El Paisaje - Cabildo de Gran Canaria

más geométrica pasando por la luz del posimpre- sionismo. El paisaje como género artístico, ha tardado en ser una realidad contundente, en principio no era ...
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Portada: Almendros en Tejeda Nicolás Massieu y Matos, 1948 Óleo sobre lienzo, 65 x 60 cm.

Barranco de Azuaje Nicolás Massieu y Matos, ca. 1943 Óleo sobre cartón, 50 x 43 cm.

La exposición El Paisaje en la Colección de la Casa de Colón, está formada por una selección de piezas que propone al público un acercamiento al paisaje, a través de diversos artistas cuya producción plástica abarca desde finales del siglo XIX a los años 70 del siglo pasado. Vistas isleñas -de la costa al interior-, retazos urbanos, recuerdos italianos, campos de Castilla, de Galicia o del País Vasco, que van desde una visión naturalista-realista a la síntesis más geométrica pasando por la luz del posimpresionismo. El paisaje como género artístico, ha tardado en ser una realidad contundente, en principio no era un género puro dentro de la Historia del Arte, se consideraba una mera excusa o anécdota dentro de otros. Pero bien es cierto que ningún género mejor que este, para poder percibir cómo el arte se adentra en nuevas formas de dicción, nuevas expresividades y planteamientos inéditos hasta el momento.

El Paisaje

en la Colección

Horarios: Lunes a viernes de 10.00 a 21.00 horas. Sábados de 10.00 a 18.00 horas. Domingos y festivos de 10.00 a 15.00 horas.

Casa de Colón C/ Colón, 1 · 35001 Las Palmas de Gran Canaria Tel. 928 312 373 / 384 / 386 [email protected] www.casadecolon.com

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de la Casa de Colón 18 junio / 31 agosto 2015

exposición LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

La muestra comienza con la obra de Felipe Poggi Borsotto (1836-1913) que, con una mirada idílica, adentra al público de la muestra en una imponente arquitectura natural, la Caldera de Taburiente. De Nicolás Massieu y Falcón (1853-1934) podemos observar dos obras, una pequeña marina con la mar desatada, donde el protagonismo de la pincelada sobre el dibujo es evidente, y una visión de Venecia -fruto de su periplo y estancia italianamás amable y costumbrista, que nos sirve para presentar un extraordinario conjunto de obras de pequeño formato de Juan Rodríguez Botas y Ghirlanda (1882-1917). Pintados durante una de sus escalas en el país transalpino, los paisajes de Botas son desdibujados, meras impresiones emotivas de luz y color, evocaciones de un sentimiento momentáneo, tan del gusto de sus coetáneos, que contrastan con las composiciones elaboradas por Darío de Regoyos (1857-1913). En ellas se mezclan los efectos del progreso industrial y técnico con la naturaleza que los soporta. Con una paleta tremendamente personal, Regoyos se centra en una audaz representación de los fenómenos lumínicos y atmosféricos. Discípulo de Massieu y Falcón, e influido por el pintor catalán Eliseu Meifrén, Francisco Suárez León (1865-1934) se revela como un minucioso observador de la realidad costera, urbana y rural de Las Palmas de Gran Canaria. Un pintor de luz matizada, con pinceladas sueltas de factura libre y notas posimpresionistas, que logra composiciones de alto valor estético. Será su hijo, Cirilo Suárez (1903-1990), el que vaya derivando hacia un realismo más regionalista, aunque la pieza que podemos ver siga anclada en la línea anticipada por su progenitor. Francisco Bonnín Guerín (1874-1963), el creador de la luz de Tenerife con sus acuarelas del Teide, y el gaditano Manuel López Ruiz (1869-1960) con sus reconocibles marinas, recogen el interés de una burguesía canaria que comienza a demandar un determinado tipo de arte, una mirada concreta, el paisaje isleño. Pero habría que esperar a la creación de la Escuela Luján Pérez, a su pintura al aire libre, para que el paisaje dejara de ser incontestable para que comenzase a ser sentido. De Juan Carló (1876-1927), se expone El jardín de la Escuela Luján Pérez, un óleo de 1920, en el que se condensan aires europeos, de Monet y Cezanne a Rusiñol, así como la paleta del propio Darío de Regoyos. El punto de inflexión lo pone Nicolás Massieu y Matos (18761954), el Pintor de Gran Canaria, un rezagado impresionista, que se interesa por las variaciones lumínicas y cromáticas

que se suceden a lo largo del día. No mezcla los colores, modela las formas con un pincel plano, espátula quizás, mediante precisos trazos, valiéndose de una colorista paleta de diferentes matices e intensidades. Como vemos en La Trilla, obra de 1909, o en Almendros en Tejeda de 1948, los límites se difuminan, los contornos pierden relevancia, importa el momento, el instante transmutado en luz en el que las montañas se tiñen del azul intenso De José Aguiar (1895-1976) y de Juan Guillermo (1916-1968), podemos apreciar dos obras alejadas de la luz de Canarias, fruto de sus estancias académicas y profesionales en la península. Un evocador paisaje de Galicia, el Castillo de Santa Cruz, de José Aguiar, y una espléndida visión urbana titulada Desde mi ventana, fechada en 1944, de Juan Guillermo. Mención aparte merece la obra de Francisco Arias (1911-1977), perteneciente a la Escuela de Madrid -y Premio Nacional de Pintura en 1952-, presenta un paisaje castellano casi abstracto, un mundo fluido, aéreo, pululante de luces y colores, donde la naturaleza se reduce a lo mínimo indispensable.

Paisaje Juan Rodríguez Botas y Ghirlanda, ca. 1905-1910 Óleo sobre lienzo, 23,2 x 30,3 cm.

En el archipiélago, pero con el periplo madrileño a sus espaldas, Antonio Padrón (1920-1968) despliega su trayectoria plástica mediante una síntesis indigenista, donde sus fuertes trazos -espatulados- de colores ocres, amarillos y rojos crean un universo personal y reconocible al instante. Como apreciamos en la magnífica Cenobio, y en Cañas, con unas tomateras que serán punto focal y recurrente en la creación del paisaje isleño grancanario, como ejercicio rutinario o búsqueda de una nueva plástica. De Santiago Santana (1909-1996), se confrontan dos visiones urbanas, una de 1929 y la otra de 1975. En la primera las enseñanzas de la Escuela Luján Pérez están patentes, el Risco de San Bernardo se despliega desde lo alto de su muralla, con una figura femenina portando un cántaro en la cabeza. En la segunda, realizada casi 45 años después, la estilización formal y una meticulosa geometría interna domina toda la composición, el Risco se transforma mediante una luz pura, ingenua, terriblemente bella. Por último, el palmero Francisco Concepción (1930-2006), vuelve a recalcar con La caldera de Taburiente, óleo de 1980, la belleza del paisaje insular.

El Paisaje en la Colección de la Casa de Colón, permite recorrer y disfrutar de una serie de obras de los fondos del Museo de contrastada calidad, así como la posibilidad de reflexionar sobre la naturaleza cultural del paisaje, este no existe sin un observador, en este caso los artistas, y nosotros lo apreciamos a través de sus ojos.

Altos hornos de Baracaldo Darío de Regoyos, ca. 1906 Óleo sobre lienzo, 55 x 65 cm.

Paisaje con casas Juan Guillermo, 1945 Óleo sobre lienzo, 60 x 60 cm.