Enfoques
Domingo 21 de septiembre de 2008
LA NACION/Sección 6/Página 5
La Rusia de Putin, otra vez entre las grandes potencias
[ EL MUNDO ] El regreso de Rusia como gran potencia y su reclamo de una zona de seguridad que, a su entender, le había sido arrebatada por Occidente, parecen confirmar que la era del unilateralismo terminó. Queda por ver si Moscú podrá evitar la tentación nacionalista y el autoritarismo mesiánico del pasado
Por Carlos Fuentes
La tercera Roma RUSIA, AYER Y HOY FOTOS, AP
oscú es la Tercera Roma. Y no habrá una cuarta”. Esta famosa declaración, escrita en 1511 por el monje Filoteo al zar Basilio III, habla de dos Romas anteriores: la imperial e italiana, la primera Roma, y la oriental e imperial Constantinopla, la segunda. Moscú sería la heredera de esta tradición de imperio “y no habrá una cuarta Roma”. La antigua convicción de que Moscú es la Tercera Roma es una constante de la historia rusa y la contrapone a la tendencia occidental de la misma historia. Pedro el Grande fundó Petrogrado (San Petersburgo, Leningrado) como una ciudad italiana del Norte de Europa. Catalina La Grande trató de imponer una arquitectura neoclásica al país de las cúpulas bizantinas. La emperatriz se llamó a sí misma “La Semíramis” del Norte y a su capital, “Palmira”. Que estas tendencias “occidentales” de la vieja Rusia chocaran con la posición “eslavista” que veía en Rusia un mundo aparte del Occidente, la reserva del mundo eslavo frente al resto de Europa, no es sino una manifestación aguda del secular conflicto ruso: ¿dónde termina Europa y empieza Rusia? ¿Es Rusia parte de Europa o aparte de Europa? La respuesta a esta pregunta ha enriquecido la literatura y promovido el debate. De Dostoievki a
M
Zolyenitzin, Rusia es presentada como algo aparte, “La Tercera Roma”, el país del dolor que se transforma en salvación, la nación portadora de la salud del alma. Sólo que, al mismo tiempo, Rusia se abre a la influencia de la filosofía alemana de Hegel (la historia culmina en el Estado) y de Marx (la historia culmina en la revolución internacional de la clase trabajadora). El estado soviético se afirma y se debate entre el internacionalismo marxista y el nacionalismo eslavista. La Internacional Comunista expresa a aquél; el socialismo en una sola nación, a éste. Stalin trató de ser a la vez internacionalista y nacionalista. Al cabo, optó por la dictadura personal para resolver las oposiciones. Los partidos comunistas de Occidente conocen auge y decadencia (Francia, Italia). Los de Oriente establecen dictaduras “proletarias” (China, Corea, Vietnam). Pero, al cabo, se transforman en sistemas de capitalismo autoritario, en tanto que en el Occidente el comunismo se funde en una izquierda muy cercana a la socialdemocracia. ¿Y Rusia? La caída del rígido sistema posestalinista dio lugar a una peculiar y muy difícil transición encabezada por Mikhail Gorbachov. En una extraordinaria entrevista concedida a El País, Gorbachov habla de acuerdos de transición con Occidente
que Occidente no cumplió. La promesa norteamericana a Gorbachov de que la OTAN no se expandiría hacia el Este si Rusia apoyaba la unificación de Alemania ha sido violada. La debilidad (y frivolidad) del gobierno de Yeltsin permitió que Rusia fuese parcialmente desmembrada y que
con armas proporcionadas por los Estados Unidos. La respuesta de Putin desenmascara esta acción y permite a Rusia restablecer su zona de vigilancia en el Cáucaso. La respuesta occidental es tibia. McCain primero pedía una “liga de democracias” contra la Rusia de Putin.
ha regresado como gran potencia al escenario internacional y reclama una zona de seguridad que, a su entender, le había sido arrebatada por los Estados Unidos y sus socios europeos. Moscú alega que su intervención en Georgia es comparable a la intervención occidental en Kosovo. Pero esto no explica ni excusa la sangrienta intervención rusa en Chechenia. ¿Autonomía de las antiguas repúblicas soviéticas o sometimiento a Moscú, la Tercera Roma? Este es el dilema que limita, al cabo, la novedosa política de fuerza del zar Putin y lo obliga, a la larga, a hacer un acomodo político tanto con Europa como con los Estados Unidos de la era post Bush. Al cabo, Europa depende de la exportación de petróleo y gas rusos, y Rusia depende de que se lo compren.
