Trabajando con
Hombres y Niños para Erradicar la Violencia
Doméstica
Una Ponencia por la Alianza Latina Nacional para Erradicar la Violencia Doméstica Autora: Julia Perilla, Ph.D.
MISIóN de
ALIANZA
Alianza Latina Nacional para Erradicar la Violencia Doméstica (Alianza) forma parte de un esfuerzo nacional para abordar las necesidades e inquietudes sobre la violencia doméstica en las poblaciones menos favorecidas. Representa una red creciente de latinas/os defensores, practicantes, investigadores, activistas comunitarios y sobrevivientes de la violencia doméstica. La misión de Alianza es: promover el conocimiento, iniciar y sostener el diálogo y generar soluciones hacia la eliminación de la violencia doméstica que afecta a las comunidades latinas, teniendo en cuenta el carácter sagrado de todas las relaciones y comunidades.
RECONOCIMIENTO Este documento representa un esfuerzo cooperativo entre la junta directiva y el personal de Alianza que le ofreció sugerencias y opiniones a la autora, Dra. Julia Perilla. Tambien queremos darle gracias al Dr. Antonio Ramirez por su contribucion. Este proyecto fue posible gracias a un fondo monetario del Departamento de Salud y Servicios Humanos/Administración para Niños y Familias (DHHS). Los puntos de vista expresados no reflejan necesariamente las opiniones del Departamento de Salud y Servicios Humanos. El contenido de esta publicación puede ser reimprimido con el siguiente reconocimiento: Este material fue reimpreso de la publicación de la Alianza Latina Nacional para Erradicar la Violencia Doméstica: Trabajando con Hombres y Niños para Erradicar la Violencia Doméstica (2008) Autora: Julia Perilla, Ph.D.
trabajando con hombres y niños
Introducción Desde 1997, Alianza ha estado involucrada activamente en abordar la violencia doméstica en el ámbito nacional en las áreas de capacitación, investigación, políticas públicas y educación comunitaria. Nuestra cooperación con los organismos y organizaciones federales ha brindado visibilidad y credibilidad a nuestro trabajo para prevenir y erradicar la violencia doméstica en nuestras comunidades. En ese proceso, hemos utilizado métodos y desarrollado estrategias que por lo general difieren de las maneras convencionales de abordar este tema, por ejemplo, la inclusión tanto de mujeres como de hombres en todos los niveles, nuestro trabajo con toda la familia y nuestro enfoque en los jóvenes. Esta ponencia sobre el trabajo con hombres y niños, esboza los principios con los cuales enfocamos esta tarea. Debido a que Alianza considera que la erradicación de la violencia doméstica es un tema en evolución que requiere de gran cantidad de reflexión y un proceso inclusivo, vemos este documento como un trabajo en progreso y un vehículo para involucrar a las personas en la conversación. Esperamos ofrecer actualizaciones sobre nuestra posición en este tema a medida que sea necesario. A la vez, estamos muy interesados en recibir sus comentarios. Queremos saber cómo se compara el contenido de este documento con sus experiencias y principios. Parte de la misión de Alianza es promover el diálogo. Entonces, los invitamos a pensar en voz alta con nosotros.
RESUMEN Alianza cree firmemente que la erradicación de la violencia doméstica en las comunidades latinas requiere una participación continua y comprometida tanto de las latinas como de los latinos — mujeres y hombres. Es más, los siguientes son elementos fundamentales de la filosofía y estrategias de Alianza en relación a nuestro trabajo con los hombres. • Los hombres y las mujeres deben trabajar juntos para dar ejemplo de colaboración y relaciones de trabajo, equitativas y respetuosas que puedan servir como ejemplo para nuestro trabajo actual para abordar el abuso doméstico y para las próximas generaciones de latinos y latinas. • Dado el hecho de que la mayoría de las víctimas y sobrevivientes de la violencia doméstica son mujeres y niñas/os y la mayoría de los abusadores son hombres, consideramos importante dedicar este documento entero a explorar y debatir la violencia en el hogar del hombre contra la mujer. A la vez, Alianza es muy consciente de que la mayoría de los hombres no usan la violencia contra sus familias, que existen maltratos entre las relaciones del mismo sexo y que algunos de los hombres también son abusados por sus compañeras. Estos temas los seguirá abordando Alianza en otras publicaciones y reuniones.
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trabajando con hombres y niños • Para poder entender las raíces de la violencia doméstica y para maximizar la colaboración posible entre los hombres y las mujeres del movimiento de la violencia doméstica, es crucial analizar y abordar las diferencias de poder entre los hombres y las mujeres y la necesidad de reeducar y disipar el concepto erróneo y las enseñanzas falsas detrás de este desequilibrio entre los géneros. La violencia y el abuso nunca tienen justificación. Los hombres deben reflexionar continuamente acerca de actitudes de supremacía masculina y la falta de valorización a las mujeres. • Lo fundamental de nuestro trabajo colectivo es la seguridad y el bienestar de las mujeres y las/os niñas/os. Aunque reconocemos que los latinos que maltratan son opresores y agresores dentro de nuestra propia cultura, que deben ser inculpados (algunas veces a través del sistema de justicia criminal), es importante crear y promover servicios y programas que les ayuden a estabilizar su vida e incrementar su probabilidad de mantenerse sin violencia. Debemos ir más allá de verlos sólo como “abusadores (criminales)”… ellos forman parte de nuestras familias y comunidades, son hombres que necesitan ayuda para convivir con las mujeres, las personas mayores y los niños. Al sanar de la opresión y recobrar aspectos positivos de nuestras tradiciones culturales, los hombres pueden encontrar un equilibrio real en su vida, recapturar el sentido de pertenencia y convertirse en miembros productivos de nuestras comunidades – padres cariñosos, esposos/compañeros buenos, modelos ejemplares para otros hombres y niños y defensores contra la violencia. • Con este fin, la erradicación de la violencia contra la mujer en general y la violencia doméstica en particular requiere que vayamos más allá de la criminalización y de las medidas punitivas contra los hombres que maltratan como la única estrategia para abordar este problema social. Es importante entender cómo el abuso echó raíces en nuestras familias y cómo esto ha ocurrido en el contexto de múltiples opresiones para poder dar los pasos necesarios para sanar y cambiar. • Las culturas latinas, al igual que otras culturas, tienen valores, creencias y expectativas que pueden utilizarse para justificar, excusar o hasta incitar la violencia doméstica. A la misma vez, hay entre los latinos una variedad de tradiciones culturales y valores que apoyan y celebran las relaciones sanas y respetuosas que se deben enfatizar y promover y que se pueden emplear para ayudar a erradicar la violencia doméstica enfocadas en las fortalezas de la comunidad. • La violencia doméstica es un comportamiento adquirido, no una característica genética (excepto en raras ocasiones), ni un problema de salud mental, aun cuando las enfermedades mentales y el abuso de drogas o alcoho pueden co-existir con la violencia doméstica. Como un patrón adquirido, se puede desaprender y reemplazar por creencias, actitudes, expectativas y comportamientos no violentos. Los hombres necesitan estar involucrados en ayudar a crear familias sanas y seguras.
