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espectáculos
| Sábado 1º de junio de 2013
Chaco, centro musical del país encuentro. Las canciones se impusieron
en el Cuarto Congreso Argentino de Cultura
Las diez cantantes que se adueñaron del escenario del Teatro Colón
Mujeres unidas en el canto y la confraternidad las elegidas. Valiosos hallazgos en un recital de corte popular
que atrajo al Colón a fanáticos del pop, el rock, el bolero y la balada
Fernando Cabrera, “embajador” del Uruguay
Mauro Apicella LA NACION
RESISTENCIA.– Quien quiera llegar a la peña de Juan Falú no debe preguntar la dirección sino averiguar dónde está Juan en ese momento. Porque su peña no es un lugar sino él mismo. Por lo tanto, después de la cena (o más bien pasada la medianoche) una guitarreada puede comenzar en la sobremesa de un restaurante o en el lobby de un hotel. Si allí está el veterano músico Juan Falú y su irrefrenable espíritu veinteañero, la guitarreada está asegurada. Y lo cierto es que el Cuarto Congreso Argentino de Cultura, que se realiza hasta este fin de semana en Chaco, tiene mucha música. Además de la trashumancia peñera del guitarrista tucumano, hay espacios físicos dedicados a esos fines, como el Centro Cultural Alternativo Cecual donde el misionero Joselo Schuap podía animar una buena trasnoche; o el auditorio y la carpa montada especialmente en la Casa de las Culturas, o el Complejo Guido Miranda. Durante toda esta semana, las tardes en la Casa de las Culturas fueron de lo más animadas y mucho público que asistió a las charlas, conferencias y recitales. Anteayer, uno de los espectáculos principales fue el del ascendente cantautor local Seba Ibarra, al frente de su sólida banda. Un rato después, en la sala del Complejo Guido Miranda, había una propuesta que a primera vista podía parecer ecléctica pero que terminaría siendo coincidente en una noche muy bien dedicada a la canción. Estuvieron el uruguayo Fernando Cabrera y el flamante dúo que formaron el brasileño Arthur de Faria y el argentino Omar Giammarco. Fernando Cabrera comenzó su carrera a fines de los setenta, pero sólo una década y media después le dio forma a una de las expresiones más refinadas e inspiradas que conocemos en el Río de la Plata, en los últimos 20 años. Suele grabar y tocar con otros músicos en el Uruguay pero al momento de salir de su país muchas veces debió hacerlo sólo con su guitarra y eso le permitió encontrar un canal de expresión totalmente íntimo y, a la vez, fácil de compartir con el público. El recital que dio durante este Congreso Argentino de Cultura no hizo más que
reafirmar todo esto. La voz de Cabrera no es la más común, su composición no es la más convencional, su manera de tocar no es para nada extravertida. Pero será la combinación de esos tres elementos lo que le permitan ofrecer actuaciones realmente exquisitas. De manera consciente o no sus recitales pueden ser una curva dinámica que pone al oyente en una escucha atenta y al cantante en un juego que va de la declamación vehemente (como si fuera un payador urbano del siglo XXI) al susurro acompañado de notas lacónicas y un mínimo staccato en las cuerdas de la guitarra. Así recorre temas como “El tiempo está después”, “Viveza”, “Buena madera” y algunos de su próximo disco. Después de Cabrera llegó el turno de Giammarco y de Faria, este nuevo dúo que ya está preparando un disco. La distancia entre los barrios donde cada uno vive no les dio otra posibilidad que no fuera trabajar por skype o por otros medios digitales para ir construyendo una propuesta artística que tiene como base el portuñol y la alternancia, en una misma canción, del portugués y el castellano. Por su puesto que la lengua que maneje el público determinará si se entiende un poco más de uno que del otro, pero en la cuestión artística la combinación que el dúo logra tiene muy buena fluidez. Se nota que cuanto más tiempo pasen ensayando juntos tendrán más posibilidades de arribar a un sonido propio del dúo. Mientras tanto, escenarios como éste les sirven para trabajar en la sonoridad y para buscar el lugar que debe tener cada una de sus voces cuando suenan juntas. El entendimiento mutuo es muy bueno y el punto de encuentro son las canciones. Arthur de Faria trae las muy variadas influencias de su rol de compositor y cierto histrionismo que delicadamente se cuela en su trabajo; Omar Giammarco viene con una voz que alguna vez era de murga y tango y de color rioplatense y con el tiempo fue mutando a una canción de autor más amplia. El dúo alterna la autoría de letras y músicas que van desde temas extravertidos hasta sonidos más delicados. Al promediar su actuación chaqueña invitaron a Cabrera para hacer una pieza de Fernando, “Te abracé en la noche”, y otra de Spinetta, del primer disco de Almendra, “Tema de Pototo”.ß
