Estocolmo, más que una cara bonita

22 abr. 2012 - Suecia. Por Pablo Tanzer. Hacía muchos años, décadas, que soñaba con viajar a Suecia, conocer. Estocolmo y ... La historia cuenta que se ...
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Turismo

Domingo 22 de abril de 2012

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LA NACION/Página 13

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Por Pablo Tanzer

Suecia

di en Zagreb en la hermosa casa de óperas, no tan suntuosa como la de Viena, pero también de la época de los Habsburgos. Me gustaría que escribieras sobre Sarajevo, que me ha quedado en el tintero... GeorgiAnna

Villa La Angostura

Residencias literarias En la isla Martín García también está la casa donde vivió Rubén Darío, un poco descuidada como todo en esa isla, pero vale la pena visitarla. rmalagueno Falta la casa de Manuel Mujica Lainez (El Paraíso) en La Cumbre, Córdoba, digna de la exquisitez literaria de su ex dueño. Además, las historias sobre Manucho que cuentan las guías son

muy interesantes. Luqui1 En Laprida está la casa de Xul Solar, personaje alucinante si los hay. 554Asuan

Historia, cultura y playa en el Adriático Gracias Beatriz. Tengo muy lindos recuerdos de Croacia y su gente; uno muy memorable: una ópera de Ver-

¡NO SE P I E R DA N !

Estocolmo, más que una cara bonita Hacía muchos años, décadas, que soñaba con viajar a Suecia, conocer Estocolmo y otras ciudades, y por fin lo logré hace poco. Decir que esta capital es la más linda de Europa, como dicen los suecos, no parece suficiente. Se trata, como los lectores seguramente lo saben, de una ciudad erigida sobre 14 islas, separadas por canales navegables y unidas por 57 puentes, algunos recorridos por las distintas líneas de... sí, de subterráneos, que no atraviesan esos canales por debajo de su cauce, sino por arriba, proveyendo vistas de inestimable belleza de la bahía. En una de esas islas, una de las más grandes, se encuentra el centro comercial y administrativo de la capital, mientras que una de las menores, cercana a la anterior, alberga la Gamla Stan, la ciudad vieja, donde se inició el asentamiento hace varios siglos. Antes de viajar reuní toda la información posible por Internet, por la embajada sueca en Buenos Aires y por algunas agencias de turismo, a pesar de lo cual me faltaron algunos datos, lo que mejoró mi viaje otorgándole ese ingrediente de aventura que se presenta cuando se desconoce algún aspecto importante.

Llegué al aeropuerto de Arlanda casi a medianoche, con un atraso de más de una hora en el vuelo; tomé el tren a la estación central y de allí el subterráneo hasta la estación que me habían indicado. Cuando salí a la calle no había nadie que conociese la calle del hotel, era cerca de la 1 de la madrugada, pero luego, con ayuda, pude llegar a destino. A la mañana siguiente, por supuesto, descubrí un cartel con indicación del lugar exacto del hotel a unos 50 metros de la boca del tunnelbara (subterráneo). La ciudad vieja está surcada por callecitas angostas, muchas de ellas curvas o con ángulos obtusos entre distintos tramos, con restaurantes y bares que los fines de semana instalan sus mesas en la calle, como muestra la foto, con músicos que tocan en las esquinas y que desparraman una alegría contagiosa. Se ve gente de todas las nacionalidades posibles, tanto europeos como de otros continentes. En la isla central conviven el centro cultural de la capital, con salón público y gratuito de lectura de muchísimos diarios en sus versiones digitales, LA NACION por supuesto incluida; salones de exposiciones comerciales, las ofi-

cinas de los grandes diarios suecos, un mercado al aire libre de comidas típicas de unos 20 países (donde se pueden probar pequeñas muestras de casi todo, como cuadraditos de un centímetro de lado de diferentes pescados, con salsas adecuadas a estómagos resistentes). Visité el museo donde se exhibe el Vasa, famoso barco de guerra construido para la Guerra de los Treinta Años, que navegó, en su día inaugural, 20 minutos para luego hundirse con una vuelta de campana. La historia cuenta que se desarrolló un juicio que duró dos años y que no llegó a definir quiénes habían sido los responsables del naufragio. El juicio se desarrolló en Estocolmo, no en Buenos Aires. Al regreso, me juré a mí mismo que volvería, la próxima vez dedicándole varios días también al sur de la península.

¿Descubrimientos para compartir? ¿Un viaje memorable? Esperamos su foto (en 300 dpi) y relato (alrededor de 3000 caracteres con espacios)

Hola, leí unos comentarios con respecto a Villa La Angostura y quería contarles que acabo de regresar de la Villa y está muy bonita, en plena recuperación. Si bien se ve ceniza por todos lados, se viene recuperando de una forma fantástica; sus flores, sus frutas finas, sus árboles y sus aguas están más transparentes que nunca. Pero debo rescatar la cordialidad de su gente, atenta, agradecida y poniendo el pecho en el difícil momento que les tocó vivir. Me gustaría poder recomendar a quienes tengan la posibilidad que visiten La Angostura sin miedo alguno, ¡no se van a arrepentir! Beto Malvaso

Por María Marta Salvarredy

La Mini Europa de Bruparck Toda ciudad importante tiene su gran atractivo, y el poder examinarlo desde un lugar inusual, como lo es desde la Mini Europa, es verdaderamente una fiesta. Es una composición de diferentes escalas, con maquetas para poder ver 1:25 veces más pequeños los monumentos europeos más populares. El parque se recorre en dos horas y uno queda atónito por las miniaturas: el Big Ben; las torres de Pisa y Eiffel, el Arco de Triunfo, las góndolas de Venecia, la plaza de toros de Sevilla... Está colmado de jardines y mecanismos móviles como barcos, lanchas, molinos, trenes y aviones, e incluso el volcán Vesubio en plena erupción. Este parque de Bruparck, Bruselas, no está tan bien cuidado como el parque holandés de Madurodam, pero tiene como escenario el Atomium: un monumento que representa un átomo de hierro ampliado 165.000 millones de veces. La estructura tiene 102 metros y está formada por 9 esferas de 18 metros de diámetro comunicadas entre sí por tubos con escaleras mecánicas. Lleva en pie 54 años y es tan moderno que parece recién diseñado. Entrar en su interior puede ser bastante tedioso debido a que sólo hay un ascensor, no caben más de 10 perso-

nas y hay demoras de 2 horas, por lo que recomiendo ir con paciencia y no en verano. Arriba hay un restaurante y desde allí se puede divisar el parque de Laeken y gran parte de las afueras de Bruselas. Bajando del Atomium y a

unos 20 minutos a pie se recomienda visitar el monumento a Leopoldo I y los invernaderos reales de Laeken; si tiene la suerte de ir en otoño, caminar sobre un colchón de hojas de arces y liquidámbares será inolvidable.