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BUENOS AIRES
| Martes 22 de octubre de 2013
BUENOS AIRES Edición de hoy a cargo de Fernando Rodríguez | www.lanacion.com/buenosaires
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El motorman dice que no sabe qué pasó choque en once. En su indagatoria, Julio Benítez afirmó que sintió “un ahogo” antes de la colisión y admitió que el tren no había
tenido desperfectos; sostuvo que no sabe cómo llegó a su mochila el disco rígido con el video de la cabina; quedó detenido
El maquinista del tren de la línea Sarmiento que el sábado chocó en el final de un andén en la terminal de Once declaró ayer ante la Justicia que sintió una reiterada sensación de “ahogo” antes de la colisión y que tiene solamente recuerdos borrosos de lo sucedido. Al comparecer ante el juez federal Ariel Lijo, Julio Benítez, de 47 años, dijo que no sabe cómo llegó a su mochila personal el disco rígido con las imágenes grabadas en la cabina, aunque admitió que siempre llevaba herramientas consigo por si necesita hacer “alguna reparación” a bordo. Además, Benítez reconoció que el tren no había tenido problemas mecánicos ese día. “Si me pide precisiones no se las puedo dar. Después, es todo borroso. Recuerdo el impacto, que sangraba profusamente por la nariz. Sentí que perdía mucha sangre, me mareaba, intentaba recuperar mis pertenencias porque estaba todo desparramado”, detalló ayer el motorman en los tribunales federales de Comodoro Py, donde continuará detenido por decisión del juez. Según fuentes que presenciaron la indagatoria, Benítez describió que en distintos momentos del viaje sintió que se ahogaba y que no podía respirar. Esa sensación, agregó, era intermitente. Dijo, incluso, que no recuerda en qué estaciones paró antes del choque ni cómo lo hizo. Además, el maquinista reconoció que antes del mortal accidente del 22 de febrero de 2012 en Once había soñado dos veces que un tren conducido por él chocaba contra el paragolpes del andén en la terminal. Eso, finalmente, sucedió y, según declaró ayer, lo consternó. “Lo comenté como una cosa curiosa a mi psicóloga [tras haber arrollado a un suicida], como preguntándole si tenía alguna relación, porque me sentía mal. El accidente de Marcos [Córdoba, el motorman de aquella tragedia en Once] me conmocionó mucho por las víctimas que hubo y porque me daba una sensación rara el haberlo soñado”, ahondó. En las horas previas a la presentación ante el juez, la situación del maquinista se había ido complicando. El magistrado había tenido acceso a imágenes de un trayecto previo realizado por Benítez el sábado en el Chapa 5, en el que se observa que tuvo conductas ajenas a su tarea de conducción. Más exactamente, dijeron fuentes judiciales, en el viaje anterior al del choque, de Once a Moreno, aparece cantando a la cámara dispuesta en el vagón situado al otro extremo de la formación; según el sentido del viaje, este coche actúa como propulsor y también dispone de cámaras de vigilancia. El accidente por el que compareció ayer ocurrió a las 7.25 del sábado en el andén 2 de la terminal de Once. El convoy conducido por Benítez saltó de los rieles, pasó sobre el andén,
