Francisco Viliesid rated it it was amazing En la búsqueda apasionada de sus orígenes, apenas develados a última hora por su padre en el lecho de muerte, la narradora se arranca a descubrir interminables misterios. Entre ellos un aspecto de su padre distantemente e inconscientemente atisbado y que se revela en la narrativa. Un genuino afecto por él y por su madre mexicana, descubre nuevos afectos por quienes fueron o bien pudieron haber sido también sus padres en una comuna, en cierto modo precursora de las comunas hippies de los sesentas, pero que tuvo lugar a principios del siglo XX en el Ticino. Monte Veritá congregó una selecta clase de intelectuales revolucionarios: anarquistas, artistas, sicólogos --cuando esta disciplina era incipiente--, etc. Decepcionados del curso que tomaba el mundo y definitivamente adelantados a su época. La otra piel es la que descubrimos gradualmente a medida que la historia se desenvuelve, la que la narradora va cosiendo a retazos hasta armar un todo que resulta a su medida. La otra piel es tal vez también la que otro cosió, tratando de construir un sueño imposible, irrealizado, pero al que faltó el rayo de vitalidad, de espontaneidad, quedándole sólo una quimera estéril. Sin la paternidad del todo resuelta, la narradora se revela como digna hija de su padre. El un hombre adelantado a su tiempo. Ella dueña de sí misma y al mando de su futuro. Que el misterio quede sin resolverse del todo es irrelevante. Tanto mejor. Es como si el último compás se dejase a nuestra imaginación.