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• La violencia doméstica es un tema de justicia social y derechos humanos y las intervenciones (para los hombres que maltratan, las sobrevivientes y las/os niñas/os) se pueden abordar mejor a través de estrategias que son cultural y lingüísticamente relevantes dentro de las comunidades
trabajando con hombres y niños en donde ocurre. Las/os profesionales (psicólogas/os, abogadas/os, trabajadoras/es sociales, doctoras/es, etc.) tienen importantes recursos para participar en el esfuerzo colectivo para erradicar la violencia en los hogares latinos y en las relaciones íntimas. Sin embargo, las/os profesionales son más eficaces cuando sirven como adjuntos al trabajo que se lleva a cabo en las comunidades, donde las/os trabajadoras/es de vanguardia pueden proveer credibilidad, accesibilidad y, ultimadamente, sostenibilidad para nuestro trabajo con las familias. A la misma vez, la colaboración entre las/os profesionales y las/os trabajadoras/es que provienen de la comunidad fortalecen la capacidad de las comunidades y de este modo realzan el componente de cambio social de nuestro trabajo. • Los hombres que trabajan con hombres latinos abusadores deben establecer relaciones fuertes con las mujeres que trabajan con victimas/sobrevivientas de violencia; estas relaciones deben ser basadas en un respeto equitativo y justo, de manera que la seguridad y el bienestar de las sobrevivientes y de las/os niñas/os sea siempre el centro del trabajo con los hombres. • Las comunidades latinas dentro de los Estados Unidos son muy diversas. Los esfuerzos de alcance comunitario y las campañas de prevención dirigidas a los latinos deben reflejar esta diversidad dentro de la diversidad, para que las personas se identifiquen con los mensajes que promueven un enfoque en los valores culturales, actitud, creencias y modelos responsables de hombría sin violencia basados en el respeto y la igualdad. • Nuestro trabajo con los niños y adolescentes latinos es una estrategia esencial en la erradicación de la violencia doméstica en nuestras comunidades. Alianza está comprometida a motivar a los adultos a que escuchen las voces de los jóvenes y a que apoyen sus esfuerzos en las iniciativas de prevención que responden a las necesidades específicas de los jóvenes latinos en toda su rica diversidad. • Nuestro trabajo con los hombres se debe llevar a cabo tanto a nivel de intervención como de prevención. Así, a la vez que trabajamos con hombres que han usado violencia contra su pareja y los niños, debemos también involucrar a los hombres que han dejado la violencia y desean continuar su rumbo hacia el pacifismo, y a los hombres que nunca han usado la violencia y quieren unirse al trabajo de erradicar la violencia doméstica de nuestras comunidades.
DISCUSIÓN La violencia doméstica es un problema grave y perjudicial para las comunidades latinas en los Estados Unidos, problema que requiere una mirada honesta a la serie de factores que perpetúan esta violencia, tanto dentro de nuestras comunidades como fuera de ellas…los hombres latinos que son abusadores están influenciados por tradiciones patriarcales opresivas y modelos de masculinidad y hombría muy difundidos en nuestras culturas y en la sociedad. Además, las múltiples opresiones que experimentan muchos hombres de nuestra comunidad intensifican la conducta opresiva en las relaciones íntimas y complica el proceso de cambio... 3
trabajando con hombres y niños Debido a la magnitud del problema y su efecto trascendental en nuestras familias y comunidades, necesitamos involucrar a múltiples sectores de la población. Las familias y las/os miembras/os de nuestras comunidades juegan papeles importantes en la prevención y erradicación de la violencia doméstica… (extraído del marco analítico de Alianza) Alianza está convencida de que el trabajo con los hombres se trata de llevar a cabo un cambio social. El enfoque de las latinas y los latinos trabajando juntas/os no sólo refleja la realidad de la vida de nuestra gente, sino además es la manera mas apropiada culturalmente hablando de erradicar la violencia doméstica en nuestras comunidades. Los valores culturales y las tradiciones que tal vez apoyan y aceptan el abuso doméstico deben ser identificados y cuestionados. A la misma vez, esas tradiciones y valores que realzan las relaciones respetuosas y que afirman la vida deben ser enfatizados y utilizados ampliamente en los programas, las intervenciones, las campañas y capacitaciones en nuestras comunidades. Teniendo como centro el bienestar de las mujeres, los hombres y las/os niñas/os, estas iniciativas deben siempre basarse en un análisis detallado de género que incluye además historias de opresión y retos de la vida actual, tales como la pobreza e inmigración, ente otros. Por último, nuestro trabajo con los hombres y los niños es fundamental para detener el ciclo intergeneracional de violencia y para ayudar a construir familias seguras, sanas y prósperas para el bien de nuestros hijas/os y nietas/os.
¿CUÁN GRAVE ES EL PROBLEMA? La violencia doméstica es un problema grave en todo el mundo. Los estudios indican que en los Estados Unidos, una de cada cuatro mujeres será víctima de la violencia doméstica en algún momento de su vida.1 Estudios sobre la prevalencia de la violencia doméstica en las comunidades latinas dentro de los Estados Unidos han obtenido resultados contradictorios. Algunos investigadores sugieren que las latinas tal vez experimentan violencia doméstica en una mayor proporción que las mujeres anglosajonas, y otros estudios no han encontrado diferencias significativas entre estos dos grupos. De especial interés para nuestro argumento sobre el trabajo con los hombres, son los resultados de un estudio que encontró diferencias significativas entre los subgrupos de latinos, basado en el país de origen de los participantes.2 Estos hallazgos iniciales llamaron la atención sobre la tremenda diversidad dentro de las comunidades latinas y la necesidad de diseñar servicios e intervenciones específicas para cada una de las comunidades y de los subgrupos latinos. Aun cuando es difícil obtener estadísticas comparables para los diferentes países, hay una gran disparidad en la prevalencia de las tasas de violencia doméstica dependiendo del país que se estudia. Los estudios llevados a cabo en Latinoamérica indican que en algunos países el 10% de las mujeres son victimas de violencia doméstica, mientras que estudios en otros países revelan que el 60% de las mujeres son victimas de la violencia por parte de sus compañeros en algún momento de su vida.3 Cerca de 30 países en Latinoamérica y el Caribe han establecido leyes contra la violencia doméstica o han caracterizado la violencia como un crimen.4 4
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¿POR QUÉ TRABAJAR CON LOS HOMBRES? Ésta es una pregunta que los miembros fundadores del comité organizador de Alianza se hacían a sí mismos a mediados de la década de 1990. Habiendo trabajado por años en el movimiento de la violencia contra la mujer, las mujeres latinas y los hombres latinos que se unieron para empezar el trabajo de la organización tuvieron que batallar individual y conjuntamente para crear una estructura que fuera respetuosa, equitativa, justa y útil. No fue una tarea fácil. Estábamos acostumbrados al modelo existente en el cual las mujeres trabajaban con las mujeres y los hombres con los hombres con muy poca o nada de comunicación o contacto entre los hombres y las mujeres. Había desconfianza y tendencia a retraerse a nuestras funciones aprendidas. Cuando empezaron a predominar en nuestras conversaciones las voces de los hombres, algunas mujeres estaban renuentes a retar a nuestros hermanos. Aun cuando los hombres que estaban con nosotros tenían una posición firme contra la violencia del hombre, el legado penetrante de la dominación del hombre y la subordinación de la mujer nos perseguía. Poco a poco nos fuimos conociendo unos a otros y fuimos capaces de escucharnos, de retarnos unos a otros respetuosamente y de crear estructuras que reflejaban nuestra filosofía (por ejemplo, optamos por un modelo de liderazgo compartido y elegimos dos co-presidentes, una mujer y un hombre). Decidimos también mantener en la Junta Directiva una proporción de 70% mujeres y 30% hombres. Nuestro primer simposio nacional en 1997 generó una discusión productiva acerca del trabajo conjunto de hombres y mujeres, que fue tanto escéptica como introspectiva. Este diálogo nos condujo a un compromiso firme de crear enfoques que fueran adecuados para nuestras comunidades. Vivimos en un mundo donde nuestra sociedad todavía no es neutral en su perspectiva de género, por lo tanto todavia nos encontramos regresando a las costumbres del pasado y necesitamos recordarnos unos a otros que lo que se trata no es solo de abogacia y políticas públicas, sino de un cambio social. Esto significa que debemos seguir trabajando juntas/os – mujeres y hombres - para modelar formas sanas de cooperación en nuestra meta común de erradicar la violencia doméstica en nuestras comunidades. Al decidir trabajar juntos, empezamos a asegurar una visión latina. Fue importante incluir a los hombres porque estamos arraigados en una cultura donde las familias son el centro de nuestra existencia. Los hombres son parte integral de nuestra vida como hermanos, padres, esposos, tíos, hijos, etc. El patriarcado existe dentro de nuestra cultura y se presta como escenario para muchas formas de violencia contra la mujer, pero esto no significa que es imposible aprender a trabajar juntos. En realidad, el trabajar juntos ha enriquecido y profundizado nuestra visión. Las respuestas a la violencia contra las mujeres en los Estados Unidos han intentado proteger a las mujeres maltratadas y a los niños creando respuestas comunitarias que dependen fuertemente de refugios para las mujeres maltratadas y el sistema judicial para inculpar a los hombres por sus actos de violencia. A la vez que valoramos el aspecto socorrista de estas respuestas, consideramos que se necesitan estrategias de mayor amplitud para abordar la realidad de las mujeres, hombres y niñas/os afectadas/os por el abuso ya sea como sobrevivientes, abusadores o testigos de la violencia en sus hogares.
