Contenido El peligro de ser religioso...... 2 ¿Cuál es la verdadera diferencia?................................. 4 ¿Cómo era la religion en días de Cristo?................... 6 ¿Por qué era Cristo una amenaza para la religión?....... 8 ¿Cuáles fueron los errores de los fariseos?.......................10 Lecciones de un religioso converso..................................26 Peligros de la aplicación.......28 ¿Por qué es lógico centrarnos en Cristo?..........28 Un estudio de contrastes....29 La prueba de nuestra religion.....................................31 Definición de nuestros términos..................................32
RELIGIÓN O CRISTO: ¿
Cuál es la diferencia?
¿H
abrá una distinción que valga la pena hacer? ¿O sera simplemente cuestión de términos? ¿Debemos animarnos por el hecho de que una encuesta mostró que el 85% de los estadounidenses se consideran algo religiosos o muy religiosos? ¿Debemos meditar un poco más porque en la época de Jesús los religiosos conservadores lo odiaban? Este librito se ha escrito con la convicción de que hay una diferencia fundamental entre Cristo y la religión, y de que un estudio de los fariseos de la época de Cristo nos podrá ayudar a entender más, no sólo esta diferencia, sino también a nosotros mismos. Martin R. De Haan II
Título del original: Religion or Christ: What´s the Difference? ISBN: 978-1-58424-257-4 Foto de la cubierta: © RBC Ministries, Terry Bidgood Spanish Las citas de las Escrituras provienen de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. © 1992,2002,2009 RBC Ministries, Grand Rapids, Michigan, USA Printed in USA
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EL PELIGRO DE SER RELIGIOSO
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esde el principio, la religión ha sido peligrosa. Mucho antes de la secta japonesa que usaba gas neurotóxico Aum Shinrikyo, la gente de fe se ha estado matando mutuamente en el nombre de Dios. Mucho antes de los incidentes de Waco, Tejas y Jonestown, Guyana, el fervor espiritual ha creado un campo de batalla adonde algunos se han salvado y otros se han perdido. El peligro de ser religioso se puede ver hasta en nuestros primeros padres. El fatal error de Adán y Eva ocurrió en un intento de parecerse más a Dios. Su error no fue que dejaron de creer en Dios, sino que empezaron a creer de una manera que estaba prohibida. Su primer hijo también trató de confiar en Dios a su manera. El Señor rechazó 2
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el sacrificio sin sangre de Caín, pero honró el cordero sacrificatorio que ofreció su hermano menor. Ardiendo de ira, Caín se puso tan celoso que mató a Abel y arruinó su vida en el proceso.
Nuestro peores errores siempre son religiosos. El pueblo de Israel también se metió en problemas por tratar de servir y adorar a Dios a su manera. En el umbral de la Tierra Prometida, unos hombres judíos aceptaron una invitación de unas mujeres locales para asistir a un acontecimiento religioso pagano. En cuestión de horas, miles de judíos murieron (Números 25). Saúl, el primer rey de Israel, no era diferente. Perdió su reino por cometer errores religiosos. Cuando vio que el sacerdote Samuel
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no se presentó a tiempo para ofrecer un sacrificio antes de una batalla, Saúl pensó que era necesario que él mismo ofreciera el sacrificio. Se equivocó (1 Samuel 13:8-14; véase también el capítulo 15). Hasta David se metió en problemas por ser religioso. Después de ser confirmado como rey de Israel, pidió el arca sagrada que contenía los Diez Mandamientos de Dios. Con entusiasmo condujo a todo Israel en una procesión para llevar el objeto sagrado a Jerusalén. Sin embargo, cuando los bueyes que llevaban el arca del pacto tropezaron, y cuando un sacerdote llamado Uza sacó la mano para impedir que el arca se cayera, Dios lo mató. David reaccionó con temor e ira. ¿Cómo podía vivir con un Dios como ese? Sólo después de leer de nuevo la Ley de Dios se dio cuenta de que había hecho lo correcto de la manera equivocada (1 Crónicas 13; 15:12-15).
¿Por qué es importante para Dios lo que creemos y cómo le servimos y le adoramos? Porque Él busca a los que le adoren en espíritu y verdad (Juan 4:23-24), no como ritual y en ignorancia. Dios quiere que le adoren con un corazón que responde a la verdad acerca de su amor y gracia.
Todo lo que Dios quiere realmente es que conozcamos y amemos a su Hijo. Puede sonar complejo, pero no lo es. Todo lo que Dios quiere realmente es que conozcamos y amemos a su Hijo. La buena religión viene detrás (Santiago 1:26-27).
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¿CUÁL ES LA VERDADERA DIFERENCIA?
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a religión y Cristo no se excluyen mutuamente, pero sí son muy distintos. Santiago, hermano de Cristo y escritor del Nuevo Testamento, escribió: «La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo» (Santiago 1:27). La religión puede ser muchas cosas buenas, pero no puede sustituir a Cristo.
La religión puede ser muchas cosas buenas, pero no puede sustituir a Cristo.
