Indy Point, como todos querían

Si uno dijera que todo el hipó- dromo quería que ganara Indy. Point exageraría. Pero casi. Claro, hubo apostadores, propieta- rios y profesionales que tenían razo- nes para no desearlo, pero el alma burrera es transparente. Y más de uno con intereses opuestos a los del stud Gus-May-Fer, rivales todos, lo expresó: “Si no ...
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carreras | 21

| Domingo 11 De noviembre De 2012

El último fustazo de Gonzalo Hahn, antes del festejo; Big Cazanova asoma a la izquierda; el tordillo es Equal Van, cuarto en el final

Indy Point, como todos querían Ganó por tres cuerpos el Nacional y se consagró como el mejor potrillo ● Una vez más, Big Cazanova fue su escolta Gustavo S. González LA NACIoN

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i uno dijera que todo el hipódromo quería que ganara Indy Point exageraría. Pero casi. Claro, hubo apostadores, propietarios y profesionales que tenían razones para no desearlo, pero el alma burrera es transparente. Y más de uno con intereses opuestos a los del stud Gus-May-Fer, rivales todos, lo expresó: “Si no gana el mío...” Indy Point también es transparente. Noble. En Estados Unidos lo calificarían como honest. Corre igual la milla, los dos kilómetros o los 2500 metros. Siempre en el fue-

go de la punta; ahí del primero. Raúl Ramallo, el entrenador que confió siempre, y Gonzalo Hahn, el jockey que nunca especuló con el desarrollo o el ritmo en que vinieran los punteros, mantuvieron el statu quo. Nada que cambiar. Lo mismo hizo Felipe Lovisi, el propietario, el criador que deja en manos de La Quebrada sus yeguas para que le produzcan un campeón. Para que el sueño del Nacional, que es ilusión de todos, se haga realidad. Lovisi quiso esperar hasta después del Derby las cuestiones de una posible venta. Una apuesta de riesgo, que pagó un dividendo ínfimo en el bolsillo, pero incalculable en el corazón.

Medio turf de La Plata esperó el regreso de Indy Point a la premiación. Y después hizo cola como para saludar a los novios en el atrio, antes de abrazar a los Lovisi, a Ramallo, a Hahn. Estaba Héctor Silva, presidente de la comisión de carreras del Bosque. “Ramallo fue jockey mío –con el stud Haras Los Tilos–; son todos tipos sencillos, humildes; se hacen querer”, pretende explicar su presencia. No hacía falta. Un colaborador de Pochola, Alejandro Roberti, es veterinario del hijo de Indygo Shiner: “Es un caballo muy manso y con eso hace todo”, describe. Y Humberto Benesperi, hoy colega del entrenador y antes el hombre que le confió a Ramallo las riendas de Red Point, la madre del ganador del Nacional: “Era una yegua un poco nerviosa, millera a lo sumo. Se ve que Indygo Shiner le hizo bien”. A un paso, Hernán Ceriani Cernadas, dueño de La Quebrada, confirmó la mansedumbre de su padrillo. Un monumento a Big Cazanova Después del agasajo de Palermo a los propietarios de Calidoscopio; del espectáculo que fue el Gran Premio Hipódromo de Palermo gracias al descomunal Jorge Ricardo y el aguerrido Saba Emperor; enseguida de entonarse el himno con la batuta cantora del talentoso Fernando Rodas, los potrillos largaron para pasar por el disco por primera vez.

Fotos: carlos lares

Lovisi (adelante, de camisa) y la multitudinaria celebración Si Vieras puso los colores de Calidoscopio adelante pero fue demasiada exigencia: en los 1200 metros se lesionó y Edwin Talaverano lo frenó a duras penas. Debió ser sacrificado por una fractura. Indy Point se puso cerca desde el primer codo, quedó segundo de Equal Van tras el percance del puntero y entró en la recta apenas controlado por la paciencia de Hahn, que lo soltó en los 400, para pasar al frente. Por afuera, Altair Domingos acomodó a Big Cazanova para tener el camino despejado. No descontó nada respecto del líder, es cierto, pero su condición de príncipe en el reinado de Indy Point

está fuera de discusión. Él también fue fiel a su estilo y cerró el círculo de la reivindicación que empezó a trazar con el segundo puesto en el Jockey Club, luego de la nefasta gatera de la Polla. La Polla. El triste recuerdo para todos alrededor de Indy Point. Medio cuerpo debe ser un metro y medio. Le faltó eso para ganar la Triple Corona al caballo sobre el que empieza a debatirse su condición de crack. Ramallo dice que las dos victorias siguientes taparon esa amargura. Y que espera que se quede para el Pellegrini. Igual que todo el hipódromo ayer, cuando terminó el Derby. Sin exageración. ß