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SOCIEDAD
I
Sábado 25 de febrero de 2012
La tragedia de Once | El único desaparecido fue encontrado en el interior del tren
Furia tras el hallazgo del cuerpo de Lucas Continuación de la Pág. 1, Col. 1 Rey, llegó a la estación Once a las 17.58. Minutos después, la Policía Federal fue hasta el andén donde estaba la formación 3772 de TBA para comenzar una nueva búsqueda más intensa y descubrió el cadáver del joven. El hallazgo del cuerpo de Lucas se precipitó después de que su padre, Paolo Menghini, revisó junto a los investigadores las imágenes obtenidas por las cámaras de seguridad instaladas en la estación San Antonio de Padua, donde el joven se subió a la formación. “Las filmaciones mostraron que un joven de características similares a las de Lucas se subió al tren en el cuarto vagón. Tenía la vestimenta y una mochila similares a las del muchacho desaparecido”, explicó a LA NACION una fuente de la investigación. El mismo informante sostuvo que Menghini Rey subió al tren por la ventana de la cabina de mando del vagón. “Se sentó en el banco del motorista del cuarto vagón”, afirmó el vocero con acceso al expediente. Si bien aún falta el resultado de la autopsia que determinará cuándo se produjo el fallecimiento, se supone que Lucas murió en el momento que el tren chocó contra el paragolpes hidráulico al llegar a la estación Once. “Cuando se produjo el choque, el cuarto vagón quedó sellado con el tercero”, dijo una fuente del caso. Apenas pudieron separar algunos hierros, los bomberos de la Policía Federal que trabajaron ayer entre el tercero y cuarto vagón encontraron una mochila. Era la primera pista de que el cuerpo aprisionado era el de Menghini Rey. La certeza llegó cuando encontraron en su interior los documentos del joven. En ese momento, la familia de Lucas aún intentaba mantener las esperanzas. Deseaban que el cuerpo hallado no fuera el de Lucas. Eran casi las 19 y, en la estación Once, la tensión ya era evidente. Una fuente oficial descartó que la demora en hallar el cuerpo de Lucas se hubiera debido a una falla en el operativo de rescate, a cargo de los bomberos (ver aparte). “Era imposible darse cuenta. El cuerpo estaba aprisionado entre hierros”, explicó la fuente consultada y agregó: “Si hubo un error o negligencia, será el juez Bonadio el que deberá definirlo, pero el mismo magistrado estuvo en el lugar [por anteayer] y tampoco advirtió lo sucedido”. Anoche, el Ministerio de Seguridad de la Nación difundió un comunicado para brindar detalles sobre cómo se encontró el cadáver. Se explicó que “siguiendo instrucciones de la ministra Nilda Garré para contribuir a dar con el paradero del joven desaparecido durante el accidente ferroviario, el jefe de la División Cuartel IV Recoleta, comisario Raúl Abuin, dio con indicios de que entre los restos de la cabina del motorista del cuarto vagón podría haber un cuerpo”. Según supo LA NACION de fuentes de la investigación, los “indicios” del comisario Abuin fueron los fuertes olores que había en el andén. “Se identificó que el cuerpo de Menghini Rey se encontraba dentro de la cabina de conducción del motorman del cuarto vagón, lugar vedado a los pasajeros, que se hallaba en desuso y sin comunicación con el interior del mismo por hallarse las puertas clausuradas. Este reducto había sido totalmente deformado por el impacto entre el tercero y cuarto coche, producto de la incrustación de aproximadamente 60 centímetros. entre uno y otro”, afirmó el comunicado de prensa. Y se agregó: “Se pudo verificar que en el espacio comprendido entre el tablero de maniobras y la pared que había sido achatada por el impacto, se encontraba sobre el suelo y debajo del tablero un cuerpo sin vida dentro del punto de impacto entre los dos vagones”. Mientras la familia de Lucas iba a la Morgue Judicial, el clima en la estación Once se enardeció. “El grupo que comenzó los incidentes era una vanguardia preparada para los desmanes. No se trató de un acto espontáneo”, dijo una fuente policial.
María Luján Rey, la madre de Lucas, no puede contener el llanto tras confirmarse que su hijo no sobrevivió a la tragedia FOTOS RODRIGO NESPOLO, SANTIAGO FILLIPUZZI Y DYN
El rescate de las víctimas corresponde a los bomberos Así lo establece el plan de emergencias
Violencia desatada en la estación Once Pasadas las 20, unas 25 personas –todos jóvenes, entre ellos algunos niños– irrumpieron por la puerta principal de la estación Once, sobre la avenida Pueyrredón. Ingresaron cargando palos y un tacho lleno de papeles, bolsas y cartones para incendiar, que momentos antes habían juntado de los comercios de la zona. “Entraron directamente a romper todo. Era un grupito que no estaba con nosotros. En total no eran más de 30”, dijo Marcela, una pasajera del tren Sarmiento que había llegado alrededor de las 20 para acompañar a la familia de Lucas y reclamar justicia por las víctimas de la tragedia.