La religión es algo para creer y hacer: • Asistir a cultos religiosos • Inscribir a los hijos en escuelas religiosas • Mostrar amabilidad • Evitar la inmoralidad • Creer en Dios • Tener una afiliación religiosa • Ser bautizado • Recibir la santa cena • Estudiar la doctrina • Leer las Escrituras • Ofrecer oraciones • Celebrar eventos religiosos • Enseñar clases religiosas • Ayudar a los pobres • Cantar en el coro • Ser reconocido como persona piadosa
Cristo es alguien a
quien conocer y en quien confiar:
• Alguien que está muy cerca de nosotros y tiene autoridad para ayudarnos • Alguien que nos puede perdonar y declarar justos • Alguien que nos puede apartar para Dios
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• Alguien que puede traer a Dios a nosotros • Alguien que nos puede llevar a Dios • Alguien que nos puede incluir en Su voluntad • Alguien que nos puede guiar y enseñar • Alguien que puede ser nuestro ejemplo • Alguien que nunca nos deja solos y en quien podemos confiar • Alguien que nos puede defender e interceder por nosotros • Alguien que nos puede dar poder • Alguien que puede responder a nuestras emociones • Alguien que puede sentir nuestro dolor • Alguien que nos puede dar gozo • Alguien que nos puede dar paz • Alguien que nos puede dar esperanza • Alguien que nos puede dar amor
• Alguien que demostró Su amor por nosotros • Alguien que ha muerto por nosotros • Alguien que resucitó de entre los muertos por nosotros • Alguien que puede vivir Su vida a través de nosotros • Alguien que nos puede llevar al hogar celestial • Alguien que nos puede asegurar el cielo
La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. —Santiago 1:27
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¿CÓMO ERA LA RELIGIÓN EN DÍAS DE CRISTO?
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esús conocía los peligros de la religión. Fue odiado por algunas de las personas más religiosas de Jerusalén. Mientras atraía a los pecadores y despreciados de la sociedad, los religiosos de Su época —fariseos, escribas, saduceos y sacerdotes— con pocas excepciones, eran sus enemigos más encarnizados. Jesús no halagaba a estos líderes religiosos. No dejaba lugar para pensar que eran hombres piadosos que simplemente se habían equivocado respecto a Él. Dijo que si hubieran conocido a Su Padre, lo hubieran conocido también a Él. En sus caras les llamaba hipócritas y líderes ciegos que guiaban a otros ciegos. Esto no es lo que muchos esperaríamos. Podríamos 6
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esperar que los enemigos de Jesús fueran ateos, filósofos seculares y elementos delincuentes de la sociedad. Pero no era así. La gente Fariseos—Un grupo religioso judío que intentaba mantener a los israelitas libres de la contaminación gentil al adherirse vigorosamente a las Escrituras y a una gran cantidad de tradición oral que aplicaba la ley de Dios a los detalles de la vida cotidiana. Escribas—Eran expertos en la ley bíblica (a quienes también se les llamaban abogados) que solían estar entre los fariseos. Los fariseos dependían de los escribas para interpretar correctamente las Escrituras. Saduceos—Un grupo de religiosos judíos de clase alta que rechazaba la tradición oral de los fariseos e insistía en una interpretación y cumplimiento rígidos de la ley de Moisés. Sacerdotes—Descendientes de Aarón que heredaron la responsabilidad de atender los ritos del templo en Jerusalén. Solían asociarse con los saduceos.
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de la calle se sentía atraída hacia Él. Los pecadores eran Sus amigos. Incluso Pilato, el pagano gobernador romano de Judea, se inclinó a darle más consideración y el beneficio de la duda. Sin embargo, los saduceos y fariseos de Jerusalén siempre estaban tratando de desacreditar a Jesús. No lo apreciaban, y estaban convencidos de que el mundo sería mejor sin Él.
Un escrutinio más cercano de los fariseos.
No eran del todo malos. Respetados como unos de los más piadosos y espirituales entre los judíos, eran: • Teístas que por causa de su creencia en el Dios de Israel, abogaban por una vida centrada en Dios. • Separatistas que estaban decididos a proteger a Israel del peligro de la transigencia y de perderse y ser absorbidos en un mundo gentil. • Bibliólogos que creían que el futuro de Israel
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dependía de si honraban o no la ley de Dios y la ponían en práctica. • Populistas, muchos de los cuales eran artesanos y comerciantes, y por tanto se identificaban con los hombres comunes. • Pragmáticos que luchaban no sólo con lo que decía la ley, sino con la manera como se veía y se aplicaba a los detalles más pequeños de la vida. • Tradicionalistas que cuidadosamente memorizaban, repetían y se arraigaban a los caminos de sus antepasados espirituales. Sin embargo, los fariseos cometieron algunos errores en su intento de hacer que la ley de Dios fuera pertinente y práctica para Israel. Al esforzarse por mostrar como «funcionaba» la Palabra de Dios en la vida diaria, sus aplicaciones concretas llegaron a ser un fin en sí mismas. Al poco tiempo 7
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estaban perdidos en los detalles y, según Jesús, estaban «enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres» (Mateo 15:9). Al centrarse en los detalles perdieron el mensaje.
¿POR QUÉ ERA CRISTO UNA AMENAZA PARA LA RELIGIÓN?
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os religiosos veían a Jesús como un peligro. Él causó conmoción y amenazaba con desequilibrar el delicado equilibrio de poder religioso y político de Israel. Tenía la reputación de hacer cosas inexplicables. Enseñaba con un aire de autoridad y cambiaba el enfoque de los asuntos externos de la religión a las actitudes internas del corazón. Enseñaba que Dios no busca personas que practican bien su religión, sino que busca a: 8
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• Los pobres en espíritu que reconocen su dependencia de Dios en cada área de la vida. • Los que lloran, entristecidos por la naturaleza y el resultado del pecado en sí mismos o en los demás. • Los mansos, que están dispuestos a vivir bajo la autoridad de Dios. • Los que tienen hambre y sed de justicia y aceptan la justicia que viene de Dios. • Los misericordiosos, que dan una ayuda no merecida a otros que se enfrentan a la miseria. • Los de limpio corazón que son puros por dentro. • Los pacificadores, que se esfuerzan por reconciliar a la gente con su Dios y con el prójimo (Mateo 5:1-9).