Nuevo orden En Georgia, Rusia marcó límites al avance de Occidente
el Occidente se instalara, con todo y misiles, en la antigua esfera de influencia soviética. Gorbachov no anda con rodeos para decir que el gobernante georgiano, Shaakashvili, no se hubiera movido si el gobierno norteamericano no sólo lo autoriza, sino que lo empuja, a invadir Osetia del Sur
Después del conflicto del Cáucaso, se limita a pedir “oraciones”. Obama, con tibieza también, se hace eco, y Bush, origen del conflicto, menea un tímido dedo para decir que “Rusia no puede salirse con la suya”. ¿Cómo que no? Lo hizo y no existe, hoy, poder que se lo impida. La razón de Putin es clara y es histórica: Rusia
En medio de estos intereses, a la vez complementarios y opuestos, Gorbachov propone la creación de un Consejo de Seguridad Europea. Que Europa resuelva en la medida de sus fuerzas los problemas de Europa. Que los EE.UU. no demoren la agenda. “Reconocemos el poder de los Estados Unidos, pero no su liderazgo”, dice Gorbachov. “No tenemos por qué seguir las instrucciones norteamericanas”. Las palabras del padre del glasnost y de la perestroika confirman
la nueva realidad internacional que una y otra vez he evocado en estos artículos. El unilateralismo ha terminado. Condoleezza Rice, que hace siete años declaraba que los Estados Unidos no necesitaban amigos y se bastaban a sí mismos, hoy debe hacerle la corte a tiranos tan desagradables como Muammar Khadafy y reconocer, disfrazándolo para ingenuos, el fracaso de la absurda e innecesaria guerra de Irak. ¿Puede el próximo presidente de los EE.UU. devolverle a Washington un papel de fuerza constructiva y asociada al orden internacional –el legado de Roosevelt y Truman? ¿Y puede Rusia encaminar su transición a un orden de libertades democráticas y alejada del autoritarismo mesiánico y nacionalista de la Tercera Roma? Bush el ingenuo dijo que un día miró a los ojos de Putin y vio el alma del ruso. Putin debió reír. Para él, Rusia no tiene alma. Tiene intereses. Lo mismo dijo Foster Dulles de los Estados Unidos después de la invasión de Guatemala. Quienes leemos la historia a través de las culturas, mantenemos la fe en el alma de los EE.UU. –Melville, Dickinson, Faulkner– y en el alma de Rusia –Pushkin, Dostoievski, Pasternak–. Esta es la Roma de la cultura y nos pertenece a todos. © LA NACION
[ CHILE ]
El suicidio más discutido Un informe oficial dado a conocer por primera vez desestima las versiones sobre el asesinato de Salvador Allende. Realizado a pedido de la junta de Gobierno, el documento confirma que se trató de un suicidio, pese a muchos intentos de silenciar la verdad Por Paula Afani En vísperas del último 11 de septiembre surgieron versiones por parte del tanatólogo Luis Ravanal, que pusieron en duda el suicidio del ex Presidente Salvador Allende y que apuntaban a que en los informes sobre su deceso habría evidencias de heridas de bala causadas por dos armas distintas. La información fue rápidamente desvirtuada por su hija, la diputada socialista Isabel Allende, quien afirmó que “no hubo ningún militar que subiera hasta el segundo piso en el momento de la muerte del Presidente, no hay por dónde sustentar aquello y, es más, sería tan grave como desconocer la palabra de aquellos que estuvieron al final con él”. En efecto, además de la versión del único testigo confeso del suicidio, el doctor Patricio Gijón, miembro del equipo médico del Presidente, quien se encontraba en La Moneda precisamente en el momento en que se produjo el suicidio, existe un informe pericial que la Junta de Gobierno pidió realizar a un equipo de expertos de la Policía de Investigaciones de Chile y que consta en el acta de defunción de Allende. El informe, jamás conocido por la opinión pública hasta ahora, y al que El Mercurio tuvo acceso en forma exclusiva, fue elaborado por el médico legista Tomás Tobar, quien hace una descripción detallada de las lesiones. En el informe Nº 2782 se señala que la muestra de piel de la palma de la mano iz-
