El servicio social de comunidad

ción, de su historia, de sus costumbres, de su ambiente, de su cultura... A) Comunidad .... tación para poder estudiar e intervenir en la comunidad a través del S. S. .... talaciones, y al mismo tiempo enseñar a la población y a las instituciones.
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CENTRO

DE

ESTUDIOS

DE

SOCIOLOGIA

Documentación

C A R A C T E R IS T IC A S

DE

LA

C O M U N ID A D



COM O,

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Q U IE N

P U E D E P R A C T IC A R S E

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F O R M A C IO N Y C U A L ID A D E S D E L A . S. D E C O M U N ID A D

LA S U P E R V IS IO N

APLICADA

(CESA)

Social

El servicio social de comunidad

B IB L IO G R A F IA

sccctlliv SOCIAL

DE CARITAS ESPAÑOLA cursifl samo Domingo, 5 , 1 ." 0 M A D R ID -13 Septiem bp-Diciembre 1961

La doctora Arma G ianbruno es Directora Social del Plan del Mezzogiorno italiano, plan en el que, por vez primera en Italia, se han tenido en cuenta los presupues­ tos sociales humanos de los habitantes y se ha pedido la colaboración de técnicos especialistas en servicio social para asumir la responsabilidad en estos aspectos. La eminente labor realizada en este campo, unida a sus cua­ lidades humanas, motivaron que fuera requerida para dirigir ios servicios sociales de dicho Plan. La doctora Carm en Pagani es supervisora central del Ente Gestione Servizio Sociale, y posee una gran expe­ riencia como profesora en la Escuela Superior de S. S. Las autoras se reservan la propiedad intelectual de esta obra.

NOTA: Esta colección de monografías está preparada por la Secre­ taria del CENTRO DE ESTUDIOS DE SOCIOLOGIA APLICADA y nene como finalidad facilitar una serie de trabajos monoar/*icos que versen sobre temas de acción social. Interesa, pues, a todos aquellos trabajadores sociales, tales como Asistentes Sociales, Directores de Instituciones benéficas y asistenciales, Colegiosa Párrocos. Consiliarios de Acción Catód­ ica, etc. El Consejo de Redacción solicita, para cada tema concreto. la colaboración de aquellos especialistas que han trabajado en la práctica y conocen a fondo cada uno de los temas, presen tándonoslos a través de una visión social y cristiana. A todos, pues, será sumamente útil poseer un cierto númer de fórmulas prácticas, en vistas a lo que debe constituir una acción social propia para los hombres de Iglesia.

El servicio social de

com unidad Texto de las lecciones pronunciadas por las Dras. Gianbruno y Pagani en el Seminario de Estudios sobre Trabajo Social de Comunidad, celebrado en Barcelona, bajo los auspicios de la Confederación de Escuelas de la Iglesia de Servicio Social y los Servicios Técnicos de las Naciones

Unidas.

Sumario Págs. P r e s e n t a c ió n ............................................................................................................

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Cap.

7 8 9

Cap.

Cap.

I. La Comunidad, por Dra. Gianbruno........................ Concepto de comunidad. Tipos de comunidad. II.

íll.

Límites y cometido del S. S. en los problemas de la comunidad, por la Dra. C. Pagan!................................. — Resultados que se obtienen. — Algunas necesidades que se pueden afrontar. — El foco que motiva la intervención profesional. — Condiciones necesarias de esta intervención. — Aplicación metodológica del proceso del S. S. de C.

13 13 18 19 20 21

El S. S. de C. dentro del Servicio Social, por doctora Gianbruno...................................................................... 1. Significado y finalidad. 2. Evolución de la profesión. 3. Los factores sociales. 4. El trabajo social de comunidad. 5. El trabajo del A. S. de C.

23 23 24 25 26 28

Cap.

IV. El S. S. de C. y las ciencias auxiliares, por la Dra. C. Pagan!............................................................................. 29 t. Relación entre el S. S. de C. y las ciencias del hombre y de la sociedad. 29 2. Posición del A. S. respecto a los expertos de otras disciplinas. 30 3. Contribución que el A. S. pide a otrosexpertos. 31 4. Puntos de contacto entre la actitud del A. S. y la de los otros expertos. 34

Cap.

V. Cómo conocer la comunidad, por la Dra. A. Gianbruno — Identificación de las necesidades de la C. — Punción del S. S. de C.

Cap.

VI. Diferencias y analogías con los otros métodos del 5. S., por la Dra. C. Pagani........................................ 1. Semejanzas y diferencias entre el S. S. indivi­ dual, el de grupo y el de comunidad. 2. Algunos puntos de vista particulares del de co­ munidad. 3. El uso de la investigación y de la administración. 4. Relación entre S. S. de C. y acción social.

35 35 37 39 39 40 42 43

Págs.

C ap .

VII. Principios del S. S. de C., por la Dra. Gianbruno ... 1. Respeto a la persona humana. 2. A las características individuales. 3. A la autodeterminación. 4. Colaboración con otros expertos. 5. El secreto profesional. 6. Aceptación mutua entre A. S.-cliente. 7. Capacidad para el trabajo.

C ap . VIII.

Cap.

Cap.

Cap.

El proceso del S. S. de C., por la Dra. Gianbruno ... A) Objeto del S. S. de C. B) Elementos con los que opera. C) Posición del S. £>. de C. frente a estos elementos. D) Clases de problemas que puede hallar el tra­ bajador social en el servicio de la comunidad. E) Proceso del trabajo. F) Plan de trabajo. G) La documentación. H) Evaluación de la propia labor.

IX. El diagnóstico y la planificación, por Dra. Pagani. I. El diagnóstico. Hacia quién se dirige la aten­ ción del A. S. — Puntos de referencia. — Am­ plitud y profundidad. :— Quién puede colabo­ rar. — Cómo se prepara. — Formulación del diagnóstico. II. La planificación. • — Qué es. — Relaciones con el diagnóstico. — Algunos instrumentos utiliza­ dos, — Actividades capaces de ser planificadas. X.

Preparación de los A. S. de C., por Dra. Gianbruno. — La preparación básica. — Plan de Estudios. — La selección de alumnos. — Valor de los distin­ tos métodos en la formación: las prácticas; la evaluación del trabajo; la documentación.

XI. La 1. 2. 3.

45 45 46 46 47 48 48 49 51 51 52 52 53 54 56 57 58 59

60 68 77

Supervisión, por la Dra. C. Pagani ....................... Conceptos fundamentales. Funciones del supervisor. Aspectos de la supervisión en el S. S. de C.

83 83 84 85

B ib l io g r a f ía ......................................................................................................

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Presentación En un momento en Que él mundo revela un creciente interés por el desarrollo del espíritu comunitario como único camino para conseguir resolver algunos de los problemas que afectan a la humanidad, la evidente necesidad en que nos hallamos de contar con unas bases técnicas para iniciar en nuestro país el Servicio Social de Comunidad nos ha movido a publicar los textos de las lecciones que dos ilustres expertas las doctoras Anna Gianbruno y Carmen Pagani, dieron en el Pri­ mer Seminario, sobre Trabajo Social de Comunidad celebrado en Barcelona el verano de 1961, invitadas por la Confederación de Escuelas de la Iglesia de Servicio Social en conexión con los Servicios Técnicos de la O.N.U. Si bien es cierto que son innumerables los esfuerzos de tipo comunitario que se han venido realizando en España desde antiguo, la verdad es que todo se ha hecho sin técnica alauna, únicamente a base de un excelente deseo y una entrega admi­ rable. Puede decirse que la primera aplicación de estas técnicas reside en la promoción de Centros Sociales emprendida por la Sección Social de Cáritas Española el año 1958. El éxito obtenido en esta promoción, precisamente, fué lo que hizo caer en la cuenta de la necesidad imperativa de dis­ poner de unos principios técnicos sólidos, que garantizasen la eficacia de la promoción comunitaria desarrollada por medio de ellos. Hasta ahora la mayoría han sido promovidos por lide­ res locales cuya única preparación era una disposición natural, un gran entusiasmo y buena fe y urna gran intuición de lo que debe ser él trabajo con una comunidad, y que se han dedi­ cado a mover a los habitantes de sectores concretos a lanzarse a una serie de realizaciones en común, teniendo como objetivo el bienestar de todos. Y si los resultados asi conseguidos han sido excelentes, cabe pensar en lo que se lograría de poner a contribución las técnicas apropiadas de desarrollo de comu­ nidades. El campo que se ofrece en este aspecto está aún sin roturar V es muy vasto: los suburbios de las grandes ciudades indus­ triales, en los que se ha ido acumulando, en breve tiempo, una

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masa ingente de población que no ha conseguido integrarse a ¿a vida total ciudadana; la pobreza de las zonas rurales sub­ desarrolladas,, faltas de servicios sociales; los poblados de re­ ciente creación fruto de los planes de revalorización provincia­ les; los nuevos grupos de viviendas establecidos como amplia­ ción de las grandes ciudades; las zonas en proceso de desarrollo o de industrialización. etc., es decir, en todos aquellos casos en que falta una verdadera cohesión entre los habitantes o el sen­ tido de constituir una comunidad cristiana. Todo ello nos impele a fijar la atención en las técnicas que son necesarias en tales realizaciones si queremos enfocar con una visión amplia y realista el futuro de estas comunidades. La vida de una comunidad no puede desenvolverse con ampli­ tud si no cuenta con una serie de elementos que sólo el tiempo puede facilitar. Nos hallamos ahora ante comunidades creadas artificialmente, en las que hay que substituir la experiencia y la solera que dan los años, con una técnica. Esta técnica es delicada y difícil y debe ser aplicada con precisión, pero con delicadeza. El Servicio Social de Comunidad, fruto de la expe­ riencia de centenares de trabajadores sociales que en todo el mundo han trabajado con comunidades, ha llegado a crear unas técnicas depuradas, capaces de lograr esta promoción, sin me­ noscabo de la dignidad humana y con el respeto que debe me­ recer siempre la libertad de los individuos y, por tanto, de las comunidades. Dado el desconocimiento de estas nuevas técnicas en nues­ tro país, solicitamos la colaboración de dos expertas italianas, la doctora Anna Gianbruno, cuya experiencia como Directora Social del Plan del Mezzogiorno italiano había de ser de inapre­ ciable valor para nosotros, y la doctora Carmen Pagani, Supervisora central del Ente Gestione Servizio Sociale, persona com­ petentísima en el campo de la enseñanza, y de una vasta expe­ riencia en estas materias. El éxito obtenido nos convenció del acierto de nuestra elección. El profundo sentido pedagógico, la orientación práctica y el alto nivel intelectual en que se des­ arrollaron las lecciones, unidos a la falta de material de este tipo sobre el trabajo social de comunidad, aconsejaron su pu­ blicación. Tenemos la esperanza de poder ofrecer a nuestros lectores, interesados en todo lo que suponga un elemento que favorezca el desarrollo de una acción social concreta, un material de in­ discutible valor. Desde aquí queremos hacer constar nuestro sincero agrade­ cimiento a las doctoras Gianbruno y Pagani por su labor do­ cente y por la amabilidad que han tenido de corregir y ampliar sus respectivas intervenciones, y a la Escuela Católica de En­ señanza Social de Barcelona por su colaboración al cuidar de la transcripción de las mismas.

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I

La Comunidad Dra. ANNA GIANBRUNO

I. Introducción El desarrollo social produce ditorsiones en la comunidad,

El desarrollo social y económico que caracteriza a nuestra época produce y suscita movimientos y mutaciones de notable dimensión en el seno de la comunidad.

En una determinada comunidad, estos cambios pueden ser útiles o perjudiciales según si están o no orientados hacia objetivos precisos y proporcionados a los recursos o a las fuerzas de la comunidad. Es, por tanto, necesario que en este proceso la comunidad sea cons­ ciente y responsable de sus propias limitaciones, que sepa valorar sus fuerzas positivas, sus deficiencias y que sepa discriminar y utilizar los procesos, las ayudas y los recursos que necesita para desarrollarse amplia­ mente. De hecho, los procesos de evolución basados en estructuras pasivas o inadecuadas y en tradiciones rígidas o esquemas culturales excesivamen­ te heterogéneos, pueden resolverse en un sentido negativo para la co­ munidad. En consecuencia, es indispensable que el elemento humano que cons­ tituye la comunidad sea ayudado y puesto en condiciones de adecuarse a los procesos de desarrollo y se convierta en promotor del desenvolvi­ miento armónico de toda la comunidad.

que ei

s. s.

Es por la importancia que el servicio social concede a la persona humana que esta profesión está llamada a prestar una contribución especial en el cuadro de activi­ dades encaminadas a conseguir el bienestar de la comunidad. pretende subsanar.

En estos últimos años, el servicio social ha venido, poco a poco, ampliando su radio de acción hasta lograr que se considere indispensable su colaboración para instaurar una relación eficaz entre las personas, las estructuras sociales y asistenciales y para lograr una colaboración directa, dirigida a la mejora de las mismas instituciones asistenciales y de los servicios correspondientes. 7

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Con frecuencia se observa que los recursos y las instituciones asistenciales, educativas, sociales y culturales requieren la ayuda del servicio social para acompasar sus prestaciones respectivas a las necesidades rea­ les de la comunidad y para llevar a término su política asistencial, dentro del cuadro de los servicios ofrecidos a la comunidad. Parece oportuno, pues, conocer y considerar cuáles son los límites y cometido que el S. S. puede asumir: es decir, los límites del S. S. de Comu­ nidad, los fines que se propone y los instrumentos de que puede servirse para lograr estos fines. Cuanto más profundo sea este conocimiento, más eficaz será la in­ tervención del servicio social.

Concepto de comunidad Parece indispensable, antes de empezar, detenerse a analizar el con­ cepto de comunidad. ¿Qué entendemos por comunidad? De ordinario, la palabra sugiere la idea de una agrupación de personas que viven en una determinada área geográfica, en un espacio delimitado. Pensamos en seguida en la comunidad de Barcelona, de Roma, de un barrio cualquiera... Mas, un grupo de personas que viven en una zona geográfica determinada, de diversas edades, diferente sexo, con ac­ tividades e intereses distintos, tampoco forman una comunidad, sino que constituyen simplemente una colectividad. Vemos, pues, que la unidad territorial tampoco basta para definir una comunidad. La comunidad, desde el punto de vista sociológico, supone un grado superior de inte­ gración.

