HUMBERTO MATURANA ENTREVISTA DIARIO LA SEGUNDA
Humberto Maturana R. Profesor emérito de la universidad de Chile y Co-‐fundador de Matríztica con la profesora Ximena Dávila (www. matríztica.cl) ¿Cómo explicar lo que está viviendo Chile hoy?
Pienso que no es nada raro lo que pasa hoy. Se revela simplemente un aspecto de nuestra historia, de uso y a veces de mal uso de las relaciones humanas para obtener ciertos resultados particulares, que van acompañadas de cierta malicia, deshonestidad y eso es antiguo: eso proviene de la colonia, ya en la historia colonial pasaba eso.
¿Es un problema, entonces, que nunca hemos podido resolver? Nunca lo hemos visto como problema. Siempre hablamos de que Chile no era un país corrupto y en cierta manera hemos crecido pensando que esos temas no son los centrales entre nosotros. Cuando ha habido situaciones las hemos visto como puntuales. Lo que pasa es que ahora se ha visto una trama mucho más grande que afecta muchas situaciones de la convivencia económica, política, social, etc.
Carlos Peña decía que lo que está pasando son los costos del proyecto de desarrollo capitalista que se instaló en Chile, no que fuera una crisis en sí misma.
Esto lo miramos como crisis y eso es bueno, porque quiere decir que la situación no nos gusta. Pero esto son prácticas que vienen desde la colonia. En Chile había esclavitud, había comercio con esclavos y como estaba prohibido por el rey de España, se ocultaba y se procuraba tener el apoyo de los emisarios españoles para que no contaran que esto pasaba. Eso era una manipulación política económica y política a la vez. No hemos cambiado en ese sentido, porque no lo hemos visto como algo indeseable, era parte de la cultura. Ahora lo interesante es que lo vemos como algo indeseable, por eso hablamos de una crisis.
Entonces no es una crisis.
La crisis no es que ocurra lo que esta ocurriendo, lo potente es que hoy nos damos cuenta y que no nos gusta lo que esta pasando porque tiene que ver con nuestras cegueras ante lo que hacemos: ver algo que pasaba y que ha estado pasando por mucho tiempo y que no veíamos u ocultábamos, pero de pronto lo vemos y no nos gusta. Y eso es maravilloso, ya que es una gran oportunidad para orientarnos de manera diferente. Yo encuentro magnífico lo que está ocurriendo, es nuestra oportunidad de volvernos respetuosos de nosotros mismos. Y entender que esta crisis ética-‐moral no es producto de un error, es producto de un fraude sistémico lo que la hace mas grave aún. Con esto estoy diciendo que afecta a todo el universo de los habitantes de nuestro país.
¿Y qué cambió en nosotros para que ahora veamos esto como indeseable? No ha cambiado nuestra condición de ser seres socialmente éticos como seres humanos. Lo que ha cambiado son los mecanismos de detección de los fraudes. Ha cambiado la tecnología de descubrimiento de los fraudes y no solamente en Chile sino que en todo el mundo. Entonces ahora lo vemos y nos parece una crisis, nos parece una cosa terrible. Que esto se vea, aunque a uno no le guste, es una gran oportunidad para salir de esta situación, para cambiar el curso de nuestras relaciones, para cambiar el curso de cómo hacemos la política.
¿Y cómo aprovechamos esa oportunidad?
Creo que hay varias cosas que hacer, por ejemplo yo no hablaría más de Gobierno y oposición. Hablaría del Gobierno y de la colaboración. Pero la colaboración requiere de honestidad. La colaboración abre espacios para la reflexión, para mirar cómo estamos haciendo las cosas, se abre un mundo distinto. Pero es un cambio de actitud. Y por otro lado es central que no haya impunidad, que haya una sanción legitima de acuerdo a la ley. Y esto corre también al interior de la familia que los niños y niñas desde pequeños sean concientes que sus actos tienen consecuencias.
Pero en muchos el ánimo no es precisamente de conversar, es el de denunciar, protestar o irse a paro como el Colegio de Profesores, el ánimo es más bien imponer.
No está habiendo, tal vez, el ánimo de conversar porque se está en una posición de oposición donde hay que criticar. Si queremos que la corrupción, por ejemplo se termine, hay que preguntarse cómo desaparece. Y eso se hace con honestidad, conversación y colaboración. Las ganas de conversar aparecen cuando hay mutuo respeto por lo tanto mucho escuchar reciproco.
Esto se contrapone mucho con aquellos que dicen, por ejemplo, que la Presidenta Bachelet debe entregar ‘señales de autoridad’ y no hacer concesiones.
Creo que ellos no tienen confianza en que se pueda conversar. No tienen confianza ni respeto por los otros. El respeto implica que yo acepto la legitimidad de otro y que estoy dispuesto a conversar con él o ella para que resolvamos las diferencias de una manera que resulte adecuada para todos los involucrados. Y eso no implica hacer concesiones, sino que buscar un modo de operar que sea de colaboración. Cuando los jóvenes, los estudiantes, los profesores, los trabajadores llegan a la huelga, ¿qué nos muestra eso? La huelga es una exigencia, una acción de fuerza que dice ‘no me escuchan’.