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trabajando con hombres y niños Al tomar esta posición, estamos concientes de las voces de muchas mujeres latinas que han sido abusadas. Las participantes en los grupos de apoyo realizados por Alianza en lugares a lo largo de los Estados Unidos así como muchas sobrevivientes latinas miembros de programas comunitarios han indicado que quieren erradicar la violencia en sus hogares sin tener que necesariamente abandonar a sus compañeros o involucrar al sistema judicial. Por consiguiente, con frecuencia solicitan servicios para sus compañeros y niñas/os, además de los que hay disponibles para ellas. Tienen un sentido de parentesco con los hombres que han abusado a ellas y de las/os niñas/os, aun cuando reconocen el daño y el dolor que los hombres les han causado. Un tema clave es que ellas pueden reconocer a sus compañeros como opresores y como victimas de opresión, quienes, como ellas, enfrentan múltiples retos. Alianza reconoce y respeta esas voces aun cuando quiere que los hombres se hagan responsables por sus actos de violencia y promover iniciativas para ayudarlos a cambiar. El Dr. Etiony Aldarondo, reconocido activista contra la violencia doméstica, investigador y escritor que ha estado activo con Alianza desde el comienzo, declara: “es fundamental incluir a los hombres en el movimiento contra la violencia doméstica. De hecho, sería un error excluirlos. Nosotros traemos una dimensión diferente al diálogo acerca de lo que los hombres Latinos deberían estar haciendo para acabar con la violencia doméstica. Estamos comprometidos a ayudar a definir qué es ser un buen hombre, un buen esposo y un buen padre, y además de eso, determinar qué podemos hacer para promover el bienestar de nuestras/os hijas/os, nuestras familias y nuestras comunidades. Como latinos, no podemos quedarnos callados y esperar que otros nos digan la clase de personas que debemos ser o cómo debemos ser percibidos”. El Dr. Aldarondo es una de las muchas voces masculinas de nuestra comunidad que admiramos y aceptamos como parte de la visión del trabajo conjunto de las mujeres y los hombres. En la visión de Alianza, “nosotros” significa las voces unidas de mujeres y de hombres, latinas y latinos, que se han unido para abogar por un enfoque más amplio para crear familias más seguras y más tranquilas y para apoyar a nuestras comunidades. Trabajar con los hombres no sólo significa que los hombres forman parte de Alianza y que continuamos explorando y modelando maneras para que las latinas y los latinos trabajen juntos. Alianza continua creando oportunidades para que los hombres y las mujeres colaboren en el ámbito nacional y local para crear estrategias útiles para abordar el tema de la violencia doméstica desde el punto de vista de la cultura latina. En nuestras comunidades, las mujeres tienen hijos, padres, abuelos, hermanos, tíos y otros parientes masculinos. Al mismo tiempo, los hombres tienen hijas, madres, hermanas, sobrinas, etc., y no quieren ver las vidas de estas mujeres afectadas por la violencia. Nuestros esfuerzos deben ir más allá de esperar que los hombres latinos traten a sus compañeras e hijas/jos sin violencia; debemos además luchar por crear relaciones sanas, en las cuales nuestros hermanos latinos sean compañeros y padres responsables, respetuosos, cariñosos, y ejemplos para los niños de lo que es ser un hombre latino honorable.
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Este intento ha resultado controversial y al mismo tiempo esperanzador. El nuevo paradigma de trabajar con los dos sexos y enfatizar un cambio profundo para los hombres no siempre ha sido entendido o aceptado por las instituciones tradicionalistas contra la violencia doméstica ni por algunas agencias dirigidas por latinas, quienes han expresado inquietud acerca del riesgo potencial
trabajando con hombres y niños de perder el enfoque del dilema de las mujeres maltratadas o de disminuir el énfasis en inculpar a los hombres por sus actos de violencia. Sin embargo, Alianza está convencida de que esta estrategia, en lugar de cambiar el enfoque o minimizar la importancia de que los abusadores se hagan responsables por sus actos de violencia, en realidad resalta la seguridad de las sobrevivientes latinas y las/os niñas/os de una manera culturalmente adecuada. Para entender nuestra estrategia, nos gustaría de manera concisa repasar nuestra historia y cultura y cómo esto impacta las perspectivas de trabajar con los hombres.