Definen a la comunidad: el área geográfica,

Por ello, para que todos los seres de una con,unes* lectividad formen una comunidad, precisa que tengan algo en común, que PARTICIPEN de algunas determinadas insti­ tuciones indispensables para el vivir humano, respondiendo a necesidades o exigencias primarias del hombre: la Escuela, la Iglesia, el Hospital... la participación en intereses co-

Mas, profundicemos un poco más en el concepto de comunidad. Aparte la unidad territorial, los intereses comunes, existe otro elemento: la diversidad de actividades inte­ grativas, es decir, complementarias. No se puede imaginar un pueblo en el que todos fuesen sastres o barberos. Es necesario que se dé una va­ riedad de actividades integrativas las unas de las otras, de suerte que cada uno de los miembros pueda utilizar la capacidad de los otros. Que unos respondan a las necesidades de los otros: no puede haber maestros sin alumnos, ni médicos sin enfermos, y viceversa. No sería una comu­

las actividades integrativas

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nidad si cada uno se bastara a sí mismo: sería entonces una suma de individualidades. Pero, además, se exige el conocimiento, la consciencia de esta posibilidad de utilizar recursos externos y de la necesidad de con­ tribuir a ayudar a los demás. Es decir, es un concepto dinámico y ope­ rante. No formará parte de la comunidad aquel que viva en un lugar pasivamente, aceptando lo que se le ofrezca, pero sin ánimo de dar a su vez.

Para formar parte de la comunidad es indispensable, pues, tener conciencia de ser un miem­ bro activo de la misma; tener conciencia de la posibilidad de usar unos recursos y al mismo tiempo ejercer una actividad que contribuya al bien común. Formar parte de una comunidad significa saberse parte de un conjunto de personas que son complementarias unas de las otras y cuyas actividades son integrativas; que entre todos se debe contribuir al me­ joramiento del nivel común, y que el bien de un simple individuo reper­ cute en el bien de todos. En consecuencia, enfocando la cuestión desde este punto de vista, el concepto de comunidad presupone un sentido de res­ ponsabilidad ante los demás.

y la conciencia de participación

activa-

Tenemos ya señalados, pues, varios elementos que nos sirven para definir una comunidad: unidad territorial o geográfica; participación en necesidades comunes; consciencia de esta participación activa y sentido de responsabilidad. Estos elementos que forman la comunidad vienen recogidos por Murray G. Ross (1) al definir la comunidad como «comunidad geográfica», considerada según el ambiente, los recursos en común, necesidad de tener unos recursos comunes y consciencia del propio puesto dentro de la co­ munidad.

II. Tipos de comunidad Es preciso distinguir, en el concepto general de comunidad, los varios tipos que pueden darse. Esta distinción es de suma importancia por la finalidad distinta de las intervenciones posibles y del tipo de conocimientos que queramos reunir acerca de ella.

Hay varios tipos de comunidad:

Es evidente que según el radio de acción será diverso según que el servicio social deba operar en una comunidad urbana o en un núcleo rural; y que en unos casos precisará un conocimiento de la comunidad desde el punto de vista territorial y en otros convendrá conocerla desde un punto de vista más individualizado, o de ciertos intereses comunes. En síntesis podemos establecer algunas grandes distinciones, que a su vez podrán ser subdivididas. Murray G. Ross «Community Organizaron Theory and Principies».

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A)

Comunidad geográfica

Este concepto, que pone como elemento básico la unidad territorial, es muy importante desde el punto de vista socio­ lógico y también lo es en orden a nuestro estudio, pues supone estudiar la comunidad a través de su formación, de sus tradiciones, de su evolu­ ción, de su historia, de sus costumbres, de su ambiente, de su cultura...

comunidad geográfica.

B)

Comunidad funcional o de Intereses

Dentro de una zona geográfica surgen a veces grupos de individuos que tienen intereses comunes, o cuando menos, afi­ nidades, tendentes al bien común; por ejemplo, las asociaciones bené­ ficas, las de asistencia social, de aficionados a la música, etc. Ellos re­ presentan una parte de la comunidad total, pero no lo son: son una parte integrante de aquélla. La forman personas que no están ligadas por una comunidad de profesión, ni de clase social, sino por una finalidad lucha contra el cáncer, la Cruz Roja. En el caso de que los que se unieran pertenecieran a la misma profesión, entonces se trataría de una categoría profesional, no de una comunidad.

comunidad funcional.

Desde luego, muchas veces se ha empezado por una comunidad fun­ cional para desembocar en una comunidad geográfica. Es decir, se han suscitado comunidades funcionales que han permitido adquirir conscien­ cia de comunidad geográfica. La comunidad funcional puede estar formada por grupos. La comunidad geográfica, ñor su parte, puede presentar diferentes formas, según las particularidades de las gentes que la forman. Así tene­ mos la — Comunidad urbana, caracterizada por un tipo determinado de eco­ nomía: existencia de industrias, comercios, gran cantidad de obre­ ros, todo ello alrededor de unas instituciones que dan a esta comu­ nidad un aspecto peculiar. — Comunidad rural, que se caracteriza por una economía de tipo agrícola, con pequeño artesanado, y ausencia de obreros (en el concento de «masa obrera»). Por otra parte cabe distinguir comunidades grandes y comunidades pequeñas, dentro de cada uno de los tipos anteriores

El momento mundial presente se caracteriza por un creciente interés hacia la comunidad, porque la transformación económica y social experi­ mentada ha producido diversas reacciones en las estructuras sociales de varios países, y ha comportado una transformación de la comunidad. El

La transformación económica ha impuesto un cambio en la c.,

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paso de una economía agrícola a una industrial, con sus múltiples impli­ caciones (industrialización, burocratización, inmigración, cambio de va­ lores humanos, etc.), supone un proceso muy complicado en una comu­ nidad y no se verifica súbitamente. Sin duda alguna esta mutación significa para la comunidad un tras­ torno en su escala de valores, en su modo de vivir, en sus conceptos, en su cultura... La comunidad no acepta pasivamente estos cambios y surgen multitud de problemas particulares que ella misma ha de tratar de solu­ cionar. En este caso la comunidad será una comunidad en transformación. Un ejemplo de ello lo tenemos en los pueblos afectados por los planes estatales regionales: el Plan Badajoz en España y el del Mezzogiorno en Italia: zonas tradicionalmente agrícolas, aunque pobres, van siendo in­ dustrializadas y enriquecidas con nuevas fuentes de trabajo, y las gentes han de adaptarse a nuevos módulos de vida que implican cambios incluso de hábitos mentales. Y ello causa en ellos serios problemas, lentos en su resolución. Asimismo la irrupción de grandes masas de turistas ha impuesto también un cambio en la mentalidad y modo de vivir de algunas zonas.

Mas si la comunidad no tiene un sólido sentido comunitario, no podrá soportar este cambio, y si no es capaz de comprender su nueva situación y de amoldarse a ella, reconociendo sus nuevas necesidades y luchando para cubrirlas, entonces irá perdiendo su fisonomía como a tal y se con­ vertirá en una comunidad subdesarrollada.

que ésta no podrá soportar si no está bien integrada.

¿Ejemplos? Desgraciadamente, el problema de las zonas subdesarro­ lladas afecta a toda la comunidad universal, no es privativo de tal o cual país. Porque en realidad, la comunidad universal es la suma de todas las pequeñas comunidades. Por ello, el progreso de una comunidad contri­ buye al progreso universal, del mismo modo que el retroceso de una de ellas obstaculiza el progreso total de la comunidad humana. En todos los continentes hay comunidades que están en condiciones de subgrupo. Que no disponen de los recursos sociales necesarios para poder progresar y que han perdido la consciencia de la importancia de su propia colaboración en el proceso de ascensión

El s. s. de comunidad trata de contribuir a esta integración,

Es, pues, preciso poner a contribución, en aras del indispensable equilibrio social, todos los re­ cursos necesarios para estimular el desarrollo de estas comunidades y la toma de consciencia del valor de su propio es­ fuerzo. Y laborar para que este crecimiento sea armonioso, partiendo del concepto de que el ambiente, los recursos, los intereses, la promoción y la consciencia de la gente forman parte de la comunidad.

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Todo plan realizado para ayudar a las comunidades a desarrollarse armónicamente, a elevar su nivel de vida, su nivel cultural, a dar una armonía a ciertos valores, con la cooperación de los miembros de las mis­ mas comunidades, constituye organización de comunidad. El conjunto de desarrollo y organización de comunidades se llama trabajo de comunidad, que no es en sí mismo servicio social.

El servicio social tiene una misión particular en este proceso: el de ayudar a las personas a to­ mar conciencia de la función específica de los miembros de la comunidad en el conocimiento de las propias exigencias y a buscar los recursos oportunos.

ayudando a las personas a adquírir el sentido de comunidad.

Empero, sobre todo, es propio del servicio social procurar las rela­ ciones vitales entre personas y estructuras, entre necesidades y presta­ ciones, y ayudar a los organismos y estructuras a valorar la realidad de los miembros de la comunidad y a obrar teniéndolo en cuenta. Es decir, el cometido del servicio social de comunidad es el de con­ tribuir a establecer el dinamismo necesario para que una comunidad sea viable y no se pierda de vista el factor humano.

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Límites y cometido del S. S. en los problemas de la Comunidad

Dra. C. Pagani

I.

Resultados de la intervención del S. S. de Comunidad

En este capítulo vamos a examinar algunos as­ pectos de la práctica del Servicio Social de Co­ munidad, que nos procurárán una primera orien­ tación para poder estudiar e intervenir en la comunidad a través del S. S.

Los resaltados obenidos con el s. s. de c. abogan por su aplicación,

En primer lugar, y como punto de referencia general, algunos de los resultados más significativos que consideramos como propios de la inter­ vención del S. S. de Comunidad: — la comunidad conoce más claramente sus propias necesidades y recursos; — la comunidad adquiere más fe en la posibilidad de afrontar y resolver los propios problemas; — la comunidad desea lanzar iniciativas y buscar soluciones ade­ cuadas para el bienestar común. Estos resultados bastan, por sí solos, para justificar la existencia del servicio social de comunidad.

II. Entidades en las cuales es posible practicar el S. S. de C. Creemos útil la indicación, a título de ejemplo, de algunos tipos de organismos en los cuales se puede desarrollar el S. S. de Comunidad, para hacernos una idea con­ creta del área que puede asignarse al S. S. de C. y de los tipos de resul­ tados y que de su práctica se pueden esperar realizaciones en circuns­ tancias determinadas.

espetialmene a través de determinadas entidades:

De hecho, el trabajador social de comunidad, no puede afrontar abso­ lutamente todos los problemas que la comunidad presenta, sino única­ mente aquellos que le permiten los instrumentos y fines de la profesión y los fines de las entidades y características de la comunidad. Es decir, el S. S. de comunidad deberá respetar siempre la libertad de la comu­ nidad, del mismo modo que el «case work» respeta siempre la libertad del individuo. 13

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Es por ello que este nuevo método de trabajo social tendrá aplica­ ción en un determinado número de entidades: a) instituciones públicas o privadas cen planes de desarrollo económico de una zona, o proyectos de desarrollo de comunidad.

instituciones responsables de píanes de desarrollo,

Estos organismos encuentran, con frecuencia, además de dificultades especiales de orden económico, técnico, político, etc., otras de tipo hu­ mano, tales como falta de interés y de colaboración de la población, de las entidades y autoridades, así como de los líderes locales; miedo y hostili­ dad por parte de la gente, etc. Se trata precisamente de zonas cuya población desconoce la propia situación, siente hostilidad hacia la autoridad, tiene un bajo nivel de vida, escasos servicios y los que tiene los utiliza poco, y, sobre todo, le falta fe en la intervención de otros y en la propia para mejorar de si­ tuación. El A. S. C. no dispone de métodos para resolver los problemas de or­ den económico, político o técnico, pero sí posee experiencia profesional para afrontar junto con los organismos interesados y la población, algunos otros problemas tales como: — qué significa para la gente el nuevo proyecto; qué punto puede interesarle a ésta del nuevo proyecto; — qué puede hacer o quiere hacer en concreto para el éxito de la intervención que se quiere hacer en favor suyo; — qué interpretación se puede dar de lo que la gente dice contra el proyecto; qué sentido se puede dar a la hostilidad manifestada contra los funcionarios que dirigen el proyecto.

La admi ministraciones locales regionales o provinciales o municipales; otras instituciones públicas como las sociedades de me­ joras y las instituciones de reforma agraria, las cuales al desarrollar sus planes promueven nuevos servicios, crean nuevas fuentes de producción, modifican las estructuras sociales existentes y con todo ello producen un cambio de mentalidad en las zonas en las que son aplicados aquellos planes.

administraciones estatales y lo-

cales>

p)

Estos planes revolucionan sistemas tradicionales de vida y de traba­ jo. La renovación que llevan aparejada exige en la población afectada asumir nuevas responsabilidades, para las que acaso no esté preparada, y el ejercicio de nuevas tareas o deberes (uso de servicios para ellos desconocidos, ejercicio de nuevas actividades, irrupción de nuevos tipos

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de empresa, administración cooperativa de contribuciones del Estado, transformación de la agricultura, organización de cooperativas de pro­ ducción, de transformación, de consumo, etc.). Es todo un cúmulo de conceptos nuevos que han de ser asimilados. Y cuando se trata de una población con un módulo de vida establecido de largo tiempo, con una tradición, el proceso de adaptación es lento y dificultoso. Es la irrupción de un mundo nuevo, insospechado, que aturde y desorienta, porque no tiene conexión con el mundo conocido hasta entonces. El trabajo social de comunidad, en este caso, ayuda a la población a utilizar las ventajas ofrecidas por la intervención pública, enseñando las nuevas actitudes a tomar, nuevas formas de organización social y despertando nuevas iniciativas de cooperación y creando nuevos tipos de relación con los órganos de la administración pública. A menudo estas intervenciones públicas se organizan por sectores y precisan la integra­ ción de otras iniciativas de la competencia de los particulares o de otras Instituciones públicas. Por lo común, el técnico en comunidad no tendrá que organizar estas otras iniciativas, ni obtener por sí mismo estas otras intervenciones (cons­ titución de sociedades, obtención de máquinas agrícolas, financiación de proyectos, establecimiento de escuelas profesionales, etc). Normalmente, él sólo deberá limitarse a poner en contacto a las personas y a las insti­ tuciones interesadas y procurar la aceptación de las nuevas responsabili­ dades por ambas partes, la cooperación, y la aportación de iniciativas y su puesta en marcha, armónicamente.

c) Instituciones de asistencia familiar e indivi­ dual que quieran interesar a la población y a las instituciones locales en la resolución y prevención de los problemas planteados por una defi­ ciencia del ambiente social o institucional. (En Italia, por ejemplo, las Instituciones de asistencia a los huérfanos de obreros, la Obra de protec­ ción moral de los niños, la POA, etc.) Estas instituciones reclaman la in­ tervención y la colaboración de la población y de otras instituciones para crear o administrar nuevos servicios.

instituciones asistenciaies,

En estas instituciones, el S. S. de comunidad favorece la toma de consciencia del problema, el descubrimiento y la organización de los re­ cursos de que se dispone, la confianza en la posibilidad de obtener resul­ tados válidos por medio de la cooperación, y además, fortalece el refuerzo de aquellos sentimientos, al establecer unas relaciones que permiten avivar y mantener una iniciativa útil al bienestar común. El A. S. de C. puede orientar, directa o indirectamente, a los que ne­ cesitan de este servicio, a los que no se interesan por su solución, a los que deberían resolverlo, etc. •

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organismos constructores de vid ) Instituciones públicas, privadas, viend8S> nadas por él Estado, que realizan planes de cons­ trucción de viviendas en barrios urbanos, en pueblos, en zonas en período de industrialización, etc.

