La Corte negó que el juez Petracchi vaya a renunciar o

19 mar. 2014 - Juan Carlos Maqueda– continúan al frente de sus funciones. La salida de Petracchi, sin em- bargo, hubiera provocado una si- tuación de ...
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POLÍTICA

| Miércoles 19 de Marzo de 2014

La Corte negó que el juez Petracchi vaya a renunciar o pedir licencia

desmentida. En el tribunal rechazaron versiones sobre un inminente alejamiento del magistrado por una enfermedad que padece; hoy se reúnen los jueces y hablarán del tema Por ahora, la Corte Suprema de Justicia seguirá teniendo siete integrantes: ayer, en el alto tribunal desmintieron tajantemente que el juez Enrique Petracchi, que está aquejado por una enfermedad, haya decidido pedir licencia. La encargada de hacer saber la decisión del juez Petracchi fue la directora de Comunicaciones del alto tribunal, María Bourdin: la directora del Centro de Información Judicial informó a la nacion que no era correcta la versión que el día anterior había difundido el sitio Infobae –y que varios medios recogieron– acerca de un inminente pedido de licencia por parte del juez. Según esa información, Petracchi le habría dicho a sus colegas y a varios amigos y secretarios del

cuerpo que estaba padeciendo una enfermedad y que eso lo llevaría a alejarse del cuerpo de Justicia. Ayer, Bourdin confirmó que Petracchi efectivamente padece una “dolencia”, pero también aseguró que “continuará en su cargo mientras tenga fuerzas para desempeñarse correctamente”. Más de 30 años en el cargo Petracchi fue nombrado en su sitial en 1983, por el entonces presidente Raúl Alfonsín. Acabada de regresar la democracia. Y él y Carlos Fayt, que también asumió en aquel mismo momento, son los dos ministros más antiguos del cuerpo. Desde entonces, Petracchi presidió la Corte en dos oportunidades: entre 1989 y 1990 y entre 2004 y

Tres décadas en el cargo

EnriquE PEtracchi juez de la corte suprema

Lo nombró Alfonsín en 1983. Lleva 31 años en su cargo. Padece una enfermedad, pero seguirá en funciones

2006. El año pasado, él y Fayt cumplieron treinta años en sus cargos, por lo cual el resto de sus colegas les hicieron un homenaje público. Hasta ahora ninguno de los dos magistrados había dado señales de querer alejarse. Más bien ocurre todo lo contrario, porque ambos obtuvieron sentencias favorables que les permitieron seguir en la Corte Suprema más allá de los 75 años. Por eso, la versión que aludía a la inminente salida de Petracchi, que tiene 78, fue entendida por algunos en la Corte como una simple especulación a partir del daño cierto de la enfermedad del juez, mientras que otros la interpretaron como una maniobra tendiente a apartar al jurista, en forma prematura, de su cargo. Es cierto que, durante el gobierno de Néstor Kirchner una ley dispuso que la Corte, que en ese momento tenia siete escaños, quedará paulatinamente reducida a cinco cargos, cuando dos de los jueces se alejasen del tribunal. Pero los siete jueces –Petracchi, Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Raúl Zaffaroni, Carlos Fayt, Carmen Argibay y Juan Carlos Maqueda– continúan al frente de sus funciones. La salida de Petracchi, sin embargo, hubiera provocado una situación de incertidumbre: en cada causa en la que tres jueces votasen en un sentido y los otros tres en dirección contraria, obligaría a tener que nombrar, para ese caso, a un conjuez. Esto es, debería elegirse a alguno de los presidentes de Cámaras Federales que actúan como tales o a alguno de los integrantes de una lista de conjueces ad hoc que acaba de enviar la presidenta Cristina Kirchner al Senado, y que está llena de candidatos kirchneristas. Ayer, Petracchi comentó su enfermedad a varios jueces supremos y les comunicó que continuará formando parte del tribunal mientras su salud se lo permita. “El magistrado decidió priorizar su responsabilidad institucional”, aseguraron en la Corte.ß