Más incidentes Con el avance de la Infantería, que estaba apostada sobre el ingreso en la calle Mitre, el grupo de violentos se replegó por la entrada de Pueyrredón, donde provocaron más incendios sobre la vereda y la avenida. Luego, continuaron su marcha por Pueyrredón y rompieron carteles lumínicos, paradas de colectivo y cabinas de teléfono público. Al llegar a Rivadavia casi Urquiza, rompieron la vidriera de un locutorio y maxiquiosco, que no había llegado a bajar sus persianas. En el lugar, había una familia con un bebe y una niña de cuatro años, que debió esconderse para no ser alcanzada por los violentos. “Se llevaron toda la mercadería y la recaudación”, dijo la dueña del local, una ciudadana china. Mientras tanto, en la esquina de la estación Once, un centenar de pasajeros y familiares continuó manifestándose pacíficamente sobre Mitre y Pueyrredón al grito de “¡¿Cristina dónde está?!”
Con la colaboración de Mariano Gaik Aldrovandi
La infantería intenta dispersar a los manifestantes en la plaza
Los familiares se negaban a admitir el peor final Los padres del chico desaparecido reconocieron su mochila FERNANDO MASSA LA NACION Fueron cerca de 60 horas de búsqueda desesperada por toda la Capital hasta que ayer, alrededor de las 20.30, finalmente les confirmaron el desenlace: el cuerpo sin vida hallado en el cuarto vagón de la formación del Sarmiento era el de Lucas Menghini Rey. Antes de recibir la trágica noticia, la familia de Lucas había vivido otro día idéntico a los dos anteriores. Contactándose con funcionarios e investigadores, recorriendo hospitales, difundiendo la imagen del joven de 20 años por todos los medios posibles. Fue a las 20.30, en la comisaría de la División Sarmiento, sobre la calle Perón, cuando la policía les confirmó la versión que desde las 17 venía circulando por radio y televisión y que la familia se negaba a asumir como certera. Fue María Luján quien le dio a los investigadores el número de documento de su hijo y la descripción de la mochila que ella le había regalado luego de que los investigadores hallaran un cuerpo sin vida entre el tercer y cuarto vagón de la formación. El DNI de Lucas coincidía con el que la policía había encontrado dentro de la mochila que estaba con el cuerpo. Lo que se negaban a asumir como cierto se hacía realidad. Era el final menos esperado. Lucas se convertía en la víctima número 51 del trágico accidente en la Terminal de Once. Sólo a las 21 comenzaron a retirarse de la comisaría. Primero fue Paolo, el padre. Más tarde, Lara, su
LA NACION
Lucas tenía 20 años hermana de 16 años, que se subió a un móvil del gobierno de la ciudad acompañada por un grupo grande de amigos entre los aplausos de los presentes. María Luján, quien se mostraba fuerte pese a la noticia, también aplaudió. Y luego, en un Fiat Uno rojo, se fue ella. Mientras la aplaudían, sacó la mano por una ventanilla para saludar. Los primeros indicios para encontrar el cuerpo se vislumbraron por la filmación de una cámara de seguridad instalada en la estación de San Antonio de Padua del Sarmiento. Entre las 15 y las 15.30, a Paolo Menghini le pareció ver a su hijo de espaldas en el video que le mostró la policía. Le pareció que un muchacho de buzo con capucha gris y mochila que se metía por la ventanilla de la cabina del motorman situada en el cuarto vagón podía ser él. Por la ropa, por cómo estaba parado. Mientras los investigadores montaban un operativo especial con el fin de recuperar el cadáver, una ami-
ga de Lucas que se encontraba en la ronda de amigos que motorizaban la búsqueda en la terminal se acercó al vidrio de un bar y pegó un grito: había leído en el zócalo de un canal de noticias que habían hallado el cuerpo de Lucas. Eran las 17. Ese fue el primer momento de desconsuelo. Comenzaron los llantos y los abrazos. A esa misma hora Lara, la hermana de Lucas, desmentía la noticia por la radio. “Estamos mal, la verdad que mal. No lo encontramos todavía a Lucas. Lo seguimos buscando, colaboren, entiendan el momento que está viviendo la familia”, decía. A ellos no les habían confirmado nada aún. Los demás familiares presentes en todo momento pidieron que se mantuviera la calma. “No hagamos quilombo, no hagamos política, nosotros somos la familia”, decía uno de los ellos. Lara permanecía sentada en una mesa del bar debajo de la televisión con el noticiero. Pese a lo que podía leerse ahí, ella seguía tranquila conversando con unos amigos. “Estamos rezando para que no sea [Lucas]. Los padres están viniendo para acá –decía Luciana Marchisio, prima de Lucas–. Y si llega a ser, ¿cómo puede ser que en tres días no hayan revisado el tren?” Pero pudo ser: el peor final se confirmó. Entre lágrimas y en silencio, el grupo de amigos, familiares, conocidos y gente que se sumaba al paso levantaban las fotocopias con la imagen de Lucas. Cerca, y ajenos a ellos, otro grupo desataba su furia.
