¿Qué es la predicación evangelística expositiva? R. Larry Moyer Se cuenta la historia de un pastor a quien le encantaba predicar sobre el tema del bautismo. Parecía que seleccionaba un texto relacionado al bautismo cada vez que predicaba. Los ancianos de la iglesia se cansaron de que predicara sin parar sobre aquel tema. Decidieron que la única manera de resolver el problema fue sugerirle el texto del cual querían que predicara. Así que le pidieron que predicara de Apocalipsis 9:1-12 (el texto ni siquiera menciona el agua). El próximo domingo el pastor se paró, leyó Apocalipsis 9:1-12, y dio inicio al mensaje diciendo, “De hecho ¿se dan cuenta de que este texto es uno de los pocos en la Biblia que ni menciona el bautismo? Hablando del bautismo, permítanme decir unas cosas . . . “. El evangelista que desea usar las Escrituras con cuidado no debe tomar un texto y saltar de él. Debe tomar un texto y entrar en él. No debe predicar una palabra. Al contrario, debe predicar la Palabra. La Biblia está en el centro del mensaje, no al margen, tanto así que al escuchar al evangelista, la persona perdida sale no solamente sabiendo lo que dijo el evangelista, sino que sabiendo en qué parte de la Biblia Dios lo dijo primero. ¿Por qué es tan indispensable aquello? En Romanos 10:17 dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios.” Sencillamente, Dios está diciendo, “Usaré mi palabra.” Es la predicación de la Palabra la que Dios ha prometido usar para convencer a los perdidos del pecado y llamarlos a él. Se explica por qué en Hebreos 4:12: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” Tomando esto en cuenta, la predicación que escasea en el evangelismo de hoy se llama comunmente predicación evangelística expositiva: la clase de predicación que expone las Escrituras de manera tal que la audiencia sabe no solamente lo que dijo el evangelista, sino también dónde lo dijo Dios primero en la Biblia. De esa manera el evangelista no predica sus pensamientos acerca de Dios sino los de Dios acerca de nosotros. En lugar de explicar “la predicación de la Palabra” por su definición, hagámoslo por su descripción. Si uno practica la predicación evangelística expositiva, ¿cuáles elementos deben caracterizar a la predicación? ¿Qué debe hacer el evangelista con atención mientras “predica la palabra”?
1. Asegúrese de que el mensaje de Dios sea el suyo. El evangelista que expone la palabra y desea predicarla debe estar tan comprometido con el texto que entra en él y salta de él. O sea, en lugar de predicar frasecitas de la Biblia insiste en predicar el mensaje de la Biblia.
Eso significa que no recurre a las experiencias emotivas, o a las frasesitas llamativas o a las opiniones personales como su “biblia”. Predica el texto. Su mensaje es el mensaje de un texto determinado de las Escrituras. Si escoge como texto Juan 3:1-15 (la historia de Nicodemo), entonces expondrá Juan 3:1-15 con claridad. Si el texto escogido es de un solo versículo, por ejemplo Romanos 4:5, entonces al salir el oyente, debe entender Romanos 4:5 aunque no entienda ningún otro versículo. El mensaje del evangelista debe ser tan relacionado con el mensaje del texto que si alguien no está de acuerdo con el contenido del mensaje del evangelista ¡se da cuenta de que no está de acuerdo con Dios! Lo único que el evangelista ha hecho es repetir lo que dijo Dios. No ha predicado las ideas del hombre sino las ideas del Hijo del hombre. El mensaje del evangelista es tan apegado al mensaje del texto, que hay una segunda cosa que el evangelista que predica expositivamente tiene que tomar muy en cuenta. 2. Asegúrese de no sacar las Escrituras del contexto. Supongamos que un amigo hace tres declaraciones: (1) Me quedé en la casa de José, (2) José prendió un fuego en la chimenea, (3) me hizo pensar en el infierno. Si uno repitiera solamente la primera y la tercera de las tres declaraciones hechas por su amigo, estaría diciéndole a otros que su amigo dijo que se había quedado en la casa de José y que le había hecho pensar en el infierno. Obviamente eso está lejos de lo que dijo el amigo. La segunda declaración hace toda la diferencia. Para entender lo que se dijo, hay que entender el contexto por completo. Si el evangelista no pone atención al contexto, facilmente cae en el error de sacar a la Biblia fuera del contexto cuando la predica. Hay que recordar que cuando Dios habló, quiso decir lo que dijo, y lo que dijo tiene signficado. Tenemos que examinar en qué consistía ese significado para la gente de aquel día si vamos a saber cómo aplicarlo a la gente del día de hoy. Por ejemplo considere I Samuel 20:3. Ahí David le dice a su amigo querido Jonatán, “ciertamente, vive Jehová y vive tu alma, que apenas hay un paso entre mí y la muerte.” Como dice el texto, “apenas hay un paso entre mí y la muerte”, le resulta fácil al evangelista ocupar este texto para dirigirse a la gente perdida y decirle, “Hay apenas un paso entre usted y la muerte. ¡Venga a Cristo y venga a él esta noche!” El problema es que eso no es lo que el texto quiere decir. David no está hablando de la brevedad de la vida ni de la necesidad de que los pecadores arregluen cuentas con Dios. Al contrario, le está exponiendo a Jonatán el miedo que le tiene a Saúl, el padre de Jonatán, porque Saúl procura matarle. El contexto del pasaje no es la necesidad de un pecador de buscar a Dios sino la necesidad de un santo de buscar refugio de Saúl. ¡El contexto hace una gran diferencia! La predicación evangelística expositiva desarrolla un pasaje de la Biblia en el contexto en que fue escrito. Al intrepretar un versículo (ó una parte de él) el evangelista lo interpreta a la luz del párrafo en que se encuentra. Por esa razón, cuando el evangelista sube al púlpito está preparado para darles a las
