sociedad

canzar las hojas altas de los árbo- les que generación tras generación .... rías clásicas sobre la construc- ción de conocimiento. Sin embargo, si bien el proceso.
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Sociedad

| Domingo 21 De abril De 2013

EL PARQUE DE LOS BITS EN LA ARGENTINA

Computadoras que distribuyó el Plan Conectar Igualdad en escuelas públicas secundarias

EN TODO EL PAÍS Dispositivos 4.693.582

Computadoras hogareñas

Los dispositivos electrónicos que permiten el rápido acceso a la información están al alcance de la mano

Alumnos primarios 4.643.430

Tabletas

Computadoras que distribuyó el Plan Sarmiento en las escuelas públicas primarias

Fuente: planes Sarmiento y Conectar Igualdad, Enrique Carrier, Alejandro Prince

sociedad Edición de hoy a cargo de Javier Navia | www.lanacion.com/sociedad

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educación | nota I de II

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mañana: cómo serán las aulas del futuro

Nuevas tecnologías. Cómo están cambiando la forma de aprender

Enseñar ya no sólo es transmitir información

Especialistas concluyen que el funcionamiento de nuestros circuitos cerebrales se modifica en una era de ubicuidad de pantallas y marcada por Internet, y debaten sobre su influencia en la pedagogía

opinión Melina Furman

A

Viene de tapa

“El tema exige dos niveles de análisis –dice el doctor Ezequiel Gleichgerrcht, investigador en neurociencias de la Fundación del Instituto de Neurología Cognitiva y profesor de la Universidad Favaloro–. Por un lado, el evolutivo, para determinar si el cerebro que nos permitía aprender antes es el mismo que el que nos permitirá aprender con esta revolución tecnológica. Resulta muy fácil pensar que nuestro cerebro cambia porque tenemos nuevas necesidades y que esas necesidades se transforman en deseos tan fuertes que pueden incluso transmitirse a nuestros hijos, así como las jirafas supuestamente deseaban tanto alcanzar las hojas altas de los árboles que generación tras generación iban alargando su cuello. Esto no ocurre: los cambios grandes son azarosos y sobreviven los que mejor se adaptan al ambiente. Cuando como sociedad desarrollamos sistemas de escritura y, por ende, la necesidad de aprender a leer y escribir, aquellos cerebros que tenían más capacidad para adaptarse a esas demandas sobrevivieron y es por eso que encontramos en diversos estudios evidencia de que el cerebro lectoescritor tiene algunas diferencias importantes con el de civilizaciones que no tenían ese sistema de comunicación. Por ejemplo, la introducción de la escritura ya no requería tanta memoria y de hecho se ven diferencias en el hipocampo, un área del cerebro fundamental para la consolidación de nuevos recuerdos.” Para el científico, otro nivel de análisis es el de la adaptación “ontogénica”: es decir, la de un individuo a lo largo de su propia vida. Y como ilustración ofrece un ejemplo experimental. En un estudio de 2009, un equipo de la Universidad de California en Los Ángeles estudió con resonancia magnética funcional a un grupo de personas de entre 55 y 76 años que eran “vírgenes” en el aspecto tecnológico mientras completaban tareas de búsqueda en Internet y leían en una computadora, y los compararon con dos grupos de coetáneos con muy poca y mucha experiencia en Internet. Activación cerebral Los autores demostraron que todos tenían una activación cerebral similar al leer un texto simple, pero cuando se les pedía buscar en Internet, los experimentados tenían una activación mucho más global e intensa de circuitos frontales, occipitales y temporales, específicamente en áreas ligadas con la toma de decisiones, la motivación, la visión y la memoria. “Claramente –subraya Gleichgerrcht, director del nuevo Instituto de Neurociencias de la Educación de la Fundación Ineco–, el cerebro de estas personas era estructuralmente similar, pero los que tenían experiencia habían encontrado nuevas formas de activación para afrontar el desafío de las nuevas tecnologías.” Experimentos realizados en todo el mundo muestran, sin embargo, que no basta la introducción de computadoras per se para instalar

PARA LA NACIoN

Ema y Paloma hacen sus respectivos deberes con la ayuda de sus iPad, una herramienta de la que no se separan cambios en el aprendizaje. “En muchos de ellos se utilizan juegos para estimular capacidades cognitivas, pero arrojan un éxito moderado –explica el doctor Mariano Sigman, investigador del Conicet y profesor visitante de la Universidad Di Tella–. No existe un casco mágico para aprender sin esfuerzo.” Investigadores del grupo de Sigman, como Andrea Goldin y colegas del Laboratorio de Neurociencia Integrativa de la Universidad de Buenos Aires, entrenaron a chicos de escuelas primarias con juegos de computadora que estimulan la memoria, la capacidad de mantener la atención durante un tiempo prolongado en un mismo problema y la planificación, tres ladrillos básicos del razonamiento humano. “Incluso con programas de apenas diez minutos diarios durante diez días vimos cambios, pequeños, pero significativos –destaca Sigman–. Las mejoras se traducían en mejoras en otras pruebas de razonamiento y hasta en las notas escolares.” El doctor Antonio Battro, psicólogo e integrante de la Academia Pontificia de Ciencias, es muy entusiasta. Como pionero e impulsor de la introducción de las computadoras en la escuela, sostiene que Piaget no llegó a imaginar que, por el mero hecho de aprender a programar, los niños podrían acceder a las operaciones formales muchos años antes de lo predicho por su teoría de los estadios cognitivos.

