Jueves, 29 de noviembre de 2001 AÑO XIII. NUMERO 4.382.
Henning Mankell defiende la capacidad crítica y política de la novela de intriga El escritor sueco publica en España «La falsa pista» y cierra su «ciclo Wallander» ANTONIO LUCAS
MADRID. Henning Mankell (Estocolmo, 1948) mantiene una extraña calma al hablar que, en ocasiones, semeja pereza y en otras, escepticismo. Depende de la intensidad de su respuesta. Algunas obras suyas como La quinta mujer y Asesinos sin rostro le han situado en ese peldaño que ocupan ciertos escritores de culto, quizá porque ha sabido hurgar en el estereotipado género de la novela negra con una mirada más incisiva, como un vendaval de aire nuevo. Y lo confirma con su nueva novela publicada en España, La falsa pista (Tusquets), y con la que espera superar los más de 70.000 ejemplares que lleva vendidos de su anterior entrega. Para ello cuenta con su personaje fetiche, el detective Kurt Wallander, que ha protagonizado su saga de novelas. Mankell habla poco y despacio, quizá porque prefiere dejar correr a sus criaturas y seguir en ese estado de agitación disimulada que tanto le complace. «Es que lo que me interesa es dejar una puerta abierta para la reflexión de nuestro momento», explica Mankell, cuya obra ha sido traducida a 23 idiomas. Será porque en Wallender hay más sustancia de antihéroe que de sabueso enterado. Es decir, un afán de análisis sobre el Mal, una necesidad de crítica universal, de arrojar luz sobre la podredumbre de ciertos rincones de la sociedad. En este caso, en La falsa pista, Hanning Menkell ha empujado a su peculiar detective tan a contraluz de los modelos habituales hasta las inquietantes esferas de la política, hallando por el camino suicidios a lo bonzo y otros cadáveres, por ejemplo un ex ministro de Justicia, que ilustran la creciente lista de fiambres de un asesino en serie. Y resolver esta madeja de crímenes conectados no será la única intención de Wallender. En él se proyecta también el afán de denuncia y de desenmascarar falsas convenciones sociales. «Intento que en todas mis novelas haya un subtexto en el que quede algo más que la superficie de la intriga. Es lo que ofrece la novela negra, la capacidad de proponer una denuncia a nuestro mundo, dejar un mensaje». El racismo, las desigualdades, la explotación y el resurgir de la extrema derecha están en las novelas de Mankell como una preocupación prioritaria. «En este caso, he
querido advertir sobre ese mundo de monstruos que estamos dejando como herencia a nuestros hijos.Es espeluznante», afirma. Este es el mensaje de La falsa pista, ésa es la insatisfacción que inyecta en el lector. «Esa es mi veta política», explica el autor sueco. «Desde la novela de intriga se puede tomar conciencia, proyectarla y mantener esa dosis de compromiso necesaria para mantener el entusiasmo». Africa en los costados Una de las pasiones de Henning Mankell, además de las novelas aparentemente de intriga, es el teatro. A ello dedica unos seis meses al año, ese mismo periodo en el que reside en Mozambique y dirige el Teatro Nacional. Allí el tiempo fluye de otra manera, y Kurt Wallander tiene tiempo para ver cómo su creador pergeña nuevas misiones en las que siempre habrá un motor moral, una cañería íntima por la que viajan las muchas insatisfacciones del escritor. Africa o el paraíso. Este podría ser uno de los lemas de Mankell.«Es curioso. Para nosotros la gran amenaza era aquel continente.Sin embargo, desde lo del 11-S, nos hemos dado cuenta de que el peligro reside aquí mismo, en Occidente. La tragedia que ha provocado el terrorismo es ciertamente dolorosa, pero no creo que pillara a nadie de sorpresa. Y, por otro lado, no creo que la solución sea la de bombardear un país por sí desertizado». Estas ideas forman parte de esa insobornable actitud crítica del autor sueco, que aunque ha cerrado ¿definitivamente? su ciclo Wallander, no se siente en absoluto huérfano. Todavía queda mucho por lo que escribir. