INFORMACION GENERAL
Miércoles 5 de octubre de 2011
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LA SITUACION SOCIAL s RELEVAMIENTO DE UN TECHO PARA MI PAIS
En 5 años surgieron 90 villas en el GBA Continuación de la Pág. 1, Col. 4 Bolivia. La provincia de Chaco es la que más personas deriva al conurbano, con el 19,5 por ciento de los habitantes de las villas con ese origen. Santiago del Estero, con 16,2 por ciento, y Corrientes, con 15,6 por ciento, completan los lugares de nacimiento más repetidos entre los vecinos de asentamientos precarios. Diferente es el caso de Chubut, Río Negro, Neuquén, San Luis, Mendoza, La Rioja, Catamarca y San Juan, que aportan menos del uno por ciento de los habitantes de las villas de ese sector de la provincia de Buenos Aires. Sin tomar en cuenta el origen de sus habitantes, la mayor cantidad de barrios informales se encuentran en La Matanza, donde 156 villas y asentamientos albergan a 120.236 familias. Los municipios que siguen con mayores problemas de vivienda son los de Quilmes (65 asentamientos y 35.713 familias en malas condiciones sociales), Moreno (49 y 14.210), Pilar (48 y 43.855) y Merlo (42 y 19.965, respectivamente). En Lomas de Zamora hay menos barrios de emergencia, 41, pero con más densidad de población, ya que son habitados por 55.670 familias. En cambio, los partidos con menos
personas en riesgo son Marcos Paz (5 villas y 409 familias), Morón (10 y 802) y Vicente López (7 y 2629). Aunque casi todos los asentamientos del conurbano de la provincia de Buenos Aires se igualan por una circunstancia transversal a los límites municipales: la venta de terrenos.
El acceso a la tierra No cualquiera puede instalarse en un asentamiento. No se trata de ir con las pocas pertenencias que se posea y hacerse de un lugar. Los nuevos deben pagar su cuota de ingreso. Los habitantes del 72,6 por
ciento de las villas aseguraron que se comercializa la tierra de esos barrios marginales. Si no se tiene dinero, tampoco puede conseguirse el techo. En la mayoría de los casos son los propios habitantes del lugar los que imponen el valor de la parcela, mientras que en el 21,8 por ciento de las villas se reconoció que “alguna persona o grupos de personas gestionan la distribución de terrenos en su propio beneficio”. La compra de una porción del suelo es el boleto de ingreso a condiciones de vida con muchas de las necesidades básicas insatisfechas. Si
bien en el 79,4 por ciento de las villas se cuenta con servicio de alumbrado público, el acceso individual a la fuente de energía eléctrica es en su mayor parte irregular. Algunos vecinos tienen el servicio (en 33 por ciento de los asentamientos se instalaron medidores en las viviendas) y muchos más “se cuelgan” de la red. En igual proporción (un poco más del 30 por ciento en cada caso), en las villas se accede al agua potable por medio de la red pública y de la perforación de pozos. En otro 40 por ciento se depende del reparto de agua
o bien de instalaciones clandestinas. Para cocinar, en el mejor de los casos se depende de garrafas. Sin embargo, el problema más urgente que exhiben los habitantes de las villas es la urbanización de sus calles internas. Ese reclamo quizá diferencia a esos vecinos de otros que habitan en el conurbano. Pero los dos riesgos inmediatos que más demandan la atención en los asentamientos son comunes al resto de los bonaerenses: la inseguridad y las drogas. Tras analizar el escenario determinado por el informe, Agustín
Una ONG con miles de jóvenes voluntarios Un Techo para mi País es una organización no gubernamental que actúa con 420.000 voluntarios de 19 países americanos. Fue creada en Chile, en 1997, y en la Argentina cuenta con 36.000 jóvenes profesionales que colaboran en las campañas de esa entidad, dedicada a ayudar a personas en situación de riesgo habitacional. En la Argentina, este grupo de voluntarios trabaja especialmente en
las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Neuquén, Misiones y Salta. En su presentación social Un Techo para mi País informa que en los últimos años logró construir 51 barrios para personas humildes. Hasta el momento, con recursos que en muchas ocasiones son generados por colectas, fueron edificadas unas 3100 casas en las zonas donde tiene actividad esta ONG. En Buenos Aires fueron habilita-
das construcciones en los partidos de La Matanza, Malvinas Argentinas, Zárate, Escobar, Pilar, San Miguel y La Plata. La mayoría de los voluntarios son jóvenes profesionales o cursantes de carreras de grado que esperan aportar su esfuerzo en una misión solidaria. “Gracias a esta experiencia, estos estudiantes universitarios, que serán los líderes de empresas y organiza-
ciones del mañana, tendrán en un futuro una especial conciencia y responsabilidad social”, es la definición con la que se presenta Un Techo para mi País. La organización social trabaja en la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
Alcorta, director social de Un Techo para mi País, señaló: “Más de dos millones de personas viven en villas del Gran Buenos Aires. Ahora sabemos cuántas familias son, dónde están y de que forma viven, ya no hay lugar para excusas. Hay que hacer algo, nosotros y los gobiernos. Ese es nuestro desafío”. La presentación del informe se realizó ayer en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Luego de las palabras de Alcorta, otro de los oradores coincidió con la necesidad de dar respuestas a los interrogantes sociales que plantean los datos del documento de un Techo para mi País. Bernardo Kosacoff, economista, miembro de la Cepal y profesor de la facultad anfitriona del encuentro, reseñó la importancia del relevamiento efectuado en las villas bonaerenses. “Se ven las contradicciones de la sociedad. Por un lado, se cree que la existencia de áreas marginales significan delitos, violencia y caldo de cultivo para el narcotráfico. Pero al mismo tiempo incluyen a uno de los activos más importantes que tiene la Argentina: los jóvenes. El reto es capacitarlos porque eso es lo que al final diferencia a un país desarrollado de uno subdesarrollado”, expresó Kosacoff.
