espectáculos | 3
| Lunes 10 de febrero de 2014
teatro
Un music hall con el sello de Pachano divain. ★★★ buena . idea : Aníbal Pachano. intérpretes: Aníbal Pachano, Nicolás Armengol, Estefanía Bacca, Gustavo Wons, Cereza Rossatti, Maia Contreras, Mauricio Macu, Nacho Gonatta. vestuario y producción: Patricia Fiaño. luces: Aníbal Pachano. coreografía: Alejandro Lavallén. coreografía
El elefante mecánico de Nantes
Arañas gigantes que “atacaron” Yokohama
foToS: joRdI bovER
El misterio de la nave vegetal
de tap :
Gustavo Wons. dirección musical y voces: Gaby Goldman. coordina-
ción de puesta : Alejandro Lavallén. producción general : Javier Faroni. pues ta y dirección general :
Aníbal Pachano. sala : Guemes, Guemes 2955, Mar
del Plata. funciones: lunes y martes, a las 21.00. duración: 90 minutos.
la machine. La compañía francesa realizó una instalación en el centro porteño Viene de tapa
Delarozière cumple al máximo esa consigna. En mi caso, había visto este trabajo hace pocas semanas, en Chile, paso previo al “aterrizaje” porteño. En aquella oportunidad, al momento de entrevistarlo, y mientras la expedición estaba a la vista de todos, sólo accedió a hablar como el Comandante FD. Recién a principios de la semana pasada acordó volver a encontrarse con la nacion ya como director de la compañía. Hubo condiciones: publicar esta nota una vez que la nave haya “despegado”. Mucho antes de arribar a cada ciudad, la Compagnie La Machine hace llegar a los organizadores (Ministerio de Cultura porteño, en este caso) una especie de instructivo a cumplir. Dice: “No se deben mencionar los términos «espectáculo», «performance» y «show». No debe aparecer el nombre de Francis Delarozière como director artístico. No debe informarse el lugar del aterrizaje preciso ni la fecha de partida”. También se clarifica la línea argumental escuchada en estos días. O sea, que la nave Aéroflorale está a cargo de un equipo de científicos que viajan por el mundo estudiando la biodiversidad. Y que son esos científicos quienes lograron capturar y almacenar la energía de las plantas que permite al gran aparato funcionar con total autonomía. Una vez planteados estos ejes rectores, la nave va. Durante años, François Delarozière fue parte de la compañía Royal del Luxe. Ellos fueron los que, en 1992, presentaron en Buenos Aires un desfile en el que se contaba la historia de Francia. Tuvo lugar en la avenida 9 de Julio. Con el paso del tiempo, aquel hipnótico, impactante y desbocado trabajo se convirtió en hito, en marca de referencia en lo que hace al teatro callejero en gran escala. Uno de los espectadores de aquel maravilloso delirio fue Diqui James (“esa tarde no paré de llorar”, expresó alguna vez el creador de Fuerzabruta). Tan instalado en la memoria colectiva quedó aquello que, en 2010, Diqui James fue el que estuvo a cargo del Desfile del Bicentenario, en el cual, no casualmente, contaba la historia argentina. En aquellos tiempos de la Royal,
Delarozière prefería estar en los talleres, diseñando y construyendo grandes escenografías y maquinarias fantásticas. Las cosas cambiaron. De hecho, durante estos tres últimos días de Expedición vegetal, estuvo siempre en su tienda de campaña a cargo hablando con la gente, siempre como científico. Desde 1999 dirige su propia compañía (en verdad, está a cargo de una enorme fábrica de ficción en la que trabajan cientos de constructores, artistas plásticos, inventores, electricistas, mecánicos, escultores, acróbatas, diseñadores, escenógrafos, performers y siguen los rubros). Una fábrica abierta todo el tiempo al público porque el work in progress de cada espectáculo ya es todo un espectáculo en sí mismo (como la estrategia comunicacional de La expedición vegetal, cuyo eje es, casi, la no comunicación). La compañía se fundó 1999, en Tournefeuille, localidad próxima a Toulouse. Al principio, aportaba el know how a otros grupos. En 2001 crearon su primer espectáculo. Se llamó Grand Repertoire - Le Grand Répertoire des Machines. Desde ese momento, la maquinaria no paró. En 2003, presentaron una performance/exhibición que fue vista por más de 700.000 personas. En el Gran Palais, de París, la gente hacía cola. En 2008, en Yokohama, Japón, las autoridades del puerto advirtieron a la población de la presencia de un objeto no identificado en aguas profundas. Era una araña de 13 metros de altura, brazos de 20 metros y 25 toneladas de peso que, a los días, se paseaba por la ciudad. Y a falta de una, fueron dos arácnidos. Dos que, en algunos momentos, se peleaban. Es la misma araña que se trepó por la fachada de la catedral de Reims. En Nantes, donde está la gran fábrica, crearon un gran parque fantástico. Allí vive un elefante de 12 metros de altura que se desplaza por el lugar con 50 personas a bordo. ¿Arquitectura en movimiento? Tal vez. En 2012, coparon la plaza Napoleón de la ciudad francesa La Roche-sur-Yon. La noche del 1° de septiembre, 12.000 personas fueron hasta la plaza en donde iban a comenzar los trabajos de reciclado del lugar. Se toparon con enormes máquinas excavadoras que, de bue-
