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Una experiencia de trabajo social en la asistencia a mujeres en situación de violencia familiar: "Grupo de Mutua Ayuda y Reflexión"1 Rosa ENTEL Introducción El presente trabajo de análisis y reflexión surge a partir de la necesidad de sistematizar la tarea realizada con el Grupo de mutua ayuda y reflexión de mujeres en situación de violencia familiar, durante los años 1997-1998 en la Fundación Alicia Moreau de Justo. La misma se basa en años de experiencia previa en la asistencia individual y grupal en organismos gubernamentales y no gubernamentales, de mujeres maltratadas. Esta mirada desde la experiencia lo es también en base al conocimiento de la violencia familiar como grave problemática social y de las mujeres maltratadas como grupo humano en situación de riesgo. Tomando las crónicas intento reflexionar sobre el proceso grupal- horizontal e individual-vertical, teniendo en cuenta los objetivos centrales de la tarea: trabajar sobre lo vincular, facilitando el propio proyecto de vida. Me parece importante por su valor testimonial y su riqueza, rescatar la palabra de las mujeres, desde los relatos emergentes de su vida cotidiana, en un reencuentro con la fuerza y la intensidad de lo vivido y compartido. Encuadre y metodología Se intenta una aproximación a un modelo de análisis del Grupo de mutua ayuda y reflexión de mujeres en situación de violencia familiar. Considero a este abordaje grupal como operativo, ya que se propone una tarea: facilitar el proceso de las mujeres desde la subordinación, desvalorización, ausencia de un propio diseño vital, hacia la resignifícación de sí mismas como personas. Las intervenciones, basadas en la observación, apuntan al señalamiento de las situaciones manifiestas, aportes de información, necesarios dada la situación de riesgo, preguntas facilitadoras de la comunicación, así como interpretaciones desde el nivel latente. Se toma en cuenta la interacción dialéctica entre lo histórico-socio-cultural y su impronta en la subjetividad, teniendo como marco de referencia la mirada de género. Las reuniones se realizan semanalmente, con una duración de dos horas. El grupo es abierto, con la característica de que varias integrantes permanecen durante todo el período. Esta permanencia, más el equipo integrado por la coordinadora y observadora, dan solidez y cohesión al encuadre. 1
El presente trabajo fue realizado con el aporte de las crónicas registradas por la observadora, Lic. Silvia Pisani
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Según la definición de Enrique Pichón Rivière, "un grupo es un conjunto restringido de personas que ligadas por constantes de tiempo y espacio y articuladas por su mutua representación interna se propone, en forma implícita o explícita, una tarea que constituye su finalidad, interactuando a través de complejos mecanismos de asunción y adjudicación de roles". Desde el equipo de coordinación se pone el énfasis en el estímulo y la connotación positiva de la permanencia y el compromiso consigo mismas y con el grupo, así como la importancia del testimonio y la experiencia cotidiana como modo de realimentación del proceso grupal.
Caracterización socio-económica-cultural
Las integrantes pertenecen a diferentes sectores sociales. Tomando el aspecto ocupacional, las mismas se desempeñan como empleadas domésticas, amas de casa desempleadas, sub-empleadas, profesionales. Varias manifiestan su frustración por no haber proseguido proyectos laborales y educacionales, adjudicando frecuentemente esto a la situación de subordinación que experimentan. El nivel de estudios realizados abarca todos los niveles, con preponderancia de los correspondientes a primarios completos y medios incompletos. Análisis del Proceso Grupal-Horizontal2 El proceso de pertenencia se va dando paulatinamente en los niveles institucional y grupal. Esto se advierte a través de manifestaciones explícitas, gestos, actitudes y la verbalización del "nosotras" grupal. Las mujeres suelen llamarse o encontrarse durante la semana. Esta extensión del grupo ya fuera del ámbito institucional actúa como sostén yoico y contención afectiva recíproca. Esto sería como una familia con modos de vinculación diferentes a los hasta ahora vividos. Una integrante lo dice textualmente: "Ustedes son mi familia", con palabras cargadas de emoción. En cuanto a la pertinencia, gradualmente van incorporando en su discurso nuevas ideas que reemplazan a las anteriores, impregnadas de mitos y prejuicios, con insistentes referencias a la posible patología del victimario, así como también de ideas extremas: la propia muerte, o la muerte del cónyuge. Con respecto a la comunicación se trabaja fundamentalmente la necesidad de escuchar y ser escuchadas, tratando de que interioricen que hay un tiempo común y uno para cada una. En algunos casos, con integrantes menos 2
La horizontalidad hace referencia a la observación del proceso grupal.
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participativas, con dificultades para ocupar el propio espacio, se estimula y valoriza su palabra. Se producen a veces silencios; esos silencios expectantes en los momentos de apertura, o aquéllos que denotan reflexión., obstáculos a nivel latente, insight, clima emocional de angustia. Observamos el juego de miradas, frecuentemente dirigidas al equipo de coordinación, buscando implícitamente aprobación, desaprobación, el reconocimiento de sí y de las pares. Se observa la contradicción individuo-grupo, en la que subyace el temor de perder la propia identidad en la trama grupal. Sin embargo, a través del proceso grupal éste va perdiendo su fuerza, excepto en el caso de nuevas integrantes, cuya ansiedad por volcar su testimonio, sus vivencias cotidianas, interfiere en la capacidad de escucha. Se ven algunas actitudes infantiles, residuos de tempranas matrices familiares, escolares, de obediencia sin cuestionamiento, que incluyen reiteradamente preguntas tales como: ¿puedo preguntar algo?, ¿puedo decir algo? Actitudes que hablan de una necesidad constante de pedir permiso, de postergación, de subordinación. Si el aprendizaje es un proceso de " apropiación instrumental de la realidad para modificarla"- y por ende modificarse- en el nivel grupal se da una construcción, un desarrollo: hay avances y retrocesos. La característica del grupo abierto, si bien implica el aporte y la riqueza de las nuevas integrantes, significa también la elaboración de la pérdida por el egreso de otras. Esto se integra al proceso de aprendizaje: las que se van lo hacen a veces por circunstancias personales, porque sienten que ya vivieron su proceso en el grupo, porque consiguieron un trabajo cuyo horario coincide, etc. Se advierten progresivamente la incorporación de ideas, conceptos, conocimientos que denotan apropiación, y en varias, la presencia de un pensamiento creador, cuestionador. Esto permite afirmar que en estas mujeres, y a pesar de la situación de crisis, desde el pensar y pensarse, trabajar y trabajarse, va aflorando el caudal de sus capacidades. Esta vivencia del "yo puedo", va circulando y actuando sobre la autoestima, eje central de la tarea. La cooperación se evidencia en actitudes, gestos y palabras. Algunas ofrecen sus casas por un tiempo a la compañera que no tiene temporariamente donde vivir. Se estimula la solidaridad como valor relevante, se escuchan y contienen dentro y fuera del grupo. A través de señalamientos e interpretaciones se tiende a favorecer una actitud cooperante hacia la tarea. En este lapso se efectúan reuniones evaluativas, a manera de mutua devolución, entre el equipo de coordinación y las integrantes, con el objetivo de incentivar el insight del propio proceso, logros y obstáculos, en los niveles individual y grupal. Este trabajo opera en algunas como estímulo, lo que es manifestado expresamente. En el acontecer del grupo, en su interacción, el interjuego