Es cierto que el mes de marzo honra a la mujer desde mediados del siglo XX, pero los argentinos somos originales, distintos. Por eso lo hacemos en mayo con esta gala que se ha dado en llamar Las Elegidas, con esta acotación: “Sus éxitos sinfónicos en el Colón”. Cantantes con éxitos sinfónicos. Y a no confundir con el rock sinfónico, devenido del rock progresivo, en aquellos años 70. Al margen de este repertorio de lapsus, el Colón ha prestado su maravillosa sala para que diez celebradas cantantes argentinas del bolero, la balada, el pop y el rock desfilen por su escenario para exhibir cada cual su timbre de voz, sus recursos vocales, su talento interpretativo, su
estilo o carisma, en el repertorio de un solo género o en lo abarcativo de lo ecléctico. María Graña, Marcela Morelo, Julia Zenko, Fabiana Cantilo, Sandra Mihanovich, María Martha Serra Lima, Patricia Sosa, Lucía Galán, Virginia Tola y Valeria Lynch, en ese orden, precedidas por una discreta presentadora, nos brindan un par de insospechadas satisfacciones: habla cada quien con palabra oportuna, canta cada cual sin aspavientos, y a su turno hacen mutis con exquisita sencillez y simpatía. Una a una llegan a escena con sobrios y elegantísimos vestidos largos, dicen su bocadillo y esperan a que se inicie la introducción de la
gran orquesta de setenta señoritas y un coro femenino de treinta coreutas con la segura batuta de Natalia Dorfman. Aquí nos topamos con otra grata sorpresa: pese al gigantismo orquestal cuyos miembros han sido dispuestos en amplias escalinatas, y a ciertas orquestaciones que a veces nos suenan hollywoodenses y tramos vocales afines a lo Ray Coniff, los arreglos de Dorfman, de Gerardo Gardelín, Guillermo Guareschi y Roberto Pintos crean climas empáticos con cada canción y nos acercan hallazgos de sutileza y refinamiento para lo popular. Sexy y dueña de la escena, Patricia Sosa cosecha ovaciones sin haber empezado la faena con su po-
RODRIGO PUCHEV
derosa garganta; Valeria Lynch no consigue domeñar su demoledor vibrato; Marcela Morelo exhibe calidez y buen gusto; Julia Zenko nos regala su media voz aterciopelada; la hermosa Fabiana Cantilo muestra su savoir faire y su gracia juvenil; Sandra Mihanovich regresa con mesura a su eterna canción setentista; Serra Lima repite con una balada su conocido estilo bolerístico; Lucía Galán nos retrotrae con derroche de énfasis a las fórmulas Miami de la canción; Virginia Tola estropea con sus agudos de soprano un bolero intimista y María Graña muestra la madurez de su estilo y la coherencia de su repertorio. En la despedida hay canciones en trío o cuarteto que suenan correctas y, todas juntas, suman un doble bis con la trillada “Honrar la vida”, de Eladia Blázquez. En verdad, el cancionero elegido no alcanza un alto vuelo creador y mucho menos el nivel de antológico. Hay muchas canciones bellísimas que aquí casi no se han escuchado. Además, cantar con micrófono, en el Colón, es un total desatino, cante quien cante.ß René Vargas Vera
“El canto brotó naturalmente” carolina peleritti. La actriz inicia su camino como cantante junto a su trío Gabriel Plaza LA NACION
¿Es Carolina Peleritti?, ¿la de la televisión?, decía un coya adolescente atravesado por la cultura catódica que rondaba por el escenario quebradeño, donde la actriz hacía su debut como cantante solista a más de dos mil metros de altura. Peleritti empezó a entrenarse con la voz a los 18 años, pero se podría decir que nació como cantante en la Quebrada de Humahuaca, cuando viajó a participar del Tantanakuy de 2009. Fue como un bautismo de fuego frente al público lugareño, que la reconocía por los papeles que había interpretado en tiras de televisión como 099 Central,o por su intensa época de modelo, pero que no se le imaginaba así, envuelta en un poncho, acunando con su voz una zamba, apenas acompañada por el charango de Jaime Torres. Todos quedaron prendados de su voz. Nadie se lo esperaba. “Cuando uno va allá te sentís de ese lugar. Si participás de una ronda de copleras eso te pertenece, aunque no es algo que escuches en Buenos Aires. Sos parte de eso y te dejás conmover. El lugar te abraza y te hace formar parte de lo que está sucediendo. Allá todo el mundo canta o toca un instrumento y estás rodeado de ese paisaje y esa cosa del
