EUGENIO MORALES AGACINO (1914-2002) UN NATURALISTA ESPAÑOL DEL SIGLO XX José Luis Viejo Montesinos y Alberto Gomis Blanco (coordinadores). - Madrid: Universidad Autónoma de Madrid, 2006. - D.L. M 43985-2006
CAPÍTULO 5
LAS EXPEDICIONES CIENTÍFICAS DE EUGENIO MORALES AGACINO Alberto Gomis Blanco Departamento de CC. Sanitarias y Médico-Sociales. Facultad de Medicina. Universidad de Alcalá
Las expediciones científicas de Eugenio Morales Agacino 1. INTRODUCCIÓN Tuve la fortuna de tratar a D. Eugenio Morales Agacino durante los quince últimos años de su vida. Me fue presentado, en 1988, por María Luisa Bolívar, nieta e hija de sus dos grandes maestros -Ignacio Bolívar Urrutia (1850-1944) y Cándido Bolívar Pieltain (1897-1976), a raíz de la publicación por el CSIC de la edición facsimilar de Ignacio Bolívar y las ciencias naturales en España, a la que yo –por expreso deseo de Jaume Josa, en esos momentos infatigable jefe de publicaciones del CSIC- había hecho la presentación y había añadido un apéndice de los años 1920 a 1944. En esos quince años, sobre todo en los primeros, quedábamos muchas mañanas de los sábados para trabajar en su Biblioteca, que tenía perfectamente ordenada en el ático de un edificio propiedad de su mujer -Dª Amalia de Oñate y Fernández de Gamboa (Lala)- en la calle Atocha nº 55, prácticamente a la altura de la Plaza de Antón Martín, edificio tristemente célebre en la Historia de Madrid por haberse perpetrado en su segundo piso, la noche del 24 de enero de 1977, el ametrallamiento de nueve personas en el despacho de los abogados laboralistas de Comisiones Obreras, con el resultado final cinco personas muertas. Luego volvíamos para el barrio en el metro, desde Antón Martín a Tribunal, estación -ésta última- prácticamente equidistante de nuestros domicilios, pues él vivía en la calle Sagasta nº 30 y yo, por entonces, en el siete de la calle la Puebla. Otras veces, por las tardes, le visitaba en su domicilio, donde frecuentemente me explicaba, con sumo detalle, sus expediciones científicas por África y Centroamérica. De repente, sobre un mapa imaginario, me señalaba “Tal está arriba y cual abajo”, mientras que subía y bajaba su mano derecha, cuyo dedo índice presentaba la secuela de la mordedura que le produjo una pequeña serpiente venenosa en el golfo de Choluteka (Honduras). En ocasiones, revisábamos su abundante colección fotográfica y, a veces, consultábamos algunos de sus meticulosos apuntes en el campo, en los que dejó anotado el día a día de lo que le iba aconteciendo sobre la naturaleza que recorría. Generalmente se trataban de pequeños bloc apaisados de 21 x 16 cms, de encuadernación espiral y tapas azules, Uno de ellos, en el que dejó consignado la meteorología del Sahara, a lo largo de tres nomadeos por Río de Oro (6.IV-30.V.1942; 21.I-23.V.1943 y 9.XII.1945-24.IV.1946), nos permite saber, además del lugar donde se encontraba, la fecha, hora, presión, temperaturas (S,H), viento, cielo y observaciones meteorológicas, no limitándose a una toma diaria, sino que lo más frecuente era que dejara consignadas cuatro anotaciones diarias, en torno a las 6, 12, 18 y 24 horas. En este trato personal, afable y tan humano, Don Eugenio siempre me transmitió su gran pasión por los viajes a tierras lejanas y su respeto por los moradores que encontró en todos ellos “Gomis, donde fueras, haz lo que vieras” solía decirme. Esta pasión, y los logros científicos que consiguió en las dilatadas expediciones científicas que llevó a cabo fuera de nuestra península, son las que intento transmitir en las páginas siguientes. 2. EL VIAJE AL PROTECTORADO EN 1932. SU PRIMER Y ÚNICO VIAJE ANTES DE LA GUERRA CIVIL. El primer encuentro de Morales con la naturaleza africana tuvo lugar en el verano de 1932, en que fue comisionado por Cándido Bolívar -en esos momentos, Director accidental del Museo Nacional de Ciencias Naturales- para verificar, junto a Fernando Martínez de la Escalera, “una excursión científica en la zona del Protectorado Español en Marruecos, con objeto de recojer (sic) materiales de Historia Natural para el aumento de las colecciones de este Centro oficial.” .Frente a su inexperiencia y juventud, tenía dieciocho años, Fernando Martínez de la Escalera contaba con una gran experiencia, pues venía integrándose en expediciones científicas por territorios africanos desde el año 1910. Para tal empresa, Morales hubo de solicitar su primer pasaporte, que le fue expedido el 30 de julio, con validez para Marruecos y Tánger, así como para toda Europa, a excepción de Rusia.