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de roles se da de una manera flexible, dinámica. Si bien en algunos momentos hay integrantes que se posicionan en un rol que podríamos llamar "docente", las mismas compañeras piden que se hable "desde sí mismas ", de la propia experiencia. Se tiende a favorecer la no rigidización en determinados roles, procurando la no obstaculización de la tarea y de los objetivos propuestos. La mutua representación interna, ese complejo proceso de interiorización recíproca, constituyente fundamental de un grupo para ser considerado tal, y por el cual todos y cada uno de los integrantes sintetiza en su mundo interno el conjunto de relaciones en el que está incluido, se va construyendo con firmeza. Se percibe en la vivencia de "contar con las otras". Análisis del proceso individual-vertical3 Se tomarán parte de los testimonios y frases significativas de varias integrantes, rastreando su palabra en las crónicas y en el impacto en la memoria. Elegimos algunas con diferentes tiempos en su proceso de pertenencia al grupo, oscilando la misma entre los 2 y 36 meses, aproximadamente. EMA4 "Tengo 47 años, soy entrerriana...vengo de un matrimonio anterior, unión de la que no hubo hijos, nos separamos por el 67bis. 5 Mi marido actual es soltero y mis hijos son de esta pareja. Antes trabajaba en una galería comercial como vendedora y cajera, renuncié cuando nacieron los mellizos. Y así hicimos todo... Él maneja un comercio de repuestos para autos en un local que está en la parte de delante de la casa, que es mía. Empezó a esconder el dinero, yo trabajé con él, lo ayudé mucho, no sé si es la ansiedad que tengo que mezclo las cosas... Yo pensé, no sé qué es mejor, el golpe cada dos días que la agresión emocional las 24 horas…”. Aquí se aclara que el maltrato físico generalmente va acompañado del psicológico: las formas directas y sutiles del maltrato son múltiples. Se procura alertar la mirada, comenzar con ella el trabajo de reconocimiento de sí misma, de la toma de conciencia del valor de su integridad psicofísica. "Para él no existen la ortodoncia de los chicos, el par de zapatillas... toma bastante, los fines de semana son caóticos, se pone violento con palabras, si los chicos no están he intentado contestarle, entonces se da media vuelta y se pone violento con palabras, si los chicos no están he intentado contestarle, entonces se da media vuelta y se va, pero si están los chicos no”. Ema, a pesar de todo intenta mostrar una figura diferente del papá, encubriéndolo ante sus hijos. En el imaginario social existe la creencia de que el alcohol es el causante de la violencia; esto podría tener para Ema 3
El concepto de verticalidad implica la historia personal, las experiencias vividas por el sujeto, etc. Los nombres son ficticios 5 Se refiere al art. 67 bis, ley 2393,de “Divorcio por presentación conjunta” 4
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la connotación de enfermedad con respecto a él. Cuando se le señala su actitud de encubrimiento frente a los hijos, responde, “Antes lo hacía pero ahora son grandes, es diferente. Mi hija mayor me dice por qué no lo enfrentas”. Quizás este reclamo de la hija sería portavoz de un deseo de Ema, que aún no aflora a lo conciente, pero ella lo trae y es significativo. Después dice: "Hablé con la abogada, había cosas que yo no sabía y que eran derechos que me correspondían a mí”. Esto denota el comienzo de la incorporación de conocimientos fundamentales como los derechos legales, y el sostén que el grupo y la tarea van implicando. Luego reflexiona: "La desvalorización, la denigración hacen mal". Se refiere también al aspecto laboral: (respondiendo a otra integrante) "Yo busco trabajo pero no encuentro. Tengo una máquina de coser familiar pero necesito una industrial…” (para trabajar en su casa). Va reflexionando sobre sus necesidades económicas y laborales; paulatinamente se va permitiendo estos espacios para el propio crecimiento. "Mis hijos me están mandando a hacer el secundario”. Conciencia de las asignaturas pendientes, con vivencia de frustración: "Lo importante es cambiar uno y no cambiar al otro”. Esto último se destaca desde la coordinación. "Sería una empresa muy desgastadora cambiar al otro... tenemos más fortaleza de la que pensamos, agrega. En una reunión posterior dice: ''Tengo que hacer un esfuerzo para concentrarme, no sé si es la costumbre, viví esta situación durante mucho tiempo. Me cuesta poner en práctica lo que aquí se dice, que sé que así debería ser...”. Verbaliza su resistencia al cambio, pese al deseo expresado manifiestamente, y denota la presencia de obstáculos internos para enfrentar la situación. A veces Ema interviene verbalmente, en otras permanece más callada, observando y escuchando todo. En otra reunión cuenta su fantasía previa a su ingreso al grupo: "Cuando vine por primera vez dije: voy a llegar y me voy a sentar atrás...”. Se observan dificultades para asumir una actitud activa puestas en la incorporación al grupo, que estarían hablando de obstáculos en la toma de conciencia de la propia situación conflictiva. Luego se habla del televisor y del poder que significa el manejo del control remoto, y Ema dice: '"qué tiene que ver el control, yo nunca lo pude manejar, será que no me interesa el poder...”. Vemos que subyace la dificultad para tomar el "control" de la propia vida y también el miedo a tomar decisiones. Luego dice: "después del golpe viene el perdón, pero en la violencia psicológica no, a mi jamás me pasó. Si yo reaccionara probablemente hubiera venido el golpe, yo me fui quedando, a mí me parece que un golpe es diferente a que las 24 horas te estén agrediendo...” y agrega: "yo me estaba enfermando " (Ema también padece de un problema agudo circulatorio. Se observan hematomas en sus piernas). Reitera un pensamiento dícotómico: Violencia física - violencia emocional.