Estos organismos presuponen nuevas instalaciones de población, que exigen la contribución de otras iniciativas públicas o privadas; nuevas instalaciones que necesitan estructurar desde el principio sus relaciones sociales, especialmente cuando la población es de diverso origen social, regional, cultural, en cuyo caso precisa adaptar sus costumbres sociales y familiares al nuevo ambiente y aun a la nueva vivienda. Los habitantes de un grupo de barracas de un suburbio barcelonés, al ser trasladados a un nuevo grupo de viviendas, desconocían y despre­ ciaban el use de la mayor parte de servicios que se les ofrecían, e incluso se sentían incómodos en ellas, donde todo les extrañaba: desde los servicios higiénicos hasta las persianas. En cierta ocasión, se celebraba en un grupo de viviendas recién construido, una fiesta calle­ jera, establecida precisamente por los dirigentes sociales para crear el sentido de comunidad entre los vecinos, la mayoría de los cuales habían sido trasladados allí desde un grupo miserable de ba­ rracas. XJno de los actos consistía en una carre­ ra de patinetes para los niños. En una casa, un niño lloraba porque él no podía concurrir, por falta de patinete. Los pa­ dres estaban afligidos porque no podían propor­ cionárselo. El padre, con la frente pegada a los cristales, rumiaba en busca de solución, mien­ tras vela a los otros chiquillos entrenarse para la carrera. De pronto, surgió la idea: las ventanas tenían unos preciosos postigos, de madera, a la manera suiza. Ni corto ni perezoso, se procuró una sierra, y en un abrir y cerrar de ojos, los postigos se convirtieron en un flamante patinete, una vez se les hubo colocado dos ruedecillas. *Al fin y al cabo — explicaba el hombre cuan­ do se le reprendió porque habla destrozado los postigos — estas maderas no me servían para nada.* Aquí, la misión del S. S. de comunidad es ayudar a la población a va­ lorar sus nuevas necesidades, a establecer un orden de prioridad, a orga-

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nizarse para poder afrontarlas con tino, y a saber usar de las ventajas que se le ofrecen. Ayudar a las instituciones y a las autoridades competentes a comprender la realidad y las necesidades a satisfacer en las nuevas ins­ talaciones, y al mismo tiempo enseñar a la población y a las instituciones a establecer relaciones positivas entre ellos, para colaborar en la reali­ zación del bienestar del nuevo barrio, y que éste ofrezca a sus habitantes futuros un campo capaz de proporcionar una vida normal y sana. El A. S. de C. puede preguntarse, respecto a los fines de su inter­ vención: — estas personas, ¿de qué quieren ocuparse en primer lugar: del arrendamiento de su nueva casa, de la guarda de sus hijos, de las relaciones con los maestros, del cuidado de los espacios libres y jardines? — ¿con quién debo hablar para averiguar los motivos de la dificultad que la comunidad presenta? — ¿qué piensan las instituciones de estas personas: están dispuestas a colaborar con ellas para solucionar sus problemas? Preguntas de este género ayudan al A. S. de C. a enfrentarse correc­ tamente con los problemas de la comunidad, sin salirse de los límites que la profesión tradicionalmente asigna al área del Servicio Social, y al mis­ mo tiempo le ponen en situación de prestar una ayuda eficaz al bien­ estar de la comunidad.

Instituciones asistenciales en zo­ nas en vías de desarrollo,

e) Instituciones asistenciales en zonas someti­ das a rápidas transformaciones económico-so­ ciales (reforma agraria, desarrollo industrial, ur­ banismo, etc.), que se encuentran frente a modificaciones de las demandas de asistencia y al aumento de nuevas necesidades, motivadas por la disponibilidad de mayores fondos. Estos organismos necesitan revalorizar (en el sentido de dar mejor calificación) las prestaciones respectivas, modificar sus relaciones con los asistidos, y cooperar con ellos para el estudio y programación de las aten­ ciones y para coordinar las respectivas intervenciones, en orden a una mayor eficacia.

El S. S. de comunidad ofrece a las instituciones interesadas su com­ petencia en el estudio de las necesidades y de su evolución; les ayuda en la, comprensión de los clientes respectivos, en la experimentación de téc­ nicas nuevas, en la renovación de su política, con el fin de lograr una mejora y una eficaz adaptación de sus prestaciones, a la vez que una ma­ yor facilidad de utilizarlas, por parte de los ciudadanos.

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organizaciones que promueven la integración de los ciudadanos,

f)

Administraciones provinciales y municipales

qUe promueven programas encaminados a incre­

mentar la participación de los ciudadanos en la vida cívica. Por lo común, estos organismos pro­ mueven iniciativas diversas (educación cívica de los jóvenes, descentralización de los poderes y de los servicios, experimen­ tación de sistemas de comunicación y consulta con los ciudadanos, etc.), que corren el riesgo de encontrar en la población una cierta desconfianza, falta de interés, hostilidad, o que se prestan en forma paternalista o en función de intereses particulares, o de partido. El S. S. de comunidad, en este aspecto, ayuda a la población a asumir y ejercer sus responsabilidades y derechos en relación con la vida cívica; le ayuda a discutir proyectos y a elaborar propuestas; facilita el inter­ cambio correcto entre administradores y administrados.

Administraciones locales y otras instituciones públicas y privadas en zonas sometidas a rápidas transformaciones económico-sociales.

instituciones «arrolladas.

de

zonas

subde-

g)

Estas entidades se encuentran con que deben hacer frente a situacio­ nes no previstas: formación de nuevas clases sociales, de pequeños propie­ tarios agrícolas, de obreros, de burguesía moderna; modificación de las relaciones familiares; inmigración de nueva población, con los problemas inherentes; cambios en el nivel de vida, en los hábitos, en la cultura, etc. Con los instrumentos y programas tradicionales no logran realizar sus finalidades... Por otra parte, la población abandona las iniciativas tradi­ cionales, deja las antiguas formas de cooperación y de participación en la vida común, pero se halla sin unas nuevas formas adecuadas para ex­ presar y satisfacer sus propias necesidades. El S. S. de Comunidad interpreta los sentimientos de la población, valora las necesidades y los recursos y posibilidades de la nueva situación y apoya la búsqueda de nuevas formas de integración entre la pobla­ ción y las instituciones necesarias al bien común.

III.

Algunas necesidades que el S. S. de comunidad se propone afrontar de una manera específica.

Hemos visto que hay personas que a veces quiea veces no quieren organizarse, que desean moverse, pero no son capaces de hacerlo, o no son capaces de compartir con los demás lo que poseen. Hay entidades que disponen de los medios económicos para asistir a la población, pero no tienen experiencia ni instrumentos para entrar en comunicación con la gente para tratar de

En todos estos casos falta la comunidad

a

activar

reI1) y

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valorar objetivamente lo que poseen y lo que deben hacer en coordina­ ción con otros organismos y como pueden hacerlo. En este caso hay necesidad de: — mejorar el ambiente de la propia vida o de la del prójimo; — organizar la propia vida diaria satisfactoriamente y de manera adecuada al nivel de vida de la comunidad en que se vive; — asumir responsabilidades; — mantener relaciones satisfactorias con la autoridad; — emplear con tino los recursos, capacidades y medios de que se dispone; —mejorarse a sí mismo y a la vez contribuir al bienestar de los demás. Todo A. S. sabe que estas necesidades existen en las personas, en una medida más o menos grande, pero también sabe que con frecuencia se manifiestan en forma ambivalente, o tienden a hallar una fórmula adecuada de comunicación, o bien están totalmente cristalizadas en for­ mas esquemáticas que no se prestan fácilmente a transformaciones en actitudes favorables y positivas.

IV. y

El foco que motiva la intervención profesional

En todos los casos, empero, existe un foco determinado que motiva y es razón de esta inter­ vención 'profesional y que se centra en la necesidad de conocer este tipo de necesidades, de valorar el modo que tienen de manifestarse, de asistir a los clientes y de ayudarles a reconocerlas y a afrontar su solución en común.

ello es razón de la intervención del s. s. de c.,

Esto significa una labor de: — desarrollo de comunicaciones funcionales entre las personas, en vista del necesario incremento del bien común; — realización de una coordinación continuada entre las entidades para el intercambio de experiencias, para integrar los respectivos programas, para confrontar y perfeccionar — merced a la con­ tribución común y en interés recíproco — la orientación del trabajo; — desarrollo de las relaciones positivas entre entidades y ciudada­ nos para la cooperación común en vista del uso de los recursos respectivos. Aunque el A. S. de C., por cualquier motivo — cosa muy frecuente — desarrolla actividades substitutivas de otros expertos o técnicos, no de­ bería jamás olvidar el objetivo final de su trabajo profesional y el campo sobre el cual puede extenderse.

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El A. S. de C. está llamado a colaborar con personas, organismos, etc., es decir, con «clientes» que se ocupan de los «programas» más varios (un grupo de ancianos que desarrolla una actividad en favor de un grupo de niños, un comité que se ocupa de programas deportivos, un grupo res­ ponsable de un periódico, un pequeño comité de madres responsables de la custodia de niños pequeños, un grupo que cuida de la asistencia bené­ fica a los pobres, etc.). En cada una de estas intervenciones que se insieren profesionalmente en los programas de los clientes, la atención principal se dirigirá a com­ prender y a asistir a las personas en cuanto se comunican entre sí y en cuanto colaboran, a como se inserirán y comprenderán los programas de los otros, y a con qué espíritu saben realizar el bien común a la vez que el propio. En todas estas circunstancias se produce, a consecuencia de la in­ tervención profesional, una dinámica que se realiza a través de un lide­ rato más o menos amplio, a través de la formación y la desintegración de grupos, del aumento o el perfeccionamiento de los servicios más varios, del crecimiento de los proyectos respecto a grandes o pequeños planes útiles a los grupos, etc. De todo ello se deduce que la intervención profesional del A. S. de C. es eficaz en muchos tipos de circunstancias.

V.

Condiciones necesarias para la intervención del S. S. de Comunidad.

Partiendo del principio básico del servicio social en general, que es el del respeto a la libertad humana, es preciso estudiar cuándo se debe tra­ bajar con una comunidad con el S\ S., y con el S. S. de comunidad en particular, y las condiciones que se requieren para que la intervención sea justificada.

aunque es preciso estudiar el cómo y el cuándo de esta íntervención.

l.° En primer lugar, hay que aclarar perfectamente los límites de la competencia de la institución y los del trabajador social. 2° En segundo lugar, las posibilidades que ofrece la política de la institución al trabajo social de comunidad y la colaboración que ofrece en cuanto a personal, expertos, libertad de llevar a término los progra­ mas; el respeto a los derechos y las responsabilidades de selección y de autorreglamentación de la comunidad. 3.° La posibilidad de la institución de crear relaciones positivas con la comunidad y de usar de estas relaciones para los fines que la comu­ nidad se proponga.

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4. ° Disposición de la institución y posibilidad práctica de realizar iniciativas que sean de «ayuda» y no de «control». 5. ° Posibilidad del trabajador profesional de consultar con los res­ ponsables de los organismos en los cuales interviene o trata de intervenir.

VI.

Aplicación metodológica del proceso del S. S. de C.

Cuando el A . S'. de C. está seguro de poder obrar con las garantías citadas, entonces podrá pen­ sar en el proceso del S. S. de C. en el plano metodológico.

sólo cuando se conozcan bien, se podrá emprender el trabajo.

El A. S. de C., seguro de que la comunidad tiene la libertad de autoregirse, podrá entonces proceder a comprender los problemas de la comu­ nidad y de lo que ésta pretende hacer para resolverlos y qué misión atribuye la comunidad al A. S. a este respecto. Es decir, que el A. S. de C., después de haber valorado los datos obtenidos, de haber observado e interpretado los comportamientos y las aspiraciones de la misma co­ munidad, decide si, cómo, dónde, respecto a qué orientará su intervención profesional. Las dificultades de la comunidad pueden ser, principalmente, de or­ den económico, culturales, psicológicas, etc. El A. S. de C., en cierto modo, procede análogamente que en el «case work»: formula un diagnóstico, se forma una idea respecto a la posibi­ lidad que ofrece la comunidad de ser ayudada, en qué medida y de qué manera... Corrientemente, el A. S. de C. no trabaja solo y no es él solo quien debe plantearse estas cuestiones y tomar resoluciones. De hecho, casi siempre tiene que trabajar conjuntamente con otros muchos trabajadores y con iniciativas que dan un matiz muy pronunciado a las modificaciones de situaciones ambientales por el desarrollo de la misma comunidad o de aquella en la que la comunidad, objeto de su intervención específica, se halla inserta. Así el A. S. de C. tendrá la oportunidad de discutir con otros expertos y dirigentes: cuándo y cómo será oportuno iniciar su intervención, cómo se integrará con la labor de los demás y si debe ser preparado, acompafiado o seguido de otras intervenciones especializadas. Podríamos decir, en resumen, que la competencia y límites asignados al S. S. de C. responden a algunos criterios generales que afectan a otros métodos profesionales en cuanto el fin de la intervención profesional debe estar constantemente inspirado por los principios de la propia profesión, cualquiera que sea el proceso que se utilice en la relación con el cliente («case work», «group work», etc.).

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c.

sin olvidar que el A. s. de no viene a cambiar, sino a ayudar a adaptar.

El fin del A. S. de C. no es, primordialmente, un cambio en la estructura de la sociedad o de la personalidad o un cambio del nivel de vida de la comunidad cerca de la cual interviene. Como en los otros métodos del S. S., se trata de promover un equilibrio en el cual los hombres no actúen pasivamente, y de contribuir a que la sociedad y la comunidad puedan fácilmente beneficiarse de la participación activa de todos los miembros.

Es por esto que se yerra con frecuencia en cuanto al campo espe­ cífico del S. S., en relación con los problemas de la comunidad y del trabajador profesional. Por ejemplo, se pide a este método, y al traba­ jador que lo emplea, una intervención calificada como «organizador de la comunidad», mientras que en realidad participa como profesional en un proceso de organización que se desarrolla en el seno de la comunidad. A veces se ha intentado extender su ámbito hasta considerarle como agente técnico de desarrollo de comunidad, pero en realidad su compe­ tencia no va más allá de contribuir en este desarrollo únicamente en el aspecto de las relaciones o de la dinámica que hay que promover en la comunidad. Si en la práctica la intervención del A. S. de C. está dirigida con este espíritu, los resultados que se han citado al principio, no dejarán de producirse.

