El secreto para conservar una piel saludable. Se nos ha dicho que ...

Se nos ha dicho que nuestra belleza depende de lo bien que lucimos por fuera: la perfección de nuestro rostro, cuerpo, cabello, etc. Para que logremos esa ...
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El secreto para conservar una piel saludable. Se nos ha dicho que nuestra belleza depende de lo bien que lucimos por fuera: la perfección de nuestro rostro, cuerpo, cabello, etc. Para que logremos esa perfección nos venden una infinidad de productos y métodos que nos ayudarán a conseguir ese cutis perfecto y ese cuerpo envidiable. Nos bombardean con estereotipos y ridículos estándares de belleza que alcanzar. Toda nuestra atención está puesta en nuestro exterior. Pero: ¿nuestro interior? Lo que no nos enseñan es a tener cuidado con lo que pasa dentro de nosotros. Una emoción o situación traumática mal procesada encuentra su salida en nuestro cuerpo y nuestra piel. Debemos aprender a mirar y comprender de manera profunda la belleza y complejidad de nuestros sentimientos y emociones. Fluir de una manera sana y natural. Pueden pasar años sin saber que emociones sentimos o cuáles son nuestras necesidades básicas. Por lo tanto, cuando nos enfrentamos a ellas no sabemos cómo sobrellevarlas, al tiempo que ignoramos que esas emociones no entendidas o reprimidas repercuten en nuestra salud. La piel es el órgano más grande que tenemos y, una piel dañada es el reflejo de nuestra irritación mental. La piel se vuelve imperfecta y el rostro es el primero en resentirlo: Acné, puntos negros, espinillas, manchas, resequedad, exceso de grasa, alguna deformación, rojeces, etc. Nuestros rasgos se pueden volver duros y la piel de nuestra cara áspera, oscura y llena de impurezas. Estos son solo algunos de los numerosos problemas que nuestro rostro puede presentar. El rostro es la primera parte de nosotros que la gente ve. Este se relaciona con la imagen, el ego e identidad. Para que nuestra cara esté limpia, radiante y serena es necesario primero limpiar el interior. Al mismo tiempo, quitar sentimientos y pensamientos negativos, abrirse al amor, a la aceptación de uno mismo, y estar dispuesto a la apertura. Erradicar todas las mascaras y dar lugar al verdadero yo. Es importante saber que si tu rostro tiene acné puede representar que no te amas lo suficiente y tienes baja autoestima- por eso es común que salga en la adolescencia- sin embargo, también puede surgir en la adultez lo que significa que hay alguna situación no resuelta de tu adolescencia que vuelve a surgir. El acné será la manera de alejar a los demás. Auto examínate y ve cuál es la percepción que tienes de ti, tal vez sea hora de cambiarla. Lo más seguro es que esa percepción sea errónea y te este dañando. Empieza a poner atención a los sentimientos que pueden estar o han deteriorado tu individualidad, no los reprimas. Enfréntalos. Todas las alteraciones que tu piel presenta son recursos que usa tu cuerpo para hacerte saber que algo anda mal, que tienes heridas ocultas que ya no puedes seguir evadiendo.

Enfrentarlas, será difícil, no te miento; pero será lo mejor. El mantener oculto el sufrimiento conlleva más gasto de energía y deterioro de tu rostro. Es necesario tener armonía entre lo que vives en el interior y lo que pasa exteriormente. Acéptate y amate tal como eres, deja de querer complacer a los demás; que no te importe lo que piensen de ti. Acepta los cambios. No dejes de escuchar y atender tus necesidades fundamentales. No retengas ninguna emoción. Un ser interior sano se reflejará en tu piel. No necesitarás mascara alguna y tu rostro recuperara la luminosidad y limpieza, tus rasgos serán suaves y relajados. Esta es la mejor manera de tener y conservar una belleza natural. Utiliza las cremas y maquillaje sólo como algo accesorio, como un extra. No como la solución. Toma el reto de sanar tu piel y rostro desde el interior. Amate y acéptate, permítete brillar por dentro y por fuera.