¿QUÉ PAPEL JUEGA LA HISTORIA Y LA CULTURA? Las personas latinas, ya sean inmigrantes o nacidas en los Estados Unidos, han sufrido múltiples opresiones. Latinoamérica tiene una larga historia de opresión social basada en cuestiones de clase, etnicidad y recursos económicos que tienen una conexión profunda e importante en las relaciones entre los géneros. México, Centroamérica, Suramérica y el Caribe sufrieron un proceso cruel de colonización en manos de los españoles y los portugueses, entre otros. Las poblaciones nativas fueron convertidas a la fuerza al cristianismo, esclavizadas y sujetas a una campaña de colonización continua. En este proceso, entre muchos otros abusos, las mujeres nativas fueron violadas y forzadas a casarse y/o tener hijas/os para los colonizadores. Esto, junto con las tradiciones patriarcales de los colonizadores, contribuyó a la devaluación de la mujer. Mas aun, la colonización estuvo caracterizada por la opresión económica a gran escala de las poblaciones nativas y poblaciones coloniales recién llegadas. Sólo un grupo pequeño de familias lograron un control altamente concentrado de fortuna, recursos naturales o tierras. En la mayoría de los casos, el resultado fue una estructura social déspota y jerárquica con diferencias de clase marcadas que duró más allá del período colonial. Esta estructura social jerárquica se reflejó en las jerarquías inflexibles de poder basadas en el género dentro de muchas familias latinas. Hasta cierto punto, sin importar cuán oprimido, humillado y despojado de oportunidades estaba el hombre a la vista pública, en la vida privada podía contar con ser el jefe – la persona en control. Dentro de esta tradición inflexible, el hombre tenía el derecho de mandar dentro de su familia, incluyendo el control de las propiedades y los recursos económicos. Los hombres podían además tener relaciones sexuales ilícitas o mantener otros hogares fuera del matrimonio sin mayores consecuencias. Tristemente, las injusticias y opresiones que experimentaron en la vida diaria pudieron fomentar o servir para justificar algo de la violencia y opresión de los latinos hacia sus compañeras. Todavía estamos batallando con esta trágica conexión entre la humillación, el abuso público y la opresión y el abuso privado. Esto lo consideramos como una opresión interna. Este aspecto de la masculinidad del latino tradicional es la fuente de muchos estereotipos acerca de los latinos. Dentro de la sociedad norteamericana, hay una percepción imperante de que los hombres latinos son más machistas y más violentos que los hombres de otras culturas, estereotipo que no está apoyado por estudios de investigación. El machismo por lo general se entiende como 7
trabajando con hombres y niños una forma particularmente virulenta e unilateral de supremacía masculina. Desafortunadamente, la idea de que la violencia es una norma para los hombres — especialmente para los hombres latinos – la creen no sólo las personas en general, sino también algunos latinos acerca de ellos mismos. Esta percepción la usan algunos latinos como excusa o justificación para cometer actos de violencia contra sus compañeras e hijas/os. A la vez, todas/os vivimos en una sociedad común en donde la violencia es frecuentemente excusada y aceptada como medio para relacionarse unas/os con otras/os. Sin embargo, los estereotipos tradicionales de los norteamericanos acerca del machismo y los hombres latinos sólo describen una parte de la historia. Dentro de las comunidades latinas existieron muchas fuentes de oposición contra las estructuras sociales opresivas y jerárquicas al igual que oposicion a las estructuras de familia basadas en un modelo de género inflexible. Es importante reconocer que nuestras raíces históricas también incluyen un número de comunidades indígenas que mantuvieron un proceso más respetuoso e igualitario. Además, una de las mayores fuentes de oposición fue la creencia y el énfasis permanente en la importancia de la familia y de los lazos familiares. Esto probablemente tiene raíces en las sociedades españolas/portuguesas e indígenas de las Américas. Las sociedades latinas tienen ideales básicos para cumplir con las obligaciones familiares y para desempeñar su papel dentro de la familia. Para los hombres, esto ofrece un contrapeso al énfasis unidimensional de supremacía masculina. Aun cuando muchos hombres esperan respeto y obediencia dentro de su familia por el simple hecho de que son hombres, otros consideran que deben ganarse el respeto siendo buenos proveedores, respetando a las/os demás, dando buen ejemplo a las/os niñas/os y cumpliendo con las obligaciones como padres, esposos, hijos y proveedores. De nuevo, es importante reconocer que existen ejemplos conflictivos de hombría para la mayoría de los latinos, que esto es una situación normal en nuestras sociedades y en nuestrass cultura, y que queremos adoptar estrategias para trabajar con los latinos que reconocen sus fortalezas y construir basados en ellas. Es importante destacar que aun cuando la familia es un valor central en las culturas latinas y es fundamental para nuestro entendimiento de la violencia doméstica, puede haber una tendencia de romantizar la familia a tal punto que pasamos por alto las tremendas contradicciones que están presentes en el ámbito familiar. Para erradicar la violencia contra las mujeres latinas es necesario recordar que nuestras familias están influenciadas por valores y prácticas que estimulan tanto la opresión masculina, la aceptación de subordinación por parte de la mujer, como también por valores y prácticas que protegen contra la violencia y el abuso y que estimulan las relaciones cariñosas, responsables y equitativas por parte de los hombres.
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Por ejemplo, la valoración de lo masculino por encima de lo femenino, los papeles y expectativas inflexibles basadas en el género y el mal uso del poder del hombre dentro de las relaciones se presentan con frecuencia dentro de las familias latinas. Al mismo tiempo, también se encuentran entre los hombres latinos ciertos valores culturales tales como dar y ganar el respeto, dar buen ejemplo a los niñas/os, honor, ética de trabajo y formas tradicionales de relaciones que son más respetuosas y revitalizantes. El punto es que podemos examinar todos los aspectos sutiles y complejos de nuestras
trabajando con hombres y niños culturas para identificar aquellos que abren las puertas a la opresión y la violencia y aquellos que se pueden usar para promover relaciones sanas y equitativas sin idealizarlo pero tampoco proyectar como enfermizas a las familias latinas. Podemos usar los valores, prácticas y tradiciones positivas para promover un cambio interno personal en el hombre. Esto se puede lograr de una manera cultural y lingüísticamente adecuada trabajando desde dentro de nuestra cultura, ya que aquellos que están más familiarizados con la cultura poseen las herramientas necesarias para analizar y cambiar la dinámica opresiva. Las comunidades latinas tal vez se sientan más cómodas, y por ende más dispuestas a participar, con intervenciones y estrategias en las cuales los hombres y las mujeres trabajan juntos para el bienestar de la familia. Dentro de la abogacía de Alianza en pro de respuestas a la violencia doméstica que sean culturalmente afirmativas, reconocemos que la cultura es compleja y contradictoria. Reconocemos la cultura como un elemento importante en la vida de los seres humanos. Es una manera de mantener y mantener y propagar los valores, creencias y estructuras de un grupo. Es crítico reconocer la cultura como un proceso histórico y dinámico en evolución constante. Es problemático ver la cultura como una estructura rígida, porque implica que es imposible de cambiar. Por el contrario, el reconocer la naturaleza de la cultura como activa y de cambio permanente crea concientización de que cada persona, a través de participación activa, está ayudando a crear su propia historia además de una sociedad más justa. 5 En realidad, los latinos tienen opciones con respecto al camino que seguirán como hombres, esposos y padres a través de la vida. Muchas personas consideran como único modelo latino el machismo y su adherencia rígida a la supremacía masculina y pasan por alto las otras (contradicciones) dimensiones de la hombría en la cultura latina. En lugar de reconocer y usar estas características positivas y bien aceptadas de la hombría latina presente entre muchos hombres, que pueden servir para estabilizar nuestras familias y nuestra comunidad, nos ofrecen modelos y estrategias para erradicar la violencia doméstica en donde la fortaleza, los valores, historia y tradiciones de las/ os latinas/os están completamente ausentes (Aquí me parece que se refiere que estan ausentes en el contexto de los Estados Unidos). Las culturas latinas tienen elementos que pueden proporcionar cimientos fuertes para crear estrategias de cambio social eficaces. Sin embargo, para eso debemos engranar cuidadosamente a los hombres y a las mujeres en un diálogo honesto y respetuoso acerca de los asuntos que son el centro de nuestra labor. Cuando exploramos el papel de la cultura en nuestro trabajo con los hombres latinos, es necesario estar conscientes no sólo de los asuntos de género sino también de la diversidad de idiomas, pobreza, sexualidad, estructuras de clase, raza, etnicidad, religión y asuntos de inmigración dentro de la comunidad, entre otros factores.6 Las cifras del censo indican que aproximadamente el 40% de los latinos que viven en los Estados Unidos son nacidos en el extranjero y de estos, el 43% entró al país en la década de 1990.7 Como resultado, los inmigrantes latinos son una presencia considerable de rápido crecimiento en nuestra comunidad y la información y 9