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El S. S. de Comunidad dentro del Servicio Social

Dra. Arma Gianbruno

I. Significado y finalidad del Servicio Social El s. s. trata de ayudar al hom• bre, en nombre de ia sociedad

Antes de hablar del S. S. de Comunidad, parece conveniente reflexionar, aunque sea brevemente, sobre el significado y finalidad del Servicio So­ cial en general.

Sabido es que la profesión de Asistente Social está dedicada a bus­ car la manera de ayudar la naturaleza humana, y que esta profesión está reconocida en todo el mundo. Millares de mujeres y de hombres trabajan en ella, para ayudar a sus hermanos a vivir mejor. Es preciso hallar la manera de enriquecerla, de ampliar sus bases y su cometido, sin perder de vista, empero, su característica, es decir, que es un servicio que se presta a la humanidad, en nombre de esta misma humanidad. Es el interés hacia la persona humana lo que ha estimulado el na­ cimiento de esta profesión, de suerte que ella misma declara tener como punto de partida la premisa de que el hombre es el principal artífice de su propio progreso y mejora. Es decir, es tanto el respeto por la per­ sona humana que incluso para ayudarle precisa hacerlo a través de él mismo, sin imposiciones y jamás hacerlo contra su voluntad. En conse­ cuencia, el asistente social tiene que aportar medios que el hombre pue­ de, o no, aceptar, pero jamás puede substituirle. Su ayuda consistirá en ayudarle a que él mismo se valga, por sus propios medios. El respeto a la libertad humana impone la aceptación de la libertad total, aun cuan­ do el ejercicio de esta libertad lleve al sujeto a una situación errónea o perjudicial para él. El A. S. debe ayudar al cliente a encontrar y a reconocer las opcio­ nes más oportunas, pero no puede substituirle — excepto en casos excep­ cionales — y hacer directamente la elección

La persona humana es tan sagrada que el ser­ vicio social, respetando esta dignidad, no puede sobrepasar ciertos lí­ mites. Si Dios mismo respeta esta libertad, ¿cómo no debe hacerlo el servicio social?

respetando su dignidad.

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El Asistente Social, pues, debe aceptar los éxitos y los fracasos en el transcurso de su profesión, partiendo siempre de esta base. Estos cri­ terios del servicio social sobre la dignidad del hombre, junto con su total disponibilidad, han hallado algunas fórmulas, tales como el «dar» a tra­ vés de ciertos métodos que resultan más efectivos. Cuando este servicio pone su atención en el problema de la persona individual, tenemos el «case work»; cuando se trata de un grupo, el «group-work»... El «case work» pide la atención, la colaboración, para afrontar, con­ juntamente, un problema de la persona y tratar, ella de hallar las posibles soluciones.

II. Evolución de la profesión Inicialmente, la profesión creyó que bastaría la atención del Asis­ tente Social, por medio de un contacto directo, para hallar la solución de cualquier problema, procurando que esta solución saliera del mismo interesado. Pareció que la simple relación asistente-cliente era suficiente. Pero luego se puso de manifiesto que era indispensable encontrar instrumentos más apropiados y capaces de instigar al cliente a solucionar sus propios problemas.

Por esto, para ayudar mejor al hombre, el servicio social no sólo ha tratado de profundizar el conocimiento del hombre, sino también de imponerse en aquellas dis­ ciplinas y pedir la colaboración de aquellos expertos que tienen por ob­ jeto los problemas del ser humano. Así nació una colaboración del S. S. con otras materias (psicología, psiquiatría, medicina, etc.). Efectivamen­ te, los problemas personales con los que ha debido enfrentarse el S. S. han sido cada vez de una mayor importancia: niños delincuentes, ma­ dres solteras, inadaptados, etc. En todos estos casos no basta con definir el caso: es indispensable averiguar el motivo, y para conocerlo hay que poner a contribución muchas otras ciencias. Es a partir de este momento que el S. S. se convirtió en una auténtica profesión específica. Y de aquí que los A. S. estén empeñados en una búsqueda constante para tratar de mejorar sus propios instrumentos y de allegar medios no sólo ade­ cuados a la realidad actual, sino capaces de constituir prototipos y a la vez, crear una metodología susceptible de afrontar nuevas perspectivas y nuevos problemas.

Para ello ha profundizado el estudio del hombre

A través del contacto con el individuo (case work) se vió que el hom­ bre no es una entidad aislada, sino que debe concebirse siempre partien­ do de que tiene contactos con otras personas. El hombre es como su ambiente le hace. Sus posibilidades de amar, de actuar, etc., dependen del medio que le rodea. Tiene una vida de comunicación, de intercambio material y espiritual. Por tanto, ayudar a un individuo requiere su con-

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sentimiento en primer lugar, pero en segundo, conocer las fuerzas posi­ tivas y negativas que le rodean. No es, por tanto, posible ayudar al hom­ bre sin tener en cuenta su vida de relación y las influencias que ésta ejerce. Pero además, aun cuando las deficiencias o dificultades del ser humano no sean totalmente dependientes del medio ambiente en que aquél se desenvuelve, éste puede constituir un elemento colaborador de gran eficacia para lograr la adaptación o el amplio desarrollo de la per­ sona. Y todavía más: el estímulo de los intereses compartidos con los demás, la comunicación con otras personas en torno a estos intereses, la colaboración personal en el ámbito del grupo, ayudan a una persona frustrada, descorazonada o inhibida, a salir de sus propias dificultades y a autodeterminarse y a usar, en beneficio propio, los recursos que halla en sí misma. La relación del trabajador social con su cliente no es puramente ín­ tima, sino que tiene en cuenta a las demás personas que la envuelven, es decir, el ambiente y las comunidades y grupos en los que aquél se des­ envuelve. De ahí el nacimiento del group work.

*

III. Los Factores Sociales En aras de este concepto, el S. S. busca los ins­ trumentos y los medios más eficaces para ayudar al individuo «en su pro­ pio ambiente». El interés del S. S. se centra siempre sobre la persona, pero lin olvidar todos los factores que pueden influir sobre ella. Por ello in­ tenta descubrir las razones psicológicas y estudia las disciplinas peda­ gógicas, tratando de dar un significado más amplio a toda la profesión, orientándola en el sentido de una profesión educativa.

jy su ambiente:

En efecto, la relación asistente-cliente no es más que una relación educativa, por la cual el trabajador social trata de desarrollar, de enri­ quecer a aquél, de hacerle comprender su alto valor y sus grandes posi­ bilidades. Mas este conocimiento de si mismo el hombre podrá realizarlo con más amplitud por medio de una relación con otros hombres. Tal es el caso de una muchacha que no se adaptaba en el seno de su familia: era díscola, malhumorada, agria, lo cual era continua fuen­ te de altercados entre todos y había creado un clima desagradable en su hogar. La A. S. estudió el caso con detenimiento y situó a la muchacha en un grupo de jóvenes entre las que pronto destacó por sus dotes de mando y su dinamismo e iniciativas. Esta nueva rhctividad con el grupo extrafamiliar al permitirle proyectar ampliamen­ te su personalidad, le devolvió el equilibrio per­ dido y le dio una seguridad en sí misma, que le ayudó mucho a superar su problema familiar, pues veía satisfechas sus necesidades de mando.

tn índice

El interés del ser humano no siempre puede ser ayudado de una ma­ nera directa, sino frecuentemente, y, las más de las veces, exige que esta ayuda se produzca a través del mismo ambiente en que se mueve. Empero, el ambiente, el grupo, el trabajo con un cierto número de personas ha planteado al S. S. otra serie de problemas. Y uno se pregunta: ¿cómo puede tener tanta importancia para la persona el ambiente que le rodea? Mas, observándolo bien, se da uno cuen­ ta de que el individuo lleva en sí mucho de la naturaleza y del ambiente en que está involucrado. A un hombre que llega a una ciudad, ■dente de un pueblo en el que no existe escuela alguna, no se le ayudará ofreciéndole un curso de francés Por tanto, la ayuda al individuo exige el conocimiento del ambiente en que aquél se mueve.

El S . S . ha hecho algunas comprobaciones: las preocupaciones, las inadaptaciones y dificultades del ser humano, acaso no sean hijas de la propia persona, sino de difi­ cultades que halla en su ambiente. En este caso la ayuda a la persona se tendrá que limitar y no se le podrán brindar soluciones definitivas, porque el problema es mucho más amplio y sobrepasa el mundo indivi­ dual. ¿Solución?: que el S . S . trabaje en un plan más vasto: el de la comunidad.

de ahí nace el moderno concepto de s. s. de c.

IV. El Trabajo Social de Comunidad La c. no siempre satisface al hombre.

La relación entre el individuo y la comunidad normalmente se establece cuando existen entida­ des que responden a las necesidades de aquéllos, dentro de la misma co­ munidad: niños enfermos familias

escuelas hospitales cines, tiendas, etc.

Las instituciones satisfacen algunas de las necesidades del ser hu­ mano. Son, en realidad, estructuras organizativas. El S. S. ha descubierto que las dificultades de los hombres son hijas de estructuras inadecuadas, anticuadas, fuera de lugar o excesivamente burocráticas, en suma, que no cumplen su función primordial y son inoperantes. En este caso la relación individuo-estructura es dura, tajante, falta de flexibilidad y de facultad de adaptación.

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El problema del sin trabajo no depende pre de la persona. Puede ser hijo de una estruc­ tura administrativa que no posibilite el trabajo de aquel individuo. El problema del "pobre” es un problema que se prolonga porque el individuo no sabe hallar la estructura adecuada. La asistencia al pobre está demasiado dividida: si hay diez entidades que se ocupan de prestar una asistencia a los necesi­ tados, posiblemente sólo una lo hará con eficacia. Por lo tanto, la ayuda al hombre no podrá ser completa si el servicio social no alcanza a cubrir todos los aspectos de la vida humana y sus necesidades. Mas el servicio social nc debe limitarse a ayudar en situaciones ne­ gativas, sino que debe asimismo colaborar en el desarrollo de situaciones positivas, para tratar de mejorarlas. En consecuencia, el S. S., al ocuparse del hombre, se ocupa de las relaciones hombre- estructura; no de modificar las mismas estructuras, sino de procurar al ser humano que pueda con­ tribuir a la felicidad de su propia vida, a que ésta sea más completa.

El S. guirlo

s.

Es por ello que el servicio social de comunidad trata de ayudar el desarrollo de la comunidad y de todas las actividades que se desarrollan en su seno. de

c.

ayuda a conse-

Para lograrlo, debe estudiar todas las estructuras existentes, y de­ terminar cuáles y en qué sentido deben ser modificadas, y además ha de procurar al hombre la posibilidad de usar de todo aquello que pueda con­ tribuir a una vida más feliz. En este sentido, el S. S. de comunidad se ocupa de constituir aquellas estructuras o entidades necesarias para el bien de la comunidad. Tal es el caso de la creación de cooperativas en una ciudad o en un pueblo en que no existan y no obstante se vean necesarias para solucionar ciertos problemas económicos de los habitantes. Todo lo dicho viene a demostrar que el S. S. no es un mero conjunto de actividades, sino un método para aplicar una técnica. Y que este mé­ todo es siempre el mismo, tanto si se trata del «case work», como del «group work», como del S. S. de comunidad. Que no se pueden administrar ciertos servicios si no tienen por objeto la mejora de la comunidad, de suerte que ésta, a su vez, ayude al individuo a mejorarse. El S. S. trata de buscar la manera de aliviar el su­ frimiento del individuo y de desarrollar sus valores positivos. 27 in índice

En esta misión, el S . S . ha descubierto otras disciplinas, es decir, se ha dado cuenta de que tenía que recurrir a otras ciencias para poder abarcar todo el campo de su acción. En efecto, el trabajador social no puede conocer todas las ciencias que procuren el conocimiento total de una co­ munidad; por esto ha tenido que ponerse en contacto y pedir la colabo­ ración de la sociología, de la investigación, de la psicología social, y de tantas otras ciencias, a fin de poseer el máximo de elementos que pudie­ ran facilitar su labor, porque un objetivo no puede ser alcanzado si no se tiene un conocimiento lo más perfecto posible de los elementos que en él inciden.

aprovechando la .experiencia proporcionada por otras ciencias.

La ayuda que el S . S . intenta proporcionar al ser humano tiene un objetivo preciso, y éste no puede ser logrado sin un conocimiento muy exacto de los elementos que en él concurren. Este es uno de los grandes pasos del S. S. desde su iniciación hasta el momento presente. No se puede producir una evolución en la profesión si no se busca la ayuda de los instrumentos que faciliten el logro de la finalidad perseguida.

V. El Trabajo del Asistente Social de Comunidad Todo esto comunica un significado especial al trabajo de comunidad. El Asistente Social que pretende ayudar a la comunidad no puede traba­ jar aislado. El no puede operar en todos los sectores de la comunidad, y por ello ha de trabajar de acuerdo con otros expertos y profesionales. Más adelante veremos cómo se produce esta colaboración... Lo que es importante, de momento, subrayar es que este desarrollo de la profesión lleva a los asistentes sociales a asumir misiones muy difíciles y comprometidas y que lleva a la misma profesión a poseer ofi­ cialmente el reconocimiento particular de la dignidad de la persona hu­ mana. Y esto es quizá lo más bello y lo que eleva la profesión de asis­ tente social.

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El S. S. de Comunidad y las Ciencias Dra. Pagani

1.

Relación entre el S. S. de Comunidad y las ciencias del hombre y de la sociedad.

El s. s.

de c. se ha enriqu» cido con el contacto con otras ciencias,

La experiencia nos enseña, de hecho, que la práctica del S. S. de C. ha podido progresar en la medida en que podía entrar en relación con otros expertos y beneficiarse de sus aportaciones. Vamos a considerar algunos aspectos de base relativos a este punto.

a)

Diversas disciplinas estudian, de manera específica los fenómenos sociales en los que interviene el S. S. de C.