Fue el día 11 de agosto cuando ambos expedicionarios partieron de Madrid a Algeciras, Morales en tren, su compañero en coche. Al día siguiente, pasaron juntos la aduana de Castillejos (Ceuta) y pernoctaron en Tetuán. El día 15 alcanzaron Xauen, anotando la abundante presencia de monos (Macaca sylvanus) en las grutas de Caf Afermanu; siguieron luego a Bab-Taza, desde donde llevaron a cabo una fructífera serie de excursiones por colinas, montes y valles, y –más tarde- a Ketama, en plena comarca rifeña, donde pasarían la última decena del mes. Terminada la prospección de esa interesante zona montañosa del Protectorado, retornaron a Bab-Taza y de ahí fueron a Teffer, en donde, mangueando, el 2 de septiembre capturaron una especie de tetigónido del género Rhacocleis, que resultó ser nuevo y nominaron Rhacocleis pieltani Morales, en atención respetuosa a Cándido Bolívar Pieltain. Pasaron por Alcazarquivir y Larache, antes de alcanzar Castillejos y atravesar el estrecho el día 9 de septiembre. Al día siguiente llegaban a Madrid. Los mamíferos vistos y recogidos en esta expedición, que básicamente se había llevado a cabo en la región del Yebala y la zona montañosa del Rif, los dio a conocer Morales en la Española (1933). No fue el único trabajo que, en esos años y en esta revista, dedicó a los mamíferos africanos, pero para los demás utilizó materiales colectados por otros expedicionarios, como los obtenidos por Luis Lozano y Manuel García Llorens en una expedición fundamentalmente ictiológica llevada a cabo por el Sahara español en el verano de 1933, o los recogidos es Ifni por esos mismos expedicionarios en 1934. Trabajos, todos ellos, que Henri Heim de Balsac recogió en su Biogéographie des mammifères et des oiseaux de l´Afrique du Nord publicada en 1936, en la que nuestro autor aparece citado como M. Agacino. 3. EL REGRESO AL PROTECTORADO, TRAS LA GUERRA CIVIL. Apuntado lo anterior, no puede sorprendernos que Morales dejara consignado en sus Memorias mecanografiadas, como tenía “la progresiva obsesión de volver a Marruecos y tomar allí nuevos datos sobre su especial fauna” .Y, sin embargo, transcurrieron ocho años antes de que pudiera volver al continente africano. Entre tanto, se había frustrado la proyectada Expedición al Amazonas dirigida por el Comandante Iglesias, para la que había sido nombrado ecólogo (“acólogo” decía la orden publicada en la Gaceta de Madrid el 26 de octubre de 1935) y había tenido lugar una cruenta guerra civil que, entre otros efectos, iba a interrumpir sus estudios universitarios. Fue en Barcelona, en la primavera de 1941, cuando, al comentar este interés por la fauna africana al coleccionista de mariposas alemán Werner Marten, que residía en Blanes, proyectaron ambos una expedición que, entre otros objetivos, tendría la captura en las montañas rifeñas de una pequeña y rara mariposa, la Procris labasi. El Director de la Estación Central de Fitopatología Agrícola de Madrid, Miguel Benlloch Martínez, emitiría el día 28 de abril la oportuna credencial, para la expedición, a favor de Eugenio Morales, al tiempo que le otorgaba una ayuda de 2.000 pesetas. Merten correría con el resto de los gastos. Morales y Marten llegan a Tetuán a mediados del mes de mayo, donde invierten una serie de días en resolver trámites oficiales. Consiguen, incluso, que se les asigne un Sargento moro del Servicio de Intervenciones. Comienzan recorriendo, en las proximidades de Tetuán, los yebeles Gorges y Dersa, marchando después a la cabila de Beni Seyel, instalando el campamento en Hauta Kasdir. A finales de este mes de mayo se unió a los expedicionarios el entomólogo melillense Anselmo Pardo Alcaide, con quien, durante las semanas siguientes, van a realizar numerosas prospecciones (Bab Hoanas, Bab Taza, Ametrás y Targlitz, serán algunos de los lugares elegidos). Merten, como era su objetivo, recogió las pretendidas orugas de Procris labasi, alimentándolas con paciencia, hasta que ya de regreso, en Barcelona, tras pasar por la fase de crisálida, se convirtieron en ejemplares adultos.