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Expresa el reconocimiento de su propio malestar, su proceso de enfermarse. Trae el tema de la violencia desde una familiaridad acrítica. Luego expresa: "Yo tenía una idea de que si mi madre había vencido ciertas situaciones a mí me tenía que pasar lo mismo porque los genes tienen algo que ver”". Aquí demuestra una actitud de adaptación pasiva a la realidad, una vivencia de la violencia como algo heredado genéticamente, inexorable. En una posterior reunión, Ema habla de su terapia individual: "me cuesta, me siento y no digo una palabra, me agarra una cosa acá " (señala la garganta). Yo hablo y a veces no me dice nada, a veces sí, y me digo estaré mal, estaré bien, bueno, pero uno recapitula y algunas cosas mejoran. A dónde llegaré , me pregunto cómo va a ser el final y no sé... yo le pregunto cosas a ella (a su terapeuta); quisiera que me dijera lo que tengo que hacer”. Estas palabras hablan nuevamente del miedo y resistencia al cambio; se pregunta cómo va a ser el fínal, (miedo a la pérdida de lo conocido, conflictivo pero conocido, y al ataque de nuevas experiencias vividas posiblemente como terroríficas) y la actitud infantil de pedir que le digan lo que tiene que hacer: ella sería una nena obediente. No olvidemos que en las familias tradicionales y en el ámbito escolar, la obediencia es considerada una virtud inherente a la condición femenina, y con fuerte connotación positiva. Después habla de su proyecto de estudiar el secundario; este proyecto no tiene aún visos de realidad, pero habla de sus inicios. En una reunión del mes de mayo, reunión evaluativa, Erna dice con respecto al proceso grupal: "Al principio me costó, lo busqué como ayuda, fue pedir auxilio, estaba al borde del suicidio, ahora no. Comprobé que hay casos más complicados que el mío”. La coordinadora pide que hablen de los obstáculos, y Ema dice: "yo al grupo siento que lo necesito, me gusta mucho venir, noto por parte de ambas mucha comprensión. Me siento contenida y apoyada. Todas teníamos valores y nos lo hicieron notar. Vengo contenta. Esto es lo que siento” (Aquí no habla de obstáculos). Luego le dice a otra integrante: "Vos lograste muchas cosas, vos tenés capacidad, lo que tenés, aunque sea poco, lo lograste por vos misma”. Se pone en una situación inferior con respecto a otras. Luego se identifica con Ana que habla de sí misma metafóricamente como "un flan” (algo blando, inconsistente…). En su evaluación individual agrega: "Siento que muchas cosas cambiaron en mí para bien, a veces tengo miedo, me siento chiquitita, hasta la mirada brusca de él me acobarda. Estoy más conforme porque me preocupo más por mí... Tengo momentos en que estoy contenta, pero a veces estoy bajoneada, trato de concentrarme en el Grupo, porque cuando me siento chiquitita, me hace bien pensar en el valor, en la autoestima. A pesar de los altibajos, estoy mejor… Me preocupa el que dirán…”. Desde una perspectiva comunicacional esta mirada le enviaría un mensaje desconfírmatorio de su propia identidad. Dentro de esta relación simbiótica, ella "se mueve en una lógica de contraposición entre lo propio y lo ajeno, ante otro, su marido, que le da el
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ser. Sólo sintiéndose propiedad de él, ella siente que es..."(Alvarez L. Y Castelli G.1996) Ema se remite a su tendencia a la depresión, sus ideas de muerte, y su búsqueda de ayuda, su salida del autocentramiento al venir al grupo, el alivio al compartir una problemática común. Remarca el clima afectivo grupal. De su discurso se puede leer que ella siente que la capacidad se encuentra afuera, es propiedad de los otros, ella es la "chiquitita"... Está promediando su proceso. En una reunión posterior se habla de los cumpleaños y ella dice que no le interesan, "pero cuando es el de sus chicos se entera todo el barrio”. Nuevamente aparece como un aplastamiento de la propia identidad, un no reconocimiento de sí misma. En Otra reunión pregunta: "¿Qué hacer con los hijos para que no reproduzcan estos problemas?” Reitera su pedido de recetas, solución mágica a los conflictos, y agrega "Yo me puedo defender de los demás, pero con él no, yo me achicharro”. Según el diccionario Sopena, achicharrar es freir, asar un manjar hasta que tome sabor a quemado. Ema se sentirá así, consumida, subsumida en el fuego de esta relación que cada vez más la va reduciendo a una brasa. En junio cuenta un episodio violento entre su pareja y su hijo, y dice a la coordinadora: "yo ahora que registro más (como vos decís), él hace mucha diferencia con mis hijas mujeres y el varón”. Hay indicios de una toma de conciencia de la situación, y de una mirada y una escucha más abiertas. "Desde que vengo acá me acuerdo más de los momentos malos, antes los dejaba pasar: estoy buscando los métodos que me den mejores resultados…”. "Antes esperaba que él cambiara, ahora no, espero no entrar en el juego de él, en los insultos, la indiferencia…”. Estas verbalizaciones denotan que continúa el proceso de resignifícación de sí misma, de insight. Le pregunta a otra integrante: ¿cómo fue la salida de tu marido de tu casa?. Luego acota: "mis miedos tienen que ver con tomar decisiones”. En posteriores reuniones participa poco verbalmente, observa, escucha, parece reconcentrada. Luego le dice a una compañera: "no es bueno dar tanta información…”. Después habla del abuso de él, de la manipulación a través del dinero, también de su amenaza de "quemar la casa con todo lo que hay adentro”. Sigue registrando desde un lugar reflexivo lo que él dice y hace: "no sé si me tiene más bronca por algún cambio que debe ver en mí, que él está tomando represalias con los chicos, no quiere pagarle los estudios a mi hija, le dijo que le iba a cortar los víveres”. Reaparecen los miedos: a su propia integridad y a la de sus hijos. Hay avances y retrocesos. Se le pregunta: Si tuviéramos que fantasear, ¿qué te gustaría lograr?, y responde: "Bueno, sería más independencia económica, estar con mis hijos y que él haga su vida. Yo tengo miedo; alguien me dijo: sos la cagona del
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grupo… Si, tengo miedo, pero menos que antes”. Aquí expresa su deseo de ser más libre, encarar su vida, también se anima a esbozar una disidencia con alguien del grupo, y a blanquear sus miedos. Habla de sus experiencias tempranas infantiles (fue abandonada por sus padres) "No quisiera que mis hijos sufran lo que yo sufrí”. Estos datos de su historia quizás nos hablen de su desvalimiento y necesidad de refugiarse en un vínculo, aunque éste sea destructivo. Ema también se encuentra bajo tratamiento psicoterapéutico individual, espacio donde puede pensar y pensarse, y trabajar en profundidad estos aspectos. Habla de sus trabajos antes de unirse con su pareja, en una fábrica de camperas, luego en una galería como vendedora...; suspira: "era una época en que se me presentaban trabajos, estaban bien remunerados”. Se le observa desde la coordinación: nos gustaría rescatar a la Ema de esa época. Ema: "cada vez tengo más necesidad de salir a trabajar, salir de mi casa. En esa época era otra persona. Si analizo mi situación... Dejé de trabajar por el nacimiento de mis hijos. Mi marido me amenazó con sacármelos si yo no los atendía.... Justo me habían propuesto un trabajo de mayor