El máximo tribunal podría entrar pronto en terreno inexplorado el escenario Adrián Ventura LA NACIoN

E

n más de treinta años de democracia, la vida de la Corte siempre estuvo sometida a una regla política no escrita pero inflexible: cada presidente que llega al poder modifica la composición del alto tribunal, para contar con una mayoría favorable a su gestión o, por lo menos, con algún interlocutor confiable. Nunca, en cambio, ocurrió que un presidente tuviese esa posibilidad durante el último tramo de su mandato. Ahora, en cambio, aparece como un escenario posible. En efecto, a principios de año, Raúl Zaffaroni, el más kirchnerista de los jueces, dijo que respetaría el límite de edad de 75 años que estableció la reforma constitucional de 1994 y que, a lo largo del año o a principios del próximo, renunciaría. Carmen Argibay, por su parte, cumplirá aquella edad en breve y si bien nada hace suponer que esta lúcida jurista vaya a renunciar, no hay que descartarlo. Y Enrique Petracchi, que está enfermo, dijo que no pedirá licencia, pero ayer una versión luego desmentida prácticamente lo empujaba a seguir ese camino. En otras palabras, la Corte tiene actualmente siete integrantes, pero la ley 26.183, de 2006, estableció que quedaría reducida a cinco apenas dos de los jueces se aparten. Ahora ocurre que existe la posibilidad de que se vayan no ya dos, sino tres ministros. Un sueño a medida Cada presidente que llegó al gobierno soñó con su Corte. El tribunal que había convivido con el gobierno militar terminó su gestión con el arribo de la democracia. Por eso, en 1983 Raúl Alfonsín, primer presidente de la nueva democracia, nombró a cinco jueces nuevos, emparentados con las expectativas de ese flamante período. Fue en ese momento cuando aparecieron en escena Carlos

Fayt, de ideas socialistas, y Enrique Petracchi, vinculado con el peronismo, dos magistrados que, con inteligencia y perseverancia, todavía están en sus cargos. Pero Carlos Menem, que fue elegido presidente en 1989, entendió que aquella Corte no acompañaría muchos de su proyectos y, en 1990, logró que el Congreso ampliara su composición: el tribunal pasó de tener cinco jueces a estar integrado por nueve. Y como dos de los jueces que venían desde antes renunciaron –sólo decidieron permanecer Fayt, Petracchi y Augusto Belluscio–, Menem, en sus primeros años, tuvo la posibilidad de nombrar otros seis ministros. Nació así la Corte de la llamada mayoría automática. Fernando de la Rúa fue el único mandatario que no quiso introducir cambio alguno, y Eduardo Duhalde tampoco cambió la mayoría: sólo designó a Juan Carlos Maqueda, un político de enorme experiencia. Pero Néstor Kirchner intuyó que aquella Corte, que había digitado Menem pero que con el correr de los años y con nuevos gobiernos se había vuelto independiente, podría cuestionar sus decisiones. Y, con presiones y juicios políticos, logró las vacantes, que cubrió con los actuales jueces. Pero surgió un problema: Kirchner tenía a su disposición más cargos vacantes que hombres en los que él sentía que podía confiar. Por eso, la entonces senadora Cristina Kirchner presentó un proyecto que se convirtió en la ley 28.183: la Corte pasaría de 9 a 5 integrantes, pero provisionalmente tendría 7, hasta que dos renunciaran. Ahora, como se ve, se abre la posibilidad de, al menos, una nueva vacante. Si efectivamente se concreta ese escenario, ¿intentará Cristina Kirchner nombrar a su reemplazante para garantizar una influencia después de 2015? Tal vez, los senadores, para entonces, hayan dejado de ser hiperkirchneristas y la mayoría del cuerpo esté más inclinada a negociar con otro político. Un mundo inexplorado.ß