El 6% de la población porteña se congrega en 30 asentamientos En los de Retiro, más del 50% de los habitantes son extranjeros; las villas sólo crecen en altura LAURA ROCHA LA NACION
FABIAN MARELLI
Edelina Aguilera (en el centro de la imagen) prepara la comida frente a su precaria casilla, en el predio usurpado al frigorífico Finexcor
Pese a las promesas, 600 familias siguen tomando un frigorífico en Quilmes La municipalidad insiste en que comprará las tierras; los ocupantes se niegan a levantar sus casillas JESUS A. CORNEJO CORRESPONSALIA LA PLATA LA PLATA.– Edelina Aguilera cruza la lámina de sombra que proyecta su casilla de madera, se seca las manos en una vieja toalla que utiliza como delantal y comienza el ritual diario para preparar la cena. “No me gusta que me digan ocupa. Pero… ¡soy una ocupa! La verdad es que sé que está mal lo que hice, pero no me quedaba otra y, cuando me enteré de que estaban tomando estos terrenos, me vine corriendo”, dice. La familia Aguilera es una de las primeras que se radicaron en el predio tomado al frigorífico Finexcor, situado sobre la avenida Montevideo al 1700, en Quilmes. Son 10 hectáreas, que, en diciembre pasado, fueron usurpadas por unas 600 familias. Por entonces, se pensó que la toma de ese terreno privado iba a ser momentánea. Ahora, el predio se ha transformado en un asentamiento en pleno crecimiento, donde se mezclan casas de material de hasta dos pisos con casillas de madera y habitaciones precarias construidas con cartones y partes de cajones de manzanas.
“No quiero que me regalen nada. Quiero pagar por este terreno. De una manera que podamos cumplir… Tal vez en cuotas. No sé. La verdad es que mucha ayuda nunca nos dieron. El gobierno bonaerense la única vez que apareció fue cuando se inundó todo. Ahí nos entregaron dos colchones y una frazada”, dice Aguilera. Su vecino Javier Ramírez trabaja de seguridad privado en un banco. Cuando habla del tema desliza su vergüenza por haber tomado un terreno del frigorífico Finexcor. Aunque no se arrepiente. Y asegura que, tras la usurpación del predio, toda la zona experimentó un gran crecimiento. “Hace 33 años que vivo en el barrio, desde que nací. El predio vacío contribuía a la inseguridad. Muchas veces sirvió para que se ocultaran delincuentes o para violaciones. Ahora, con la llegada de nuevas familias, se ha llenado de quioscos y almacenes que hacen progresar a la zona”, dice Ramírez. Desde el municipio de Quilmes se anunció que estos terrenos iban a ser comprados al frigorífico, con parte de una deuda que la empresa mantiene con la comuna y que,
luego, se iba a urbanizar la zona. “El intendente Francisco Gutiérrez vino hace unos meses y anunció que se iba a lanzar un plan de vivienda para construir casas. No sé cómo lo hará, ya que la zona está completa y las familias se niegan a tirar las casas que tanto esfuerzo le costó levantar”, dice Sandra Román. Consultado por LA NACION el director general de Tierras de Quilmes, Rafael Lopardo, asegura que las tierras de ese predio están casi adquiridas. “En el frigorífico Finexcor nos dijeron que están por presentar la quiebra. Nuestra idea es poder absorber parte de esa quiebra y quedarnos con el predio. De todas maneras, hay que comenzar a nivelar los terrenos y planificar la apertura de calles para urbanizar la zona.”
Conflicto judicial Al igual que Aguilera, Ramírez o Román, otras tantas familias usurparon, en diciembre pasado, terrenos de otra empresa. Se trata de seis hectáreas del Frigorífico Penta, donde también ahora se levantan casas de ladrillos que se mezclan con casillas de chapa y madera.