Pero en este Chile parece que es más difícil llegar a acuerdos
Si quiero que ese acuerdo consista en que el otro ceda y acepte lo que yo digo, entonces no hay acuerdo. Llegar a acuerdos implica ser honestos en la conversación y explicar desde donde pedimos lo que pedimos y desde donde que se da lo que se da.
Usted habla de ser honestos, pero uno piensa que la elite no está siendo muy honesta, basta con revisar los casos Penta o SQM.
Pero al mismo tiempo nos damos cuenta de que no queremos eso, ¿o estoy profundamente equivocado?, ¿todos queremos seguir haciendo lo mismo sin que se note? No creo eso. Todo el grito y el escándalo tiene que ver con que eso no está bien. Y si eso no está bien significa que no lo queremos hacer, entonces hay que hacer que eso no pase, tenemos que cambiar nuestros compromisos de convivencia.
Hay un clima de abierta desconfianza de parte de la ciudadanía hacia el Gobierno, la política y las instituciones, en general, ¿qué es lo que pasa ahí?
Creo que hay un desencanto de darse cuenta de que esto, las irregularidades, ocurren. Si esto nos escandaliza es una cosa maravillosa porque te dice que no queremos vivir así y si no queremos vivir así, está es la gran oportunidad para cambiar las cosas.
¿Cómo ha visto a la Presidenta?
Ella tiene dificultades como todos los presidentes porque en vez de encontrarse con colaboración se encuentra con oposición. Porque resulta que los que se oponen o critican no son libres de las mismas críticas que se le hacen a ellos y a los Gobiernos, entonces quiere decir que tenemos que hacer otra cosa, no centrarnos en una crítica continua y descalificadora. Detengámonos a reflexionar y conversar sobre distintos temas, ver cómo lo hacemos, en conjunto, para que esto funcione mejor.
¿Y en este escenario de desconfianza a quien recurrimos? ¿Qué institución nos puede ayudar a recuperar esas confianzas?
A nosotros mismos. Si le voy a pedir a la autoridad religiosa, política, o económica que venga a resolver los problemas, no voy a participar en la generación de una convivencia, porque no me voy a comprometer. Y la autoridad no resuelve problemas, los problemas se resuelven en las conversaciones porque tienen que ver con las emociones, no tienen que ver con la razón, no tienen que ver con la obediencia, tienen que ver con la colaboración.
Visto de otras forma, ¿quién no está en crisis?
Creo que todos estamos en crisis, en la medida en que no nos gusta lo que está pasando. Pero no está en crisis el que diga que no le gusta algo, pero acusa a otros de ser culpables y no se mira a si mismo/a.
¿Usted tiene confianza?
O sea, yo tengo confianza si nos detenemos a conversar en el mutuo respeto y no tenemos que resolver los problemas en dos minutos, todo lo que esta ocurriendo es parte de un proceso de reflexión social no se soluciona de la noche a la mañana. En ese encuentro necesariamente nos vamos a tener que respetar y si no, vamos a tener que dividir el país en dos o en tres pedazos.
En una entrevista que dio el año pasado, usted señalaba que antes de la educación gratuita, había que preocuparse de los profesores, que hoy ya llevan más de un mes en paro. Uno de los puntos en conflicto es la llamada ‘evaluación docente’. ¿Para usted se deberían evaluar?
Depende de lo que uno quiera con la evaluación Por ejemplo si hoy le tomo un examen de matemáticas a un niño y no sabe o se equivoca, ¿qué me dice eso a mí?, ¿que está mal?, ¿que los profesores no hemos operado bien?, ¿o que esta es una oportunidad para preguntarnos cómo lo hacemos para que este niño o niña recupere el tiempo perdido? Cambiemos nuestra actitud de enseñanza, cambiemos la mirada que tenemos sobre nosotros mismos. Que el niño o niña fracase en una prueba es revelador de algo, y eso es lo interesante. La prueba no es reveladora de que el niño no tenga inteligencia, algo ha pasado en el proceso escolar que hace que ese niño se ha quedado atrasado. Entonces, en vez de que la prueba sea una ocasión de clasificar en bueno y malo, yo la considero una oportunidad para darnos cuenta de lo que estamos haciendo mal. Y también comprender que cometemos errores y que es un hecho biologico que eso pase. Muchas veces castigamos a los niños o niñas por los errores que cometen en las pruebas, en los juegos, en la sala de clase o en la familia y los castigamos sin ver ni entender que los errores son oportunidades para la reflexión y el aprender. Mientras mas se castigamos los errores mas invitamos a la trampa y a la mentira. ¿Qué se quiere con la evaluación docente? Si es en el sentido de ayudar a los profesores a mejorar o a actualizar su labor de maestro o maestra y a actualizar su quehacer entregándole herramientas, ayudándonos a darnos cuenta de sus dificultades, está bien.
