Espectáculos
Página 6/LA NACION
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Jueves 24 de junio de 2010
TEATRO Lo que vendrá
Celebración tibia, con Macri en la platea
Seis novedades. Cinco comedias y el regreso de El bululú, de José María Vilches
El encuentro entre dos víctimas de la sociedad
Pirañas
Santana: dramaturgia venezolana en Monserrat
De David Mamet, dirigida por Marcelo Cosentino, con Gerardo Romano, Carolina Papaleo y José María Muscari. Miércoles, jueves y domingos, a las 20.30; viernes, a las 21; y sábados, a las 20.30 y 22.30, en La Comedia, Rodríguez Peña 1062.
Buena (((
Encuentro en el parque peligroso, de Rodolfo Santana. Intérpretes: Gabriela Murúa y Mauricio Minetti. Diseño escenográfico: Oscar Trussi. Diseño de iluminación: Manu Rincón. Asistencia de dirección: Leandro Puerta. Dirección general: Daniel Di Cocco. Duración: 64 minutos. En el Teatro de la Ranchería, México 1152 (4382-5862). El sábado, a las 21, última función.
El bululú El clásico unipersonal creado por José María Vilches, con Osqui Guzmán, dirigido por Mauricio Dayub. Viernes y sábados, a las 19; y domingos, a las 18.30, en la sala Luisa Vehil, del Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815. $ 30.
Insomnio de amor Un déjà vu constante, escrito por Tatiana D’Agate, con Damián Valgiusti, Carla Maieli y Tony Chávez. Sábados, a las 23.30, en La Clac, Av. de Mayo 1156 (4382-6529). De 25 a 40 pesos.
Hija de Aka Yaraa Un camping, un ser mitológico y una maldición. Dirigida por David Rubinstein, con Patricio Aramburu, Javier Barceló, Rita González, Federico Liss, Paula Manzone, Daniel Miranda y Anahí Pankonin. Viernes, a las 20, en El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960 (48620655). De 25 a 35 pesos.
Quiero pasar una tarde con Franco Comedia de temática gay, de Martín Marcou, con Marco Gianoli, Hernán Lettini, Puchi Labaronnie, Rosario Sabarrena, Pedro Aggollia y Eugenio Davide. Viernes, a las 23, en La Tertulia, Gallo 826 (6327-0303).
¿Quién es quién? Thriller dirigido por Nicolás Scarpino. Viernes, a la medianoche, en El Cubo, Zelaya 3053. $ 60.
Hija de Aka Yaraa
JUANA GHERSA
Sandra Guida y Alejandra Radano, en uno de los mejores momentos de la celebración
El San Martín festejó sus 50 Fue una fiesta sencilla e íntima, aunque extensa y algo desordenada Con pena, aunque con mucha gloria, el 24 de mayo pasado, el edificio actual donde se erige nuestro tan querido Teatro San Martín, cumplió 50 años. Los fondos del gobierno porteño fueron destinados en su totalidad a la reinauguración del Colón, y el San Martín fue el gran relegado. La fiesta por sus 50 años tuvo que esperar y fueron su director general, sus empleados y sus actores quienes pudieron llevar a cabo un festejo al que la política económica porteña le negó un mayor brillo. Se decidió que anteayer, se realizaría la primera de las tres funciones en conmemoración del 50° aniversario del Teatro San Martín (la siguiente fue ayer y la próxima, el martes 29, a las 20). Esa primera fecha estuvo dedicada a invitados, funcionarios, artistas, periodistas y representantes del personal. Y poco antes de las 20, ya se agolpaban en el hall del teatro todas y cada una de las figuras de nuestra farándula cultural. Allí se entremezclaron artistas, políticos, funcionarios, ex funcionarios, productores y gestores culturales, con decenas de empleados del Complejo Teatral de Buenos Aires. El jefe de Gobierno, Mauricio Macri, entró con el ministro de cultura porteño Hernán Lombardi y, luego de las fotos y las cámaras, se ubicó en una de las primeras filas. Veinte minutos más tarde de lo previsto, se levantó el telón para que, sin
demasiado preámbulo, comience el espectáculo diseñado por José María Paolantonio y coordinado por René Aure. La bailarina Elizabeth Rodríguez abrió la propuesta con Alina, coreografiada por Mauricio Wainrot, un impecable solo de danza, con música de Arvo Pärt. Luego fueron sucediéndose en forma interminable, nueve escenas de nueve clásicos de la dramaturgia nacional e internacional, interpretadas por actores que alguna vez pasaron por ese teatro. Algunas de ellas, muy desprolijas, otras descollantes. Entre estas últimas: las encarnadas por Alicia Berdaxagar y Sergio Surraco, en El reñidero; y por Luis Brandoni y Horacio Peña, en un momento clave de Un enemigo del pueblo, de Henrik Ibsen, cuyo paralelo con la política actual llenó de euforia a los espectadores. La intervención del Grupo de Titiriteros del San Martín, con escenas de El gran circo y El maravilloso viaje del maese Trujamán y su inolvidable compañía; y el cierre del Ballet Contemporáneo, dirigido por Mauricio Wainrot, con un segmento de Carmina Burana, estuvieron entre los mejores momentos; así como Rodolfo Mederos, ofreció intimidad con su bandoneón. Sandra Guida y Alejandra Radano, con Diego Vila al piano, interpretaron “Moritat” y “Alabama Song”, en idioma inglés; y fueron protagonistas del cua-
