turismo | 3
| Domingo 16 De junio De 2013
Nunca mejor eso de que lo bueno viene en frasco chico Luxemburgo. El pequeño ducado europeo, a dos horas de tren de París, de casas bajas y calles señoriales, es ideal para una escapada de dos días; el recorrido por la capital incluye museos, la catedral del siglo XVII, el Palacio Ducal y casamatas del Pétrusse
El río y las casas como si fueran una maqueta, la vista panorámica desde el camino de la Cornisa
fotos fernanda lago
◗ Datos útiles
María Fernanda lago PARA LA nACiOn
LUXEMBURGO.– Entre reinos y principados del Viejo Continente, Luxemburgo es el último gran ducado que aún se conserva en el mundo. Con un territorio de 2586 km2 y una población que supera el medio millón de habitantes, ocupa el séptimo lugar entre los Estados más pequeños de Europa. Su capital, que lleva el mismo nombre, tiene toda la elegancia de un destino noble y europeo. Una especie de maqueta con casas bajas, avenidas comerciales que irrumpen las callecitas adoquinadas y flores que no dejan balcón ni plaza por colorear. Un gran ducado de pequeñas dimensiones, una capital aún más reducida que tiene mucho para recorrer, y que al estar a mano de las rutas europeas visitadas por los argentinos –dos horas de viaje en tren desde París, dos horas en auto desde Bruselas, cuatro desde Amsterdam o una hora y veinte minutos en avión desde Berlín– resulta una escapada de fin de semana ideal para tener en cuenta. La plaza de la Constitución recibe cada día una gran cantidad de micros turísticos y el mirador de su explanada, entre arreglos florales y mástiles con la bandera nacional, da a los visitantes el primer impacto visual que no ahorra magnificencia: una vista abierta al viaducto sobre el río Pétrusse, a los frondosos valles y al puente de Adolfo, un gran arco de piedra construido en 1900 que conecta al Boulevard Real –Ville Haute– con la Avenue de la Liberté –Gare. En el centro de la plaza una columna de 21 metros, con la figura de una mujer dorada, conmemora a los caídos durante la Primera Guerra Mundial. Levantada en 1923, derribada en 1940 por los nazis y reconstruida finalmente en 1985, simboliza la resistencia de la nación y la libertad. Y ahí mismo, el Boulevard Franklin Roosevelt propone el inicio de un recorrido hacia el casco antiguo.
Paseos
Arquitectura imponente: el Spuerkees Bank Desde el boulevard pueden verse dos torres con forma de finas agujas que llaman la atención por su altura y forma. Ambas son las puntas más altas de la catedral de nuestra Señora de Luxemburgo, una iglesia construida por los jesuitas –en el siglo XVii– que hoy es el centro religioso de la capital luxemburguesa. Muy cerca de ahí, frente a la plaza Guillaume ii, un antiguo monasterio franciscano –totalmente reformado en 1828– es la sede del ayuntamiento y en la misma plaza, frente al monumento ecuestre del gran duque Guillaume ii, un camino abre paso a una de las edificaciones más imponentes: el Palacio Ducal. Aunque funcionó como ayuntamiento durante 200 años, a partir de 1890 es la residencia exclusiva de la familia del Gran Duque Henri. Su fachada del siglo XVi, de estilo renacentista flamenco, impacta en pleno centro histórico y sus puertas abren durante la temporada de verano –todos los días excepto los miérco-
les– para quienes quieran conocer el palacio por dentro. Estos tres escenarios formaron parte de los grandes casamientos reales que sucedieron en Europa durante el último tiempo. Engalanados con motivo de la boda entre el heredero del gran ducado, Guillaume y la condesa belga, Stéphanie de Lannoy –el pasado 20 de octubre– centraron los festejos con una ceremonia civil celebrada en el ayuntamiento, la unión religiosa en la catedral y la cena de gala que convocó a la familia real europea en el Palacio Ducal. Hacia las catacumbas A pocos metros, la Place d’Armes concentra gran movimiento de gente entre una gran variedad de negocios de comida y la calle peatonal con los infaltables locales de recuerdos y tiendas de moda. Pero para introducirse a conocer este ducado literalmente a fondo, hay que estar dispuesto a atravesar 450 escalones y descubrir las Casamatas del Pétrus-