Cristo respondía mejor a los corazones contritos que a la religión orgullosa. Era una amenaza para los religiosos porque los que le aceptaran
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nunca necesitarían la religión de los fariseos. Aunque los fariseos eran buenos para detallar la obediencia a la ley, Jesús enseñaba que Dios perdonaría al peor de los pecadores. Años más tarde, un apóstol de Cristo y antiguo fariseo llamado Pablo, argumentaba que las leyes religiosas nunca habían podido ni podrían nunca salvar a nadie del pecado. En varias epístolas del Nuevo Testamento, Pablo razonó que la Ley fue dada para mostrarnos nuestra necesidad de un Salvador que es superior a la religión en todos los aspectos posibles.
Cristo es superior a la religión en cualquier dirección que miremos: • Hacia atrás: Él es el Creador y el Verbo eterno que no sólo estuvo con Dios desde el principio, sino que es en Sí Dios mismo (Juan 1:1-3). • Hacia adelante: Él es nuestro Rey y Juez. Un
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día reinará sobre la tierra y juzgará todo corazón (Hechos 1:6-11; Romanos 14:7-12).
Pablo razonó que la Ley fue dada para mostrarnos nuestra necesidad de un Salvador que es superior a la religión en todos los aspectos posibles. • Hacia arriba: Él es nuestro Salvador y Señor y es el único que puede alcanzarnos y salvarnos al tiempo que provee un señorío amoroso y sabio (Juan 3:13-16; Filipenses 2:9-11). • Hacia abajo: Él nos sostiene en Sus manos como nuestro proveedor y sustentador (Colosenses 1:16). 9
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• Hacia la derecha: Al mirar hacia «la derecha» para ver lo que es moralmente correcto, Él es nuestro Maestro y ejemplo (1 Pedro 2:21; 1 Juan 2:6). • Hacia la izquierda: Cuando nos desviamos «a la izquierda», dejando de hacer lo que es correcto, Él es nuestro intercesor y abogado (1 Juan 2:1-2). • Hacia adentro: Él es nuestra vida, nuestra paz y fortaleza (Gálatas 2:20; Colosenses 1:27). Esta fue la persona completa que los fariseos no vieron. ¿Cómo no se dieron cuenta? ¿Cómo podían esperar junto con todo Israel al Mesías, sólo para querer matarlo cuando finalmente llegó? Miremos más de cerca lo que Cristo mismo dijo.
¿CUÁLES FUERON LOS ERRORES DE LOS FARISEOS?
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n Lucas 11, Jesús confrontó a los fariseos con varias deficiencias en su religión. Veamos lo que estas fallas nos dicen, no sólo de los fariseos, sino también de nosotros mismos.
LES BASTABA UNA BUENA APARIENCIA Un compañía grande que elabora productos químicos produjo recientemente una serie de comerciales para cambiar su imagen. Estos comerciales estaban diseñados para convencer al público de que la compañía se interesaba en conservar el medio ambiente. El noticiero de la televisión mostró a un grupo de manifestantes que no estaban convencidos de que la compañía estuviera tan interesada como decía estar.
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Un manifestante llevaba un letrero con el nombre de la compañía. El mismo decía: «No nos pueden engañar. Cambien su manera de actuar, no sólo su imagen». El letrero me recuerda lo que Jesús les dijo a los fariseos. En Lucas 11:39 los asemeja a los que lavan los platos por fuera dejándolos sucios por dentro. Dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad. Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro? Pero dad limosna de lo que tenéis, y entonces todo os será limpio (vv.39-41). Jesús se estaba refiriendo al rito técnicamente exacto y cuidadoso del lavamiento de manos que los fariseos practicaban antes de tomar los alimentos. Se lavaban antes de los alimentos y entre platillos, no por motivos de
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limpieza, sino porque se enorgullecían de cumplir sus leyes ceremoniales. Sin embargo, Jesús sabía que la religión «ritualmente limpia» de los fariseos era superficial. Su imagen era buena, pero su actuar era malo.
La religión puede cambiar lo de afuera; pero sólo Cristo puede cambiar el corazón. La religión nunca cambia el meollo del problema. Trata con los asuntos superficiales. Es por eso que en otra ocasión, Jesús le dijo a un fariseo y gobernador de los judíos que necesitaba nacer de nuevo (un nacimiento interno, espiritual) si deseaba ver el reino de Dios y formar parte de él (Juan 3). La oración, la Santa Cena, la confirmación, el bautismo 11
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o la ayuda voluntaria en la iglesia pueden verse muy bien. Sin embargo, apoyarse en las apariencias no engaña a Dios. Jesús dijo: «Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es» (Juan 3:6). Recibir a Cristo puede lograr lo que toda la religión del mundo nunca podría hacer (Juan 3:16). Confiar en Cristo cambia el corazón. Nos llena de la Fuente del amor. Es un proceso de humillación. Es reconocer que nuestro intento externo de ser buenos no tiene valor, y entregarnos a la misericordia de Dios, confiando en Él para que haga a través del Espíritu de Cristo lo que nunca podríamos hacer por nosotros mismos.