Uno de los temas que más le interesan a usted es la economía. ¿En ese escenario es posible tener acuerdos con los niveles de desigualdad que hay?
Si nos detenemos a conversar seriamente en los distintos ambitos de haceres del país y nos damos cuenta que hay diferencias de situaciones economicas que son obviamente no equitativas, incluso no éticas, entonces quiere decir que unos y otros u otras, para llegar a un acuerdo, tienen que querer encontrarse a conversar con el mismo corazón, con la misma voluntad, con el mismo deseo de recuperar la equidad y la convivencia social-‐ética.
Pero hoy el debate que gira en torno a la reforma laboral, según los empresarios, es que es mala porque afectará el empleo, la inversión y el crecimiento.
Tengo primero que decir que no he estudiado a cabalidad la reforma laboral propuesta. Pero todos podemos damos cuenta de que afirmar eso de manera tan tajante es una excusa para oponerse porque que en el fondo no es necesariamente cierto que eso lo que va a ocurrir porque los efectos de toda reforma laboral dependen de lo que se quiere lograr y de la voluntad que se tiene para hacerlo en un acuerdo colaborativo: si se propone algo equitativo y socialmente ético, ¿tenemos la voluntad de conversar para lograr un acuerdo laboral sin violar ese propósito?
Eso se contrapone con cierto discurso que hay y que dice que si se gana dinero lícitamente, no hay por qué preocuparse.
Lícitamente quiere decir de acuerdo a las leyes, pero las leyes pueden ser no éticas o no equitativas. Si en vez de gastarme una cierta cantidad de dinero en algo que quiero para mí contribuyo en algo que pueda ser de utilidad para la comunidad, y no hablo de una donación, que está bonita para un rato, pero los problemas de la convivencia no se resuelven con donaciones, se resuelvan con cambios de conductas que cambie la psiquis relacional que lleva a la conciencia ética-‐social, o sea a una transformación cultural. Si yo gano mucho dinero, ese dinero no viene de la nada, viene de la comunidad que sostiene mi riqueza, de modo que en sentido estricto yo tengo una gran deuda. Mientras más rico, más grande es mi deuda y mi necesidad de reconocer que no existo sin la comunidad que hace posible mi riqueza.
¿Falta un acerbo ético o moral entre los que más tienen?
No quiero clasificar a estos o aquellos como inmorales o no éticos. Pero todos sabemos cuando estamos siendo no éticos. Todos sabemos que tenemos distintas habilidades y podemos ganar de manera distinta, pero todos sabemos que eso en algún punto podría dejar de ser equitativo.
¿Le gusta el modelo económico?
Es que depende. Incluso Friedmann decía: ‘para que haya libre mercado tiene que haber igualdad de oportunidades’. Si hay inequidad no hay libre mercado, porque el que tiene menos está todo el tiempo arriesgando su vida, porque si no acepto un determinado salario me muero de hambre. Si tenemos mutuo respeto, y tenemos relaciones, no de igualdad ya que tenemos diferencias, pero que no sean de discrepancias gigantescas, hay libre mercado. Para nosotros en Matriztica el tema central de la economía del país no debe ser la búsqueda del crecimiento continuo sino que el de la transformación de la actividad económica como una dinámica sistémica en torno a la conservación del bien-‐estar social en equidad y ética desde la armonía ecológica en una población estable. El crecimiento lineal continuo siempre lleva al desastre ecológico, que en nuestro vivir humano es ético-‐ social.
Marco Enríquez dice que somos la Corea del Norte del capitalismo.
No estoy de acuerdo con esa afirmación. Lo si pienso que si hay inequidad, quiere decir que no hay mutuo respeto y no podemos hablar de libre mercado.
Hace dos semanas Arturo Vidal chocó ebrio en su auto y cuando lo iban a tomar detenido amenazó a Carabineros, pero fue ovacionado por 50 mil personas en el partido siguiente que tuvo que jugar y pareciera que a nadie le importara que haya actuado mal.
Esas personas aplaudieron al gran jugador no a lo que hizo. Desde luego pienso que la conducta de Arturo Vidal fue inadecuada con respecto a carabineros y torpe y tonta en relación consigo mismo ya que bebió demasiado. Entonces, tiene que vivir las consecuencias de haberse conducido de manera inadecuada, violando elementos fundamentales de la convivencia que él tenía con el país y con su equipo. Y felicitar al carabinero que hizo bien su trabajo.
Pero se mostró arrepentido e incluso lloró. El arrepentimiento está bien pero resulta que las cosas que hizo fueron inadecuadas. ¿Tenemos que esperar otro campeonato para ver que ese arrepentimiento era válido? Uno tiene que vivir las consecuencias de sus actos aunque se arrepienta de haber actuado mal. Y una persona como Arturo Vidal por ser el gran jugador que es, se transforma en un ejemplo para muchos jovenes por lo tanto la fama no es solo éxito economico, como jugador tiene que tener presente también su responsabilidad social.