palabras de la Biblia el mismo significado que Dios les dio. Tal evangelista es uno que ha estudiado el trasfondo histórico y geográfico del texto. Siente como si estuviera presente en esa calle polvorienta, viendo a la muchedumbre y escuchando a Jesús anunciar, “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” Entiende que cuando Dios habló, le habló a gente de carne y hueso viviendo en medio de la realidad. Está preparado para explicar lo que la Palabra dice a los que viven ahora porque entiende lo que la Palabra les dijo a los que vívían en aquel entonces. Predica la Palabra en el contexto. Es por eso que el evangelista ha de escoger su texto con mucho cuidado antes de predicar el evangelio. En lugar de escoger un texto dirigido a los cristianos para predicarlo como si fuera dirigido principalmente a los no cristianos, tiene que escoger un texto que: (1) se dirija a los no cristianos, o (2) les recuerde a los cristianos la manera en que llegaron a conocer a Cristo y de esa manera le informa a todo no cristiano presente cómo él también puede llegar a conocer al Salvador. No es que todo texto que el evangelista usa para dirigirse a los no creyentes tenga que contener todos los elementos del plan de salvación, o sea, que somos todos pecadores, la muerte de Cristo como nuestro sustituto y la resurrección, y la necesidad de confiar en Cristo como Salvador. Algunos pasajes exponen el problema del pecado del hombre, pero no explican como Cristo pagó por ese pecado. Por ejemplo, Romanos 3:23 dice “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” Otros exponen la muerte vicaria de Cristo pero no hacen énfasis en la condición pecadora del hombre. Por ejemplo, II Corintios 5:21 dice “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” Lo importante es que cada vez el evangelista predica un texto, lo predique en el contexto en que fue escrito. La idea principal del texto debe ser la idea principal de su mensaje. En caso contrario, estaría predicando las palabras de la Biblia pero no la Palabra.
3. Asegúrese de predicar el mensaje en el contexto de la vida diaria. La predicación evangelística expositiva tiene una tercera característica. Ya se demostró que el evangelista es llamado a predicar la Palabra. La última parte del Hebreos 4:12 declara que la Palabra “discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” Tomando ello en cuenta, la tercera característica de la predicación evangelística expositiva es que se dirija hacia las necesidades de la gente de hoy día. En una ocasión un cristiano llevó a su amigo a oír el mensaje de un evangelista. El evangelista habló del tema del hombre como pecador delante de Dios. Usando el texto, explicó como toda persona ha traspasado la ley de Dios, y ha decidido vivir sin Dios en rebeldía y egocentrismo. También explicó lo que hace el hombre para esconderse de Dios e impedir que sus pensamientos se vuelvan a Dios. Después de unos minutos el amigo, con cara de culpable, le preguntó al cristiano, “¿Le contaste de mí?”
La tercera característica de la predicación que se necesita en la evangelización de hoy es que el mensaje lleve el contexto de la vida diaria. La persona que no conoce a Cristo debe sentir como si el evangelista hubiera leído su correspondencia, hubiera vivido en su casa, y hubiera hablado con sus amigos. El evangelista se identifica con la realidad del no creyente y lleva la Palabra ahí. En términos sencillos y claros explica como la Palabra de Dios, escrita a aquellos que vivían en otra época, se aplica a la vida de la gente de hoy día. Por medio del uso eficaz de la Palabra, el no creyente debe darse cuenta que su vida es un libro abierto ante Dios. Como consecuencia hay un “así dice Jehová” en el mensaje con el resultado de que el no creyente está consciente de que la Palabra de Dios exige una respuesta. Independientemente de que su respuesta sea positiva ó negativa, el no creyente tiene que responder a lo que Dios ha dicho. Eso fue entendido por una persona quien comentó, “Mientras estaba sentado en la banca, yo sabía que tenía que decidir: o podía confiar en Cristo o podía rechazarlo por completo; pero no me quedaba ningún terreno medio. Conclusión ¿Qué es la predicación evangelística expositiva? Es la predicación de la Palabra. Los que predican de esta manera son identificados en el mismo momento en que suben al púlpito y comienzan a hablar. Su mensaje es el mensaje del texto. Predican la Biblia; no predican frasecitas de la Biblia. Su mensaje es el mensaje del contexto. Saben qué signficaban las palabras a la gente de los tiempos de la Biblia para poder explicárselas a la gente de hoy. Su mensaje está en el contexto de la vida diaria. El no creyente siente que el evangelista le ha hablado acerca de su vida particular. Quizás lo que menciono a continuación sería una buena manera de describir la predicación que se necesita en la evangelización de hoy. Supongamos que hay sólo dos personas asistiendo a un culto evangelístico. Uno es Jesucristo; el otro es una persona no creyente. Al concluir el evangelista su mensaje, se le pide cada una de las dos personas que opine sobre el mensaje. Si el evangelista ha hecho el trabajo al cual Dios lo llama, Jesúcristo dirá, “¡Está hablando de Mi Palabra!” El pecador dirá, ¡Está hablando de mí!” R. Larry Moyer Presidente, EvanTell, Inc. Dallas, Texas EU Derechos reservados ObreroFiel.com - Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.