quierda arrojó como resultado la presencia de carbón “en pequeña cantidad” y negativa la presencia de nitratos. En tanto, el informe Nº 2783, que analiza la presencia de la pólvora en la muestra del “orificio de entrada de bala en la región submentoniana”, arrojó como resultado la presencia en la piel de “carbón en regular cantidad” y negativo la de nitratos, pero señala que “se observan fibras textiles (negras y rojas)”. En la lengua dice que se observa “carbón en regular cantidad” e indicios de nitratos. En el análisis de la “esquirla ósea base cráneo” se observa “carbón en pequeña cantidad”, indicios de nitratos y la presencia de “dos fibras textiles rojas”. El informe concluye que “los antecedentes previos indican técnicamente que, primero, el disparo suicida hecho desde la barbilla con ametralladora provocó una destrucción parcial del cráneo y muerte inmediata, y, segundo, que los análisis de la piel de las manos y barbilla demuestran la existencia de pólvora, provocada por el uso del arma”. Sobre los peritajes efectuados, en el informe se indica que “el estudio realizado por don Jorge Quiroga Mardones, ingeniero jefe de la Sección Balística; Carlos Davidson Letelier, perito balístico; Luis Raúl Cavada Ebel, jefe del Laboratorio de la Policía Técnica; y Jorge Almazábal Mardones, perito balístico, indicó”, primero, que “la muerte del señor Allende Gossens se produjo como consecuencia de una herida a bala que tiene su entrada
El Palacio de la Moneda, el día del golpe militar liderado por Pinochet ARCHIVO
en la región mentoniana y su salida en la región parietal izquierda. No se descarta la posibilidad de que se trate de dos trayectorias correspondientes a dos disparos de rápida sucesión”. Y segundo, que “el hecho acaecido, por las condiciones de la herida de entrada, de la trayectoria interna, herida de salida y otros antecedentes, obtenidos en el sitio del suceso (manchas en las manos, posición del cuerpo y del arma, etc.) tiene característica
de suicidio. En consecuencia, se descarta la posibilidad de homicidio”. En otra parte del informe, se incluye la declaración de uno de los testigos del suicidio de Allende, el doctor Gijón, quien señala que “cuando íbamos bajando para la puerta de Morandé 80, con la intención de rendirnos, de acuerdo con lo ordenado por el propio Salvador Allende, recordé que había dejado mi máscara de gases y volví a buscarla. En ese
momento, vi como el Dr. Allende se sentaba en un mueble de felpa roja y, apoyándose su metralleta en la barbilla, la disparaba, reventándose la bóveda craneana”. El doctor Gijón fue detenido el 11 de septiembre de 1973 en el Palacio de la Moneda, cuando se encontraba a un costado del cuerpo. Desde un inicio, contó su versión, lo cual le significó incomprensiones de parte de sus compañeros. 30 años después, otros que estuvieron allí admitieron haber sido testigos del suicidio y haber callado. Gijón fue llevado como prisionero a la isla Dawson, donde permaneció hasta diciembre de ese año. Recién en 1984, en una entrevista periodística, el médico declaró que se había devuelto a buscar la máscara de gases porque quería llevarle un recuerdo a su hijo. “El hecho acaecido, por las condiciones de la herida de entrada, de la trayectoria interna, herida de salida y otros antecedentes, obtenidos en el sitio del suceso (manchas en las manos, posición del cuerpo y del arma, etc.) tiene característica de suicidio. En consecuencia, se descarta la posibilidad de homicidio”, concluyen los expertos. El informe concluye que “los antecedentes previos indican técnicamente que, primero, el disparo suicida hecho desde la barbilla con ametralladora provocó una destrucción parcial del cráneo y muerte inmediata”. © LA NACION y El Mercurio