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ENFOQUES
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Domingo 28 de junio de 2009
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Innovadores
Menú digital para las elecciones
Roger Boulay, otra mirada sobre el mito del buen salvaje Irreverente y provocador, el trabajo de este sociólogo y etnógrafo francés plantea una vuelta de tuerca al diálogo entre culturas. En estos días, su muestra sobre Tarzán, en París, desnuda los grandes mitos que la cultura popular de Occidente ha creado sobre el resto del mundo JUANA LIBEDINSKY LA NACION
PARIS i la imagen que se tiene de los curadores de museos franceses dedicados a las culturas no occidentales es de intelectuales obsesionados por lugares que el hombre blanco no ha tocado, que detestan los productos comerciales –en especial norteamericanos– y que se retuercen de espanto ante las visiones de la cultura de masas sobre lo “primitivo”, Roger Boulay rompe los moldes. Para empezar, sus exposiciones son sobre temas presentes en el imaginario popular del ciudadano medio pero que a los especialistas muy políticamente correctos no les gusta resaltar. Por ejemplo, la exposición más famosa de Boulay fue “Un aristócrata y sus caníbales”, cuyo título por sí mismo arrastró a masas que de otra manera ni soñarían con pisar museos para ver vasijas de las Nuevas Hébridas (actual Vanuatu) o piraguas decoradas con madreperla de las Islas Salomón. Estas, sin embargo, se volvieron irresistibles al ser presentadas como pertenecientes a los temibles cazadores de cabezas de Oceanía. Lo más interesante es que Boulay abordó las exposiciones no a partir de un texto o concepto científico, sino a partir del libro de viajes del conde húngaro Festetics von Tolna, quien escribió Chez les Cannibales, un best seller de 1903 en el que contaba sus aventuras tras ocho años de luna de miel con una heredera norteamericana en tierras de antropófagos. Ahora, el célebre sociólogo y etnógrafo francés es el responsable de una exposición con cuyos afiches está empapelada la Ciudad Luz y que se ha vuelto el inesperado éxito de la temporada. Se trata de “Tarzán”, una exposición sobre el hombre-mono creado por un estadounidense que nunca pisó Africa y cuya visión del Continente Negro está llena de errores: fue, en realidad, un producto totalmente occidental y comercial, que se tradujo en cómics, series de televisión y producciones hollywoodenses en su mayoría kitsch y que no parecen, en principio, tema de estudio serio desde un punto de vista etnográfico y antropológico. Es decir, un fenómeno cultural ideal para Boulay, uno de los pocos especialistas capaces de “renovar un objeto de estudio de manera tan entretenida como científica”, según lo definió Stéphane Martin, director de museo. “Desde su creación, el Museo del Quai Branly ha incluido el tema de la mirada sobre las sociedades no occidentales, pero la mirada culta, sabia: la mirada de los académicos, de los artistas, de los intelectuales. Yo también abordo la mirada sobre ‘el otro’ pero la que viene de la cultura popular, que es mucho más importante porque es la que
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GENTILEZA
Quién es Nombre y apellido: ROGER BOULAY
Edad: 65 AÑOS Especialista en Oceanía: Nació en Sarthe, en 1943, cursó sociología en la Universidad de Aix en Provence y luego se doctoró en etnografía en La Sorbona. Es considerado como uno de los principales especialistas en Oceanía de toda Europa. Caníbales y otros salvajes: Fue curador de algunas de las muestras más importantes en su área, como Rao-Polynésie, en 1993, Arts du Vanuatu, en 1996, y Cannibales et Vahinés, en 2002. En 2008 curó “El aristócrata y sus caníbales”, en el Quai Branly.