En junio alcanzan la zona rifeña de Ketama, acampando en el Llano Amarillo. Allí van a permanecer, también, parte de julio, haciendo frecuentes recorridos por montes, bosques y poblados, y donde aprovechan para hacer numerosas capturas de especies de montaña, cuyo destino final deberían ser los Museos de Madrid y Barcelona. En una fresca pradera de Isaguen, Morales recoge una musaraña, que resultaría nueva para la ciencia, y que en un trabajo con datos y observaciones sobre los mamíferos marroquíes, publicado en la Española, describirá con el nombre de Crocidura foucauldi, dedicándola, con gran respeto y admiración -dice-, a la memoria del Vizconde de Foucauld, eximio explorador ochocentista del territorio marroquí. El 27 de julio Morales hacía la travesía del estrecho, de Ceuta a Algeciras, con la mayor parte del material de acampada, si bien una pesada maleta, se perdería en el posterior trayecto en autocar desde Algeciras a Almería. Werner Merten y Pardo Alcaide habían partido, unos días antes, a sus respectivos destinos en Barcelona y Melilla. 4. LAS CAMPAÑAS ANTIACRIDIANAS POR EL SAHARA (1941-1946) Apenas pudo permanecer un par de meses en Almería, organizando su trabajo oficial en la Estación Fitopatológica del INIA, pues a primeros de octubre recibió un telegrama del Secretario General de la Alta Comisaría de España en Marruecos, donde se le preguntaba por su disposición para pasar a Tetuán y proseguir viaje a Ifni-Sahara en compañía de un entomólogo francés, con objeto de estudiar la plaga de langosta detectada en el Sur de Marruecos. Su nombre había sido propuesto por el Director del Instituto Español de Entomología, Gonzalo Ceballos. Morales no lo dudó. A los pocos días, toma el barco a Ceuta y de allí pasa a Tetuán, donde Tomás García Figueras, por delegación del Alto Comisario de España en Marruecos, Luis Orgaz Yodi, firmaba el 23 de octubre de 1941 el oportuno salvoconducto, en el que literalmente se decía: “AUTORIZO á D. EUGENIO MORALES AGACINO, Entomólogo, para marchar á los territorios de Ifni y Sahara a fin de realizar estudios relacionados con la langosta, quien lo hace comisionado por esta Alta Comisaría. Ruego por tanto, á las Autoridades Civiles y Militares no le pongan impedimento alguno en su viaje, antes bien le dén las facilidades precisas para el cumplimiento de su cometido.”