Hemos podido observar, que el A. S. tiene que trabajar en situaciones en las cuales la naturaleza y la multiplicidad de los problemas, así como las dificultades, se hallan determinados en gran parte por las relaciones de los individuos con el ambiente en que se desenvuelven, con las estruc­ turas sociales e institucionales y con los demás. Se trata de tipos de situaciones cuya interpretación y explicación no sería suficientemente clara si se utilizaran solamente para comprender los conceptos propios del S. S., o, por ejemplo, los de la psicología in­ dividual. Tales fenómenos son comprensibles de una manera concreta y tal vez susceptibles de ser modificados si fuera necesario, en la medida en que el A. S. puede ser ayudado por las nociones que le suministran la sociología, la antropología, la psicología social, la economía, la historia, el derecho, la política, etc. Siempre que el A. S'. ha utilizado ese intercambio le ha sido posible comprender mejor, para mejor ayudar al cliente, los fenómenos de la sociedad de hoy día que influyen directamente en la vida de cada ser y en los cuales éste se halla inmerso: la institucionalización cada vez más rápida de las formas y relaciones sociales, la transformación tec­ nológica, el diverso concepto de la autoridad del Estado, la participación en la vida pública a través de los partidos, la formación de nuevas clases sociales, el cambio de las clases dirigentes, el urbanismo, la industria­ lización. El A. S. se preguntará, por ejemplo: ¿qué influencia tienen estos fe­ nómenos sobre los individuos y sobre los grupos?

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¿Cómo se puede averiguar su presencia a través de la conducta de los grupos o de las personas? ¿De qué manera una mejor comprensión de éstas facilita la interven­ ción profesional, la aceptación del cliente, una relación adecuada con éste, la identificación con su problema? Los expertos y profesionales con los que el A. S. se pone en contacto y que estudian directamente estos problemas y estos fenómenos, como campo de trabajo específico, pueden ser: el psicólogo social, el sociólogo, el antropólogo, el economista, el historiador, el técnico especialista (agrí­ cola, sanitario, etc.), el político, el urbanista, el arquitecto, etc. Respecto a estos profesionales, el A. S. asume una posición que viene determinada por la conciencia que ambos tengan de la utilidad del inter­ cambio para poder ayudar mejor al cliente.

2.

Posición del A. S. respecto a los expertos de otras disciplinas.

La postura del A. S. respecto a estos profesiona­ les debe ser la de aquel que sabe establecer una relación entre la solución de un problema concreto y los conocimientos que harán posible el com­ prender dónde y porqué aquel problema se ha planteado.

cayos expertos solicita,

Por ello es indispensable que el A. S. sepa adaptar lo que aprende a la necesidad de ayudar al cliente, no para estudiar al cliente. En consecuen­ cia, el A. S. deberá aprender a pedir a los expertos lo que le sirva para mejorar la base científica de su trabajo, dejando de lado los objetivos generales de aquellas ciencias. Bien sabido es que gran parte de la habilidad técnica del S. S. como profesión consiste en saber usar las relaciones entre las personas para movilizar recursos y que el A. S., tanto si trabaja con individuos, con gru­ pos o con comunidades, en su labor cuotidiana utiliza conceptos relativos a las ciencias de base o auxiliares, conocimientos específicos de su pro­ fesión y su propia experiencia personal. Su atención y su deseo de aprender van siempre acompañados por la idea de que su trabajo profesional consiste en la diagnosis y en la ayuda, y que todo lo que es capaz de mejorar la metodología de su comprensión y de su intervención, debe ser conocido y utilizado. Es decir, el A. S. debe tener conciencia de lo que puede proporcionarle la técnica de su propia profesión y de lo que pueden brindarle las otras profesiones.

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En síntesis, se puede decir que la posición correcta del A. S. con res­ pecto a la colaboración con otros expertos, depende de lo que él mismo sepa pedir a su profesión y lo que sepa pedir a las demás.

3. Contribución que el A. S. pide a los expertos en otras disciplinas y de otros sectores de trabajo. Dejando de lado el estudio de los principios doctrinales de otras ciencias que han sido esenciales para el desarrollo de la profesión de A. S., vamos a estudiar solamente algunos de los elementos que ésta ha tomado de aquéllas, en el plano de ía práctica, y que facilitan el conocimiento de la realidad práctica en la que los clientes se hallan involucrados.

en busca de luz para comprender mejor los problemas

Se pueden distinguir cuatro categorías: a)

Nociones, estudios, conocimientos que ofrecen la posibilidad de interpretar los fenómenos que son causa próxima o remota de los problemas que presen­ tan los clientes o que son causa de las nuevas directrices que se imponen.

(Individualización de los comportamientos típicos de una categoría o de un grupo de personas que habitualmente son clientes del S. S. de C.; análisis e individualización de acti­ tudes, de opiniones de ciertos grupos de personas que son o pueden ser clientes del S. S. de C.) En cada uno de estos casos, el A. S. podrá ser ayudado a comprender el tipo, la categoría y la normalidad del fenómeno; lo que afecta margi­ nalmente al cliente, de los fenómenos en los que se halla inmerso. En la mayoría de ellos el A. S. tiene delante nociones o esquemas abs­ tractos respecto a los cuales debe realizar un trabajo preciso para adap­ tarlos a las situaciones concretas Algunos ejemplos de situaciones en las que el poseer el cuadro general del fenómeno puede ayudar al A. S. a valorar más concretamente y con mayor objetividad el caso particular que debe afrontar. Cuando interese conocer: — manera de participar en la vida pública (a través de la inscrip­ ción a partidos políticos o por otros medios); — manera y grado de capacidad de cambiar los procedimientos asistenciales; — manera de considerar el estado y la ley con relación a sí mismo y con la comunidad;

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— cuándo y cómo es sentida y utilizada la participación en la vida comunitaria; — grado de burocratización de las instituciones; — capacidad de formular objetivos y programas por parte de enti­ dades; » — uso de las relaciones personales, uso de los modelos, uso de la autoridad; — sistemas de planificación utilizados tradicionalmente; — modos de sentir la pertenencia a la propia clase social; — maneras de sentir la pertenencia al propio ambiente. Ahora bien: ¿cuándo es útil que el A. S. tenga pleno conocimiento de estos fenómenos y de la clave profesional que le permita interpretarlos? En realidad, este conocimiento parece que debería poseerse desde el principio de la educación profesional, de suerte que el procedimiento di­ dáctico facilitara la asimilación simultánea de las ciencias en general y de las posibilidades de concreción que ofrecen frente a la práctica del ser­ vicio social. T Condiciones fundamentales para facilitar esta asimilación, en el plano pedagógico, son la supervisión y el monitorado, aunque las tesis son tam­ bién una excelente ocasión de reflexión y de profundizar en la materia. b) Consultas, investigaciones, trabaios de equipo que ofrecen la posibilidad de interpretar y comprender una situación concreta respecto a la cual el A. S. se halla con alguna dificultad o desea una ratificación de su proceder.

En estos casos el A. S. puede necesitar ayuda para estudiar una situación particular. Es decir, estudiar el mismo caso o fenómeno pero con puntos de vista distintos, a fin de abarcar sus varias facetas y profundizar mejor algunas de ellas.

y las situaciones de sns clientes;

En este caso el A. S. tiene delante no las nociones abstractas, como punto de referencia, sino al experto específico que podrá concretar sus nociones. He anuí algunas situaciones en las cuales el A. S. precisará de esta colaboración: — estudio de una ciudad; — estudio de los cambios sufridos en las necesidades de un barrio;

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— examen de los recursos de los líderes de un determinado movi­ miento cultural; — estudio de la adaptación de la gente a un nuevo ambiente; — estudio de las reacciones de los adultos que participan en un pro­ ceso de aculturación; — estudio de cómo un comité ve su propio papel; — estudio de cómo las instituciones ven su propio status; — estudio de los esquemas de comportamiento de un grupo deter­ minado (jóvenes, niños, ancianos) que han ido a habitar en un nuevo barrio; — estudio global de un ambiente determinado; — diagnóstico de una comunidad institucional; — estudio de una zona homogénea que abarque varias comunidades menores; — estudio de la situación social en la que opera una cooperativa, etc. c) Elaboración y control de instrumentos y de técnicas que el trabajador social debe usar en su trabajo.

de instrumentos cíficas, c ie n eias

y

Se trate, en p-operal, dé una contribución OUe p iQ Cj t,£r»n i>9q no a los orocesos de las con las one entre en enriar*o ^ trafcsHador social se limitará a utilizar los cuestionarios, las tablas estadísticas, los gráficos, la documen­ tación, las técnicas administrativas necesarias para su trabajo. En todo caso, el A. S. deberá tener en cuenta los objetivos y el punto de vista del servicio social. técnicas espe-

En realidad se trata de instrumentos que el trabajador social debe utilizar a diario y eme, por ello, deben acomodarse a las características de su labor. Habitualmente estos instrumentos son útiles en las distintas fases de su trabajo: la administración, el diagnóstico y la intervención, en cada una de las cuales tendrán matices peculiares. En síntesis: el tipo de instrumentos y la manera de utilizarlos, cuando deben ser puestos en juego, dependen del juicio del A. S., y siempre será mejor que sean hallados en el seno del mismo organismo para el cual se trabaja o en el seno de la comunidad a la que se trata de ayudar. d)

Consejos e instrumentos destinados a ser usados directamente por los clientes.

Se trata de experiencias iniciales, pero es evi­ dente que este procedimiento es susceptible de ser perfeccionado a medida que la comunidad vaya estableciendo sus fines, sus puntos de vista y sus programas y aprenda a conocer lo que necesita.

consejos para los clientes,

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En estos casos el experto no trabaja sólo con el A. S., sino que lo hace directamente con los que deben ser «estudiados» por él. Es indudable que en estos casos es preciso estar muy seguros de que la relación a establecer entre el experto y los clientes será eficaz y ade­ cuada. Por lo común, el trabajador social puede esforzarse para que la rela­ ción comunidad-experto sea una auténtica «comunicación» y para que el resultado sea un conocimiento sólido de la propia situación.

4.

Puntos de contacto entre la actitud del A. S. y de los otros expertos que pueden constituir la base de su recíproca colaboración.

Como puede desprenderse de lo dicho, el objeto jje estudio o de la intervención de estos expertos es. en muchas ocasiones, el mismo que condiciona la intervención del trabajador social, y en otras lo es pero de una manera indirecta. La experiencia, empero, nos enseña que, aun en este segundo caso, la colaboración es siempre provechosa y fecunda.

aunque esta colaboración debe estar supeditada a los fines y principios del S. s.

Por regla general, podemos decir que en todo el mundo se observa una tendencia a considerar la realidad desde el punto de vista de las ciencias sociales y de los expertos, y más contemporáneamente, de los Asistentes Sociales. Los economistas, los administradores públicos, los políticos, han empezado a incluir al hombre en sus estudios y a considerar el factor personalidad como determinante en el desarrollo de ciertos fenómenos de la sociedad o de las estructuras. En general se nota que las ciencias van tomando en consideración los factores «culturales», «psicológicos» y las «relaciones humanas». En los países en los que estas ciencias están desarrolladas y el servicio social posee una larga experiencia, se observan ciertas actitudes funda­ mentales, hijas, sin duda, de la influencia de estas disciplinas. Ello es una garantía y una base sobre la cual puede esperarse una co­ laboración y una estima recíprocas.

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V

Cuadro General de la Labor de Comunidad

Dra. A. Gionbruno

I. Identificación de las necesidades de la comunidad Para ayudar a una c. precisa conocer sus necesidades reales,

Para desarrollar un trabajo eficaz respecto a la comunidad y con la comunidad, precisa antes que todo conocer las necesidades de esta comu­ nidad, y a la vez sus deseos, sus anhelos, sus aspiraciones, sin limitarse únicamente a los aspectos externos, sino yendo al meollo del problema, es decir, analizando detenidamente estos deseos y las condiciones en que se halla la comunidad afectada, a fin de dilucidar si sus aspiraciones res­ ponden en realidad a necesidades, auténticas, o bien si, por el contrario, obedecen a un simple prurito de apariencia externa. En otras palabras, «hacer algo» por una comunidad, sin estudiar con­ cienzudamente qué debe ser este algo, es actuar en plan paternalista y para tranquilizar la propia conciencia o por vanidad, pero en realidad no es obrar con auténtico interés, ni tan sólo con sentido común.

Hay que insistir mucho sobre este concepto: el trabajo social no es una labor benéfica, ni, muchas veces, una labor cuyos resultados se vean inmediatamente. El trabajo social es una labor lenta y educativa, con resultados a largo plazo. El trabajador social que no actúe en este sentido y con este convencimiento, lo hará como un simple particular, no como un trabajador social. La misión del asistente social es hallar las raíces del mal, para poder orientar a las personas y ponerles en condiciones de actuar por su cuenta, y por ende, debe estimular la libertad individual ante la elección y saber renunciar a las cosas buenas o bellas, si no son en aquel momento ne­ cesarias u oportunas.

acaso por ella Ahora bien: es muy posible que la comunidad misma> desconozca sus propias necesidades o que, to­ mando lo accesorio por lo fundamental, esté empeñada en obtener una cosa que no responda a una necesidad real. En este caso, la labor del trabajador social es hacer sentir a la comunidad esta necesidad real, lim­ piando sus ojos de telarañas, como vulgarmente se dice. Una vez conse­ guida esta toma de conciencia, hay que hacerles comprender los recursos de que disponen para lograr satisfacer aquella necesidad y facilitarles el camino de los que no están de momento a su alcance. desconocidas

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Algunas necesidades llegarán a conocimiento del trabajador social a través de conversaciones con los miembros de la comunidad, pero habrá otras que no serán expresadas verbalmente, sino que podrá deducirlas per­ sonalmente. Por ejemplo, su experiencia le enseñará si el número de es­ cuelas es o no suficiente, si es aconsejable establecer servicios coopera­ tivos, etc., etc. Al analizar las posibles necesidades de una comunidad hay que partir siempre de que estas necesidades no siempre son de orden material: pue­ den ser lo mismo de orden espiritual, social, económico, cultural, socio­ lógico, etc. La habilidad del trabajador social consiste, precisamente, en saberlas detectar a tiempo y sugerir la manera de ser satisfechas por la misma comunidad. ¡Cuidado, pues, en formarse, a priori, una lista de posibles necesidades!

H>rno« dicho ya que no siempre las necesidades auténticas de la comunidad responden a lo oue ésta desea. Ello es debido a que la escala de valo­ res utilizada por la comunidad es distinta de la del trabajador social. Y esta escala de valores, no lo olvidemos, obedece a una serie de factores históricos, étnicos que van unidos a su historia y a sus tradiciones, por lo cual es muy difícil y a veces no recomendable, intentar introducir cam­ bios demasiado tajantes. Recordemos, en definitiva, la libertad de la comunidad...

porque su escala de valores es distinta de la del A. s.

Por ello hay «ue estudiar detaliadamente la C.,

Para desarrollar, pues, una eficaz labor con una comunidad, hay que estudiar:

1. °La comunidad en sus componentes: tradiciones, etnología, histo­ ria; su composición: por sexos, por edades, estados, profesiones; su es­ tructura: número de escuelas, de hospitales, de templos, asistentes so­ ciales, profesores, sacerdotes, etc. Todo esto permite establecer un cuadro concreto de la comunidad.