◗ Villa Haute. En el centro histórico de la ciudad, una opción donde sirven buenos tragos y comida internacional es Urban City –2 rue de la Boucherie– muy cerca del Palacio Ducal, para ir durante el día o la noche. La Place d ‘Armes también es un centro de salida interesante, ahí mismo alrededor de la plaza y de la peatonal hay gran variedad de cafés y restaurantes para elegir. ◗ Grund. Uno de los bares más populares es Café Des Artistes –22 Monteé du Grund– sobre una calle empedrada que suma nostalgia a la ambientación del lugar. Otro sitio por estos rincones, algo costoso como para dejar de lado la conversión euro – pesos argentinos, es Mosconi -13 rue Munster- un restaurante cuyo menú de pastas honra sus dos estrellas Michelin. ◗ Paseo Rives de Clausen. A corta distancia del barrio Grund, se convirtió en el último tiempo en el centro de la movida nocturna. Con una gran variedad de bares sobre rue Emile Mousel y opciones como: Le sud –8 Rives de Clausen– o Verso en el número 17. Fuera de esta calle, pero dentro de la misma zona, Dean – 48 Montee de Clausen– es otro bar para salir de noche a disfrutar su terraza con vista al río Alzette. ◗ Gare. Al sur del casco antiguo, rue de Hollerich concentra las ofertas de bares a pocos metros de la estación de tren. Marx -42 44 rue de Hollerichcon un aire artístico o Nexus –en el número 19 de la misma calle– con un ambiente un poco más nocturno, son de los más concurridos.
se. Frente a la plaza Guillaume ii y al costado del ayuntamiento, este antiguo sistema subterráneo de defensa militar –compuesto por salas abovedadas y galerías de hasta 40 metros de profundidad– fue construido bajo el dominio de los españoles en 1644 y es uno de los atractivos turísticos más populares. Otras casamatas se pueden visitar, a 10 minutos de camino a pie por la calle Montée de Clausen. Estas son las llamadas del Bock que, construidas por ingenieros austríacos en 1745, funcionaron como refugio y son igualmente turísticas. Desde 1994, la Unesco incluyó a ambas como parte de la lista del patrimonio mundial.
Después de este recorrido puntual, el mejor panorama sobre los matices del paisaje de Luxemburgo se tiene a través de un paseo a lo largo del Chemin de la Corniche, conocido como el balcón más hermoso de Europa. no importa si llueve o hay sol, siempre se ven grupos de personas que transitan y se fotografían en esta pasarela sobre murallas del siglo XVii. Así, el largo camino a través del valle de Alzette, regala una vista privilegiada del barrio de Grund, una de las zonas más antiguas de la ciudad. Junto a Bélgica y a Holanda, Luxemburgo completa la región de Benelux y aunque su lengua oficial es el luxemburgués, el francés y el alemán son sus idiomas administrativos. A parte de ser un famoso centro financiero, este destino es también uno de los miembros fundadores de la Unión Europea y entre algunas de sus instituciones, es sede del Tribunal de Justicia, del Banco Europeo de inversiones y de la Secretaría del Parlamento Europeo. Estas oficinas se concentran en la meseta de Kirchberg –o el barrio Europeo– en dirección al noroeste del centro antiguo. En cuanto a la arquitectura moderna de esta zona, se destacan dos edificios relacionados a las artes: la filarmónica y el nuevo museo de Arte Moderno Grand-Duc Jean. El primero se ubica en el centro de la plaza Europa, inaugurado en 2005 con una forma triangular de paredes curvadas, obra del arquitecto francés Christian de Portzamparc. El segundo, ubicado a pocos metros de distancia, es conocido como el Mudam y fue abierto en 2006. Este museo que representa la parte moderna de una antigua fortaleza, y expone interesantes muestras de arte contemporáneo, fue diseñado por Leoh Ming Pei, el mismo arquitecto que realizó la pirámide del Museo Louvre en París. Vianden es otra opción para visitar a 50 kilómetros del centro de la capital. Una zona de valles, mesetas y un castillo construido entre los siglos Xi y XiV –testigo del período románico y gótico europeo– afortunadamente restaurado en 1977 luego de años de abandono. Un sitio más para apuntar en esta región es la mansión que sirvió como el refugio político para Víctor Hugo, durante su exilio en 1871. Para los amantes de las letras –en rue de la Gare 37– se puede visitar la casa del escritor francés convertida en museo desde 1935. Una perlita, para prestar atención frente a la casa, es el busto de Víctor Hugo esculpido por Rodin.ß