DABAN IMPORTANCIA A LO MENUDO Les tengo envidia a las personas que tienen una mente y memoria para los 12
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detalles. Eso les ha de dar una gran ventaja en la vida sobre personas como yo. Algunas veces no recuerdo el nombre de un amigo o se me olvida dónde dejé mis lentes. Sin embargo, como todos los puntos fuertes, la capacidad para los detalles puede llegar a ser una debilidad si no se mantiene en su lugar. Jesús hablaba del peligro de perderse entre los detalles cuando dijo a los fariseos que una de las fallas de su religión era que daban demasiada importancia a los asuntos insignificantes. Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello (Lucas 11:42). En otras palabras, los detalles tienen su lugar siempre y cuando no permitamos que se
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interpongan en el camino de cosas más importantes. Los fariseos eran los lógicos del judaísmo. Hacían una ciencia del cumplimiento de la Ley hasta su conclusión lógica. Se enorgullecían de su habilidad de pensar en los detalles más diminutos. Por ejemplo, cuando daban el diezmo, daban un porcentaje de toda su ganancia. Si le debían a Dios un diezmo de la cosecha, le daban el diez por ciento de todo, incluyendo de las hierbas, aunque la ley especificaba que no era necesario hacerlo.
El problema de los detalles religiosos es que parece dar resultado cuando en realidad no es así. La disposición de los fariseos de hacer más de lo requerido no era mala. Su
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error fue que al ocuparse de los detalles, olvidaron amar. Según Jesús, eso significa que terminaron sin entender la Ley para nada (Mateo 22:37-40). Los fariseos eran como el hombre que va al concesionario de autos a comprar un auto nuevo. Mientras está allí, nota unos accesorios que parecen ser justo lo que necesita para añadir un toque de clase a sus nuevas «ruedas». Una hora después sale del salón de exhibiciones con una sonrisa, empuñando su compra de una taza para tomar café, una brújula de panel, algo para colocar mapas y un llavero del fabricante. Igual que los fariseos, sale con más de lo que tenía cuando entró… y con menos. Con sus chucherías en la mano, se sube a su auto viejo y se va a su casa. La religión, por buena y necesaria que sea, nos puede 13
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llenar de detalles menores que fácilmente captan lo mejor de nuestra atención. Lo que hace que el problema sea difícil de detectar es que el proceso de llegar a ser bueno en puntos finos como el estudio bíblico, la oración o las ofrendas pueden dar la sensación de que están dando resultado cuando en realidad no es así. No hay nada que sustituya un corazón de amor y justicia que refleje una correcta relación con Dios.
La religión, por buena y necesaria que sea, nos puede llenar de detalles menores que fácilmente captan lo mejor de nuestra atención. Unos cuantos años después de Cristo, Pablo repitió la enseñanza de Jesús 14
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a cristianos distraídos en Corinto. Dijo claramente que hasta los dones espirituales, el conocimiento, la fe y el auto sacrificio son búsquedas triviales si se hacen sin amor a Dios (1 Corintios 13).
AMABAN LA APROBACIÓN DE LOS DEMÁS La religión puede ser una de las cosas que más nos enorgullezca. ¿Qué merece más mención honorífica que ser reconocido como una persona buena y piadosa? ¿O qué nos hace sentir más importantes y orgullosos que ser considerados como personas a quienes Dios aprueba? Quizá nos parezca mejor ser reconocidos como personas buenas que como impías. ¿No sería mejor ser reconocido como sacerdote o pastor que como un pornógrafo o prostituta? Quizá no. Jesús dijo que a menos que algo cambiara,
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el fariseo iría al mismo infierno que el impío. La única diferencia era que Jesús reservaba Sus críticas más severas para las personas religiosas que utilizaban su reputación espiritual para llamar la atención y recibir honores sociales. A los religiosos Jesús les dijo: ¡Ay de vosotros, fariseos!, porque amáis los primeros asientos en las sinagogas y los saludos respetuosos en las plazas (Lucas 11:43). A todos nos encanta ser apreciados por los demás. Nos gusta ser aprobados por los que ven cosas dignas de alabanza en nuestras vidas. Eso no es malo. Sin embargo, lo que sí es malo es que las opiniones de los demás lleguen a ser más importantes para nosotros que las opiniones de Dios. Lo que es peligroso es cuando los halagos y la aprobación de los demás llegan a ser como un narcótico, que nos
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hace insensibles a nuestra falta de amor a otros, a la presencia y mente de Dios, y al hecho de que en momentos sobrios sabemos que nuestra reputación es mucho mejor que nosotros. Ser buenos en el cumplimiento de las reglas de la religión nos capacita para recibir la alabanza de los hombres. Sin embargo, la única manera de tener el favor de Dios es sometiéndonos a Cristo. Esto es verdad aún después de que una persona ha aceptado a Cristo y ha entrado a la religión de la Iglesia. La pregunta de si vamos a vivir para los hombres o para Dios continúa siendo importante durante toda la vida. El apóstol Pablo sabía lo que era luchar con las críticas humanas y no ser aceptado por los miembros de su propia familia espiritual. Es por eso que escribió a los críticos de Corinto diciendo: 15
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Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo. Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor (1 Corinitios 4:3-4). Después Pablo escribió: Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos (2 Corintios 10:12). Pablo había aprendido a aceptar las críticas con gracia, no porque no le dolieran, sino porque había aprendido que el reconocimiento y el honor humanos no cuentan (Filipenses 3:1-10). Lo único que cuenta es escuchar a Cristo decir: «Bien, buen siervo y fiel». Pablo había sido fariseo. El conocía 16
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la diferencia entre ser reconocido por la religión y ser aprobado por Cristo.