La comisión la desempeñaría, desde ese momento, hasta mediados del mes de enero de 1942. Es enviado a Sidi Ifni, visita después El Aaiun, Smara (en el Saguia el Hamra), Guelta del Zemur, Cabo Juby, Villa Cisneros (Dajla), el puesto de Tichia y el pozo de Zug (en el sur del territorio). Tres incógnitas intenta resolver Morales: ¿De dónde venían las langostas?, ¿en qué sitios ovipositaban? y ¿hacia dónde se dirigían luego?. Una vez situado en Villa Cisneros -capital de la Colonia de Río de Oro- y tras recoger cuanta información de interés, sobre estos asuntos, allí pudo recabar, se organizó la pequeña caravana sobre camellos, que abandonaría pronto la costa. Se dirigen hacia el interior del país y, para conocer el rumbo a seguir en cada momento, se auxilian de los pastores saharauis que van encontrando. Como el viaje se hace a pie o a lomo de camello, tienen tiempo de hacer observaciones y captura de insectos, así como recolección de plantas. Un buen día, un enjuto pastor que vigilaba a unos pocos camellos que por allí pastaban les indicó que la langosta había estado por allí, que se había desarrollado y luego partido hacia el norte. Al ser preguntado sobre ¿cómo sabía se había desarrollado por allí?, les guió hasta unos matorrales, en cuya base señaló unos montoncillos de pequeños cilindros de aspecto terreo, de distinto tamaño, grosor y color, diciéndoles: ¿lo veis ahora?, aquí estuvo el yerad, usando el nombre con que los árabes la conocen. Recogieron un montoncillo de ellos, deduciendo pronto que no eran otra cosa que las deyecciones secas de, por lo menos, tres estadios. Al proseguir la expedición, observaron matojos de similares características y otros, en los que de sus ramillas colgaban los despojos de las mudas dejadas por las langostas al pasar de una edad a
otras. Con estas apreciaciones se contribuía al mejor conocimiento de una de las cuestiones básicas del problema de la langosta, la concentración en los períodos de invasión en estos inmensos territorios del Sahara, donde ovipositaban y se desarrollaban, antes de dirigirse hacia el norte. El retorno a la Península se hizo por Ifni, Puesto de Mirleft, Agadir, Mogador, Casablanca y Rabat, donde permanece una serie de días y entra en contacto con Charles Rungs, el entomólogo francés del Service de la Defense des Vegetaux con el que tenía que haber hecho este nomadeo. Tras pasar por Arbaua y Larache el 22 de enero llega a Tetuán, informando a las Autoridades de la Alta Comisaría de los principales resultados de la misión. A ésta expedición antiacridiana seguirán, al menos, otras tres por territorios saharianos: La que sería segunda expedición la realizó, entre marzo y julio de ese mismo año de 1942, en compañía de los colegas franceses Chales Rungs y Boris N. Zolotarevsky. El 6 de marzo Morales llega a Rabat y se aloja en casa de Rungs, dedicando casi un mes a estudiar con él, y con los técnicos del Servicio de Investigaciones Agrarias, toda la documentación y todos los pormenores de las últimas invasiones de langosta. A finales de marzo salen, ambos, de Rabat en un turismo facilitado por la Residencia Francesa. En Sidi Ifni permanecen un par de días y el 4 de abril pasan por Goulimine -zona de protección galahacia Foum el Hassane siguiendo luego hasta el Paso de Merkala, por donde cruzan la escarpada orilla sur del Dráa. El día 7 llegan a Tindurf, importante localidad saharaui y sede administrativa de los extensos territorios de Confines Algero-Marroquíes. Permanecen nueve días en Tindurf, donde además de recolectar unos cuantos ortópteros y de informarse sobre el avistamiento de una importante población de larvas de langosta del segundo estadio en noviembre y diciembre de 1941, se revisa el coche, pues hasta llegar al Puesto de Bir Oum Ghrein, ya en Mauritania, no existía ningún otro lugar en que pudiera llevarse a cabo la más mínima reparación. El día 17 parten hacia Ain Ben Tilli, llegando el 19 a Bir Oum Ghrein, donde se les une el profesor Zolotarevsky que había subido desde el lejano Atar. El 22 emprenden viaje hacia el Güelta del Zemour, donde llegaran el 25 no sin quedar varias veces el coche detenido en la arena. Aquí permanecen unos días, haciendo prospecciones en sus alrededores, y deduciendo que sólo alguna que otra vez, en época invernal, podría ser lugar de fuerte inquietud acridiana. El día 1 de mayo ya estaban en Smara, y el 3 en Auletix, cerca del Res Seluan. En esta larga excursión por la zona montañosa de los Amguili fueron acompañados por el alférez del Ejercito Alberto López Feliú. En las proximidades de Adoloa Amgala encuentran notables grabados rupestres. Descansan en el Pozo de Nebka, alcanzando el día 8 el lugar fronterizo de Metlani. Bir el Hamar, Tifartiti y Uad Bensaka fueron las siguientes etapas. El día 20 alcanzan El Farsia que, según dejó consignado Morales, debía ser punto de escala de aves migratorias. Emprenden el regreso a Smara, siguiendo el curso de la Seguiat el Hamra. El 29 de mayo llegan a la confluencia del Uad Sekun, el 1 de junio a EL Aiun y el día 6 a Goulimine. El recorrido desde este punto hacia Rabat fue largo, alrededor de veinte días, por ir tomando en el camino cuantos datos estimaban de interés. Una vez que Morales hubo regresado a Almería, Galo Bullón Díaz, quien se había incorporado al puesto de Aaiun, como Delegado del Gobierno Político militar de Ifni-Sahara y como Comandante Jefe del Grupo Nómada de la Seguiat el Hamra, le remitió el nombramiento, con fecha 26 de julio de 1942, de Meharista Honorario del grupo nómada de la Seguia Hamra por haber demostrado durante los recorridos a camello por el Smara, Tifartiti, El Farsia y Alta Seguiat el Hamra, las condiciones requeridas de resistencia, sobriedad, optimismo, instinto de orientación y entusiasmo por la vida sahariana. La observación, en el transcurso de la expedición, de tres estaciones de grabados y pinturas rupestres, enclavadas en la parte alta de la región sahariana de la Seguia el Hamra (Adoloa Amgala, El Mekeiteb y El Farsia), le permitieron a Morales publicar un artículo sobre el particular, y con dibujos hechos también por él, en la revista Mauritania (1942).