Aníbal Pachano y su virtuoso elenco
M
Expedición en Avenida de Mayo nas a primeras, se transformaron en cuerpos gigantes a cargo de una coreografía monumental. En pleno baile, toda la ciudad se quedó sin luz. A partir de ese accidente provocado comenzó a desplegarse una increíble cantidad de acciones a lo largo de los meses. De aquello quedó una serie de animales/máquinas que cualquier visitante opera como si fuera un gran parque escultórico interactivo. “En Europa –cuenta este estudiante de biología y bellas artes–, desde principios de los ochenta las nuevas formas del teatro callejero comenzaron a tomar fuerza. El texto se mezclaba con la música, la actuación, la danza, las artes visuales, el circo. De esa mixtura nació este tipo de expresión a cargo de creadores que no estaban vinculados a una disciplina en particular. Con el tiempo, estas experiencias empezaron a entablar un fuerte vínculo con lo urbanístico, la arquitectura y el paisaje urbano. De hecho, muchas de nuestras acciones forman
Delarozière o el Cte. FD parte de estrategias gubernamentales destinadas a desarrollar a una comunidad.” El actual tour de Expedición vegetal comenzó en Europa, pasó por el Amazonas, cruzó los Andes, llegó a la Plaza de Mayo, pasará a una isla africana del Atlántico hasta llegar a Madagascar. En distintos idiomas ellos dirán lo mismo: que la energía de las plantas hace mover a la gran nave. El Comandante FD nunca se saldrá del guión. ß
AR DEL PLATA.– Divain hace convivir, forzadamente, lo mejor y lo peor de Aníbal Pachano. Es indudable que este nuevo music hall lleva toda su impronta. Expone esa marca registrada que lo acompaña desde los refinados Botton Tap hasta hoy. Sin embargo, y en desmedro de su talento como artista, el director decidió atravesar el espectáculo con referencias vinculadas a los escándalos mediáticos que lo cuentan como protagonista. Así sucede en Divain y así sucedió en los recientes títulos de su factoría. En cuanto a lo estrictamente artístico, Pachano da rienda suelta a su talento exquisito con cuadros inéditos y otros ya vistos en shows anteriores. En este sentido, ya no sorprende su versión de “Se dice de mí” como carta de presentación para jugar con las ambigüedades de género. La excusa argumental, apoyada en textos algo endebles, permite que el protagonista haga un repaso de momentos salientes de algunas etapas de su vida hasta llegar al presente. Sus recuerdos más sentidos se estructuran tomando como eje la figura de algunos payasos emblemáticos como los españoles Gaby, Fofó y Miliki o el vernáculo Carlos Scazziotta, por citar algunos. Así, se suceden cuadros en los que se recrea la atmósfera de épocas pretéritas sin eludir a algunos ídolos populares como Palito Ortega o Violeta Rivas. La idea no es novedosa, pero permite agitar la memoria colectiva. Sus mudanzas, la edad escolar, la relación con sus padres, su matrimonio, y la vocación por el arte también forman parte de esta suerte de biopic escénico. Lo endeble de la estructura reside en lo frágil de algu-
CHRISTIAN HEIT
nos parlamentos, en cierta pérdida de ilación de la excusa memorativa, y, sobre todo, en los paréntesis que hace Aníbal Pachano para referirse, sin dar nombres, a sus peleas con figuras de segunda línea, sin lauros ni méritos, con las que se enfrenta en los gossip shows televisivos. Pachano no es un experto a la hora de monologar. Por eso el humor de sus textos no es efectivo y su llanto no es creíble. Esto lo aparta bruscamente de ese Pachano distinguido que bucea con hondura en la danza y el más elegante cabaret. Sí es una de sus virtudes saber rodearse. El staff masculino de bailarines es parejo y solvente. Nicolás Armengol demuestra, una vez más, su talento con presencia y simpatía. Menos preciso luce el elenco femenino, aunque mención aparte merece Maia Contreras, quien se planta carismática, con un gran caudal vocal, dominio de su cuerpo y una presencia que completa la escena. El vestuario, diseñado por Patricia Fiaño, es cuidado y vistoso. Al igual que la puesta de luces a cargo del propio director. El espectador no sale defraudado. Los cuadros son muy bellos y la atmósfera del music hall de lujo sobrevuela permanentemente la escena. Cuando Pachano se acerca a la estética Botton Tap y al clima del cabaret berlinés gana y demuestra por qué es un gran artista. En detrimento del espectáculo, por momentos todo eso pasa a un segundo plano y sube a escena el hombre envuelto en discusiones y combates verbales que se puede ver en la televisión. Aunque claro, el escándalo mediático también tiene su cuota de teatralidad y ficción. ß Pablo Mascareño