LLEVABAN PUESTA UNA MÁSCARA; NO ERAN SINCEROS «Hola, me llamo fulano de tal y soy alcohólico». Este es el primer paso en el camino a la recuperación con Alcohólicos Anónimos. Desafortunadamente, también es un elemento de humillación que suele faltar en la religión. Una de las sensaciones más comunes entre los que asisten a la iglesia es la desconexión por estar entre personas que no son reales. Se sienten hombro con hombro, pero lejos de las personas que se ponen ropa y cara de domingo para cumplir con los ritos de alabanza de los domingos. A muchos les gusta así. Sin embargo, otros están clamando por dentro: «Esperen, así no está bien. Esto no es real. Todos tenemos problemas. ¿Por qué
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no podemos confesar nuestras luchas con la preocupación, el enojo, el temor, la envidia, la amargura, la vergüenza y la lujuria para que nos podamos animar y confrontar y hacernos rendir cuentas el uno al otro?» Jesús estaría de acuerdo. Él dijo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! que sois como sepulcros que no se ven, y los hombres que andan encima no lo saben (Lucas 11:44). La siguiente historia, tomada de The People’s Almanac 2, ilustra un problema similar de falta de honestidad: Una vez, cuando el rey pruso Federico el Grande visitó la prisión de Potsdam, todos los prisioneros con los que habló decían ser inocentes. Finalmente se encontró a un hombre bajo sentencia de muerte por haber robado, el cual
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simplemente dijo: «Su majestad, soy culpable y muy merecedor de mi castigo». Federico se volvió hacia el gobernador de la prisión y dijo: «Libere a este malhechor y sáquelo de nuestra prisión antes de que eche a perder a todas las personas nobles e inocentes que están aquí».
Los esfuerzos para cubrir nuestros problemas con actividad religiosa son una reacción autoprotectora que data del principio de la historia humana. Desde la perspectiva de Dios, las personas religiosas pueden ser como esa comunidad en la prisión. Las creencias, rituales y asociaciones religiosas suelen ser medios por los 17
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cuales las personas niegan su vergüenza, culpa y necesidad de un salvador. En vez de ayudar a las personas a declarar su incapacidad de salvarse a sí mismas, la religión les da una máscara para cubrir sus problemas no resueltos. Los esfuerzos para cubrir nuestros problemas con actividad religiosa son una reacción autoprotectora que data del principio de la historia humana. Después de que nuestros primeros padres pecaron, se quedaron pasmados por su pérdida de inocencia. Usaron hojas de higuera para cubrirse y huyeron entre los árboles para esconderse de la presencia del Señor. Cuando el Señor llegó al huerto, Adán confesó que se había escondido porque tenía miedo. Desde entonces, la gente se ha estado escondiendo entre los árboles de la actividad religiosa y bajo las hojas de higuera del 18
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esfuerzo humano. En vez de humillarnos y confesar nuestra necesidad de la muerte y vida salvadoras de Cristo, intentamos practicar suficiente religión como para compensar nuestros pecados. En el proceso nos escondemos de Cristo, el cual ofrece Su misericordia solamente a los que se humillan honestamente en su necesidad contrita.
AGREGABAN MÁS CARGAS A LA VIDA Imagínese cómo sería tener dos tipos de personas en el mundo: los que agregan más cargas y los que las aligeran. Cada vez que usted se encuentra con alguien, esta persona le agrega otra carga o le quita una. Jesús sería de los que quitan cargas. Los fariseos serían de los que las agregan. Esta función de la religión se hizo evidente cuando Jesús respondió a la pregunta hecha por un intérprete de la ley
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de los fariseos (expertos en la ley bíblica de los cuales dependían los fariseos). Dijo: ¡Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! Porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis (Lucas 11:46). Jesús conocía a su audiencia. Estos expertos religiosos ponían cientos de obligaciones adicionales a la ley de Dios. Sin embargo, eran expertos en buscar una salida para sí mismos. Incluso tenían maneras de evitar la ley del sábado que prohibía llevar cargas en ese día. William Barclay cita una tradición de los fariseos que dice: El que carga algo, ya sea en la mano derecha, o en la izquierda, o en el pecho o en los hombros es culpable; pero el que carga las cosas en la parte exterior de la mano, o con el pie, o con la boca, o
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con el codo, o con el pelo, o con la bolsa de dinero al revés, o entre la bolsa del dinero y la camisa, o en el doblado de la camisa, o en el zapato, o en la sandalia es inocente, porque no carga las cosas de manera normal. Los religiosos siguen practicando el arte de agregar cargas mientras tienen maneras de excluirse de las obligaciones que les imponen a otros. Por ejemplo, muchos líderes enseñan que las familias deben tener una hora devocional todos los días, mientras reconocen que ellos mismos tienen motivos para no hacerlo. Muchos religiosos enseñan que los cristianos, que están bajo la gracia, aunque no están bajo la ley del diezmo, deben empezar con el requisito legal de dar por lo menos el diez por ciento e ir agregando más. Otros maestros religiosos insisten que Dios odia y prohíbe el divorcio en todas 19
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las circunstancias. Pero saben que Dios mismo se divorció de Israel a causa de su prolongado adulterio espiritual, y saben que Moisés, el dador de la Ley, permitió el divorcio a causa de la dureza del corazón del hombre (Deuteronomio 24:1-4; Mateo 19:1-9). Por otro lado, Jesús firmemente apoyaba los altos ideales de la ley al tiempo que hacía provisiones misericordiosas para el pecador arrepentido. Jesús comprendía la sana tensión que hay entre la santidad y el amor de Dios cuando dijo: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga (Mateo 11:28-30). 20
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SE ENGAÑABAN A SÍ MISMOS He escuchado cuando algunos bromean diciendo: «Amo a todo el mundo, pero no soporto a las personas». Los fariseos actuaban así sin estar bromeando. Jesús dijo que los fariseos se enorgullecían de honrar a los profetas y construirles monumentos. Lo irónico es que cuando conocieron a uno de verdad, quisieron matarlo. Barclay dice: Los únicos profetas que admiraban eran los muertos; cuando conocieron a uno vivo intentaron matarlo. Honraban a los profetas muertos con tumbas y monumentos, pero deshonraban a los vivos con persecución y muerte. Este es el punto que Jesús expuso en Lucas 11:47-51 y en un pasaje paralelo en Mateo 23 cuando les dijo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque
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edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. ¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres! (Mateo 23:29-32). Los fariseos se habían engañado a sí mismos. No se consideraban asesinos de profetas o del Mesías. No se daban cuenta de que su religión vacía en realidad los hacía enemigos de Dios. La carne siempre ha estado en guerra con el Espíritu. La religión no tiene poder para restringir las obsesiones egoístas y autoprotectoras de la carne. Se necesita al Cristo vivo para cambiar el corazón humano.