trabajando con hombres y niños reconocimiento acerca de sus realidades únicas deben estar integrados tanto dentro de nuestro entendimiento del fenómeno de la violencia doméstica como dentro de nuestras estrategias para las intervenciones y los servicios. El idioma puede ser clave en nuestra capacidad para trabajar con los hombres latinos. Nos debemos involucrar en abogar por los derechos de todas/os las/os latinas y latinos que no hablan inglés para que tengan materiales disponibles en español, así como acceso a un/a intérprete, de manera que puedan entender los sistemas y organismos con los cuales tienen que interactuar. A la vez, la creciente diversidad dentro de la población latina requiere que además nos volvamos competentes para trabajar con los hombres latinos que tal vez hablen portugués, docenas de idiomas indígenas de México y Centroamérica o que tienen varios grados de fluidez en el inglés. Si no tenemos en cuenta este elemento en la vida de un segmento creciente de nuestras comunidades, no podremos ser tan eficaces en nuestras intervenciones y tal vez incrementaría el peligro para las sobrevivientes latinas y las/os niñas/os. El tema de la aculturización también es importante en nuestro trabajo con los hombres. Como personas que han dejado atrás a su familia, comunidad y país para “venir al norte”, las/os inmigrantes latinas/os se convierten en personas que deben confrontar a diario una visión dual del mundo. Aun cuando la experiencia puede ser diferente para las persona que se instalan en comunidades latinas bien establecidas (como por ejemplo, Los Ángeles, Miami, San Antonio, Chicago, Nueva York, etc.) y para aquellas que empiezan su nueva vida en pueblos y ciudades en donde son la primera ola de latinos en el área (por ejemplo, partes del sureste y el medio oeste, etc.), el proceso de culturización requiere tiempo y destreza para ajustarse al nuevo ambiente, a las costumbres, valores, leyes, etc., y para mantener los lazos con la cultura original que proporciona un sentido sólido de identidad y bienestar. Alianza está comprometida a ayudar a los sistemas y a las/os proveedoras/es de servicios contra la violencia doméstica a entender que una visión dual del mundo trae consigo recursos que pueden ser implementados de manera eficaz en intervenciones y esfuerzos de educación con los nuevos inmigrantes. Por ejemplo, para muchas/os mexicanas/os y centroamericanas/os recién llegadas/os a los Estados Unidos, hay una conexión fuerte con la iglesia como un medio de mantener una identidad cultural. Las comunidades católicas y de otras religiones que sirven a estos inmigrantes recien llegadas/os juegan un papel potencial como aliados para crear respuestas culturalmente competentes al tema de la violencia doméstica entre estas poblaciones mediante el establecimiento de colaboraciones con ellos, claramente delineadas e informadas.
¿CÓMO TRABAJAMOS CON LOS HOMBRES LATINOS ABUSADORES? Dados las complicadas intersecciones entre la violencia doméstica, la cultura y otros elementos individuales y colectivos de su realidad, ¿cómo pueden las latinas y los latinos trabajar juntos en pro de la erradicación de la violencia contra las mujeres y las/os niñas/os? Alianza considera que nuestro trabajo con los hombres se debe llevar a cabo tanto a nivel de intervención como de prevención. 10
trabajando con hombres y niños Como resultado, debemos trabajar concurrentemente con los hombres que han usado violencia contre sus compañeras y niñas/os, con los hombres que han dejado la violencia y desean continuar su rumbo hacia el pacifismo, y con los hombres que nunca han usado la violencia y quieren unirse al trabajo de erradicar la violencia doméstica de nuestras comunidades. Además, Alianza visualiza un papel importante para los hombres que permanecen fuera del movimiento, pero que pueden hablar con otros hombres acerca de la violencia doméstica. Finalmente, pero quizás lo más importante, Alianza considera que su labor debe incluir estrategias concertadas y comprometidas para trabajar con los niños y adolescentes latinos. Estrategias actuales de intervención. Alianza cree firmemente que la seguridad de las mujeres y las/os niñas/os debe ser el centro de nuestro trabajo con los hombres latinos que las maltratan y que esto se logra mejor a través de intervenciones que utilizan la cultura como marco de preparación. Las intervenciones para abordar la violencia doméstica han seguido abrumadoramente las estrategias que mantienen segregación estricta de géneros entre sus proveedores. Ha habido poca comunicación y/o colaboración entre las mujeres que trabajan con victimas y los hombres que proveen servicios para abusadores y con frecuencia se presenta mucho recelo y falta de voluntad para cruzar las líneas de género en la provisión del servicio. Este modelo de servicio para abordar el tema de la violencia ha funcionado bastante bien en las comunidades y organizaciones en las cuales la meta principal de servicios para las mujeres maltratadas es la separación de los compañeros violentos y una búsqueda inmediata por parte de la mujer de independencia y autonomía. Sin embargo, para muchas sobrevivientes latinas que desean permanecer en la relación, este modelo no funciona porque carece de relevancia cultural. A su vez, la mayoría de las intervenciones para los hombres abusadores fueron creadas desde el punto de vista de hombres de clase media de ascendencia europea y confiaban exclusivamente en la ejecución judicial. Estos programas se enfocaban casi enteramente en reducir los grados de violencia doméstica, sin establecer la conexión entre dicha violencia y otras formas de opresión. Se prestó poca atención a otros factores de riesgo (como grado de alfabetización, asuntos de salud mental, etc.) que pueden limitar la eficacia de las intervenciones para ayudar a los hombres violentos a cambiar su actitud, expectativas y comportamiento. Además, los aspectos del proceso de sanación y la redefinición culturalmente relevante de la hombría estuvieron con frecuencia ausentes de estas intervenciones. Durante la década de 1990, emergieron varios programas que trataron de incorporar dentro de su marco filosófico los valores, experiencias y actitud de las culturas latinas. Algunos de estos programas consistieron en traducir los programas existentes en inglés con alguna adaptación cultural. Unos pocos programas fueron totalmente diseñados dentro de un marco cultural latino y fueron fácilmente reconocidos por parte de los participantes como herramientas para lograr un cambio personal y colectivo eficaz. Caminar Latino en Atlanta, por ejemplo, trabaja con la familia entera de inmigrantes latinos afectada por la violencia doméstica, proporcionado grupos separados, pero paralelos para las sobrevivientes latinas, los latinos que han maltratado y las/os niñas/os, desde la perspectiva de los derechos humanos. El programa para los hombres empezó por solicitud de las 11