chocó contra el techo de la estación y se detuvo a pocos metros de los molinetes. Hubo 105 pasajeros heridos. Benítez está imputado por el delito de estrago, aunque todavía el juez Lijo no determinó si la calificación será culposa o dolosa. Ayer, el motorman se reunió por primera vez con su abogada, Valeria Corbacho, que también representa a los conductores de las tragedias ferroviarias de Once y de Castelar. El magistrado aún aguarda la recuperación de las imágenes de la cabina de conductor contenidas en el disco rígido hallado en la mochila de Benítez, quien supuestamente lo habría extraído intencionalmente. La empresa que intenta acceder al video pidió dos repuestos para continuar con las tareas de reconstrucción de la grabación. En el expediente consta el testimonio de un agente policial que narró que, minutos después del choque en Once, el motorman “se aferraba a su mochila y no quería largarla”. Voceros judiciales explicaron que, en principio, se trata de un testigo confiable, con experiencia en su puesto y sin razones para mentir. La consola de grabación que recibe las imágenes captadas por la cámara se ubica dentro de una caja metálica que, en teoría, permanece bajo llave. Esas cajas suelen instalarse cerca del piso o cerca del techo, tanto en el primer coche como en el último; en el Chapa 5 estaba cerca del piso, a la derecha del conductor. El disco rígido, según confirmaron fuentes de la investigación, estaba manchado con sangre, al igual que la consola y la mochila, lo que sugiere que Benítez habría manipulado esos elementos. Lijo aguarda los análisis del fluido para saber si coincide con la sangre del motorman. “No me acuerdo de haber extraído el disco ni nada respecto de él. Hay cosas que no podría asegurar que ocurrieron. Cuando traté de ver, en uno de esos flashes, vi todo rojo y era porque tenía los ojos llenos de sangre”, declaró el maquinista. Y aclaró: “Respecto de las herramientas [que estaban en su poder], yo siempre tengo esas cosas encima, nos las dan por si tenemos que hacer alguna reparación. Yo hago reparaciones de electrónica y electricidad así por mi cuenta”. Lijo también le preguntó si alguien le había indicado que hiciera “algo indebido” o distinto “a conducir y llevar pasajeros sanos y salvos”; Benítez respondió que no.ß
del editor: cómo sigue.
Los estudios toxicológicos y psiquiátricos serán vitales para saber si las “lagunas” de Benítez son fruto del shock o eran preexistentes.
El doloroso trauma social de viajar en tren opinión Leandro Despouy PARA LA NACiON
N
o existe en el mundo ningún país que haya llevado a cabo una destrucción del sistema ferroviario en tan poco tiempo y tan deliberadamente como se ha hecho en la Argentina. Tras el “ferrocidio” de la década de los 90, el sistema no pudo reconstruirse. La AGN ha relevado la prestación del servicio ferroviario, tanto el de carga como el de transporte de pasajeros. Nuestros informes reflejan en forma categórica las deficiencias de un sistema que avanzaba hacia un contexto de creciente degradación y señalan con nitidez los factores que contribuyen a esta espiral de decadencia, provocada por un sistema de subsidios sin ninguna rendición de cuentas y ausencia de sanciones frente a los incumplimientos contractuales de las concesionarias. Pero los informes de la AGN no fueron tomados en cuenta; es más, el Estado fue tolerante y permisivo frente a tales incumplimientos, que despertaron la sospecha de corrupción, tal el caso del comportamiento del ex secretario de Transporte Ricardo Jaime, que llegó a mostrar las prebendas de los destinatarios de subsidios distribuidos por él mismo.