responsabilidad… y renuncié”. Aparece en el discurso de Ema la fuerte connotación cultural que otorga a la mujer identidad como tal por el hecho de ser madre. Ema no tuvo otra opción: o era Mujer-Madre, o no era nadie dentro de su opresiva realidad. Esta lógica dicotómica no admite la inserción de la mujer en otro mundo que no sea el doméstico, lógica de la también ella participaba. En la última reunión evaluativa, de balance del proceso, la coordinadora devuelve a Ema: "Es evidente que estás construyendo tu propio camino, has logrado tu espacio terapéutico, compromiso y mucho y fecundo trabajo en el grupo”. Se le sugiere centrarse en los propios valores y procurar volcar en acciones concretas este proceso. En su auto-evaluación Ema dice: "Estoy algo bajoneada. Veo logros en mí, esta reunión me hace reaccionar, pero también veo bastantes baches”. Después habla del buen rendimiento escolar de sus hijos. Ema deja de asistir a las reuniones. Ha conseguido un trabajo en un consultorio médico, que le ocupa todas las tardes. Nos hace saber que se siente mejor. Sigue conviviendo, pero ya la figura de él y su palabra no pesan tanto. Siente la alegría de valerse por sí misma. Ema siempre contaba que a pesar de la prohibición de su pareja, ella había levantado en el centro del patio varias baldosas y había sembrado allí una plantita, de modo que él y todos tenían necesariamente que verla. Esto fue tomado como metáfora, la plantita era el símbolo de su sana transgresión al orden instituido, y también de la nueva vida que ella misma, paso a paso, estaba construyendo. CAROL
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"Tengo 40 años. Soy profesora de inglés .Nací en Canadá, hace años que estoy acá, me gusta este país. Hace un año y tres meses que salgo con él. Estoy mal conmigo misma. Él, delante de otros, dice: detrás de un gran hombre hay una gran mujer”. "Tiene la costumbre de tirarme al piso o tratar de estrangularme. Lo que me afecta es si seguir teniendo confianza en él, entender a este tipo de hombre. El me ha mentido mucho. No sé si creer en sus sentimientos... Me confesó que se drogaba. Va a un psicólogo especialista en adicciones, también toma alcohol. Me disminuye delante de los demás”. Carol ha sufrido violencia en su familia de origen, tema del cual prefiere no hablar. Él trabaja en Pami 6como administrativo. Carol tiene una obstrucción que le impide quedar embarazada y problemas alérgicos. En una reunión posterior en el mismo mes, Carol dice: "en el caso nuestro, que tenemos en común la violencia...”. Esto señala el comienzo del proceso de afiliación y pertenencia grupal y reconocimiento de su victimización. Relata que alquila una habitación en la casa de una familia con un hijo de 22 años. Habla de los celos de él: "él piensa que la estoy pasando bárbaro” (con este joven). Se pregunta si esta es una característica del golpeador. Su foco de atención está puesto en él. Posteriormente les dice a sus pares: "mi novio tiene los horarios de donde estoy durante todo el día”. En este momento inicial de su proceso, en el que la figura de él es tan fuerte, obedece y complace los deseos de éste de control, asume una postura ingenua de: "yo no le doy motivos”. Otra integrante dice que su pareja menciona un proverbio chino que dice que : "a la mujer no hay que dejarla pensar...”. A continuación Carol habla de la seducción que sobre ella ejerce su pareja...y después: " volvió a ser violento conmigo.. me dijo que yo no soy mujer porque no lo detuve a gastar su dinero”. Se le pregunta: ¿qué tenes ganas de hacer vos?, y responde: “estar bien con mi pareja”. Todo esto habla de una naturalidad acrítica, de una adaptación pasiva a la realidad. A pesar del maltrato físico y emocional, y su fuerte subordinación a este hombre, ella habla de pareja, desde su negación e ideas ilusorias sobre la situación. Agrega: "muchas veces, después de la violencia, quiere hacer el amor... yo lo hago para que no arme más escándalo”. Se le pregunta sobre su propio deseo, y responde "a veces no tengo ganas”. No hay hasta ahora registro de las propias necesidades y deseos. La pareja para ella no configura fuente de placer, sino de complacer. Alguien le pregunta cómo se siente, en el acontecer de esa misma reunión, y dice: "pensante, reflexionando sobre lo que está pasando”. Con posterioridad a esto falta varias 6
Organismo oficial cuyo objetivo es la protección sanitaria de los adultos mayores en situación de jubilación o pensión.
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semanas con motivo de un viaje. En la reunión evaluativa, la coordinación observa el inicio de su proceso y la necesidad del compromiso con ella y con el grupo. En otra reunión habla de que con su pareja las cosas están mejor: "me respeta un poco más”; "yo vengo de una familia violenta, mi papá era violento con mi mamá”... "yo le pregunté a mi mamá cómo hizo para parar la violencia, ella me contestó que compró un revólver y le dijo que si la tocaba lo mataba”... Más adelante Carol pregunta: "Cómo se puede hacer para que estos hombres crean más en una?”. Una integrante le señala que piensa que es un error darle a él la lista de sus actividades diarias, y ella dice: "quizás son errores que uno comete”. Más adelante, Carol cuenta un episodio en que él la maltrató en medio de una reunión familiar, y acota: " se le escapó su máscara, porque nunca lo demostró delante de nadie”. Se va dando paulatinamente un corrimiento de su foco de atención hacia ella misma, y la frase: "se le escapó su máscara", denota un develamiento paulatino de cómo es realmente él, ya puede poner en palabras su malestar. En este período Carol está tratando de no verlo, trabajosamente está tratando de poner distancia. Refiere su problema alérgico en piel y dice: "se me hace cuando estoy nerviosa. Me pongo toda colorada. Fui al médico, me hago baños y tomo un antihistamínico con tranquilizante”... Aquí vemos que su cuerpo expresa el malestar de Carol, su permanente esfuerzo por adaptarse a esta situación la predispone a la enfermedad. Su médico le prescribe medicamentos sin tener en cuenta el contexto psicosocial de su problemática. En otra reunión, expresa: "Mi novio es violento, está buscando un lugar para tratarse…yo también vengo de una familia violenta”... Posteriormente se la ve angustiada, refiere un episodio de violencia verbal y dice:... "estoy mal, tantos meses de angustia”. Irrumpe en llanto. Le pregunto: ¿qué es lo que te liga a esta persona?, y responde: "tengo la esperanza de que con el tratamiento cambie... la parte sexual es buena, es afectuoso y demostrativo cuando está bien”. Esta respuesta es congruente con la ideología del amor romántico: ese amor que hace sufrir , pero, para este imaginario, en esto justamente radica su valor. La vida de ella, sometida, se subsume en la vida del otro. El gran desafío de cambiarlo a él a través de su infinito amor, que tendría en el sexo el máximo exponente de su entrega. Ella estaría dispuesta a salvarlo mediante el poder de su amor. En el caso de Carol, sus tempranas experiencias de violencia familiar han condicionado su desvalorización, su desvalimiento emocional, su gran necesidad de afecto. En un posterior encuentro, está tratando de distanciarse de él. Habla de su soledad, y de la "terapia para hombres”. Luego se refiere a su depresión.
