Ida, la amante secreta del Duce

7 ago. 2010 - en 1880, en Trento, ciudad que enton- ces pertenecía al Imperio Austrohún- garo. Siendo una veinteañera conoció a un político socialista en ...
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En su momento, el régimen fascista pretendió hacerla pasar por loca. No lo estaba, pero era cierto que tenía una personalidad compleja. La talentosa Giovanna Mezzogiorno le da vida en Vincere, un film de Marco Bellocchio AFP

Ida, la amante secreta del Duce POR NÉSTOR TIRRI Para La Nacion - Giffoni Valle Piana, 2010

I

nfluyó en ciertas decisiones históricas de Italia (como la participación de ese país en la Primera Guerra), pero por poco tiempo. ¿Qué fue lo que determinó que esta mujer de poderoso carácter y firmeza en el actuar acabara en el ostracismo total y en el olvido? Un obsesivo y equivocado amor equivocado por un poderoso, o acaso el destino. La bautizaron Ida Irene Dalser. Nació en 1880, en Trento, ciudad que entonces pertenecía al Imperio Austrohúngaro. Siendo una veinteañera conoció a un político socialista en discordia con su partido y se enamoró de él “como una loca”. “Loca” fue precisamente el rótulo que intentaron endosarle después a Ida Dalser (ya devenida italiana: el territorio de su ciudad natal había cambiado de bandera), antes de que Rachele Mussolini la describiera en sus memorias como “una de las compañeras de Benito Mussolini”. En realidad, fue mucho más que una “compañera”, y es lo que en los últimos tiempos se está intentando rescatar, tanto a través del documental que en 2009 difundió la RAI (Il segreto di Mussolini), exhibido hace poco en Buenos Aires, como por el libro del periodista Marco Zeni, titulado con categórica firmeza La moglie di Mussolini (La esposa de Mussolini, Edizioni Effe Erre). La historia fue

22 | adn | Sábado 7 de agosto de 2010

recuperada también –y con proyección internacional– por un intenso film de Marco Bellocchio, que arrasó con ocho premios David di Donatello: Vincere. Uno de los puntos salientes de esta ambiciosa producción hay que buscarlo en la composición que Giovanna Mezzogiorno asumió al revivir a la desdichada Ida. La talentosa actriz se consagró en El último beso. Después fue galardonada por La ventana de enfrente y en Vene-

cia se alzó con la Copa Volpi a la mejor actuación por La bestia nel cuore. Giovanna logró crear, con una figura que la historiografía había esquivado o, al menos, camuflado, una criatura tan convulsionada como contradictoria, pero profundamente conmovedora. Presente en el Giffoni Film Festival para entregar un premio que lleva el nombre de su padre (Vittorio Mezzogiorno, 1941-1994, también actor), la bella Giovanna, más pequeña y tierna que el feroz personaje

Mussolini y las mujeres En un librito escrito con ironía y publicado por Sellerio, Mussolini e le donne, Gian Carlo Fusco reconstruye el itinerario sentimental y erótico del Duce, seductor implacable e imparable, aunque acelerado y un tanto displicente. Tal vez Rachele (la esposa oficial) no haya intentado competir con todas las amantes del líder, pero supo de al menos seis mujeres que absorbían la energía de su esposo. Aparte de Ida Dalser, en la lista principal figuraban Angela Curti Cucciati, sensible y angelical. También la glamorosa Romilda Ruspi y la menos notoria Cornelia Tanzi, poeta. Margherita Sarfatti fue la más importante: era una judía de origen burgués, intelectual y acti-

va en gestiones culturales. La última mujer, Claretta Petacci, ingresó trágicamente en la historia. Mussolini la había conocido en 1933 y fue fusilada (y colgada) junto a él por los partisanos en 1945. El senador del PDL Marcello Dell’Utri, amigo del actual premier, dice ser custodio de los diarios secretos de Mussolini. Segun él, “en el Palazzo Venecia, con las mujeres, Mussolini apelaba a la técnica de la música y la magia”. Barrunta que entre 1935 y 1939 Il Duce no habría tenido amantes, sino “sólo fugaces encuentros”. En el periódico romano Il Messaggero hay un comentario irónico de Mario Ajello: “Berlusconi se está revelando como mucho menos hábil que su predecesor”.

que compone, revela aristas de su trabajo. “Una historia tremenda, un calvario...”. Con esa frase, la Mezzogiorno resume el penoso periplo de una mujer aguerrida pero indefensa. “Un dato absolutamente comprobable de este personaje que tanto esfuerzo me demandó –continúa la actriz– es que el 11 de noviembre de 1915, cuando Italia ya había entrado en la guerra, Ida dio a luz un niño al que se le asignó un nombre que habla por sí solo: Benito Albino Mussolini. Y Mussolini reconoció a ese hijo, aunque años después, cuando ya era Il Duce, hizo falsificar los datos del registro civil. En diciembre de 1915, Rachele derrotó a Ida: armó el rito del matrimonio civil en un hospital cercano a Bérgamo, donde Benito había sido internado por una herida de guerra. A partir de entonces, el futuro Duce no querría saber nada de la Dalser y ella lograría verlo sólo en el hospital, inmovilizado y vigilado por Rachele. La secuencia del hospital es uno de los momentos de mayor desafío dramático para mí, porque tengo que desahogarme contra mi rival gritándole en la cara que la verdadera esposa soy yo, pero me sujetan entre varios y me alejan del lugar a la fuerza.” Pasión, historia y política

“Es un carácter difícil, intenso y, sobre todo, pleno de corporalidad, de despliegue físico –confirma la actriz, en dialo-