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La historia se repite una y otra vez cuando las personas se entregan a la religión en vez de darse a Cristo, como las personas religiosas que confrontó Jesús. Con sus labios honran a Dios y a las Escrituras, pero cuando un hijo o un cónyuge confiesa a Cristo como Salvador, repentinamente se enfurecen. Los padres muy religiosos suelen resentir el hecho de que un hijo piense que algo anda mal con la religión en la cual nació, fue bautizado y confirmado. Los padres que han asistido a una iglesia toda la vida suelen enfurecerse cuando un hijo o una hija habla de haber «nacido de nuevo», las mismas palabras que utilizó Jesús cuando habló con un fariseo llamado Nicodemo (Juan 3:1-16). Sin embargo, los padres religiosos que resienten el hecho de que su hijo desea seguir a Cristo necesitan escudriñar bien su propio corazón. Una reacción 21
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negativa frente al hijo o la hija que ha aceptado a Cristo es una indicación bastante fuerte de que el padre está en la misma condición de autoengaño que los escribas y fariseos a quien nuestro Señor confrontó con amor, pero firmemente.
QUITARON LA LLAVE DEL CONOCIMIENTO Uno de los peligros más grandes de la religión es que no sólo nos pone en peligro a nosotros, sino también a otros. Jesús dijo a los expertos bíblicos muy religiosos de su época: ¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se los impedisteis. Diciéndoles él estas cosas, los escribas y los fariseos comenzaron a estrecharle en gran manera, y a provocarle a 22
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que hablase de muchas cosas; acechándole y procurando cazar alguna palabra de su boca para acusarle (Lucas 11:52-54). Aquí Jesús dijo que los religiosos que estaban en contra de Él les habían quitado a los demás «la llave de la ciencia» o el conocimiento. ¿Cuál era la llave que Jesús tenía en mente? Parece que hay una serie de posibilidades. Los fariseos, por ejemplo, quitaron la llave del conocimiento del hombre común, (1) reemplazando la Palabra de Dios con tradición y trivialidades, (2) intentando desacreditar a Cristo (Juan 14:6), y (3) distrayendo a otros del enfoque correcto del corazón («la lámpara del cuerpo» mencionada en Lucas 11:33-35). Aunque tanto las Escrituras como Cristo son llaves del conocimiento, creo
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que Jesús probablemente se refirió a la llave del «enfoque correcto del corazón», la cual, si es correcta, conducirá a las Escrituras y a Cristo. La sección de Lucas 11 que hemos estado estudiando está precedida por los versículos 33-35, donde Jesús dijo: Nadie pone en oculto la luz encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz. La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas. Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas. En otras palabras, si la «lámpara» de una persona (el ojo o el enfoque de su corazón) es buena, estará llena del conocimiento de Dios. Pero si su «lámpara»
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está obstruida, entonces la persona estará en completa oscuridad (sin la luz y el conocimiento de Dios). Mientras Jesús enseñaba estas verdades sobre la lámpara del cuerpo y la llave de la ciencia o el conocimiento, le invitaron a comer a la casa de un fariseo. Resultó ser que Jesús terminó su lección en la mesa. Como invitado del fariseo, Jesús le mostró los obstáculos que cubrían la luz y que los mismos fariseos habían puesto en sus propios ojos (el enfoque de su corazón). El Maestro les mostró que por medio de su religión externa, su énfasis en los detalles, su amor a la aprobación, su encubrimiento egoísta, sus exigencias legalistas y su autoengaño, no sólo habían perdido la luz para sí mismos, sino también para los demás. De esta manera, habían quitado la llave del conocimiento. 23
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CONDUCÍAN A OTROS HACIA EL INFIERNO Imagínese que recibe una llave de un líder religioso de confianza. Usted la pone en una puerta llamada «destino», y cuando la abre, se encuentra cara a cara con las llamas del infierno. Los fariseos estaban preparando a sus seguidores para ese terrible tipo de sorpresa. En Mateo 23, un pasaje muy similar al de Lucas 11, Jesús dijo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros (Mateo 23:15). Es posible que Jesús llamara a los conversos religiosos «dos veces más hijo del infierno» porque los conversos suelen ser más celosos de su fe que los que la dan por sentado. 24
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Los prosélitos han experimentado un gran cambio en sus vidas y están dispuestos a defenderlo y promoverlo con un entusiasmo fresco. Saben que no tienen todas las respuestas, pero confían en sus líderes, quienes supuestamente saben mucho más que ellos. Esta confianza pondría a los conversos de los fariseos en verdadero peligro. Como Jesús llamaba a los fariseos «ciegos guías de ciegos» (Mateo 15:14), sus seguidores estarían doblemente atados. El que se ha convertido recientemente no sólo sigue espiritualmente ciego, sino que sin saberlo, ha puesto su confianza en un maestro religioso que no puede ver a dónde va ninguno de los dos. El problema de la religión es que, en asuntos de suma importancia, ofrece esperanza donde no la hay. Por eso, el ateo o el agnóstico
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probablemente no peligre tanto como la persona que se ha convertido a una religión. No es capaz de asumir que ha hecho las paces con Dios. Sin embargo, la persona religiosa piensa equivocadamente que sabe lo que tiene que hacer para ir al cielo, o para andar con Dios, aunque no esté seguro de haberlo logrado todavía. Las implicaciones son sumamente graves. Los religiosos, como los fariseos y sus conversos, van camino a un despertar terrible. Jesús nos aseguró esto en otra ocasión cuando dijo: Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos (Mateo 5:20). Póngase en el lugar de un converso religioso mal guiado. Usted piensa que ha decidido ser una persona buena. Reconoce lo malo que es cuando alguien no
tiene lugar en su corazón para Dios. Usted siente lástima por los que muestran con su comportamiento y amistades que están dispuestos a arriesgar la eternidad por unas pocas horas más de placeres prohibidos. Usted piensa que ha escogido algo mejor. Tiene un pastor, un sacerdote o rabí a quien aprecia. Confía en él y está seguro de que es un buen hombre que no podría ser enemigo de Dios. A usted le agrada cuando lo guía en ceremonias religiosas que le ayudan a sentirse más cerca de Dios y mejor con usted mismo. Pero cuando usted pone la llave que él le ha dado en la puerta del «destino», es demasiado tarde.