2. ° Cuáles son las necesidades de la comunidad, desde un punto de vista objetivo.

3. ° Ver y comvarar lo que Se tiene y lo que falta (para los niños, para las futuras madres, para los ancianos, para los trabajadores, e tc ). De una parte, lista de las necesidades, de otra, elenco de recursos, esta­ bleciendo luego un paralelo entre ambos. 4.° Ver qué necesidades no están cubiertas por los recursos y qué recursos serían necesarios para cubrirlas. 5. ° Las personas que en la comunidad son más representativas: cuáles forman la autoridad constituida y cuáles ejercen una autoridad «de hecho» (maestro, párroco, médico, propietarios, etc.). 36 in índice

6 .° Cuáles son los cambios posibles en la comunidad que permi­ tieran un desarrollo efectivo en la misma, y las personas que podrían provocar estos cambios, para hacer una comunidad operante.

Por ejemplo, en una comunidad en la que se dé una gran mortalidad infantil, será opor­ tuno forzar la intervención de las madres hacia una acción de tipo sanitario, porque se sabe que se podrá contar con su apoyo, y ellas cuidarán de extender la conciencia de esta necesidad común.

En resumen, hay que buscar motivos capaces de producir un «movimiento», puesto que el ob­ jeto del trabajador social es hacer que la comunidad sea activa. Es inútil tratar de ofrecer mejoras si la gente no participa de ellas, aunque se beneficie de las mismas. El dar no será jamás un motivo de promoción humana, porque no implica una movilización de las fuerzas del bene­ ficiario, sea este un individuo o, como en este caso, una comunidad I Desde luego, otros científicos se dedican a estudiar las comunidades (los sociólogos, los psicólogos sociales, los etnólogos, etc.), pero ellos no lo hacen desde el mismo punto de vista que el trabajador social. Ellos ob­ servan «cómo es la tal comunidad»; es a aquél a quien corresponde decir «lo que se puede hacer». El asistente social debe procurar que la comu­ nidad acepte unos cambios, que se vaya desenvolviendo lentamente, que se vaya abriendo a nuevos conceptos y nuevas formas de vida. De aquí la gran diferencia entre el asistente social y los demás profesionales: su misión es la de procurar mejorar los servicios en todas las estruc­ turas, es decir, es una actuación precisa y activa.

buscando motivos capaces de poneria en movimiento.

Función primaria y función secundaria del S. S. de comunidad Ahora bien, en muchísimos casos, y muy en especial siempre que se trate de comunidades subdesarrolladas, para poder prestar su ayuda, el trabajador social tendrá que solicitar la colaboración de otros téc­ nicos, pues no se puede pretender introducir ninguna mejora, ningún cambio, si no se modifican antes las estructuras económicas de base. De ahí que se distingan dos tipos de función en el S. S. de comunidad: una función primaria y una función secundaria. Su función es primaria cuando el asistente social pone en evidencia las necesidades de la comunidad y solicita la colaboración de otros es­ pecialistas para hacer frente a aquellas necesidades. Es secundaria cuando es llamado a colaborar en planes de otros expertos o de otras entidades. 37

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Un ejemplo de función primaria del S. S. de comunidad nos lo brinda el proyecto «Abbruzzi», realizado en Italia. En aquella pobre zona de Italia, una de las más míseras del país, la gente vivía en una so­ ciedad bastante rudimentaria: la vida en común y el sentido de comunidad era desconocido; no estaban habituados a servirse de instituciones, ni a autorrespon Asistentes Sociales, con la colaboración de so­ ciólogos y economistas, emprendieran el estudio de la zona, estudio que duró un año, a fin de tratar de revalorizarla. Explotando los recursos inmanentes, los trabajadores sociales fueron es­ timulando al vecindario hacia acciones de tipo comunitario, hasta lograr una toma de concien­ cia de lo que podían hacer ellos mismos por su propio bien. Allí no se trataba de introducir grandes re­ formas, sino únicamente de suscitar un sentido de comunidad que actuara de estimulante para un esfuerzo común.

En cambio, minados; la decisión de actos a realizar; y la elección de los instrumentos y procedimientos adecuados al problema que se trata de resolver. (Hay que advertir que aquí se utiliza el término pla­ nificación tanto para indicar planes a breve plazo como los planes a largo plazo.)

Es un conjunto de proeedimientos encaminados a un fin con-

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Planificar es, a la vez, un procedimiento administrativo educativo. Educativo porque supone una organización, una definición de los fines, un mantenimiento de éstos, siguiendo una especie de procedimiento edu­ cativo, al enseñar de manera practica el orden y la organización. Cuando el que trabaja con una comu­ nidad es puntual al asistir a las reuniones, da un ejemplo a los demás. El trabajador social que tiene su jornada de trabajo bien organizada, es un ejemplo para sus clientes, los cuales tratarán de imitar su orden en sus reuniones y actividades... Para el trabajador social, planificar es orientar y distribuir bien su labor: escoger bien lo que debe hacer y cómo lo debe hacer, y enseñar a sus clientes a planificar su tarea. Sintetizando, podríamos decir que la planificación es un instrumento que hace más ágil el trabajo. Hay otro elemento, en la planificación, y también de suma impor­ tancia, y es la toma de conciencia de lo que se planifica, y de cómo se hace. Normalmente, los trabajadores sociales llevan a cabo una buena labor, sin darse cuenta, pero esta falta de conciencia del valor de lo que se hace, resta valor educativo a esta tarea.

2

y

Algunas relaciones con el proceso del diagnóstico

Entre la planificación y el diagnóstico existen varios puntos comunes. Uno de ellos, y de gran importancia, consiste en el hecho de que tanto uno como otra deben ser enfocados en vista a los resultados que se persiguen.

tiene muchos puntos comunes con el diagnostico,

La planificación de la intervención profesional del A. S. debe ha­ cerse en relación con los puntos fundamentales a los que se dirige su labor: los clientes y los que de un modo u otro pueden colaborar en este proceso de ayuda. En la planificación se dan ciertos elementos fundamentales que de­ ben ser incluidos en un plan de trabajo:

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a)

Definición del problema que se ha decidido afrontar. (En el diag­ nóstico no existe esta definición, sino la del problema que tienen los clientes, y que probablemente podrá ser afrontado, mientras que en la planificación se ha de decidir qué es lo que se quiere afrontar.)

b)

Individualización del objetivo que se persigue. Verdaderamente, ejercer una responsabilidad precisa un objetivo concreto. 69

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c)

Descripción de los recursos con los que se ha decidido operar (no codos los existentes, sino aquellos que se considera más idó­ neos para el fin perseguido).

d)

Estudio de la documentación y de los instrumentos. (Establecer, por ejemplo, si se van a hacer reuniones con pequeños grupos, o si se escogerá la visita individual, o el coloquio, etc.)

El proceso del diagnóstico y el de planificación se consideran básicos dentro de la labor del tra­ bajador social, pues constituyen el fundamento principal al que se referirá todo el trabajo. La posición del A. S. en la fase primera es de comprensión, de interpretación, de asimilación del problema; en la fase de la planificación su interés reside en elegir y en tomar decisiones operantes.

aunque uno supone comprensión la otra decisión.

y

Cuando el A. S. se encuentra con que los chiquillos juegan por la calle, medio abandona­ dos, en la fase de diagnóstico, analizará si este abandono tiene relación con el trabajo de las madres juera del hogar; en la fase de plani­ ficación deberá escoger entre varios procedi­ mientos, por ejemplo, tratar con las madres por­ que ellas son más conscientes de que es necesaria una guardería para atender a sus hijos. El diagnóstico y la planificación exigen dos posiciones mentales dis­ tintas. El trabajador social debe esforzarse en distinguir qué función realiza cuando diagnostica y cuando planifica. Muchos A. S. ponen en juego la misma intensidad de esfuerzos en ambas situaciones sin distin­ guir cuál es su posición auténtica en cada una de ellas y no consiguen más que desorientarse y malgastar inútilmente sus energías. Cuando se diagnostica, el esfuerzo se concentra en comprender los problemas, con­ frontarlos en conjunto e interpretarlos. Al planificar, el esfuerzo se hace para escoger entre varios problemas o procedimientos. En la planificación colaboran los clientes,

Y en el plano de la planificación del propio trabajo, el A. S. se en­ cuentra, con frecuencia, con una dificultad: la necesidad de prever una ayuda profesional que se ha de realizar en un ámbito muy amplio, y cerca de personas con las cuales no ha tenido ninguna relación directa. La preparación de su intervención, pues, debe tener en cuenta esta amplitud y profundidad, que sobrepasan el uso directo del «informe>, porque gran parte de este trabajo se realiza con los líderes, comités, grupos, etc. Serán precisamente los grupos, los comités, los líderes, junto con el supervisor, los expertos y los colegas, los que ayudarán a definir las líneas de acción más útiles a la comunidad, y que contribuirán a distinguir lo que es planificación de nuevas intervenciones (es decir, nuevos fines a perseguir), de lo que es ayuda a los clientes para que aprendan a planificar por su cuenta, y de

el supervisor

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ios expertos,

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lo que los propios clientes han planeado para resolver los problemas que ellos sienten. Asimismo, el A. S . debe prepararse para el pro­ c e s o de la planificación por medio de las rela­ ciones que sostiene con los clientes, basando su estudio en los datos objetivos que garantizarán la eficacia de sus previsiones en orden a los resultados que pretende obtener por medio de una administración fun­ cional de su tarea. Sin una buena organización funcional y eficaz del propio trabajo, sin una documentación clara, y un uso sereno y ordenado ael norario de trabajo, es muy dmcil que se pueda establecer un plan de trabajo positivo.

y exige una preparación detanada.

Cuando el no hace la registración di­ recta de una entrevista, sino que se limita a una documentación sintética, puede adoptar un es­ quema simple de coloquio, en vistas a un plan determinado. Así, cuando tenga que planificar, no tiene mas que coger la documentación y los coloquios, y como todo ello obedecía ya a un plan previo, la laoor le resulta mucho más fá­ cil, especialmente si la Entidad para la que tra­ baja le ooiiga a nacer planes de trabajo a largo plazo. En la planificación, los planes son también un proceso que se va desarrollando a cada momento. En el diagnóstico ya vimos que se tra­ taba de un proceso que el trabajador social realiza a cada momento, por­ que para ayudar al cliente debe comprender a cada momento lo que éste necesita. En la planificación, el decidir cómo orientar su interven­ ción a cada paso, es también a modo de un pequeño plan en el que se establece la línea general a seguir. Especialmente esto es importante para el A. S. que trabaja con una Entidad determinada, al cual le interesa sumamente ir revisando los resultados que persigue, cómo los persigue y de qué tiempo dispone. No hay que decir que respecto a la elección del plan influye poderosamente la finalidad de la Entidad que presta el Ser­ vicio Social. Es indudable que la intervención del trabajador social debe inserirse dentro del plan más vasto de aquella Entidad, y que estos pla­ nes deben ser conocidos y aceptados por la comunidad a la cual van dirigidos. Por ejemplo, en el caso de un servicio social de comunidad estoMecido a través de un Centro Social, es indispensable que la comunidad co­ nozca los fines que persigue el Centro. Y lo mismo, en el caso de un grupo de Entidades que creen un servicio de asistencia infantil, para ancianos, etc. En todos estos casos, la comunidad debe planificar: — los fines y los resultados apetecidos;

7io índice

— concretar los problemas y establecer un orden de urgencia y de prioridad; — prever los instrumentos que posibilitarán la resolución de los mismos.

En suma, este es uno de los procesos mas apropiados para PROMOVER Y FUNDAMENTAR LA INTEGRACION DE LA COMUNIDAD. Como vamos viendo, la labor del trabajador so­ cial de comunidad es mucho más complicada que la c la del especializado en «case work» o en «group work», porque el campo de sus clientes es mucho más amplio y complejo. Muchas veces tendrá que intervenir con un grupo de madres, con uh co­ mité para la organización de fondos para colonias, o con un grupo de entidades que quieren establecer un plan conjunto de actividades bené­ ficas..., es decir, son muchos los planes que tendrá que hacer, a la vez, porque muchos son los grupos que se desarrollan en el seno de una comu­ nidad. Por esto será aconsejable, al menos una vez al año, hacer un plan de conjunto de todas las actividades, a fin de establecer entre todas ellas una armonía, orientada hacia el bien de la comunidad entera.

La planificación es excelente para lograr la integración de

3.

Algunos instrumentos que el A . r S . de comunidad utiliza en la planificación.

Desde luego, son tantos los casos y las situaciones en jag qUe ge pUecje hallar el A . S. que labora con una comunidad que es prácticamente impo­ sible establecer cuándo y cómo debe usar los instrumentos y cuáles de éstos debe poner en juego. Su experiencia y su intuición le dictarán siempre el camino más apropiado.

Los instrumentos vienen dictados por la experiencia o la intuición,

Frecuentemente, en un mismo problema, deberá echar mano de uno diferente en cada fase, pero esto lo deberá decidir él mismo, sobre la marcha. Pongamos por ejemplo un grupo de madres que comprenden que ahorrarían mucho tiempo y dinero si pudieran disponer de una máquina de coser y hacer juntas los remiendos y confeccio­ nar la ropa de la familia. Se unen para tratar de hallar una máquina de coser. Una de ellas habla a la A. S. de este problema. Juntas, ma­ dres y A. S. estudian la mejor solución: compra, alquiler, lograr que se la regálen... Discuten el asunto y al fin acuerdan comprarla. Entonces se presenta el problema de conseguir el dinero, cómo se pagará, cómo la usarán... Hasta este momento, la A. S. ha utilizado el coloquio indi­ vidual. 72

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Tres mujeres apuntan una solución. Enton­ ces, la A. S. ha decidido utilizar el trabajo de grupo... Es aecir, en cada distinta etapa ha utilizado el método que le ha parecido más eficaz, de acuerdo con el cariz que presentaba en cada momento. No obstante, hay ciertos principios que conviene tener muy presentes. La planificación que haga el A. S. debe estar orientada a prestar una ayuda a la comunidad. A través de su intervención profesional, la comu­ nidad debe recibir una ayuda para poder poner en marcha un esfuerzo organizado y común a los íines concretos comunes a toda la comunidad. El esfuerzo justifica y predispone al deseo o a la posibilidad práctica de promover o de aceptar cambios: el hecho de que se realice en común favorece la integración. Por otra parte, las cosas concretas y útiles a la comunidad cons­ tituyen el programa que ésta se propone para obtener los resultados que apetece. El programa de la comunidad no es un instrumento de la interven­ ción profesional del A. S., sino un proceso preciso y concreto en el cual aquél se inserirá, con sus fines v sus instrumentos, pero con la concien­ cia y la capacidad técnica de aceptar sus fines y las personas que los persiguen. Por esto se puede decir que no existe ningún programa de comunidad al cual no se pueda prestar una ayuda profesional: incluso los más pequeños y los más humildes contienen la base para la promo­ ción de relaciones entre las personas y la erección de un líder activo. Los instrumentos que habitualmente utiliza el trabajador social para procurar una ayuda profesional a una comunidad son, en gran parte, los que utiliza el Servicio Social en general: — las reuniones con grupos, con comités representativos, con las asambleas de miembros de la comunidad, con expertos. Ello no excluye, antes bien exige el coloquio con líderes, expertos, miembros de la comuni­ dad, que desempeñan una función relacionada con el programa de la comunidad, con institu­ ciones, etc.