“Cuando desarrollamos sistemas de escritura y, por ende, la necesidad de aprender a leer y escribir, aquellos cerebros que tenían más capacidad para adaptarse a esas demandas sobrevivieron” “La pedagogía en la era digital debe profundizar en estas nuevas oportunidades” Con respecto a si los dispositivos digitales estarían conspirando en contra de la capacidad de atención de grandes y chicos, Battro explica que, de acuerdo con los trabajos de Michael Posner y su escuela, se han identificado circuitos neurales que mantienen el estado de alerta, otros que orientan hacia determinados estímulos sensoriales y finalmente aquellos que son capaces de resolver conflictos, llamados ejecuti-

fernando gutiérrez

vos. “La combinación de estas tres redes de control es la que modula la atención durante todo el crecimiento –detalla–. El tema crítico es cómo se pasa del control de padres y maestros al autocontrol de cada individuo.” Según explica Battro, el cerebro humano puede atender varias cosas al mismo tiempo, pero siempre dentro de un sistema dinámico. “La capacidad de concentración depende de múltiples factores biológicos, emocionales, cognitivos, familiares, sociales y culturales –subraya–. Los medios electrónicos exigen tomar decisiones con rapidez; la «opción clic» es fundamental y decisiva para navegar en la Red. Pero saltar de un tema a otro puede tanto estimular la sana curiosidad y la genuina creatividad como esterilizar una búsqueda o un aprendizaje. La pedagogía en la era digital debe profundizar en estas nuevas oportunidades y desafíos que son inéditos en la historia de la educación.” Hay quienes, sin embargo, incluso tomando la presencia de las computadoras y sucedáneos en el medio ambiente infantil como un hecho positivo advierten que no hay que bajar la guardia.

mo (unos 10 segundos). Pero a veces uno entra en ciclos que van mucho más rápido, como los comedores compulsivos. Hay algo en Internet que se asemeja a eso: es adictiva. Entrena y reemplaza al sistema de recompensa en las cosas más primarias. Y al entrar en ese ritmo uno entra en un circuito que no necesariamente funciona bien para la adquisición y consolidación de conocimiento. Son temas que se están empezando a estudiar.” Más adelante, el físico y neurocientífico advierte: “Lo que dice Carr tiene cierto sustento y es razonable. Uno con la computadora «terceriza» cosas que antes hacía por sí mismo. Por ejemplo, los cálculos mentales. Ahora directamente los delegamos en las máquinas, aunque sabemos que no es bueno, porque el cálculo no sólo sirve para calcular, sino que es un modelo de razonamiento. A veces, uno estudia algo en el colegio y diez años después lo olvida, pero no importa: lo importante no es el ejercicio en sí, sino el desarrollo de dominios cognitivos. Hay que tomarlas con cierto cuidado”.ß

Red adictiva “El cerebro humano funciona bastante bien en ciertas escalas temporales –explica Sigman–, por eso las escenas de las películas duran siempre más o menos lo mis-

del editor: por qué es importante. La misma tecnología que mejora nuestras vidas, volviéndola más fácil, nos desafía a adaptarnos a nuevos contextos.

primera vista, aprender hoy no se parece demasiado a lo que significaba aprender hace medio siglo, o incluso hace una década. La tecnología claramente impacta, y mucho, en las posibilidades que tenemos de acceder a lo que otros tienen para contarnos y mostrarnos y en la cantidad de estímulos que recibimos a diario. Pero, ¿existen realmente nuevas maneras de aprender? Saber algo nuevo implica poner en diálogo lo que ya conocemos con un pedazo de mundo que nos es en principio ajeno, incorporándolo a nuestros esquemas mentales y, en ese proceso, transformándonos a nosotros mismos. Para que ese proceso suceda ncesitamos a un “otro”, más experto, que nos ayude a movernos de donde estamos y llegar un poco más lejos. Hasta aquí, nada muy distinto de lo que describían hace varias décadas los padres de la psicología del aprendizaje Jean Piaget y Lev Vigotsky en sus teorías clásicas sobre la construcción de conocimiento. Sin embargo, si bien el proceso mismo de aprender sigue siendo fundamentalmente el mismo, en los últimos tiempos el contexto en el que aprendemos ha cambiado profundamente. La cantidad y diversidad de “otros” con la que nos encontramos cotidianamente ha expandido tremendamente. Ya no se trata de aprender solamente de la mano de docentes, padres o autores de libros. Accedemos en un parpadeo a una cantidad gigantesca de información y contenidos que, hasta hace muy poco, difícilmente se hubieran cruzado en nuestros horizontes. Aprendemos sabiendo que no hace falta recordar toda la información que se nos presenta, porque podemos recobrarla muy sencillamente si la necesitamos de nuevo. Formamos parte de conversaciones globales con gente que posiblemente nunca conoceremos personalmente. Las consecuencias de estas nuevas posibilidades impactan, sin dudas, en cómo chicos y grandes nos embarcamos en el camino de aprender, y también en qué tipos de aprendizajes valoramos como sociedad. Por eso, aunque las bases del aprendizaje sigan siendo las mismas, es fundamental que los modos de enseñanza tengan en cuenta que los contextos ya no lo son. La buena enseñanza, por ende, implica ir mucho más allá de brindar información. Requiere enseñar a dar sentido al caudal de información que recibimos y desarrollar herramientas de pensamiento crítico y creativo que nos permitan participar en la sociedad de manera plena. No sabemos cómo será el mundo en el futuro próximo. Pero sí sabemos que en muchos sentidos será distinto al de hoy. La buena enseñanza, hoy, implica sentar las bases para (y el deseo de) seguir aprendiendo toda la vida.ß La autora es profesora de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés e Investigadora del Conicet