Este asentamiento, ubicado sobre la calle Lamadrid (a diez cuadras de los terrenos usurpados de Finexcor) es el centro de una puja judicial que incluye a usurpadores y a la municipalidad de Quilmes, por un lado, y al propietario, por otro. “Cuando nos tomaron nuestros terrenos, explicamos que ése era un espacio que forma parte de los procesos productivos que se realizan en el frigorífico. Pero, pese a los pedidos al municipio, no nos escucharon y dejaron que continuaran la construcción de casillas y viviendas precarias. En un primer momento hasta se barajó la posibilidad de mudar parte de esas instalaciones a un lugar donde se pudiera completar el proceso con desechos, pero quedó en la nada”, explica el presidente del Frigorífico Penta, Juan Carlos Delaney. Y agrega que, a partir de entonces, el tema se debatió en la Justicia y ahora está en la Cámara de Casación. “La Justicia ya decidió sobre la cuestión de fondo. Y ordenó que desalojaran las tierras, pero el intendente se opone. Por eso, se tendrá que seguir con el litigio judicial”, concluye Delaney.
Las villas y asentamientos de la Capital se concentran en cuatro de las 15 comunas en las que está dividido el distrito: las dos que conforman la zona sur (la 4 y la 8), la 7 (Flores y Parque Chacabuco) y la 1, que agrupa los barrios de Constitución, Monserrat, Puerto Madero, Retiro, San Nicolás y San Telmo. Así lo indican las cifras que arrojó el censo 2010, realizado el 27 de octubre pasado. Según ese relevamiento, el peso de la población de las villas 31 y 31 bis y de la villa Rodrigo Bueno representa el 14,3 por ciento respecto de esta última comuna, en la que viven 197.226 personas. Aunque en Villa Lugano, Villa Riachuelo y Villa Soldati (la comuna 8) alcanzan el mayor porcentaje respecto de su población. Los guarismos indican que las personas que residen en villas representan 32,9% de las 184.703 personas que habitan en esa jurisdicción. En segundo lugar están Barracas, La Boca, Nueva Pompeya y Parque Patricios, donde el 16,3% de sus habitantes vive en villas. Estos son los datos del censo 2010 difundidos por la Dirección General de Estadística y Censos porteña. Respecto de la población total del distrito, las villas y asentamientos representan casi el 6 por ciento de los 2.890.151 habitantes. El número de extranjeros no fue detallado aún en la última entrega de datos oficiales. Sólo se supo que 381.778 nacieron en otros países. Es decir, el 13% de la población. Sin embargo, el peso de la población extranjera en los asentamientos precarios se presume mayor. Por caso, en las villas 31 y 31 bis, según un censo realizado en 2009, el 50,6% de las 26.270 personas que viven en esa zona de Retiro nacieron en otros países. El grupo más numeroso es el conformado por los ciudadanos paraguayos, que representan el 23,9% de los habitantes, seguidos por los bolivianos
(16,6%) y los peruanos (9,8%). El resto de los habitantes nacieron en la ciudad de Buenos Aires (29,6%); en la provincia de Buenos Aires (4,6%), y en otros distritos, el 14,7 por ciento. “La ciudad de Buenos Aires no crece salvo por los movimientos de población. Lo único que crece son las villas. Volvimos al volumen del año 1989”, indicó Victoria Mazzeo, jefa del Departamento de Análisis Demográfico de la repartición porteña. Mazzeo se refiere al volumen de crecimiento de la población en villas y asentamientos. Entre 1976 y 1980 esa población disminuyó 84,1 por ciento por las erradicaciones masivas que realizó la dictadura militar. En 1980 la población residente en lugares carecientes ascendía a 34.068 personas. Según el censo, en 1991 las personas que vivían en villas habían aumentado 54,4%, sumaban 52.608. La siguiente década el crecimiento fue mayor, del 104,2 por ciento. Para 2001, 107.422 personas residían en asentamientos, mientras que el año pasado se censaron 163.587 personas, es decir, 52,3% más que 2001. A pesar del aumento de población de las villas la superficie que ocupan no creció sustancialmente. En 1962 ocupaban 146,5 hectáreas; en 1980, 246,5 ha; en 2001 292,7 ha, y en 2010, 259,9 ha. “En los últimos 30 años no creció en superficie sino que crecieron en altura. No hay más terrenos, salvo cuando se hace una ocupación ilegal al costado de las vías del ferrocarril, por ejemplo”, indicó Nora Zuloaga, subdirectora general de Estadística Sociodemográfica. Curiosamente, el número de villas y asentamientos se mantiene igual que en 1962. En aquel entonces eran 30, al igual que las que se registraron en el último censo. Sin embargo, no son las mismas. Varias han desaparecido, como las villas 7, 8, 9, 10 y 12, entre otras por regularizaciones dominiales. Mientras que han aparecido nuevas, como Los Piletones, Calacita, Rodrigo Bueno, Agustín Magaldi o Los Pinos.
“Una profunda transformación del país” En mayo de este año, la presidenta Cristina Kirchner ponderó, en un homenaje al padre Carlos Mugica, el crecimiento de la villa 31 de Retiro. “La transformación que ha experimentado este espacio, que se traduce en ladrillos, en construcción de mampostería, en chapas, implica y expresa la profunda transformación que ha tenido el país en estos años”, dijo. La Presidenta contó que cuando pasaba por allí hace 15 años sólo veía unas pocas casas. “Pasaba todas las semanas por este lugar y esto era un conjunto apenas de cartones y de chapas, de aglomerados”, relató desde la puerta de la capilla Cristo Obrero, construida por el padre asesinado.