trabajando con hombres y niños sobrevivientes latinas. Con los años, se han agregado nuevos elementos al programa a pedido de los participantes, que incluye componentes del abuso de sustancias ilícitas y un taller sobre la crianza de las/os hijas/os. La Red Nacional de Compadres (NCN) que empezó en Los Ángeles, California y se ha extendido a otras ciudades, estimula y reta a los hombres latinos a establecer y apoyar Círculos de Hombres en los cuales los latinos pueden aprender a manejar de manera adecuada sus emociones destructivas y aprender a mantener relaciones de confianza. El Programa de Hombres contra la Violencia Intrafamiliar (POCOVI) en San Francisco fue el primer programa en utilizar el modelo diseñado por el Centro de Capacitación para Erradicar la Violencia Intrafamiliar Masculina (CECEVIM) específicamente para trabajar con los hombres latinos abusadores. Además de los grupos para hombres referidos por el tribunal, POCOVI involucra a los participantes en estrategias educativas para desafiar la violencia contra las mujeres en la comunidad. En Chicago, se creó un programa bajo el Ministerio de Familias Hispanas de la Arquidiócesis de Chicago llamada Alfa y Omega (el principio y el fin). Se creó con el fin de crear una respuesta de prevención/intervención a la violencia doméstica en las comunidades latinas. El programa es para parejas de latinos (sin niñas/os) o familias latinas que no han utilizado todavía al sistema judicial. Es un intento por hacer a los hombres responsables de su abuso contra las mujeres y las/os niñas/os, abordando los temas de abuso en las parejas, abuso de las/os niñas/os, abuso sexual y de sustancias ilícitas, en conjunto con asuntos de fe. Estos programas prometedores reconocen la necesidad de que exista una respuesta por parte del sistema judicial, a que proteja y aumente la seguridad de las mujeres maltratadas y de las/os niñas/os. A la vez, existe un reconocimiento claro de la necesidad de usar la fortaleza y los recursos comunitarios par ir más allá del la penalización de los hombres abusadores hacia una concientización más clara tanto de su responsabilidad por la violencia que han cometido y de la intersección con historias personales y colectivas de opresión, guerra, violencia, racismo, homofobia, inmigración y discriminación. Estas y otras intervenciones prometedoras, específicas de la cultura, utilizadas con los hombres latinos que han usado la violencia en su casa están profundamente enraizadas en la comunidad y pueden darle seguimiento al progreso de los participantes, obteniendo por lo general un informe por parte de los familiares. Aun cuando no funciona con el 100% de los hombres, muy a menudo las familias de muchos participantes que terminaron las intervenciones informan un mayor sentimiento de seguridad y bienestar, aún meses y años después de la finalización del programa. Los hombres demuestran también un entendimiento más profundo de la dinámica y los efectos de su violencia y de las estrategias para mantener de manera pacífica su creencia, actitud y comportamiento. Parece ser que el marco cultural que utilizan estos programas crea una atmósfera conducente a cambios que van más allá de los recursos que comúnmente usa el sistema judicial. 12
trabajando con hombres y niños La filosofía de Alianza del trabajo conjunto de los hombres y de las mujeres para incrementar la seguridad de las mujeres y de las/os niñas/os y nuestra esperanza de que los hombres sanen, cambien sus vidas y se conviertan en buenos esposos/compañeros, padres y miembros de la comunidad, requiere que la comunicación entre las/os proveedoras/es de servicio sea una meta permanente. Dada la cifra significante de sobrevivientes latinas que optan por continuar viviendo con sus compañeros, esto parece ser un elemento crítico en nuestra respuesta compartida. Antecedentes y proceso. Nuestro trabajo con los hombres latinos requiere que contextualicemos sus experiencias dentro un marco histórico y social que incluye nuestras historias comunes y únicas y nuestra perspectiva global del mundo. Como se mencionó anteriormente, las estructuras jerárquicas y dictatoriales, y las sociales basadas en clase y poder económico, se reflejan en las jerarquias de poder basado en el género, dentro de muchas familias latinas. Las injusticias y opresiones que la sociedad ha experimentado tal vez sirva para justificar la violencia de los latinos hacia su pareja y para convertirla en componente natural de su estructura familiar interna. Dado esto, es importante diseñar programas que tengan como dogma central un mensaje claro y fundamental de que la violencia, la actitud y el comportamiento abusivo nunca tienen justificación. En las intervenciones debe hacerse una exploración de las injusticias y opresiones que han experimentado muchos de los hombres que usan violencia contra su pareja, no para excusar los actos de violencia que cometen sino como una manera de ayudarlos a entender cómo una victima de opresión histórica y/o sistémica puede convertirse en opresor de su propia familia. En muchas ocasiones, los hombres latinos que maltratan han sido a su vez víctimas de abuso físico o sexual durante la niñez. El trauma que han sufrido ha dejado marcas que continuan estando vivas y dolorosas para muchos de ellos y que son la causa del tremendo desacoplamiento, rabia, ira y abuso de sustancias ilícitas que por lo general está presente en esta población. En el pasado, y hasta cierto punto todavía hoy en día, los programas tradicionales han sostenido que si a los hombres que maltratan se les permite hablar de sus experiencias traumáticas pasadas usarán esto como una excusa para la violencia que han perpetrado contra su pareja y los niños. Alianza no considera que éste tenga que ser necesariamente el resultado. Los facilitadores especializados pueden ayudar a los participantes a identificar, reconocer y contar sus experiencias traumáticas y cómo esto afecta la vida de los hombres y su habilidad para vivir de manera pacífica y a la vez ayudarles a explorar, entender y sentir empatía con la experiencia de la persona que han maltratado. De hecho, la experiencia combinada de los programas arriba mencionados que abarcan décadas de trabajo con los hombres latinos que maltratan indica que es precisamente en estas ocasiones, en las que el hombre que ha utilizado la violencia, empieza a entender el tremendo efecto de su violencia sobre su familia, que ellos entonces dan los primeros pasos hacia la no violencia. Debido a la importancia de las/os niñas/os dentro de las culturas latinas, volverse concientes de los efectos de la violencia doméstica en las/os jóvenes es uno de los mecanismos más profundos y útiles a través de los cuales los hombres latinos empiezan su proceso de cambio. Hay otras maneras en las que la experiencia de opresión es especialmente relevante al trabajo con los hombres latinos. Con frecuencia, los facilitadores de grupo en los programas para hombres
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trabajando con hombres y niños que han maltratado, tienen discrepancias con los participantes sobre cuáles fueron las causas de opresión en sus países de origen (clase económica, raza, educación, etc.). Estos facilitadores arriesgan usar los mismos mecanismos jerárquicos para forzar a los hombres latinos a la sumisión con el fin de parar su violencia. Para evitar este problema, los faciltiadores de grupo necesitan un trabajo personal constante y reconocer que su estrato social, raza, educación, edad, fluidez del idioma, etc., puede usarse como maneras de volver a oprimir a los hombres latinos. El cambio social que Alianza está tratando de lograr acerca del tema de la violencia doméstica requiere no sólo un cambio de comportamiento por parte del hombre violento sino también un cambio de corazón. Para evitar reforzar los patrones de opresión cuando se trabaja con los hombres latinos es necesario que se les ayude a entender la razón por la cual la violencia no es una opción viable para si mismos como seres humanos y se les brinde las herramientas y las técnicas para usar en su camino hacia la paz, en lugar de que los facilitadores les exijan un cambio. Esta última estrategia invariablemente tendrá resistencia y desinterés en la transformación personal. Adicionalmente, los programas específicos de la cultura permiten a los participantes explorar y retar su propia cultura sin miedo de ser ridiculizados e incomprendidos por los no latinos. Otro componente crítico para trabajar con los hombres latinos es el uso de un análisis de género feminista de violencia contra la mujer, como lo sugieren las mujeres latinoamericanas/latinas estadounidenses.8 Este análisis brinda a los hombres la oportunidad de entender cómo su violencia perjudica no sólo a su pareja sino también a las/os niñas/os, a ellos mismos y a su comunidad. Cuando los facilitadores tratan de analizar el comportamiento de la gente latina sin el contexto apropiado, con frecuencia perciben las características negativas individuales. Sin embargo, cuando se tiene en cuenta la cultura para contextualizar el comportamiento de los latinos y las latinas, no sólo sobresalen los problemas de la sociedad sino también la fortaleza y el potencial de la gente. Es fundamental que los programas incluyan los aspectos positivos de los valores y tradiciones de nuestra cultura contenidos en los modelos de la hombría latina, junto con las “versiones” con frecuencia aceptadas que permiten un análisis y discusión cautelosa. Por ejemplo, existe énfasis dentro nuestra cultura acerca de la necesidad de que el hombre sea un buen proveedor, respetuoso de su pareja y un ejemplo positivo para sus hijas/jos. Los facilitadores del programa deben estar conscientes de la necesidad de no simplemente manifestar estos valores culturales por lo general aceptados sino también explorar más a fondo el significado con los participantes. Como se indicó anteriormente, este trabajo importante de exploración personal y cultural requiere que los facilitadores estén dispuestos a involucrarse en su propio proceso de autorreflexión y cambio personal permanente.