Otros factores que señaló la AGN fueron la ausencia de inversiones; desvíos en las contrataciones para las tareas de mantenimiento –generalmente tercerizadas con empresas del mismo grupo–, que engendraron precarización laboral y alimentaron una gran conflictividad sindical, reflejada trágicamente en el asesinato de Mariano Ferreyra. Si leemos el informe número 203/2012 disponible en www.agn. gov.ar, sobre compras de material ferroviario a España y Portugal, difícilmente podamos explicarnos que quienes participaron de esas fraudulentas negociaciones no hayan recibido aún sanción alguna de la Justicia. Al leer las condiciones en que se realizó la operación, el lector quizás pueda creer que no está frente a una tarea de auditoría, sino ante una novela policial. El país nos interpela a encontrar una solución urgente que ponga término a esta sucesión de tragedias portadoras de un trauma social que se incrusta profundamente en nuestra cotidianidad, alienta el sentimiento de que la corrupción mata y afecta sobre todo a los sectores de menores recursos, empujados por las condiciones económicas al acto temerario de utilizar el ferrocarril.ß El autor es presidente de la Auditoría General de la Nación
Julio Benítez, al ser trasladado desde la clínica Dupuytren hasta los tribunales federales de Retiro
télam
“Mi sueño más recurrente es que me hago recontrabolsa en un tren” La frase aparece en la entrada de un blog que el maquinista comenzó a escribir en diciembre Mauricio Giambartolomei LA NACiON
“Sueños de matar” se titula la última publicación del blog “Los sueños de Pastichoti”, del 29 de enero de 2013. En los datos del creador de ese sitio aparece la foto de Julio César Benítez, el motorman que conducía la formación que el sábado se estrelló en la estación de Once. La existencia de la página trascendió ayer, y la noticia circuló mientras el maquinista recibía el alta y era trasladado a los tribunales para ser indagado. El 21 de diciembre de 2012, en el post de “Autopresentación”, el autor dice: “Mi sueño más recurrente es que me hago recontrabolsa en un tren que lamentablemente voy manejando yo...” Cada uno de esos artículos del blog eran replicados en una cuenta de Google Plus que inició su actividad el 20 de julio de 2012, el día que aparece una actualización del perfil de usuario y una foto: la de Benítez. Ayer, en su indagatoria, Benítez admitió ser el autor del blog. Dijo que lo hizo en una noche, y que casi no volvió a ocuparse de él. En cuanto a lo que escribió, confesó que antes del accidente del 22 de febrero
de 2012 en Once había soñado dos veces que él protagonizaba un choque similar a aquel de su compañero Marcos Córdoba. Dijo que eso lo había consternado y que incluso le contó esos sueños a la psicóloga de la ART que lo atendió luego de que arrollara a un suicida. Dos psiquiatras y una perfiladora criminal consultados por LA NACiON esbozaron explicaciones de qué pudo haber motivado a alguien a escribir esto y cuáles son las características de su psiquismo. “Los textos indican que quien los escribió está sublimando sus estados agresivos representando simbólicamente lo que en realidad querría hacer”, dijo a LA NACiON el psiquiatra Hugo Marietán. La presentación dirigida a los seguidores del blog comienza así: “No vamos a andar presentándonos, yo no les simpatizo y a la vez no los veo. El tema es que sueño cosas tan locas que a falta de gente que me escuche he elegido escribirlas para que algún inocente aburrido que no sabe qué ver en internet las lea aunque sea por accidente”. El texto sobre el sueño del choque del tren es más amplio: “Lo más lamentable es que no está muy lejos de ser realidad, ya que mi trabajo es precisamente manejar trenes. Contra estaciones cabecera, como ocurrió hace un año en Once, contra pesados camiones cargados de ladrillos, de
Frases que son alarmantes Fueron compartidas en Internet entre 2012 y 2013
Julio César Benítez motorman
En la página web del maquinista que conducía la formación que el sábado se estrelló en Once, creada en diciembre pasado, aparece una serie de posts con frases polémicas
“Lamentablemente no está muy lejos de ser realidad, porque mi trabajo es precisamente manejar trenes”
inflamable combustible... El común denominador es que me hago «teta» junto con un pobre tren y unos buenos cientos de pasajeros”. Sobre esta forma de expresarse, la diplomada en Criminología Laura Quiñones Urquiza observa “una continuidad de ideas paranoides y de persecución” en el individuo que las comparte en la Red. “También encuentro rasgos de la personalidad como el narcisismo. Llama la atención la necesidad de volcarlo en internet. Es como un llamado de atención: «Que no digan que no lo dije». Es un modo insidioso de comunicarlo”, agrega. Coincide el psiquiatra forense Mariano Castex, quien fue terminante. “Si me dicen que esto lo escribió una persona con responsabilidad de transportar a personas, hace rato lo hubiera pasado a un gabinete psicológico. Está contagiado de un trauma, de una situación de estrés. Es una alerta de que algo le puede estar comenzando a fallar.” Para Marietán esos sueños tienen que ver con una “profecía autocumplida”. Además considera que “hay una especie de deseo de que ocurra, cuando habla de pasajeros”. Quiñones Urquiza advierte los rasgos paranoides de los que está impregnado el texto. “Son sueños de persecución, le interesan las fatalidades, las catástrofes, todo lo que tiene que ver con muerte y destrucción.”ß
Indignada, la mujer del conductor lo defiende Afirmó que Benítez no robó el video del choque y que se quejaba de dolores de cabeza Susana Bargas, la esposa del motorman detenido por el accidente de Once, aún no pudo cruzar ni una palabra con su marido, pero está convencida de su inocencia. “Es mentira que se haya robado el disco rígido. No se puede hacer eso en 30 segundos”, señaló la mujer. Morocha, rellenita y bajita, exhibió en su rostro los días sin poder pasar por su casa de Garín, donde la esperan sus tres hijos. Julio César Benítez tiene otros cinco. En total son ocho, de tres matrimonios, los que se preocupan por su padre preso. Benítez, según su mujer, nunca había tenido un accidente semejante. “Este accidente es su primera vez.