Su nuevo perfil como intérprete tiempo sin tiempo. Al haber ido de la mano de Jaime Torres, también, fue algo particular para mí porque me abrió las puertas a todo ese mundo folklórico al que es difícil acceder de otra manera”, cuenta Carolina sobre su despertar a la música popular como parte latente de una larga búsqueda artística. Salvo para ella, el resto del mundo no sabía que detrás de esa fuerte personalidad, que la llevó a compartir tablas con Norma Aleandro en La Señorita de Tacna, o a participar en películas como XXY de Lucía Puenzo, se escondía una cantante potencial. Abrigada, como en aquella noche epifánica en la quebrada, y acompañada de un termo de colores, donde lleva su brebaje especial, Carolina cuenta esa otra vida musical. “Creo que estudiar canto es una de las cosas que hice con mayor continuidad en mi vida. Empecé a los 18 y nunca paré de estudiar. Pero siempre estaba inhibida de mostrar mi voz, hasta que sentí que la cosa estaba madura y que eso ya era verdad en mí. Entonces mi canto brotó naturalmente”, dice sobre el proceso que la llevó en los últimos meses a dedicarse exclusivamente a ensayar con su propio trío y recopilar material como si fuera un antropóloga folklórica. Años después de esa experiencia fundante entre los cerros en
aquel primer Tantanakuy (Carolina volvería a la quebrada tres veces más), la actriz compartiría el exitoso ciclo La jaula abierta en el Café Rivas junto a Rita Cortese, Lidia Borda, Dolores Solá y Teresa Parodi, que terminó con una serie de conciertos en el Teatro Sha, y seguiría alternando sus ocupaciones con el cine, el teatro o la televisión. Pero ahora esta dando un nuevo paso clave en su historia personal. Peleritti rechazó propuestas televisivas para dedicarse exclusivamente a la creación de su primer espectáculo solista, Muy dentro de mí (que mostrará en un ciclo primero en Café Vinilo y después en Boris), con canciones folklóricas de autores como Atahualpa Yupanqui, Chivo Valladares, Cuchi Leguizamón, Negro Aguirre, Jorge Fandermole, Raúl Carnota y la chilena Elizabeth Morris, apenas una porción de sus autores favoritos de estos días. “Este ciclo viene a confirmar lo que vengo armando hace tiempo, con la elección de un repertorio que me gusta mucho y donde hay una referencia al folklore más tradicional de autores tremendos pero también referentes contemporáneos. Desde el año pasado estamos trabajando en los arreglos con el guitarrista Marco Di Paolo y logrando el sonido del trío que se completa con Gaspar Tytelman en percusión y Diego Wainer en contrabajo. Venimos ensayando mucho, pero para mí era fundamental salir a tocar en vivo, porque la propuesta se completa con el público”. –¿Como surgió la idea de cantar folklore? –Siempre hay una búsqueda de un repertorio, pero la pregunta era ¿qué me gustaría cantar?, A mí me gusta mucho el jazz, la bossa nova, el rock inglés, pero siempre me volvía a preguntar qué quería cantar y así fue que terminé volviendo a la raíz. Es que en mi casa había muchos discos de folklore. Mamá me llevaba a ver conciertos de Mercedes Sosa cuando era muy chica. Pero cuando vas creciendo escuchás diferentes cosas, hasta que en un momento hubo como un redescubrimiento de todo lo que escuchaba en mi infancia y volví a escuchar las zambas y las chacareras –las cosas que a mí me gustaban de chica– y empecé a probarlas con la voz; y realmente sentí que era eso lo que tenía que cantar. El folklore es algo muy profundo y quiero empezar a bucear en ese sonido, que es inagotable.ß
Carolina Peleritti Muy dentro de mí, ciclo con canciones folklóricas Cafe Vinilo, Gorriti 3780. Jueves 6 y 13 de junio, a las 21. En Boris, Gorriti, 5568, los jueves 4, 11 y 18 de julio.