En un fugaz tour, el escritor chileno Alberto Fuguet

7 jun. 2009 - maletas y el idioma ruso choca con el español de España más el inglés ame- ricano y el italiano. Los turistas en el metro andan con maletas o ...
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Página 12/Sección 5/LA NACION

Turismo

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Domingo 7 de junio de 2009

[ REINO UNIDO ] Literatura y compras

Leyendo Londres en 46 horas En un fugaz tour, el escritor chileno Alberto Fuguet decidió no recorrer la capital inglesa, sino internarse en sus mejores librerías, de Charing Cross a Portobello Por Alberto Fuguet El Mercurio de Santiago

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La calle Charing Cross es como una Broadway de los libros

CORBIS

ACERCA DE LOS QUE LEEN EN EL METRO

LONDRES.– Tengo exactamente 46 horas para estar en Londres. Primera vez que estoy acá y debo/ quiero conocer la ex capital del imperio donde el sol nunca se ponía. Miro a mi alrededor y todo me gusta. Los buses son, en efecto, rojos y de dos pisos. Estoy en la estación terminal de King’s Cross. Me subí a un tren en Cambridge y, poco a poco, éste se fue llenando de hinchas del Arsenal que se bajaron un par de estaciones antes. Para no ser distinto, para no ir en contra de los consejos de los demás, decido ir a mi hotel cerca de Covent Garden en the tube. Me preocupa ser el único con una maleta y se me ocurre que quizá podría molestar al resto de los pasajeros. Error. Este domingo casi todos andan con maletas y el idioma ruso choca con el español de España más el inglés americano y el italiano. Los turistas en el metro andan con maletas o guías de Londres, pequeñas o grandes. Hay muchos turistas en Londres con maletas o guías, o con las dos. El resto de la gente que anda en metro, sean de la raza o la pinta que sean, son ingleses. Para saber quién es londinense no es necesario escucharlos hablar. Es cosa de fijarse: si leen son londinenses. Hay muchos londinenses en esta línea azul llamada Picadilly. Andar en the tube no sólo sirve para enterarse de todo tipo de noticias, desde las tabloidescas de Fleet Street hasta las que creen pertinentes The Financial Times o The Guardian, sino que uno ve, en vivo, de cerca, la lista de los finalistas del Booker Award. Aquí se lee de verdad y se lee todo tipo de libros. En Londres no todo es Crepúsculo. Llego a mi hotel. La ciudad brilla con sol y la gente está sobreexcitada con el clima. De hecho hay una maratón: demasiada gente flaca en shorts invadiéndolo todo. Me quedan 45 horas. Abro un mapa. Dónde ir, qué hacer, cómo conocer Londres en 44 horas y 30 minutos. Me tomo un té y decido optar por lo sano. No conoceré Londres. Lo que haré será leer. Las horas que me quedan me dedicaré a recorrer, conocer, hojear, mirar y oler librerías. Si hay una ciudad ideal para hacerlo, me dicen, es ésta. Veamos.

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:ACERCA DE LA CALLE DE LOS LIBROS

Hace años vi una película más bien clásica, lo que en esa época se llamaba cine de calidad, con Anne Bancroft y Anthony Hopkins: Nunca te vi, siempre te amé. Era la historia del lazo epistolar entre una escritora neoyorquina y un librero londinense desde inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial hasta los años 70, es decir, pre Amazon. La película está basada en el libro autobiográfico de Helen Hanff que, saciando su adicción por primeras ediciones o títulos usados, termina enamorándose de un librero al que nunca conoció. La cinta en inglés se llama 84 Charing Cross Road, que es la dirección de Marks & Co., librería de segunda mano que abastecía a Hanff. Decido ir, primero, a 84 Charing Cross Road. La dirección no existe y la librería, tampoco. Al lado de un restaurante tipo fusión con estética fashion hay una placa redonda de bronce que dice que aquí estaba el número 84 y la librería Marks & Co., inmortalizada en la película del mismo nombre. Ya me cae bien esta ciudad. Charing Cross Road está en pleno barrio turístico, cruza el West End de los teatros y pasa por el SoHo y Chinatown. Parte en Trafalgar donde está The National Portrait Gallery, tiene un par de teatros de primera (uno da Madame de Sade, con dame Judi Dench) y a medida que se acerca a Tottenham Court se colocan más Tercer Mundo/ Globalización Ilegal. Quizá ya no está Marks & Co., pero los libros sobran en Charing Cross, lo que la transforma en una suerte de Broadway literaria. Bookends, en el número 104, sostiene que es la heredera de la librería de Hopkins. No sé si será cierto, pero no está nada mal y cuando uno entra de inmediato se topa con libros que quisiera comprar. Lo bueno de Bookends y de casi todas las librerías usadas a las que entré es que, a pesar de estar en Londres, cobran precios de librería de segunda mano. Una libra, dos, quizá tres. No todos son libros usados, además. Acercándose a Trafalgar hay un callejón peatonal que llega a ser sospechosamente lindo y perfecto llamado Cecil Court, donde las pequeñas librerías tienen el nombre de sus dueños (P. J. Hilton, Peter Ellis, Nigel Williams), y más que libreros se consideran antiquarians y cobran como tales. Todo es mucho más bonito y ordenado, y los libros tienden a ser de tapa dura y en perfecto estado. Algunos incluso están firmados. Los tipos saben lo que tienen y tienen títulos que llegan a conmover.