El arbitro vendido - ObreroFiel

se pueden cambiar las reglas de juego tan sólo para mostrarle misericordia a un jugador. ... humanos, igual como las reglas del fútbol dan orden y sentido.
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El Árbitro Vendido Cuarenta y cuatro minutos de pura emoción. Tiros al poste, un poco al lado, casi gol, los dos porteros han hecho hasta lo imposible. Marcador: 0 – 0. Estamos imaginando un partido: la final en el mundial Alemania 2006, México contra Alemania. ¡El sueño de cada mexicano hecho realidad! ¡México ha llegado! Imagínate, cien millones de mexicanos pegados a la tele. Gritos, suspiros, llanto, uñas mordidas, 100% adrenalina. Un minuto más. El tricolor para una ofensiva de los alemanes y recupera la pelota. Rápidamente arman el contra golpe. Márquez a Pavel, Pavel, lejos, a Blanco, Blanco manda un centro perfecto a Borgetti. Por un segundo no se escucha ni un sólo respiro en todo el país. Borgetti se lanza. Ya tenemos el grito de “GOL” en la boca. Pero... no … el defensa central en desesperación desplaza a Borgetti y la pelota pasa sin que nadie la toque. El grito de gol cambia en un instante a ¡PENAL! No hay duda, es penal y tarjeta roja. Se nos viene encima una ola de euforia. Ya estamos pensando quién va a tirar el penal. Pero … ¡No, no, no, no! El árbitro está señalando que siga el juego. Los jugadores de México no pueden creerlo. Es un desastre. Borgetti está tirado. Hay desorden y confusión, y con tan sólo unos segundos para que termine el partido los alemanes aprovechan el caos y anotan el único gol del partido … y ganan. Y mientras que el país se encuentra en un estado de shock, la prensa alcanza al árbitro y exige una explicación. Todos estamos esperando. ¿Qué dirá? El árbitro sonríe y con una calma inexplicable ve a la cámara y explica, “Sentí que, más que México, Alemania merecía ganar. A fin de cuentas estamos en Alemania. Además el defensa central es un jugador excelente y creo que hubiera sido un castigo muy fuerte que hubiera caído sobre él toda la culpa de perder el juego. Tuvo un partido excepcional, entonces castigarlo por una sola falla se me hace exagerado. Hizo muchas jugadas muy buenas. Sinceramente, creo que no fue su intención pegarle al jugador de México.” El pueblo está atónito por un segundo. No puede creer lo que acaba de oír. La ola de euforia es remplazada con una de puro coraje. La rabia consume al país en segundos. El grito de ¡ARBITRO VENDIDO! se oye de una frontera a la otra. Los hombres de negocios cancelan contratos con la patria del árbitro. Los jóvenes salen a las calles a quemar su bandera. No hay ojo sin lágrima. Nadie puede creer la injusticia del árbitro. En segundos los comentaristas arman la polémica. Todos están de acuerdo: No se pueden cambiar las reglas de juego tan sólo para mostrarle misericordia a un jugador. NO ES JUSTO, NI CORRECTO, NI COMPRENSIBLE APLICAR LAS REGLAS DEL FUTBOL A GUSTO DEL ARBITRO. ¡México fue defraudado, robado! ¡Qué gran injusticia!

Pero, ¿Somos siempre justos nosotros? Pues, aunque esta parábola o historia es ficción todos sentimos la indignación que produce. Pero ¿somos constantes en aplicar la misma medida de justicia a otras áreas de nuestra vida? O ¿será que todos somos árbitros injustos? Nos gusta la justicia cuando nos conviene pero, ¿qué tal cuando nos perjudica? A menudo cuando ofendemos a otros ignoramos por completo nuestra ofensa. De la misma manera lo hacemos con Dios, cuando se nos pregunta qué tan importantes son los pecados o injusticias (infracciones a la ley de Dios), y contestamos que Dios a fin de cuentas, va a pasar por alto nuestras faltas cuando vea las cosas buenas que hicimos. Usando esta medida de justicia el árbitro estuvo bien porque él razonó que el buen trabajo del jugador alemán durante la mayor parte del juego cubrió su falta. Pero dices, “No, no; es que hay una diferencia.” ¿Sí? Pues si, tienes razón, sí hay una gran diferencia. Un partido de fútbol es, relativamente de poca importancia. Sí, nos da un momento de alegría. Pero con el paso de muy poco tiempo se nos olvida y enfrentamos la realidad de la vida de nuevo. Pero nuestras acciones negativas contra Dios y los demás afectan muchas vidas, y los efectos duran por toda la eternidad. Por eso, cuando Dios hizo el mundo estableció leyes para gobernar la conducta de la humanidad. Estas leyes dirigen nuestra conducta tanto con Dios como con los demás humanos, igual como las reglas del fútbol dan orden y sentido al juego. Estas leyes se llaman los Diez Mandamientos y se encuentran en la Biblia, en el libro de Éxodo, capitulo 20. De la misma manera que cualquier juego no tiene sentido sin reglas, una vida sin ley va a resultar en caos. Entonces ¿cuales son estas reglas de la vida? Recuerda que gobiernan las dos áreas principales de nuestra vida; nuestra relación con Dios y nuestra relación con otros humanos. Los primeros cuatro mandamientos abarcan nuestra relación con Dios. Para ver si las estás cumpliendo, toma este pequeño examen: Cumplido Quebrantado □ □ □ □

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Mandamiento No tendrás otros dioses delante de mí. (Esto es, poner cualquier otra cosa o persona en el primer lugar en tu vida, antes que a Dios mismo. Muchos se ponen a sí mismos en este lugar de primera importancia) No te harás ídolo ni semejanza alguna … no los adorarás, ni los servirás. No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano. (¿Usas el nombre de Dios para expresar disgusto, sin pensar en él ni siquiera?) Acuérdate del día de reposo para santificarlo. (¿Apartas un día de cada semana para recordar a Dios?)