nos invade y forma diariamente”, explica Boulay a LA NACION. A la exposición de Tarzán, Boulay, de 65 años y doctorado en La Sorbona, la califica de “prima” de aquella sobre los caníbales. No sólo porque la antropofagia aquí también está presente (después de todo es un caníbal el que mata a la madre del Rey de la Selva, y Tarzán a menudo debe luchar contra ellos), sino además porque, para Boulay, todo es parte de su proyecto de mostrar los grandes mitos que Occidente ha creado sobre
el resto del mundo a través de la literatura popular, los cómics y el cine para –bien a la francesa– deconstruirlos. El tono es muchas veces irreverente. Por ejemplo, en una serie de ensayos que acompaña a la muestra, un especialista en filosofía inglesa clásica, Pascal Taranto, de la Universidad de Nantes, se refiere al famoso grito de Johnny Weissmüller entre las lianas como aquel de un “tirolés castrado”, en referencia a que es un montaje sonoro de un yodel austríaco tocado de atrás para adelante y hecho más agudo al acelerarlo. En las biografías al comienzo de la publicación, luego de sus credenciales académicas, Taranto aclara que guarda un recuerdo que aún lo “conmueve” de Tarzán, “por la película en la cual Maureen O’Sullivan, alias Jane, se baña desnuda”. ¿Un héroe trasgresor? Esto, sin embargo, no es sólo para escandalizar. Como parte de la deconstrucción del personaje, hay un gran análisis respecto a si Tarzán, con su “cuerpo de desnudista combinado con su inocencia”, es una figura casta o un héroe erótico en los films. También se explica cómo el contexto exótico de la selva permitió que, en los puritanos años 30, a pesar de los nuevos códigos de moralidad de Hollywood, pudiesen tanto él como Jane mantenerse casi tan escasos de ropa como en los locos años 20, algo que no era permitido en películas de contexto más “realista”. Para sus críticos, el acercamiento de Boulay se basa demasiado en el contenido de entretenimiento y en el montaje escénico,
Conectados
GASTON ROITBERG LA NACION
y le falta análisis etnográfico más tradicional. Para quienes lo apoyan, entre ellos el director del museo, es todo lo contrario. “Un gran museo no está para dictar cátedra o reforzar certezas al mostrar lo que puede verse en otra parte. Lo que es interesante es el diálogo entre culturas, que incluye interactuar con las ideas preconcebidas de los visitantes”, sostuvo. “Por otra parte –agregó–, aunque su intención sea originariamente benigna, la cultura “pop” a menudo resulta naïve e induce a errores y prejuicios más o menos inconscientes. En una era de globalización, se debe dar al público la oportunidad de reflexionar sobre el bagaje cultural e intelectual que ya posee y para que pueda examinarlo de manera más crítica”. Boulay siente que esto es hoy de particular relevancia. Las preguntas que nos traen estas exposiciones, aclara, son universales, y hacen a la realidad sociopolítica actual: qué es realmente lo salvaje y qué es lo civilizado, la atracción y repulsión entre la metrópolis y las ex colonias, y el Norte y el Sur. Temas a los que seguimos buscando respuestas tantos años después, por ejemplo, en la relación con los inmigrantes, aunque para Boulay el tema clave es en relación con la naturaleza. “En el caso de Tarzán tenemos una reflexión, 80 años atrás, de los temas que nos desvelan hoy, como la oposición entre naturaleza y progreso –dice–. Se trata de un personaje premonitorio de la ecología, el primer héroe blanco que se opone a la explotación de Africa, que reniega de la sociedad de consumo”. ¿Cómo encontrar el punto de equilibrio entre muestras que conjugan el gusto popular y el entretenimiento con la reflexión sobre el ser humano? Boulay sostiene que la clave no está en atacar y destruir todos los productos de cultura popular examinando en detalle sus errores desde un punto de vista histórico o