Con la colaboración de Julieta Molina
Críticas e indignación en Twitter Las redes sociales reflejaron ayer la reacción al hallazgo del cuerpo de Lucas Menghini Rey con “bronca” e “indignación” generalizados, fundamentalmente en Twitter, donde las opiniones transcurrieron desde la tristeza por el joven fallecido hasta acusaciones contra el gobierno nacional. Además, muchos se preguntaron “donde está Cristina” Fernández
y cuestionaron su silencio. Los términos mas utilizados en el tema (hashtag) “#Lucas” en Twitter fueron “tristeza”, “indignación”, “negligencia”, “dolor”, “bronca”, “impotencia”, “asco”, “vergüenza”, “justicia”, “corrupción”, “inútiles”, “horror”, “irresponsabilidad”, indicó DyN. Gran parte de los textos apuntaron contra el gobierno nacional,
como el de Carolina Quiroga, quien se preguntó: “No hay nadie que le diga a @CFKArgentina que tiene que aparecer y dar la cara?”. Así como Alan Bottiggi, que subrayó que “si van a decir que Lucas no era responsabilidad de Cristina también digan que Cromañon no la de [Aníbal] Ibarra”. Muchos convocaron, además, a un “cacerolazo” en contra del gobierno nacional.
La tragedia de República de Cromagnon, ocurrida la noche del 30 de diciembre de 2004, no sólo dejó el triste saldo de 194 víctimas, sino que también reflejó la falta de coordinación entre los equipos de rescate y sanitarios. Casi cuatro años después de la nefasta noche de República Cromagnon, los gobiernos nacional y porteño llegaron a un acuerdo sobre un plan conjunto para atender catástrofes con víctimas en masa en la ciudad. Ese protocolo fue puesto en funcionamiento el miércoles pasado, cuando la formación 3772 de Trenes de Buenos Aires (TBA) chocó contra el paragolpes hidráulico de la estación Once. “Sólo los necios no aprenden de lo que les ocurre”, había dicho a La Nacion en octubre de 2008 a LA NACION el comisario Oscar Pizzella, jefe de Defensa Civil de la Superintendencia Federal de Bomberos de la Policía Federal. El plan de atención de emergencias fue firmado por el entonces ministros de Justicia y Seguridad de la Nación y porteño, Aníbal Fernández y Guillermo Montenegro, respectivamente, en julio de 2008, luego de varios meses de negociaciones. El protocolo que se puso en práctica primero en varios simulacros establece que quien tiene la autoridad para declarar la emergencia es el jefe de gobierno de la ciudad, pero que el comando de las tareas operativas recae tanto sobre funcionarios porteños como de la Nación, que deben actuar en forma conjunta y coordinada.
Coordinación Ese reglamento para ser usado frente a catástrofes también enlaza los planes de emergencia particulares que ya tenían los bomberos y la Policía Federal (dependientes del Estado nacional) y los del SAME y de Defensa Civil (a cargo del gobierno porteño) para evitar así superposición de tareas o desinteligencias en el momento de ponerlos en práctica. El documento dispone, además, qué responsabilidad le cabe a cada cuerpo durante la atención de un “incidente mayor”, es decir, qué tipo de servicio debe prestar cada uno y cómo debe ubicarse en la escena de la tragedia: en la zona de impacto, en la de influencia o en la de adyacencia. Básicamente, a los bomberos les corresponden las tareas de búsqueda y rescate de las víctimas, y entregarlas a los médicos, además de su clásica función de apagar incendios; el SAME debe evaluar a los heridos y trasladarlos, en tanto que Defensa Civil debe encargarse de la logística y de coordinar la labor de los voluntarios. En tanto, la Policía Federal tiene la misión de brindar seguridad, vallar el lugar para que los anteriores actores realicen su trabajo sin obstáculos y realizar el correspondiente sumario judicial.