dro más aplaudido, una peculiar interpretación de “El Choclo” y “Caminito”, alarde de talento y creatividad. Aunque algo desordenado, largo (más de dos horas) y por momentos aburrida, la celebración tuvo su momento emotivo al final, cuando todo el staff técnico y artístico del teatro se abrazaron sobre el escenario de la Martín Coronado, con unas sencillas palabras de Kive Staiff y un aplauso larguísimo. En ese punto uno comprende que el festejo fue íntimo, conmovedor para la gente del San Martín, realizado con lo que se pudo, en casa, con más voluntad y amor que con pasión. Ojalá las autoridades hayan percibido algo de ese sentimiento, para poder lamentarse por lo que debió ser y no fue, sólo por dinero. El texto de Kive Staiff que abre el espectáculo es contundente: “Algunos investigadores han querido ver en la trayectoria del Teatro San Martín la búsqueda y consolidación de un modelo cultural que, por los resultados, aparece como funcional a las expectativas de la sociedad. Si así fuera, todo el trabajo valió la pena, aunque implique asimismo y otra vez, un desafío: el de perfeccionarlo y profundizarlo, el de plasmar finalmente la transformación social posible y todavía pendiente”.
Pablo Gorlero
Casi como víctimas de la rueda del destino que gira inexorable, Ana y Pedro se encuentran al anochecer en el parque. No se conocen, pero como una rutina cotidiana entablan una conversación que deja traslucir que el deterioro del lugar, con la vieja calesita abandonada como infortunada testigo, no es otra cosa que un reflejo de la decadencia de la sociedad moderna, no importa a cuál se refiera. Él, con una afección que le impide expresarse con una lógica coherente; ella, segura de sí misma, misteriosa y sin temor de enfrentarse a los peligros tanto del parque nocturno como de la vida misma. Pedro es un automarginado que quiere mantenerse a un costado del alienante devenir que pasa arrollando los sueños y los valores humanos que alguna vez se atrevió a conquistar. Ana, con más decisión y valentía para enfrentarse a la realidad, dejó su profesión de modista para
dedicarse a otra tarea a la que considera humanitaria pero que termina por destruirla. Es un agente de la eutanasia. Ella asume la responsabilidad de ayudar a sus congéneres para quienes, por enfermedad terminal, la vida es un peso inaguantable y sin solución. Aunque es una obra que se plantea dentro del naturalismo, por la variedad de lecturas metafóricas que se pueden obtener, el simbolismo se hace necesario y no desentona. En este resultado mucho tiene que ver la escenografía, sobria y despojada pero con elementos que son muy elocuentes. Esta es la cuerda estética que el director Daniel Di Cocco maneja con acierto y con la que crea el marco propicio para insertar a los personajes. Mauricio Minetti, en la piel de Pedro, elabora una interpretación difícil por las características del personaje, totalmente convincente con variantes legítimas. Por su parte, Gabriela Murúa, como Ana, se presenta con un halo de misterio que por momento vuelve inescrutable a su criatura, restándole matices que pueden ser enriquecedores. Rodolfo Santana, en esta pieza, no hace otra cosa que pintar su aldea, sólo su aldea, porque sabe qué proyección alcanza.
Susana Freire
Mauricio Minetti y Gabriela Murúa, en Encuentro en el parque peligroso
(En escena) Juana Azurduy Se estrenó una nueva versión de Proceso a Juana Azurduy, de Andrés Lizarraga, protagonizada por Laura Bove y Fernando Sayago, con música del Chango Farías Gómez y dirección de Néstor Romero. El sábado, a las 20, en la Casa Nacional del Bicentenario, Riobamba 985. Entrada libre y gratuita.
Mujeres bolivianas Los sábados, a las 21, sube a escena Las Cholas, con dramaturgia, actuación y dirección de Clara Seckel y Sara Pastormerlo. En Espacio Ecléctico, Humberto Primo 730 (4307-1966).
Ultima de Los Amados Hoy, a las 21.30, es la última función de la versión intimista y acús-
Proceso a Juana Azurduy
tica de Karabalí, ensueño Lecuona, de Los Amados. En Clásica y Moderna, Callao 892 (4811-3670).
Seres en un club de barrio Los sábados, a las 23, se representa El Zorzal, una obra en la que todo transcurre en un club de barrio. De Daniel Junowicz, con Belén Diambra, Florencia Gallardo, Julián Marcove y Sofía Spano. En Vera Vera, Vera 108 (4854-3655).