Luego hay 6 leyes que gobiernan nuestra conducta con otros seres humanos. Cumplido Quebrantado □ □ □ □ □ □ □ □ □

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Mandamiento Honra a tu padre y a tu madre (¿Siempre los has obedecido en todo?) No matarás (Jesucristo dijo que si te enojas con alguien en tu corazón, has quebrantado este mandamiento) No cometerás adulterio (Jesucristo aclaró que este pecado puede suceder en el corazón, con solamente ver con lujuria a una mujer. Dios ve el corazón, igual que las acciones) No hurtarás (no importa el valor del objeto robado. Robar es robar, a los ojos de Dios) No darás falso testimonio contra tu prójimo (no existen las “mentiras piadosas”) No codiciarás (esto es, desear algo que le pertenece a otro)

Dios dice que al tomar este examen, todo ser humano debe sentir culpa, preocupación, desesperación y, aunque suena raro, esperanza. “¿Cómo está esto?” te preguntarás. Veamos qué dice Dios.

Lo que Dios dice Culpa: Todos hemos quebrantado las leyes de Dios. “… por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios” Romanos 3:23 “… como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios; todos se han desviado, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” Romanos 3:10 - 12 ¿Hay alguien que cumple la ley de Dios? ___________ Según la perspectiva de Dios ¿hay alguien verdaderamente bueno? __________

Preocupación: Tenemos una multa que pagar. “Porque la paga del pecado es muerte …” Romanos 6:23 “… El alma que peque, ésa morirá.” Ezequiel 18:4 ¿Cuál es nuestra multa por haber pecado? ________________

Desesperación: Nada de lo bueno que he hecho, me puede dar entrada al cielo. “Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se calle y todo el mundo sea hecho responsable ante Dios; porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de El; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado.” Romanos 3:19-20 Tal vez al llegar a este punto dices “Pero, ¿qué tal todas las buenas cosas que hago?” Pues, este argumento ¿podría funcionar en la cancha de fútbol? “Pero arbitro, he jugado 89 minutos sin falla …” Cuando me veo bueno, estoy comparándome con otros más malos. Pero Dios, al ver nuestras vidas y compararlas con su ley y lo que él espera dice esto: “Todos nosotros somos como el inmundo, y como trapo de inmundicia todas nuestras obras justas …” Isaías 64:6 Dios no es como el árbitro injusto. Precisamente porque Dios es perfectamente justo y bueno, tiene que castigar toda infracción de su ley, y no puede permitir ninguna pizca de maldad en su cielo. ¿Tus buenas obras han impresionado a Dios? ___________

Esperanza: Dios mismo ha pagado nuestra multa. “Jesús les dijo; Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.” Marcos 2:17 En realidad toda la humanidad está “enferma”. Pero Cristo solamente puede ayudar a los que reconocen y aceptan su condición. En la vida de Cristo tenemos la expresión de amor más grande del mundo. Vemos que Dios no nos ha rechazado y desechado por nuestros pecados. Al contrario, aunque El, como juez justo tiene que castigarnos por nuestros pecados, al mismo tiempo, como juez amoroso, tomó nuestro pecado sobre sí mismo, fue a la cruz y allí pagó nuestra deuda. Venció la muerte y resucitó. Hoy día, nos busca, deseando ser nuestro Salvador de la multa de nuestras injusticias, es decir de nuestros pecados. “En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida.” Juan 5:24

La invitación que Dios nos hace ¿Qué tienes que hacer para pasar de muerte a vida? ________________ ¿Qué tienes que hacer para no llegar a condenación? ________________ ¿Qué tienes que hacer para tener (ahora mismo) vida eterna?_______________ “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su hijo unigénito, para que todo aquél que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16 ¿Qué tienes que hacer para no perderte (ir al infierno – la muerte)? _______________ “El que cree en El no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” Juan 3:18 ¿Qué hace el que no es condenado? ________________ ¿Qué hacen los que son condenados?________________ “Él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo.” Tito 3:5 ¿Somos salvos por algo que hayamos hecho nosotros?_________ Muchos estamos esperando que Dios vaya a ser injusto y aceptarnos tal cual, sin castigarnos por nuestros pecados. Pero en la Biblia, Dios se describe como un Dios Justo. Entonces, puedes seguir creyendo que El está aventando amenazas vanas (está mintiendo) y que es un dios comprensible y no exagerado, o puedes creer su palabra, entender tu realidad ante él, y aceptar por fe a su Hijo Jesucristo, quien pagó tu multa de muerte y resucitó, y hoy vive ofreciendo entrar en tu vida como tu único y totalmente suficiente Salvador. □ ¿Tu Dios es justo y cumple su palabra? (es un árbitro justo) ¿es el Dios de la Biblia? □ ¿Tu dios es flexible, pasando por alto tus fallas? (es un árbitro vendido) ¿un dios de tu imaginación? Dios, en el libro de Apocalipsis nos hace una invitación generosa: Cristo dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo”. Apocalipsis 3:20 En este momento Cristo está tocando la puerta de tu vida. Tu vida es digna de, y condenada a la muerte. ¿Le abrirás la puerta a Cristo para que entre, y te limpie de tu culpa? Si lo haces, el promete entrar y desarrollar una convivencia íntima contigo. Si hoy has tomado la decisión de creer en Cristo como tu salvador personal, síguele por medio de su palabra. Empieza a leer la Biblia todos los días y pídele a Dios que te dirija en conocerle más. El te ama más de lo que puedas imaginar, y ¡El quiere que le conozcas!

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