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el mundo
| Domingo 15 De junio De 2014
otra crisis en medio oriente | un pronóstico inquietante
Ucrania: bajan un avión con militares
El gurú de la geopolítica cree que los problemas de hoy no tienen solución a la vista por la falta de liderazgo global
Ian Bremmer. “El nuevo orden mundial es bastante desolador”
tensión. Los rebeldes se anotaron su mayor golpe en el conflicto
Texto Juan Landaburu | Foto Archivo
L
os jihadistas avanzan hacia Bagdad. En Siria, un dictador comete todo tipo de atrocidades para salir ileso de la guerra civil. Ucrania se hunde en un conflicto que amenaza a Europa. El mundo emergente va de protesta en protesta. El cambio climático no encuentra respuestas. Ian Bremmer no tiene dudas: “El orden mundial actual es bastante desolador”, dijo a la nacion el presidente de Eurasia Group, la consultora de riesgo político más importante del mundo, y gurú de la geopolítica. –¿Qué opciones tiene Occidente para combatir el avance jihadista en Irak? ¿Lo que está pasando es consecuencia de una mala estrategia norteamericana? –Desafortunadamente, Occidente se quedó con muy pocas opciones para combatir el avance jihadista en Irak; hay una severa falta de apoyo popular a cualquier intervención. Algunos de los avances de los extremistas sunnitas pueden achacarse a la política norteamericana en Irak. Instituciones que fueron destruidas e inadecuadamente reconstruidas, o simplemente no reconstruidas, así como el vacío que provocó la retirada militar norteamericana dejaron un espacio en el que los milicianos pudieron expandir sus capacidades. –La crisis de Ucrania es vista como otra Guerra Fría o el reflejo de un nuevo orden mundial. ¿Cree que es para tanto? –La crisis en Ucrania constituye probablemente la situación geopo-
lítica más peligrosa que hemos atravesado desde el 11 de Septiembre, pero decir que se trata de un nuevo orden mundial o incluso una Segunda Guerra Fría es una absoluta exageración. Así que la buena noticia es que no nos encaminamos a una Segunda Guerra Fría. La mala es que el orden mundial actual es bastante desolador. Es lo que yo llamo un mundo “G-0” (“Grupo de los Cero”), o sea un mundo en el que ningún país o grupo de países quiere o puede asumir un liderazgo global y marcar la agenda internacional. En este escenario, los conflictos como el de Ucrania o Siria arderán con más fuerza, frecuencia y duración. –¿Cree que la de Obama es la estrategia adecuada para que Estados Unidos revierta el declive de su liderazgo? –La política exterior, lisa y llanamente, no es su prioridad. En parte, eso se debe a que la opinión pública norteamericana está harta de involucrarse en problemas extranjeros. Su discurso no resuelve ni envía una respuesta clara a la pregunta fundamental que se hacen los aliados –y enemigos– de los norteamericanos: ¿qué representa y que defiende Estados Unidos? Responder a esa pregunta implicaría un compromiso y un accionar, y eso es lo que Estados Unidos no se puede permitir debido a impedimentos que no desaparecen: obstáculos en la política interna, una estructura internacional más dura y un equipo de política exterior más débil en este mandato.
