grandeza asiática

Ph: Changi Airport, Sky Bar y Marina Bay Sands. Desde las torres más altas del mundo y sus imperdibles vistas hasta los mejores y más grandes aeropuertos.
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Txt: Lucrecia Magnanini Ph: Changi Airport, Sky Bar y Marina Bay Sands

GRA ND E Z A A S I Á TI CA Experiencias tan ordinarias como hacer el trasbordo en un aeropuerto o tomar un trago en la terraza de un bar pueden superar los límites de lo imaginable en la inmensidad de este continente.

Desde las torres más altas del mundo y sus imperdibles vistas hasta los mejores y más grandes aeropuertos. Restaurantes gigantes donde los camareros cuelgan de arneses para lograr saciar miles de bocas y shoppings con pistas de sky en su interior. El continente asiático sorprende día a día con un nuevo récord. Estas dimensiones estrambóticas rompen marcas año a año y no están exentas de lujo. ¿Será que en el continente más extenso y poblado de la tierra ya no sólo se crece a lo ancho sino que también a lo alto? A continuación, te contamos qué pasa cuando uno se pierde dentro del aeropuerto de Singapur y qué tan lejos se puede llegar en las mejores terrazas de Bangkok o en la ‘infinity pool’ de Singapur.

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Las vacaciones empiezan en el aeropuerto El Changi Airport es reconocido internacionalmente por ser el aeropuerto más grande y por garantizar la mejor experiencia. Dentro de él, todo está montando como para que el pasajero no tenga la necesidad de salir o pensar en vacaciones; incluso están los que van a pasear por el aeropuerto sin necesidad de volar. Un micro-mundo se montó dentro de este aeropuerto que fue galardonado durante 27 años consecutivos como el mejor, y nuevamente obtuvo ese reconocimiento en el 2015. Desde un cuarto piso puede arrojarse el pasajero por un tobogán hasta llegar a la planta principal. En dos segundos se pueden recorrer los 12 metros de tobogán y agregarle adrenalina al momento pre-embarque, sobre todo si se está corto de tiempo o a punto de perder el avión.

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En este universo del no-lugar, del anonimato circunstancial y de relaciones artificiales, el aeropuerto de Singapur intenta personalizar el momento de paso. Para aminorar la espera hay pantallas de cine y consolas de video juego. El Wifi está garantizado por demás. Los que buscan descansar y recuperarse para el vuelo de conexión lo pueden hacer en reposeras especialmente diseñadas para la ocasión en el ‘lounge’ de la siesta. Allí la oferta de masajes es inagotable y también hay maquinas masajeadoras de pies sin coste alguno. Y si de llegar fresco e impecable al destino se trata, un corte de pelo o un tratamiento de manos y pies se ofrecen aquí adentro. La alternativa para los más inquietos y necesitados de estirar las piernas es el gimnasio o por qué no, relajarse en el jacuzzi del aeropuerto. ¿En qué planeta aterrizamos? Hay quienes se ilusionan mirando los aviones despegar, ¿pero quién se

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imaginó alguna vez hacerlo desde la pileta del techo del aeropuerto? En el Changi Airport es posible hacerlo. Además, cada una de las tres terminales cuenta con jardines temáticos: en la terminal 1, diseñada bajo el concepto de ‘tropical city’, se encuentra el jardín de Cactus. En la segunda terminal, caracterizada por su luminosidad al ser toda de vidrio, está el jardín encantado y de orquídeas, y en la tercera terminal se puede descubrir un jardín de mariposas, único en el mundo. Trasladarse de una terminal a la otra implica caminatas de mínimo 20 minutos, más lo que demore uno en orientarse. Por ese motivo no sorprende toparse con la sonrisa de una agente del aeropuerto dispuesta a asesorar al viajero desbordado de impresiones. Incluso se puede tomar un carrito eléctrico de una punta a la otra.

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Tampoco es casual que el vuelo más caro del mundo sea de la aerolínea Singapur Airlines, donde un vuelo de Singapur a Nueva York puede costar 23.000 dólares en la suite de lujo. Y es que aquí los asientos son de cuero cosido a mano y se convierten en cama doble. Dentro de los tres metros de cabina, al viajero VIP se le ofrece champagne Pérignon y caviar a 36 mil metros de altura, pijama y perfume de marcas renombradas, además de platos de cocina gourmet. Detrás de todo este escenario se esconde también la escuela de azafatas más exigente de todas. Allí se les evalúa desde el grosor del rodete que recoge su pelo (debe tener un diámetro entre 5 y 7 centímetros de ancho) y hasta la combinación del color de rouge con el esmalte de uñas. Entalladas en trajes hechos a medida por el propio diseñador Balmain, la cortesía y simpatía extrema son un ‘must’ que se practica durante meses de la manera más rigurosa. Rascando el cielo Si de contemplar la ciudad desde las alturas se trata, merece la pena echar un vistazo a los bares con las terrazas más altas en Bangkok y a la pileta más larga del mundo en Singapur. Los bares erguidos bien por arriba del suelo son la última tendencia en Bangkok, donde la oferta de vistas panorámicas y 360° desde lo más alto es inagotable. El clima es sin lugar a dudas, el motivo de esta tendencia, al contar con una mitad de año con buen tiempo y una temporada corta de lluvias que tampoco impide disfrutar de los mejor atardeceres. “Una isla en el cielo” reza el lema del Sky bar en la Lebua State Tower, con vistas increíbles desde el piso número 63 en el centro de Bangkok. Cada 90 segundos, el edificio en su estilo posmoderno pasa del color turquesa esmeralda a tonos azules profundos y finalmente, al lila intenso. Esta terraza se hizo incluso más famosa al ser escenario de la película Hangover II y es ideal para tomar un ‘cocktail’ viendo el atardecer sobre el río.

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Por supuesto, la oferta coctelera guarda sintonía con el ambiente exclusivo del lugar y acompaña con una sofisticada carta de autor. El juego de luces teatrales y la presentación de los tragos transportan a los invitados a escenas de película. Alcanzar las nubes también es posible sobre el piso número 61 del hotel Banyan Tree Bangkok, donde se encuentra el espectacular bar Vertigo. Un rincón perfecto para cenar o degustar un trago entre rascacielos y lucecitas eternas. Un poco más abajo, en el piso 29 de otro edificio -pero no exento de una ubicación privilegiada- está el bar del hotel Sofitel. Desde su sofisticada terraza se puede contemplar la inmensidad del parque de Lumpini y a la vez, una perspectiva única del paisaje urbano. Pero Asia no sólo cuenta con uno de los aeropuertos más grandes del mundo y los bares más altos, sino que también aloja a la pileta infinita. A 200 metros de altura y en el piso 57 del hotel Marina Bay Sands, se puede nadar en la pileta más larga construida sobre las alturas. Los huéspedes del hotel son los únicos que pueden acceder a la ‘infinity pool’ sostenida por nada más y nada menos que tres rascacielos y con vistas a la metrópoli de Singapur. Estos escenarios no aptos para acrofóbicos dan una idea de qué tan lejos puede llegar el lujo y la inmensidad, en un mundo sediento de experiencias diferentes.

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