La tercera expedición antiacridiana la llevó a cabo entre diciembre de 1942 y julio de 1943, en gran parte acompañado por el entomólogo Joaquín Mateu Sempere, que se encontraba cumpliendo el servicio militar en El Aiun, y, de nuevo, por el alférez Alfredo López Feliú. Smara, Guelta del Zemour, el Argub fueron algunos de los puntos en que los expedicionarios volvieron tomar registros sobre la langosta. Gracias a estas primeras expediciones, Morales pudo determinar la invasión de Schistocerca gregaria que durante el primer trimestre de 1943 se produjo en el África occidental española. El enorme trabajo realizado se comprueba al ver el mapa del Sahara, que incluyó en el “Estado actual del problema de la langosta del desierto (Schistocerca gregaria Porsk.) en el Sáhara occidental” que puplicó en el Boletín de Patología Vegetal y Entomología Agraria, sobre el que acotó cuidadosamente las numerosas zonas de bandos y puestas de la especie. A pesar de los itinerarios que realizó en las zonas conocidas como Sequiat el Hamara y Adrar Suttuf-Tiris, en los que pudo comprobar la existencia de aquellas especie de langosta, llamó la atención sobre la ingente tarea que quedaba por hacer, consignando que había que realizar estudios sobre el clima, la vegetación y los suelos de la región. La cuarta expedición sahariana, la que realizó entre 1945 y 1946, fue a la postre la que más fama le reportó, por ser en ella donde localizó, observó y fotografió a una colonia de focas monje (Monachus monachus Herman). Tuvo su origen el 31 de octubre de 1945, en que la Dirección General de Colonias y Marruecos, tras las oportunas gestiones realizadas con la Presidencia del INIA y otras instituciones, acordó que Morales pudiera efectuar la “Prospección Zoológica por la Colonia de Río de Oro” en la que debía poner especial énfasis, según las instrucciones que se redactaron, en la continuación de los estudios sobre los problemas antiacridianos, al tiempo que se señalaba la conveniencia de pedir autorización previa para relacionarse con el personal científico francés, así como para la publicación de las observaciones y resultados de la misma. El 10 de noviembre Eugenio Morales embarca en Barcelona rumbo a Las Palmas de Gran Canaria, a donde llegará el día 15. Cuatro días después, y por vía aérea, alcanza Villa Cisneros, donde permanecerá hasta el 7 de diciembre. En los veintitrés días, que permanece allí, entabla relaciones con el pequeño contingente de fuerzas de los Estados Unidos que actuaban como punto de apoyo para cuantos se desplazaban o en los incidentes relacionados con su país. El Mayor o Comandante del mismo, Harry J. Jenkins, al tiempo de facilitarle un corto viaje a Canarias en el avión anfibio Catalina, le obsequió con cincuenta desayunos enlatados, cada uno consistía en una lata de mediano tamaño, con cuatro galletas, un sobre de café, leche en polvo, dos tornos de azúcar, un caramelo y un cigarrillo. Las diferentes etapas de este viaje les llevan a: El Argub (7 de diciembre), Bir Gandux (22 de diciembre), Gleib-Amu o Cueva de los Lobos, donde llegan el día 26 de diciembre de 1945 y en donde iba a tener lugar, lo que el propio Morales -en su discurso de investidura como “Doctor Honoris Causa” por la Universidad Autónoma de Madrid- calificó “como el día más señalado en hallazgos zoológicos – fuera de la langosta-“ (1998). Mientras recogía insectos y plantas, que se encontraban sobre las dunas fósiles de Aquerguer, se le acercó rápido y jadeante uno de los saharauis de la escolta y con gran alegría le comunicó que acaba de ver en el cercano acantilado costero una colonia de isifer, es decir de la foca monje. Se acercaron al lugar, llamado “Las Cuevecillas” y consistente en una serie de grutas, más o