Ovando el A. S. prepara el plan de su interven­ ción, debe escoger el tipo de instrumentos que le parecen más apropiados, basándose en el diagnóstico establecido de an­ temano.

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La experiencia enseña, por ejemplo, que, a veces, cuando la comunidad se halla en una fase de cooperación inicial, no es capaz de preparar programas, de tomar decisiones, de establecer contactos con otras comunidades, ni de cele­ brar reuniones. El trabajador social deberá, en consecuencia, prever una clase de ayuda encaminada a colocar a la comunidad en situación de asumir toda clase de responsabilidades con respecto a ella misma. El camino podrá ser: asistir a las reuniones; ayudar en el trabajo preparatorio de las mismas, especialmente a través de grupos y de comités; tener coloquios con miem­ bros representativos, etc. Esta es una parte esencial del proceso de plani­ ficación de la intervención del A. S. y constituye la garantía de una ayuda constante, excluyendo el peligro de una actuación paternalista. Para comprender de una manera más clara este proceso, imagine­ mos una comunidad que trata de tomar decisiones en común y compro­ bemos los pasos que sigue;

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— la comunidad toma conciencia de su necesidad.

(El A. S. tratará de que ello ocurra en el momento más oportuno y por la vía más adecuada en orden al re­ sultado deseado.)

— la comunidad difunde la con­ ciencia de esta necesidad por medio de un líder, un grupo, un organismo o unos individuos.

(El A. S. escoge de qué medios se puede valer para facilitar las rela­ ciones entre las personas, a fin de lograr la máxima difusión de aquella conciencia.)

— la comunidad puede tener in­ terés o fuerza emocional que le impulse a afrontar la necesidad inmediatamente.

(El A. S. puede procurar una ayuda para que se pueda realizar, sin per­ judicar a nadie, y sin utilizar a per­ sonas «influyentes».)

— la comunidad, ante tentativas fallidas, intenta nuevos cami­ nos.

(El A. S. puede señalar nuevas solu­ ciones, los grupos más capaces de afrontarlas, qué forma será más prác­ tica para presentar estos grupos ante la comunidad.)

— en la comunidad surge un conflicto entre varios grupos por el diverso apoyo prestado a las soluciones propuestas.

(El A. S. prevé y dispone los instrumentos adecuados para que, a través de discusiones, se pueda hallar una solución común, o de «compromiso» — integración de soluciones — que dé a la comunidad una línea direc­ triz.)

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4.

Algunas actividades del S. S. de comunidad en las que cabe la planificación.

Finalmente, hay que saber distinguir las actividades planificabies de las que no lo son.

Hemos dicho anteriormente que no siempre, ni en todas las actividades, se puede planificar. En esto, como en todo, hay que proceder con cautela y con mesura.

A través de todo lo dicho vemos que la planificación es absoluta­ mente necesaria siempre que se trate de planes a largo o a corto plazo, de coordinar distintos grupos, de preparar programas, etc. Mas no ter­ minan aquí las posibilidades de planificación. Cabe también la planifi­ cación administrativa: la distribución del propio trabajo, por parte del A. S.: cómo se debe uno organizar para que unos planes semestrales o anuales sean bien desarrollados. Otra función en la que cabe es la guía de la comunidad: planificar el papel que el trabajador social ha decidido desempeñar en esta actividad (ayudar a la comunidad a tener conciencia de sus propias actividades, ayudarla a comprender y a valorar el papel del trabajador social, etc.; ayudarla a valorar la labor de uno de sus miembros, animarla a actuar por sí sola, enseñarle a destacar cuáles son los problemas más importantes de todos los que la afectan, cuáles son los colectivos y cuáles simplemente personales, etc.). Otro elemento susceptible de ser planeado es el de la posición que adopta el A. S. para contribuir, con su experiencia, a capacitarse para el trabajo en común. El trabajador social ha de poseer un buen método para trabajar en equipo, y en común. Ha de tener presente que la mayor parte de su tra­ bajo se desarrollará con otros: dirección de reuniones, confección de resúmenes, preparación de reuniones, colaboración con expertos en otras disciplinas o con colegas... Finalmente, el proceso de planificación está estrechamente ligado al diagnóstico, por constituir, para éste, una garantía de sistematización y de organización en el proceder técnico del profesional. En realidad, cada momento de su trabajo, si es conducido a conciencia y eficazmente, va acompañado de un estudio, de una comprensión, de una previsión de su intervención y de los resultados a obtener y de una comprobación res­ pecto a la adecuación de los caminos emprendidos para conseguirlos. De ahí que los métodos y procedimientos del S. S. sean considerados como un procedimiento dinámico y orgánico.

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Preparación de los Asistentes Sociales de Comunidad Dtra. A. Gianbruno

I. La preparación genérica La

Al hablar de la preparación de los asistentes sociales nos referimos a aquel período que el alumno pasa en la Escuela y en el que, a través de las lecciones teóricas y de las experiencias prácticas, aprende las téc­ nicas de su profesión y el modo de aplicarlas.

preparación de ios A. s. se realiza en las Escuelas especiales,

Este trabajo de preparación no es un proceso colectivo realizado entre los alumnos, sino un trabajo verificado entre dos entidades: la Escuela y cada uno de los alumnos. A la Escuela compete proporcionar un exce­ lente cuadro de estudios, una práctica eficiente y un modelo de lo que será la actividad profesional del A. S., todo ello a través de un proceso que haga posible que estos estudios y experiencias sean asimilados por los alumnos. A éstos corresponde poner en juego la movilización de sus mejores capacidades para poder madurar las enseñanzas recibidas, capi­ talizando los conocimientos adquiridos, a fin de que luego rindan sufi­ cientemente. Todo lo que vendrá después: preparación, instrucciones, especialización, no serán más que la administración de este capital adquirido en la Escuela. Por ello es fundamental para las Escuelas, ya que la pre­ paración de base tiene una importancia suma en el ejercicio de la pro­ fesión. Cabe, empero, reconocer que, en las Circunstancias actuales, a las Es­ cuelas de Asistentes Sociales, a diferencia de las otras Escuelas superio­ res, las atañe una función particular y muy delicada : la de abrir nuevos caminos al servicio social y dar a conocer la profesión en los medios aje­ nos a ella, pero que podrían interesarse por ella. Cualquier Facultad o Escuela Superior se limita a preparar a sus alumnos, sin preocuparse de demostrar a los demás la utilidad de las enseñanzas que en ella se fa­ cilitan. ; I

Las Escuelas de servicio social, en cambio, se ven obligadas a buscar posibles nuevos campos de actividad y a la vez hacer comprender el valor de la profesión. Algunas Escuelas confían este quehacer a un departamento especial (Oficina Téc­ nica, Patronato de la Escuela, etc.), que cuida de establecer contactos, de abrir posibilidades de trabajo, de explicar a las entidades pertinentes (di­ rigentes de empresas, hospitales, parroquias) la utilidad y misión del ser­ vicio social. En las Escuelas que no disponen de este departamento esta 77 in índice

misión les está confiada a las propias alumnas. Mas en este caso, hay que tener mucho cuidado, ouesto que si a una entidad que no ha tenido contacto alguno con el S. S. se le envía una A. S. paternalista y «superactivista», la idea que aquella entidad se formará del S. S. irá siempre ligada a una actividad de tipo protector, generoso, pero un poco caótico y muy confuso. En cambio, si el A. S. es muy experto en administración, muy regular en su trabajo, destacará el S. S. como una actividad presi­ dida por la seriedad, el sentido de la responsabilidad y el espíritu de ser­ vicio. De ahí la enorme responsabilidad de las Escuelas en formar a sus alumnos. Evidentemente, si un arquitecto construye mal un edificio, a nadie se le ocurrirá poner en duda la validez de la arquitectura en sí: se limitará a poner en duda la capacidad de aquel profesional, y ello porque la arquitectura es un arte que cuenta con siglos de experiencia, pero el trabajo social es un arte nuevo, desconocido aún por la mayor parte de personas y al que hay que ir allanando el camino con el esfuerzo perso­ nal de sus profesionales. Por ello, si el A. S. no está a la altura de la situación, compromete gravemente el futuro de la profesión entera. He aquí por qué la Escuela tiene una grave responsabilidad

— hacia la profesión (y no sólo en el ámbito na­ cional, sino en el ámbito mundial). No hay que olvidar que la nrofesión de A. S. puede ofrecer muchos intercambios, una gran reciprocidad de experiencias, a través de todas las cuales lo que se busca es lograr un prestigio que permita utilizar con más eficacia la misma actividad profesional. Así, pues, la responsa­ bilidad de la Escuela visa a toda la profesión. Allí donde los profesionales tienen un nivel bajo, el concepto que la comunidad tiene del trabajo so­ cial es negativo.

De ahí su responsabilidad.

— hacia la sociedad — entendiendo como sociedad a los entes, las instituciones, los campos de trabajo — a la cual la Escuela tiene el deber de ofrecer lo mejor. — hacia los mismos alumnos, llamados a desarrollar un dinamismo personal y objetivo que comporta movimientos, cambios y adaptaciones intelectuales, que sin duda deben ser proporcionados a la facultad per­ sonal de cada uno. Dicho en otras palabras, no se pueden dar instrumen­ tos inadecuados a personas incapaces de utilizarlos, ni aplastar a las per­ sonas estimulándolas a una actividad que no pueden sostener. "'e ahí aiie una de las principales misiones del Director o Directora de una Escuela — de no cumplir la cual podríamos decir que su labor es inútil —, es la de conocer perfectamente a sus alumnos y de saber hasta dónde puede llegar cada uno de ellos y la función o especialidad para la cual están mejor dotados, dejando de lado toda simpatía o con­ sideración de orden personal. El Director debe saber si los alumnos que están bajo su responsabilidad serán capaces de afrontar los riesgos de la profesión y de salir triunfantes, o bien si serán aplastados por el peso de su responsabilidad o si llegarán a un cierto nivel y ya no podrán progresar más. 78

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Otra de las funciones de la Escuela es la de preparar un cuadro de estudios eficaz. Aún antes de tener alumnos, una Escuela existe en cuan­ to tiene un plan de estudios. Y este plan debe procurarse que sea tan teórico que pueda abrir realmente a los alumnos la posibilidad de ad­ quirir nuevos conocimientos — esto es, la enseñanza da información — y tan formativo que les ayude a aprender estas nociones de una manera dinámica que les permita aprender a estudiar —. En realidad, ahora acabamos de definir la función de la Escuela: los alumnos apren­ den, aprendiendo a estudiar, iniciándose en el proceso de relacionar la prooia inteligencia con la realidad, con la verdad, y ello respondiendo a una realidad práctica, de suerte que no se ponga al alumno ante si­ tuaciones que de hecho no existen. Desde luego, justo es reconocer lo difícil de lograr el perfecto equilibrio entre este tipo de enseñanzas: teórica y práctica y de lograr una armonía entre grupos de materias informativas, materias formativas y grupos de materias profe­ sionales, de suerte que la técnica ilumine el trabajo social, pero Sin que­ darse en este estadio.

La enseñanza es teórica y prác-

t,ca

Plan de estudios En el trabajo social, los estudios versan sobre: y ios estudios versan sobre el hombre, la sociedad y los métodos del S. S.

— Materias que atañen al estudio del hombre: medicina, higiene, psicología, nsiquiatría, m oral

— Materias que atañen al estudio de la sociedad: derecho, psico­ logía social, derecho penal, estadística, investigación, administra­ ción. — Materias vropias del S. S.: estudio del S. S. como profesión, casework, groupwork, organización de la comunidad Claro está aue la experiencia y el esfuerzo del Director y Profeso­ rado se hincarán especialmente en estas materias, procurando darle toda la profundidad necesaria desde el punto de vista del trabajo social. Así, por ejemplo, no se trata de que un Asistente Social sepa toda la moral, teología, ascética y mística, pero sí que tenga un exacto concepto de la justicia, del acto moral y de su significado, de la prudencia, de la espe­ ranza, de la caridad y de la templanza. Dicho en otras palabras, de todas estas ciencias, el S. S. debe tomar tan sólo las bases para que su enseñanza sea formativa e informativa. Y sobre todo, tener en cuenta que la severidad profesional nunca será excesiva, pues se trata ahora de sentar las bases de una nueva pro­ fesión, desconocida totalmente en algunos países hasta los momentos presentes. 79 O índice

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Selección de alumnos Puntos muy importantes son la selección de alumnos,

Por la misma razón hay que poner un cuidado especial en la selección de alumnos.

La profesión de Asistente Social es difícil y exige profesionales cua­ lificados y, por tanto, personas capaces de adquirir esta cualificación. Un plan tan complejo de estudios exige una capacidad de absorción que muy difícilmente puede encontrarse en personas que no tengan el hábito del estudio en un elevado nivel. Muchas Escuelas, especialmente en sus comienzos, han acogido a alumnos sin discriminación. Pero esta posición, si bien es generosa con respecto a las personas que con la má­ xima buena voluntad querrían entregarse a una labor de amor hacia el prójimo, desde el punto de vista profesional es contraproducente. Vale más contar con pocos alumnos, pero de calidad, que con muchas me­ dianías. Lo contrario, no es honrado para con los individuos, ni para con la sociedad. Los criterios de selección varían de Escuela a Escuela. Las hay que someten a los presuntos alumnos a un test psicológico; otras prefieren un examen de admisión; otras escogen el coloquio personal con el can­ didato... Lo que el Director debe buscar es una formación equilibrada consciencia de lo que se hace de lo que se escoge sociabilidad inteligencia espíritu de concentración. ■ capacidad creativa.

Todas estas condiciones se pueden revelar en una entrevista bien llevada, pero, desde luego, es durante los estudios cuando se manifes­ tarán con toda su amplitud. Por ello, misión de la Escuela es ayudar al alumno a conocerse a sí mismo y a perfeccionarse.