Sí tuvo de personas que se le tiraban. Se le tiraron 11, pero siempre lo tomó tranquilo, me decía que estaba bien”, explicó. La mujer contó que su marido volvió a trabajar el sábado después de 15 días de vacaciones. Y que los últimos dos meses se quejó de fuertes dolores de cabeza y en una rodilla, para lo que tomaba un analgésico, según sus palabras, “ibu 600”. “Es antimédico”, dijo, y afirmó que la consulta con el doctor le quitaba la posibilidad de seguir trabajando, como lo hace en los últimos 25 años. Bargas recibe constantes llamadas y mensajes de texto en su celular. Entre ellos, los de su suegra, que ayer le decía lo que contaban en la televisión sobre su esposo. Mientras, mataba el tiempo a media tarde en la puerta del juzgado de Ariel Lijo, para poder ver pasar a su marido cuando lo llevaran esposado al despacho del juez, camino a la indaga-
toria prevista para el anochecer. Los compañeros de trabajo de Benítez le mandaron mensajes en los que le decían que su esposo no pudo haber sacado la grabación de lo que ocurrió en la cabina. “Es una persona sana, no fuma, ni toma, ni se droga”, aseguró Bargas. “Es mentira que se robó los videos. ¿Cómo va a hacer eso en sólo 30 segundos?”, dijo la mujer. En cambio, sugirió que la llave del cubículo que alberga el disco rígido la tienen los operarios del taller y que ellos sí pudieron haberlo sacado de allí. “Es todo mentira lo que dicen de él, le quieren tirar mierda. Sólo los de mantenimiento pueden abrir eso”, se quejó. Además, denunció: “Estaba cansado de decir lo que les pasaba a los trenes. Lo decía y no le daban bola. En el taller le cambiaban la chapa y le mandaban el mismo tren diciéndole que lo habían arreglado”, expresó.
La mujer contó que se enteró del choque porque la llamó un compañero de trabajo de su marido. “En la empresa hay dos Julio César Benítez y yo decía que no era él, porque cuando pasaba un accidente siempre me llamaba y me decía: «Bichito, hay quilombo», y yo ya sabía qué era. Pero ahora no me respondía las llamadas ni los mensajes”, recordó. Su esposo estuvo internado en el sanatorio Dupuytren, donde lo dieron de alta ayer para declarar ante el juez. La mujer dijo que él tiene golpes en la cabeza y en el brazo, y que recibió cinco puntos de sutura en la nariz, de donde lo operaron. La mujer se indignó cuando le mencionaron que los controles señalaban que Benítez iba más rápido de lo debido: “Es imposible, era muy correcto y muy responsable. Cuando paseaba a los hijos en el tren, ellos decían que iba muy tranquilo”, dijo.ß