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Falta a varias reuniones. Posteriormente cuenta que él asiste a un grupo de violencia en el hospital Pirovano. Sigue hablando de éste, y dice: "por un lado lo odio pero por otro lo quiero”. Con motivo de realizarse otra reunión evaluativa, Carol auto-evalúa su proceso: "Estoy más informada sobre el tema de la violencia, la constancia y confianza en el Grupo me ayuda a tener fuerza, noto progresos, he tomado una decisión: no voy a dejar totalmente la relación, siento amor por mi pareja, pero mi banda elástica tiene poca resistencia”. En diciembre de ese año, Carol llega al Grupo y dice (con alegría contenida): "Me mudé, quise independizarme, me siento un poco sola, son cambios, me siento más libre”. En una reunión posterior: "estoy tratando de cambiar yo, estoy leyendo "Las mujeres que aman demasiado.. .me sentí identificada. Yo quiero preservarme. Él me responsabiliza a mí por sus conflictos”. En febrero de 1997, cuenta, " es un hombre muy demandante, yo me siento bien sexualmente con él, pero sigue ofendiéndome”. Hay indicios que indican que empieza a tener dudas de la fidelidad de él. En mayo de ese año, Carol llega a la reunión y relata un reciente episodio violento. Tiene moretones en sus brazos. Aún trata de explicar los conflictos de él con su hijo como posibles causantes de las explosiones violentas. En el Grupo se percibe un clima de ansiedad y como de reprobación por "haber necesitado una paliza más”. Cuenta que hizo la denuncia penal, mostrándose decidida a continuar con las gestiones legales necesarias. Reanudó su terapia personal (que había dejado) y salió el fin de semana con una amiga. Dolorosamente y merced a su intenso trabajo, su vida comienza a cambiar. Siente placer en salir con una amiga, en decorar su casa. Valoriza su actividad profesional. Es posible que haya retrocesos. Sigue perteneciendo al grupo, donde juntas van aprendiendo formas más sanas de vinculación. ADRIANA. Angustiada, vuelca su testimonio al Grupo: "Él era viólenlo. Me amenazaba permanentemente. Mi casa era como una cárcel, me controlaba a mí y a los chicos…Él trabajaba por su cuenta y ganaba bien, pero se lo gastaba en mujeres. La casa que teníamos ya fue a remate, porque no se pagaban las cuotas del banco. La violencia era cada vez mayor, también con los chicos. Me fui de mi casa. Me había dicho delante de los chicos que me iba a matar... Me fui a la casa de mi mamá. Hice la denuncia, me acompañó el abogado. Sentí mucho miedo, sobre todo de que me saquen a mis hijos. Mi familia se reunió y me alquilaron un departamento. Volví a mi casa a buscar mis cosas, con mi hermano y mi cuñado, pero tenía miedo que él apareciera... Iniciamos un juicio por violencia, por amenazas; ya intervino el juez de menores. Yo me siento mal por mi hijo, que hizo una declaración ampliando la denuncia, pero tengo miedo por él, porque denunció a su
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padre… Mis hijos están en terapia” La violencia ejercida sobre ella por su marido, más la infidelidad del mismo, se destaca en su testimonio inicial. Se tratan con un terapeuta de familia. Adriana viene de años de ser víctima, abrumada por la preocupación por sus hijos. Cuando otra integrante comenta sobre la infidelidad de su pareja , ella dice: "A mi me pasó eso, me dio bronca cuando me enteré que tenía otra mujer... empecé a investigar en la agenda nombres de mujeres”. Comenta las agresiones de su hijo menor, a veces ella también reacciona con violencia, luego se arrepiente y le pide perdón. Muchas veces los hijos reproducen conductas y modos de comunicación aprendidos en el vínculo violento. En Adriana también están presentes sentimientos de culpa, quizás por "no haber sido todo lo buena madre que nos dijeron que teníamos que ser”. Agrega que empezó a tratarse con una psicóloga: "esto me ayuda a pensar más en mí”. Aparecen sus propias necesidades, empieza a hablar por ella misma. Luego cuenta: "Me cuesta muchísimo con los chicos, el mayor intentó alejarse de la casa... sólo llegó hasta la esquina, como a veces hago yo..., y volvió”. La familia integrada por Adriana y sus tres hijos necesita reacomodarse a la nueva situación, y aprender a vincularse de otra manera. Habla de la tristeza de su hijo mayor, pues la que había sido su casa se encuentra abandonada. En una reunión posterior dice: "recuperé una amiga que había perdido, pues mi marido me la había echado”. A través de la experiencia vamos escuchando similares relatos de la necesidad del hombre violento de mantener aislada a la mujer que piensa de su propiedad, lo que implica para ésta la pérdida de espacios y tiempos que solía tener : "..yo voy aprendiendo cómo es el temperamento del hombre violento: nos quieren sólo para ellos”. Reflexiona, en un intento de tomar distancia de ese hombre golpeador que fue su marido. En otra reunión narra aspectos de su historia: "Yo trabajé desde los once años, con mi papá, después afuera como vendedora, cuando me casé también seguí trabajando. Me mantenía, vivía bien con mi trabajo. De casada él me dejó trabajar durante dos años, después quedé embarazada... él me pasaba poco dinero, me lo tiraba al suelo para que yo tuviera que levantarlo... Después empecé a hacer manualidades y las vendía en la zona”.. En la reunión evaluativa se le señalan los logros observados, sobre todo en cuanto a su análisis del vínculo con su ex marido y el permitirse mostrar los propios sentimientos. Adriana reflexiona: "Gracias al grupo estoy aprendiendo a convivir con mis hijos, con mi madre; puedo ver mis errores, me ayudan a crecer, a no sentir tanta culpa...”. Reaparece el tema de la culpa: Adriana siente y piensa que no ha cumplido con todos los mandatos asignados al género femenino; siempre hay algo que