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LECCIONES DE UN RELIGIOSO CONVERSO
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abía como seis mil fariseos en el tiempo de Cristo. Como hemos notado, tenían la reputación de poder sostener largas discusiones sobre los detalles «minuciosos», como por ejemplo, saber si era legal comer un huevo que había sido puesto un sábado. Saulo de Tarso (después conocido como el apóstol Pablo) heredó esta tradición religiosa. Se describía a sí mismo como fariseo e hijo de fariseo (Hechos 23:6). Antes de su encuentro con Cristo, encuentro que cambió su vida (Hechos 9), Saulo creía que su posición delante de Dios se decidía sobre la base de su relación con la ley. Después de su conversión, Pablo definía su posición ante Dios con nuevos términos. Ahora lo importante era 26
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su relación con Cristo. Se interesaba en la fe en Cristo, mostrando el amor de Cristo a otros y recordando a los hermanos en la fe que todos algún día rendiremos cuentas personalmente a Cristo el Señor.
Lo que cuenta es lo que viene del Espíritu, no lo que viene de la carne. Cuando se trataba de asuntos discutibles de aplicación bíblica, Pablo ya no se interesaba en los requisitos legales de los escribas. Más bien rogaba a los miembros de la familia de Dios que no se juzgaran los unos a los otros en asuntos cuestionables. En su carta a los romanos escribió: ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? De manera
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que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano (Romanos 14:4,12-13). Muchos de nosotros necesitamos aprender más del «Pablo después de Cristo». En un intento de protegernos de un término medio adoptamos su perspectiva «precristiana». Al adoptar la manera de los fariseos hemos elaborado nuestras propias listas de lo que un seguidor de Cristo debe o no debe hacer. El único problema es que alguien podría guardar todos los puntos de algunas listas y aún así seguir lejos de Dios. Una persona podría abstenerse «religiosamente» del alcohol, la música rock, el cigarro, las apuestas y el cine, y seguir siendo impía. Una persona podría asistir a la iglesia, dar ofrendas, ofrecer oraciones y leer la
Biblia y seguir estando airado, siendo crítico y actuando de manera cruel. Sin embargo, lo que cuenta es lo que viene del Espíritu, no lo que viene de la carne. Las actitudes de amor como las de Cristo son tan diferentes a nuestras inclinaciones naturales que nos impulsan hacia el Espíritu de Cristo en busca de sabiduría, poder y una fresca seguridad de perdón. Es mucho mejor permitir que nuestras luchas con los principios que no se pueden mantener nos lleven a Cristo, que ocuparnos de las formalidades de la religión y perdernos a Cristo por completo.
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PELIGROS DE LA APLICACIÓN
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uchos de nosotros creemos que el estudio bíblico debe ir acompañado de preguntas como: «¿Cuál es la diferencia? y «¿Cómo se aplica a mi vida?» Hemos visto cómo las generaciones anteriores se podían ocupar de estudiar Apocalipsis, Daniel y los profetas menores sin resolver los problemas que los dejaban ansiosos, jerárquicos, competitivos, sin emociones, exigentes, críticos, crueles y posesivos. Es bueno preguntarse: «¿Cómo se ve esta verdad en mi vida?» Pero fue así como las generaciones previas formularon sus listas de cómo debe «verse» la vida cristiana. No fuman (pero se enojan tanto que echan humo); no toman (pero dependen mucho del café); no participan de entretenimientos cuestionables (a menos que 28
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se trate de un chisme). En eso eran muy buenos los fariseos. Cuando las reglas de aplicación llegan a ser nuestros principios, y cuando las acciones toman el lugar de las actitudes del corazón, es probable que nos hayamos entregado a una religión que ha tomado el lugar de Cristo en vez de a una que le sirve.
¿POR QUÉ ES LÓGICO CENTRARNOS EN CRISTO?
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cambio de nuestra confianza en Él, Cristo hace muchas cosas por nosotros que la religión no puede hacer. Por ejemplo: • Nos ama (Juan 15:13; Romanos 8:35). • Nos lleva a Dios (1 Timoteo 2:5). • Trae a Dios a nosotros (Colosenses 1:15).