–¿Por qué cree que un mundo G-0 es peor que uno con potencias líderes? –Hay desafíos que necesitan apoyo de un grupo suficiente de superpotencias para enfrentarlos. Sin un liderazgo mundial coordinado es imposible resolver desafíos como el cambio climático, los Estados díscolos, la proliferación nuclear, o crisis como las de Siria o Ucrania. –¿China puede llenar ese vacío? –No, China no está en condiciones por el momento. No tiene capacidad para hacerlo. Es sólo una superpotencia económica que carece de todos los otros ingredientes necesarios, como ser la habilidad diplomática y militar, así como de “poder blando”. Incluso en lo económico, a pesar de su crecimiento, su ingreso per cápita sigue muy retrasado. Tampoco quieren ocupar ese espacio de poder, ya que están demasiado ocupados en mantener el crecimiento en su propio país. –Brasil, Turquía y otros países emergentes han sido escenario de masivas protestas. ¿Qué tienen en común esas protestas? –Después de 10 años de boom de crecimiento, esos países tienen ahora una clase media más amplia y sólida,
y gobernantes de larga data. Esas clases medias ya no se conforman con un éxito económico básico, sino que tienen demandas más sofisticadas, como el cuidado medioambiental, la corrupción y la responsabilidad de gobierno. Y ahora que el crecimiento comenzó a desacelerarse, los gobiernos tienen menos capacidad de cumplir con las expectativas. –El Papa demuestra mucho interés por la paz entre árabes e israelíes. ¿Puede conducir con éxito un proceso que destrabe las conversaciones? –Francisco es, de alguna manera, una mejor opción que la mediación de Estados Unidos. Sería visto como un mediador más honesto e imparcial por ambas partes. Pero esas conversaciones seguirían chocando con los mismos obstáculos insalvables: simplemente no existe suficiente consenso entre los líderes para que se llegue a buen puerto. –¿Considera que es un líder político o un líder espiritual? –Francisco demostró cierto liderazgo político, y está al frente de una institución con poder e influencia. Las enseñanzas y prioridades de esa institución pueden impulsar el diálogo en muchos países, a ve-
ces para bien y otras para mal. Yo diría que fue una de las sorpresas más positivas en el escenario del liderazgo internacional. –Me gustaría saber cuál es su opinión sobre la Argentina. ¿Por qué fallamos repetidas veces? –La Argentina es un gran país para vivir, la calidad de vida es excepcional, y uno se siente alejado de los problemas del mundo. Eso contribuye a una sensación de falta de urgencia en la resolución de graves desafíos. Los problemas de la Argentina son mayormente políticos. La debilidad institucional acorta el horizonte temporal de los políticos y facilita bruscos cambios en las políticas, lo que dificulta la consecución de un desarrollo sustentable. La amplia clase media hace que la demanda de gasto [y el populismo] sea elevada. Los recursos naturales y un sector privado habilidoso hacen que el país pueda recuperarse fácilmente de sus crisis, algo que limita los deseos de cambios estructurales que harían que la crisis no se desatara en primer lugar. Las cosas probablemente mejorarán en 2015, y eso podría ayudar a estabilizar la economía, pero el deseo de ajustes y reformas de fondo sigue siendo muy bajo.ß
KIEV.– Las milicias rebeldes le hicieron vivir ayer su jornada más negra al gobierno de Ucrania desde el estallido de la crisis separatista, en febrero, al derribar un avión militar con 49 personas a bordo y subir así la tensión en las dos regiones del Este que pretenden cambiar de bandera y pasarse a la soberanía rusa. Un vocero de los rebeldes en Lugansk, un bastión separatista de 500.000 habitantes cerca de la frontera con Rusia, reivindicó el ataque producido en la zona del aeropuerto cuando la nave de transporte militar IL-76 del ejército, que trasladaba tropas de relevo, estaba a punto de aterrizar en el aeropuerto de la ciudad. Las imágenes de una cámara de vigilancia del aeropuerto muestran un destello en el cielo en el momento en que el avión es alcanzado con al menos un proyectil de bazooka, a 700 metros de altura. Treinta segundos después el avión se estrelló contra la pista al intentar tocar tierra en una inútil maniobra de emergencia. El flamante presidente Petro Poroshenko, que se fijó como prioridad mantener el país en una pieza frente a la sublevación en las regiones de habla rusa, amenazó con represalias. El ataque “es un acto terrorista cínico, que tiene que ser castigado a toda costa; […] los autores recibirán la respuesta adecuada”, afirmó. Hasta ahora no es mucho lo conseguido por las tropas leales al gobierno. Las regiones de Donetsk y Lugansk siguen su curso de separación de Ucrania a fuerza de armamentos que, según denuncian Kiev y los gobiernos occidentales, ingresan desde Rusia. El Kremlin es acusado de agitar el conflicto como parte de una política de expansión territorial.ß Agencias AFP, EFE y DPA