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no se terminó de pagar. En una reunión posterior, Adriana dice: "Mi hijo contesta y procede como lo hace el padre...levantó sus puños, yo me asusté mucho...busca pelea...y yo termino pegándole…” .(Actitud y gestos de preocupación y angustia). Ella necesita salir ahora con sus hijos de la interacción violenta, del mismo círculo en el cual estuvieron anteriormente, pero que aún impregnan sus subjetividades. Le dice a una compañera: " vos no pensás que se cosecha lo que se siembra?...Yo estoy bien, conseguí un trabajo de encuestadora...pasé bien las fiestas, los chicos disfrutaron, llegué bien a casa...”. Pero después cuenta: "Fue mi cumpleaños pero no lo disfruté... sentí que me lo boicotearon, primero mis hijos y luego mi mamá”. Pensamos que continúan las dificultades para darse a sí misma momentos de placer, prevaleciendo sentimientos de culpa, un no poder desligarse de todos los "deber ser", así como la baja autoestima y desvalorización subyacentes. Luego relata: "fui a ver mi casa... mi hijo mayor quería ver a unos chicos. Mequedé hablando con dos vecinos, no pasé por la puerta porque no quería encontrarme con él... me dio bronca, él está disfrutando de lo que es mío…yo haría lo que él no hacía: pintarla, arreglarla, la quiero recobrar…”. En la realidad la casa está embargada, Adriana expresa su deseo de recobrarla, pero hay obstáculos para reconocer este dato objetivo. La imagen de esa casa que fue suya , que expresa desear recobrar, quizás hable de su fantasía de otra casa feliz y no de ésta, donde experimentó maltrato y violencia. O también es probable que necesitara acercarse para darse cuenta que la casa forma parte de una realidad que ya va dejando atrás. En una reunión posterior refiere que uno de esos días es el cumpleaños de su hija y recuerda: ''el padre debía dar la autorización para festejar, lo hacía dos o tres días antes... ahora no tengo que pedir autorización”. Comenta que la hija está pendiente del llamado del padre. Se le señala que el tema del padre está presente (también para Adriana). Entonces dice: "mi hija no lo nombra mucho, pero trae las cosas de antes que tienen consecuencias ahora..”. Sigue vigente en su mundo interno esta figura que vivió como omnipotente y muy fuerte. Ella está transitando por el duelo que implica ver con nitidez su propia historia y paralelamente la construcción de una nueva forma de vivir, sin que nadie " la autorice" a hacer o dejar de hacer. En otro encuentro Adriana acota: "estoy firme en algunas cosas, estoy tratando de conseguir más trabajo, tengo la demanda de divorcio, la abogada pide una suma por alimentos...”. Se va remitiendo a su proyecto: trabajar, darle impulso a su divorcio. Luego relata: "mi hijo menor no quiere que llore... yo le digo: mi llanto de ahora no es el mismo de antes.. .sentí que mi hijo lo estaba pagando...nunca viví algo así…”. La movilización que producen las reacciones de los hijos es muy fuerte. Adriana trata de protegerlo, y al mismo tiempo a través de la reacción del hijo
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se va viendo a sí misma. En mayo de 1997, están hablando de sexualidad y ella dice: "a mi me pasó que yo no tenía ganas de mantener relaciones con él, entonces se quejaba, me hacía el jueguito y me terminaba golpeando...”. Continúa, a través del proceso, viéndose como en espejo en las palabras y actitudes de sus pares, a la vez que haciendo su propio camino. En el cierre de la última reunión del año, se les pide que expresen con una palabra lo que sienten, entonces Adriana dice: "me siento feliz”. Sigue trabajando en su Grupo. Demuestra un fuerte sentido de pertenencia al mismo. Reflexiona e interactúa activamente. Hace poco nos trajo este poema: VOS PODÉS Ponete las alas para soñar y a las penas no dejes entrar Si solamente vos lo querés mira todo lo que vos podés Podés pensar, podés crear, podés amar, podés imaginar Y elegir cómo vivir. Podés soñar, podés sentir y caminar Buscar por donde irá la luz... Si solamente lo querés, Podés reír, podés cantar Podés ponerte alas para volar... Y este milagro que soy yo Serás vos si lo querés. Vos Podés. Este poema "Vos podés", nos hace pensar que Adriana en este momento está en camino de poder con ella misma, en lugar del "no poder", en el que estaba sumergida. ANA. Es "veterana" en la institución. Es paraguaya. Regresa al Grupo luego de un nuevo episodio de violencia fisica, después de bastante tiempo de ausencia al mismo. Tiene 42 años, dos hijos adolescentes. Trabaja en una casa de familia y se autoabastece económicamente. Sufre violencia fisica y emocional por parte de su marido, con quien está casada hace 21 años. Él es el encargado del edificio donde viven, junto con sus hijos. Ella se hace cargo de casi todos los gastos de la casa. Habla de la película "Un tranvía llamado deseo", luego dice : " uno no toma conciencia de que no está llevando las cosas por buen camino... pero hay una situación que siempre te hace tomar conciencia”... Ana posiblemente trae la película como metáfora de sí misma; es ella la que se encuentra transitando hacia el descubrimiento de su propio deseo. En !a siguiente reunión dice: "a medida que uno va despertando, se va alejando y comienza a ver las cosas de manera diferente. A mi marido nunca
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lo he escuchado decir nada contra la violencia ..nunca lo vi tan claro como hoy...quizás se sienta identificado" (con el personaje -golpeador- del film). Ana sigue en la ambivalencia: por un lado navega en la ilusión de verlo a él como quisiera que fuese, y por otro va trayendo elementos al Grupo que le permiten ver cómo es él. Agrega: "mi hijo dijo: yo no sé que les pasa a las mujeres, peor las tratas y más te llaman y yo no le pude decir nada...”. Expresa "...él me dijo de todo: puta...., hasta hace poco esas palabras me dolían en el alma, me bañaba en lágrimas... yo hice mucho por él, todo lo que él quería, me di cuenta que cada vez me devaluaba más... Cuando se enfermó mi suegra, vi realmente el comportamiento de mi marido, y vi que el destino de ella iba a ser el mío. Yo di demasiado a mi familia, como ella, y sentí que me iba a pasar lo mismo que a ella, me iban a llevar flores al cementerio”… Ana reflexiona y se ve reflejada como en espejo en la vida de su suegra, se detiene en el sentido del "dar demasiado". En otra reunión dice: "no sé quien soy realmente al lado de él, ni qué lugar ocupo para él, yo tenía todas las responsabilidades, todas las cargas... yo me endurecí, hice muchas cosas para ver si este señor reaccionaba, pero no le importaba”. Ana habla de sí misma, se pregunta por su identidad de mujer, quién es realmente para esta persona que la maltrata..."hace muchas cosas", dice, en realidad esto encubre su deseo omnipotente de querer cambiarlo, y su dificultad para verlo tal cual es. Después relata: "estoy con miedo, él está intentando caer en viejas recetas, me provoca, me cansa, entonces digo basta, no ves que me haces sufrir a mí y a los chicos, entonces se enfurece, y viene el golpe.. .esto ya pasó…”. "Mi hermano me dijo: no ves que sos vos la que sostenés este matrimonio? Eso me golpeó mucho porque es la verdad”. Ana sigue dando testimonio de su vida cotidiana y de su infinita capacidad de tolerancia y complacencia; es mucho lo que soporta para mantener esta "pareja". Agrega: "yo me siento como un flan, en mi casa. Acá digo una cosa pero en mi casa es diferente”. Se le pregunta qué le gustaría lograr para sí misma, y como respuesta, dice que él "la quiere y quiere a sus hijos”. Ana relata nuevamente el último episodio violento, cuando él le dijo "te voy a matar, y vino con un cuchillo.. .nunca lo había hecho con un arma... yo movilicé a todos. A la mañana siguiente llamé a Violencia Familiar”.. En otra reunión dice: "me preocupa esta situación, estoy dudando de mí misma..., si se llegara a dar de nuevo la violencia, yo me tendría que ir, pero no sé si lo voy a hacer... ". Posteriormente otra integrante dice: "yo tengo miedo de no tener adonde ir”; entonces Ana acota: "y aún teniendo donde ir, también uno se pregunta: y ahora qué hago?” ; "Mi hija le pone límites al padre, yo no puedo”. Ana se permite poner afuera sus límites y su impotencia. "Yo a mi hijo le he dado todas las cosas materiales que he podido: colegio, ropas de marca, club,
