EDUCACIÓN EN DERECHOS HUMANOS Y CONECTANDO SONRISAS EN TAILANDIA (Karenni Social Development Center, Organización asociada a Earth Rights International)
15 jóvenes líderes comunitarios entre los 19 y los 25 años, refugiados de Burma –oficialmente Myanmar- son los protagonistas de esta historia, de este proceso de crecimiento y aprendizaje conjunto. En el Norte de Tailandia en la frontera con Burma, está el campamento de refugiados, un lugar en donde cada día las personas deben esperar por su ración de comida. Tailandia no los ha aceptado como refugiados y por tanto no tienen derechos como ciudadanos. Acá, en la mitad de esta selva, los refugiados de Burma que han escapado de un sangriento régimen militar en su país llegan al campamento con la carga de la historia y las personas que dejaron atrás; de las personas que han visto morir. Cuando llegan se enfrentan al hecho concreto de no poder trabajar, ni de cultivar la tierra porque no tienen Derecho sobre el territorio, así poco a poco, la comunidad se va secando desde adentro, sus motivaciones, esas que dan a los Seres Humanos ganas de salir adelante mueren cuando ven, impotentes, la situación en la que viven. Llegan al campamento esperando tener acceso a una mejor calidad de vida, a una educación que les dela posibilidad de expresarse de forma diferente, de aprender de lo que “han oído por ahí”, los puede salvar: “La declaración Universal de los Derechos Humanos”. Estos 15 jóvenes son valientes. Hacen parte de esos Seres Humanos que están dispuestos a dar todo para ayudar a su gente, para llevar Paz a su país. Su intención es hermosa, sin embargo sus historias y las marcas de tortura en sus cuerpos son el reflejo imborrable de la guerra. Y entonces este es el reto: ¿Cómo educar en Derechos Humanos cuando su propia humanidad está rota? ¿Cómo educar en Derechos Humanos cuando han sufrido una represión militar que jamás los ha dejado explorar su creatividad? ¿Cómo educar en Derechos Humanos cuando han crecido pensando que es mejor callar la voz porque si no es la vida la que está en juego? Cada día significa desmontar ideas, teorías, palabras que suenan hermosas en el papel como la “Declaración Universal de los Derechos Humanos” pero que desafortunadamente no son la realidad, no sólo en Burma si no en el resto de éste, nuestro mundo. Cada día se da un paso hacia el descubrimiento de la propia voz, del color de cada una con su ritmo. Se inspira a la magia de la creatividad y su poder transformador. Ahí, justo ahí en donde la guerra ha privado a la vida de magia.
La posibilidad de tener a “Conectando Sonrisas” en este contexto, es un regalo enorme de inspiración. Es la posibilidad de aprovechar la tecnología para acercarnos, para conectarnos y ayudar a estos 15 chicos a darse cuenta que el mundo está lleno de gente que conjura la magia y con ella, mil oportunidades para renacer, para reír. Para creer que todas las intenciones y esfuerzos que pensamos y hacemos realmente tienen un sentido.