menos continuas, cuya altura varía entre los doce y los veinte metros, o tal vez más, socavadas en el acantilado por las fuerzas de las olas que contra ellas chocan. Nada más llegar al lugar, agachados, con la cámara fotográfica, un bolígrafo y un block de notas. pudieron vera una foca nadando alegremente a pocos metros de la orilla y, poco después, descansando placidamente en el interior de la cueva a más de una veintena de ejemplares, ocho de los cuales parecían ser aún muy jóvenes y el resto formado por semiadultos y adultos, tal vez cuatro machos y los demás hembras. La publicación de los datos recogidos, con fotos y figuras, en la prestigiosa revista francesa Mammalia fue el éxito científico que dio mayor popularidad a Eugenio Morales, ya que hasta ese momento ningún zoólogo había encontrado la tan buscada y rara foca monje.
Pero aquel nomadeo de finales de 1945 y buena parte de 1946, continúo en las semanas siguientes. La Agüera, Tichla. Pozo de Zug, Chum, Smamit y el Guelta fueron objeto de sus trabajos, hasta que el 25 de abril retornan a Villa Cisneros. Los resultados obtenidos por el mohandis del yerad [el ingeniero de la langosta], como le reconocían los moradores de aquellas regiones, permitieron un mejor conocimiento de los acrídidos del Sahara y de las colonias españolas en África, como prueban los numerosos trabajos que publicó sobre el particular. Me interesa destacar, aquí, los titulados “La langosta del Desierto. Partes Antiacridianos, introducciones para su transmisión“ y “La langosta del Desierto” aparecidos, respectivamente, en el número 23 de las Publicaciones del Servicio de Lucha contra la Langosta (1944) y en la revista Agricultura (1945), por exponerse -en ambos- los últimos resultados obtenidos en las luchas preventiva y directa contra Schistocerca gregaeia Forsk, así como un magnífico dibujo a tinta, firmado por el propio Eugenio Morales en 1944, donde se muestra los diferentes estadios de desarrollo de la Langosta del Desierto. Los dibujos 0 a 5 los sacó, con ligeras modificaciones, del folleto titulado Les acridiens ravageurs du Marcoc (RÉGNIER, 1931), mientras que el 6, de mayor tamaño, era original suyo. También se fijó Morales en los artiodáctilos del Sahara occidental, componiendo, con los datos que fue recogiendo en el transcurso de los diferentes viajes por aquellas tierras, un importante trabajo titulado “Datos y observaciones sobre ciertos mamíferos del Sahara occidental e Ifni” que publicó la Española (1949), y con el título resumido a “Datos y observaciones sobre ciertos mamíferos del Sahara occidental” se publicó en los Compte Rendues Prèmiere Conference Internationale des Africanistes de l´Ouest (1950) que incluye una carta geográfica donde señaló todas las citas que aparecían en el texto. Hay que dejar constancia de otros dos contactos de Morales con la naturaleza africana, en los años siguientes. El primero, en diciembre de 1948 en que, en pleno viaje de bodas, visita con su esposa Cabo Juby, Sidi Ifni, Tiznit y Rabat. La visita la prorrogan hasta Reyes de 1949 en que abandonan Marruecos. El segundo, tiene lugar apenas cinco meses después, al ser incluido en una misión mixta franco-española, que debía estudiar los posibles lugares de congregación de la langosta marroquí. El 5 de mayo 1949, acompañado de Moreno Márquez, llegan en avión a Tetuán. La prospección langostífera que llevan a cabo en los días siguientes, les permitió eliminar el árido y extenso Guerruau como lugar de posibles ubicaciones de focos gregarígenos, dejando sin valor ciertas afirmaciones francesas que se habían formulado durante la invasión de 1929. 