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Otro elemento importante para trabajar con los hombres latinos es la capacitación. Hablar español o ser latino no es suficiente para entender la complejidad de la vida de las personas latinas. Muchas veces las agencias asumen que el identificar a un trabajador como latina o latino los capacita para conocer las diferentes sutilezas de la gente latina y que el tener un grado académico los preparará para trabajar con hombres abusadores. Con frecuencia esto es una equivocación. Por lo tanto, la capacitación de las personas para trabajar con los hombres latinos que abusan a su
trabajando con hombres y niños familia, debe involucrar consideración de la complejidad de cada acto de violencia, de las diferentes culturas, de los antecedentes personales y de grupo, de la dinámica personal, así como lo complejo que es el proceso de cambio para individuos y grupos. La capacitación de los facilitadores debe enfatizar el deseo de ser abierto y de buscar comentarias especificas del trajo de parte de las mujeres que trabajan con victimas, el reconocimiento de que el trabajo con los hombres tiene un impacto en la familia como un todo y la flexibilidad para aceptar los diferentes modelos de relaciones, tales como las relaciones entre parejas del mismo sexo.
¿CÓMO TRABAJAMOS CON LOS HOMBRES COMO ALIADOS Y AGENTES DEL CAMBIO SOCIAL? La erradicación de la violencia doméstica en las comunidades latinas está relacionada con el cambio social que requiere que los hombres y las mujeres se involucren en colaboraciones auténticas, respetuosas y eficaces. El trabajo que se realiza en los programas de intervención sobre el maltrato no es suficiente, ya que los participantes necesitarán apoyo comunitario para mantener la actitud y comportamiento pacífico que obtuvo durante su participación en el programa. De tal manera que, es necesario identificar, invitar y capacitar a los hombres de la comunidad para que colaboren con las mujeres para erradicar la violencia en nuestra sociedad. La participación de los hombres en la erradicación de la violencia doméstica es fundamental, pero es necesario que la presencia y las voces de las mujeres sean el centro del trabajo que se lleva a cabo en su nombre. Las mujeres y los hombres deben involucrarse en un proceso de auto reflexión del cual surgen diálogos que no recreen las jerarquías autoritarias. Más bien, la colaboración entre las latinas y los latinos debe producir estrategias que empoderen a todas las personas involucradas, sin dar privilegio a un grupo sobre otro. La perspectiva utilizada debe estar basada en el género y a la vez debe incluir un análisis de otras formas de opresión y otros retos de la vida. La capacitación de los hombres para que hagan la tarea de cambiar las normas de la sociedad es difícil de llevar a cabo y de mantener, pero es además muy valiosa porque cada hombre que adquiere este grado de conciencia acerca de la violencia doméstica puede convertirse en un aliado en el trabajo para erradicarla y acabar con el sexismo. Este trabajo anti-sexista puede extenderse más allá del individuo e influenciar a otros hombres para que trabajen en su propio sexismo. Prueba de esto ha surgido en las campañas de concientización pública de Alianza. Por ejemplo, en una serie de eventos de concientización pública en la ciudad de Nueva York y en Nuevo México titulada “Los hombres latinos hablan públicamente contra la violencia doméstica”, los líderes de la comunidad latina, las personalidades de los medios de comunicación, los oficiales electos y otros hombres latinos han tomado una posición pública contra la violencia doméstica. Muchos de ellos han expresado gratitud por haber sido invitados y haberles dado la oportunidad de unirse a las mujeres para hablar públicamente contra la violencia doméstica. Las estrategias de Alianza para involucrar a los hombres de todos los ámbitos en esta misión, han traído además una pregunta 15
trabajando con hombres y niños clave que todavía estamos en el proceso de responder: ¿Cómo apoyamos a los hombres cuando quieren hablar públicamente acerca de la violencia doméstica y sus efectos en nuestra gente? Alianza considera que el trabajo conjunto de los latinos y las latinas en última instancia resultará en la eliminación de la violencia doméstica de nuestras comunidades y en la creación de un futuro sin violencia para nuestras/os hijas/os y nietas/os.
¿CÓMO TRABAJAMOS CON LOS JÓVENES LATINOS? Aun cuando el trabajo con los hombres que han usado la violencia es una parte fundamental de nuestro esfuerzo, las iniciativas de prevención con nuestros jóvenes deben ser una prioridad importante en la erradicación de la violencia doméstica en nuestras comunidades. Muchos jóvenes latinos crecen en medio de una sociedad y de una cultura que promueve nociones falsas de lo que es ser hombre. Algunos han llegado a creer que la violencia es parte de la identidad intrínsica de sus familias o de su gente. La literatura actual indica que presenciar o experimentar la violencia doméstica tiene un tremendo impacto en los niños. Algunos niños tal vez se vuelven agresivos mientras que otros se vuelven pasivos y sufren de problemas físicos y emocionales. Además, los niños tal vez aprendan que la violencia es una forma normal de solucionar conflictos y que las interacciones familiares violentas son normales. Jerry Tello, miembro de la junta directiva de Alianza, quien trabaja con los jóvenes latinos indica que es crucial trabajar en la sanación de los hombres para no arriesgarnos a hacerle daño a la próxima generación. Ayudar a los hombres y familias a sanar proveerá un ejemplo positivo para nuestros jóvenes, quienes deben aprender respeto, honor y dignidad. Los papeles estrictos de género que se encuentran en muchas familias latinas hace difícil que los niños aprendan las diferencias fundamentales entre el amor y el poder.9 Los niños latinos con frecuencia escuchan a sus padres y a otros adultos reforzando creencias acerca del poder y el privilegio masculino y la idea de que las niñas deben ser serviciales. Además, los niños latinos aprenden que no deben demostrar sus emociones. Los hombres adultos deben servir como ejemplo de personas que enseñan y reflejan comportamientos sanos y aceptables dentro de las relaciones con la pareja íntima. Desafortunadamente, debido a una multitud de factores, mucho del énfasis en referencia a los niños ha sido crear una sensación de seguridad mediante el retiro del abusador y enfocar la energía en prestar servicios para la madre de los niños, estrategia que se espera se filtre de alguna manera para llenar las necesidades de los niños. Lo que se ha descubierto es que la sanación de la madre sola no se filtra a los niños y que el ciclo de violencia continúa especialmente entre los niños. Las mujeres latinas con frecuencia batallan cuando están criando varones. Aún cuando los varones hayan sido criados solamente por madres o abuelas, es descorazonador ver a estos jóvenes desarrollar la misma actitud y comportamiento del padre abusador. 16