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y hoy me dice: andate mamá...”. Relata que en medio de un entredicho con su marido, ella le dijo: "vos sos joven, si yo me muero, vos vas a conocer a otra persona”… Pareciera que Ana debe llevar la situación al límite de imaginar su propia muerte, para tratar desesperadamente de lograr la reacción de él o el cambio que ilusoriamente anhela. En otra reunión: “Yo tengo inseguridad cuando estoy delante de mi marido, y no frente a otras personas"... "en una relación muy conflictiva, es muy difícil llegar a un final feliz”... Subyace su ilusión de "final feliz", a pesar de la realidad en que vive. Más adelante dice: "recién a esta edad tuve que pensar de esto no quiero más... pero siento que los dos nos queremos... casi nunca veo matrimonios que se lleven bien, más allá de la situación de violencia mi relación con él es buena, no nos aburrimos”. Mantiene su mecanismo negador; de su discurso surge la fuerte contradicción "nos queremos más allá de la situación de violencia”. Más adelante dice: "yo pasé de tapar las cosas al destape total que es insultarlo”… Quizás ésta es una forma incipiente de responder a las agresiones, haciéndolo como puede, desde el insulto. Otro día Ana cuenta con entusiasmo el interés que descubrió por parte de un hombre (un vendedor) hacia ella... "la carretera es ancha". Este encuentro ocasional le recuerda que puede despertar el deseo en otros hombres. Este episodio suele traerlo con frecuencia, le resulta placentero. Es significativo su comentario: "la carretera es ancha”; quizás empieza a vislumbrar que la vida es más amplia y las alternativas posibles. Más tarde se pregunta: "Cómo puede ser que él no tome conciencia de que hay otra forma de tratarme?.. yo pensaba constantemente en eso, pero un día me di un tortazo para despertarme: basta!, me dije, yo tengo que querer otras cosas”... En la reunión evaluativa se señalan los logros de Ana, marcándole su proceso de re-valorización, el arduo trabajo que viene haciendo consigo misma y con sus modos de vincularse con los otros. Ana dice: "Siento que es el mejor grupo, todas queremos salir de esta situación, nos ayudó mucho, yo me siento más fuerte, con más ganas de cumplir con mis deseos. Quiero hacer lo mío, no quiero caer en la obsesión, siento que ambas quieren mucho su trabajo y se nota... También me gustaría que nos sinceremos más, porque es el modo de ayudarnos”. Varias reuniones más adelante, acota: “Siento malestar cuando sé que no hago lo que tengo que hacer... sigo pinchada, las cosas en casa están igual.. .él no va a cambiar, estira del hilo hasta que se rompe.. .ya no me gusta tanto”. Reaparecen en el discurso el persistente malestar, la autoexigencia. El reconocimiento del no cambio de su marido y su frase "ya no me gusta tanto”, quizás hablen de un comienzo de descenso de la intensa seducción que sentía por el mismo. Ana se encuentra en un momento de honda reflexión sobre sí misma, sus
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formas de vincularse y su proyecto de vida. Hay firmes indicios de verlo a él ya no tan fuerte, omnipotente, ni tan seductor, sino con un mayor criterio de realidad. Su intenso trabajo y compromiso en el Grupo y consigo misma, seguramente darán sus frutos. El grupo de mutua ayuda y reflexión de mujeres en situación de violencia familiar como modelo de intervención en trabajo social. El equipo de coordinación, desde una artesanal tarea que implica la deconstrucción de estructuras vinculares sumergidas en la despersonalización, el no espacio para sí mismas, hacia la resignificación del rol femenino y la construcción de un nuevo proyecto, se propone la facilitación de los procesos individuales y del proceso grupal, el acompañamiento, el aporte de información, la contención afectiva, el respeto de los tiempos y modalidades de cada una. Esto conlleva una crítica de la vida cotidiana, trayéndolas a su realidad inmediata, a sus condiciones concretas de existencia. Esta vida cotidiana es fundamentalmente experiencia de acción, allí el modo de vivir puede ser un mecanismo irreflexivo, no consciente: los hechos no se cuestionan ni problematizan, simplemente "son así". Siguiendo a Ana Quiroga: "La ideología dominante mistifica lo cotidiano en tanto oculta, desde los intereses de los sectores hegemónicos, su esencia .Este encubrimiento y distorsión se da a través de un mecanismo peculiar, por el que naturaliza lo social, se universaliza lo particular y se atemporalíza lo que es histórico. Entonces la vida cotidiana constituye un orden natural-universal, inmodificable" (Quiroga,Ana,1992) "Pensar la metodología como estrategia flexible, crítica y dialéctica nos permite diferenciamos de las posiciones que expresan un formalismo instrumental... y en el empirismo como respuesta experimental a situaciones que implican niveles de complejidad o una visión ecléctica basada solamente en la posibilidad eficaz de la técnica y de diversas teorías que se pueden combinar, sin tener en cuenta la perspectiva ideológica que las sustenta" (Rozas Pagaza, M. 1998)
El pensamiento de la autora nos habla de la interrelación teoría-práctica, así como también con el marco de referencia ideológico, desde una visión dialéctica, que toma en cuenta tanto el "compromiso de los actores: sujeto, institución y profesional", sus realizaciones prácticas y la dimensión transformativa de esos actores como "eje central del significado social de la disciplina". La presente experiencia de intervención profesional se nutre de los aportes de los estudios de la mujer, de la perspectiva de género, de los aportes sobre masculinidad, de la concepción de sujeto desde la psicología social sustentada por Enrique Pichón Rivière, así como de los avances que diversos autores han aportado y lo siguen haciendo hacia la resignifícación de nuestra profesión de trabajadores sociales.