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• Nos compró para Dios (Efesios 1:7). • Nos defiende delante de Dios (1 Juan 2:1). • Nos declara «no culpables» (Romanos 3:24; 5:1) • Nos reconcilia con Dios (2 Corintios 5:19). • Nos aparta para Dios (1 Corinitos 1:30). • Nos da paz con Dios (Romanos 5:1). • Nos hace aceptables ante Dios (Efesios 1:6). • Nos perdona (Efesios 1:7). • Nos libera de la esclavitud (Romanos 8:2). • Nos califica para la adopción (Efesios 1:5). • Nos hace herederos de Dios (Efesios 1:11). • Nos da su Espíritu (Juan 14:16-17). • Nos da un nuevo enfoque (Colosenses 3:1-2). • Vive dentro de nosotros (Colosenses 1:27). • Nos trae a la familia de Dios (Juan 1:12). • Intercede por nosotros (Romanos 8:34).
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• Nos rescata del poder de Satanás (Colosenses 1:13). • Nos pone en el reino de Dios (Colosenses 1:13). • Nos da vida eterna (Romanos 6:23). • Nos muestra cómo vivir (1 Juan 2:6).
UN ESTUDIO DE CONTRASTES
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uchos asuntos en la Biblia tienen dos aspectos. Eso sucede con la religión. Para mantener un punto de vista equilibrado es importante vivir con la tensión de dos ideas aparentemente contradictorias.
La religión es importante El Antiguo y el Nuevo Testamento están llenos de leyes, principios, creencias y rituales religiosos. Si pensamos en la religión como la acción o la conducta que 29
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indica creencia en Dios, reverencia o el deseo de agradarle, es claro que la religión provee: • Un patrón de doctrina y creencia (Tito 2:1) • Una experiencia compartida (Hechos 2:37-47; Hebreos 10:25) • Una muestra exterior de una fe interior (1 Juan 3:17-18)
La religión no tiene valor No tiene valor si dependemos de una acción externa para arreglar nuestras cuentas con Dios. Antes o después de la salvación, ni el conocimiento ni las acciones religiosas nos pueden salvar. El conocimiento y la acción sólo pueden darnos una manera de expresar nuestra fe personal en Cristo. En ese sentido tenemos que evitar: • Los intentos de ganarnos la salvación (Efesios 2:8-10) 30
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• La idea de perfeccionarnos a nosotros mismos (Gálatas 3:1-3) • Todo lo que tome el lugar de Cristo (Colosenses 2:6-8). La religión es peligrosa, no porque sea mala, sino porque suele ser suficientemente buena como para desviar nuestra confianza en Cristo. Nuestra tendencia es rechazar la confianza en lo que Cristo puede hacer y reemplazarla con algo que podemos hacer nosotros.
La religión es peligrosa, no porque sea mala, sino porque suele ser suficientemente buena como para desviar nuestra confianza en Cristo.
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LA PRUEBA DE NUESTRA RELIGIÓN
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magínese que usted está llenando una solicitud para entrar al cielo. ¿Qué anotaría como calificaciones? • Siempre he creído en Dios. • Me consideran una persona religiosa. • He intentado vivir una buena vida. • He sido bautizado. • Asisto a la iglesia. • No he hecho nada realmente malo. • Tengo amigos que me respaldan. Espero que a estas alturas usted reconozca que si apuntara cualquiera de estas calificaciones en una solicitud para entrar al cielo, eso indicaría que aún no comprende que la religión es inútil. La única solicitud que sería aceptada para entrar
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al cielo sería una en la que apuntara las siguientes calificaciones: • No puedo mencionar ningún mérito propio. • He sido pecador desde mi nacimiento. • No vengo en mi nombre sino en el de Cristo. • Creo que Él es el Hijo de Dios y mi Salvador. • He aceptado Su sacrificio por mis pecados. • He puesto mi confianza en Él para que me salve. Esta es la confianza del apóstol Pablo, quien escribió lo siguiente para distinguir entre la religión y Cristo: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:8-10). 31
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DEFINICIÓN DE NUESTROS TÉRMINOS
Arrepentimiento: un cambio de mentalidad evidenciado por un cambio de comportamiento. Bautismo por agua: una ceremonia simbólica que es una declaración externa de la fe personal en Cristo. Cristo: la segunda persona del Dios triuno que vino a ser miembro de la raza humana, vivió sin pecado, fue crucificado, y resucitó de entre los muertos para ofrecer salvación a todos los que en Él confían. Cruz: la forma de ejecución por medio de la cual Cristo sufrió y murió en nuestro lugar para pagar por nuestros pecados. Fe: la confianza personal que, al ponerse en Cristo, es el corazón de la verdadera religión. Justificación: ser «declarado justo». En la salvación, Dios concede a todos los que confían 32
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en Cristo la posición legal de ser justos delante de Él. Legalista: alguien que confía en la ley para que haga por él lo que sólo Cristo puede hacer. Pecado: cualquier violación de la ley moral de Dios; conlleva la pena de la muerte eterna. Religión: un sistema de pensamientos y conducta que expresa creencia en Dios. Religioso: alguien que confía en la religión para que haga por él lo que sólo Cristo puede hacer. Resurrección: el acto por medio del cual Cristo se levantó corporalmente de la muerte, mostrando el valor de Su sacrificio y la capacidad de vivir Su vida a través de todos los que en Él confían. Salvación: la oferta amorosa de Dios de salvar a todos los que ponen su fe en Cristo de los efectos pasados presentes y futuros del pecado. Santa Cena: una ceremonia simbólica de pan y vino para recordar a los creyentes la muerte de Cristo por ellos.
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