa de mi papá, me da la bienvenida con un fuerte abrazo y un beso. Cuando cumplió 51 el 17 de octubre, le conseguí el regalo que me pidió, una botella de ron Bacardi 151. Pero, si no me siento bienvenido cuando voy a su casa, le hubiera dado una tarjeta simple de “Feliz Cumpleaños Papá,” si a

caso eso. Podemos decir lo mismo de los feligreses en nuestros parroquias. Si no se sienten bienvenidos en su parroquia, ¿cómo les podemos pedir que compartan sus dones? No importa cuántas clases, homilías o boletas, no pasamos del primer paso si los feligreses no se sienten bienvenidos. ¿Pero como podemos crear un ambiente de bienvenida? Como nos dijo la Madre Teresa, hay que empezar con una sonrisa. Podemos empezar con una sonrisa y un saludo. Lo que sigue será nuestro reto en el camino de la corresponsabilidad. Pero la hospitalidad tiene sus obstáculos también. A veces existe la barrera del idioma. Si nadie nos puede dar la bienvenida en nuestro idioma, no nos podemos sentir bienvenidos. También sería lo mismo cuando invitamos a los que no hablan Español a nuestras juntas y grupos. Si ellos no nos entienden, no se

van a sentir bienvenidos tampoco. Entonces, ¿cómo arreglamos esto? La respuesta viene en una palabra simple: oración. La oración es lo que nos alimentará en nuestro camino de toda la vida de corresponsabilidad. Tenemos que ser humildes y pedirle al Espíritu Santo que nos bendiga con el don del entendimiento para ayudar a los demás en su camino. Así que, ¿qué fue lo más importante que aprendí en la conferencia? Aprendí muchas cosas importantes, pero lo crucial fue como aplicar la hospitalidad. Cuando la hospitalidad empieza a ser difícil, hay que orar. A través del trabajo, dedicación y la oración, podemos crear un ambiente de bienvenida y tomar los primeros pasos en nuestro camino de por vida hacia la Corresponsabilidad. Si no nos sentimos bienvenidos en la casa de nuestro Padre, no tendremos intenciones de compartir nuestros dones o regalos, ni si quiera una rica botella de ron.

NOVEMBER 14, 2014 • easttexascatholic.com

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One Steward’s Response: Maybe 78? By Richard Rosario Often times I hear stories from older family members about how they used to be friends with someone and now that someone is no longer a friend or maybe even an enemy. The stories normally start out with someone doing something bad to them, leading to an argument. The friendship ends, along with any communication between them. These stories sometimes have origins that go back decades. But one thing I noticed is that, most of the time, no one made an effort to seek forgiveness from the other and no one remembers the disagreement. “Stewardship is an expression of discipleship, with the power to change how we understand and live out our lives.” This comes from the pastoral letter written by U.S. bishops back in 1992. We are called through the Gospel to have a conversion of mind and heart, to make a conscience effort to be followers of Jesus. So by living our discipleship as stewards and following Jesus, we should know the importance of forgiveness.

In the Gospel, Peter asks Jesus if he should forgive his brother seven times. Jesus replies that it should be seventy-seven times, in other words there shouldn’t be a limit to the number of times we should forgive others. We are asked to forgive others just as God would forgive us for our sins. But those who have gone through an argument with a friend know that it’s a rather difficult task. I too know someone who used to be a friend. Now we are estranged. We hardly talk to each other, other than in meetings or events where we have no other choice. While friends, I perceived that he would be dishonest with me. I sometimes felt like he would throw me under the bus. Not a very nice way of treating your “brother.” So we eventually ended up where we’re at now. Estranged. I’ve had arguments in the past with other friends, normally lasting a couple of days before we forgave each other. This time, not so much. Every time that I would think about forgiveness, I would feel he was being dishonest again. Un-

fortunately, now it’s to the point where I don’t really see us being friends again. But how can I receive forgiveness from my Father if I’m not willing to forgive my brother? This affects my peace. Peace is what comes out of the gifts of forgiveness and reconciliation that we receive from God. We must be good stewards of these gifts, just as we are with all our other gifts. But how can I make a good confession if I’m still harboring resentment within my heart? I’m not being a very good follower of Christ if I can’t be at peace and have a change in heart. Yes, forgiveness is difficult. But forgiveness isn’t telling the person who wronged you that what they did was fine. Instead, I have to look at forgiveness as a way of moving on from what happened and freeing my heart of any hate or resentment that might still be there. I try moving past the bad by not thinking about it and avoiding anything that could trigger a memory of it. It’s a strug-