científico, sino en poder mostrar de qué manera forman parte de una historia de la cultura, de sus mitos y de sus avances, y de la evolución de la ciencia. En el caso de Tarzán, puede establecerse un linaje que lo vincula con el buen salvaje de Rousseau o incluso con Rómulo y Remo, que fueron criados por una loba. Además, en la versión de la novela, el niño mono o salvaje se convertirá en hombre, en barón Greystoke, y miembro de una sociedad europea altamente civilizada, para luego entrar en regresión y volver a la selva y a los grandes simios, su identidad profunda. Así, Tarzán, en su compleja versión original, en parte recuperada por el film Greystoke, con Christophe Lambert, puede analizarse, con los nuevos elementos que propone el enfoque de Boulay, como una suerte de Darwin invertido, aunque al final logra unir elementos de ambos mundos. “Tarzán nació en 1912 como una novela y tuvo una existencia cinematográfica casi inmediata. La primera película muda sobre Tarzán salió en 1918 y fue en esta forma muy empobrecida respecto del original que lo conoció la vieja Europa, donde las traducciones recién empezaron a aparecer años más tarde, como en 1926, en Francia. Esta diferencia de años contribuyó a la creación del mito popular. Pero el cine convirtió a Tarzán en una caricatura en comparación con lo sofisticado de las novelas de E. R. Burroughs. Por ejemplo, el cine clásico lo muestra casi analfabeto y en la novela habla una docena de idiomas, incluido el lenguaje de los monos y el latín”, subraya Boulay. A Boulay le gusta la reflexión de Umberto Eco respecto de que el Tarzán de Johnny Weissmuller era un “mandaparte de piscinas”. Y se dio un gusto al rescatar el “yo Tarzán, tu Jane”, que de hecho nunca existió en los libros, donde se expresaba de manera exquisita. © LA NACION
La última elección presidencial estadounidense fue un punto de inflexión en la comunicación política: Obama y su equipo de asesores de la web 2.0 movieron la campaña a través de Internet. Las recientes elecciones en el Parlamento Europeo permitieron mirar de reojo lo que puede suceder este domingo: gráficos interactivos que despliegan resultados en tiempo real, el uso de los blogs como espacio de comunicación décontracté, el video casi en la misma jerarquía que los contenidos textuales, participación activa de la audiencia y un frenético minuto a minuto informativo. En la Argentina (con casi 20 millones de usuarios y un 50 % de penetración de la red) esta ola digital está creciendo. A diferencia de las presidenciales de 2007, que desestimaron Internet como recurso de comunicación, las próximas legislativas parecen “el momento” para alcanzar la mayoría de edad en este tipo de coberturas. Así como los sitios de mayor tráfico del planeta como YouTube, Flickr, MySpace, Twitter y Facebook, sumados a los grandes medios como The New York Times y el Washington Post fueron la caja de resonancia del triunfo de Obama, los políticos argentinos adoptaron (al fin) Internet como un pulpo comunicacional: sitios de actualización permanente, inclusión de la dirección web en spots de TV, comunicación de la agenda a través de Twitter y Facebook, blogueo desde el iPhone o Blackberry, armado de bases de datos, envío de SMS con alertas, canales exclusivos de videos, transmisiones online de los actos y campañas vía e-mail. Se espera que los medios digitales desplieguen una batería de opciones para seguir, vivir y participar del comicio: resultados en tiempo real, flujo de conversaciones y reportería en Twitter, entrevistas de los usuarios con los candidatos en videochats, juegos interactivos, blogs con temas de color, contenido multimedia para republicar y una interpelación directa a los ciudadanos para que se apropien de las páginas a través de sus comentarios, contenido y sugerencias. Ya se verá si estuvimos a la altura del desafío.