Valor de los distintos métodos en el proceso de formación Esta ayuda se verificará, en gran parte, a través de las materias de especialización. Así, por ejemplo, en el el Alumno aprenderá a considerar el yo y el tú, los derechos de los otros y en consecuencia la jus-

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ticia, la prudencia, el respeto; la humildad en buscar y aceptar lo que constituye el bien del otro; la paciencia, al no arrogarse juicios; el com­ prender un problema participando en él, pero sin identificarse con él... A este 'propósito cabe recordar el caso suce­ dido con unas A. S. italianas que se encontraron con una joven soliera que había tenido un hijo, y al tratar de ayudarla y comprobar las enor­ mes dificultades que tenía que superar llegaron a convertirla en una heroína. Su misma exal­ tación había borrado en ellas el juicio moral. Y el otro caso de una joven Asistente que después de visitar varias barracas se sentía sin derecho a comer... 1 El groupwork estimula y desarrolla la capacidad de organización, la humildad, la paciencia, el estudio psicológico, la comprensión... Mas ¿cómo lograr que los trabajadores sociales utilicen satisfacto­ riamente estas lecciones? Sólo la práctica les permitirá aprovecharse de ellas y sacar el mayor partido posible.

Las prácticas En realidad las prácticas son el nroblema nú­ mero uno de las Escuelas. Sobre todo si se tiene en cuenta que su objeto no es sólo el de ver la realidad, sino en mucho mayor grado, el de enseñar a verla. De ahí la necesidad de la existencia de un Monitor, como uno de los elementos esenciales del equipo de cola­ boradores con que debe contar todo Director de Escuela.

la realización de prácticas,

El Monitor es el intermediario entre el Director y el alumno. Su misión es la de : a) Orientar al alumno sobre cómo utilizar las enseñanzas recibidas y a saber hallar su aplicación práctica. Es decir, enseñar a ver la realidad. b) Enseñar a comprender la importancia de Ja entidad para la cual se trabaja (qué es, qué hace, qué pretende, cuánta gente abarca, su organización, etc.). c) Enseñar a utilizar los instrumentos necesarios, como la investí­ gación, el coloquio, ate. d) Enseñar a documentar el propio trabajo.

La valoración del trabajo del A. S. y la valoración del trabajo de los A. S.

Otra de las funciones esenciales de las Escuelas de Servicio Social, aparte la misma enseñanza, es la de evaluar el trabajo de sus ex alumnas que están ya en ejercicio. 81

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En Italia cuando una Asistente Social pretende emplearse en un puesto cualquiera se le exige una credencial expedida por la Escuela en la que se emite un juicio de valor sobre su capacidad. En general, estas valo­ raciones se hacen con un espíritu amplio, a fin de que un rigor excesivo no perjudicara a las alumnas, pero con un hondo sentido de responsa­ bilidad y de realismo. Es de desear que este procedimiento se siguiera en todas las Escuelas. Esta valoración constituye la prueba de madurez del alumno. Ella le ayudará, por otra parte, a ser cauto y a tener siempre presente ciertas premisas en su trabajo posterior. En realidad es una ayuda para que el alumno aprenda a superarse a si mismo, y a la vez un estímulo para esta superación. i Por otra parte habitúa a los alumnos a adaptarse a una «dinámica de pensamiento», que es muy importante en ellos el mantener. Y a no temer en acudir, en cualquier caso de duda o de falta de conocimientos, a quien esté en condiciones de ayudarles.

La documentación La práctica en la documentación tiene el fin de acostumbrar a los alumnos a escribir sus experiencias y a saber destacar lo esencial de lo accidental. • Hemos hablado de la preparación de los A. S. sin hacer referencia particular al S. S. de Comunidad. No obstante, no debería admitirse una preparación específica para el S. S. de C., del mismo modo que no debe­ ría darse una preparación específica para los otros métodos del Servicio Social. Podrá ser necesario que un A. S. llamado a trabajar en uíi sector determinado sienta la necesidad de una especialización, pero en realidad, no podrá ejercer especialización alguna si antes no posee una buena preparación de base. Si las escuelas han elegido cuidadosamente los ele­ mentos dotados de equilibrio y de inteligencia, de amor al prójimo y han sabido darles una preparación sólida y severa, habrán profesionales capaces de afrontar el case work, el group work o el S. S. de comunidad; capaces de afirmar la profesión y aún de descubrir nuevos campos de intervención para el servicio social.

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supervisión Dra. C. Pagani

La supervisión es un elemento de control y de ayuda,

La supervisión es el elemento de control mediante el cual se puede ayudar al trabajador so­ cial a cumplir su misión.

Vamos a fijarnos especialmente en la supervisión relativa al S. S. de Comunidad. Analizaremos, aunque sea brevemente: 1) Algunos conceptos fundamentales. 2) Las funciones del supervisor, el objeto de estas funciones y la capacidad especial que se requiere. 3)

Finalmente, distintos aspectos del ejercicio de la supervisión.

1. Algunos conceptos fundamentales A) La finalidad de la supervisión, en general, es promover y asegurar la realización objetiva de los fines de la Entidad o Agencia que promueve el Servicio.

destinado a garantizar la recta aplicación del s. s.

La diferencia que existe entre la supervisión para el S. S. de comu­ nidad y la de los otros métodos, no consiste en el proceso a través del cual se realiza la supervisión, sino en las materias que le son sometidas. B) La posición jerárquica del supervisor, sus funciones específicas, el área de su autoridad y responsabilidad deben ser previamente defi­ nidas por la Entidad que utiliza la tal supervisión. No hay que olvidar que esta definición debe ir armonizada con los principios de la profesión tanto si se trata de un trabajo desarrollado en contacto directo con los clientes como si se desarrolla una labor de dirección o de adiestramiento del personal profesional. Asimismo, corresponde al ente designar cuando al supervisor se le debe confiar una función de ayuda a los A S. o si solamente la de control. 83

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2. Funciones del supervisor a) El supervisor ha de tener dos tipos de autoridad: la derivada de su competencia y la derivada de las funciones aue ejerce. Es nece­ sario que los que trabajan con un supervisor conozcan claramente las funciones de éste. El A. S. utiliza la supervisión, las más de las veces para perfeccionar la calidad y la cantidad de su trabajo y también para saber exactamente cuánto, como y respecto a qué puede servirse de la misma. El supervisor enseña, ayuda y valora el trabajo del A. s.,

La supervisión, en realidad es un proceso que se realiza a través de algunas funciones funda­ mentales :

— la de enseñar los métodos del trabajo profesional o de los fines y sistemas de la Entidad o Agencia — la de ayudar a servirse de la experiencia y ios conocimientos ad­ quiridos para resolver los casos que se le presenten. — la de valorar el rendimiento del trabajo del A. S., comprobando si está de acuerdo con los fines de la Entidad Un uso proporcionado y equilibrado de las funciones del supervisor es una excelente condición para facilitar el aprendizaje del A. S'. y a la vez constituye la base de un adecuado proceso de ayuda y de control del trabajo. b) Objeto de estas funciones. Gran parte de la misión del super­ visor consiste en evaluar el trabajo desarrollado y las iniciativas em­ prendidas: sostener y estimular nuevas ideas: reconocer como experien­ cias profesionalmente válidas las intervenciones del profesional, a las cuales es posible que el propio A. S. no conceda la importancia debida; hacer que el A. S. sea consciente de los cambios que logra con su trabajo y ayudarle a valorar continuamente el trabajo que va verificando, y a destacar los aspectos positivos del mismo. Esta misión de ayuda, de valoración, de control, va encaminada a que los clientes tengan una prestación cada vez más eficaz y que el A. S. esté contento de su labor cerca de la comunidad. El supervisor, cuando enseña, cuando hace la valoración del trabajo del trabajador social, cuando le sugiere la línea apropiada del plan de trabajo, ejerce funciones que redundan en bien propio, del A. S’., de los clientes y de la propia Entidad a cuyo servicio está. Por su parte, el trabajador social que tiene un buen supervisor, se siente reforzado en su papel, asume su responsabilidad con más serenidad, sabe encontrar por sí solo los caminos más eficaces para desarrollar su misión, aprende a valorarse y a valorar su trabajo, aprende a elegir. Y Sé

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la Entidad, finalmente, se siente más segura acerca de la calidad y can­ tidad del trabajo confiado al trabajador social

c) Condiciones especiales exigidas en el supervisor. Es evidente que una tal responsabilidad exigirá unas condiciones especiales en quienes la asuman. Entre éstas citaremos: ‘

La supervisión exige cualidades especiaies,

— Un conocimiento práctico destacado en cuanto al S. S. de comu­ nidad, que le permita formarse una opinión «competente» sobre los problemas de los clientes y la intervención profesional más idónea (teniendo en cuenta el ambiente, los clientes, la Entidad, etcétera). Asimismo, debe estar en condiciones de formarse esta opinión a través del material oral o escrito que le facilite el A. S., sin tener relaciones directas con los clientes. — Capacidad de captar las conexiones entre varios elementos o as­ pectos que ofrezca el proceso en que se halla empeñada la comu­ nidad para poder guiar al A. S. y ayudarle a hacer uso de ellas en el proceso del diagnóstico, del tratamiento o de la planifi­ cación. La colaboración del supervisor será especialmente impor­ tante en el S. S. de comunidad para ayudar al A. S. a abarcar los aspectos comunes de las situaciones y de los problemas que afectan a la comunidad. — Capacidad de reconocer y de hacer reconocer la incidencia y el resultado no sólo del trabajo del A. S., sino también de todos los que colaboran en la acción. — Capacidad de contribuir al perfeccionamiento del trabajo social de comunidad en el plano conceptual. — Saber estudiar y buscar el mejoramiento de la profesión. — Capacidad de conceptualizar la experiencia cuotidiana y usar con serenidad y seguridad las técnicas derivadas de su autoridad.

3.

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Algunos aspectos del ejercicio de la supervisión en el S. S. de comunidad

Como en los otros métodos del iE>. S., en éste la relación individual es el eje de la supervisión y el coloquio el instrumento más frecuente.

en particular la del

s s.

de

c.

El uso del grupo es válido cuando el grado de conocimiento de sí mismo y la capacidad de autocrítica permiten una dinámica utilizable en la supervisión. Así, se podrán utilizar los grupos cuando se trate de realizar un estudio o con fines pedagógicos; cuando deba comunicar nuevas directrices de la Entidad a distintos trabajadores sociales; cuan­ do deba coordinar distintas colaboraciones, etc. 85

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En cuanto a la organización de la supervisión parece que existen ciertas diferencias entre los distintos métodos de S. S., que provienen de las clases de cuestiones que se someten a la supervisión en cada uno de los métodos; y que en el S. S. de comunidad son: planes de trabajo a corto o largo plazo, actividades con comités, diagnosis correlativas en­ tre varios grupos, etc. El supervisor del trabajo social de comunidad debe prestar una es­ pecial atención a aquellos aspectos del trabajo del A. S. que son utilizables para definir las líneas generales de un programa amplio para ela­ borar los fundamentos de un diagnóstico a diversos niveles. Es muy útil procurarse una documentación que sirva, no sólo con respecto al A. S., sino también a las situaciones que éste ha de afrontar, es decir: a la realidad en que se mueve. Tanto para el supervisor como para el trabajador social parece que la periodicidad de sus encuentros debería oscilar entre los 8 a 15 días, y ser fijados de antemano, a fin de prepararlos debidamente. Los supervisores de comunidad suelen hallarse con la dificultad de que el ritmo de sus intervenciones no está de acuerdo con el que siguen los procesos de la comunidad, lo cual no puede ser superado más que con la experiencia. En cuanto a la duración de estas entrevistas, al principio, por la dificultad de ambos, serán más largas, pero poco a poco, una vez fami­ liarizados ambos con los problemas y uno con el otro, serán cada vez más breves. r En cuanto a supervisión del personal voluntario, la puede realizar el supervisor de los A. S. o los mismos A. S. Finalmente, señalemos que, como todo buen dirigente, el supervisor del S. S. de comunidad debe saber armonizar e integrar las funciones que le han sido asignadas, con una administración funcional del tra­ bajo, de lo cual se beneficiará la Entidad promotora, los A. S. y la misma comunidad.

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Bibliografía Es de lamentar que no exista apenas bibliografía sobre S. S. de Comu­ nidad en lengua española. Por ello, nos limitamos a escoger, de la abundan­ tísima bibliografía en lengua inglesa e italiana, las obras más indispensables. The Cultivation of Community Leadership from the Grass Roots, New York, Harper & Brothers, 1953. Cao P in n a , M aría : Sviluppio della communitá, Assistenza D’Oggi, Giungo, agos­ to 1958. C iolfi, T eresa : Considerazioni sul lavoro di communitá, A. A. I., Serie ATS, Metodologia e Casistica. D urham, A rthuri: Community Welfare Organization. Principies and Practice. N. Y., Thomas Y. Crowell Co., 1959. F asolo, Em m a : La formazione degli operatori sociali de communitá, Assistema D’Oggi, febrero 1962. F iorentino , Elda : Proiblemi di communitá in un Centro Sociale, A. A. I., Serie ATS, Metodologia e Casistica. H endriks, G .: La Comunítá studia se stessa, Notiziario per gli assistenti sociali, n. 26, noy. 1956, Via Sforzia, 14, Roma. International Conference Of Social Work: Proceedings Sixth International Conference of Social Work, Madras, 1952, Ed. I. C. S. W., Bombay, 1953. K in g , Clarence : Working toith People in Small Communities, N. Y., Harper & Brothers, 1958. M illen , W ayne : Community Organization for Social Welfare, Univ. Chicago Press. M urphy, C ampbell G.: Community Organization Practice, Boston, Houghton Mifflin Co., 1955. N aciones U nid as : Formación de personal para el desarrollo de comunidad, ST, TAA, Ser., D, 24. Formación para el Servicio Social - Tercer Estudio Internacional, E, CN, 5, 33. ST, SOA, 37 (cap. IV). Ross, M urray G.: Community Organization. Theory and Principies, N. Y., Har­ per & Brothers, 1955. S ocial W ork Y ear B ook 1960: Ed. Russel, H. Kurtz, N. Y., Association of Social Workers, 1960. W are, C arolina : Estudio de la comunidad; cómo averiguar recursos; cómo or­ ganizar esfuerzos, Washington, Unión Panamericana, 1952. Organización de la Comunidad para el Bienestar Social, Washington, Unión Panamericana, 1954. B iddle, W illiam W .:

R evistas :

International Social Service Review, N.° 6, marzo 1960, ST, SOA, Ser. Q, 6. International Social Work, International Conference of Social Work. International Review of Community Development, Piazza Cavalieri de Mal­ ta, 2, Roma (Italia). Vide asimismo la «Collana di Servizio Sociale», Amministrazione per le Attivitá Assistenziali Italiane e Internazionali, Vía Giovanni Lanza, 194, Roma. Serie «Tecniche del S. S. di Gruppo e di Communitá». Especialmente Cua­ derno N.° 5. 87

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