trabajando con hombres y niños En aquellos programas que han intentado abordar el tema de los jóvenes testigos y víctimas de la violencia doméstica se gasta mucho tiempo en estrategias que hacen énfasis en el enfoque de “decir no” para erradicar el sexismo, la inclinación hacia la violencia y, la actitud y el comportamiento opresivo. En contadas ocasiones se reconoce que esos niños necesitan recuperarse de la violencia que han experimentado y para muchos de ellos, del dolor del abandono de sus padres. Además, los niños deben aprender el verdadero sentido de hombría honorable y desarrollar un sentido de seguridad a través de su asociación con hombres honorables, ya que la inseguridad crea un mayor riesgo de violencia en las relaciones. A la vez, es importante que cualquier intervención y/o guía que se les de a estos jóvenes se realice dentro de un contexto cultural positivo con el fin de equilibrar la experiencia cultural negativa que recibieron de sus traumáticas relaciones familiares. Estas importantes lecciones deben ser modeladas con ejemplos positivos que se parezcan a ellos para que los jóvenes puedan ver que existen hombres pacíficos y que provienen de circunstancias similares. Lo más impactante de estos esfuerzos son los programas que brindan ritos o ceremonias para los jóvenes para guiarlos a través de un puente imaginario hacia la hombría a la vez que crean “Círculos” (red de adultos y compañeros) que sirven como refuerzo para sanar y aprender estas lecciones. Esta estrategia, utilizada exitosamente por el Programa de el Joven Noble de la Red Nacional Compadres, ha sido replicada en 20 estados. En realidad ésta no es una estrategia nueva. Es lo que en las comunidades indígenas que han seguido un verdadero camino para mantener el honor en las relaciones han utilizado desde un comienzo con sus hijos. El problema es que cuando las comunidades heridas nunca sanan y la sociedad opresiva toma más “control” sobre las lecciones aprendidas por los niños, lo que se pasa de unos a otros son heridas de opresión y no lecciones de honor y del carácter sagrado de las relaciones. Es importante no solamente reconocer la necesidad de hacer más énfasis en nuestros jóvenes, sino volverlos una prioridad en la ruptura del ciclo de violencia. La pregunta no es si hacemos del trabajo con los jóvenes una prioridad o no, sino ¿en dónde nos encontraremos con ellos? ¿Será en un programa de rituales para ayudarlos a convertirse en adultos y hombres nobles? ¿O será en la cárcel, en la patrulla o en el tribunal en donde encontremos otra generación de hombres heridos pasando sus maltratos a todos aquellos que los rodean? Alianza está ahora involucrada en proveer espacio en donde la gente joven tenga la oportunidad de dialogar entre sí acerca de sus ideas sobre cómo involucrar a otros jóvenes en los sistemas, instituciones y prácticas desafiantes que sostienen patrones de violencia en sus vidas, y cómo pueden ellos brindar orientación para el desarrollo de soluciones creativas. Las escuelas y los programas que sirven a la juventud deben abordar temas tales como la prevención de la violencia, el desarrollo de técnicas para crear relaciones sanas, la intimidación y el acoso sexual. Los esfuerzos de asistencia a la comunidad deben incluir la voz de la juventud a todo nivel con el fin de aumentar la seguridad y el respeto en las escuelas y de apoyar el liderazgo juvenil en la prevención de la violencia.
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¿CÓMO AVANZAMOS? El crear estrategias para la intervención y prevención de la violencia doméstica que no se ajusten a los modelos existentes no es una tarea fácil. Sigue habiendo una gran resistencia para romper las normas que se han venido usando por más de tres décadas en este país. Sin embargo, como se indicó anteriormente, Alianza considera que es fundamental en las comunidades latinas que continuemos luchando para hacer justamente eso: crear formas para relacionarnos entre los géneros, estratos sociales, países de origen, localización rural o urbana, orientación sexual y entre las muchas otras categorías que nos han mantenido separados. Extrayendo de la fortaleza, experiencia y actitud de nuestras comunidades, tenemos la capacidad de enfocar el tema de la violencia doméstica de una manera relevante, respetuosa y eficaz para nuestra gente. Sin embargo, para poder hacer esto necesitaremos tener en cuenta algunas consideraciones importantes. • La seguridad, bienestar y realidad de las mujeres y niñas/os debe ser el centro de nuestro trabajo con los hombres. • No se trata de tener un solo modelo para todos. Dada la tremenda diversidad entre las comunidades latinas, es importante que los programas y las estrategias tenga en cuenta no sólo los códigos y las normas de la cultura latina sino también las necesidades y fortalezas de comunidades específicas. • La innovación que Alianza propone va más allá de usar modelos tradicionales de servicios, intervenciones y estrategias que simplemente consideran al personal y los clientes latinos/as. El verdadero cambio social requiere una creencia profunda de que de las fortalezas y recursos de las personas y las comunidades latinas pueden surgir nuevos y eficaces modelos que se dirigen más clara y poderosamente a las personas con las cuales estamos haciendo el trabajo de erradicar la violencia doméstica en nuestra comunidad. Como declara Patricia Castillo, miembro de la junta directiva de Alianza que ha trabajado por muchos años en la comunidad latina de San Antonio “nuestra gente tiene un conocimiento que viene de generaciones que nos dice instintivamente que la plataforma perfecta para realizar este trabajo es el trabajo conjunto — “Hombres y Mujeres, trabajando juntos por nuestra reverencia a la familia, a la cultura, al respeto, a nuestra fe, al amor, a nuestros hijos. Eso es nuestra historia, nuestro espíritu, descendencia y herencia. Es el legado y la lucha que nos han puesto en las manos para cultivar, proteger, criar y lanzar al mundo.” Alianza está completamente de acuerdo.
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Como se indicó anteriormente, queremos saber cómo se compara el contenido de este documento con sus experiencias y principios. Parte de la misión de Alianza es promover el diálogo. Entonces, las/os invitamos a pensar en voz alta con nosotros. Envíe por favor sus comentarios, opiniones y sugerencias a Rosie Hidalgo, Directora de Políticas e Investigación de Alianza a
[email protected]. Para información adicional acerca de Alianza Latina Nacional para Erradicar la Violencia Doméstica (Alianza) visite nuestro sitio web: www.dvalianza.org.
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Notas Finales 1. Tjaden, Patricia & Thoennes, Nancy. National Institute of Justice and the Centers of Disease Control and Prevention, Extent, Nature and Consequences of Intimate Partner Violence: Findings from the National Violence Against Women Survey, (2000). 2. Kaufman Kantor, J. L., & Aldarondo, E. (1994). Sociocultural Status and Incidence of Marital Violence in Hispanic Families.Violence and Victims, 9(3):207-222 3. Creel, Liz. Population Reference Bureau, “Violencia Doméstica: una Amenaza Real para las Mujeres de Latinoamérica y la región del Caribe” (2001) [Sacado de http://www.prb.org/SpanishContent/Articles/2001/ Violenciadomestica.aspx en Latinoamérica y el Caribe.aspx] 4. UNIFEM, “Facts and Figures on Violence Against Women” http://www.unifem.org/gender_issues/ violence_against_women/facts_figures.php?page=2 5. “Violencia Domestica: una amenaza real par alas Mujeres de Latinoamerica y la region del Caribe” Freire, Paolo. (1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores, S.A. DE C.V.; Edicion 53. 6. Marco analítico de Alianza, http://www.dvalianza.org/pdfs/r_marco_analitico.pdf 7. Pérez, Sonia. Beyond the Census: Hispanics and an American Agenda. Washington: National Council of La Raza, 2001. 8. Ferreria, Graciela. (1995). Hombres violentos, mujeres maltratadas. Editorial Sudamericana. 9. Díaz-Guerrero, R. (1996). Psicología del mexicano: descubrimiento de la etnopsicología.Mexico, DF: Editorial Trillas.
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