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Terapia (arriba también se sufre)
Hoy, la República Argentina DIEGO SEHINKMAN PARA LA NACION
República Argentina: (Acostada en el diván.) ¿Que le hable de mis hombres? (Suspira.) De Roca estuve muy enamorada. A usted se lo puedo contar. Yo no sé por qué siempre me busqué hombres dominantes, personalistas. Ojo, flojitos también tuve, pero no duré. Pero le contaba de Roca. Roca era así. Bravo. ¿Vio que ahora hablan de la distribución equitativa? Bueno. El sí distribuyó equitativamente: una bala para cada indio... Terapeuta: ... RA: Ojo. Le aclaro que los indios que fue a buscar Roca no eran los que usted ve por Canal Encuentro tejiendo ponchitos, ¡eh!... (Resopla, quejosa.) ¡Ay, esa campaña al desierto¡ Pero ¿qué iba a saber Roca? Pobre... Cada vez que veo su cara en los billetes de cien, pienso “Ay, Julio, a vos no te habrán matado los indios... pero te está matando la inflación...” T: Argentina, ¿y por qué cree que sólo se
enamora de los que son tan avasallantes, tan personalistas, tan posesivos con usted? RA: (Se queda en silencio, incómoda.) T: ¿Qué piensa? RA: Un psiquiatra que me vio hace unos años me dio un diagnóstico. Después de escucharme, me mostró un manual y me dijo “¿Ve acá, Argentina? Este es su diagnóstico: trastorno límite de la personalidad”. Y como yo no entendía, me aclaró: “Que sos una border”... T: Ajá. ¿Y qué entendió usted de ese diagnóstico? RA: Dice que cumplo varios ítems del manual. Que soy muy inestable anímicamente. Que a veces dudo de mi identidad. Que necesito transgredir permanentemente. Y que soy infantilmente dependiente... (Mira el suelo, avergonzada.) ... Como fui de Roca... de Rosas, de Irigoyen, de Perón, de Alfonsín, de Menem, de Kirchner... T: ... RA: ... Claro que hubo otros que no elegí y que me trataron mal. Empezó Uriburu en 1930. Pero después me hicieron lo mismo en
el43, en el 55, en el 62, en el 66, y la última vez en el 76... (Mira al terapeuta.) Yo sí puedo decir que soy una mujer “golpeada”. T:... Quisiera detenerme en los ítems del diagnóstico que le dieron. ¿Usted siente que a veces duda de su identidad? RA: (Suspira, desinflándose.) Y a veces sí. Si ni siquiera sé bien cuándo nací. Creo que fue en 1810. Pero me anotaron en 1816. O sea, la gente se queja de la demora que tiene hoy, ¡pero en mi caso tardaron 6 años en darme el DNI! (Sonrisa amarga.) Además, si hablamos de identidad, ¿qué es el “ser nacional”? No analicemos el caso del fútbol, que ya sabemos. ¡Pero y el asado de tira! ¿Vio el asado de tira, que es un símbolo de la argentinidad? También es por los ingleses. Era lo que quedaba de los embarques a Inglaterra, que despreciaba el corte porque decía que los huesos ocupaban demasiado lugar en los barcos. (Con voz melodramática.) ¿Puedo estar segura de mi
identidad, doctor, cuando los domingos al mediodía la gente prende el fuego y se siente feliz, alrededor de las sobras de Inglaterra? T: ... Mire... Medio planeta es las sobras de Inglaterra... RA: (Tira para atrás la cabeza y cierra los ojos.) T: Argentina, ¿Se siente bien? RA: (Casi susurrando.) Creo que... me bajó la presión... Físicamente me siento débil... sin energía. Me hice unos análisis y me dan que ya tengo poco gas y poco petróleo... T: ¿Quiere un caramelo? RA: (Susurrando) Doctor... T: Sí... RA: ¿Puedo abrazarlo? Me siento desprotegida. T: No va a tener sentido, Argentina. Usted recibió abrazos de grandes hombres y está siempre igual. Si para contenerla, yo la abrazo, colaboro con su síntoma... Además
usted ya no tiene 100 años ni 150. ¡No es una adolescente! Va a cumplir 200 años... ¡Es hora de que pueda sola! O al menos es hora de que lo intente... RA: Doctor... (Se le corta la voz.) ¿Me voy a... curar? T: Mire, los países borders, por lo que se ha estudiado, mejoran sólo con un tratamiento –que no es perfecto, le aclaro–. Todos los días, aunque sea media hora, tiene que hacer ejercicio democrático... RA: (En silencio.) T: Y claro que va a mejorar. Eso sí. Para ser como otras naciones, va a tardar un tiempo... Fíjese, vea cómo Chile y Brasil ya reciben piropos de Obama... RA: (Se queda en silencio, con la mirada fija y los ojos vidriosos.) T: ¿Qué piensa... Argentina? RA: (Secándose con los ojos.) Mafalda decía “Paren el mundo que quiero bajar”. T: ... RA: ... Y yo digo “Paren el mundo... que quiero subir”. © LA NACION