48 Expansión Viernes 16 diciembre 2016

LA CERTIFICACIÓN, “LA MEJOR CARTA DE PRESENTACIÓN DE LAS EMPRESAS ESPAÑOLAS” Contenido desarrollado por UE Studio.

A

nte un escenario económico marcado por la globalización y por la incertidumbre de los mercados, las empresas españolas deben encontrar mecanismos que acrediten la fortaleza de sus cimientos y aporten confianza a sus clientes. Los certificados de calidad juegan un papel muy importante en este proceso, como explica el director General de la Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR), Avelino Brito: “La certificación por una entidad reconocida es una de las mejores cartas de presentación para una empresa; ayuda a mantener clientes y abre puertas en los mercados internos y externos. Esto es especialmente cierto en el caso de las pymes, ya que a menudo son menos conocidas”. AENOR lleva 30 años trabajando junto a las empresas españolas para aportar un valor diferenciado a la mejora de la calidad y de la competitividad del tejido productivo nacional con la mirada siempre puesta en el futuro porque, como apunta Brito, “la confianza que sepa despertar una empresa hacia sus interlocutores es vital para su competitividad a largo plazo”. La certificación garantiza que un determinado producto, proceso o servicio cumple con las exigencias definidas en diferentes normas establecidas a nivel nacional e internacional. Las empresas se someten de manera voluntaria a los exámenes de AENOR. Existen dos principales tipos de certificados: los de sistemas de gestión, que se basan en un proceso de mejora continua respecto al ámbito que se trate, y los de productos o servicios, enfocados en la calidad con que se produce un producto o se presta un servicio. En España, cerca de 61.000 centros de trabajo cuentan con alguno de los certificados de AENOR que apoyan a las organizaciones en campos como la Gestión de la Calidad, Gestión Ambiental, I+D+i, Seguridad y Salud en el Trabajo o Eficiencia Energética. Superar con éxito las auditorías implica ventajas colaterales para las empresas como “la mejora de los procesos, la eliminación de los costes de la ‘no calidad’ y una mayor implicación de los profesionales en la consecución del trabajo bien hecho de forma sostenida; que se produce por el orgullo del reconocimiento de un externo conocido”.

Un valor diferenciador

En la actualidad, los consumidores disponen de multitud de opciones de consumo procedentes de cualquier parte del mundo y para ellos la certificación supone un valor determinante, ya que, como señala el director general de AENOR, “una certificación concedida por un certificador que cuenta con el crédito del mercado, es la forma más convincente de decir ‘me esfuerzo todos los días por hacerlo bien, y tengo éxito en ese esfuerzo’”. Además, es la llave de acceso a muchos concursos públicos, donde a menudo es requisito indispensable estar certificado, generalmente en calidad. Pero, ¿qué se entiende por “calidad”? “El concepto ha evolucionado y hoy abarca muchas más cosas que

antes. En los años 50 y 60, se refería a la calidad del producto o servicio. Hoy, no consideramos que una empresa sea de calidad si, además de eso, no lo hace respetando el medio ambiente, la seguridad laboral o innovando. O respondiendo a los grandes temas

“El entorno económico ha cambiado mucho en los últimos años, siendo más rápido y competitivo; estamos poniendo todo nuestro empeño para seguir estando a la altura”

que preocupan a la sociedad, como responsabilidad social o accesibilidad. Si pensamos en las grandes marcas valoradas por el público, generalmente se asocian al cumplimiento del concepto actual de ‘empresa de calidad’ y hacen esfuerzos consistentes en esas áreas”, explica Brito. “La certificación evoluciona conforme lo hacen las demandas de la sociedad y de las empresas como parte de la misma” y el objetivo de AENOR, que este año celebra su 30 aniversario, es continuar evolucionando con todas ellas. “El entorno económico ha cambiado mucho en los últimos años, siendo más rápido y competitivo; estamos poniendo todo nuestro empeño para seguir estando a la altura de unas necesidades cambiantes y a menudo complejas. La confianza que nos siguen prestando miles de empresas y organizaciones nos dice que estamos en el buen camino”. Sin embargo, advierte, no hay que bajar la guardia: “La principal amenaza ahora es considerar la calidad como una batalla ganada y descuidar su desarrollo, porque es un proceso que requiere de constante impulso. Si deja de hacerse, podemos volver peligrosamente a la casilla de salida. Y sin calidad, no es posible construir a largo plazo sostenibilidad, innovación o seguridad”.