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Dice Zelia Torres: "El trabajo con grupos es instrumento de motivación y de educación social de las personas que generalmente se encuentran alejadas de los centros culturales y de los órganos de decisión política. El papel del asistente social apunta a los cambios de mentalidad, a la difusión de los planes de desarrollo, y al incremento de programas auxiliares puestos en ejecución a nivel local. Los pequeños grupos son considerados por nosotros como fuente de experiencia, aprendizaje y capacitación”. (Torres,Z. 1989). Un aspecto relevante a tener en cuenta dentro de este proceso de aprendizaje tiene que ver con la paulatina toma de conciencia y asunción activa de los derechos de las mujeres corno ciudadanas y de sus derechos humanos. Nuestra postura como trabajadoras sociales va mucho más allá de la intervención profesional como mero abordaje técnico, desprovisto de un marco teórico metodológico y de una postura ideológica que la sustente. La familia tradicionalmente reproduce los sistemas de creencias, los mandatos dominantes que incluyen los estereotipos de género. Estos vínculos tempranos, estas "matrices de aprendizaje" conllevan modos de interpretar la realidad: una ideología. Si este sistema de ideas es impuesto por sectores dominantes a otros subordinados, encubre, distorsiona u oculta datos de la realidad. En la teoría pichoniana del vínculo, se adjudica eficacia no sólo a una interrelación fantasmática (mundo interno del sujeto), sino a la acción del otro, resituando así el lugar fundante de la experiencia con el otro, de las relaciones reales con el contexto. De allí que uno de los ejes centrales de la tarea se centra en lo vincular. Se trata de una minuciosa labor de cuestionamiento y deconstrucción de modelos rígidos, estereotipos, matrices de aprendizaje que conllevan subordinación, vivencias de desvalorización, inscriptas en la subjetividad. Paralelamente, se facilita la construcción de otros modelos vinculares, basados en el protagonismo, la horizontalidad, la flexibilidad de los roles, el desafío de la libertad. La tarea incluye facilitar en las mujeres el tránsito desde el centramiento en la figura del golpeador como omnipotente, hacia una visión cada vez más realista acerca del mismo, focalizando paulatinamente sus energías y atención hacia el propio proceso. A través de la experiencia realizada, y puesta la mirada en el entrecruzamiento de los procesos horizontal-grupal y vertical-individual, vemos que las mujeres van evolucionando, desde una situación inicial de desamparo, malestar, aislamiento, depresión, profunda desvalorización, hacia un progresivo encuentro consigo mismas, con su potencial como personas, y por ende, encaminándose hacia una mejor calidad de vida. Los frecuentes correlatos entre la experiencia de violencia y sintomatología orgánica: problemas ginecológicos, dermatológicos, circulatorios, cardiopatías, infecciones crónicas de vías respiratorias, problemas gastrointestinales, etc., podrían estar hablando de una mayor vulnerabilidad psicofísica y mayor predisposición a las enfermedades, así como de la cronifícación de las mismas
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o de las preexistentes. El "síndrome general de adaptación" , cuadro llamado estrés (descripto por el endocrinólogo austríaco-canadiense Hans Selye), tiene como origen la sobreadaptación a las exigencias y presiones de tipo social, la actividad continua, exceso de tensiones, falta de espacios para sí mismo y de recreación, etc. Este síndrome produce una disminución de la inmunidad y la "instalación de un terreno fértil para las enfermedades". (Ferreira,G. 1992) Resulta obvio entonces que las condiciones de vida de la mujer en situación de violencia familiar: permanente sobreadaptación, pérdida del control de la propia vida, estado de angustia y tensión continua, facilitan esta disposición a la enfermedad. Del discurso y las prácticas sociales de las mujeres subyace el mito de la "mujer-madre". Madre de sus hijos y madre de su pareja, ella encama ese amor incondicional que nada pide y todo lo da. La posición "maternalizada" de estas mujeres, implica también sentimientos de auto-culpabilización por todos los "deberes", según ellas no cumplidos, y también incentivados por el hombre violento, de inseguridad, autocuestionamiento permanente en cuanto a la relación con los hijos, que frecuentemente se traducen en solicitudes manifiestas de "recetas" sobre cómo actuar. El rol subordinado adjudicado y penosamente resistido durante largo tiempo, hace que muchas veces este posicionamiento se reitere en la relación con el equipo de coordinación. Por lo tanto es nuestra tarea re-posicionarlas en un rol activo y protagonista. El cuestionamiento de la naturalización del rol maternal tradicional se constituye en uno de los ejes centrales de la tarea, ya que al facilitar el descubrimiento de los propios deseos y necesidades, la realización personal no pasará excluyentemente por la maternidad. El maltrato emocional, sexual, físico, económico, al formar parte de su cotidianeidad, aparece minimizado respecto de su dimensión objetiva. Esto habla del olvido de sí mismas, la priorización de las necesidades de los otros, ubicándose en una posición de altruismo, de cuidadoras. A través del trabajo de esclarecimiento de la posición de subordinación, sometimiento, se va recortando la propia valía, la conciencia de las necesidades, la información sobre criterios de salud, de la propia integridad, la revalorización del propio cuerpo. En cuanto a la sexualidad, se observa insatisfacción, frecuentes episodios de violación marital: la mujer, dentro del vínculo abusivo, obedece la orden y se somete al deseo del varón. Éste a menudo exige sexo luego del episodio de violencia. La relación sexual se inscribe en el contexto violento: el no reconocimiento del deseo del otro, el centramiento del varón en sí mismo, la cosificación de la mujer. Por ende se observa un deterioro progresivo que hacen de la esfera sexual un lugar de displacer y muchas veces de tortura para la misma. Algunas manifiestan la existencia de buenas relaciones sexuales a pesar de la relación violenta. Aquí debemos tener en cuenta el ciclo de la violencia, es
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probable que en el período del arrepentimiento o "amor romántico", la mujer esté impregnada de las promesas y el trabajo de seducción que el violento asume para ser "perdonado". Tampoco posiblemente es la propia vivencia lo que se registra, sino más bien la sensación de ser valorada en función del placer del varón, de la respuesta sexual del otro. El aspecto ocupacional y la preocupación por lo económico poseen un lugar relevante. La manipulación que ejerce el varón violento sobre el dinero, es un exponente simbólico del sistema patriarcal opresivo tradicionalmente legitimado. En el grupo se favorecen y estimulan actividades remunerativas, estudios o actividades de capacitación, asi como la promoción de actitudes solidarias entre ellas. Se observa también el miedo a la soledad, a ser vista como "una mujer sola". Subyace el mito de que la mujer no vale sin un hombre al lado, que la proteja de los peligros, dada su debilidad e ineptitud. La toma de conciencia del abanico de posibilidades que la vida puede ofrecer, del propio valor, colabora con la deconstrucción de este mito. El Grupo de mutua ayuda y reflexión de mujeres en situación de violencia familiar configura, de acuerdo a esta experiencia, para todas y cada una, la inserción en un contexto democrático, que va mucho más allá del momento del encuentro, donde se estimula la reflexión, la iniciativa, el protagonismo de la propia palabra, la solidaridad, la creatividad, en contraposición al modelo familiar caracterizado por el autoritarismo, la carencia de proyecto, la relación opresiva, la desesperanza. Por lo tanto es una herramienta válida en la asistencia y prevención de esta problemática, ya que se estimula también que las integrantes "recuperadas", sean multiplicadoras de lo que con tanto esfuerzo han podido aprender e incorporar a sus vidas, constituyéndose así en modelos para otras mujeres aún sumergidas en vínculos violentos. BIBLIOGRAFÍA •Alvarez L.-Castelli,G.: ¿Por qué se queda?¿Por qué se va? Consideraciones metapsicológicas sobre un caso de violencia familiar. Actualidad Psicológica. Bs.As. N°232 1996 •Badinter, Elisabeth: "¿Existe el amor maternal"? Ed. Paidos-Pomaire. Barcelona 1981 •Badinter, Elisabeth:""XY,La identidad masculina", Ed. Norma, Colombia. 1993 •Barg,Liliana: "La intervención con familia" Una perspectiva desde el Trabajo Social. Espacio Editorial. Bs.As. 2000 •Beauvoir.Simone de: El segundo sexo" . Bs.As. Ed.Sudamericana. 1999 •Beller, Delly: "Encuadre" Ed. Cinco •Bleichmar,Emilce.D.: "La depresión en la mujer" Ed. Temas de hoy.
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