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Henning Mankell NOTAS BIOGRÁFICAS Henning Mankell nació en Estocolmo en 1948. Ha trabajado como actor y director teatral, tanto en su país de origen como en Mozambique, donde en la actualidad dirige el Teatro Avenida de Maputo. Es autor de numerosas obras de ficción, pero la fama mundial le llegó con la serie protagonizada por el inspector Wallander: nueve novelas traducidas a veintitrés idiomas, con cifras de ventas millonarias y que Tusquets Editores publicará en su totalidad. Hasta la fecha han aparecido en nuestro catálogo los siguientes títulos: La quinta mujer, Asesinos sin rostro, La falsa pista, Los perros de Riga y La leona blanca (Andanzas 408, 431, 456, 493 y 507). A éstos hay que añadir Comedia infantil, un emotivo relato sobre los «niños de la calle» africanos. Títulos del autor en Tusquets: • • • •
Asesinos sin rostro Comedia infantil La falsa pista El hombre sonriente
• • •
La leona blanca Los perros de Riga La quinta mujer
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Lunes, 12 de Marzo de 2001
ASESINOS SIN ROSTRO Autor: HENNING MANKELL Editorial: TUSQUETS Páginas: 304 ISBN: 8483101599
Wallander se busca a sí mismo FERNANDO BAETA Un macabro doble asesinato. Un inspector que no atraviesa su mejor momento personal. Un país que vive momentáneamente convulsionado por el problema de la inmigración. Unos personajes que no son lo que parecen. Unos asesinos que no tienen identidad. Y frío, mucho frío. Henning Mankell llegó a España el pasado año de la mano de 'La quinta mujer', su última obra, y ahora vuelve con Asesinos sin rostro, la presentación en sociedad del inspector Kurt Wallander y la novela que le sacó del anonimato. Ya en su primer trabajo dejaba entrever que no iba a estar de paso en el mundo de la literatura, que llegaba para quedarse. 'Asesinos sin rostro' es una obra redonda. Una matrimonio de ancianos es cruelmente asesinado por unos desconocidos. "Extranjero", es la última palabra que dice la mujer antes de expirar. Así arranca la historia. Kurt Wallander, el antihéroe, un policía que ya tiene un lugar entre los grandes investigadores que ha dado la literatura, empieza su trabajo entre un país –Suecia– que vive presa de demasiados prejuicios raciales ante la oleada de inmigrantes que llegan al país, y una existencia –la suya propia– envuelta en demasiados problemas como para que no se mezcle, confunda y distraiga con la investigación de las dos muertes. Muy pronto Wallander averigua que el muerto no es lo que parece y que sus hijos desconocen partes fundamentales de la biografía de su padre. Además, empiezan a arder casas de inmigrantes y a matar al primer extranjero que pase por delante de la escopeta de alguien que tiene demasiadas ganas de disparar. Pero el inspector también tiene lo suyo: una esposa que le abandonó, una hija que parece no querer saber nada de él, un padre que está al borde de la demencia senil, un tipo que no para de llamarle por la noche para decir que se le está acabando el tiempo, una soledad que le empieza a
pesar como una losa y una mirada que día a día se le pierde más y más en el infinito, quizás porque nunca hasta entonces había tenido la necesidad de buscarse a sí mismo. Es esta una novela que va más allá de los policías y los ladrones; donde los asesinos, en sí, no son importantes; donde lo esencial hay que buscarlo en el caldo de cultivo donde han ido alimentándose estos asesinos, lo que Sciascia denominaba el contexto: el de Kurt Wallander y el de su país. Al policía cada vez le gusta menos su vida pero menos aún la que está empezando a vislumbrar en muchos de sus compatriotas, donde la llama de la xenofobia y el racismo parece haber encontrado un pequeño y peligroso reducto. --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------