5. AL SERVICIO DE LA FAO: CINCO AÑOS EN CENTROAMÉRICA Reconocido internacionalmente como el mayor experto español en la lucha antiacridiana, la FAO le comisionó en 1951 para el estudio del problema langostífero en México y América Central. Allí permanecerá durante cinco años, que interrumpirá, tan sólo, con esporádicos regresos al hogar familiar en Madrid. La aventura en el continente americano comienza el 2 de marzo de 1951, en que arriba al aeropuerto de Washington. En la ciudad estadounidense empleará dos semanas en arreglar asuntos de trámite y en visitar diversas instituciones, entre ellas la Smithsonian, donde contacta con el encargado de la colección de ortópteros, Dr. Guerry. Luego de recibir el pasaporte oficial como funcionario de la ONU, el día 17 de marzo se trasladó a Managua, capital de Nicaragua, que será su principal centro de operaciones en los años siguientes Allí instaló cajas para conservar el material acridiano recogido y evolucionarios o jaulas de cría, y organizó Cursos Antiacridianos, en el transcurso de los cuales se efectuaban las oportunas excursiones de prácticas. De Managua salió en Jeep o en avión, según los casos, a Costa Rica, México, San Salvador, Honduras, Guatemala, ... para tratar con los colegas y realizar observaciones sobre el terreno. Allí, por
último, redactó para las autoridades del CICLA los informes oficiales oportunos, donde daba cuenta del estado del acridario y los laboratorios, así como de los viajes y misiones encomendadas. Los trabajos de investigación se fueron concretando, con el paso del tiempo, en algunas publicaciones, como las tituladas “El problema de la langosta en la América Central y México” publicado en el Boletín Fitosanitario de la FAO (1952), o el “Informe sobre la Langosta Migratoria de la América Central y México” para. FAO/ETAP (1954). El 2 de agosto de 1955 tomó en Managua el definitivo vuelo de regreso a Europa que, tras larga escala en la ciudad de New Orleans, llegó a Roma el día 4, donde durante los diez días siguientes redactará el informe oficial. Ya de vuelta a España, siguió repasando los datos que había recogido en Centroamérica, y con los peculiares de los saltamontes y langostas de México, publicó un trabajo en la revista Graellsia (1956). 6. OTROS VIAJES Y EL RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL Luego de desarrollar durante cinco años la misión que la FAO le había encomendado en Centroamérica y México, en 1956 fue nombrado Asesor Técnico de esta misma Organización para la “Conferencia mundial sobre la Langosta del Desierto” y en 1967, esta misma organización, le encargó asistir al Gobierno de Irán en la lucha contra las plagas agrícolas. En España, por Decreto 8/1960 de 6 de enero de 1960 (BOE 7-I-1960:306) se le concedió el ingreso en la Orden de África con la categoría de “Comendador con placa”. Del extranjero llegaron reconocimientos científicos, sin duda, más concluyentes, como el que hacen Stéphane Aulagnier y Michel Thevenot en su Catalogue des mammifères sauvages du Maroc: “En 1936 ... A cette époque encore “l´Anti Atlas reste inexploré, quant aux inmensités sahariennes qui s ´étendent au sud de l´Oranie et du Maroc, on peut dire qu´elles sont presque inconnues”. Le mérite de l ´exploration de ces régions lui revient essentiellement ainsi qu´a E. MORALES AGACINO.” “... Mais il ne prend pas en compte la faune du Rio de Oro, étudiée alors por MORALES AGACINO qui a publié de 1933 a 1950 de nombreux articles bien documentés sur les Mammifères d´Ifni et du Sahara occidental.”
La Universidad Autónoma de Madrid, en su momento con la concesión del Doctorado “Honoris Causa” y ahora con este Homenaje, ha situado a Morales Agacino al nivel científico que, sin duda, le correspondía. Gracias, por tanto, a la Universidad Autónoma de Madrid por esta labor y, muchas gracias D. Eugenio, por su ejemplo.