gle though, probably because there were also lots of good things in our friendship too that I would like to remember. But as soon as I start thinking about the good things, the bad things seem to take over, feeding my resentment. Maybe the best isn’t to be friends again, but to just forgive and move on. Either way it’s work in progress that I don’t intend on abandoning. Only by making a conscience effort to clear my heart of resentment could I actually be a good steward of God’s gift of forgiveness. And only by stewarding God’s gift of forgiveness may I actually find the peace that comes with it and the peace that is necessary on my lifelong journey towards total stewardship. “Then Peter approaching asked him, “Lord, if my brother sins against me, how often must I forgive him? As many as seven times?” Jesus answered, “I say to you, not seven times but seventy-seven times.” Matthew 18:21-22

La Respuesta de un Corresponsable: ¿Quizás 78? De Richard Rosario Es muy común escuchar historias de personas que tenían una amistad con alguien, pero luego resulta que ya no son amigos, y a veces hasta enemigos son. Normalmente estas anécdotas empiezan cuando uno de ellos lastima al otro, provocando una pelea. La amistad termina, y se corta la comunicación entre ellos. A veces estos hechos sucedieron hace mucho tiempo y la mayoría de las veces, ninguna de las dos personas recuerda el motivo de la discusión y no hizo ningún intento en perdonar al otro. “La corresponsabilidad es parte de ser discípulos, nos da el poder de cambiar la manera en que entendemos y vivimos nuestra vida,” dice la carta pastoral sobre la corresponsabilidad escrita por los obispos en 1992. Somos llamados a través del Evangelio a tener una conversión de mente y de corazón. Debemos hacer un esfuerzo consciente de ser seguidores de Cristo. Al vivir nuestro discipulado y al seguir a Cristo, debemos saber la importancia del perdón.

En el Evangelio, Pedro le pregunta a Jesus si debe perdonar a su hermano siete veces. Jesus le contesta que debe ser setenta veces siete, prácticamente, que no debe de haber un límite al número de veces que debemos perdonar a los demás. Se nos ha pedido que perdonemos al igual que Dios nos ha perdonado nuestras ofensas. Pero los que han tenido una discusión con alguien saben lo difícil que esto puede ser. Yo también conozco a alguien con quien antes tuve una amistad. Ahora estamos distanciados. Ni si quiera nos hablamos, solamente durante eventos sociales donde tenemos que ser cordiales. Mientras éramos amigos, yo sentía que él no era honesto conmigo. No era la mejor manera de tratar a un “hermano.” Eventualmente tuvimos una discusión y llegamos a donde nos encontramos ahora, distanciados. Es natural tener una discusión con un amigo, y normalmente dura unos días. Después nos reconciliamos y todo vuelve a la normalidad. Esta vez no fue

así. Cada vez que pensaba en perdonarlo, sentía que seguía siendo deshonesto conmigo. Desafortunadamente, ya no nos veo siendo amigos de nuevo. ¿Pero como puedo recibir el perdón de mi Padre, si no estoy dispuesto a perdonar a mi hermano? Esto es algo que afecta mi paz. La paz es lo que viene del don del perdón y la reconciliación que nos otorga Dios. Debemos de ser corresponsables con este don, así como somos con todos los demás dones que Dios nos da. ¿Pero cómo puedo confesarme si todavía tengo resentimiento en mi corazón? No estoy siendo un buen discípulo de Cristo si no puedo estar en paz por no tener un cambio de corazón. Si, el perdón a veces es difícil. Pero el perdón no es decirle a la persona que te lastimo que lo que te hizo estuvo bien. Sino es poder seguir adelante y remover ese resentimiento y odio de nuestro corazón. Trato de no pensar en lo malo y evitar situaciones que me traigan malas recuer-

dos para poder seguir adelante. Pero esto es difícil porque también hubo cosas buenas en nuestra amistad que me gustaría recordar. Quizás lo mejor no es necesariamente volver a ser amigos, sino perdonar y seguir por nuestros propios caminos. De cualquier modo eso es un trabajo en proceso que no pienso abandonar. Solamente puedo ser un buen corresponsable si hago un esfuerzo consciente en tratar de liberar mi corazón del resentimiento que me obstruye la paz. Y solamente al ser corresponsable con el don del perdón puedo realmente llegar a la paz que viene con el perdón, y la paz que se necesita en nuestro camino de por vida hacia la corresponsabilidad total. “Entonces se le acercó Pedro, y le dijo: Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.” Mateo 18:21-22